41
El ya citado estudio de Sergio Beser (Leopoldo Alas, crítico literario, págs. 68-70) se ciñe a las dos maneras caracterizadas por Alas. El de Gonzalo Sobejano («La crítica literaria de Clarín», págs. 63-76) distingue hasta tres modos: el satírico (negativo), que predomina en los solos y paliques; el panegírico (afirmativo), expresado en solos y folletos, y el exegético (interpretativo), en lecturas, ensayos y revistas.
42
Alas defiende la
crítica satírica en el relato
«Feminismo». Encarna esta clase de crítica en el
señor Sencillo, «crítico corrosivo»,
más conocido en el desempeño de su tarea como
«Bisturí», e identificado con el
«Erizo» («con púas») que da
título al periódico en que trabaja. En este personaje
hay mucho del propio Alas: «un
abogadillo sin pleitos, chiquitín, bilioso, miope, que
escribía de crítica y de cuanto Dios crió en
prosa y en verso, en un papel satírico»
(«Feminismo», Doctor Sutilis, ed. cit., p. 231). Es un auténtico
«sacerdote» en el ejercicio de su profesión,
conocido por los «palos» que propina a los malos
escritores (vid. la relación de
«palo» con «palique» en Palique,
ed. cit., p. 218), entre ellos a Murias: Y
decía Bisturí en El Erizo:
«Ahora se verá si soy o no imparcial de veras. El
autor es un amigo, un compañero... pues bien, por lo mismo
se le debe la verdad entera...» Y la verdad era digna de los
yangüeses que apalearon a Don Quijote... Murias se
quedó en la cama unos días porque se sentía
molido materialmente. No se reconocía hueso sano
(«Feminismo», p.
236).
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Panorama semejante
es el que traza Manuel Machado en «Los poetas de hoy»
(conferencia leída en el Ateneo Madrileño en 1911 e
impresa posteriormente en el volumen La guerra literaria,
1914), donde califica de «terrible,
mansamente terrible para las artes españolas, y más
particularmente para su mayor, la poesía, [...] el largo
período que transcurrió desde la muerte del rey
Alfonso XII hasta nuestros últimos desastres
coloniales»
(Manuel Machado, «Los poetas de
hoy», La guerra literaria, ed. de P. Celma y F. J. Blasco, Madrid,
Narcea, S. A., de
Ediciones, 1981, p. 99).
Caracteriza Machado esta etapa por la indiferencia y la incultura,
y por el total desamparo en que cae la poesía
española tras la desaparición de Zorrilla, Campoamor
y Núñez de Arce:
(M. Machado, «Los poetas de hoy», p. 103) |
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Clarín, Apolo en Pafos (interview) (Folletos literarios, III), Madrid, Librería de Fernando Fe, 1887, págs. 75-76.
Francisco Giner de
los Ríos considera el sentimentalismo como uno de los
«principales extravíos de la literatura moderna»
y como una de las «adulteraciones de los
principios románticos»
(vid. «Consideraciones sobre el
desarrollo de la literatura moderna», Estudios de
literatura y arte (Obras completas, vol. III), Madrid, 1919, p. 204).
45
Sus mejores exponentes son los poetas franceses contemporáneos: Baudelaire, Leconte de lisie y Verlaine entre ellos. Los escritores españoles se hallan bastante alejados de estas tendencias, circunstancia poco propicia para las letras autóctonas, que Clarín no deja de lamentar:
(Apolo en Pafos, p. 85) |
46
Clarín posee un elevado concepto de la poesía lírica, que explícita, v. gr. en su artículo «La lírica y el naturalismo. Los buenos y los sabios (poema de Campoamor)» (en Armando Palacio Valdés y Leopoldo Alas, La literatura en 1881, Madrid, Alfredo de Carlos Hierro Editor, 1882, p. 151); no obstante, no cree posible su desarrollo satisfactorio en el presente momento literario, fundamentalmente por falta de buenos poetas.
A despecho de estas opiniones, críticos contemporáneos como F. Giner de los Ríos («Del género de poesía más propio en nuestro siglo», op. cit., p. 57) y U. González Serrano («Consideraciones sobre el Arte y la Poesía», Krausismo. Estética y Literatura. Antología, ed. de J. López Morillas, Barcelona, Labor, 1973, págs. 203-204) estiman que la poesía lírica es la más adecuada al momento histórico-literario que se vive.
47
Alas se ocupa de la poesía de Campoamor en trabajos como «La lírica y el naturalismo. Los buenos y los sabios (poema de Campoamor)», ed. cit., págs. 145-156; «Pequeños poemas (Campoamor)», Nueva Campaña, ed. cit., págs. 251-261; «Los amores de una santa», Nueva campaña, págs. 15-27; «Las Humoradas de Campoamor», Nueva Campaña, págs. 193-205.
48
Vid. fundamentalmente el cuarto de los Folletos literarios, Mis plagios. Un discurso de Núñez de Arce, Madrid, Librería de Fernando Fe, 1888.
49
Vid. la crítica «positiva» (en alabanza de la métrica y de la forma poética) a «Blanca. Historia inverosímil. Poema de Manuel del Palacio», ed. cit., págs. 73-82).
50
El cliché fue acuñado por Alas en su artículo «Los poetas en el Ateneo» (Sermón Perdido (crítica y sátira), Madrid, Librería de Fernando Fe, 1885, p. 3): «¿Nada más que tres poetas? Nada más. Y si vamos a tomar a rigor el concepto, dos y medio. ¿Quién son? Campoamor y Núñez de Arce los enteros, el medio (y un poco más) Manuel del Palacio». La respuesta del «medio poeta» a la crítica de Clarín desencadena una polémica entre ambos escritores, que da lugar a trabajos como el folleto V, A 0.50 poeta. Epístola en versos malos con notas en prosa clara, Madrid, Librería de Fernando Fe, 1889. Puede verse un resumen de la polémica en Narciso Alonso Cortés, Ensayos de literatura regional castellana, Valladolid, Ámbito Ediciones, 1985, págs. 101-104.
Para un
crítico «benévolo» como Juan Valera, el
número de poetas podría ampliarse al de los
«diez o doce que ya el público ha
canonizado»
(«La Metafísica y la
Poesía», ed.
cit., p. 1.638).