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XXXVI

No hay reinar como vivir


Esta ingeniosa y excelente comedia no fue impresa más que una vez en la Parte trece de la colección de Escogidas; Madrid, Mateo Fernández, 1660, con el título:

Comedia famosa | No ay reynar como vivir. | Del Doctor Mira de Mesqua.

Es la penúltima del tomo.

Manfredo, rey de Sicilia, sólo dejó una nieta legítima, Margarita, muy niña cuando perdió a su padre Recaredo, el cual encargó la tutela a un hijo bastardo de Manfredo, llamado Conrado, el cual al empezar el drama tenía dos hijos ya mozos. Al acercarse la mayor edad y casamiento de Margarita, Conrado, que no quería dejar el poder y desconfiaba de casar a uno de sus hijos con la Reina, urde darle un veneno que la mate o la deje loca, en connivencia con su hijo mayor Octavio y con ayuda de una dama de Margarita, llamada Serafina, amada de Octavio, que sería rey y a la cual se ofrece la mano de Octavio y la corona real. Pero ésta, aparentando entrar en el complot, se lo descubre a la Reina, la cual, dejando entender que había bebido el tósigo, se finge loca, para que no repitan las tentativas por otro camino.

El rey de Nápoles, Federico, prendado de las cualidades de Margarita, que la fama había hecho llegar hasta él, resuelve pedir su mano; pero queriendo por sí mismo cerciorarse del mérito de su futura, se presenta en Nápoles, disfrazado con el título de embajador del monarca y llamándose Marqués de Pescara. Le conoce el hijo segundo de Conrado, que se había mantenido leal a Margarita y hasta ignora la criminal tentativa de su padre y hermano y se lo declara a la Reina, que se había prendado del joven Rey de Nápoles y éste de ella.

Aquí empieza el enredo de la comedia y papel difícil de Margarita, que en público se finge loca, causando la desesperación de su pretendiente y al cual no puede desengañar por la estrecha vigilancia que cerca de ella ejercen Conrado y su hijo. A esto se añade que por algunas palabras que oyen éstos a Margarita, muy discretas, en conversación con el falso embajador, entran en sospechas de si la Reina fingirá su locura, y entonces ella tiene que aparentar que desea casarse con su primo Octavio, para asegurarlos. De Federico se apoderan entonces los celos más rabiosos, pues había ido convenciéndose de que Margarita no estaba loca, y está ya a punto de volverse a Nápoles cuando la repentina presencia en Sicilia de una poderosa escuadra napolitana, enviada para libertar a Federico, que sus súbditos, en vista de su tardanza en volver, creían prisionero, hace cambiar los sucesos y favorece el desenlace de la obra. Margarita convence a Federico de la verdad de su afecto y le entrega su mano, sin que nadie se atreva a oponerse; antes al contrario, salen desterrados los dos criminales, y Carlos, caballero leal, obtiene en recompensa la mano de la noble Serafina, de quien estaba prendado.

El mérito principal de esta obra en cuanto al arte estriba en la gran dificultad, vencida a fuerza de ingenio, de que Margarita pueda en público representar un papel doble con respecto a sus enemigos y a su amante el Rey de Nápoles, arrollando los obstáculos naturales e imprevistos que se le presentan para lograr sus fines. Todo ello está expuesto y ejecutado con habilidad, dentro de los medios que el poeta quiso poner al alcance de los personajes.

Tiene esta comedia alguna semejanza con la de Lope El Cuerdo loco o el veneno saludable y con La boba para los otros y discreta para sí.




XXXVII

Obligar contra su sangre


Otra obra conocida por haberse impreso en Autores españoles. Se atribuye a Mira en dos impresiones sueltas de principios del siglo XVIII, ambas sevillanas; la primera de Francisco de Leefdael, sin año, en 16 hojas en cuarto, con el número 125, signaturas A-D2, y la segunda que dice literalmente:

Núm. 55. | Comedia famosa. | Obligar | contra su sangre. | Del Doctor Mira de Mesqua. Al final añade: Con licencia: En Sevilla, en la Imprenta de Manuel | Nicolás Vázquez, calle de | Génova. 4º; 32 págs. numeradas. Sigue un adorno final que representa una cestilla con flores, de tosco aunque gracioso dibujo.

Esto no obstante, deberé advertir que en la Biblioteca Nacional hay un manuscrito antiguo de esta pieza que describiremos. Tiene el número 18.142 y en la cubierta, de pergamino, dice: «Obligar contra su | sangre de | D. Antonio de Mendoça. (Tachada esta palabra con rasgos que parecen querer formar otra, pero que no dicen nada). Año de | 1636.»

En la primera hoja sólo dice: «Personas desta Comedia». La letra es de la fecha que dice y copia hecha para el teatro, por las acotaciones de no y que tiene.

En las últimas hojas hay pegotes y enmiendas de otra mano. Al final dice: «a P.o de junio de 1636». Luego, de otra letra antigua: «De Mira de Amescua», y más abajo: «e bisto esta Comedia y puede Representarse, en Madrid A 12 de abril de 1638. Juan Nauarro de espinosa.» (Al margen:) «Represéntese». (Rúbrica.)

Si la comedia fue compuesta en 1636 será de don Antonio de Mendoza, como decía la primera copia, o de otro, pero no de Mira, que ya estaba en Guadix, olvidado del mundo, a no ser que el poseedor del manuscrito lo hubiese tenido guardado hasta que le pareció llegado el momento de representar la obra. La doble atribución de las impresiones sevillanas tiene mucha fuerza, pues quizá tuvieron a la vista textos indubitados o más seguros que el manuscrito 18.142.

Este interesante drama se desluce con el desenlace que recibe; es decir, con la pistola que muestra doña Sancha (en tiempo de Alfonso VIII, siglo XIII), cosa que resulta más ridícula con la disculpa de Laín. Más ordenado y regular hubiera sido que, reconociendo primero don García su deuda con doña Sancha, le diese la mano y luego acudiese a su venganza, que la generosidad de don Nuño hiciese ya imposible. Hubiera sido también más acertado que doña Elvira apareciese no una mujer feroz sino algo interesada en favor de Nuño, para que la lucha de afectos fuese mayor. Quizás el final que tiene la obra no sea de Mira.

Esta comedia parece posterior a La desgraciada Raquel, cuya muerte se menciona en la primera escena y se describe en la larga relación de la página 61, columnas primera y segunda de la edición de Autores españoles.

El pasaje en que Laín, lacayo, se burla del recurso tan extraño de sacar doña Sancha la pistola, dice:

LAÍN.
¿Sancha con boca de fuego?
Ballesta y lanzón había
solamente en aquel tiempo;
mas la ballesta se deja
para cuando Alfonso sexto
tome juramento al Cid.
D. GARCÍA.
Siempre, cuando los discretos
disponen los fines, hallan
tan acordados conciertos.





XXXVIII

El palacio confuso


Esta es otra comedia que creemos habrá que quitar a Lope de Vega para adjudicársela al doctor Mira. Ni el uno pierde nada con el despojo ni el otro gana con la adquisición, porque la obra es de las más flojas que compusieron uno y otro.

Como la hemos publicado recientemente en el tomo octavo de la nueva serie de obras dramáticas de Lope que imprime la Academia Española113, no daremos su análisis ni juicio. Expondremos sólo y brevemente las razones que abogan en pro de esta nueva atribución a favor de Mira.

La primera mención que se hace de esta comedia corresponde a 1628 y la nombra una lista de las que formaban el repertorio o caudal cómico del autor de compañías Jerónimo Almella en Valencia y la atribuye a Mira de Amescua114.

Pero a nombre de Lope de Vega se imprimió en la Parte XXVIII de Varios autores en 1634 y en una Parte XXIV de Lope, impresa en Madrid en 1640. Volvió a imprimirse como de Mira de Amescua en 1667 en la Parte XXVIII de la colección de Escogidas, con varias supresiones y con el mismo autor en una impresión suelta hecha a fines del mismo

Ante tales contradicciones habrá que atenerse al estudio interno de la comedia y de él deducimos que más bien deberá atribuirse a Mira que a Lope. Esta comedia, aunque original en el desarrollo de un asunto muy tratado desde Terencio, que es la confusión entre dos hermanos gemelos, no ofrece todo el interés que podía esperarse del parecido, ya que el enredo se limita a deshacer el uno lo que el otro hace. El episodio de la confusión de Porcia y Elena sobre cuál fuese el Rey sería bueno si no fuese tan corto y de poca consecuencia.

En los caracteres femeninos, bruscos y atropellados, no hallamos la menor huella de la mano de Lope; más propios parecen de un hombre de corazón duro y seco, como el de Mira, según hemos comprobado en otras obras.




XXXIX

Polifemo y Circe


Esta comedia, primera forma de El mayor encanto amor, de Calderón, parece que fue impresa en una Parte II de Varios autores, que cita don Juan Yáñez Fajardo; pero que hoy nadie conoce. Es obra de Mira, Montalbán y Calderón.

Don Juan Eugenio Hartzenbusch hizo su edición, en las Comedias de Calderón, de Autores españoles, por dos manuscritos que le facilitó don Agustín Durán, uno del siglo XVIII y otro más moderno; pero no conoció otro, casi original y autógrafo en gran parte, que vamos a describir.

Tiene hoy la signatura R-83, que corresponde a la antigua V-18-23. En la portada dice: «El Polifemo.» De otra letra moderna se añadió: «y Circe de Calderón.» A la vuelta, y también de letra distinta del texto, van los personajes.

El verdadero texto empieza en la hoja segunda, que dice: «P.ª j.ª (Primera jornada) de polifemo Suena Ruido y aparece una nave en alto.» El acto primero, de mano desconocida: no lleva firma; pero parece original, por las muchas enmiendas y tachaduras.

Empieza:

VLIS.
Sagrado Dios Neptuno,
que griegos ofendes a pesar de Juno;
piedad, dios soberano,
que en montañas de espumas dejas cano
este reino de plata,
cuyos abismos tu furor desata.


Acaba:

embarcar: al mar, al mar.
CIR.
Viva estoy, mi forma tengo.
Oye, Ulises; él me adora
si no le mudan los tiempos.


La segunda jornada, empieza: «Jesus, M.ª Joseph. Acto segundo. Entra Polyfemo muy enojado y tres Cíclopes con él.

POLY.
Idos, dexadme todos, idos presto
que no quiero testigos en mi muerte
ni quiero valedores en mi vida,


y acaba:

CIR.
Esto es vengarse una mujer con celos;


y a continuación: «Alabado sea el S.mo Sacramento y la Concepción purísima de la virgen nra. S.ª M.d y martes (hueco) de abril de 1630. -D.r J.º Perez de Montalvan.»

El tercer acto o jornada empieza: «Jhs. Maria Joseph. V. A. S. -El Polifemo. Tercera jornada. Sale Polifemo solo por un monte:

POL.
¿Qué derrotado bajel,
pájaro de espuma leve,
pez de los vientos veloz,
monstruo de sus dos especies,
es aquel que zozobrando,
entre soplos y vaivenes,
gota parece del aire,
átomo del mar parece...


Acaba:

IRE.
Al mar se arroja, y en él
nace un escollo sublime,
que entre nácares y perlas
de monumento le sirve,
para que con los sucesos
de Polifemo y de Circe
la comedia acabe, y tres
poetas perdón os piden,
porque los que dos merecen
el uno consiga humilde.


Este texto de Calderón está lleno de tachaduras y enmiendas como otros manuscritos de este autor y de letra muy descuidada. Sin duda por lo sucio y casi ilegible de este texto se copió otra vez al final la tercera jornada, que acaba: «Jhs. M.ª Joseph. -Don P. Calderon de la barca.»

Lo que no aparece es el nombre ni la letra de Mira de Amescua. Medel tampoco lo sabía, pues al citar la comedia de Circe y Polifemo, agrega: «De tres ingenios.» Pero como desde Yáñez Fajardo viene atribuyéndose la primera jornada de esta comedia a Mira, no vemos razón para impugnar este parecer.




XL

El primer Conde de Flandes


Esta comedia se imprimió por primera y única vez en la Parte XXIX de la colección de Escogidas (Madrid, Buendía, 1668), la octava en el orden del tomo, con el siguiente encabezado: El primer Conde de Flandes | Comedia famosa. | De Don Fernando de Zárate.

Este poeta dramático de la segunda mitad del siglo XVII no puede ser autor de la comedia, porque en nuestra Biblioteca Nacional existe un manuscrito de ella, copia de otro, terminado en 1616, fecha en que probablemente aún no había nacido Zárate, que empezó a publicar sus comedias hacia 1644 lo más pronto.

Este manuscrito tiene hoy el número 16.688; es de letra de la segunda mitad del siglo XVII y ostenta el título siguiente:

«Comedia famosa | del Primer Conde de Flandes del Dr. Mira de Mesqua |

Personas:
Rey Ludovico de Alemania.Alfreda, infanta.
Rey Carlos de Francia.Margarita, infanta.
Príncipe Ludovico. Matilde, infanta.
Príncipe Rodulfo. Berecinta, vieja.
Balduino, flamenco, galán.Un Clérigo.
Duque Lamberto.Enrico, criado de Lamberto.
Arnaldo, caballero.Un Cristo.
Ricardo, criado de Lamberto.Tres soldados.

Empieza:

SOLD. 1.º
Muerto está el Emperador.
SOLD. 2.º
¡Caso extraño!
SOLD. 3.º
¡Hazaña loca!
BALD.
¡Muera el cobarde traidor
que tal hizo! Al arma toca.


Acaba:

BALD.
¡Caso extraño!
Y el primer Conde de Flandes
aquí tiene fin, Senado;
de quien Filipo tercero115
tiene su origen preclaro.


«Fin de la famosa Comedia del Primer Conde de Flandes por el Doctor Mira de Mescua en 24 de noviembre de 1616 añ.s»,

Arnaldo cuenta el asesinato del emperador Ludovico por varios conjurados, y el rey Ludovico y el rey Carlos se creen sus herederos; pero convienen en que el Papa dé el Imperio al que tenga más derecho.

Balduino, que había perseguido a los asesinos, vuelve con tres cabezas.

Se despiden Alfreda y Lamberto, bajando éste por una escala al amanecer; habían pasado la noche juntos. Pero el Duque dice:

      ¡Como enfada
la mujer que se aborrece!
Mientras que está deseada
ángel hermoso parece,
y demonio si es gozada.
Con grande extremo deseo
irme ya.


Lamberto era gobernador de París en ausencia del rey Carlos y Alfreda hija de éste. Pero Lamberto estaba ahora enamorado de Matilde, hija del rey Ludovico. Vuelven los Reyes a París con las infantas: Margarita, hija de Carlos, y Matilde, de Ludovico. Viene también Balduino, nombrado almirante de Francia. Este está enamorado de Margarita y ella de él y también Matilde. De ésta, además de Lamberto, está enamorado el príncipe Ludovico su primo. Y tras estas escenas desligadas acaba el acto primero.

El segundo empieza con una cita que por el jardín había dado Margarita a Balduino. Escena muy bonita de discreteo, pues Margarita no dice quién es; y como en público parecía aborrecer a Balduino, éste no sospecha que sea ella. Sigue otra escena de celos de Alfreda y Lamberto. Este hace que sus dos criados le acometan y finge que le hieren ante Alfreda, que lanza sus quejas doloridas, y como inmediatamente se presenta tan sano al rey Carlos y los criados de Lamberto le dicen al padre los extremos de dolor que hace Alfreda, éste cree que está loca. Al mismo tiempo Lamberto pide la mano de Matilde y el padre se la otorga. Se suspende esta boda porque excita los furores de Alfreda.

El episodio de Balduino y Margarita sigue su extraño curso. Esta en público afecta despreciarle y causa mucha confusión a Balduino, que en la voz cree reconocer la de Margarita, en otra escena nocturna, con la que termina el acto.

Jornada 3ª.- Llegan de Roma el príncipe Ludovico, que trae a Carlos buenas nuevas, y Rodulfo, que las trae malas para Ludovico. Enemistad consiguiente entre ambos. Margarita, aprovechando las fiestas que se hacen en París por la elección de Carlos para el Imperio, se viste de hombre (como máscara) y ruega a Balduino que la lleve consigo. Este le dice que va a Flandes y ella se conforma, pues dice que así se lo manda la infanta Margarita. Al conocerse la ausencia de la Infanta, el príncipe Ludovico persigue con gente a Balduino. Margarita se esconde y él, a pesar del peligro, va acompañando un clérigo que llevaba el Viático. En recompensa, ya presa Margarita por los perseguidores, se le aparece a Balduino en un árbol un Cristo crucificado y le dice que le ha de dar a Flandes y la grandeza de su estirpe. En esto se presentan el rey Ludovico, el príncipe Rodulfo, Arnaldo con un ejército alemán y Matilde. Escena impertinente de política entre el nuevo Emperador, el rey Ludovico, el príncipe Rodulfo, con un mapa, etc. Se abre la tierra y traga a Rodulfo, que quería ir contra el Papa por la sentencia del Imperio. El rey Ludovico, lleno de miedo, ordena disolver su ejército. El príncipe Ludovico trae a París a Margarita presa y ya vestida de mujer, y el Emperador manda ahorcar a Balduino y a Margarita. Llega el Rey de Alemania humilde ante su hermano el emperador Carlos, con Matilde, su hija. Se abrazan los dos hermanos. Ludovico pide a Carlos que perdone a Balduino y a Margarita y el Emperador los casa. El rey Ludovico abdica el reino en su sobrino y le casa con Matilde. Entonces Lamberto se decide a casarse con Alfreda, declarando que no estaba loca.

Esta comedia, larguísima, es un verdadero caos en que los hechos se van presentando sin lógica ni antecedentes ni explicaciones previas, tal como los hemos referido. Puede servir de tipo y modelo del extraño sistema dramático del autor, aunque en otros casos es más ordenado.




XLI

Los prodigios de la vara y Capitán de Israel


Se ha impreso esta comedia en la Parte XXXVII de Escogidas (Madrid, Melchor Alegre, 1671), la quinta en el orden del tomo, con el siguiente título o encabezado:

Comedia famosa. | Los Prodigios de la Vara, y Capitan de Israel. | Del Doctor Mirademescva. | Personas que hablan en ella:

Nacor.Datán.
Eliacer, Egipcios.Solomi, Hebrayca.
Faraón, Rey.Séfora, su hija, postora (sic)
Jermud, su hija.Adar, pastor.
Moysén.Iosué.
Masar, gracioso.Vn Ángel.
Arón, hermano de Moysén.Músicos.
María, su hermana.Auilón.
Getró. 

Hay gran fiesta en la ciudad por las victorias de Moysén, capitán de Faraón, que deja vencida y sometida a la Etiopía. Se cuenta el nacimiento del héroe, y cómo Jermud le salvó de las aguas del Nilo. Entra Moysén y cuenta sus éxitos guerreros, así como que se había casado con Tarbis, hija del Rey de Etiopía, a la cual repudió en seguida porque no había querido venir a someterse al Faraón.

Este oye con recelo las hazañas de Moysén y se propone destruirle en cuanto tenga ocasión de ello. Esta idea y la de la supuesta ambición del israelita le están apuntando de continuo los cortesanos Eliacer y Nacor, envidiosos de Moysén.

Arón y Datán se lamentan de la esclavitud en que yacen los judíos. El primero cita a Jeremías, que aún no había nacido:

«Lloraba Jeremías», etc. Viene luego el episodio de la joven Solomi, mujer de Datán, perseguida de amores por Eliacer. Ella le desprecia. Pero él en cierto día, a la madrugada, llama al marido para que vaya al trabajo, cuando aún la mujer estaba dormida; entra en la casa del hebreo y se acuesta con la mujer, la cual, al conocer la burla, después del daño, pone el grito en el cielo y cuenta el hecho. Moysén, haciendo oficio de juez, mata con una daga a Eliacer.

Jornada 2ª.- Sigue la privanza de Moysén con el Faraón. Este ve a María, hermana de Moysén, y se enamora a su modo de ella, la cual coquetea algo con el Rey, pues le contesta con cierto donaire gracioso, aunque se niega a todo lo que se le pide.

En una riña que Datán y Avirón, hermanos, sostienen sobre llevarse un pan y Moysén quiere apaciguarlos en justicia, Datán echa en cara a Moysén haber muerto a Eliacer, como si no lo hubiera hecho en honra y provecho suyo. Esto lo oyen Nacor y Faraón, el cual condena a muerte a Moysén y ordena que le ejecute Masar, el gracioso, un pobre esclavo hebreo, el cual cuando va a cortar el pescuezo a Moysén queda ciego y el Rey mudo. Huye Moysén y no para hasta la tierra de Madián, donde llega al pozo en que Séfora iba a abrevar sus ganados. El grosero pastor Adar no le quiere dejar la preferencia; y como la tarde caía, Moysén le obliga a cederle la vez a la joven pastora, que se prenda de él y lo lleva a casa de su padre Getró, quien se la da por mujer. Es muy lindo y bien versificado este episodio. Insiste Faraón en sus amores con María, siendo Masar el intermediario, que entrega a la joven una carta del Rey en que le ofrece todo su poder y le pide una cita para la noche. Pero María rompe el papel y abofetea al mandadero.

Prosigue el idilio de Moysén y Séfora. Oración de Moysén a Dios; milagro del ángel entre unas zarzas, que arden sin quemarse. Este ángel dícele que es Dios mismo y le encarga que saque al pueblo del poder de Faraón; le predice las maravillas que acompañarán a este suceso y hace mención de la vara que tenía en la mano, con la cual obrará los mayores prodigios. Termina el acto segundo.

Jomada 3ª.- Séfora, que no quiso acompañar a su marido, se vuelve a casa de su padre.

Faraón persigue daga en mano a Masar por el mal resultado de su tercería; pero ambos insisten en repetirla.

Sale Arón cargado de ladrillos, como esclavo y Nacor apaleándole. Arón ora pidiendo a Dios alivio para el pueblo israelita. Aparece un ángel que le anuncia la venida de su hermano Moysén y libertad de los hebreos. Sigue una música nocturna de Faraón a María, como si fuera en el siglo XVII. Cantan y tañen los músicos, y Masar, que había entrado en la casa, se asoma a la ventana y finge ser María:

   Quiero fingir la habla,
y con cuatro requiebros
que yo al Gitano diga
andará al retortero.
   De aquesta vez, señores,
hembrimacho me vuelvo;
que el miedo a esto me obliga:
mas ¿qué no inventa el miedo?


Pero luego sale la propia María y desengaña al Rey enamorado. Arón desde la calle asiste al diálogo. Aparece Moysén y después de una escena digna de dos galanes de la corte de Felipe IV sobre dejar la calle libre, se reconocen y abrazan los dos hermanos. Ambos se presentan al día siguiente al Rey pidiéndole deje salir al pueblo hebreo; Faraón se niega, sin que le asusten algunos prodigios que con su vara obra Moysén. Pero empiezan las famosas «plagas de Egipto». Faraón se ahoga de sed y de humo; en lugar de agua le ofrecen sangre, pues en ella se convierte el cristalino líquido. Siguen las demás plagas y los hebreos emprenden la salida capitaneados por Moysén; pero Faraón se apresta a querer detenerlos. Han pasado a pie enjuto el mar Bermejo, que queda abierto y seco, con gran asombro de los hebreos, que no se explican la continuación del prodigio cuando ya no es para ellos necesario. Pero avanzan las tropas de Faraón por el boquete y Moysén toca con su vara el suelo y las aguas se precipitan a cubrir el paso, sumergiendo todo el ejército egipcio. Sólo se salva Masar nadando y llega al campamento en que Moysén da descanso a su gente y entonan el himno de gracias:

   Vamos, y aunque aquí se acabe
esta comedia, el autor
no pide perdón a nadie
de las faltas que tuviere
hasta la segunda parte,


que no escribió. Esta obra no tiene unidad ni asunto determinado; son una serie de episodios sin concluir ninguno, más que el mayor de ellos, que es la libertad y salida de los hebreos. La primera mitad está mejor escrita y versificada que la segunda. Escenas aisladas hay algunas ingeniosas y hasta graciosas.

Reina Sevilla (La). Véase Carboneros de Francia (Los).

Rico avariento (El). Véase Vida y muerte de San Lázaro.




XLII

La rueda de la Fortuna


Se imprimió primero esta comedia en la colección titulada: Flor de las comedias de España de diferentes autores... Quinta parte... Alcalá, 1615, con el título de:

La rueda de la Fortuna. | Del Doctor Mira de Amescua.

Después y con el mismo título y autor, suelta, en Sevilla, por Francisco de Leefdael, sin año (hacia 1725), en 32 páginas y con el número 213, y luego en Barcelona, por Pedro Escuder, sin año (hacia 1750), en 16 hojas y con el número 40. Se reimprimió en Autores españoles.

Esta comedia se representaba en Toledo en 1604 por la compañía de Juan de Morales, como se ve en una carta de Lope de Vega, con fecha 14 de agosto, que dice: «Representa Morales, silba la gente; unos caballeros están presos porque eran causa de esto... Aplacó esto porque hizo La rueda de la Fortuna, comedia en que un rey aporrea a su mujer, y acuden muchos a llorar este paso como si fuera posible»116.

El mismo Lope, en su comedia Virtud, pobreza y mujer, escrita por estos días, añade:

ROSELIO.
¿Y dónde, en efecto, vais?
CELIA.
A la comedia famosa
que representa Morales.
LUDOVICO.
¿Famosa? ¿Cómo se nombra?
OTAVIA.
La rueda de la Fortuna.
ROSELIO.
Tenéis razón: escribióla
el doctor Mescua.
LUDOVICO.
Bebió
todo el cristal de Helicona.


La rueda de la Fortuna será una de las primeras del autor. Se estrenaría en Granada, estando él allí, y la traería Morales a Toledo en 1604, donde la vio Lope de Vega.

Es una prueba de lo exuberante que se ofreció el teatro español en sus comienzos.

La obra pretende ser histórica, y lo son los nombres de los tres emperadores que en ella intervienen: Mauricio, Focas y Heraclio, pero nada hay en ella de historia. Hasta la época es otra, pues supone la acción en el siglo XIV, cuando, como es sabido, vivieron dichos personajes a fines del siglo VI y principios del siguiente.

Comienza por una gran inverosimilitud, cual es suponer que la emperatriz Aureliana oculta su hijo legítimo en una aldea y le sustituye en palacio con el hijo de una esclava, que disfruta todos los honores de Príncipe heredero. Su mismo marido lo ignora y no se adivina la causa fundada de la ocultación, pues Mauricio, emperador, es viejo y nada hace temer que el Príncipe corra peligro alguno.

Otro de los episodios, no ya inverosímil sino ridículo de puro extravagante, es el del águila que arroja en el campo de los sublevados una espada, que da el trono al pastor Focas, pues ninguno más que él puede desenvainarla: en una comedia de magia podría pasar.

Al morir el emperador Mauricio reconoce por hijo suyo a Heraclio, que no lo fue sino de otro Heraclio de Cartago y Mauricio era de Capadocia.

Otro episodio inútil y nada verosímil es la prueba que el general Leoncio quiere hacer de la fidelidad del general Filipo, protector de la mujer de Mauricio, de su hija y de una prisionera persa, a la que amaba Filipo, dándole a escoger la vida y libertad de una de las tres, pues las otras dos habían de morir. Ni este cruel episodio sirve de nada en la acción, ni podía comprenderlo Leoncio, siendo amigo, no sólo de Filipo, sino leal con la familia de su Emperador muerto.

En resumen: esta comedia, como obra orgánica, en cuanto al arte no tiene defensa. Son una porción de episodios sin dependencia unos de otros, escritos a veces con muy buena poesía, eso sí, y en largas tiradas, pero casi todos sobrantes, menos uno, cualquiera de ellos, pues todos tienen igual importancia.

No sólo contiene la grosería de que le acusa la carta de Lope, sino que en plena escena el Emperador arrastra por los cabellos a su mujer, y el Príncipe, supuesto hijo de los Emperadores, abofetea a la que pasa por su madre, creyendo él que lo era y casi todos los presentes.

De esta obra tan extraña arranca la mala fama que tuvo Mira de Amescua entre los críticos que leyeron pocas obras suyas.

Mauricio tiene un sueño en el que le da muerte Focas, un tosco labrador de aquellas cercanías. Lo manda traer a su presencia y en lugar de prenderle para impedir la realización del sueño, le deja libre y le favorece para que el sueño se cumpla117.




XLIII

El santo sin nacer y mártir sin morir


El Catálogo de Medel, página 104, consigna una comedia titulada San Ramón a nombre «del Doctor Mirademescua»; y en la página 101, otra que atribuye al doctor Ramón, titulada El santo sin nacer y mártir sin morir. Pero es el caso que esta comedia, impresa en la parte o tomo rotulado Doze comedias de varios autores: Tortosa, 1638, está anónima.

En la Biblioteca Nacional hay de esta comedia un manuscrito antiguo (la letra es de mediados del siglo XVIII), con el número 14.834, la décima del tomo, que contiene otras varias y cuyo título dice así:

Comedia Nueva, y famosa | el Santo sin nacer, y mártir, sin morir | del D.or Don Ant.º Mira de Mescua.

«Ablan en ella las personas siguientes:
El rey don Pedro de Aragón.Fausto, su criado.
La Reina. Ramón Non Nat.
Cardón, cauallero. Alderán, ganadero rico.
Don Juan.Tirso, pastor viejo.
Leonida. Paula, su hija.
Guidón. Torindo y Melampo.
Raimunda, su hija.Pastores.
Aristo, criado.El rey don Jaime.
Un mercader.Fray Pedro Nolasco.
Unos labradores.Un capitán.
Un ángel. La obediencia.
Unos cautivos.Fray Ramón.
Dos caualleros. Fray Bernardo, prior.
Un criado. Fray Cerrato, lego.
Rey moro. Cinán, Amete y Alí (moros).
Sara, reina mora. 
Conde de Cardona. 

Salen Cardón y Leonida, de hombre, acuchillándose y luego el Rey de Aragón.

LEON.
¡Muera el engañador!
CARDÓN.
Miente
quien me da ese nombre extraño;
miente quien dice que engaño
y aun quien lo imagina.
REY.
Gente:
¿qué es esto? ¿En la plaza yo
y en la plaza esta licencia?
LEON.
Demiéntenme en tu presencia.
CAR.
Esta lengua me ofendió


Acaba:

CONDE.
Sepoltura aquí no falta.
No, Conde, allá le enterremos;
con música habemos de ir,
ya que el fin se llegó a ver
del que es santo sin nacer
y fue mártir sin morir.

(Llévanle en hombros y con música de flautas; se entran y da fin.



Cardón había dado palabra de casamiento a Leonida y a Raimunda. A ésta además la había puesto encinta. El Rey, como juez, quiere que se case con Leonida y pague a Raimunda, que era pobre, el precio de su honra; pero Cardón quiere casarse con ella. La Reina falla en favor de Raimunda y el Rey accede, pero los destierra un mes, por haberse casado sin su licencia.

Leonida, irritada, con su criado Aristo se echa al campo para castigar, como bandolera, a todo el que quiera cumplir su palabra, pues a ella no se la han cumplido. Después de algunos ridículos lances de esta clase, sale Cardón pidiendo auxilio para su mujer, que va a parir en el monte. No puede y fallece Raimunda. Cardón quiere salvar el niño y se presenta Leonida, que se ofrece a ello y le dice que se casará con ella, para cumplirle la palabra y luego quedará viuda, porque le dará muerte. Le ata a un árbol.

Llega Leonida con el niño; dice que ya queda Raimunda enterrada y que como el niño es varón le va a dar muerte; si fuera mujer, la salvaría. «Vale a colgar (al niño) de un árbol y se va (en) una tramoya, echando fuego dentro, y desaparecen el niño y ella, y sale un ángel con una espada», que dice:

¡Viva Raimundo, que tiene
silla en el cielo guardada!
CARDÓN.
¿Qué es esto? ¿A un hombre tan malo
tan gran favor, santo Cielo?

(Llega el ángel y desátale.)



Además el ángel, en endecasílabos, le cuenta lo que será el niño.

En el segundo acto ya hay una intriga más racional y humana. Ha muerto Cardón sin ver a su hijo y Leonida se ha hecho monja. En una aldea se cría como pastor Raimundo, en servicio del viejo Tirso, cuya hija, Paula, está enamorada de él y de ella el rico ganadero Alderán y el Conde de Cardona, señor del lugar, que la ha visto. Las disputas y violencias de Alderán, que a la fuerza quiere casarse con Paula, hacen que el Conde la lleve a su casa con la sana intención de «gozarla», como dice. En medio del camino, el Conde, arrepentido, manda volver a Tirso y a su hija y ofrece tener a raya a Alderán. Vuélvense; pero ya Raimundo no quiere casarse con Paula porque sospecha mal de lo ocurrido en el viaje y se va para Barcelona. Paula se va tras él y su padre tras ella.

Ya estamos ante la corte y ejército del rey don Jaime, que se dirige a Valencia. En su corte está Pedro Nolasco. Con un Capitán asienta de soldado Raimundo; pero luego que el Capitán sabe quién es y que el Conde de Cardona le busca, no le quiere admitir. El joven no sabe qué hacer y se le aparece la Obediencia, en forma de mujer, y le dice que se haga mercenario, orden fundada hacía doce años. Aparece un ángel; le da de comer y le anuncia que Paula morirá santa y monja. Aparece la Virgen de las Mercedes y la Obediencia le dice que mire a la que ha de servir. Así lo ofrece Raimundo y acaba el acto.

En el acto 3.º ha muerto el Conde de Cardona y le hereda su hermano, joven aún, que se lamenta de que su pariente fray Ramón se vaya a redimir cautivos, cuando más falta le hace. Sin embargo, le entrega mil ducados para dicho objeto. Ahora estamos en Marruecos con Sinán y Hamete, moros, y Zara, reina mora. También aquí hay pasiones. El Rey está melancólico y medio loco porque ha diez años que no puede vencer la resistencia de una cautiva catalana y la Reina preocupada y solicitada por Sinán. Llega fray Ramón a redimir: la Reina le ofrece darle muchos cautivos. A fray Ramón acompaña un fray Cerrato, que usa el lenguaje de un carretero mal hablado.

Alabándose fray Ramón de haber salvado dos niños que tenía una mujer cristiana que estaba amancebada con un moro, y le mandó que los bautizase, dice Cerrato muy fuera de propósito: «¿Faltan putas en España?», y fray Ramón le dice:

FR. RAM.
No hable desa manera:
Deo gracias, sea bien criado:
hable en más casto lenguaje.
FR. CERR.
Por Dios que habemos cargado
de un muy castizo linaje,
de una pu y un galgo asado.


La cristiana por quien el Rey moro padece es Paula, que habiendo visto a fray Ramón de fraile, se allana a hacerse mora y casarse con el Rey, pero quiere que mate a fray Ramón, y el Rey ofrece empalarlo.

La reina Zara, celosa, asesina a Paula con una daga, a tiempo que fray Ramón la absuelve y muere ella.

A fray Ramón le ponen un candado en la boca porque predicaba a los cautivos sosteniéndolos en la fe, pero sigue predicando por milagro.

Valencia se ha rendido a don Jaime. El Papa ha hecho cardenal a fray Ramón y llega a Valencia vestido con la púrpura y salen el Rey y la Corte a recibirle. Viene enfermo. Se hospeda en casa de su pariente el Conde de Cardona; allí se va muriendo lentamente. «Aparecen los ángeles con dos incensarios y otros dos con luces y en medio Cristo con una bujeta como que trae el sacramento o será otro ángel.» Muere y le entierra el Rey como dicen los versos finales.

Esta comedia, desde el punto de vista del arte, no tiene pies ni cabeza; pero hay mucha fuerza y vigor en los afectos y el fin devoto a que se endereza me parece que se consigue. No tiene los pesados discursos que otras de su clase y el estilo es vivo y rápido.

Un don Nicolás de Villarroel compuso, años después, una comedia titulada Antes santo que nacido: San Ramón Nonnat, impresa, sin lugar ni año, a mediados del siglo XVIII, en la que trata el asunto con independencia de la comedia de Mira.



Sueños (Los) de Faraón y más feliz cautiverio


Barrera cita una comedia suelta de este título, que atribuye a Mira. Mesonero la trae como anónima. Medel y Huerta no la mencionan. Es por hoy desconocida.




XLIV

La tercera de sí misma


De esta ingeniosa comedia, distinta, como hemos visto, de la titulada Amor, ingenio y mujer, hay en la Biblioteca Nacional un precioso manuscrito de la época en que se compuso y que, por tanto, describiremos antes que el impreso.

Tiene el número 17.149 y consta de 60 hojas en cuarto; procede de la biblioteca ducal de Osuna. En la anteportada dice: «La tercera de sí misma de mesqua»; y en la hoja siguiente, en que empieza el texto, pone el título, que es así:

«La famosa comedia. De la Tercera de sí misma. Del dotor Mira de Mesqua.

Sale Lucrecia, duquesa de Amalfi, en hábito de hombre y fabio, criado:

FAB.
En tu mismo arbitrio dejo
mi razón, que eres discreta.
LUC.
Grande amor no se sujeta
a la razón ni al consejo.»


Intervienen además Ricardo; el Duque de Mantua; Otavio, criado; Fisberta; Camilo; Porcia; Marcelo; Floro, criado; Cosme y Gila, pastores, y Lisardo, labrador.

Al final dice: «De mano de Juan Calderon y enmendada despues de escrita los yeros (sic) de estar mal escrita por el mismo a 7 de agosto de 1626.»

La única impresión que conocemos, y no creo que haya otra, está en la Parte VIII de la gran colección de Escogidas (Madrid, Andrés G. de la Iglesia, 1657), la séptima del tomo, pero atribuida a don Pedro Calderón, de quien sabemos que no es, porque no la cita este mismo en la lista que de las suyas envió al Duque de Veragua. Empieza como el manuscrito y acaba diciendo:

FISBERTO.
Tenga aquí el fin que pretendo
el amor aborreciendo
y Tercera de sí misma.


En el artículo de Amor, ingenio y mujer hemos dado un resumen del argumento de esta comedia, que creemos sea suficiente.




XLV

Vida y muerte de la monja de Portugal


Se imprimió esta comedia en la Parte XXXIII de la colección de Escogidas (Madrid, Buendía, 1670), la quinta del tomo, con el encabezado que dice:

Comedia famosa, | Vida y muerte de la | Monja de Portugal. | Del Doctor Mira de Mescua.

Suelta, sin lugar ni año, se volvió a imprimir en el siglo XVIII. (Catálogo de Durán, pág. 88.)

Es la historia de una pobre muchacha a la que el Demonio toma por su cuenta hasta que a fuerza de persecuciones le hace ganar el cielo.

Se llamaba doña María y vivía en Lisboa, esperando casarse con un don Juan que la pretendía. Una escena de celos, por la cual don Juan sale enojado de casa de doña María, es la que aprovecha Luzbel, que con este nombre figura en la comedia, para ir, vestido de marinero, a casa de la dama fingiendo buscar a don Juan, que se debe embarcar para ir a casarse en Sevilla.

Doña María, que estaba intranquila por la escena pasada, da crédito al embuste del marinero y ella misma resuelve embarcarse para seguir a su amante. Naufraga el barco en la costa portuguesa y unos pescadores sacan en su red a doña María, medio ahogada, ante el Duque y la Duquesa de Viseo. La joven, al volver en sí, quiere entrar en un convento de dominicas, cosa que la facilita la Duquesa recomendándola a una parienta suya.

Luzbel, autor de todas estas desgracias, no deja de la mano a la pobre monja, sino que logra inspirarle la vanidad de la santidad y doña María se pinta y adoba las cinco llagas de Cristo en pies y manos y en el costado, lo mismo que en tiempo de Isabel II hizo sor Patrocinio, que quizá lo tomó de su correligionaria del siglo XVI, y más aún la eleva cuando la abadesa la visita, que se maravilla y ufana de tener en su convento tal milagrosa compañera. Pero doña María, a la luz de la antorcha que le presenta el Desengaño, se arrepiente de su farsa, y ella misma se acusa ante la Inquisición, que la condena a permanecer encerrada en un sótano o in pace del convento, sin ver la luz ni a persona alguna; a no alimentarse sino con pan y agua, debiendo además ser pisoteada por la madre abadesa cada vez que vaya a verla. Todo lo sufre con paciencia, en espera de ser perdonada.

Pero como esto no le convenía a Luzbel, disfrazado de hombre entra en la prisión, diciendo a la monja que es don Juan, y antes que doña María reaccione del terror que le causa la presencia del enemigo, al cual conoce muy bien, entra la abadesa, a quien Luzbel dice ser enviado de Dios a decirle que doña María trata de fugarse de la prisión con su amante. La crédula abadesa profiere nuevos insultos contra la víctima, y ofrece dar cuenta a los superiores para que le impongan nuevas y más terribles penas.

Sólo le falta a la desdichada doña María perder su honra, y de ello se encarga el implacable Luzbel. Finge una carta de la monja a su amado don Juan y otra a un don Diego, también antiguo pretendiente de ella, ofreciendo a cada cual su amor si la sacan de su triste cárcel. El mismo Luzbel que lleva las cartas ofrece a cada galán los medios de penetrar en el convento, y lo realizan en una noche en que doña María sale de su cueva para respirar el aire libre, en el crítico instante en que se presentan llamados por la abadesa, el Inquisidor general, el Duque de Braganza, el Duque de Viseo, antiguo protector de la monja y otras personas, para ver aquel monstruo de maldad, como se lo pinta la abadesa. Hallan no menos que dos hombres (que conocen, pues son parientes de uno u otro) con ella y los suponen sus amantes, por ella seducidos para violar el santo edificio.

Este último martirio ya no lo puede soportar el herido corazón de la joven y muere, en el momento en que al son de chirimías aparece en lo alto un Niño Jesús con la cruz que invita a la esposa a reunirse con él, mientras que Luzbel, conociendo que había ido demasiado lejos, y echando fuego, se hunde por el escotillón del teatro, haciendo exclamar al Duque de Braganza:

El demonio era, sin duda,
que perseguía esta santa.
-El desengaño se ha visto,


agrega el Duque de Viseo; acabando la comedia con estos versos, que dice el de Braganza:

Y aquí, señores, se acaba
La monja de Portugal,
tan conocida en España.


Efectivamente, en su tiempo, que corresponde hacia los años 1580, se escribió mucho acerca de la falsa santidad de dicha monja118; pero no es fácil saber qué texto le habrá servido a Mira para pergeñar el cúmulo de disparates y paparruchas que forman esta comedia, aunque se comprende que la mayor parte de ellos son de la invención del poeta.




XLVI

Vida y muerte de San Lázaro


Esta comedia se estampó por primera vez en la rarísima colección de Avtos | sacramentales | con qvatro comedias | nvevas y svs loas y entremeses. Madrid, Maria de Quiñones, 1655, folios 165-185; pero con este título:

Comedia famosa del Rico avariento. Del Doctor Mira de Mescua.

Dos años después se reimprimió en la Parte IX de la colección de Escogidas (Madrid, Gregorio Rodríguez, 1657), la quinta en el orden de las del tomo y cambiándole el título por otro que es el con que fue más conocida en adelante, y dice:

Vida, y mverte de San Lázaro. Comedia famosa Del Doctor Mira de Mescva.

Personas:
Nabal, que as (es) el rico.Padre de Abigail.Custodio.
Iordán, lacayo. Abigail, dama. El Demonio.
Lázaro, galán.Ana, criada.Ioseph.
Baltasar, criado.  

(Sale NABAL y IORDÁN, lacayo.)

Empieza:

NAB.
Dexa que blasfemias diga.
IOR
No has de decir tu blasfemia.
NAB.
Si Dios con trabajos premia,
¿qué dará cuando castiga?


Acaba:

CUST.
Y aquí acaba la comedia
de Nabal, cuyo prodigio
escribió Mira de Amescua
para escarmiento de muchos.
Perdonad las faltas nuestras.


Es la dramatización pura y simple de la parábola del Rico y el pobre. Los nombres de Nabal y Abigail, tan interesantes en la vida de David, no tienen aquí realidad histórica. Nabal es el Epulón de la Biblia y Abigail su mujer.

Es obra muy pesada, aunque enérgica en la expresión de afectos. No falta ninguna circunstancia de las del libro sagrado.

Nabal empieza siendo muy pobre y Lázaro muy rico: el primero envidioso, maldiciente y lleno de odio: el segundo generoso, humilde y algo tímido en demasía. Con los regalos de Lázaro, Nabal logra hacerse rico y obtiene la mano de Abigail, que también ansiaba Lázaro y aun otro personaje anodino del drama, un tal José. Lázaro, como Job, cae en extrema pobreza y hasta le invade la lepra. Nabal sigue cada vez más avaro, soberbio y glotón. Al fin muere de apoplejía el mismo día en que Lázaro expira de hambre y sed.

En la Biblioteca Nacional hay un manuscrito de esta obra igual a la edición de 1657, con las censuras de 1668, y en la Ducal de Parma otro con las mismas circunstancias de título y autor.

Tirso de Molina trató este mismo asunto en su excelente comedia, infinitamente mejor que la de Mira, titulada Tanto es lo de más como lo de menos, y después otros varios autores119.