Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Anterior Indice Siguiente



  -[325]-  

ArribaAbajo Acto II


Escena I

 

DEMIFÓN, GETA, FEDRO.

 

DEMIFÓN.-   (Sin ver a GETA, ni a FEDRO, hasta que lo indica el diálogo.)  ¡Que es posible que Antifón se me haya casado sin mi licencia! ¡Y que no haya tenido siquiera respeto a mi autoridad! ¡Y no digo a mi autoridad, a lo menos a no darme enojo! ¡Ni pizca de pudor! ¡Oh audacia! ¡Oh Geta, pícaro consejero!

GETA.-    (Aparte.)  Ya pareció Geta.

DEMIFÓN.-  ¿Qué me dirán?, ¿o que excusa hallarán? ¡Maravillado estoy!

GETA.-    (Aparte.)  Pues ya la tengo hallada; pierde cuidado.

DEMIFÓN.-  ¿Me dirán, por ventura, «contra mi voluntad lo hice, la ley me obligó»? Está bien; yo lo confieso.

GETA.-   (Aparte.)  Bueno va.

DEMIFÓN.-  ¡Pero a sabiendas, y sin réplica entregar la causa a los contrarios!.... ¿también a esto le obligó la ley?

GETA.-   (Bajo a FEDRO.)  Aquel punto es duro de pelar.

  -326-  

FEDRO.-   (Bajo a GETA.)  Déjame a mí, que yo lo allanaré.

DEMIFÓN.-  Perplejo estoy sin saber qué hacerme. Como el caso me ha sucedido sin poderlo pensar, ni creer, estoy tan alterado, que no puedo aplicar mi ánima a considerar cosa ninguna. Y por tanto todos los hombres, cuando en mayor prosperidad están, entonces habían de considerar entre sí cómo se han de regir en las adversidades. Cuando uno viene de lejanas tierras, siempre ha de pensar en los peligros, daños y destierros, o en el delito del hijo, o en la muerte de la mujer, o en la enfermedad de la hija, y cómo todo esto es común y posible, porque al ánimo ninguna cosa le parezca novedad. Y todo lo que fuera de este temor le sucediere, haga cuenta que se lo va ganando.

GETA.-   (Bajo a FEDRO.)  ¡Oh, Fedro, es increíble cuánta ventaja le hago a mi amo en el saber! ¡Ya yo tengo tragados todos los males que han de sucederme, si mi amo volviere: moler en una tahona, recibir azotes, arrastrar el grillete, trabajar en la granja! De todo esto, nada será ya nuevo para mí. Todo lo que fuera de mi esperanza me sucediere, haré cuenta que me lo hallo. Pero, ¿qué haces, que no vas a él, procurando hablarle al principio mansamente?

DEMIFÓN.-  A mi sobrino Fedro veo que me viene a hablar.

FEDRO.-  ¡Salud, querido tío!

DEMIFÓN.-  Estés enhorabuena. Pero ¿qué es de Antifón?

FEDRO.-  Huélgome de verte venir bueno.

DEMIFÓN.-  Créolo; pero respóndeme a lo que te digo.

FEDRO.-  Salud tiene, y aquí está. ¡Y qué! ¿marchan las cosas a tu gusto?

DEMIFÓN.-  ¡Ojalá!

FEDRO.-   (Como sorprendido.)  Pues ¿qué es ello?

DEMIFÓN.-  ¿Y lo preguntas, Fedro? ¡Gentil casamiento habéis aquí hecho en mi ausencia!

FEDRO.-  ¡Cómo! ¿Y de eso le culpas tú a él ahora?

  -327-  

GETA.-   (Aparte.)  ¡Oh, qué discreto abogado!

DEMIFÓN.-  ¿Pues no le he de culpar? Aquí delante, en mi presencia, quisiera yo tenerle ahora, para mostrarle, cómo ya por su culpa, aquel su padre tan benigno, se le ha vuelto terrible.

FEDRO.-  Pues no ha hecho él nada, tío, por que le hayas de acusar.

DEMIFÓN.-  ¡Vedlos! Todos son lo mismo, todos hermanos; si conocéis a uno, los conoceréis a todos.

FEDRO.-  No tanto como eso.

DEMIFÓN.-  Está éste culpado, aquél viene a defender la causa, y cuando lo está aquél, éste acude presto: hacen a torna peón.

GETA.-   (Aparte.)  ¡Qué bien que ha pintado el viejo las costumbres de éstos sin querer!

DEMIFÓN.-  Porque si así no fuese, Fedro, no le defenderías tú.

FEDRO.-  Sí, es verdad, tío, que Antifón ha cometido algún delito contra sí, por donde él se haya perjudicado o en su hacienda, o en su honra, yo no le quiero defender, sino que lleve el castigo que merece. Pero, si acaso alguno, vencido de malicia, ha echado un lazo a nuestros pocos actos y en él nos ha cogido, ¿será nuestra la culpa, o de los jueces? ¿Los cuales muchas veces le quitan al rico por envidia, y favorecen al pobre por misericordia?

GETA.-    (Aparte.)  Si yo no supiera la verdad, aun creyera que éste la decía.

DEMIFÓN.-  ¿Cómo puede haber juez que conozca tu derecho, no respondiendo tú palabra ninguna en tu descargo, como él lo hizo?

FEDRO.-  Hízolo él como mancebo ahidalgado. En cuanto se vio delante de los jueces, no acertó a decir palabra de lo que llevaba pensado, según que le entontecieron a una el temor y la vergüenza.

GETA.-   (Aparte.)  ¡Pardiez que lo hace bien! Pero ¿qué me estoy sin ir de presto al viejo?  (Saliendo.)  Señor, seas bien venido: huélgome de verte llegar bueno.

  -328-  

DEMIFÓN.-  ¡Oh mi fiel guardián, estés enhorabuena! Pilar eres realmente de mi casa, a quien, cuando de aquí me partí, dejé mi hijo encomendado.

GETA.-  Rato ha que te estoy escuchando cómo nos culpas a todos sin razón, y a mí, con menos que a todos los demás. Porque, dime: ¿qué querías tú que yo hiciese en esto? Las leyes no permiten que el que es siervo defienda ningún pleito, ni menos le admiten por testigo.

DEMIFÓN.-  Dejemos eso. Di que el mozo, a fuer de indiscreto, se turbó; enhorabuena. Y que tú eras siervo. Pero por más pariente que ella sea, no estaba él obligado a tomarla por mujer, sino diéraisle su dote, como la ley manda, y buscárase ella otro marido. ¿Por qué razón había él de querer más traer a casa una mujer pobre?

GETA.-  No nos faltó consejo, sino el vencejo.

DEMIFÓN.-  Tomáralo el dinero de doquiera.

GETA.-  ¡De doquiera! No hay más que llegar y tomarlo.

DEMIFÓN.-  Finalmente, si de otra manera no podía, tomáralo prestado.

GETA.-  ¡Uy, qué bien lo has dicho! ¡Como si hubiera nadie que fíe a tu hijo, viviendo tú!

DEMIFÓN.-  ¡No, esto no ha de pasar así, imposible! ¿Yo he de permitir que ella esté casada con él, ni un solo día? No hay cosa en ello que me dé gusto. Yo quiero que me mostréis ese hombre o me digáis dónde vive.

GETA.-  ¿Quién? ¿Formión?

DEMIFÓN.-  Ese que es el defensor de la mujer.

GETA.-  Yo haré que venga presto aquí.

DEMIFÓN.-  ¿Dónde anda ahora Antifón?

FEDRO.-  Está fuera.

DEMIFÓN.-  Ve, pues, Fedro, y búscale, y tráemele.

FEDRO.-  Voy sin torcer camino...

GETA.-   (Aparte y terminando la frase.)  A ver a Pánfila.

DEMIFÓN.-  Yo me llego a casa a dar gracias a mis dioses Penates: y desde allí saldré a la plaza y buscaré   -329-   algunos amigos que me sean en este negocio valedores, para que no me halle desapercibido, si viniere Formión.



Escena II

 

FORMIÓN, GETA.

 

FORMIÓN.-  ¿Conque Antifón, temiendo la presencia de su padre, se fue huyendo de aquí?

GETA.-  Sí a fe.

FORMIÓN.-  ¿Y a Fania la dejó sola?

GETA.-  Sí.

FORMIÓN.-  ¿Y el viejo está muy airado?

GETA.-  Mucho.

FORMIÓN.-   (Así mismo.)  Sobre ti sólo carga todo el caso, Formión; tú has majado toda esta salsa; tú te la has de comer toda. Aparéjate.

GETA.-  Yo te suplico...

FORMIÓN.-   (Sin escucharle y meditando un plan de defensa contra DEMIFÓN.)  Si él me preguntare...

GETA.-  En ti está nuestra esperanza.

FORMIÓN.-   (Como si hubiese dado con el plan.)  ¡Esta es la cosa! Pero si él responde...

GETA.-  Tú nos empujaste.

FORMIÓN.-   (Sigue deliberando.)  Así creo que...

GETA.-  Socórrenos.

FORMIÓN.-   (A GETA.)  ¡Dame acá el viejo! Que ya tengo trazado en mi pensamiento todo mi plan.

GETA.-  ¿Qué piensas hacer?

FORMIÓN.-  ¿Qué quieres que haga, sino que Fania quede en casa y Antifón libre de esta culpa, y que toda la saña del viejo se vuelva contra mí?

GETA.-  ¡Oh, qué hombre tan valeroso eres, y qué buen amigo! Pero, hermano Formión, lo que yo temo es que esa valentía venga al cabo a parar a la cárcel.

  -330-  

FORMIÓN.-  ¡Bah! Te engañas: ya yo en eso tengo experiencia: ya sé dónde pongo el pie. ¿A cuántos piensas tú que habré sacudido yo, hasta traerlos a la muerte, así forasteros como ciudadanos? Cuanto más lo gusto, tanto más me arrimo a ello. ¿Has oído, dime, que jamás hombre del mundo me haya hecho proceso de agravios?

GETA.-  ¿Y cómo es eso?

FORMIÓN.-  Porque al gavilán ni al milano nadie les para lazos, aunque nos hacen mal, y páranlos a otros animales, que ningún real nos hacen. Y es que en éstos hay algún provecho: mas en aquéllos piérdese el tiempo. Otros que tienen que perder están sujetos a peligros; pero de mí ya saben que no tengo nada. Dirasme que por una condena me llevarán a su casa. No están ellos por cebar a un comilón. Y son cuerdos a mi parecer en no querer hacer una obra muy buena en pago de una mala.

GETA.-  Jamás podrá Antifón pagarte como tú lo mereces.

FORMIÓN.-  Antes bien, nadie puede pagar al hombre rico como él se merece. ¿Piensas tú que nada vale el sentarte a comer sin escote, bien ungido y bien lavado, tranquilo, mientras el otro se consume con el cuidado y el gasto, por tener con qué darte gusto? Para él son las riñas, para ti los placeres; tú bebes el primero y el primero te sientas a la mesa; ¿pónente una cena dudosa?

GETA.-  ¿Qué quiere decir ese término?

FORMIÓN.-  Cena en que estás dudando de qué plato echarás primero mano. Si tú echas bien cuenta de lo gustosas y caras que son estas cosas, ¿no tendrás realmente al que te las da por un dios muy favorable?

GETA.-  El viejo viene; mira lo que haces. Su primer encuentro es terrible. Si en él no desmayas, después podrás burlarte de él a tu sabor.


  -331-  

Escena III

 

DEMIFÓN acompañado de sus amigos HEGIÓN, CRATINO y CRITÓN; GETA, FORMIÓN.

 

DEMIFÓN.-   (A sus amigos.)  ¡Oh! ¿Habéis oído jamás que se le haya hecho a nadie un tan afrentoso agravio, como éste que a mí se me ha hecho? Defendedme; yo os lo ruego.

GETA.-    (Bajo a FORMIÓN.)  Furioso viene.

FORMIÓN.-   (Bajo a GETA.)  ¡Chito! Que yo le haré sudar.  (Alto.)  ¡Oh dioses, inmortales! ¿Y Demifón dice que Fania no es su parienta? ¿Que ésta no es parienta suya, dice Demifón?

GETA.-    (Fingiendo que no ha visto a su amo.)  Lo dice.

FORMIÓN.-  ¿Y que no sabe quién fue su padre?

GETA.-  Así lo dice.

DEMIFÓN.-   (Bajo a sus amigos.)  Este debe de ser aquél de quien os hablaba. Seguidme.

FORMIÓN.-  ¿Y que no sabe quién fue Estilfón?

GETA.-  Eso dice.

FORMIÓN.-  Por haber quedado pobre la cuitada, ignórase quién fue su padre, y nadie la estima. ¡Mira lo que hace la avaricia!

GETA.-   (Fingiéndose enojado.)  Como llames avaro a mi señor, vas a oír cuatro frescas.

DEMIFÓN.-   (A sus amigos.)  ¡Qué atrevimiento! Aun a mí viene a acusarme.

FORMIÓN.-  Porque el mancebo no tengo para qué culparle de que no conociese al padre de la moza, pues era hombre anciano, pobre, y que vivía de su trabajo; y así de ordinario estaba en el campo, donde tenía arrendada una heredad de mi padre. Muchas veces me decía el buen viejo el poco caso que hacía de él éste su   -332-   pariente. ¡Y qué hombre! El mejor que he visto en toda mi vida.

GETA.-  Así te veas a ti y a él como tú le pintas.

FORMIÓN.-  ¡Vete a la horca! Porque si en tal reputación no le tuviera, nunca tomara yo tanta enemiga contra vuestra casa por mor de esta pobre Fania, a quien tu amo ahora tan villanamente desprecia.

GETA.-  ¿Aun prosigues a decir mal de mi amo en su ausencia, ladrón?

FORMIÓN.-  ¡Porque lo merece!

GETA.-  ¿Qué dices, encarcelado?

DEMIFÓN.-  Geta.

GETA.-  Verdugo de buenos, destripa-leyes.

DEMIFÓN.-   (Llamando.)  ¡Geta!

FORMIÓN.-   (Bajo a GETA.)  Respóndele.

GETA.-  ¿Quién es? ¡Ah!...

DEMIFÓN.-  Calla.

GETA.-  En tu ausencia no ha dejado de decirte hoy palabras injuriosas, indignas de tu valor y dignas del suyo.

DEMIFÓN.-   (A GETA.)  ¡Ea! Calla ya.  (A FORMIÓN.)  Mancebo, cuanto A lo primero, con tu licencia te pido que me respondas a esto, si gustas: ¿Quién dices que fue ese tu amigo? Explícate. ¿Por qué decía el que yo era su pariente?

FORMIÓN.-  Así haces inquisición de ello, como si tú no lo supieses.

DEMIFÓN.-  ¿Yo saberlo?

FORMIÓN.-  Sí.

DEMIFÓN.-  Repito que no lo sé; tú que lo afirmas, házmelo recordar.

FORMIÓN.-  ¡Cómo! ¿Y a tu primo no conocías tú?

DEMIFÓN.-  Mátasme con eso; dime su nombre.

FORMIÓN.-  ¿Su nombre?

DEMIFÓN.-  Sí, su nombre. ¿Por qué callas ahora?

FORMIÓN.-   (Aparte.)  ¡Perdido soy, realmente! Olvidóseme el nombre.

  -333-  

DEMIFÓN.-   (Irritado.)  ¡Eh! ¿qué dices?

FORMIÓN.-   (Bajo a GETA.)  Geta, si te acuerdas del nombre que antes te dije, apúntamelo.  (Alto.)  ¡Mira, no te lo quiero decir! Como si tú no lo supieses, nos vienes aquí a tentar.

DEMIFÓN.-  ¿Yo vengo a tentar?

GETA.-    (Bajo a FORMIÓN.)  Estilfón.

FORMIÓN.-  Pero, ¿qué se me da a mí? Estilfón se llamaba.

DEMIFÓN.-  ¿Cómo has dicho?

FORMIÓN.-  Estilfón digo, ¿le conocías?

DEMIIFÓN.-  Ni conocí a Estilfón, ni yo he tenido pariente ninguno de ese nombre.

FORMIÓN.-  ¿Que no...? ¿No tienes empacho de esto? ¡Ah, si él hubiese dejado diez talentos de herencia...!

DEMIFÓN.-   (Bajo.)  ¡Confúndante los dioses!

FORMIÓN.-  ...¡tú fueras el primero que vinieras declarando vuestra genealogía de memoria, relatándola desde los abuelos y bisabuelos!

DEMIFÓN.-  Así es: si yo hubiese venido a reclamar la herencia, buen cuidado tuviera en tal caso de probar el parentesco. Haz tú lo mismo. Dime cómo soy pariente suyo.

GETA.-  ¡Ah, señor, muy bien!  (A FORMIÓN en voz baja.)  ¡Oye, tú, no te descuides!

FORMIÓN.-  Ya yo mostré bien claro el hecho a los jueces, a quien tenía obligación de declararlo. Si así no era, ¿por qué tu hijo no lo refutó?

DEMIFÓN.-  ¿Mi hijo dices? De su simpleza no se puede hablar como él merece.

FORMIÓN.-  Pues tú que tan sabio eres, acude a los jueces para que te oigan otra vez sobre este pleito: pues que tú solo eres el rey, y a ti sólo se te permite aquí hacer dos veces proceso en una misma causa.

DEMIFÓN.-  Aunque a mí se me ha hecho injusticia, con todo esto, por no andar en pleitos y por no litigar contigo, como si realmente fuera parienta, toma cinco minas,   -334-   que es el dote que la ley manda que se dé, y llévatela.

FORMIÓN.-    (Riendo a carcajadas.)  ¡Ja, ja, ja! ¡Hombre más donoso!...

DEMIFÓN.-  ¿Qué es eso? ¿no pido lo justo? ¿Por qué no alcanzaré yo lo que es derecho común de todos?

FORMIÓN.-  ¿Eso llamas derecho, por tu vida? Y después de haber tú abusado de ella, ¿manda la ley que le pagues como a una ramera, y la eches de tu casa? ¿No manda la ley que case con el pariente más cercano, porque una ciudadana no haga, constreñida de necesidad, alguna vileza en su perjuicio, sino que pase su vida con sólo un varón, lo cual tú no permites?

DEMIFÓN.-  Verdad es que con el más cercano; pero nosotros, ¿de dónde... ó por qué...?

FORMIÓN.-  ¡Oh! La cosa hecha, dicen comúnmente, no la tornes a hacer.

DEMIFÓN.-  ¿Que no torne? Pues no he de parar hasta salirme con la mía.

FORMIÓN.-  Tú chocheas.

DEMIFÓN.-  Déjame hacer a mí.

FORMIÓN.-  Finalmente, Demifón, aquí no las habemos contigo. Tu hijo fue el condenado, que no tú; porque tus años ya no eran para el matrimonio.

DEMIFÓN.-  Haz cuenta que él dice lo mismo que yo digo, y cuando no, yo le haré botar de casa con esta su mujer.

GETA.-   (Bajo.)  Colérico está.

FORMIÓN.-  No le harás tal mal como lo dices.

DEMIFÓN.-  ¿Tan apercibido estás a llevarme la contraria en todo, miserable?

FORMIÓN.-    (Bajo a GETA.)  Temor me tiene éste, aunque lo disimula mucho.

GETA.-    (Bajo a FORMIÓN.)  Hasta ahora la cosa bien va para ti.

FORMIÓN.-  ¡Ea! Lo que por fuerza has de hacer, hazlo de grado. Harás lo que debes a quien eres, en procurar que seamos amigos.

  -335-  

DEMIFÓN.-  ¿Yo he de desear tu amistad? ¿ni aun verte ni oírte?

FORMIÓN.-  Si te conformas con la moza, tendrás quien dé contento a tu vejez. Mira que eres ya viejo.

DEMIFÓN.-  ¡A ti te dé contento! ¡Téntela tú para ti!

FORMIÓN.-  ¡Ea, pásesete ya el enojo!

DEMIFÓN.-  ¡Al caso, y basta ya de palique! Si tú no procuras llevarte esta mujer de aquí, yo la echaré de casa. ¡Lo dicho, Formión!

FORMIÓN.-  Si tú la tratas de otra manera de lo que es razón tratar a una mujer libre, he de hacerte un gran proceso. ¡Lo dicho, Demifón!  (Bajo a GETA.)  Oye, tú, si en algo fuere menester, en casa me...

GETA.-  Entiendo.



Escena IV

 

DEMIFÓN, GETA, HEGIÓN, CRATINO, CRITÓN.

 

DEMIFÓN.-  ¡En cuántos cuidados y congojas me tiene puesto mi hijo con habernos enredado a mí y a sí mismo en este casamiento! Y no quiere parecer delante de mí para que siquiera sepa yo qué es lo que él piensa en este caso.  (A GETA.)  Vete a casa y mira si ha vuelto o no.

GETA.-  Voy.

DEMIFÓN.-   (A sus valedores.)  Ya veis en qué estado está este negocio. ¿Qué os parece que haga? Di, Hegión.

HEGIÓN.-  ¿Yo? Hable primero Cratino, si te parece.

DEMIFÓN.-  Habla, Cratino.

CRATINO.-  ¿Yo quieres que...?

DEMIFÓN.-  Sí.

CRATINO.-  Yo querría que hicieses lo que más a ti te cumpla. Pero a mí esto me parece, que lo que tu hijo en tu ausencia ha hecho, es mucha razón que se vuelva   -336-   en su primer estado, y que lo alcanzarás. Ya he dicho.

DEMIFÓN.-  Di tú ahora, Hegión.

HEGIÓN.-  Yo creo que éste  (Señalando a CRATINO.)  ha dicho su opinión como hombre de conciencia. Pero ello es que cuantas cabezas, tantas sentencias; y cada uno ve las cosas a su modo. A mí no me parece, que lo que una vez por ley está determinado, se puede deshacer: y es empresa fea.

DEMIFÓN.-  Di, Critón.

CRITÓN.-  Yo entiendo que el negocio requiere mayor consulta, porque es negocio grave.

HEGIÓN.-  ¿Mandas otra cosa?

DEMIFÓN.-   (Con ironía.)  Lo mejor del mundo lo habéis hecho. Más perplejo me dejáis que yo me estaba.

GETA.-    (Entrando.)  Dicen que no ha vuelto.

DEMIFÓN.-  A mi hermano he menester esperar; y el consejo que él en esto me diere, aquel tomaré. Pero yo voy al puerto a saber cuándo ha de venir.

GETA.-  Yo iré en busca de Antifón para hacerle saber lo que aquí ha pasado. Pero, hele do le veo venir a buen tiempo.




Anterior Indice Siguiente