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Introducción: la extensión universitaria, hoy

José Carlos Rovira


Vicerrector de Extensión Universitaria, Universidad de Alicante



Cuando se planteó este Congreso dedicado a la obra de Rafael Altamira, acordamos con el responsable de su organización, el Profesor Enrique Rubio, que, a las sesiones trazadas en las que se iba a recorrer su labor como historiador, creador literario y jurista, se uniese una sesión dedicada a una tarea universitaria que Rafael Altamira definió desde la universidad de Oviedo a comienzos del siglo XX: la Extensión Universitaria. Dos intervenciones, la de Manuel García Guatas y la de Francisco Moreno Sáez se centran en el marco sobre el que Rafael Altamira redefinió una idea procedente de las universidades inglesas, que tenía que ver sobre todo con el papel que la Universidad debía asumir en relación a la formación de la sociedad, a la extensión efectiva de la Universidad en todo el tejido social, básicamente en aquellos sectores sociales que carecían de formación y a los que la Universidad debía guiar e iluminar.

No hace falta que diga que las transformaciones sociales del siglo han sido suficientes para que el mismo modelo de extensión universitaria tenga sólo que ver con la idea de presencia de la Universidad en la sociedad, presencia cultural que sigue siendo una idea matriz de lo que hacemos, pero con una realidad y una práctica que lógicamente tiene diferencias consistentes con la idea originaria. La Universidad actual no es la de comienzos del siglo XX, la sociedad actual afortunadamente tampoco y los modelos de relación o el estado cultural de la sociedad ha cambiado suficientemente para que, precisamente en homenaje a Rafael Altamira, nos planteemos ahora «la extensión universitaria, hoy», y es por eso por lo que convocamos a vicerrectores y responsables de gestión cultural y extensión en las universidades para realizar un encuentro que fuera sobre todo una reflexión útil para nuestro presente y nuestro futuro.

Nuestro presente es que la Universidad ha puesto en marcha un conjunto de programas que tiene que ver con nuevas realidades y obligaciones en la relación con la sociedad, nuevas realidades sobre las que hace unos años no podíamos ni tan siquiera suponer la demanda que iban a crear: universidades permanentes o de la experiencia, cursos de verano, actividades en sedes universitarias que completan la enseñanza y la cultura en localidades, museos, agrupaciones musicales, talleres... un largo etcétera de actividades culturales con las que intentamos estar presente en lo que la sociedad demanda de nosotros.

Sabemos que las dificultades de nuestro trabajo son generalmente las que establecen unos límites presupuestarios que tienen condicionantes fuertes: trabajamos en un terreno no previsto en la financiación regular de nuestras Universidades. La financiación por objetivos cumplidos no contempla los programas de extensión universitaria y determinadas funciones sociales que han sido socialmente muy valoradas, como por ejemplo las universidades para mayores, están a punto de perder recursos de financiación estatales como los procedentes del Inserso.

Por otra parte, hay una cuestión clave y que presenta grandes dificultades en la actividad cultural que realizamos y es la de los modelos culturales que la universidad debe asumir. Creo que debemos debatir sobre esto. Sería precipitado intentar un diagnóstico sobre modelos culturales en la sociedad española actual pero estamos convencidos de que la Universidad no puede ajustar su modelo cultural a determinadas perspectivas que están prevaleciendo socialmente. La Universidad no va a hacer «operaciones triunfo» por supuesto, pero tiene además por el contrario que profundizar en alternativas culturales socialmente críticas, tiene que profundizar en definitiva en una cultura que, junto a los valores lúdicos que la cultura tiene, mantenga también valores críticos que hoy son imprescindibles. Utilizaría de nuevo sin reticencia la palabra compromiso para definir la actitud que los responsables culturales deben mantener en todos los ámbitos: hoy la sociedad tiene grandes retos que se llaman emigración, racismo, marginación, enfrentamientos culturales, conflictos sociales y territoriales, etc. para que no sepamos que una tarea importante es responder a los mismos con formación y con toda la firmeza que el concepto de la universitas nos debe exigir a los universitarios. Debemos propugnar por eso una cultura reflexiva y crítica ante la vida social y una cultura crítica quiere decir sobre todo una cultura no complaciente, que sitúe al individuo hacia la madurez de sus decisiones y posicionamientos.

Debemos propugnar también, parece evidente, formas de coordinación nuevas entre las Universidades públicas que favorezcan en el momento actual la presencia de los valores culturales que la Universidad pública defiende: el laicismo, la autonomía universitaria, la Universidad como servicio social. Creo que en la sesión de trabajo de mañana deberíamos plantearnos algo que algunos de los presentes ya han avanzado en los contactos previos: la posibilidad de crear una sectorial de Extensión Universitaria en el seno de la CRUE y, desde luego, las formas de coordinación que puedan hacer más rentables nuestras actividades al hacerlas compartibles.

Con todos esos objetivos, que se concretarán tras las ponencias de hoy en unas fichas para el debate, es con lo que nos vamos a reunir mañana en una sesión de trabajo. Si podemos avanzar ya en esas líneas, si podemos concretarlas, estaremos realizando seguramente un homenaje verdadero y fructífero a don Rafael Altamira, porque un siglo después de la creación de la Extensión Universitaria, avanzaremos hacia una nueva utilidad social de la misma. Es por eso por lo que estamos aquí.





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