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La chismosa

Comedia en tres actos y en verso

Enrique Gaspar



                            PERSONAJES ACTORES
 
LA SEÑORA RITA. DOÑA BALBINA VALVERDE.
MATILDE. DOÑA DOLORES FERNÁNDEZ.
DOÑA ANTONIA. DOÑA ÁNGELA GARCÍA.
DON SEVERO. DON JOSÉ IZQUIERDO.
CARLOS. DON EDUARDO IROBA.

Al Exmo. Sr. D. Juan B. Romero

Marqués de San Juan

Gran cruz de Isabel la Católica, senador del Reino, etc., etc.



Su reconocido amigo y servidor

Q. S. M. B.

El Autor.

[7]

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Acto I

 
Despacho de banquero, una escribanía; armarios con documentos archivados y atriles con libros de contabilidad.
 
 

Escena I

 
D. SEVERO sentado al pupitre y la SEÑORA RITA con la mantilla puesta, en disposición de salir a la calle.
 
SEVERO Bajan los fondos; la crisis      
forma incremento a su vez;
no hay un cuarto en numerario,
sobra a espuertas el papel,
y el conflicto va creciendo 5
de un modo, que a mi entender,
peor el sesenta y siete
va a ser que el sesenta y seis.
¿Se va usted, señora Rita?
RITA Como no me mande usted 10
otra cosa, hacia San Luis
me voy un instante, a ver
si puedo reconciliarme
con el padre fray Miguel.
SEVERO ¿Están ustedes reñidos? 15
RITA Líbreme el Señor, amen,
de estarlo nunca con nadie... [8]
y mucho menos con él.
Voy a ver si me confieso,
porque hoy somos veintitrés, 20
y hace justo siete días
que estuve la última vez.
SEVERO Pues para ir a confesarse
cuatro veces cada mes,
es preciso que a destajo 25
se ponga a pecar usted.
RITA Descargando la conciencia
se queda el cuerpo muy bien.
SEVERO ¿Y nunca se enfada el padre?
RITA ¡Enfadarse fray Miguel! 30
¡pues si es lo más campechano!...
Siempre que le voy a ver,
me dice: «Hola, parroquiana;
¿qué hay? -Lo de costumbre. Y es...»
SEVERO Que debe ya de memoria, 35
saber las culpas de usted.
RITA ¡Toma! ¡si es mi confesor
ya desde el cuarenta!
SEVERO                                    Ayer.
RITA Él se marchó a Cataluña
cuando la muerte del rey, 40
según dicen malas lenguas,
con don Carlos; pero fue
que una penitencia ruda
quiso a su cuerpo imponer,
y se metió en la montaña, 45
donde, mártir de su fe,
se alimentaba tan solo
con yerbas.
SEVERO                   Hacía bien.
Yo, aunque cordero de Cristo,
no estoy por lo de pacer; 50
pues Dios no debe ofenderse
de que me coma un beefsteak.
RITA Pero como él es tan santo...
SEVERO Puede pasar sin comer.
RITA ¡Lleva más reliquias siempre!... 55
Vamos, si le viera usted...
¿Pues y la misa? la misa [9]
la dice en un santiamén.
Si una no se signa pronto
llega al Ite misa est. 60
Y no es muy feliz el pobre:
su casa es una Babel.
Cuando estuve a confesarme
la antepenúltima vez...
SEVERO Que debió ser, según cuenta, 65
por...
RITA           El jueves hizo un mes.
Me dijo que había estado
casi a punto de romper
con el ama y con la chica.
SEVERO ¿Con qué chica?
RITA                           La Isabel, 70
hija de un hermano suyo;
¡bello sujeto también!
que murió sin conocerla
de escorbuto en Aranjuez.
Porque es tan abandonada 75
la señora Paula, que
va el pobre por las calcetas
sacando siempre los pies.
Ellos viven esa casa
de ahí detrás; junto al cuartel: 80
en cuyo cuarto segundo
hay uno de tropa, que es...
no recuerdo si me dijo
Alférez o Brigadier,
que nunca sale del monte. 85
SEVERO ¿Por penitencia también?
RITA No señor, es que va al juego.
Sin ir más lejos, ayer
dicen que perdió tres pagas,
y bien perdidas, muy bien. 90
Todos jugaban judías,
y él, no señor, interés.
Hasta que al fin, aburrido,
todo lo perdió, no sé
si contra un capón... no, un gallo. 95
SEVERO Si perdió fue gallo inglés.
RITA Ya se ve, la militara [10]
torna revancha a su vez:
llama a Patria y a la chica,
y al burro juegan las tres, 100
siendo el monte del marido
calvario de la mujer.
Por supuesto, no es el monte
lo que mueve su interés,
sino que Paula es amiga 105
íntima de la mujer
de un sastre que vive enfrente
de su casa, con la que
la militara sospecha
que le es su marido infiel: 110
y por ver si la sonsaca,
todo el día están las tres
con oros van, bastos vienen,
y todo lo paga, ¿quién?
el puchero que se sale, 115
la casa a medio barrer,
las luces por preparar,
y comer sobre un mantel
que parece la rodilla
con que se limpia el quinqué. 120
En fin, voy a confesarme.
SEVERO Bien lo necesita usted.
RITA Es porque el padre en la iglesia
no está más que hasta las diez
y quiero tomar a Dios. 125
SEVERO Usted querrá; pero ¿y Él?
RITA Siempre el que su nombre invoca
recibe alguna merced.
Todos somos pecadores.
SEVERO Y pecadoras también. 130
RITA (Registrándose los bolsillos.)
No creo dejarme nada.
SEVERO Todo se lo lleva usted.
RITA Rosario, pañuelo, libro...
(Revistando dichos objetos).
Don Severo, hasta después.
SEVERO Dios la inspire a usted, señora. 135
(Compadezco a fray Miguel.)
RITA Ya le contaré a usted luego [11]
la historia del Brigadier.
SEVERO ¿Después de la confesión?
Bien hecho, señora bien; 140
eso es vaciar el costal
para llenarle otra vez.
RITA Señor, no calumnio a nadie.
¡Si todo lo que hablo es
por boca de los demás! 145
SEVERO Verdad sin vuelta; y no sé
cómo hablando usted por tantos
no se le seca la nuez.
RITA Dios sabe...
SEVERO                     A saber historias
nadie la aventaja a usted. 150
RITA Eso es llamarme... ¡Jesús!
SEVERO No; habladora.
RITA (Bruscamente.) Hasta después (Vase.)
 
 
Escena II
 

D. SEVERO, a poco DOÑA ANTONIA.

 
SEVERO Fray Gerundio es un pigmeo
al lado de esta mujer.
Lo que es la historia de España 155
la conoce mejor que él.
Y que cuando dice blanco,
no es negro; se entera bien.
DOÑA ANTONIA Adiós, Severo.
SEVERO                         ¡Hola, prima!
DOÑA ANTONIA ¿Y mi hijo?
SEVERO                     ¿Carlos? se fue; 160
pero no debe tardar;
porque van a dar las diez,
y a las nueve se fue al Banco.
DOÑA ANTONIA ¿Qué tal se porta?
SEVERO                               Muy bien.
Es tímido, irresoluto; 165
pero hay buen fondo, honradez.
DOÑA ANTONIA Yo no sé cómo pagarte
lo que haciendo estás por él.
SEVERO ¡Quita allá! con tu cariño, [12]
¿Pues qué premio puede haber 170
comparable al porvenir
que me ofrece la vejez?
¿Qué he flecho con vosotros más
que cumplir con mi deber?
Tú enviudaste; él quedó huérfano; 175
vivíais en la estrechez,
y os dije: «Donde uno come
con poco más comen tres.»
DOÑA ANTONIA Pero le das sueldo al chico.
SEVERO No me avergüences, mujer: 180
se lo doy porque lo gana.
Antes de morir Manuel
mis negocios mercantiles
carecían de interés.
Pero mi hermano era rico; 185
y como tú sabes bien,
me encargó de la tutela
de su Matilde. Después,
con el laudable deseo
de aumentar su herencia, en vez 190
de imponérsela en el Banco
me hice bolsista y gané.
Como extendí mis negocios,
era lógico a mi ver
que echara mano del chico; 195
el chico me hace papel;
y como el chico trabaja,
le pago al chico y amén.
¿Y el diablillo de Matilde,
por dónde está?
DOÑA ANTONIA                           La dejé, 200
cuando me vine, acabando
de hacerse la toilette.
Como se dijo que a Pascuas
la habíamos de poner
de largo, se despertó; 205
vio que eramos veintitrés,
y la pobre su impaciencia
no pudiendo contener...
SEVERO ¿Se ha puesto a arrastrar la cola?
¿Y qué tal le sienta? [13]
DOÑA ANTONIA                                  Bien. 210
SEVERO ¿Qué extraño yo, si en abril
cumplirá los diez y seis?
DOÑA ANTONIA Como tiene esa carita...
SEVERO Muy graciosa; y luego un pie
que parece un cañamón. 215
DOÑA ANTONIA Y canta y toca tan bien...
SEVERO Ya verás desde mañana
salir novios a granel.
DOÑA ANTONIA Lo sensible es que las chicas,
sin saber darse el por qué, 220
se encaprichan casi siempre
de lo más malo que ven.
Y aunque esta tiene buen juicio,
la señora Rita...
SEVERO                           ¿Qué?
DOÑA ANTONIA Dirige su educación. 225
SEVERO No tal; porque aunque Manuel
me encargó mucho in extremis
no dejarla perecer,
ni Matilde la profesa
simpatía como vos, 230
ni ha tenido más que a ti
por Mentor de su niñez.
Por eso mismo quisiera,
ya que desde hoy el papel
que va a jugar es distinto, 235
que la hicieses conocer
cierto plan que tengo en ciernes.
DOÑA ANTONIA ¿Sobre el casamiento?
SEVERO                                      Pues.
DOÑA ANTONIA (Aparte.) Piensa casarla con Carlos.
SEVERO Quisiera darla a entender 240
que es muy fácil confundir
con el oro el oropel,
y que a mi juicio el marido
que más feliz la ha de hacer
no ha de ser el que la brinde 245
con más pompa ni más tren.
DOÑA ANTONIA Ya es ella bastante rica,
y fuera mal proceder
cerrar su pecho al amor [14]
por abrirlo al interés. 250
SEVERO Lo que ella debe buscar
es cariño y honradez.
DOÑA ANTONIA La fortuna es lo de menos;
pues siendo un hombre de bien,
ha de mirar como propia 255
la dote de su mujer.
SEVERO Juicioso.
DOÑA ANTONIA               Casero.
SEVERO                            Humilde,
sin bajeza ni doblez.
No pollo.
DOÑA ANTONIA                 Tampoco viejo.
SEVERO Ya nos entendimos, ¿eh? 260
DOÑA ANTONIA No dejas lugar a duda.
SEVERO Pues sabiendo quién es él
no extrañarás que su voz
embargue la timidez.
DOÑA ANTONIA Timidez que no me explico. 265
SEVERO Como ella es más joven que él...
DOÑA ANTONIA El marido debe siempre
ser mayor que la mujer.
SEVERO Más alto, sí; lo comprendo;
todos los días se ven 270
ejemplos, tú le dirás...
DOÑA ANTONIA Todo lo que debe hacer.
SEVERO Que lo piense, y si lo acepta
me caso con ella y...
DOÑA ANTONIA                                   ¿Qué?
SEVERO Nada más.
DOÑA ANTONIA                  (¡Necia de mí! 275
yo que me he brindado a ser...)
MATILDE (Dentro.) ¿Dan ustedes su permiso?
SEVERO Es ella, Antonia.
DOÑA ANTONIA                             Ella es.
(¡Cómo se le cae la baba!)
SEVERO Entra.
MATILDE (Entrando.) Presente.
SEVERO                                      Muy bien. 280
 
[15]

Escena III

 

DICHOS y MATILDE.

 
MATILDE Ved la niña vivaracha
transformada en mujer hecha;
pues nosotras, con la fecha...
mudamos también de facha:
por lo que diré... en descargo 285
de la cola que os aporto,
que como me atabais corto
yo me he vestido de largo:
que a una edad en que el amor
ya en nuestra mente elucubra, 290
muy justo es que el pie se cubra
con el velo del pudor.
Mis pocos años no impiden
que ya sepa lo que sé;
y a nadie quiero dar pie 295
por irle enseñando... el ídem.
Para otorgarme el perdón (A D. SEVERO.)
justo es que el silencio rompas.
Mira como hago las pompas
con esta prolongación. 300
 
(Da una vuelta y produce una pompa con el vestido ahuecado por el aire.)
 
SEVERO Te he visto el pie.
MATILDE                              No me azoro;
ni es mi conducta procaz;
porque eres moro de paz.
DOÑA ANTONIA (Después te lo dirá el moro.)
SEVERO ¡Te halaga mucho a mí ver 305
tamaña transformación!
MATILDE Es la primer ilusión
que alimenta la mujer.
Su historia la niña oculta
nueva vida ambicionando, 310
mientras se va evaporando
bajo el vestido de adulta:
y el juguete que su aprecio
tuvo ayer en sumo grado, [16]
le arroja al fin de su lado 315
con insultante desprecio.
DOÑA ANTONIA (¡Tener yo que intervenir
en darsela por mujer!)
SEVERO ¿Y cuál es tu sueño, a ver?
MATILDE Te lo voy a referir. 320
Meciéndome entre la ondas
que el gró levante en mi falda,
y asomándose mi espalda
por una reja de blondas,
aspirar el dulce ambiente 325
de un salón rico en colores,
donde entre alfombras de flores
resbale el pie indiferente;
y allí al plácido murmullo
de epigramas y elegías 330
que consumen las bujías
o de la orquesta el arrullo,
al eco fascinador
con que entre diversos giros
mézclanse llanto, suspiros, 335
risas, placer y dolor,
como apéndice al catálogo,
ver a un joven elegante
que torturando su guante
promueve el siguiente diálogo: 340
-«¿Cómo no forman su elipse
»los astros que al sol rodean?»
-«Acaso los astros vean
»puesto mi sol o en eclipse.»
-«¿Cómo si a su luz brillante 345
»me ha sorprendido ya el día?»
-«¡Sublime galantería!»
-«Soy justo más que galante.
«¿Virgen acaso al amor
»llorará el pecho su ausencia?» 350
-«No aspiré jamás la esencia
»que en él difunde esa flor.»
-«¡Feliz yo si la semilla
»brotar hiciera en su seno!»
-«Es usted galante y bueno.» 355
-«Y usted hermosa y sencilla. [17]
»Deme usted, pues huyen de ellos
»porque acaso me comprenden,
»esas violetas, que penden
»de sus brillantes cabellos.» 360
-«La demanda es atrevida.»
-«Disculpa tiene en mi amor.»
-«Mi rostro tiñe el rubor.»
-«Pida usted en cambio mi vida.»
-«No es posible.»-«¡Vano empeño!» 365
-«¡Por piedad!»-«Yo desvarío.»
-«Se cayeron.»-«¡Ah! ¡bien mío!»
-«¡Ah! ¡Fulanito!»-«¡Ah! ¡mi dueño!»
Hay criadas y propina:
y él, aunque el tiempo esté vario, 370
viene de mozo honorario
a la lonja de la esquina.
Por supuesto que te opones;
y aunque respeto tus canas,
tú me cierras las ventanas 375
y yo le abro los balcones.
Principio a estar amarilla,
la casa se desconcierta,
le echas la llave a la puerta,
nos vemos por la mirilla; 380
me pongo mucho peor;
tú me das una repulsa;
viene un médico, me pulsa;
dice que padezco amor;
me amenazas, te detienen; 385
me desmayo, me avecinan;
me repongo, te acriminan,
todos gritan, van y vienen,
hasta que al ver que yo muero
si al fin por todo no pasas, 390
buscas al chico, nos casas,
y consigo lo que quiero.
SEVERO Lo cual es fingir que el brillo
de mi cabeza respetas,
y hacerme dar volteretas 395
lo mismo que un dominguillo.
De todo lo dicho infiero,
que aun cuando sea un perdido, [18]
como alguien te diga: «Envido,»
has de contestarle: «Quiero.» 400
MATILDE Antes echaré la sonda;
porque mi bello ideal
es un marido especial.
DOÑA ANTONIA (Con intención.)
Aviso a quien corresponda.
MATILDE Si él envida, por supuesto, 405
yo haré lo que exija el caso.
Que no me conviene; «paso;»
que me gusta, digo: «el resto,»
SEVERO ¿Y no habrá ya quien se esconda
del corazón en los pliegues? 410
MATILDE Ninguno.
SEVERO                 No me lo niegues.
MATILDE Ninguno.
SEVERO (A DOÑA ANTONIA, con intención.)
                  A quien corresponda.
DOÑA ANTONIA ¿Quién lo ha sugerido, quién,
un acto tal de injusticia?
SEVERO (A mi prima la noticia 415
no le ha sentado muy bien.)
Entonces voy a salir,
porque aunque nada me acosa,
no sé la tía qué cosa
te tenía que decir. 420
MATILDE ¿Una cosa? dila.
SEVERO                            Espera
que me marche.
MATILDE (A su tío.)
                          Adiós.
DOÑA ANTONIA                                      (Me irrita.)
MATILDE ¿Dí, tía Antonia, es bonita?
DOÑA ANTONIA Preciosa. (Con mal humor.)
SEVERO (Mirándose a sí mismo.)
                No; pasadera.
MATILDE Márchate, que hoy las acciones 425
suben para tu gobierno.
SEVERO Hija mía, en el infierno
no se gastan escalones:
y están los fondos tan hondos
con tanta conflagración, 430
que nunca con más razón
se les ha llamado fondos. [19]
MATILDE ¿Pues por qué si dudas de él
compras papel sin empacho?
SEVERO Para vestir el despacho 435
cuando se rompa el papel.
Conque aquí os quedáis las dos,
Antonia, díselo todo.
DOÑA ANTONIA Descuida. (Con despecho comprimido.)
SEVERO                  Pero de modo
que lo entienda.
DOÑA ANTONIA                           Bien. 440
Adiós.
 
(Vase D. SEVERO por el foro.)
 
 

Escena IV

 

MATILDE, DOÑA ANTONIA, y a poco la SEÑORA RITA.

 
MATILDE Vamos, tiíta, ya puedes
explicarme lo que es eso.
DOÑA ANTONIA Medio siglo, que ya es fecha,
cumplo el veintidós de Enero. 445
Calcula si habré podido
ver cosas en ese tiempo.
Pues ni la invasión francesa,
ni el grito que lanzó Riego,
ni el cólera morbo asiático, 450
ni la entrada de Espartero,
me hicieron más impresión.
que lo que a decirte vengo.
MATILDE ¿Pues qué sucede?
DOÑA ANTONIA                                Figúrate
que el... bendito de Severo... 455
RITA Alabado sea él siempre
Santísimo Sacramento.
MATILDE Felices, señora Rita.
RITA Muy buenos días. ¡Qué veo!
¿ya te has vestido de largo? 460
Te sienta muy bien. ¡Qué cuerpo!
Algo mejor estás tú
que la sobrina del médico
de la casa de la esquina,
que parece un palo seco. 465
MATILDE ¿Pues no es hija esa muchacha [20]
del doctor?
RITA                    ¡Quiá! ni por pienso.
Su madre es esa señora
que va peinada con cuernos,
que tampoco es la mujer 470
del doctor, pues sé de cierto
que ella y su marido están
separados hace tiempo.
DOÑA ANTONIA Señora Rita, ¡por Dios!
repare usted... (Señalando a MATILDE.)
RITA (Aparte.)
                        No di en ello. 475
(Alto.) Vengo de San Luis; estaba
lleno de luces el templo.
Después de tomar a Dios
me he estado un ratito oyendo
los funerales que hacían 480
hoy por el descanso eterno
de doña Antonia Mazanti.
¿Recuerda usted?...
DOÑA ANTONIA                                  No recuerdo.
RITA Aquella vecina nuestra
de la calle del Progreso, 485
que tenía aquel marido
que estuvo en presidio luego
creo que por director
de una sociedad de crédito.
DOÑA ANTONIA ¿Rezó usted la penitencia? 490
RITA No.
MATILDE        Pues vámonos adentro,
y allí me puedes contar...
DOÑA ANTONIA Deja, no es ningún secreto.
RITA Hablen ustedes que a mí
nada me distrae del rezo: 495
y lo que oiga yo es lo mismo
que si cayese en un cepo.
MATILDE (En un cepo con orejas
y una lengua de barbero.)
DOÑA ANTONIA Como en la noticia todos 500
parte alícuota tenemos,
pública la puedo hacer.
Figúrate...
RITA (Sacando un rosario.) [21]
                  Padre nuestro.
DOÑA ANTONIA Figúrate que tu tío,
que ya puede tener nietos, 505
se quiere casar.
MATILDE                          ¡Jesús!
¡Él!
RITA         «Vénganos el tu reino...»
Ya lo sospechaba yo;
porque desde hace algún tiempo...
«Hágase tu voluntad...» 510
no está el señor en su centro;
pues tan pronto piensa... «En
la tierra como en el cielo,»
hacer de lo negro blanco
como de lo blanco negro. 515
Ni almuerza, come ni duerme,
ni hace nada con concierto.
Saca cuentas; habla solo;
y en fin, señora... «El pan nuestro
de cada día...»
MATILDE                         ¡Es extraño! 520
DOÑA ANTONIA Lo más extraño no es eso.
¿Contra quien dirás que atenta?
MATILDE ¿Será una mujer de tiempo?
RITA (Acabando de rezar con precipitación.)
«Libranos de mal, amén.
Jesús.»-¿A que yo lo acierto? 525
DOÑA ANTONIA No es fácil, señora Rita.
RITA Con la sobrina del médico;
porque siempre que la ve
la regala caramelos.
MATILDE ¡Si es una niña!
DOÑA ANTONIA                           No es esa. 530
RITA Calle usted; ahora recuerdo
que será esa chica guapa
huérfana de un artillero
que hizo aquellos calzoncillos
del señor.
 
(DOÑA ANTONIA niega.)
 
                ¿Tampoco acierto? 535
Pues... «Dios te salve, María,
llena...» Entonces, no hay remedio,
debe ser con otra. [22]
DOÑA ANTONIA                               Justo.
MATILDE ¿Quién es, tía, quién?
DOÑA ANTONIA                                     Tú.
MATILDE                                           ¡Cielos!
RITA Pues, la verdad; no he querido 540
decírselo a ustedes; pero
la noticia de esa boda
no me ha venido de nuevo.
MATILDE Vaya un porvenir de babas
que me deparaba el cielo. 545
RITA Pues si había sucesión...
DOÑA ANTONIA ¡No era malo el parentesco!
MATILDE ¡Ser madre de mis sobrinos
a la par que prima de ellos!
¡Volaron mis ilusiones! 550
DOÑA ANTONIA También las mías huyeron.
Pero no; ¡si es imposible
que el amor arda en su pecho!
RITA Tal vez exista otra causa.
DOÑA ANTONIA ¿Tendrá por ventura celos? 555
MATILDE Envidia de que me case
con otro.
RITA (Con alegría.) No: ya la tengo.
DOÑA ANTONIA y MATILDE Sepamos lo que es.
RITA                                 ¡Por Dios!
encargo mucho el secreto.
DOÑA ANTONIA ¡No faltaba más!
MATILDE                             A ver. 560
 
(Se agrupan.)
 
RITA Que están muy malos los tiempos;
que el que se mete en negocios
es para pedir dinero,
y que este falta, son cosas
que olvidadas las tenemos. 565
Pues si el tutor de Matilde
es el señor don Severo,
y en tan graves circunstancias,
echándola de banquero,
se ha encontrado de repente 570
sin lo suyo y sin lo ajeno,
¿quién nos puede asegurar
que no ha dicho en sus adentros:
«Matilde puede casarse; [23]
»si su marido no es lerdo 575
»me ha de exigir que le entregue
»la dote que no poseo:
»pues hágola mi mujer;
»me evito un sonrojo cierto;
»no tengo que rendir cuentas; 580
»tal vez mejoren los tiempos,
»y...-¿Estamos? Pues es verdad
lo mismo que el evangelio.
DOÑA ANTONIA No hay que darle ya más vueltas;
en la llaga ha puesto el dedo. 585
Señora Rita, es usted
una mujer de talento.
RITA ¡La experiencia, doña Antonia!
MATILDE Yo no me inclino a dar crédito...
DOÑA ANTONIA No lo dudes, criatura. 590
RITA Pues cásate.
MATILDE                     Ni por pienso.
DOÑA ANTONIA Los comerciantes no tienen
cariño más que al dinero.
MATILDE Pues sabrá quién es Matilde,
ya que en cuestión de comercio 595
se propone convertir
el más puro sentimiento.
DOÑA ANTONIA Tú debes pedirle cuentas,
porque te asiste el derecho.
RITA Y pronto, para salvar 600
lo que se pueda del trueno.
DOÑA ANTONIA Ten presente que un deber
sagrado te impulsa a ello.
RITA Tu padre...
DOÑA ANTONIA                   Tu porvenir...
MATILDE Sí, sí; lo haré; lo prometo. 605
 
(Campanilla.)
 
RITA Él será, porque han llamado.
MATILDE Pues idos, que llega a tiempo.
DOÑA ANTONIA ¿Viene usted, señora Rita?
RITA Sí.-¿Qué me faltaba? el Credo.
DOÑA ANTONIA Más tarde rezará usted. 610
RITA ¿Y si se me olvida y peco?
DOÑA ANTONIA Tenemos que hablar las dos.
RITA Rezaré en la cama luego. [24]
 
(Vanse RITA y DOÑA ANTONIA.)
 
MATILDE ¿Quién lo pensara de un hombre
que parecía tan bueno? 615
Siento pasos; él se acerca.
¡Vaya! ¡pues no tengo miedo!...
¡Calle! es Carlos. Este sí
que me gusta; pero es memo.
 
 

Escena V

 
MATILDE y CARLOS.
 
CARLOS (¡Qué cara! no tiene un tilde.) 620
Felices.
MATILDE              No hay de qué darlos.
CARLOS ¡Ay!
MATILDE          ¿Por qué suspiras, Carlos?
CARLOS Si no suspiro, Matilde.
MATILDE Ya sabes que se te estima.
CARLOS Gracias.
MATILDE                (En vano le exprimo.) 625
¿Qué es lo que decías, primo?
CARLOS No decía nada, prima.
Merezco que se me azote.
MATILDE Habla, no tengas empacho.
 
(Gran pausa.)
 
Pues señor, este muchacho 630
es tonto de capirote.
CARLOS (Y ella me incita... Me porto.)
MATILDE (¡Qué babieca! ni de encargo.)
CARLOS ¡Qué veo! ya vas de largo.
MATILDE No me gusta nada corto. 635
CARLOS (¡Pullita sobre pullita!
Pues vaya, me decidí.)
Prima, estas mejor así,
porque así estas más bonita.
Y si de ello no te asustas, 640
ya que el temor deseché,
francamente te diré
que hace tiempo que me gustas,
¡que el amor me tiene enfermo!
que en vano a chanza lo torno, 645
que yo en la mesa no como, [25]
que yo en la cama no duermo,
que te quiero más que a mí,
más que a mi madre y que a todo;
que te quiero, en fin, de un modo 650
que sólo así explica así.
 
(La besa repetidas veces la mano.)
 
MATILDE Basta ya, Carlos. ¡Por vida,
que aunque en tu candor te escudas,
si te lanzas!...
CARLOS (Queriendo volver a besarla la mano.)
                      ¿Es que dudas...
MATILDE (Retirándola.)
No; ya estoy muy convencida. 655
CARLOS Pues lo siento.
MATILDE                         (¡Qué inocencia!)
CARLOS ¡Si te convences, mujer,
cuando empezaba a poner
en práctica mi elocuencia!
¿Puedo to amor esperar? 660
MATILDE ¿Ven ustedes? yo... accedía;
pero me ha dicho la tía
que me debo incomodar;
porque opina, y con razón,
que si al hombre se le escucha 665
sin resistencia y sin lucha
se le marcha la ilusión.
CARLOS ¿Tienes corazón de hierro,
que a mi amor te muestras sorda?
MATILDE (Pues señor, vaya la gorda 670
con esta cara de perro.)
 
(Frunce el ceño y le arguye con cómica gravedad.)
 
Basta ya. Mi voz te intima
por tu inicuo proceder...
CARLOS Mujer...
MATILDE               Yo no soy mujer.
CARLOS Prima...
MATILDE               Tampoco soy prima. 675
CARLOS (Aparte y tímido)
Es natural; me excedí...
MATILDE Prescindo del dicho: al hecho.
¿Quién le ha dado a usted derecho
para llegar hasta aquí? (Por su mano.)
¿Cómo su mente ofuscada 680 [26]
no ha podido comprender
que también en la mujer
es la epidermis sagrada?
¿Cómo entre murmullos ledos,
fingiendo rendirme culto, 685
porque unos dedos le oculto (Por el pie.)
se toma usted otros dedos?
Por qué hablar de amor, por qué,
a la que ayer sin rebozo
aun iba enseñando el trozo 690
que hay desde el tobillo al pie?
 
(Sale la señora RITA por la segunda puerta derecha y se queda escuchando.)
 
Voy, pues la mancha distinta
vése aquí de su borrón, (Por la mano.)
a lavarme con limón,
que es como sale la tinta. 695
Y agradezca usted en el alma,
pues armada estoy en corso,
que al tomarme usted el dorso
no le he vuelto a usted la palma.
Procure usted desterrar 700
de sí tamaña demencia.
Respete usted mi inocencia...
y... ¡Adiós! Esto es perorar.
 
(Vase.)
 
 

Escena VI

 

CARLOS y la SEÑORA RITA.

 
CARLOS Lo tengo bien merecido:
soy un estúpido, un ganso, 705
que ando como las personas
porque Dios es bueno y santo.
RITA Que usted me crea que no,
ya lo había sospechado.
CARLOS ¿El qué, Rita?
RITA                        ¡Vamos, hombre, 710
no se haga usted el misántropo!
¡Si todo lo he estado oyendo
desde la puerta del cuarto!
¿Le gusta a usted la muchacha? [27]
¡pues qué demonio! buen ánimo. 715
Debe usted tener valor
para vencer los obstáculos.
CARLOS ¿Y cómo le he de tener
cuando ella me ha desahuciado?
RITA ¿Qué sabemos si será 720
para bien de usted, don Carlos?
CARLOS ¿Cómo?
RITA               Nada.
CARLOS                         No; hable usted:
usted debe saber algo.
RITA Son asuntos graves...
CARLOS                                    Rita,
mi ventura está en su mano; 725
dígamelo usted.
RITA                           Pues bien
por supuesto...
 
(Encargándole el sigilo.)
 
CARLOS                           Es excusado
RITA Matilde es, en apariencia,
el mismo candor andando,
modelo de mansedumbre, 730
de virtudes un dechado;
pero en el fondo es, sin que esto
pueda quitarle ni un átomo,
de sus bellas cualidades,
ambiciosa en sumo grado. 735
De otro modo no se explica
que así desprecie a un muchacho
de tan buenas condiciones
como tiene usted, don Carlos.
Pero ella ha dicho: «Mi primo 740
no debe tener más cuartos
que los cuatro de que todos
los mortales nos formamos.
Por un lado ese temor,
y después por otro lado 745
la boda con que su tío
viene a remachar el clavo...
CARLOS ¡Cómo! ¿La quieren casar?
RITA Es verdad; no lo he contado.
Pues sí señor; don Severo 750
quiere unirse en santo lazo [28]
con su sobrina.
CARLOS                          ¡Dios mío!
no es posible; estoy soñando.
RITA Y yo tengo para mí
que aunque ella finge hacer ascos, 755
al fin con babas y todo
cederá por esto; ¿estamos? (Seña de dinero.)
CARLOS (¡Ah!¡Maldita gratitud
que viene a cortarme el paso!)
RITA Se juntan tal para cual, 760
haciendo negocio entrambos.
CARLOS (Sin fijarse en lo que dice la SEÑORA RITA.)
Sí, le debo cuanto soy,
como a mi padre le acato,
y no hacer un sacrificio
fuera en mí, torpe, villano. 765
RITA Convirtiéndose el tutor
en marido, queda a salvo
de tener que rendir cuentas,
que en los tiempos que alcanzamos...
En fin usted, ya me entiende. 770
CARLOS Sí señora. (Saliendo de su estupor.)
RITA                  Está usted pálido.
CARLOS Mucho le agradezco a usted
el consejo que me ha dado,
y espero de su bondad
que me hará un favor.
RITA                                     Andando. 775
CARLOS Para evitar el tener
que hablar de este asunto ingrato,
voy a escribir a mi prima
dos letras.
RITA                  Estoy al cabo.
Yo serviré de Mercurio. 780
CARLOS Pues al instante despacho.
 
(Se sienta a la escribanía y escribe una carta.)
 
RITA ¡Despreciarle! ¡Pobre chico!
¡tan elegante! ¡tan guapo!
¡con un corazón tan noble!
¡Ay!... ¡quién tuviera quince años! 785
CARLOS Tome usted, señora Rita.
 
(Dándole la carta.)
[29]
¡Por Dios! el sigilo encargo.
RITA Descuide usted, que yo sé
cómo los secretos guardo.
CARLOS Pues adiós, y gracias, gracias. 790
(¡Ay! ¡qué peso me he quitado!)
 
(Vase primera puerta derecha.)
 
 

Escena VII

 

La SEÑORA RITA y a poco MATILDE.

 
RITA (Mirando la cara.)
Supuesto que viene abierta
enterémonos del caso.
No tengo curiosidad;
pero puede decir algo 795
que ella no debe saber.
 
(Al ir a abrirla aparece MATILDE.)
 
MATILDE Rita, te andaba buscando.
RITA (¡Qué lástima!) ¿Qué me quieres?
MATILDE Decirte que tengo el hado
más fatal del universo. 800
Figúrate tú que Carlos...
RITA Te ha declarado su amor.
MATILDE ¿Cómo lo sabes?
RITA                             Y en cambio
tú le has dado calabazas;
lo cual, Matilde, no aplaudo. 805
MATILDE Yo he fingido rechazarle
varias causas pretextando;
pues dicen que así a los hombres
nos es más fácil pescarlos.
Pero a decirte verdad 810
él es mi sueño dorado,
y a él sólo con alma y vida
dueño hiciera de mi mano.
RITA ¡Pues es menudo el disgusto
que tiene el pobre muchacho! 815
Aquí me ha estado diciendo
que te quiere tanto y cuanto,
que siente mucho el rigor
con que injusta le has tratado, [30]
y qué sé yo cuántas cosas 820
más me ha dicho; hasta que al cabo
te ha escrito estas cuatro letras
poco menos que llorando.
 
(Le da la carta.)
 
MATILDE (Leyendo al principio con avidez y después con extrañeza.)
«Si te amé fue en el calor
»de un momento de arrebato: 825
»después de lo que he sabido
»ya no puede amarte Carlos.»
¿Qué es esto, Rita? Esta carta
no es de un hombre enamorado
RITA A ver, a ver...
 
(Repasando la carta)
 
MATILDE                         Mi conducta 830
no merece tal agravio.
RITA (Leyendo.)
«Después de lo que he sabido...»
Ya está todo descifrado.
MATILDE ¿Cómo?
RITA               ¡Fíate en los hombres!
MATILDE ¿Qué quieres decir?
RITA                                  ¡Qué rayo 835
de luz!
MATILDE Calma mi impaciencia.
RITA Nada, hija mía, que Carlos
ni te ha profesado amor
ni otro móvil se ha llevado 840
que hacerse dueño del dote
que constituye su encanto.
MATILDE ¿Cómo?
RITA               Por fortuna yo,
que siempre cazo muy largo,
para saber si sus fines 845
eran los de un hombre honrado,
le hablé del plan de tu tío,
recalcándole de paso
que la boda era un pretexto
para cortar por lo sano 850
las cuentas, que estaban sucias;
y aun no acabé de contárselo
cuando sentóse a la mesa [31]
para inferirte ese agravio.
¡Qué más quisiera ese perdis 855
que reírse de tus cuartos!
MATILDE ¡Dios mío! (Llorando.)
RITA                   ¡Vaya! ¡Matilde!
MATILDE ¡Si aunque quisiera dudarlo
tiene toda la apariencia
de un terrible desengaño! 860
RITA ¡Picaron! ¡malas entrañas!
Ven, hija mía, a mis brazos,
y llora en ellos.
MATILDE                           ¡Ay Rita!
¡Si le amaba tanto, tanto!
RITA Suerte que soy la mujer 865
única para estos casos,
y si alguien urde un enredo
al instante le deshago.
MATILDE ¡Rita, Rita!
RITA                    Nada, olvidale;
que aun hay hombres a puñados, 870
y sobre todo no llores.
Por Dios, hija, ten más ánimo.
Mira, doña Antonia viene,
y si te encuentra llorando
tendrás que decir la causa. 875
¡Vaya! ¡todo se ha acabado!
 
(Limpiándole los ojos y besándola.)
 
Dame un beso y a vivir.
Yo no hablo mucho; pero hago;
y no ha de faltarte apoyo
mientras me tengas al lado. 880
 
 

Escena VIII

 

DICHOS, y DOÑA ANTONIA.

 
DOÑA ANTONIA Señora Rita, el almuerzo
le pueden ir preparando,
porque ya viene mi primo;
y como él es tan exacto,
quiere que a las once en punto 885
se le sirvan. [32]
RITA                     Voy volando.
 
(Vase.)
 
MATILDE ¡Qué opresión tengo! ¡qué angustia!
DOÑA ANTONIA Matilde, ¿qué es esto?
MATILDE                                      Acaso
sea un vahído; no sé...
 
(Se inclina sobre el pecho de ANTONIA.)
 
DOÑA ANTONIA ¡Matilde! ¡Se ha desmayado! 890
¡Hija mía! ¡si está ardiendo!
¡Y no hay aquí nadie!-¡Carlos! (Llamando.)
¡Señora Rita!
 
 

Escena IX

 

DICHOS y CARLOS.

 
CARLOS                        ¿Llamabas?
¡Qué veo!
DOÑA ANTONIA                  Corre; en mi armario
estará el frasco del éter. 895
MATILDE Ya me pasa... (Recobrándose.)
DOÑA ANTONIA                       Sin embargo
MATILDE ¡Si ya estoy bien!
SEVERO (Dentro.)
                              El almuerzo.
DOÑA ANTONIA ¿Qué has sentido?
MATILDE                                Un arrebato
de sangre; mirad, al tío
no decirle nada.
 
 

Escena X

 

DICHOS y D. SEVERO.

 
SEVERO                             ¡Bravo! 900
¡todos en comunidad!
¿Y eso, Matilde? ¿has llorado?
MATILDE No; es que tengo la cabeza
cargada de estar bordando.
SEVERO ¿Pero no te sientes mal? 905
MATILDE ¡Qué he de sentirme! al contrario.
 
(Sonriendo.)
 
SEVERO ¿Conque qué te ha parecido
la noticia que te han dado?
MATILDE No sé... no me han dicho nada. [33]
SEVERO ¡Pues cumples bien mis encargos! 910
 
(A DOÑA ANTONIA.)
 
DOÑA ANTONIA Se me... olvidó... sin querer...
SEVERO Parece que tenéis algo.
DOÑA ANTONIA No lo creas.
MATILDE                     ¡Qué aprensión!
SEVERO (A CARLOS.)
¿Y qué haces tú tan callado?
CARLOS Nada, tío.
SEVERO                  Estáis muy mustios; 915
con que así voy a animaros.
Todos lo habéis de saber
al postre tarde o temprano;
por lo mismo son inútiles
los circunloquios. Al caso. 920
 
 

Escena XI

 

DICHOS y la SEÑORA RITA.

 
RITA El almuerzo está servido.
SEVERO Señora Rita, ya vamos.
(A MATILDE.) Si a ti te halaga la idea
de un cariño razonado
presidido por las canas... 925
no por el loco entusiasmo,
sí por la sana razón
previamente sancionado;
si las tiernas ilusiones
con que te brindan los años 930
no han de helarse al rayo tibio
de un sol que marcha al ocaso,
permítele a un pobre viejo
que en su cariño escudado
te ofrezca con las del rostro 935
las arrugas de su mano.
Habla; y vosotros decid
si es mi plan descabellado;
que a los viejos con la edad
se nos marcha al cielo el santo, 940
MATILDE Yo, tío... recibo honor...
y ese... cariño templado...
Quedé huérfana... muy niña... [34]
Todos te... queremos tanto...
RITA Pues yo soy de parecer... 945
SEVERO ¡Sublime discurso! Vamos,
Antonia, ¿qué dices tú?
DOÑA ANTONIA Yo... Severo... sí; lo aplaudo.
La gratitud... el amor...
el raciocinio...
SEVERO                         Enterado. 950
RITA Pues yo soy de parecer...
SEVERO A ver lo que dice Carlos.
CARLOS Yo... sí... mi... la...
SEVERO                               Bien, solfea.
¿Por qué no habéis de ser francos?
RITA Pues yo soy de parecer... 955
SEVERO Yo lo estoy siendo hace rato
de que me deje usted en paz
y no he podido lograrlo.
Yo os tenía por leales;
pero me he llevado chasco. 960
 
(Movimiento general.)
 
En fin, vamos a almorzar.
MATILDE Dispensadme si me marcho;
me encuentro un poco indispuesta
y me retiro a mi cuarto.
 
(Vase.)
 
SEVERO Vamos nosotros.
DOÑA ANTONIA                             Permíteme 965
que por hoy suprima el plato;
porque si almuerzo, de fijo,
Severo, me va a hacer daño.
 
(Vase.)
 
SEVERO Mejor; más ración tendremos.
Ven. (A CARLOS.)
CARLOS          Yo no almuerzo, estoy malo. 970
SEVERO Pues a la fonda conmigo.
 
(Vase.) (Se pone el sombrero.)
 
RITA ¿Yo con el almuerzo qué hago?
SEVERO Se lo come usted y revienta.
 
(Vase.)
 
RITA Jesús María, ¡qué bárbaro!
¿Qué tendrán? me voy adentro 975
a ver si puedo oler algo.
 

FIN DEL ACTO I

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