Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

  —74→  


ArribaAbajo- VI -


Los malos actores


[...] Male si mandata loqueris,
aut dormitabo, aut ridebo.

Horacio.                



ArribaAbajo   También a ti, farsante rutinero,
Ya púrpura, ya jerga te cobije,
También a ti satirizarte quiero.  5

   También tu corrección el pueblo exige;
Que no es suya la culpa si a la escena
Amarga soledad hogaño aflige;

   Que si bien en su bolsa ya no suena
Omnipotente el oro cual solía,  10
Gracias se den al Támesis y al Sena,

   No de Terencio el arte esquivaría
Si la torpe desidia y la ignorancia
No apresurasen tanto su agonía;

   Si en lugar de grotesca extravagancia  15
Campasen el donaire y el talento;
Si callase la ruda petulancia.

   Yo, cuya pluma, con el noble intento
De vengar los ultrajes de Talía,
Aunque quizá fue vano atrevimiento,  20

   A la terca y fatal melomanía
Un día vapuló, que intolerante
A Inarco y a Alarcón escarnecía,

   ¿Cómo negar que al coro y al andante,
Y al tiple y al tenor y al duettino  25
Melpómene sucumbe vergonzante?

   ¿Ni cómo negaré que en el camino
Del hospital han puesto a los actores
Tanto poeta ruin, tanto pollino?
—75→

   ¿Cómo negar que zafios traductores  30
El buen gusto y la lengua corrompiendo
Profanan sin cesar los bastidores?

   ¿Cómo negar que el melodrama5 horrendo
De uno y otro corral crudo tirano
Sólo se opone al forte y al crescendo?6  35

   «¿Y por qué he de escribir en castellano,
Me dirá algún autor, si mato el hambre
Con exótico drama chabacano?

   »Si a la seda prefieren el estambre,
¿Cómo derrotará sólo un ingenio  40
De tanto moscardón el fiero enjambre?

   »¿Quién, pues no sé adular, quién el proscenio
A mi humillado numen abriría
Aunque escribiera yo como Celenio?»

   ¡Oh tiempos! ¡Oh infelice poesía,  45
Por la pobreza sólo cultivada
Y más pobre en España cada día!

   ¡Oh suerte!... Mas alguna inocentada
Quizá voy a decir. Punto y aparte.
Volvamos a la zurra comenzada.  50

   Actor, si está en descrédito tu arte,
Aunque tuyo no sea el crimen todo,
Vive Dios que te toca mucha parte.

   Mas ya me da un amigo con el codo
Y exclama: «¡Tú a los cómicos te atreves!  55
¿Qué intentas, temerario? ¿Estás beodo?
—76→

   «¡Ah, que enemigos mil fieros y aleves
Que maldigan tus versos te acarreas
Si la teatral república conmueves!

   »¡Qué de quejas después, qué de peleas!  60
Y ¡ay de ti si se amoscan las actrices!
Quiera Dios que arañado no te veas.

   »¡Pobres gentes! ¿No son harto infelices?
Déjalos respirar. ¿En qué te ofenden
Para que así, cruel, los martirices?»  65

   ¡Y, qué!, respondo yo, desde que emprenden
Su independiente y cómodo ejercicio
A todo el mundo mofan y reprenden;

   No hay un solo rincón, no hay un resquicio
Desde el alcázar regio hasta la choza  70
Que de su azote esconda al negro vicio;

   Ora al señor que en maltratar se goza
Al fámulo cuitado, ora escarmientan
Al sucio avaro, a la liviana moza;

   Ora los cuernos de don Gil ostentan  75
En el inmundo y bárbaro sainete
Que con mengua de Apolo representan;

   Al honrado alguacil llaman corchete,
Garduña al escribano respetable,
Al barbero chismoso y alcahuete,  80

   Al médico asesino abominable,
Al ventero ladrón (¡qué atrevimiento!)
Frívola bestia al pisaverde amable;

   Y por colmo de horror... Aquí mi aliento
Desmaya. ¡Oh santo Dios! ¡Hasta al poeta  85
Qué les da de comer llaman hambriento!!!..

   Por poco que frecuente la luneta
O asista a la modesta galería,
¿Quién no teme el rigor de su palmeta?

   Cuando ejercen tan dura tiranía  90
Y el pueblo por sufrirla da dinero,
Y la aplaude tal vez con alegría,
—77→

   ¿No es muy justo que el látigo severo
De la sátira al fin consuele al mundo,
Pues de ella no les salva humano fuero?  95

   Ni su vida privada furibundo
A censurar me arrojo; no, a fe mía.
En su arte solo mi censura fundo.

   A todos Lucifer nos extravía;
Mortales somos todos, y... Acabemos.  100
Yo no soy celador de policía.

   Si los peligros de su estado vemos,
Acaso en su conducta más materia
De elogio que de culpa encontraremos.

   ¡Cuántos murmuran de ellos en Iberia  105
Que habrían de esconderse en los desvanes
Si sus trapos sacasen a la feria!

   Hay hombres deslenguados y holgazanes
Que en pasar a cuchillo se divierten
Damas, graciosos, barbas y galanes.  110

   ¡Cuántos, porque a Dorila no pervierten,
En su buena opinión (¡soez venganza!)
De vil calumnia la ponzoña vierten!

   ¡Cuántos!... Callad, callad, lenguas de lanza,
O distinguid al menos del vicioso  115
A los que dignos fueren de alabanza.

   Silba al actor, oh vulgo caprichoso;
Sílbale, si es ramplón desaplicado;
Mas no al hombre persigas malicioso.

   Nadie negarte puede que has comprado  120
De bufar y aplaudir el privilegio;
Mas tu imperio no pasa del tablado.

   Silba a aquel que, cual niño de colegio,
Su papel balbuciendo deletrea
Y ensarta en cada voz un sacrilegio.  125

   Silba al otro que en torno manotea
Cual si importuna mosca le picara
la esgrima enseñase a la platea.
—78→

   Silba a aquel que, figura de mampara
Más que ser animado, nunca el sello  130
Muestra de las pasiones en su cara.

   O al que presume parecerme bello
Porque apoya la mano en la cintura,
La pierna estira y agarrota el cuello.

   Silba a la necia y frívola hermosura  135
Que a los afectos entregarse teme
Porque su lindo rostro desfigura.

   Rechifla, aunque se pudra, aunque se queme,
Al que después de hablar inmóvil queda
Y de estúpida boca abriendo un jeme;  140

   O al moduloso, que parece seda
Su lengua, y tanto pule que fastidia,
Y no dice el papel; que lo remeda;

   O al que estudiar no quiso por desidia,
Y si acaso le dan su merecido,  145
Clama después: ¡parcialidad!, ¡envidia!

   Aunque exceda en paciencia a algún marido,
¿Quién podrá ver con apacible gesto
A un comediante esclavo de su oído?

   Si el popular escarnio es tan molesto,  150
Si amor no tiene al arte que ejercita,
Déjelo de una vez; otro a su puesto.

   Mas ¡ah, que en vano el público se irrita
Contra impasible histrión adocenado
Que ni el víctor le mueve, ni la grita!  155

   ¿Y qué diré del simple que ha soñado
Llegar al non plus ultra del oficio
Porque una vez se vio palmoteado?

   Si el pueblo te aplaudió como a novicio,
No fue, no, aprobación; que fue indulgencia;  160
Ni siempre has de encontrarle tan propicio.

   «Mi padre fue galán...» ¡Qué consecuencia!
No como el virus suele emponzoñado
Se inocula a los párvulos la ciencia.
—79→

   No basta, hijo de mi alma, haber mamado  165
Detrás de un bastidor para endosarte
El renombre de cómico afamado.

   ¡Afuera el vano orgullo! Atarearte
Noche y día sin tregua te es forzoso
Si distinguirte quieres en el arte.  170

   Con la argentina voz y el talle airoso
Que natura te ha dado por hijuela
No se contenta el público ambicioso.

   Tal vez alguna insípida mozuela
De ti se prende; mas si el patio brama,  175
¿Qué te vale un rincón de la cazuela?

   Tampoco a ti te olvido, amable dama
Que a la luneta miras sonriendo
En el lance más crítico del drama.

   Ni al que se juzga cómico estupendo  180
Porque arroja el pulmón a troche y moche
Y no hay quien de su voz sufra el estruendo.

   ¿Qué importa que te aplauda algún bamboche
Por compasión tal vez; que está temblando
No cual vejiga estalles una noche?  185

   ¿Qué importa, si de ti va renegando
Quien sabe distinguir del talco el oro,
Del buen artista al graznador nefando?

   Otro..., (¡mala lanzada le dé un moro!)
Sólo cuenta sus cuitas a la orquesta,  190
Y no alzara la voz por un tesoro.

   Otro con cara tétrica, indigesta,
Aun hablando de amor regaña y grita
Si hace papel de coronada testa.

   ¡Qué! ¿No es rey el que llamas no vomita?  195
¡Qué! ¿Todos son Nerones y Cambises?
¡Ah! No, ni el justo cielo lo permita.

   No fue un rey bonachón el padre Anquises?
¿No supo simular sus intenciones
Con aparente dulcedumbre Ulises?  200
—80→

   Otro con importunas contorsiones
Cual payaso en grotesca pantomima
Piensa mover del pueblo las pasiones.

    Otro, que al compañero en poco estima,
Robándole el ganado palmoteo,  205
Sin dejarle acabar se le echa encima.

   Otro declama con tenaz solfeo
Que los oídos sin piedad barrena,
Si no los cierra próvido Morfeo.

   Otro en medio se clava de la escena,  210
Y allí quieto se está como una silla
Hasta que el mutis deseado suena.

   Otro, que más que actor parece ardilla,
Ora se quita el guante, ora se rasca;
Ya escupe, ya se atusa la golilla.  215

   Otro desventurado se me atasca
En dos menguados versos que le tocan;
¿Y quién conjura entonces la borrasca?

   Otros tanto y tan gordo se equivocan,
Asesinando al pueblo y al poeta,  220
Que de un santo la cólera provocan.

   ¿Y quién te sufre, gárrulo consueta,
Cuando regala tu pulmón robusto
Doble edición del drama a la luneta?

   Ni a ti tampoco perdonar es justo,  225
Actor guadaña, que el papel mutilas,
Ya mutilado por censor adusto.

   ¡Oh tú que de impiedad a cien Atilas
Pudieras dar lección!, ¿con qué derecho
Los versos que no entiendes aniquilas?  230

   ¿Qué te han hecho las musas, qué te han hecho,
Que arrancas a su templo tanta ofrenda?
¿Es acaso el Parnaso algún barbecho?

   ¿Qué dirías, cruel, si la merienda
Te cercenase a ti pinche golmajo?  235
¡Oh! Castíguete Dios con grita horrenda.
—81→

   ¡Gemid, vates, gemid! Vuestro trabajo
Vive a merced de cálamo sangriento
Que aquí da de revés, allí de tajo.

   No culpo al que de largo parlamento  240
(Si hablar me es dado comical idioma)
Suprime dos renglones entre ciento;

   Mas al autor consulte; que no es broma
La ajena propiedad, y mal su grado
No se atreva a sisarle ni una coma.  245

   Si el juicio alguna vez ha decretado
Podar eterno drama impertinente
Cual si fuera acebuche enmarañado,

   ¡Cuántas por ser un cómico indolente
Relata su papel en esqueleto!  250
¡Mal haya quien tal hace y tal consiente!

   Ni ha de quedar impune el indiscreto
Que absurdo grito en los apartes alza
Aunque importe mil vidas su secreto.

   Ni al paso que mi voz de otros ensalza  255
El decoro, el esmero, a aquel perdono
Que abigarrado viste y zafio calza.

   Ni absuelvo la impericia, el abandono
Del que en traje de persa o de fenicio
Hijo se llama del argivo trono.  260

   Otro adolece, en fin, de torpe vicio
Para el cual fuera dulce y lisonjero
De Prometeo el hórrido suplicio.

   ¡Aquí de tus silbidos, mosquetero!
Ya llega. ¡Duro en él! ¡Búfale! ¡Truena!  265
¿Quién será?... El temerario morcillero.

   Óyele ripios mil en cada escena,
Y cuál un verso y otro a su albedrío
Con sandeces sin término rellena.

   ¡Calla, insulso bufón! ¡Detente, impío!  270
¿Por qué el decoro escénico quebrantas?
¿Cuándo bebiste tú del sacro río?
—82→

   ¡Piedad del pobre ingenio a quien suplantas
Y pelando sus barbas de coraje
Cien veces te maldice y otras tantas!  275

   Con un vocablo que tu lengua encaje
¡Adiós la dulce rima, adiós el metro!
El demonio que entienda tal potaje.

   Délfico numen, abandona el cetro
O castiga a ese cínico payaso.  280
¡Exi foras, profano! ¡Vade retro!

   «Si de torpes hay número no escaso
¿No hay otros, me dirán, cuya pericia
Merece bien del español Parnaso?»

   Con ellos no hablo yo. Fuera injusticia  285
Confundir con el sandio, el rudo, el necio
Al que honra la dramática milicia.

   Algunos hay cuya amistad aprecio,
Y aun los que el pueblo mira con enfado
A compasión me mueven, no a desprecio.  290

    Sí; que ningún actor nace enseñado,
Y no es moco de pavo, voto a cribas,
Gustar a gentes mil sobre un tablado.

    Y no hay preces al fin, no hay rogativas
Para aplacar a un pueblo que a su antojo  295
Reparte los tronchazos y los vivas.

   Ni al que nació desaborido y flojo
Mi pluma enmendará, si no le enmienda
Del formidable patio el fiero enojo.

   Ni porque yo sin caridad reprenda.  300
Y acá dé y acullá palos de ciego
Espero conseguir una prebenda.

   Ni el interés me incita; que si llego
A un librero chalán con mis borrones,
Seis reales me dará por cada pliego.  305

   No hay que glosar mis rectas intenciones.
Sólo el amor del arte me espolea,
Y a nadie insulto yo con mis sermones.
—83→

   Alguno habrá que plácido me lea,
Y acaso alguno me destine ingrato  310
Para envolver anís y alcaravea.

   ¿Y no seré yo un necio, un mentecato,
Si por no ser de todos aplaudido
Me atufo, me enfurezco, me arrebato?

   Y al censor que prudente y comedido  315
De mis versos denuncie los errores,
No es justo que yo viva agradecido?

   Pues aplíquense el cuento los actores.
Estudie el ignorante, pese a su alma,
Y procuren los buenos ser mejores;  320
Que no ganaron sin afán la palma
Un Maiquez, un Garrik, un Kemble, un Talma.




ArribaAbajo- VII -


Epístola moral sobre las costumbres del siglo7

A mi querido amigo
El excelentísimo señor don Ventura de la Vega




ArribaAbajo   ¡Oh siglo del vapor y del buen tono!
¡Oh venturoso siglo diecinueve...
O, para hablar mejor, decimonono!

   Si alguna pluma cáustica se atreve
A negar tus virtudes y tu gloria,  5
Yo la declaro pérfida y aleve.

   ¿Cuándo ha visto en sus páginas la historia,
Sea en la antigua edad, sea en la media,
Tantas acciones dignas de memoria?
—84→

   ¡Y qué saber! Si Dios no lo remedia,  10
Tendrá cada varón dentro de poco
Montada en su nariz la enciclopedia.

   Mozuelo a quien ayer hacía el coco
Bestial pasiega, y sin ajeno auxilio
Ni andar podía ni limpiarse el moco,  15

   Hoy desafía a Homero y a Virgilio,
O con él comparado, si gobierna,
Era un mal aprendiz Numa Pompilio.

   Hay quien echa a Demóstenes la pierna
De la elocuencia gárrula prendado  20
Que aprendió en los cafés... o en la taberna.

   A otro basta nombrarle diputado,
Aunque su nulidad sea notoria,
Para que él se repute hombre de estado.

   Hasta un pinche que en docta pepitoria  25
Perdices o besugos condimenta,
De sabio alcanza ya la ejecutoria;

   Que si a la parca víctimas aumenta
La ciencia culinar, sabrosa muerte
Es morir con su sal y su pimienta.  30

   Escribir y crear es nuestro fuerte,
No hay poste ya sin cartelón impreso,
Ni prensa ociosa, ni punzón inerte.

   ¡Así se compran páginas al peso,
Pagando medio duro por arroba,  35
Para envolver los dátiles y el queso!

   Uno invoca a las brujas en su trova;
Otro sigue a Aristóteles y a Horacio;
Otro pinta a los héroes con joroba;

   Aquel pulsa la lira en un palacio;  40
Aquel otro rasgando la bandurria
Muestra en un bodegón su cartapacio.

   Ya nos posea el júbilo o la murria,
A todos nos ataca esa manía,
Esa especie de métrica estangurria,  45
—85→

   Y lo mismo en la dulce poesía
Que en moral, en política, en hacienda,
Nuestro estado normal es la anarquía.

   «El genio por doquier se abre una senda.»
Asentada esta máxima, ¿qué importa  50
Que ya ningún cristiano nos entienda?

   Así también la muchedumbre absorta
Sus goces multiplica intelectuales
Con tantas coplas como España aborta.

   Así quizá en los públicos corrales  55
Involuntaria risa nos asedia
Cuando ejecutan dramas sepulcrales,

   Y hoy que tanto se ríe en la tragedia
No es maravilla si se queja alguno
De que le hagan reír en la comedia.  60

   Mas dejando en su tema a cada uno,
Hugos y Tasos, Góngoras y Ovidios,
Decidme, y perdonad si os importuno;

   ¿Cuándo persas, ni sármatas, ni lidios
Hilaron tanto y tan delgado en esto  65
De acumular gabelas y subsidios?

   Ello es verdad que con amargo gesto
Suspiran más de dos por un sistema
Que a lo justo reduzca el presupuesto.

   Ello es verdad que rústico anatema  70
Fulmina audaz contra el avaro fisco
El pobre ganapán que caya o rema,

   Y cuando alza el orgullo un obelisco
Exclama en su dolor: ¡yo lo he pagado
Con la postrer oveja de mi aprisco!  75

   Mas ¿quién es un pechero mal criado
Para meter impertinente el cuezo
En el Sancta Sanctórum del Estado?

   Humille al suave yugo su pescuezo,
Y al sueño lo atribuya buenamente  80
Cuando el hambre le arranque algún bostezo.
—86→

   Pues ¡no faltaba más!; ¡que un insolente
Su bienestar prefiera..., verbigracia,
A las arduas cuestiones del Oriente!

   Harto tiene que hacer la diplomacia  85
Si ha de avenir con el bajá del Nilo
A un tal Abdul Mejid, sultán de Tracia.

   ¡Es grave la cuestión! Pende de un hilo
Si ha de ser del vecino, o tuya, o mía
La pesca del caimán y el cocodrilo.  90

   Arreglemos primero a la Turquía,
No sea que del uno al otro polo
Arda la guerra asoladora, impía.

   A bien que Metternich se pinta solo,
Y Palmerston es hombre que lo entiende  95
Para eso de enjergar un protocolo,

   Y después que conjuren aquel duende
Y al bajá y al sultán protocolicen,
Protocolizarán a los de aquende.

   ¡Oh! mármoles y bronces eternicen  100
Al que inventó tan linda panacea,
Aunque algunos ingratos la maldicen.

   Lo que antes en diez años de pelea,
En un par de semanas hoy se ajusta
Con polvos y papel, tinta y oblea.  105

   Otorga el flaco lo que al fuerte gusta;
La guerra es ya de pura ceremonia,
Y aunque truene el cañón nadie se asusta.

   Venga, dice el inglés, esa colonia,
Y el prusiano y el ruso y el austríaco  110
Se reparten el reino de Polonia.

   Si esto no agrada al infeliz polaco,
¡Paciencia! Era mal clima la Siberia:
Mejor campa en el Vístula el cosaco.

   Así en el archipiélago se feria  115
A Otón un cetro, y a Coburgo en Flandes;
Así muere absoluto el rey de Iberia,
—87→

   Y en su cartera así los hombres grandes
Del universo encierran el destino
Desde el hercúleo mar hasta los Andes.  120

   Acaso algún espíritu mohíno
Más daño que a la pólvora y al hierro
Atribuya al papel y al pergamino.

   Si al fin, dirá, la albarda y el cencerro
Ha de imponer al débil el potente,  125
Si le han de dar al cabo pan de perro,

   Más vale pelear como valiente
Y a lo menos salvar la negra honrilla,
Como dijo aquel príncipe excelente.

   ¡Grosero error! Doblemos la rodilla,  130
¡Oh santo Protocolo, en tus altares.
¡Vítor!... Eres la octava maravilla.

   Y no porque a los bélicos azares
Sucedan los primores de la pluma,
Faltan héroes. Nos sobran a millares.  135

   De tal renombre la grandeza suma
Apenas se otorgaba en otra era
Al audaz vencedor de Moctezuma.

   Hoy lo arreglamos ya de otra manera;
Proclamas y periódicos sin cuento  140
Conceden ese título a cualquiera.

   ¿Y qué diré, oh Ventura; (que el momento
Ya llegó de nombrar el ciudadano
A quien mi carta dirigir intento)

   ¿Qué diré del prodigio sobrehumano  145
De valer hoy millones los billetes
Que ayer menospreció todo cristiano?

   Ve a la Bolsa y, sin miedo a los corchetes,
Verás improvisar su bienandanza
A quien sabe mover los cubiletes.  150

   ¡Doloso cebo al necio Sanchopanza
A quien sepulta en súbito naufragio
Viento falaz que le auguró bonanza!
—88→

   ¡Maldito sea, exclamarás, el agio,
Peste de las modernas sociedades,  155
Más fiera que el bubón en su contagio!

   ¡Dichosas las pretéritas edades
Do fue desconocido! ¡A buen seguro
Que lo sufrieran Jerjes ni Milciades!

   Mas ¿qué hicieras, replico, en el apuro  160
De ser ministro, di, y en el erario
No hallar para un remedio un peso duro?

   ¡Oh! No cabe sistema tributario
Que iguale ni con mucho al arte eximia
Que convierte el papel en numerario.  165

   ¿Y cómo reprobar la nueva alquimia
Cuando con ella el alto financiero
Si no salva al estado... lo vendimia?

   ¿Y qué importa que gima el pueblo entero
Mientras jugando al alza y a la baja  170
La bursátil legión nada en dinero!

   Que no a todos es dable la ventaja
De comprar al futuro y al contado
Sin un real en la bolsa ni en la caja.

   Al bolsista chambón, desventurado,  175
Que, paga una primada en cada prima
¿Quién le manda meterse en tal fregado?

   Pero aunque esta verdad nos cause grima,
El maldito interés es una plaga
Que nunca el hombre se echará de encima.  180

   Yo mismo, mal coplero que, a la zaga
Del Venusino que ilustraba al Lacio
En dulce son que persuadiendo halaga;

   Yo que, imperito imitador reacio
De Rioja insigne, cuya docta pluma  185
Dio a la hispana región segundo Horacio,

   Oso epistolizar (¡audacia suma!)
Y en vano forcejeo con la carga
Que ya mis hombros frágiles abruma,
—89→

   Cuando escribo estos versos de botarga,  190
Y con algo de miel los elaboro;
Que a secas la verdad es muy amarga,

   No de gloria fugaz al almo coro
Demando la merced: sólo me impulsa
La golosina de la Rosa de oro:  195

   Y aunque peque mi sátira de insulsa,
Me quedaré más frío que la nieve
Si el adusto areópago me repulsa.

   Mas, por si tal ocurre, quiero en breve
Dar a mi carta fin; que es ya prolija  200
Y tal vez hoy se lean ocho o nueve.

   Así, aunque mucho queda en la valija,
Adiós, Ventura amable; siempre tuyo,
Como sabes... et caetera..., y concluyo
Antes que el auditorio me lo exija.  205




ArribaAbajo- VIII -


La manía de viajar

Epístola dirigida en julio de 1845
A mi amigo y padrino
El excelentísimo señor don Mariano Roca de Togores,
Marqués de Molins




ArribaAbajo   No sé si de Alicante o del Provencio
Rimado me enviaste un cartapacio
Y culpaste de paso mi silencio;

   Mas, lo juro por Píndaro y Horacio,
Culpa es tuya, Mariano, que no mía,  5
Si en el silencio he sido tan reacio.

   Si mi afecto una epístola te envía,
Para que no se pierda en el correo
¿Qué sobrescrito, di, será su guía?
—90→

   Hoy en las calles de Madrid te veo,  10
Y eres mañana, nómada versátil,
Vivo traslado del errante hebreo.

   Más vario que el termómetro bursátil,
Ya te alberga el fragoso Maestrazgo,
Ya en Elche comes amarillo dátil.  15

   No hay día en que no pagues el portazgo,
Y sólo para postas y mesones
Necesitas un pingüe mayorazgo.

   Astro, de eclipses mil y aberraciones,
Si sospecha Aragó dónde amaneces,  20
¿Qué Newton me dirá dónde te pones?

   ¿A qué resorte mágico obedeces
Que, sin incrédula vista acude al tacto,
Fantástica visión desapareces?

   No ha mucho, si el informe ha sido exacto,  25
Que en un ferrocarril viajar te han visto,
Que es viajar poco menos que en abstracto.

   Cuando te hacía yo comiendo pisto
Del edetano Turia en las orillas,
Camino de París ibas tan listo,  30

   Y ya apenas distabas veinte millas
De la antigua Lutecia, cuya corte
Tantas encierra y tantas maravillas.

   Pero el gas que impulsaba tu transporte
¿No pudo trasegarse a tu cabeza  35
Y virarla al Oeste desde el Norte?

   Mientras «París» mi sobrescrito reza
Quizá en Liorna o en Ginebra te halles,
Quizá en las lomas de Úbeda y Baeza,

   O al menos en los atrios de Versalles,  40
A fuer de buen patriota recordando
La rota del francés en Roncesvalles.

    Mas me ocurre una idea. Si te mando
La carta «A don... et caetera en el mundo»,
Tú la recibirás... Dios sabe cuándo.-  45
—91→

   Y ahora ¿qué te diré? Yo tan fecundo
Un día como el vate que en el Istro
Lloró de Octavio el ceño furibundo,

   Apenas si figuro en el registro
Del Parnaso español, mi amor y el tuyo,  50
Desde que gaceteo y administro.8

   En vez de estrofas, tórculos construyo,
¡Y en prensa día y noche, mal pecado!
Al plectro el expediente sustituyo.

   De letras por doquiera bloqueado,  55
Sólo ya las conozco por el tipo:
Mi numen no es ya Apolo; es el Estado;

   Y aunque lo rija el que escribió el Edipo,
El Estado es prosaico aquí y en Asia
Y yo de su influencia participo.  60

   Háblame de glosilla y atanasia
Y de alternar edictos y decretos
Con noticias de Chile o de Circasia;

   Mas no de versos fáciles, discretos,
Que sabe Dios, Mariano, lo que sudo  65
Para hacer esta ristra de tercetos.

   ¡Feliz tú a quien destino menos crudo
Deparó venturosa independencia!...
(Y no lo digo, a fe, porque eres viudo.)

    ¡Dichoso tú que sin real licencia  70
Puedes ser perdurable parroquiano
De todo conductor de diligencia!

   Yo también lo que resta de verano
Esquivara el rigor de Febo intonso
Lejos de este bullicio cortesano;  75

   Ya fuera mi mansión San Ildefonso,
Ya el templo insigne do a la pompa augusta
Hunde en la nada fúnebre responso.
—92→

   Que es cosa natural y a todos gusta
Como el caliente hogar en el invierno  80
Buscar el fresco en la estación adusta.

   Mas ¡cuántos necios hay, Dios sempiterno,
Cuántos que por huir del purgatorio
Se meten de rondón en el infierno!

   Dejando aquí su holgado dormitorio  85
Arrienda a peso de oro una zahúrda
En un mal lugarejo don Liborio.

   Hosca patrona con su saya burda
Le sirve, que no sabe entre sus manos
Distinguir la derecha de la zurda.  90

   Antes que Dios alumbre a los humanos
Le despiertan los perros, las gallinas,
Las moscas, los chiquillos, los marranos.

   Bigardos que apuntalan las esquinas
Ve sólo por la calle, o mutuamente  95
Matándose la caspa las vecinas.

   Sale de casa con el fresco ambiente
Del alba matutina, y cuando torna
Le tuesta el Sol despótico, insolente;

   Que sin un mal arbusto (¡es mucha sorna!)  100
Vive contento el poblachón grotesco
Cuando el Sur con su aliento le abochorna.

   Hay un jardín cuyo apacible fresco
Puede ofrecer a tus ardores tregua,
Y tiene estanque y pabellón chinesco;  105

   Pero dista lo menos media legua,
Y pasarla pedestre es necesario
al duro trote de alquilada yegua.

   ¡Y vivir día y noche solitario
O someterse al obligado trío  110
De fiel de fechos, cura y boticario!...

   ¿Y qué se come allí? ¿Pesca? No hay río;
¿Caza? A Madrid por ella si la quieres;
¿Fruta? El año es estéril y tardío.
—93→

   Mas si deseas rústicos placeres,  115
Sal al campo y verás cómo prodiga
Sus tesoros en él la madre Ceres.

    ¡Oh qué recreo la dorada espiga
Ver, y girando el pedernoso trillo,
Y el merodeo de afanosa hormiga...,  120

   Si este solaz bucólico y sencillo,
Que admiro yo... en Virgilio y en Valbuena,
¡No fuera precursor de un tabardillo!

   Mas quién, mártir sin gloria, se condena
A pasar más trabajos que Tobías,  125
Con su pan se lo coma norabuena.

   ¡Tiene la moda, a fe, raras manías!
¿Qué dirían los padres de mi abuelo
Si volvieran al mundo en nuestros días?

    Contentos con su hogar y con su cielo,  130
Sólo usaban la mula y la gualdrapa
Para dar un vistazo a su majuelo,

   Y apenas conocían por el mapa
La corte del austriaco y la del ruso,
Los dominios del Argel y los del Papa.  135

   Hoy hemos dado en el contrario abuso.
Ya español que no viaja se denigra.
Nadie está bien en donde Dios le puso.

   Ya se ve, como siempre aquí peligra
Media nación si triunfa la otra media,  140
Cuando descansa Pedro, Antón emigra;

   Y como dura tanto esta comedia,
En peripecias trágicas fecunda,
Sed de viajar a todos nos asedia.

   Quién va a Cestona, quién a la Borunda;  145
Éste lleva al Molar su cataplasma;
Aquel sus nervios a la mar profunda;

   Y mientras otro en Pau se cura el asma,
A la Suiza un simplón su viaje emprende
Y al ver a su tocayo se entusiasma.  150
—94→

   Manda el buen tono caminar allende
Los riscos del selvoso Pirineo:
A Lion, a París, a Lila, a Ostende;

   Que es chabacano y mísero el deseo
Del que sólo camina hasta Segovia  155
O cuando más se aleja hasta Bermeo.

   Aunque a Berlín no llegue y a Varsovia,
¿Qué dama de este título es ya digna
Si no ha pasado el puente de Behovia?

   La leona que falta a la consigna,  160
Porque el oro no cuenta en abundancia,
A esconderse en Buitrago se resigna;

   Y por salvar, ¡pueril extravagancia!
La negra honrilla, escribe en la tarjeta:
«Fulana se despide para Francia  165

   ¡Y tan mal a la España se interpreta
Que la tildan de pueblo estacionario,
Comparable a lo sumo con Damieta!

   Sin contar tanto viaje involuntario,
Desde Junio a Setiembre, largo o corto,  170
¿Quién no traza en Madrid su itinerario?

   Hay quien dice: esta tarde me transporto
Del barrio del Barquillo al de Moriana,
Ya que no puedo a Málaga y Oporto.

   ¿Y no vive viajando hoy y mañana  175
El asiduo parásito que hambriento
Siete mesas invade a la semana?

   ¿Qué hacen sino viajar a todo viento
Tanta movilizada pelandusca
Y pillos y tahures más de ciento?  180

   Basta. Sin duda mi razón se ofusca.
El placer inocente de los viajes
No merece una sátira tan brusca.

   Para algo se inventaron los carruajes,
Y a mozas de posada y postillones  185
No fuera justo cercenar sus gajes.
—95→

   Mueva pues todo el mundo los talones,
Ya que la humana vida es transitoria;
Y si aquí nos da vuelcos y ladrones,
Dios arriba nos dé su santa gloria.  190