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Los gentilicios japón y japonés

Manuel Alvar





En la última edición del Diccionario (1984) académico se incluye japón «natural de Japón» como adjetivo anticuado y japonés como «natural del Japón, perteneciente a este país de Asia, lengua del Japón». Las formas responden con exactitud a dos cronologías bien caracterizadas. El Diccionario manual recoge una y otra palabra, aunque la primera como poco usada. Lógicamente, en un diccionario llamado esencial, japón ha desaparecido, según es justo, pero el viejo adjetivo subsiste en algún arcaísmo. Monje Ayala, en su El Arte de la encuadernación mantiene la forma del singular, aunque debiera concertar en plural, lo que señala la fosilización del adjetivo que se mantiene inalterable1; el DRAE recoge papel japonés2, que es una modernización del viejo término. Acaso más sorprendente que todo ello sea el femenino japona, tan usado en lo antiguo, y que en un pueblo de Granada3 recogimos como «variedad temprana de níspola». La situación al parecer es ésta: japón -a ha desaparecido virtualmente de la lengua viva y queda en el reducto de una artesanía o en el fósil, inexpresivo ya, de un término muy arcaico.

Sin embargo, japón «japonés», japona «japonesa» tuvieron vida muy activa en los siglos XVI y XVII y aun llegaron hasta el siglo XIX en que -como segado por un certero golpe de guadaña- desaparecieron por completo de la literatura. Nos quedan, pues, una colección de testimonios que, lógicamente, empezaron a documentarse en los misioneros jesuitas que se dirigieron hacia las tierras del Extremo Oriente. Así, en la vida de San Francisco Javier que pergueña el P. Rivadeneyra4 y, sin salir de las páginas 103-105, hay japón, el japón Anger, un hombre japón y los japones. En la edición del P. Acosta de la Historia Natural de las Indias se facilita una muy curiosa información:

nos dezia el padre Alonso Sanchez, que el tiempo que anduuo en la China, trayendole en tantos tribunales de Mandarin en Mandarin para escreuirle su nombre en aquellas chapas que ellos vsan estauan gran rato, y al cabo salian con nombralle a su modo, en vn modo ridiculo que apenas acertauan con el. Este es el modo de letras y escriptura que vsan los Chinos. El de los Japones es muy semejante a este, aunque dé los Señores japones que estuvieron en Europa afirman, que escreuian facilmente en su lengua qualquiera cosa, aunque fuessen de nombres proprios de aca y me mostraron algunas escripturas suyas5.



También en un documento de 16116 volvemos a atestiguar el término, que debió designar a un «baile deshonesto», según el testimonio de Rodrigo Caro7.

En el siglo XVII, la Conquista de las Malucas de Bartolomé Leonardo de Argensola, nos brinda una buena documentación8, secundado por otros autores de su región: el P. Palafox9 o Baltasar Gracián10. De otra parte están el Inca Garcilaso11, Lope de Vega12, Tirso de Molina13 y el Viaje del Mundo, de Pedro Ordóñez de Ceballos14.

Desde 1701, la documentación se adentra en el siglo XVIII: Villagutierre Sotomayor15, Feijoo16, el P. Isla17, Burriel18, M. G. Suárez19 y aun alcanza los años del XIX20. Es notable comprobar que la primera gramática española japonesa tenga en su título un término que se acercaba al arcaísmo: Fray Melchor Oyanguren de Santa Inés, Arte de la lengua japona, dividido en cuatro libros, según el Arte de Nebrixa. México 1738. Pero el siglo XIX significa el final de una voz que contaba con tradición aceptada: desaparece por completo y japonés cuenta como documentación única en los materiales del Diccionario histórico, y creo que se acabó con el uso de las dos palabras, toda vez que el DRAE introdujo japonés a partir de 1817 y consideró a japón como arcaico a partir de 1984 (lo había registrado en 1803; en ese mismo año aceptó japonense como «japonés»).

El exotismo modernista acabó imponiendo la forma japonés, probablemente reforzada por imitación francesa: válgannos los testimonios de Rubén Darío21 o de Delmira Agustini22, con la incorporación de un exotismo llamemos decadente. Eugenio D'Ors, al glosar a Amiel en Vich, dejó esta apostilla caracterizadora: «He aquí {a finales del siglo XIX} a Aubrey Beardsley, a Felicien Rops, al vizconde de Toulouse-Lautrec, corruptos de japón y de prostitución»23; de ellos pasó a nuestra América, según Max Henríquez Ureña, «Julián del Casal, con Kamemono (1892) y Sourimono (1893) incorporó a la corriente modernista el japonesismo»24, y aun podríamos añadir el prestigio de Sada Yacco, la danzarina japonesa que contó con la afección de Picasso25.

En portugués, país europeo que primero tuvo contacto con el Japón, se documentó japâo, japona como «japonés; -a» en la Relación de Mascarenhas s. XVI y en la Historia do Futuro del P. Vieira (1718)26.

En italiano, giappone «japonés» se recogió en Matteo Ricci (1552-1610) y giappona en Francesco Carletti (1573-1636), por más que hoy estén anticuados27.

Al parecer, en francés la documentación es más tardía, pues, sólo a partir de 1730, aparece japon como «porcelana del Japón»28 y de finales del siglo XIX son ejemplos como «collection de japons anciens»29, aún es posterior el significado de «papier de couleur ivoire, originairement fabriqué au Japon avec des fibres de mûrier («édition de luxe sur japon impérial»30).

Así pues, del portugués o del español el término japón y su femenino japona pasaría a otras lenguas y, si nos atenemos a la fonética, el femenino portugués se muestra bajo aspecto castellano y desde esa «primera forma» evolucionó normalmente a japôa31. Creo que poseyendo en castellano las documentaciones más antiguas del patronímico, habría que pensar que, desde él, pasó a las otras lenguas cultas de Europa, incluido el portugués.

¿Qué ha ocurrido para la tajante sustitución? Porque japón (< Japón), y nipón (< Nipón), tienen un final que no extraña, pues están dentro de la posibilidad de designar a las gentes de un país exótico con el nombre de su tierra32, que puede apoyarse en los gentilicios en -ón, procedentes de nombres geográficos en -nia (> -ña): Borgoña - borgoñón, Bretaña - bretón, Gascuña - gascón, Laponia - lapón, Lituania - letón, Sajonia - sajón, a los cuales se añade algún otro como Frisia - frisón.

Japón servía tanto para el país como para sus pobladores, lo que resultaba enojoso. Entonces japonés vino a sacar de apuros, por cuanto -és servía para formar gentilicios (milanés, aragonés, leonés, portugués)33.

La difusión en francés del sufijo -ais (< ése < -ensis) se debió a su carácter productivo: se utilizó únicamente para formar derivados de nombres de lugar y de países; en tal sentido, muy a finales del siglo XIX aún podía reemplazar a otros patronímicos (basquais aparecía en vez de basque)34.

En relación con japonais está otro gentilicio exótico: chinés. En francés no existe sino chinois, a partir del siglo XVII (testimonio de Le Robert), forma que queda al margen de las otras románicas: italiano cinese, documentado en Daniello Bartoli, en la Istoria della Compagnia di Gesú. La Cina descritta dal padre D. R. (1660), portugués chinêse, que ha de ser tardío35, y español chinés. La documentación de este adjetivo en nuestra lengua es tardía, aunque La verbena de la Paloma lo difundió en unos versos harto conocidos («dónde vas con mantón de Manila, / dónde vas con vestido chinés») no debió contar con aceptación popular: he oído cantar la letra con formas como chiné, chinel, que acreditan la incomprensión del gentilicio36. Sin embargo la palabra se usó desde el siglo XVII, en que, al parecer, consta en J. Osobio de Castro37, y en el XVIII, Feijo38, Sarmiento39, Concolorcorvo40, Clavijo41 y, ya entrado el siglo XX, aparece en don Armando Cotarelo42.

La historia de japón - japonés se nos presenta sin grandes problemas, aunque sea de cierta curiosidad. Japón, -a se aceptó como componente de una familia en la que el sufijo -on servía para indicar la procedencia de algunas gentes, pero su homonimia con el país designado, hizo que se buscara la sustitución del término antiguo43; entonces, el francés japonais vino a resolver las dificultades a la vez que traía un mundo exótico que floreció con el modernismo. Dentro de la corriente estaría chinés, que no logró arraigo.





 
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