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Gaspar Zapata, impresor sevillano condenado por la Inquisición en 1562

Jaime Moll





En 1544 se publica en Sevilla, bajo el título de Bernardina, un conjunto de poemas latinos del clérigo antequerano Juan Vilches. Escudero incluye la obra en su repertorio1, haciendo notar que se trata de la primera impresión sevillana en cursiva2 y considerándola de impresor desconocido. Como ya señaló Eugenio Asensio en 19523, Escudero no había leído el epigrama final, In laudem typographi en el que se elogia al nuevo impresor Zapata, que es colocado al lado de los Cromberger y Domenico de Robertis4. Es preciso recordar que a principios de 1543 se publican en Valencia las Apologiae, de Juan Bautista Anyes, primera obra de los impresores Juan Mey y Juan Baldovino, elogiados por el autor en sus palabras al lector5. En ambos textos se destaca los nuevos aires que aportan estos talleres, que se manifiesta gráficamente en el caso sevillano en las letrerías redonda (de cinco cuerpos) y cursiva (con las mayúsculas redondas), sin que ello signifique el abandono de la gótica (de dos cuerpos), así como en los tabernáculos y capitulares renacentistas (también góticas).

¿Quién era Zapata? El expediente de limpieza de sangre de un sobrino suyo, Diego Zapata del Mármol, presentado por el rey para capellán de la Capilla de los Reyes Nuevos de Toledo y no aceptado por el capellán mayor y capellanes de la misma, nos da noticia de su familia6. Gaspar Tristán o Zapata, así se le llama, era hijo de Diego Tristán, quien vivió en Granada, casado con Juana Zapata, y fue secretario de la Audiencia, pagador de la misma y escribano mayor de rentas. Gaspar casó con su prima Isabel Tristán, hija de Juan Tristán, escribano de justicia de Sevilla. En la información citada se preguntó al duque de Alcalá y a la marquesa de Villanueva del Río, de cuyos familiares Gaspar Zapata había sido servidor. De él se dice: «A éste quemaron en estatua por herrares de Constantino y haberse impreso en su casa los libros de sus herrares» y que la Inquisición de Sevilla se negó a dar noticia de su genealogía. Como veremos, en la documentación inquisitorial consultada no hay constancia de acusación alguna por su actividad de impresor.

El entorno familiar de Gaspar Zapata nos hace sospechar que no era maestro impresor sino el dueño del taller, con un espíritu renovador en sus planteamientos.

Con indicación de Sevilla, 1544, y sin nombre de impreso, además de la citada Bernardina, encontramos otros dos impresos, coincidentes los tres en sus letrerías -aunque no siempre figuren todas en los tres libros- y capitulares decoradas, que no dudamos en atribuir a Zapata.

Su descripción breve es la siguiente:

-Juan Vilches, Bernardina. 8.º. A-O8, 8 h. [1]-104 f.

B. N., R 13933; Universidad Complutense, Biblioteca de la Facultad de Filología, 8855.

-Rodrigo Manrique Acuña, De immortalitate animae aduersus quondam Gallos, commentarij duo. 8.º. A-F8, 47 h., 1 h. bl.

B. N., R 21829.

-Despertador del alma. 8.º. a-p8 q4, 123 h., 1 h. bl.

B. N., R 8742.

Por sus características gráficas -en una de ellas figura aludido el año 1544 en el texto de la portada- consideramos salidas de este taller las dos obras siguientes:

-Sumario de los capítulos de la paz celebrada entre la magestad del Emperador nuestro señor: y el rey de Francia este año de .M. D.xliiij. 4.º. 2 h.

Bibl. March 51/5/5 XXVI (n.º 25)7.

-Florián Ocampo, Los quatro libros primeros de la Crónica general de España. 4.º. a-z8 A-I8 K4, [l]-263 [=253] f. 7 h.

B. N., R 12602.

Es de señalar en esta última obra el prólogo «A los lectores», que sustituye al de la edición original de Zamora, impresa en folio marquilla (Juan Picardo, a costa del librero de Medina del Campo, Juan Pedro Mussetti, 15 diciembre 1543, con una emisión de 1544), en el que se justifica la reducción del formato y que, por otra parte, podemos relacionar con lo expuesto en la poesía de Vilches, In laudem typographi que figura en la Bernardina:


At nouus emersit Zapata, huc curre iuuentus,
       Qui dabit authores quos cupis ips, bonos.
Emmendata typis, dabit hic ornata figuris
      Quae uir scripta legit doctus in orbe8.

El texto es el siguiente:

A los lectores:

Esta primera parte de la crónica de España que el maestro Florián do Campo ha sacado a luz, es libro digno de ser leydo y estimado en mucho. Porque parece bien en el ser de hombre docto y diligente: y por la necessidad que los españoles tenían de una semejante scriptura. Porque las que hasta aquí avernos visto y otras muchas que esperávamos ver son de autores livianos y llenos de fábulas y consejas, creydas sin razón o fundamento alguno. En esta obra vemos claramente el autor aver seguido libros muy graves y de grande antigüedad, griegos, latinos y españoles: y ansí lleva la mayor certinidad que de cosa tan antigua y tan incierta se pueda agora alcançar. Movime a imprimilla porque tan buen libro sea comunicado, y porque nadie lo dexasse de leer por la grandeza del volumen, pusímoslo en forma más pequeña, emendándole de todos los vicios que de la primera impressión sacó, como entendemos hazer en todos los libros que de nuestra casa salieren.




Zapata y Juan de León

De 1545 son las primeras obras impresas por Juan de León. En ellas figuran todas las letrerías, capitulares decoradas y tabernáculos que en 1544 había usado Gaspar de Zapata, cuyo nombre desaparece del libro sevillano. Ignoramos la causa de este cambio de titulación del taller. ¿Adquirió de León el taller de Zapata, o si eran socios, le vendió éste su parte? Quizá los archivos sevillanos encierren la respuesta.

Hasta 1550 no reaparece documentalmente Zapata, al ser investigado por la Inquisición. Ha abandonado el oficio de impresor, aunque al ser condenado en 1562 figure como tal. ¿Dejó en 1545 la imprenta para iniciar una nueva vida al servicio de la nobleza? Lo curioso es que mientras Zapata es condenado por luterano, su sucesor en la imprenta no tuvo problemas con la Inquisición, aunque en su marca figure la inscripción «Soli Deo honor et gloria», que en el ambiente sevillano de la época podía tener cierta significación dudosa, completada tipográficamente en algunos libros con la frase «Sola fides sufficit», que creemos no ofrece dudas y que un lector coetáneo completó en un ejemplar9, escribiendo debajo «cum operibus».




Zapata y la Inquisición

Ya Schäfer10 dio a conocer algunos documentos inquisitoriales referentes a Zapata. Recientemente ha recordado la condena Clive Griffin11. Aportamos nuevos datos que precisan la actividad de Gaspar Zapata, al margen de la imprenta, actividad que aprovechó para enviar a España libros sospechosos.

Dos son los momentos en que Zapata, por lo que conocemos, tuvo problemas con la Inquisición: 1550 y de 1559 a 1562. En julio de 1549, Carlos V presentó al doctor Egido para obispo de la diócesis de Tortosa. Ante ciertas sospechas sobre su ortodoxia, en agosto de dicho año, el príncipe Maximiliano, regente, escribió al embajador en Roma para que detuviese la expedición de las correspondientes bulas12. Entretanto, la Inquisición investigaba. El Consejo de la Suprema escribió al rey en relación con las objeciones al nombramiento del doctor Egido. En 26 de junio de 1550, el Consejo comunica al inquisidor general, el arzobispo de Sevilla Fernando Valdés, que los inquisidores de Sevilla, entre otras cosas, piden que se examine a «un Gaspar Çapata, que está en servicio de don Fadrique Enríquez, en la corte de su Magestad»13. El 26 de julio, en una nueva carta al inquisidor general le indican que escribirán al rey sobre el «examen de Gaspar Çapata cerca de los libros lutheranos que entregó a Antonio de Guzmán»14. La carta al rey era de 29 de julio y en ella se incluye la instrucción para el examen15. Gaspar Zapata, «criado de don Fadrique Enríquez, hermano del marqués de Tarifa, que reside en la corte de S. M.», ha de declarar bajo juramento «si sabe dónde está al presente un Diego de la Cruz, clérigo, que ha vivido algunos años en Sevilla y era amigo y oyente del doctor Egidio» y «si él hubo entregado a Antonio de Guzmán, un caballero de Sevilla, una arca de libros luteranos al tiempo que el dicho Antonio de Guzmán partió de Bruselas, los cuales se han tomado por los inquisidores de Sevilla, e que declare a quién enviaba los dichos libros y si los enviaba en su nombre o en nombre de otro, y quién le escribió o dixo que los enviase, y de quién los compró, y lo demás que cerca dello pasó, y qué es lo que dixo a Antonio de Guzmán al tiempo que le entregó los dichos libros y lo que después le escribió que hiciese de ellos antes que se embarcase». El examen se realizó y fue enviado al Consejo, que acusó recibo en carta al rey, de 27 de octubre de 1550: «Recebimos la carta de v. magt. hecha en Augusta a xi de agosto y la deposición de Gaspar Çapata, y besamos las manos a v. magt. por el cuydado que tubo de mandarle examinar»16. Desconocemos las respuestas de Zapata y cómo terminó el caso, pero hasta 1559 no hemos vuelto a encontrar a nuestro personaje en la documentación inquisitorial.

Como acabamos de ver, Gaspar Zapata estaba al servicio de una de las destacadas familias nobles andaluzas, los Afán de Ribera y Enríquez. En 1550 era criado del hermano del II marqués de Tarifa, Fadrique Enríquez de Ribera, posteriormente I marqués de Villanueva del Río. Ello le permitió recorrer Europa con la corte del rey Carlos I. ¿Fue éste el motivo del abandono de su profesión de impresor? En 1559, Gaspar Zapata es secretario del citado marqués de Tarifa, Per Afán de Ribera, desde 1558 I duque de Alcalá de los Gazules. Padre natural de san Juan de Ribera, fue virrey de Cataluña desde 1554 a 1558, pasando a mediados de 1559 a ocupar el virreinato de Nápoles, donde murió en 1571. Ignoramos cuándo Zapata entró al servicio del duque de Alcalá y si lo hizo directamente desde la casa de su hermano. Cabe la posibilidad que, al preparar el duque de Alcalá su casa y servidores con motivo de su nombramiento de virrey de Nápoles, contratase a Gaspar Zapata.

Cuando el duque de Alcalá y su casa se encontraban en Barcelona para embarcar hacia Nápoles17, la Inquisición de Barcelona recibió el mandamiento del Consejo de la Inquisición de detener a Gaspar Zapata, secretario del duque de Alcalá y a su mujer, Isabel Tristán. El 22 de marzo de 1559 llegó a Barcelona un mandamiento del Consejo de la Inquisición, que no había recibido todavía las noticias enviadas desde dicha ciudad sobre el caso, para que se trasladasen a Valladolid a las dos personas, si habían sido presas, y también una carta de los inquisidores de Sevilla ordenando la búsqueda de Francisco de Mendoza, pues «thienen avisso se quieren pasar con el duque»18. El obispo de Elna, Lope Martínez de Lagunilla, inquisidor de Barcelona, en su respuesta al Consejo de la Inquisición, de 23 de marzo de 155919, comunica que sólo se detuvo a su mujer, pues «el Gaspar Çapata no se pudo haver por star ausente y recatado, a lo que se ha mostrado. Dize la muger que si él se fue a presentar delante los inquisidores por que lo que le inculpavan era sobre unos libros que le encomendaron en Flandes de la doctrina christiana y los traxo en Spanya con su ropa sin entender ni saber si eran prohibidos. La mujer stá presa y se le dio por cárcel la casa de Hierónymo Sorribes, receptor desta Inquisición, en compañía de una hija suya casada, por estar indispuesta y flaca, y se ha tenido y tiene cuydado que nadi[e] comunique con ella, y el inbentario de sus bienes se hizo por los oficiales deputados para ello y son pocos a lo que me dizen; de todo se ha dado hauiso y razón a los inquisidores de Sevilla y que inbiassen por esta muger persona de confiança y dineros paral gasto que aquí no los hay y el alguazil staua quartanero y su hijo ausente en su tierra; en todo este tiempo que está presa no se ha sabido del marido y teníase por cierto que era verdad lo que la muger dezía, hasta ahora, que ha entendido que los inquisidores de Sevilla no hazen mention dello en su carta; hazerse ha lo que v. s. mandare por su carta y procuraré para euitar gastos de prender a Francisco de Mendoça para que vayan junctamente».

La negativa del obispo de Elna a enviar inmediatamente a Valladolid a Isabel Tristán provoca la reacción del fiscal de la audiencia de la Inquisición de Barcelona, el bachiller Pedro Vila, que ante notario requiere -«una y dos y más vezes y quantas puedo y de derecho devo»- al inquisidor que cumpla lo mandado por el Consejo, vendiendo los bienes de la mujer de Zapata para sufragar los gastos que se ocasionen20. El fiscal expone los hechos y la actitud del inquisidor en cartas al Consejo -«themo [que Isabel Tristán] se a de fuir como su marido»21- y al inquisidor general, el arzobispo de Sevilla Fernando Valdés, al que expresa sus temores, pues el inquisidor de Barcelona «está tan alterado que estoy espantado»22.

El Consejo escribe el 2 de abril a los inquisidores de Sevilla, informándoles de lo acaecido en Barcelona y comunicándoles que no envíen a nadie a buscar a Isabel Tristán, al mismo tiempo que piden copia de la información hecha sobre Gaspar Zapata23. El 28 de abril, el obispo de Tarazona, Juan González de Manébrega, inquisidor de Sevilla, escribe a Juan Martínez de Lassao, secretario del Consejo de la Inquisición, y, entre otras cosas, dice: «no sería mala ayuda la de Çapata para verificar algunas cosas de que ay indicios»24.

No hay que olvidar que el duque de Alcalá había sido virrey de Cataluña e iba a tomar posesión del virreinato de Nápoles, por lo que cualquier cosa que afecte a personas de su casa puede crear problemas, como es el caso del mandamiento de búsqueda y prisión de Francisco de Mendoza. En carta al Consejo de 15 de mayo de 155925, el fiscal Pedro Vila comunica que: «se prendió un paje del duque de Alcalá, que se llama Francisco Lasso, y éste tiene las mismas señas que dizen los inquisidores de Sevilla [de Francisco de Mendoza]; creo que sea él, proque es muy resabido y porque en casa del duque algunos lo llamavan Mendoça ... La captura se hizo sin rumor ninguno y de manera que no recibió alteración el duque. Pero por ser cosa suya, el comisario se le hizo muy de mal y luego fue a dar razón el dicho comisario al duque y me mandó fuesse y xamás quise yr. Pásele preso solo en una cárcel con el aguazil carcelero. Luego el dicho comisario lo puso con otros tres de compañía ... que juega oy a los birlos en el guerto destas cárceles. Creo le llevará el dicho aguazil con la de Çapata como lo manda V. s. ... Plega a Dios que pocos criados del duque vengan prestos a esta audiencia porque no me cuesten graves enojos como éstos». También se queja Pedro Vila de la laxitud que goza Isabel Tristán en la cárcel, escribiendo y recibiendo cartas, visitando al duque de Alcalá, el cual intercede cerca del inquisidor de Barcelona, para que sea llevada a Sevilla con fianza.

El 22 de mayo llegó a Sevilla Isabel Tristán, según comunica el obispo de Tarazona, inquisidor de Sevilla, al secretario del Consejo26.

El 10 de julio de 1559, el fiscal Pedro Vila comunica al inquisidor general: «...de Çapata, criado de[l] duque de Alcalá, ha sabido que está en Italia, en la señoría de Veneçia»27.

No se ha localizado el proceso de Gaspar Zapata ni de su mujer. Sólo conocemos la resolución final. En la relación del auto de fe de 28 de octubre de 156228, entre los «Absentes condenados, relaxados en estatua, por lutheranos, con confiscación de bienes» figura «Gaspar Çapata ynpressor de libros, vezino de Seuilla, absente, contumaz». Entre los «Absueltos de la instancia» encontramos a «Isabel Tristán, muger de Gasspar Çapata, absente, condenado, vezino de Sevilla».

La última noticia que tenemos de Gaspar Zapata nos la da una carta del embajador en Londres, Guzmán de Silva, del 26 de abril de 156529. «Este conventículo que había aquí de españoles herejes se va acabando. Un Gaspar Zapata, que entiendo que fue secretario o criado del duque de Alcalá, hombre hábil y de buen ingenio, esperaba del Santo Oficio recaudo o seguridad para volver a ese reino; he procurado que salga de aquí con su casa y mujer, y ha ido a Flandes, con salvoconducto de la duquesa de Parma, hasta que venga recaudo de ese reino, y con tan buen conocimiento que me deja en mucha satisfacción, y su mujer le ha dado buena priessa, que estoy informado que jamás se ha podido acabar con ella que se juntasse en los oficios destos. Éste estuvo con el almirante y Condé en la guerra pasada, y casóse allí con esta española, natural de Zaragoza, que estaba con madame Vandome30 ... El duque de Alcalá ha hecho en esto harto buen oficio, escribiéndome algunos consejos, que yo le he mostrado...». Al margen de la carta escribió Felipe II: «Deste capítulo se envíe copia al inquisidor general». Ignoramos si Gaspar Zapata pudo volver a España.

Gaspar Zapata, impresor, profesión que abandonó aunque la recordó la Inquisición en su condena en efigie, ha sido, en cambio, olvidado por los estudiosos de la imprenta sevillana.

Marca de Jodocus Badius Ascensius

Marca de Jodocus Badius Ascensius que aparece en la portada de Cicerón: Pro M. Fonteio. París, 1530.







 
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