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¡Muérete y verás...!

Comedia en cuatro actos

Bretón de los Herreros



PERSONAJES
 

 
ISABEL
JACINTA
DON PABLO
DON FROILÁN
DON ELÍAS
DON MATÍAS
DON ANTONIO
DON LUPERCIO
DON MARIANO
UN BARBERO
UN NOTARIO
RAMÓN
Un ciego, una ciega, guardias nacionales, hombres y mujeres de duelo, damas y caballeros convidados, pueblo.
 

La escena es en Zaragoza.

 




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La despedida


 

Calle. Un café en el foro con puerta vidriera.

 

Escena I

 

D. ANTONIO, D. LUPERCIO, D. MARIANO

 
 

Durante esta escena atraviesan de un lado al otro del teatro algunos milicianos nacionales, equipados como de camino, y gentes del pueblo que se supone van a ver salir la tropa.

 
ANTONIO

 (Saliendo del café) 

Salgamos, Lupercio, a ver
lo que pasa por la calle.
LUPERCIO
Ya transita poca gente.
MARIANO
Como por aquí no sale
la columna...
LUPERCIO
Quiera Dios
que a los facciosos alcancen
y los destruyan.
ANTONIO
¿Qué fuerza
va a marchar?
LUPERCIO
Dos mil infantes
y ciento veinte caballos
entre tropa y nacionales
movilizados.
MARIANO
Venid.
que ya es regular que marchen
en breve.
ANTONIO
No tengas prisa.
Cuando están los oficiales
tan despacio en el café...
LUPERCIO
Sí. Ahí quedan don Pablo Yagüe
y don Matías Calanda;
pero éste un botarate
que cuando está en una broma
no oye cajas ni timbales,
y don Pablo embelesado
en los ojos de su amable
Jacinta...
ANTONIO
Pues malas lenguas
dicen que el otro compadre
gusta también de la niña,
y si puede desbancarle...
LUPERCIO
Por ahora es el preferido
don Pablo. Más adelante,
no diré... Porque en mujeres
no hay que fiar, y el carácter
de Jacinta es, en mi juicio,
más veleidoso que el aire.
MARIANO
Sin embargo, tiene mil
apasionados, y nadie
piensa en Isabel, su hermana,
aunque yo creo que vale
mucho más.
ANTONIO
Mal gusto tienes.
Ella podrá ser un ángel,
mas ¡tan callada!...
MARIANO
Es modestia.
ANTONIO
Sosería. Aquel donaire
de Jacinta, aquel mirar,
aquel despejo, aquel talle...
MARIANO
No es menos bella Isabel,
pero desconoce el arte
de coquetear y fingir.
Si yo hubiera de casarme
con alguna de las dos...
ANTONIO
¡Eh!, no digas disparates.
LUPERCIO
Filósofo estás, Mariano.
ANTONIO
Perdió anoche dos mil reales
al ecarté, y no me admiro...
MARIANO
No reprobará el enlace
de su hermana don Froilán,
pues sufre que la acompañe
don Pablo, y le dé convites...
LUPERCIO
Como en ellos tenga parte,
no haya miedo que por eso
se incomode. Es el más grande
egoísta...
ANTONIO
Es un amigo,
y no debo criticarle;
mas por no mover un brazo
morir dejara a su padre
si lo tuviera.
LUPERCIO
Y en todo
ve peligros y desastres.
¡Qué agorero! Otra campana
de Velilla.
ANTONIO
Eso lo hace
por disculpar su egoísmo.
Ya se ve, cuando a los males
no hay remedio, es excusado
que los médicos se cansen.
MARIANO
¡Antonio, ten caridad!
Y nosotros, paseantes,
y ociosos de profesión,
¿qué hacemos en este valle
de lágrimas?
ANTONIO
¡Eh!... Nosotros,
aunque somos holgazanes,
servimos de algo en el mundo.
Acreditamos a un sastre,
alegramos las tertulias,
sostenemos los billares,
y brindamos en la fonda
por las patrias libertades.
LUPERCIO
A propósito, ¿estarán
almorzando hasta la tarde?
Pero ya sale don Pablo...


Escena II

 

D. ANTONIO, D. LUPERCIO, D. MARIANO, D. PABLO

 
 

DON PABLO viste uniforme de teniente de nacionales movilizados.

 
PABLO
(Ese usurero bergante
no parece, y necesito
que me preste para el viaje
diez onzas. Éstos tal vez
me dirán...) ¿Ustedes saben
dónde para don Elías?
MARIANO
No.
LUPERCIO
No sé.
PABLO
Voy a buscarle.


Escena III

 

D. ANTONIO, D. LUPERCIO, D. MARIANO

 
ANTONIO
Ya anda en busca de usureros.
MARIANO
Ya se ve, ¡tanto gastar!...
LUPERCIO
Ese hombre se va a arruinar.
ANTONIO
Le vamos a ver en cueros.
MARIANO
Su patrimonio es crecido.
LUPERCIO
Su vanidad es mayor.
ANTONIO
Libertino...
LUPERCIO
Jugador...
MARIANO
Disipado...
ANTONIO
Corrompido.
¿Veis el ardor con que pinta
la pasión que le sujeta?
Pues que me lleve pateta
si se casa con Jacinta.
LUPERCIO
Yo sé que tiene otra moza.
MARIANO
Sí, la viuda de Quirós.
ANTONIO
Pues se olvida de las dos
al salir de Zaragoza.
LUPERCIO
Con la seducción y el dolo
otras hallará al momento.
MARIANO
Presume tener talento...
ANTONIO
Es un ignorante, un bolo.
LUPERCIO
Aunque atusando el bigote
se tiene por muy galán,
me parece a mí un gañán.
ANTONIO
Y a mí un Judas Iscariote.


Escena IV

 

D. ANTONIO, D. LUPERCIO, D. MARIANO, D. FROILÁN

 
FROILÁN
¿Todavía por aquí,
caballeros?
ANTONIO
¡Don Froilán!
FROILÁN
¿No van ustedes a ver
la columna desfilar?
LUPERCIO
Eso pensamos. Supongo
que también usted irá
con las niñas...
FROILÁN
No por cierto.
Hoy tengo un esplín mortal.
Estoy malo. Hace mal día.
MARIANO
Hombre, ¡si hace un sol que da
regocijo!
FROILÁN
Sin embargo,
el viento se va a mudar...,
y yo tengo para mí
que esta tarde nevará.
ANTONIO
El calendario de usted,
amigo, es siempre fatal.
FROILÁN
Nevará. ¡Pobre milicia!
¡Qué trabajos va a pasar!
ANTONIO
Mucho sentirá don Pablo
marcharse de la ciudad
dejándose aquí a la bella
Jacinta. Dicen que ya
se trataba de la boda.
FROILÁN
Sí, pero ¡buenos están
los tiempos para casorios!
Yo no quiero contrariar
el gusto de mis hermanas,
pero pronostico mal
de ese casamiento.
LUPERCIO
¡Cómo!
¿No iban con gusto al altar ambos
contrayentes?
FROILÁN
Mucho,
mas si la fatalidad
hiciera... Anoche Jacinta
vertió en la mesa la sal
nombrando a don Pablo.
MARIANO
Y eso
¿qué puede significar...?
FROILÁN
Es mal agüero. Ese viaje
inesperado, es quizá
otro aviso de los cielos...
Piensa mal y acertarás,
dice el refrán.
ANTONIO
Si es funesta
esa coyunda nupcial,
¿por qué no interpone usted
su fraterna autoridad
para que no se efectúe?
FROILÁN
No, amigo, no haré yo tal.
Las voluntades son libres;
las chicas tienen ya edad
para saber lo que se hacen.
Mi individuo y nada más.
Yo sé que puedo vivir
sin una cara mitad.
Si ellas piensan de otro modo,
si ellas se quieren casar,
para ellas será la dicha
o la pena; me es igual.
Ellas comen de su dote...
Ni me quitan, ni me dan.
ANTONIO
¡Vaya, que es filosofía
la de usted... original!
Sigue hablando con los ociosos D. Froilán.


Escena V

 

D. FROILÁN, D. ANTONIO, D. LUPERCIO, D. MARIANO, JACINTA, ISABEL, D. MATÍAS

 
 

D. MATÍAS lleva uniforme de subteniente de milicia movilizada.

 
JACINTA
¡Cómo! ¡Aún no viene don Pablo!
MATÍAS
No tardará. Aquí en la puerta
estaremos más alerta...

 (A un mozo que llega a la puerta.) 

¡Hola! ¡Mozo...! ¿Con quién hablo?
Trae sillas aquí; al momento.
ISABEL
(¡Dios mío, vela por él!)
 

(Trae sillas el mozo y se sientan D. MATÍAS y JACINTA.)

 
JACINTA
¿No te sientas, Isabel?
ISABEL
Sí..., me sentaré (¡Oh tormento!)
 

(Se sienta. D. MATÍAS y JACINTA hablan en voz baja.)

 
MATÍAS
Mil veces afortunado
mi cautivo corazón
si fuese yo la ocasión
de ese amoroso cuidado.
JACINTA
Vamos, deje usted esa chanza.
MATÍAS
¡Chanza, cuando gimo y ardo,
y tengo en el pecho un dardo...!
He dicho poco: ¡una lanza!
Aun ese desdén fatal
amara yo con delirio
si no viese mi martirio
en la dicha de un rival.
ISABEL
(¡Qué desgraciada nací!)
JACINTA
¡Qué temeraria porfía!
Mi voluntad ya no es mía.
¿Qué pretende usted de mí?
MATÍAS
O tan divina beldad
no estrechen brazos ajenos,
o vuélvame usted al menos
mi perdida libertad.
JACINTA
Si basta decirlo yo,
libre es usted desde ahora;
libre y sin costas.
MATÍAS
¡Traidora!
¿Te burlas de mí?
JACINTA
Yo no.
MATÍAS
Si otro consuelo no halla
el afán que me atormenta,
me hago dar muerte sangrienta
en la primera batalla.
¡Qué temeraria virtud!
JACINTA
¿Conque usted quiere un favor?...
Bien. Portarse con honor,
buen viaje y mucha salud.
MATÍAS
Eso se dice a cualquiera.
JACINTA
Mas no como yo lo digo.
Le amo a usted... como a un amigo.
MATÍAS
¿Por qué no de otra manera?
JACINTA
Porque estoy comprometida
y así la suerte lo quiso.
MATÍAS
¿Y a no mediar compromiso?
JACINTA
Entonces...
ISABEL
(¡Fatal partida!)
JACINTA
Me apura usted demasiado.
¿Pretende usted que yo fragüe...?
MATÍAS
Si no amara usted a Yagüe...
JACINTA
Usted sería el amado.
MATÍAS
Ya que victoria no cante,
aunque la razón me sobre,
no es malo que aspire un pobre
a la primera vacante.
JACINTA
Basta. Merece castigo
quien a la dama echa flores
de su amigo.
MATÍAS
Hija, en amores
no hay amigo para amigo.
JACINTA
Pues de camarada fiel
se la echa usted.
MATÍAS
Estoy loco.
Anímeme usted un poco,
y hoy mismo riño con él.
JACINTA
Busque usted más alta gloria
combatiendo al despotismo,
y vénzase usté a sí mismo,
que es la más noble victoria.
MATÍAS
¡Amonestación discreta!
Mas quien mira esos encantos...
JACINTA
Déjeme usted con mil santos.
Yo no quiero ser coqueta.
MATÍAS
¡Cruel...!
JACINTA
(Lástima me da,
mas el deber... ¡Y es buen chico!)
MATÍAS
Tus ojos...
JACINTA
Calle usté el pico,
que viene Pablo.
ISABEL
(¡Allí está!)

 (Se levantan viendo venir a D. PABLO, Y reparando en las damas los otros interlocutores se incorporan con ellas.) 



Escena VI

 

ISABEL, JACINTA, D. FROILÁN, D. MATÍAS, D. PABLO, D. ANTONIO, D. LUPERCIO, D. MARIANO. D. ELÍAS

 
PABLO
Me vienen perfectamente
los tres mil reales y pico,
y con la vida y el alma
quedo a usted agradecido.
JACINTA
(Mi Pablo... No, no es posible
que yo ponga mi cariño
en otro hombre.)
ELÍAS
El interés
es muy corto. Un veinte y cinco
por ciento...
PABLO
Sí, en cuatro meses...,
no me parece excesivo.
ELÍAS
Ser servicial y económico
son mis dotes favoritos.
Sin lo segundo no hiciera
lo primero. Economizo,
y de esta manera puedo
ser útil a mis amigos.
PABLO
¡Bien! Lo explica usted a modo
de charada o logogrifo.
ELÍAS
No tomará usted a mal
que extendamos un recibo...
PABLO
Sí, sí, que somos mortales.
ELÍAS
No es decir que desconfío...
Ahí en el café lo pongo
en dos plumadas...
PABLO
Lo firmo,
y estamos del otro lado.
 

(Se reúne con los demás interlocutores. D. ELÍAS va a entrar en el café, y a la puerta le detiene D. ANTONIO.)

 
Cierto negocio preciso
ha motivado mi ausencia...
ELÍAS
Tengo prisa.
ANTONIO
Necesito...
 

(Siguen hablando los dos en voz baja.)

 
PABLO
Ahora soy todo de ustedes
hasta ponerme en camino.
ISABEL
(¡Le quiero más que a mi vida,
y me parece delito
el mirarle!)
ELÍAS
Ya hablaremos.
Ya sabe usted dónde vivo...
(¡Cuando el otro va a partir
me detiene este maldito!)
ANTONIO
La hipoteca es abonada.
ELÍAS
Bien, sí...
ANTONIO
Corrientes los títulos...
Si hoy no me socorre usted
mañana me pego un tiro.
ELÍAS
(¿No hay quien te lo pegue ahora?)

 (Con un pie dentro del café.) 

Veremos...
ANTONIO
Pero...
ELÍAS
Lo dicho.

 (Entra en el café.) 

LUPERCIO

 (A D. ANTONIO y a D. MARIANO.) 

Vamos a ver la columna.
¿Qué hacemos en este sitio?
ANTONIO
Sí, vámonos. Señoritas,
a los pies de ustedes. Chicos,
¡buen viaje!
MATÍAS
¡Abur!
JACINTA
Beso a ustedes
la mano.
PABLO

 (Está muy entretenido hablando con JACINTA desde que se acercó al corro.) 

Adiós...
LUPERCIO
Si servirnos
de algo...
MARIANO
Que escribáis...
FROILÁN
Señores...
(¡Gracias a Dios que se han ido!)


Escena VII

 

JACINTA, ISABEL, D. PABLO, D. MATÍAS, D. FROILÁN

 
MATÍAS
(Ellos en dulce coloquio
y yo aquí siendo testigo...
Me largo con viento fresco,
que es cruel este suplicio.)
La columna va a marchar
y yo no me he despedido
de mi familia. Madamas,
¡hasta la vuelta!
FROILÁN
Repito...
ISABEL
Buen viaje.
JACINTA
Abur, don Matías.
MATÍAS
(¡Ah! Voy hecho un basilisco.
Vosotros lo pagaréis,
soldados de Carlos Quinto.)


Escena VIII

 

ISABEL, JACINTA, D. PABLO, D. FROILÁN, D. ELÍAS

 
 

Siguen hablando aparte D. PABLO y JACINTA.

 
ISABEL
(¡Qué felices son! Y yo...
¡Suerte infeliz, suerte amarga
la de una mujer! Mis labios
sella la vergüenza. El alma
se me arranca, y yo no puedo
decir: ese hombre me mata!)

 (Se sienta afligida.) 

FROILÁN
Despacio la toman.

 (A la puerta del café.) 

¡Mozo!
La Gaceta. Nunca acaban
de hablar los enamorados.
 

(El mozo le trae la Gaceta, se sienta y la lee. Sale DON ELÍAS del café con el recibo en la mano.)

 
ELÍAS
¿No es raro que en estas casas
nunca ha de haber un tintero
corriente?

 (Acercándose con el recibo en la mano a D. PABLO, Que entretenido con JACINTA no le ve.) 

Ya sólo falta
que firme usted...
JACINTA
Sí, mi Pablo.
Mi corazón se desgarra
al verte partir. Si el freno
del pudor no me atajara,
tan briosa como amante
te siguiera a la campaña.
Mas, ya que de este placer
me privan leyes tiranas;
ya que viva no te sigo,
ya que el cielo nos separa,
he aquí mi retrato: toma,

 (Da el retrato a D. PABLO.) 

bien mío, y amor le haga
escudo que te defienda
de las enemigas lanzas.
ISABEL
(¡Qué suplicio!)
ELÍAS
Con permiso...
PABLO

 (Besando el retrato, que guarda luego en el pecho.) 

¡Oh, don precioso!, tú inflamas
mi valor, que con la pena
de ausentarme desmayaba.
Ahora me siento capaz
de las mayores hazañas.
ISABEL
(¡Qué no me muriera aquí!)
ELÍAS
Con licencia de esa dama,
la firma...
FROILÁN

 (Levantándose, y acercándose a D. PABLO.) 

¡Ah, señor don Pablo!
ELÍAS
(¡Este llorón me faltaba!)
FROILÁN
¡Inútil valor! ¡Inútil
patriotismo! Está ya echada
la suerte. ¡Pobre nación!
Volverá a gemir esclava.
El genio del mal persigue
a la miserable España.
Tanto afán, tantos tesoros,
tanta sangre derramada
¿de qué han servido? La hidra
de la rebelión levanta
sus cien cabezas. El cielo
nos abandona... ¡No hay patria!
ELÍAS

 (A D. PABLO.) 

Mientras don Froilán parodia
la tragedia de Quintana,
firme usted...
PABLO
Mucho me admiran,
don Froilán, esas palabras
en boca de un español,
de quien liberal se llama.
FROILÁN
Ya verá usted...
PABLO
Ese cuadro
es el parto de una amarga
misantropía... No quiero
atribuirle otra causa.
Mas yo supongo que es fiel;
que mil desastres amagan
al Estado; que peligra
la libertad. Por ser ardua
la lid, ¿debemos acaso
abandonar la demanda?
¿Ha de faltarnos el brío
primero que la esperanza?
¿Doblaremos la cerviz
antes de probar la espada?
Sacrificios, no clamores;
tesón, virtudes, no lágrimas,
la nación pide a sus hijos.
Si hoy se pierde una batalla
no se recobra el honor
sino venciendo mañana.
JACINTA
¡Bien dicho!
ISABEL
(¿Y no le he de amar?)
ELÍAS
El recibito...
FROILÁN
La llaga
es muy profunda, don Pablo.
Nuestras discordias infaustas
nos llevan al precipicio.
Las pasiones enconadas
nos ciegan; los pueblos gimen:
no hay dinero; esto no marcha;
no vamos todos a un fin;
los partidos...
PABLO
Así hablan
el egoísmo y el miedo.
En las tristes circunstancias
se acrisola el patriotismo,
y el que noble tiene el alma
no se deja dominar
de miras interesadas,
ni de ocultas influencias,
ni de pasiones bastardas.
ELÍAS
Y el que diga lo contrario
es un..., ¿lo digo?, es un mandria.
Don Pablo es buen caballero,
y así maneja la espada
como la pluma. A propósito,
¿quiere usté hacerme la gracia
de firmar...?
PABLO
¡Ah! Sí. El recibo...

 (Va a entrar en el café, y lo detiene D. FROILÁN.) 

Vamos...
FROILÁN
Nadie me aventaja
en patrio amor, mas al ver
tantos errores y tantas
calamidades, confieso
que mi corazón desmaya.
¡Ay, don Pablo! Rara vez
mis presentimientos fallan.
El yerro mayor de Troya
fue no escuchar a Casandra.
Crea usted a un fiel amigo.
No salga usted a campaña.
JACINTA
¿Por qué?
PABLO
¡Es honroso el consejo!
ISABEL
(¡Si pudiera hablar!)
FROILÁN
La baja
de un hombre, sea quien fuere,
no es de tan grave importancia...
Quédese usté en Zaragoza.
PABLO
¡Bravo! Si esa cuenta echara
cada cual, pronto estaríamos
en una paz octaviana.
FROILÁN
¡Mire usted que ya en el cielo
leyendo estoy una página
sangrienta! ¡Ya en mis oídos
está silbando la bala
matadora! ¡Ay infeliz!
En vez de bélica palma,
tu generoso ardimiento
va a buscar... ¡una mortaja!
ISABEL
(¡Maldita tu boca sea!)
JACINTA
¡Ah! ¿Qué estás diciendo? Calla.
¿Por qué afligirnos así?
¡Qué idea!...
PABLO
¡Bah! Es una chanza.
Si yo creyese en agüeros
sería un poco pesada.
Pero, en fin, morir lidiando
por la mejor de las causas
es muerte gloriosa.
JACINTA
¡Ah! No.
Dios oirá mis plegarias.
PABLO
Sólo por ti lo sintiera.

 (Riéndose.) 

Por lo demás, no me espanta
la muerte a mí. Y casi, casi,
muriera de buena gana
sólo por dar un petardo
a mis acreedores.
ELÍAS
¡Cáscaras!
JACINTA
Vamos, deja ya esa broma.
ELÍAS
(¡Ah! Si no firma y le matan...)
Vamos, don Pablo. Esa firma...
 

(Tocan dentro llamada y tropa. ISABEL se levanta.)

 
PABLO
Vamos...
FROILÁN
¡Ya suenan las cajas!
JACINTA
¡Oh pena!
ISABEL
(¡Amargo momento!)
ELÍAS
(¡Voto a...!) Si usted me firmara...
PABLO

 (Abrazando a JACINTA.) 

¡Adiós, bien del alma mía!
La ausencia no será larga.
¿Serás fiel?
JACINTA
Hasta la tumba.
¡Oh! Poco he dicho. La llama
que abrasa mi corazón
ni en el sepulcro se apaga.
ELÍAS
(Los momentos son preciosos.
Traeré el tintero...)

 (A un mozo desde la puerta del café.) 

¡Despacha!
¡Un tintero! (Por el gusto
de que yo me ahorque de rabia
se hará matar.)
PABLO
En tus ojos
prisionera dejo el alma.
JACINTA
¡Adiós!... La pena me ahoga.

 (Sollozando.) 

Mi corazón te idolatra
más de lo que yo creía.
Si mi desventura es tanta
que por la postrera vez
tu Jacinta fiel te abraza,
¡ay!, te seguiré muy pronto
a la tumba solitaria.
¡Adiós!
PABLO

 (Desprendiéndose de sus brazos.) 

¡Adiós!
FROILÁN

 (Abrazando a D. PABLO.) 

¡Caro amigo!
ELÍAS

 (Con el papel en una mano y el tintero en la otra.) 

(No me dejan meter baza
el amor y la amistad.)
FROILÁN
¡Adiós! La lengua me embarga
el sentimiento...
PABLO

 (Volviendo a JACINTA, que llora.) 

¡Qué llantos!...
Aunque me fuese a la Habana...
Ea, adiós... No mas...

 (Yéndose.) 

¡Adiós!
ISABEL

 (Con amargura y llorando.) 

(¡Y a mí no me dice nada!)
ELÍAS
¡Don Pablo!... ¡Señor don Pablo!...
PABLO

 (Volviendo.) 

¡Pobre Isabel!... Me olvidaba...
Venga un abrazo.

 (La abraza.) 

ISABEL

 (Estremecida de gozo.) 

(¡Ah, Dios mío!)
PABLO
Case usted a esta muchacha,
don Froilán. Está tan triste...
Adiós. Cuídame a tu hermana.
ISABEL
(¡Infeliz!...) Así lo haré.
ELÍAS
Antes de romper la marcha...
 

(Viendo D. PABLO que D. ELÍAS se dirige a él con los brazos abiertos, le estrecha en los suyos, y ruedan por tierra papel y tintero.)

 
PABLO
Sí. ¡Adiós, adiós, don Elías!
ELÍAS
(En vez de firmar me abraza...
¡Adiós, tintero! El papel...)
JACINTA
¡Pablo!
PABLO
¡Jacinta!

 (Le da el último abrazo, y vase corriendo.) 

ELÍAS

 (Buscando la pluma después de haber recogido el tintero.) 

¡Mal haya!...
¡Don Pablito!... ¡Échale un galgo!
¡Don Pablo!... Ya ¿quién le alcanza?

 (Arroja enfadado el tintero.) 



Escena IX

 

ISABEL, JACINTA, D. FROILÁN, D. ELÍAS

 
JACINTA
Vamos a verle marchar...
FROILÁN
No. La gente... Los caballos...
¡Eh! Ya no es tiempo... Y los callos
que no me dejan andar...
¿Y a qué repetir...? No, no.
ELÍAS
(¡Ahí es un grano de anís!
¡Diez onzas!)
JACINTA
Vamos...
 

(Una música militar toca marcha a lo lejos.)

 
FROILÁN
¿Oís?
Suena la marcha. ¡Partió!
JACINTA
¡No podré vivir sin él!
ELÍAS
¡Libértale de un balazo,
Virgen del Pilar!
FROILÁN

 (Da el brazo a JACINTA.) 

El brazo,
y a casa. Usted a Isabel.
 

(D. ELÍAS da el brazo a ISABEL.)

 
ELÍAS
Con mucho gusto. (¡Qué bella!
Esto alivia mi dolor.
A estar de mejor humor,
hoy me declaraba a ella.)
FROILÁN
¿Qué hace usted tan pensativo?
Ande usted.
JACINTA
¡Qué desconsuelo!
ISABEL
(Me ha dado un abrazo. ¡Oh cielo!)
ELÍAS
(¡No me ha firmado el recibo!)



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