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«Hernán Pérez del Pulgar, el de las hazañas: Bosquejo histórico», por don Francisco Martínez de la Rosa

Mariano José de Larra

[Nota preliminar: Reproducimos la edición digital del artículo ofreciendo la posibilidad de consultar la edición facsímil de La Revista Española, Periódico Dedicado a la Reina Ntra. Sra., n.º 176, 30 de marzo de 1834, Madrid.]

Entre los muchos y graves compromisos que rodean por todas partes al periodista, y al lado del riesgo de escribir, sin querer, lo que no piensa, o de no pensar bastantemente lo que escribe; a la par del percance de ir mal expresadas o de ser mal entendidas o interpretadas sus frases, de ser responsable de lo que otros escriben, y de verse esclavo de la libertad de sus conciudadanos, que él mismo acaso fundara y constituyera, pudiera campear como grande entre los mayores el compromiso de haber de criticar imparcial y concienzudamente la obra literaria de un ministro. No porque no pueda un ministro escribir una obra buena, sino precisamente por lo mismo que puede escribirla; el elogio que dirigido a un particular aparece imparcial y generoso en la boca del crítico, encaminado a una Excelencia toma para con la opinión pública casi siempre el sabor de lisonja y adulación, por justo y merecido que en el fondo sea. Es preciso, pues, que el periodista tenga la grandeza de ánimo suficiente para arrostrar la tacha de adulador, cuando quiere su mala suerte que se reúnan en un hombre solo el poder y el mérito. Esto, felizmente, no sucede todos los días. Andarse desenterrando, por otra parte, defectos o muy leves o imaginados, sólo para granjearse opinión de fuerte y de arriscado, sería una pequeñez indigna de quien abrigase un corazón noble y generoso. Puestos nosotros en tan duro trance, tomamos el único partido que parece señalarnos nuestro carácter independiente; y nos limitamos a asegurar con franqueza que si pudiera pesarnos alguna vez que el señor don Francisco Martínez de la Rosa ocupase el alto puesto en que le han colocado las esperanzas de los españoles, sería en esta ocasión en que quisiéramos tributar nuestra alabanza y respeto al hombre de letras con toda independencia del hombre de Estado.

Tiempo hacía ya que esperábamos algún fruto de la pluma del señor Martínez de la Rosa los que de esperar vivimos, y los que ya hemos tomado sabor a los partos de su buen ingenio. La obra que publica en el día no es acaso la más importante que de él podíamos esperar; es un simple bosquejo histórico de la vida de Hernán Pérez del Pulgar, uno de los héroes con que se honra España, según la misma expresión del autor; es empero en su género un apreciabilísimo trabajo. Gran servicio hace a su patria indudablemente el hombre estudioso que, desenterrando en las antiguas crónicas y leyendas los grandes hechos con que la ilustraron sus hijos, los ofrece como modelos a la generación presente y a las venideras. Don Francisco Martínez de la Rosa, tan justamente aficionado a las cosas de Granada, no podía menos de investigar con diligencia los hechos de Pulgar, por su naturaleza enlazados con la historia de aquella ciudad. La claridad, el orden y gradación de los hechos, la narración sencilla, elegante y no pocas veces florida, y aquellas reflexiones políticas o morales que suelen nacer tan naturalmente a veces de la misma relación de los hechos bajo la pluma del historiador, colocan este bosquejo histórico entre lo mejor que poseemos en este género. No luce en él la enérgica concisión de Tácito, ni la profunda filosofía de Plutarco; pero puede rivalizar su estilo con lo mejor de nuestro Siglo de Oro. Tan cierta es esta proposición que, al leer Hernán Pérez del Pulgar, hemos creído más de una vez tener entre manos un libro desenterrado de aquella época. No faltará quien tachará este cuidado, esta esmerada imitación del lenguaje de Solís y de Mariana, como una extremada afectación de purismo; no faltará quien llame a la obra entera un arcaísmo; no faltará quien crea, acaso con razón, que se descubre el artificio que en tan escrupuloso remedo ha debido emplear su autor, nosotros nos contentaremos con indicar que, a nuestro débil entender, las lenguas siguen la marcha de los progresos y de las ideas; que pensar fijarlas en un punto dado, a fuer de escribir castizo, es intentar imposibles; que es imposible hablar en el día el lenguaje de Cervantes, y que todo el trabajo que en tan laboriosa tarea se invierta sólo podrá perjudicar a la marcha y al efecto general de la obra que se escriba.

De aquí nazca acaso que el señor Martínez, en quien por otros escritos conocemos una alma inclinada de suyo al entusiasmo y una imaginación poética, no se deja arrebatar de un arranque sólo de calor y patriotismo, él, tan ardiente y patriótico al describir los hechos grandiosos y hazañas singulares de su héroe; ni aquella misma Granada, de él tan querida y privilegiada, basta a inflamar su acompasado y monótono estilo anticuado. La traba que en su manera de escribir se había impuesto ha sido ocasión tal vez de que se halle en la obra este vicio. El bosquejo histórico parecerá en nuestra biblioteca moderna lo que Pompeya y Herculano en la Italia del día.

Por lo demás échase bien de ver cuánta sea la erudición del señor Martínez, al advertir que llenan dos terceras partes del tomo las notas y apéndices con que ha creído deber autorizar las increíbles hazañas de Pulgar.

En este punto fuerza es respetar la escrupulosa y exquisita erudición de Su Excelencia. Nosotros no concluiremos este juicio crítico sin envidiársela, y sin darle el parabién por su bosquejo histórico, que alternará, en nuestro entender, dignamente con sus escritos anteriores. Aut agere scribenda, aut legenda scribere, decía un célebre romano: «o hacer cosas dignas de ser escritas, o escribir cosas dignas de ser leídas». Ya que no podemos ser Hernando del Pulgar, quisiéramos ser su historiador.

Revista Española, n.º 176, 30 de marzo de 1834. Firmado: Fígaro.

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[Nota editorial: Otras eds.: Fígaro. Colección de artículos dramáticos, literarios, políticos y de costumbres, ed. Alejandro Pérez Vidal, Barcelona, Crítica, 2000, pp. 179-181; Artículos de crítica literaria y artística, ed. José R. Lomba y Pedraja, Madrid, Espasa-Calpe, 1975, pp. 116-120; Obras completas de D. Mariano José de Larra (Fígaro), ed. Montaner y Simon, Barcelona, 1886, pp. 324-325.]