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ArribaAbajoLa narrativa breve de Mario Benedetti

Sofía Eiroa Rodríguez (Murcia)


Tradicionalmente el cuento ha sido considerado un género menor, una literatura de entretenimiento propia de escritores poco disciplinados para afrontar géneros serios y más extensos como la novela. Afortunadamente esta concepción está siendo olvidada. Pero, no es de extrañar entonces que, siendo el cuento el género más antiguo del mundo sea el que más tardíamente alcanzó consolidación literaria.

Ya en su tiempo Juan Valera se dio cuenta de esto expresándolo de la siguiente manera: «habiendo sido todo cuento al empezar de las literaturas, empezando el ingenio por componer cuentos bien puede afirmarse que el cuento fue el último género literario que vino a escribirse». Y Baquero Goyanes completa: «el cuento apareció en el momento oportuno como género nuevo, nacido para una sensibilidad también nueva».

Nos encontramos con escritores -como es el caso de Mario Benedetti- polifacéticos que hacen de su narrativa breve una parte fundamental en el conjunto de su obra. Que navegan por las aguas fronterizas entre poesía y novela, apresando un matiz semipoético, seminovelesco que sólo es expresable en las dimensiones del cuento.

El cuento modernista y el cuento fantástico en Hispanoamérica suponen el punto de partida del cuento hispanoamericano moderno.

El cuento modernista hispanoamericano había iniciado una reacción contra las certezas realistas, una actitud antirrealista y una rebeldía frente a lo práctico, a lo no imaginativo. El Modernismo requería hondura, imaginación, misterio: superar el cerco de lo que los hombres llaman «realidad».

El concepto de «puro cuento» que concierta consigo mismo, no con la realidad, era una forma de reivindicar la ficción. La pura literatura, la invención, se liberaba así de la esclavitud de la mímesis. Se crean mundos poéticos que, lejos de ocultar el artificio, producen la fantasía a partir de la estilización del lenguaje y de la realidad.

Sin embargo, no es igual que literatura pura. Ni siquiera en cuentos tan artificiosos se puede hablar de literatura pura. Efectivamente, hay siempre una carga irónica contra la ciencia y la burguesía (los pequebú que diría Benedetti por pequeños-burgueses): se impone la libertad y la sensualidad. Se observa una hibridez en el cuento modernista.

Con esta liberación de la servidumbre realista se supera el concepto de mímesis que había sido la gran conquista realista. La experiencia, la vida propia, es sustituida por la abstracción de la belleza, el artificio. Descubrimos lo artificioso de la creación un camino que se dirige contra la espontaneidad. Así pues, desde este punto de vista, los albores del cuento moderno están caracterizados por:

-liberación de la mímesis

-creación de ficción

-fantasía como mundo real

-utilización de la verosimilitud realista incorporada a la fantasía

-desaparece la ley de la causalidad

Si el cuento modernista es una reacción contra la literatura realista, por otro lado, el cuento fantástico es heredero de una concepción filosófica idealista. El idealismo se centra en la percepción sensitiva de la realidad, que parte de Kant. Espacio y tiempo dependen de la percepción interior del hombre y ,por tanto, son modificables por el acto intelectual humano.

El cuento fantástico nace con el Romanticismo alemán. Es absolutamente incuestionable la importancia de los románticos alemanes -Hölderlin, Novalis, Schelling, Schegel, Schiller- e ingleses -Lord Byron, William Blake, W. Wordswoth, P. B. Shelley, Coleridge, Keats- en el cuento fantástico contemporáneo en general y en Cortázar, Borges, Onetti, Bioy Casares, el propio Benedetti en particular.

Entre los antecedentes que encontramos del cuento romántico, Italo Calvino señala los siguientes:

1.- Literatura gótica inglesa.

2.- Von Chemiso El hombre que perdió su sombra.

3.- Traducción inglesa de Las mil y una noches.

4.- El cuento filosófico de Voltaire.

Para Coleridge «la fantasía no es más que una modalidad de la memoria emancipada, eso sí, del orden temporal y del espacio. Al igual que la memoria la fantasía debe recibir todos los materiales preparados por la ley de asociación». En Benedetti sí podemos encontrar los rastros de esa memoria fantástica que lo mismo asocia contenidos y vivencias, que fantasea o evoca el lado oscuro de la tortura o la frustración.

El tema del cuento fantástico es la relación entre la realidad que vivimos y la subjetividad que percibimos. La esencia del cuento fantástico está en la duda. Debe situarse entre lo racional y lo irracional. Tal es el caso de cuentos como «El cambiazo», «Acaso irreparable» o «Transparencia».

El cuento fantástico debe producir perplejidad y no incredulidad. No se trata de hacernos creer o no sino de situarnos en la cuerda floja de lo racional.

En este sentido Todorov establece tres niveles: extraño, fantástico y maravilloso. El cuento fantástico nos hace dudar entre creer y no creer. El cuento maravilloso es inverosímil, imposible, y eso lo aceptamos desde el principio. En el cuento fantástico cambia el registro y nunca sabemos a qué atenernos, qué terreno pisamos. El origen de éste, está precisamente en los cuentos maravillosos, que nos llevan a la tradición oral del cuento.

La importancia de la prosa modernista de autores como Lugones, anticipó la aparición del cuento fantástico y, con él, la de las plumas de aquellos que, por distintos caminos se encargaron de sacarle brillo: Borges y Cortázar, que, para Saúl Yurkievich representan «los polos entre los cuales fluctúa el registro de la ficción fantástica». La diferencia según Cortázar estriba en que Borges partía de las ideas mientras que él extraía la fantasía de la experiencia vivida. Cortázar partía de lo real inmediato y Borges representaba lo fantástico ecuménico. Para Cortázar la normalidad se quiebra y los lazos que existen entre lo real y lo fantástico pueden ser más o menos ambiguos.

Borges y Cortázar suponen entonces otra vuelta de tuerca en su tratamiento del género. La realidad es utilizada para exasperarla al servicio de la fantasía. Cortázar, alternando teoría y práctica hablará de la tensión como característica fundamental en todo cuento. «La novela se gana por puntos, el cuento por K.O.» Benedetti nos «noqueará» en incontables ocasiones: «Los pocillos», «Ganas de embromar», «Las persianas» y un largo etc.

Como vemos, los orígenes del relato breve contemporáneo hispanoamericano, hay que situarlos en el cuento fantástico romántico y en el cuento modernista americano. Y ni siquiera con un planteamiento teórico previo tenemos la certeza de alcanzar a comprender la prosa breve de Mario Benedetti, de llegar al significado último de unos cuentos que se nos presentan como construcciones culturales virtuales.

El repentino interés internacional por la narrativa hispanoamericana que se despertó en los años comprendidos entre las décadas de 1950 y 1960 sirvió, no sólo para conocer la literatura que entonces se estaba haciendo, sino para redescubrir a escritores del pasado inmediato que, casi desapercibidos, se habían adelantado a su tiempo o que, en algunos casos, continuaban una obra silenciosa pero de innegable valor al margen de los grupos literarios. Debe haber alguna explicación lógica para el admirable desarrollo del cuento en la zona rioplatense. Probablemente por la necesidad de los inmigrantes de contarse sus historias personales, de no olvidar sus lugares de origen... Testigo de todo ello ha sido siempre el mar porque tanto montevideanos como porteños llaman mar a lo que nosotros pensamos Río de la Plata. Personaje pues, de muchos cuentos de Benedetti,-«La vecina orilla», «La sirena viuda...»- si no existiera el mar habría que inventarlo como a las sirenas de «Un boliviano con salida al mar» en Despistes y franquezas.

Periodista, autor de novelas, poesía, teatro y crítica literaria Mario Benedetti es también clasificado como escritor de cuentos. No se trata pues de un capricho pasajero o de veleidades de gran autor. José Emilio Pacheco ve en esta última dedicación -que hoy destacamos de forma especial- «Una prueba de su autenticidad. Nadie que buscara un público masivo hubiera optado por un género que se suponía de escasa venta en comparación con la novela». Además de romper con este tópico, pues de sus colecciones de cuentos se venden ejemplares por miles, Benedetti, en cierta manera reinventa el cuento desde los orígenes que hemos comentado. Un «género menor»del que no se sospechaban las posibilidades de belleza, emoción y humanidad que podía obtener su brevedad. Brevedad que, en este autor también es llevada al límite. Nos encontramos con cuentos impecables como «Su amor no era sencillo» de una extensión pasmosa, apenas cuatro líneas, pero no por ello menos cuento. Es en los cuentos pertenecientes a Despistes y franquezas donde más juega Benedetti con el lector, la mayor parte de los cuentos son muy breves: «Idilio», «Bestiario»; algunos apenas diálogos como en «Larga distancia». También juega con la complicidad en «Lázaro» donde este personaje desesperado después de la resurrección camina a recuperar su sudario o con el lenguaje «El puercoespín mimoso» o «Todo lo contrario» se atreve incluso a jugar con los lingüistas -el colmo de la osadía- en un cuento que se titula precisamente así: «Lingüistas».

José Donoso ya incluía a Mario Benedetti en su Historia personal del boom destacando sus novelas primerizas y después un libro fundamental en la narrativa breve de Benedetti: Montevideanos. Dice Donoso: «existen una serie de libros que aspiran a servir de atajos para llegar lo más pronto posible a una conciencia de lo que, en los diversos países, es lo nacional... La actitud revelada en estos libros, su angustiada curiosidad adolescente por contemplarse desnudo en el espejo para conocerse de una vez por todas y lograr crecer pasó del ensayo a la literatura de imaginación convertida en obras como Montevideanos de Mario Benedetti.

¿Pensaba Donoso cuando escribió estas líneas en «Inocencia», uno de los cuentos incluidos en este libro? Podría ser puesto que en él la adolescencia, la imagen de lo prohibido, del cuerpo por descubrir aparecen de forma clara. Es el despertar de la inocencia que Benedetti ya había tratado desde la perspectiva de la infancia en «La vereda alta» que se incluye en la colección Esta mañana.

Un rasgo que también destacaría José Donoso en el grupo de escritores que engloba como pertenecientes al boom es el exilio. Dirá: «No se puede negar que el exilio, el cosmopolitismo, la internacionalización, todas las cosas más o menos ligadas, han configurado una parte muy considerable de la narrativa hispanoamericana de la década de los años sesenta».

En Benedetti el exilio no es sólo el de algunos cuentos como: «El hotelito de la rue Blomet», «Geografías» o «Hermanito».El exilio frustra incluso cuando la fraterna solidaridad mitiga la nostalgia y el desarraigo: «La sirena viuda, «Balada» con sus trágicos finales, «Más o menos custodio» o «Recuerdos olvidados» por ejemplo. Y es aquí cuando nos encontramos con su complemento: el desexilio, esa providencial palabra tantísimas veces mencionada que el propio autor define en El desexilio y otras conjeturas. «Es el posible y arduo regreso de los exiliados, puede ser tan duro como el exilio». Por si quedaba alguna duda también la localiza, fue en junio de 1982 cuando la utilizó por vez primera en Primavera con una esquina rota. Pero también hay cuentos de desexilio: «No era rocío», «El reino de los cielos» o «Llamaré a Mauricio» Benedetti no se resiste a rizar el rizo con «De puro distraído» en el que sus protagonista se autodesexilia involuntariamente porque de puro distraído aterriza en su país de origen donde es detenido.

Puede decirse, sí, que el gran autor uruguayo toca registros que lo vinculan a la narrativa de la generación uruguaya de 1945 y a la imaginativa, en general, pero esta convención facilita poco la entrada a una obra que toca una inmensa gama de registros. De ahí la dificultad con que nos topamos en cada tentativa de clasificación de un corpus narrativo en el que las tendencias cambian tanto que apenas sí se insinúan y que, al mismo tiempo excede cada uno de sus períodos.

Se podría afirmar también que cada cuento de Mario Benedetti toca un tema determinado o que los temas que obsesionan a su autor saltan desde un cuento a otro, pero ello significaría, una vez más, quedarnos en el umbral de su profundidad, ya que dichos temas no suponen contenidos llenos o resueltos sino procesos, excepciones, límites, y son formas de un sentido que se configura como enigma para un lector que poco a poco será captado por la aparente inocencia de un lenguaje que sostiene el poder de la fábula. El valor de los detalles en un cuento como «Idilio» en el que se alternan las visiones de una pareja; el ambiente de oficina en «El presupuesto»;el tópico superado en «Corazonada» donde cuenta los amores de una criada joven con su señorito; el odio fraternal que persiste incluso cuando ya no existe su causa primera en «No ha claudicado» o la circularidad en un cuento como «Miss amnesia». La lista de cuentos prodigiosos sería interminable «Familia Iriarte», «Requiem con tostadas», «Fin de la disnea» o «Truth on the rocks»...

Mario Benedetti dirá con respecto al oficio de escritor: «El deber primordial de un escritor es que tiene que reivindicar su condición de escritor, y a pesar de todos los desalientos, las frustraciones, las adversidades, buscar el modo de seguir escribiendo». En «Pequebú» un cuento perteneciente a Con y sin nostalgia, dice de su protagonista: «escribía, no sólo poemas como cualquier neófito, también escribía cuentos». En otro cuento, «Pacto de sangre»,esta vez perteneciente a Despistes y franquezas, dice también otro de sus personajes «y me iré con mis cuentos a otra parte o a ninguna».

Ojalá que Mario Benedetti no se vaya nunca con sus cuentos a otra parte; que lo que llamamos sus Cuentos Completos no sean sus cuentos completos; que los merecidos homenajes que recibe no le impidan seguir ejerciendo su «oficio de escritor», de cuentista. Es puro egoísmo, no queremos quedarnos huérfanos de una narrativa breve que encierra en sí misma el secreto de la construcción de mundos.

Bibliografía

Benedetti, Mario, El desexilio y otras conjeturas, Madrid, Ediciones El País, 1984.

Donoso, José, Historia personal del boom, Barcelona, Ed. Anagrama, 1972.