Escena
I
|
|
DEMIFÓN,
GETA, FEDRO.
|
DEMIFÓN.- (Sin ver a
GETA, ni a FEDRO, hasta que lo indica el
diálogo.) ¡Que es posible que
Antifón se me haya casado sin mi licencia! ¡Y que no
haya tenido siquiera respeto a mi autoridad! ¡Y no digo a mi
autoridad, a lo menos a no darme enojo! ¡Ni pizca de pudor!
¡Oh audacia! ¡Oh Geta, pícaro consejero!
|
GETA.- (Aparte.)
Ya pareció Geta.
|
DEMIFÓN.- ¿Qué me
dirán?, ¿o que excusa hallarán?
¡Maravillado estoy!
|
GETA.- (Aparte.)
Pues ya la tengo hallada; pierde cuidado.
|
DEMIFÓN.- ¿Me dirán, por
ventura, «contra mi voluntad lo hice, la ley me
obligó»? Está bien; yo lo confieso.
|
GETA.- (Aparte.)
Bueno va.
|
DEMIFÓN.- ¡Pero a sabiendas, y sin
réplica entregar la causa a los contrarios!....
¿también a esto le obligó la ley?
|
GETA.- (Bajo a FEDRO.) Aquel punto es
duro de pelar.
|
-326-
|
FEDRO.- (Bajo a GETA.) Déjame a
mí, que yo lo allanaré.
|
DEMIFÓN.- Perplejo estoy sin saber
qué hacerme. Como el caso me ha sucedido sin poderlo pensar,
ni creer, estoy tan alterado, que no puedo aplicar mi ánima
a considerar cosa ninguna. Y por tanto todos los hombres, cuando en
mayor prosperidad están, entonces habían de
considerar entre sí cómo se han de regir en las
adversidades. Cuando uno viene de lejanas tierras, siempre ha de
pensar en los peligros, daños y destierros, o en el delito
del hijo, o en la muerte de la mujer, o en la enfermedad de la
hija, y cómo todo esto es común y posible, porque al
ánimo ninguna cosa le parezca novedad. Y todo lo que fuera
de este temor le sucediere, haga cuenta que se lo va ganando.
|
GETA.- (Bajo a FEDRO.) ¡Oh,
Fedro, es increíble cuánta ventaja le hago a mi amo
en el saber! ¡Ya yo tengo tragados todos los males que han de
sucederme, si mi amo volviere: moler en una tahona, recibir azotes,
arrastrar el grillete, trabajar en la granja! De todo esto, nada
será ya nuevo para mí. Todo lo que fuera de mi
esperanza me sucediere, haré cuenta que me lo hallo. Pero,
¿qué haces, que no vas a él, procurando
hablarle al principio mansamente?
|
DEMIFÓN.- A mi sobrino Fedro veo que me
viene a hablar.
|
FEDRO.- ¡Salud, querido tío!
|
DEMIFÓN.- Estés enhorabuena. Pero
¿qué es de Antifón?
|
FEDRO.- Huélgome de verte venir
bueno.
|
DEMIFÓN.- Créolo; pero
respóndeme a lo que te digo.
|
FEDRO.- Salud tiene, y aquí está.
¡Y qué! ¿marchan las cosas a tu gusto?
|
DEMIFÓN.- ¡Ojalá!
|
FEDRO.- (Como
sorprendido.) Pues ¿qué es ello?
|
DEMIFÓN.- ¿Y lo preguntas, Fedro?
¡Gentil casamiento habéis aquí hecho en mi
ausencia!
|
FEDRO.- ¡Cómo! ¿Y de eso le
culpas tú a él ahora?
|
-327-
|
GETA.- (Aparte.)
¡Oh, qué discreto abogado!
|
DEMIFÓN.- ¿Pues no le he de
culpar? Aquí delante, en mi presencia, quisiera yo tenerle
ahora, para mostrarle, cómo ya por su culpa, aquel su padre
tan benigno, se le ha vuelto terrible.
|
FEDRO.- Pues no ha hecho él nada,
tío, por que le hayas de acusar.
|
DEMIFÓN.- ¡Vedlos! Todos son lo
mismo, todos hermanos; si conocéis a uno, los
conoceréis a todos.
|
FEDRO.- No tanto como eso.
|
DEMIFÓN.- Está éste
culpado, aquél viene a defender la causa, y cuando lo
está aquél, éste acude presto: hacen a torna
peón.
|
GETA.- (Aparte.)
¡Qué bien que ha pintado el viejo las costumbres de
éstos sin querer!
|
DEMIFÓN.- Porque si así no fuese,
Fedro, no le defenderías tú.
|
FEDRO.- Sí, es verdad, tío, que
Antifón ha cometido algún delito contra sí,
por donde él se haya perjudicado o en su hacienda, o en su
honra, yo no le quiero defender, sino que lleve el castigo que
merece. Pero, si acaso alguno, vencido de malicia, ha echado un
lazo a nuestros pocos actos y en él nos ha cogido,
¿será nuestra la culpa, o de los jueces? ¿Los
cuales muchas veces le quitan al rico por envidia, y favorecen al
pobre por misericordia?
|
GETA.- (Aparte.)
Si yo no supiera la verdad, aun creyera que éste la
decía.
|
DEMIFÓN.- ¿Cómo puede haber
juez que conozca tu derecho, no respondiendo tú palabra
ninguna en tu descargo, como él lo hizo?
|
FEDRO.- Hízolo él como mancebo
ahidalgado. En cuanto se vio delante de los jueces, no
acertó a decir palabra de lo que llevaba pensado,
según que le entontecieron a una el temor y la
vergüenza.
|
GETA.- (Aparte.)
¡Pardiez que lo hace bien! Pero ¿qué me estoy
sin ir de presto al viejo? (Saliendo.)
Señor, seas bien venido: huélgome de verte llegar
bueno.
|
-328-
|
DEMIFÓN.- ¡Oh mi fiel
guardián, estés enhorabuena! Pilar eres realmente de
mi casa, a quien, cuando de aquí me partí,
dejé mi hijo encomendado.
|
GETA.- Rato ha que te estoy escuchando
cómo nos culpas a todos sin razón, y a mí, con
menos que a todos los demás. Porque, dime:
¿qué querías tú que yo hiciese en esto?
Las leyes no permiten que el que es siervo defienda ningún
pleito, ni menos le admiten por testigo.
|
DEMIFÓN.- Dejemos eso. Di que el mozo, a
fuer de indiscreto, se turbó; enhorabuena. Y que tú
eras siervo. Pero por más pariente que ella sea, no estaba
él obligado a tomarla por mujer, sino diéraisle su
dote, como la ley manda, y buscárase ella otro marido.
¿Por qué razón había él de
querer más traer a casa una mujer pobre?
|
GETA.- No nos faltó consejo, sino el
vencejo.
|
DEMIFÓN.- Tomáralo el dinero de
doquiera.
|
GETA.- ¡De doquiera! No hay más que
llegar y tomarlo.
|
DEMIFÓN.- Finalmente, si de otra manera
no podía, tomáralo prestado.
|
GETA.- ¡Uy, qué bien lo has dicho!
¡Como si hubiera nadie que fíe a tu hijo, viviendo
tú!
|
DEMIFÓN.- ¡No, esto no ha de pasar
así, imposible! ¿Yo he de permitir que ella
esté casada con él, ni un solo día? No hay
cosa en ello que me dé gusto. Yo quiero que me
mostréis ese hombre o me digáis dónde
vive.
|
GETA.- ¿Quién?
¿Formión?
|
DEMIFÓN.- Ese que es el defensor de la
mujer.
|
GETA.- Yo haré que venga presto
aquí.
|
DEMIFÓN.- ¿Dónde anda ahora
Antifón?
|
FEDRO.- Está fuera.
|
DEMIFÓN.- Ve, pues, Fedro, y
búscale, y tráemele.
|
FEDRO.- Voy sin torcer camino...
|
GETA.- (Aparte y terminando la
frase.) A ver a Pánfila.
|
DEMIFÓN.- Yo me llego a casa a dar
gracias a mis dioses Penates: y desde allí saldré a
la plaza y buscaré -329-
algunos amigos que me sean en este negocio valedores, para
que no me halle desapercibido, si viniere Formión.
|
Escena
II
|
|
FORMIÓN,
GETA.
|
FORMIÓN.- ¿Conque Antifón,
temiendo la presencia de su padre, se fue huyendo de
aquí?
|
GETA.- Sí a fe.
|
FORMIÓN.- ¿Y a Fania la
dejó sola?
|
GETA.- Sí.
|
FORMIÓN.- ¿Y el viejo está
muy airado?
|
GETA.- Mucho.
|
FORMIÓN.- (Así
mismo.) Sobre ti sólo carga todo el caso,
Formión; tú has majado toda esta salsa; tú te
la has de comer toda. Aparéjate.
|
GETA.- Yo te suplico...
|
FORMIÓN.- (Sin escucharle y
meditando un plan de defensa contra DEMIFÓN.) Si
él me preguntare...
|
GETA.- En ti está nuestra esperanza.
|
FORMIÓN.- (Como si hubiese
dado con el plan.) ¡Esta es la cosa! Pero si
él responde...
|
GETA.- Tú nos empujaste.
|
FORMIÓN.- (Sigue
deliberando.) Así creo que...
|
GETA.- Socórrenos.
|
FORMIÓN.- (A GETA.) ¡Dame
acá el viejo! Que ya tengo trazado en mi pensamiento todo mi
plan.
|
GETA.- ¿Qué piensas hacer?
|
FORMIÓN.- ¿Qué quieres que
haga, sino que Fania quede en casa y Antifón libre de esta
culpa, y que toda la saña del viejo se vuelva contra
mí?
|
GETA.- ¡Oh, qué hombre tan valeroso
eres, y qué buen amigo! Pero, hermano Formión, lo que
yo temo es que esa valentía venga al cabo a parar a la
cárcel.
|
-330-
|
FORMIÓN.- ¡Bah! Te engañas:
ya yo en eso tengo experiencia: ya sé dónde pongo el
pie. ¿A cuántos piensas tú que habré
sacudido yo, hasta traerlos a la muerte, así forasteros como
ciudadanos? Cuanto más lo gusto, tanto más me arrimo
a ello. ¿Has oído, dime, que jamás hombre del
mundo me haya hecho proceso de agravios?
|
GETA.- ¿Y cómo es eso?
|
FORMIÓN.- Porque al gavilán ni al
milano nadie les para lazos, aunque nos hacen mal, y
páranlos a otros animales, que ningún real nos hacen.
Y es que en éstos hay algún provecho: mas en
aquéllos piérdese el tiempo. Otros que tienen que
perder están sujetos a peligros; pero de mí ya saben
que no tengo nada. Dirasme que por una condena me llevarán a
su casa. No están ellos por cebar a un comilón. Y son
cuerdos a mi parecer en no querer hacer una obra muy buena en pago
de una mala.
|
GETA.- Jamás podrá Antifón
pagarte como tú lo mereces.
|
FORMIÓN.- Antes bien, nadie puede pagar
al hombre rico como él se merece. ¿Piensas tú
que nada vale el sentarte a comer sin escote, bien ungido y bien
lavado, tranquilo, mientras el otro se consume con el cuidado y el
gasto, por tener con qué darte gusto? Para él son las
riñas, para ti los placeres; tú bebes el primero y el
primero te sientas a la mesa; ¿pónente una cena
dudosa?
|
GETA.- ¿Qué quiere decir ese
término?
|
FORMIÓN.- Cena en que estás
dudando de qué plato echarás primero mano. Si
tú echas bien cuenta de lo gustosas y caras que son estas
cosas, ¿no tendrás realmente al que te las da por un
dios muy favorable?
|
GETA.- El viejo viene; mira lo que haces. Su
primer encuentro es terrible. Si en él no desmayas,
después podrás burlarte de él a tu sabor.
|
Escena
III
|
|
DEMIFÓN
acompañado de sus amigos HEGIÓN, CRATINO y CRITÓN; GETA, FORMIÓN.
|
DEMIFÓN.- (A sus
amigos.) ¡Oh! ¿Habéis
oído jamás que se le haya hecho a nadie un tan
afrentoso agravio, como éste que a mí se me ha hecho?
Defendedme; yo os lo ruego.
|
GETA.- (Bajo a FORMIÓN.)
Furioso viene.
|
FORMIÓN.- (Bajo a
GETA.)
¡Chito! Que yo le haré sudar.
(Alto.) ¡Oh dioses, inmortales!
¿Y Demifón dice que Fania no es su parienta?
¿Que ésta no es parienta suya, dice
Demifón?
|
GETA.- (Fingiendo que no ha visto
a su amo.) Lo dice.
|
FORMIÓN.- ¿Y que no sabe
quién fue su padre?
|
GETA.- Así lo dice.
|
DEMIFÓN.- (Bajo a sus
amigos.) Este debe de ser aquél de quien os
hablaba. Seguidme.
|
FORMIÓN.- ¿Y que no sabe
quién fue Estilfón?
|
GETA.- Eso dice.
|
FORMIÓN.- Por haber quedado pobre la
cuitada, ignórase quién fue su padre, y nadie la
estima. ¡Mira lo que hace la avaricia!
|
GETA.- (Fingiéndose
enojado.) Como llames avaro a mi señor, vas a
oír cuatro frescas.
|
DEMIFÓN.- (A sus
amigos.) ¡Qué atrevimiento! Aun a
mí viene a acusarme.
|
FORMIÓN.- Porque el mancebo no tengo para
qué culparle de que no conociese al padre de la moza, pues
era hombre anciano, pobre, y que vivía de su trabajo; y
así de ordinario estaba en el campo, donde tenía
arrendada una heredad de mi padre. Muchas veces me decía el
buen viejo el poco caso que hacía de él éste
su -332-
pariente. ¡Y qué hombre! El mejor que he visto
en toda mi vida.
|
GETA.- Así te veas a ti y a él
como tú le pintas.
|
FORMIÓN.- ¡Vete a la horca! Porque
si en tal reputación no le tuviera, nunca tomara yo tanta
enemiga contra vuestra casa por mor de esta pobre Fania, a quien tu
amo ahora tan villanamente desprecia.
|
GETA.- ¿Aun prosigues a decir mal de mi
amo en su ausencia, ladrón?
|
FORMIÓN.- ¡Porque lo merece!
|
GETA.- ¿Qué dices,
encarcelado?
|
DEMIFÓN.- Geta.
|
GETA.- Verdugo de buenos, destripa-leyes.
|
DEMIFÓN.-
(Llamando.) ¡Geta!
|
FORMIÓN.- (Bajo a
GETA.)
Respóndele.
|
GETA.- ¿Quién es?
¡Ah!...
|
DEMIFÓN.- Calla.
|
GETA.- En tu ausencia no ha dejado de decirte
hoy palabras injuriosas, indignas de tu valor y dignas del
suyo.
|
DEMIFÓN.- (A GETA.) ¡Ea! Calla
ya. (A FORMIÓN.)
Mancebo, cuanto A lo primero, con tu licencia te pido que me
respondas a esto, si gustas: ¿Quién dices que fue ese
tu amigo? Explícate. ¿Por qué decía el
que yo era su pariente?
|
FORMIÓN.- Así haces
inquisición de ello, como si tú no lo supieses.
|
DEMIFÓN.- ¿Yo saberlo?
|
FORMIÓN.- Sí.
|
DEMIFÓN.- Repito que no lo sé;
tú que lo afirmas, házmelo recordar.
|
FORMIÓN.- ¡Cómo! ¿Y a
tu primo no conocías tú?
|
DEMIFÓN.- Mátasme con eso; dime su
nombre.
|
FORMIÓN.- ¿Su nombre?
|
DEMIFÓN.- Sí, su nombre.
¿Por qué callas ahora?
|
FORMIÓN.-
(Aparte.) ¡Perdido soy,
realmente! Olvidóseme el nombre.
|
-333-
|
DEMIFÓN.-
(Irritado.) ¡Eh!
¿qué dices?
|
FORMIÓN.- (Bajo a
GETA.)
Geta, si te acuerdas del nombre que antes te dije,
apúntamelo. (Alto.)
¡Mira, no te lo quiero decir! Como si tú no lo
supieses, nos vienes aquí a tentar.
|
DEMIFÓN.- ¿Yo vengo a tentar?
|
GETA.- (Bajo a FORMIÓN.)
Estilfón.
|
FORMIÓN.- Pero, ¿qué se me
da a mí? Estilfón se llamaba.
|
DEMIFÓN.- ¿Cómo has
dicho?
|
FORMIÓN.- Estilfón digo,
¿le conocías?
|
DEMIIFÓN.- Ni conocí a
Estilfón, ni yo he tenido pariente ninguno de ese
nombre.
|
FORMIÓN.- ¿Que no...? ¿No
tienes empacho de esto? ¡Ah, si él hubiese dejado diez
talentos de herencia...!
|
DEMIFÓN.-
(Bajo.) ¡Confúndante los
dioses!
|
FORMIÓN.- ...¡tú fueras el
primero que vinieras declarando vuestra genealogía de
memoria, relatándola desde los abuelos y bisabuelos!
|
DEMIFÓN.- Así es: si yo hubiese
venido a reclamar la herencia, buen cuidado tuviera en tal caso de
probar el parentesco. Haz tú lo mismo. Dime cómo soy
pariente suyo.
|
GETA.- ¡Ah, señor, muy bien!
(A FORMIÓN en voz
baja.) ¡Oye, tú, no te descuides!
|
FORMIÓN.- Ya yo mostré bien claro
el hecho a los jueces, a quien tenía obligación de
declararlo. Si así no era, ¿por qué tu hijo no
lo refutó?
|
DEMIFÓN.- ¿Mi hijo dices? De su
simpleza no se puede hablar como él merece.
|
FORMIÓN.- Pues tú que tan sabio
eres, acude a los jueces para que te oigan otra vez sobre este
pleito: pues que tú solo eres el rey, y a ti sólo se
te permite aquí hacer dos veces proceso en una misma
causa.
|
DEMIFÓN.- Aunque a mí se me ha
hecho injusticia, con todo esto, por no andar en pleitos y por no
litigar contigo, como si realmente fuera parienta, toma cinco
minas, -334-
que es el dote que la ley manda que se dé, y
llévatela.
|
FORMIÓN.- (Riendo a
carcajadas.) ¡Ja, ja, ja! ¡Hombre
más donoso!...
|
DEMIFÓN.- ¿Qué es eso?
¿no pido lo justo? ¿Por qué no
alcanzaré yo lo que es derecho común de todos?
|
FORMIÓN.- ¿Eso llamas derecho, por
tu vida? Y después de haber tú abusado de ella,
¿manda la ley que le pagues como a una ramera, y la eches de
tu casa? ¿No manda la ley que case con el pariente
más cercano, porque una ciudadana no haga,
constreñida de necesidad, alguna vileza en su perjuicio,
sino que pase su vida con sólo un varón, lo cual
tú no permites?
|
DEMIFÓN.- Verdad es que con el más
cercano; pero nosotros, ¿de dónde... ó por
qué...?
|
FORMIÓN.- ¡Oh! La cosa hecha, dicen
comúnmente, no la tornes a hacer.
|
DEMIFÓN.- ¿Que no torne? Pues no
he de parar hasta salirme con la mía.
|
FORMIÓN.- Tú chocheas.
|
DEMIFÓN.- Déjame hacer a
mí.
|
FORMIÓN.- Finalmente, Demifón,
aquí no las habemos contigo. Tu hijo fue el condenado, que
no tú; porque tus años ya no eran para el
matrimonio.
|
DEMIFÓN.- Haz cuenta que él dice
lo mismo que yo digo, y cuando no, yo le haré botar de casa
con esta su mujer.
|
GETA.- (Bajo.)
Colérico está.
|
FORMIÓN.- No le harás tal mal como
lo dices.
|
DEMIFÓN.- ¿Tan apercibido
estás a llevarme la contraria en todo, miserable?
|
FORMIÓN.- (Bajo a
GETA.)
Temor me tiene éste, aunque lo disimula mucho.
|
GETA.- (Bajo a FORMIÓN.) Hasta
ahora la cosa bien va para ti.
|
FORMIÓN.- ¡Ea! Lo que por fuerza
has de hacer, hazlo de grado. Harás lo que debes a quien
eres, en procurar que seamos amigos.
|
-335-
|
DEMIFÓN.- ¿Yo he de desear tu
amistad? ¿ni aun verte ni oírte?
|
FORMIÓN.- Si te conformas con la moza,
tendrás quien dé contento a tu vejez. Mira que eres
ya viejo.
|
DEMIFÓN.- ¡A ti te dé
contento! ¡Téntela tú para ti!
|
FORMIÓN.- ¡Ea, pásesete ya
el enojo!
|
DEMIFÓN.- ¡Al caso, y basta ya de
palique! Si tú no procuras llevarte esta mujer de
aquí, yo la echaré de casa. ¡Lo dicho,
Formión!
|
FORMIÓN.- Si tú la tratas de otra
manera de lo que es razón tratar a una mujer libre, he de
hacerte un gran proceso. ¡Lo dicho, Demifón!
(Bajo a GETA.) Oye, tú,
si en algo fuere menester, en casa me...
|
GETA.- Entiendo.
|
Escena
IV
|
|
DEMIFÓN,
GETA, HEGIÓN, CRATINO, CRITÓN.
|
DEMIFÓN.- ¡En cuántos
cuidados y congojas me tiene puesto mi hijo con habernos enredado a
mí y a sí mismo en este casamiento! Y no quiere
parecer delante de mí para que siquiera sepa yo qué
es lo que él piensa en este caso. (A
GETA.) Vete
a casa y mira si ha vuelto o no.
|
GETA.- Voy.
|
DEMIFÓN.- (A sus
valedores.) Ya veis en qué estado está
este negocio. ¿Qué os parece que haga? Di,
Hegión.
|
HEGIÓN.- ¿Yo? Hable primero
Cratino, si te parece.
|
DEMIFÓN.- Habla, Cratino.
|
CRATINO.- ¿Yo quieres que...?
|
DEMIFÓN.- Sí.
|
CRATINO.- Yo querría que hicieses lo que
más a ti te cumpla. Pero a mí esto me parece, que lo
que tu hijo en tu ausencia ha hecho, es mucha razón que se
vuelva -336-
en su primer estado, y que lo alcanzarás. Ya he
dicho.
|
DEMIFÓN.- Di tú ahora,
Hegión.
|
HEGIÓN.- Yo creo que éste
(Señalando a CRATINO.) ha dicho su
opinión como hombre de conciencia. Pero ello es que cuantas
cabezas, tantas sentencias; y cada uno ve las cosas a su modo. A
mí no me parece, que lo que una vez por ley está
determinado, se puede deshacer: y es empresa fea.
|
DEMIFÓN.- Di, Critón.
|
CRITÓN.- Yo entiendo que el negocio
requiere mayor consulta, porque es negocio grave.
|
HEGIÓN.- ¿Mandas otra cosa?
|
DEMIFÓN.- (Con
ironía.) Lo mejor del mundo lo habéis
hecho. Más perplejo me dejáis que yo me estaba.
|
GETA.- (Entrando.)
Dicen que no ha vuelto.
|
DEMIFÓN.- A mi hermano he menester
esperar; y el consejo que él en esto me diere, aquel
tomaré. Pero yo voy al puerto a saber cuándo ha de
venir.
|
GETA.- Yo iré en busca de Antifón
para hacerle saber lo que aquí ha pasado. Pero, hele do le
veo venir a buen tiempo.
|