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1

Armando Palacio Valdés, La espuma, Barcelona, Imp. de Henrich, 1890, cap. 2, págs. 68-69.

 

2

Clarín, «Prólogo a la segunda edición», en Emilia Pardo Bazán, La cuestión palpitante, ed. de J. M. González Herrán, Barcelona, Anthropos, 1989, pág. 124.

 

3

Rafael Altamira, «El realismo y la literatura contemporánea», La Ilustración Ibérica, Barcelona, núm. 173, 24 de abril de 1886, pág. 266. Y remata nuestro historiador, subrayando la importancia de este tema: «Hora es ya de decir otra cosa, de saber que el realismo no es la pintura de los obsceno, ni Zola un marqués de Sade [...]» (A partir de ahora citaré este trabajo con el escueto título de «El realismo» y La Ilustración Ibérica con la abreviatura LII.

 

4

Op. cit., en nota 2, pág. 4.

 

5

Émile Zola, «Les frères Zemganno. I., Le préface», en Le roman expérimental, Oeuvres complètes, Henri Mitterand, dir., Cercle du Livre Précieux, París, 1968, vol. 10, pág. 1.321. Desde ahora citaré siempre esta edición con la abreviatura OC.

 

6

Émile Zola, «Les poètes contemporains. V», en Documents littéraires,OC, 1969, vol. 12, pág. 384.

 

7

Sobre el apasionante problema de las tensiones en L. Alas entre el romanticismo simbolista, o «esencial», y aquel otro romanticismo banalizado, puro gesto, pasto de las clases medias provincianas, véanse las espléndidas reflexiones de Gonzalo Sobejano contenidas en «Poesía y prosa en La Regenta», Clarín y su obra en el centenario de «La Regenta». (Barcelona, 1884-1885), ed. de A. Vilanova, Universidad de Barcelona, 1985, págs. 293-316. He estudiado personalmente la sutil herida romántica perceptible siempre en el autor asturiano en «La sensibilidad literaria de Leopoldo Alas: "en mi fin está mi principio"», en Autores Varios, Clarín: 100 años después. Un clásico contemporáneo, Madrid, Instituto Cervantes, 2001, págs. 211-221.

 

8

Se refiere, pongo por caso, Leandro Fernández de Moratín a las «bellezas admirables» que se advierten en el Hamlet, y «los defectos que manchan y oscurecen sus perfecciones», lo cual -concluye- forma «un todo [...] monstruoso» («Hamlet», Comedias, París, Garnier Hermanos, 1881, pág. 457).

 

9

Victor Hugo, «Prólogo a Cromwell», Manifiesto romántico, Península, Barcelona, 1989, págs. 36, 48 y 49. Rafael Altamira sería siempre muy consciente de que el énfasis por «lo feo y lo terrible» -la «vida» en estado puro frente a lo «abstracto» como «muerto»- fue una «conquista» de los románticos que, más tarde, asumiría el naturalismo (véase «La conquista moderna. II», en Mi primera campaña, Madrid, Lib. de José Jorro, 1893, pág. 15).

 

10

Textos, fragmentos de Rosenkranz recogidos, traducidos y, en ocasiones, resumidos por Marcelino Menéndez Pelayo en Historia de las ideas estéticas en España, Madrid, CSIC, 1974, vol. II, págs. 236 y 239-240.

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