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González del Valle et al. (eds.), Selected proceedings of the Mid-America Conference on Hispanic Literature. Lincoln, Society of Spanish and Spanish-American Studies, 1986, 384.

 

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Douglas M. Rogers, cit., 137: cita a Clarín: «No es, sin embargo, Tormento, una Solita más; no es el tipo angelical, dulce y sencillo [...]; Amparo se parece más a Isidora, y tiene mucho de original». Para Rogers esa originalidad estriba en ser una creación híbrida, una paradoja.

 

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Al respecto, ver Percival, cit., 158: «[...] en el terreno de la escritura, Galdós inflige a Amparo toda una variedad de tormentos metafictivos».

 

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Benito Pérez Galdós, El doctor Centeno, Madrid, Hernando, 1975, Segunda Parte, «Fin», 7, 298.

 

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Las cartas de hombres que aparecen en la novela, siendo muy distintas (pródigas las de Polo, austeras las de Agustín Caballero), son útiles de seducción y dominio. Véase Andrés Zamora, «La maldición epistolar en Tormento. Reflexiones sobre la propiedad de una carta de mujer», en Raquel Medina y Barbara Zecchi (eds.), Sexualidad y escritura (1850-2000). Barcelona, Anthropos, 2002, 60-81; 64-7.

 

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Clarín, «Las literatas», 123-5. Ver C. Jagoe, «Disinheriting the Feminine: Galdós and the Rise of the Realist Novel in Spain», Revista de Estudios Hispánicos 27 (1993), 227-248; 231; también Barbara Zecchi («La Hermandad Lírica, Bécquer y la ansiedad de autoría», Sexualidad y escritura, cit., 34) que se refiere a los estudios de Simpson (The Academic Postmodern and the Rule of Literature, Univ. of Chicago Press, 1995), Mellor (Romanticism and Gender, New York, Routledge, 1993), Kirkpatrick (Las románticas, Madrid, Cátedra, 1991), Eagleton (The Rape of Clarissa, Univ. of Minnesota Press, 1986) y Armstrong (Deseo y ficción doméstica, Madrid, Cátedra, 1991) como demostrativos de que «a lo largo del siglo XIX en el mundo occidental, escribir y leer eran actividades que se consideraban femeninas, y que, precisamente a mediados de siglo, las mujeres de clase media y alta empezaron a constituir no sólo la mayoría del público de lectores sino también un alto porcentaje de escritores». Contra esta feminización la novela realista necesitó afirmar su hegemonía con valores masculinos. La virilidad debía salvaguardar el orden existente frente a los peligros del desequilibrio, asociado a lo femenino, que llega a encarnar en el tercer cuarto del siglo «el signo que mina la estabilidad burguesa y la continuidad y la inmutabilidad de la nación» (Zecchi, 46). Surgen en el último cuarto de siglo todas las disquisiciones y ensayos de la biología, la antropología y la medicina sobre la inferioridad mental de la mujer y su carácter desequilibrado, entre los que se cuenta El origen del hombre y la selección sexual de Darwin (1871). Alda Blanco señala como a partir de 1868 aparece un discurso nacionalista que asocia las categorías de españolidad con masculinidad y de extranjero o imitación con feminidad.

 

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Sobre el horror de Amparo a ser personaje del folletín de Ido, v. entre otros J. Escobar, «Metaficción melodramática en Galdós», en M. A. Garrido Gallardo, (ed.), Crítica semiológica de textos literarios hispánicos. Madrid, CSIC, 1986, 363-370; 369.

 

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Peter A. Bly, «Al perder la virginidad tres heroínas galdosianas», Ínsula 561 (1993) 11-13. Según Bly, aunque parece que se da en todos los casos una situación típica de hombres verdugos y mujeres víctimas que dependen de los primeros, ello no se hace nunca del todo explícito: no se cuenta el momento sexual salvo reticentes indirectas, con lo que no sabemos si la entrega fue o no espontánea.

 

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Sobre este aspecto ha trabajado Wifredo de Rafols, «El metalenguaje en Tormento y Fortunata y Jacinta», Hispanic Review 58 (1990) 4, 469-86. Galdós «lucha contra los límites de la palabra y de la novela, y a cada paso intenta superar la artificialidad con la insinuación, la ironía, la elusión» (484).

 

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Cito siempre por ed. del Instituto Cervantes dirigida por F. Rico, Barcelona, Crítica, 1998, I, 591.