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La potenciación de las relaciones académicas entre España y Asia-Pacífico a través de las nuevas tecnologías

César de Prado Yepes

Instituto Universitario Europeo, Florencia, Italia



SIMPOSIO DEL CLUB EU-JAPÓN: �CUÁL ES EL FUTURO DE LA SOCIEDAD GLOBAL?

     El Instituto Universitario Europeo continuó con su tradición de diálogo académico y político con Japón celebrando en 27-29 octubre 1999 el 10 simposio anual del Club EU-Japón. Con el amplio título ��Cuál es el Futuro de la Sociedad Global?�, congregó académicos y prominentes hombres de la administración para discutir cortés, pero francamente, algunas de las cuestiones más acuciantes del período de globalización actual, y sobre el papel de Europa y Japón en moldearlo.

     El simposio fue organizado por Martin Rhodes, Profesor en el Departamento de Ciencias Políticas y Sociales, y por Sra. Daniela Di Corrado, de la DGI de la Comisión Europea y coordinadora del Club, que se sigue procurando el soporte de la Fundación Japón, y del Keizai Koho Center, un instituto de relaciones públicas afiliado con la Japan Federation of Economic Organisations (Federación Japonesa de Organizaciones Económicas).

     El Club EU-Japan fue creado al final de un período de relaciones caracterizadas por confrontaciones en asuntos comerciales y escasa cooperación y diálogo político de substancia. En los años noventa, las reuniones mensuales del Club en Bruselas y los simposia anuales puede que hayan ejercido una fuerte influencia en la mejora de relaciones bilaterales, actualmente llenas de actividades conjuntas sectoriales y un periódico diálogo político (201). Aunque aún persisten problemas de percepción y dificultades para aprender del otro, la opinión de los participantes en el simposio de este año fue de un aumento de entendimiento mutuo y una predisposición a una mayor promoción conjunta de varios temas bilaterales y multilaterales. [162]

     La sesión inaugural tuvo lugar en el �Palazzo Vecchio�, creando el ambiente para el resto del simposio. En su discurso inaugural, el Presidente del Instituto, Dr. Patrick Masterson, recalcó sobre la necesidad de desarrollar un nuevo pensamiento dentro de las ciencias sociales para mantener su apertura característica y, en consecuencia, ayudar a solucionar los problemas acuciantes de un mundo globalizándose dominado por la racionalidad de la ciencia y tecnología. Dr. Horst Krenzler, ExDirector General de la Comisión Europea para Relaciones Exteriores y Gobernador de Honor de la Junta Directiva del Club EU-Japan, remarcó sobre las dificultades para discernir los aspectos positivos y negativos de la globalización.

     La primera exposición fue dada por Sr. Yves-Thibault de Silguy, antiguo Comisario europeo encargado de asuntos monetarios, quien ensalzó el Euro y sus implicaciones. El evento más remarcable desde la creación del sistema (financiero) de Bretton Woods, en menos de un año desde su lanzamiento, el Euro ha ya probado ser un éxito que conlleva estabilidad y crecimiento a Europa a la vez que ayuda a reducir la volatilidad en un mundo financiero multipolar cada vez más impredecible. Sin embargo, el Sr. de Silguy recordó que es sólo el primer paso y que quedan todavía muchos retos en el camino a recorrer, especialmente la necesidad de los miembros de la Unión (Monetaria) Europea de hablar y actuar conjuntamente. Menos animado, pero igualmente intrigante y más original, fue la siguiente exposición del Prof. Hayao Kawai, miembro de la Junta Directiva del Club EU-Japón, y Director-General en el Centro de Investigación Internacional de Estudios Japoneses (Nichibunken) en Kyoto. Usando metáforas de los mitos de creación de identidades nacionales de un pueblo aborigen americano, indirectamente argumento sobre la necesidad de mantener pluralismo y tranquilidad para adaptarse a nuevas situaciones, especialmente en el actual período de cambios.

     Tras ambas exposiciones, su H. E. Takayuki Kimura, Embajador del Japón ante la Unión Europea, dio un discurso oficial bastante calmado en el que contrastó las conflictivas y limitadas relaciones bilaterales de los años ochenta con las más suaves actuales, llenas de proyectos de cooperación. Sin embargo, queda mucho camino para mejorar la cooperación a nivel multilateral y bilateral en los ámbitos político, empresarial y cultural.

     Tras las exposiciones de cada sesión del simposio, siguieron interesantes discusiones. La primera, presidida por Dr. Krenzler, sacó a la luz varias ideas a seguir o explorar, incluyendo la evolución de diversos modelos de desarrollo en Europa y Asia industrial, la americanización del mundo, la tendencia hacia la regionalización de las monedas, la posibilidad de colaboración entre el Euro y el Yen, y el papel de la educación. Un comentario interesante fue el de Corrado Molteni, Profesor de economía japonesa en Milán, que concluyó que Europa debería escuchar más para entender otras regiones del mundo, pero que el perfil histórico-cultural de la Unión Europea debería facilitar ese proceso.

     La palabra final del día fue dada al Prof. Yves Mény, director del Centro Robert Schuman, quien primero habló de la necesidad de crear un paradigma global más basado en regulaciones que vaya más allá de los tradicionales paradigmas de libre mercado y estado de bienestar, y luego añadió que el proyecto europeo había por ahora [163] tenido éxito debido a tres razones principalmente: la promoción de su mito, la aplicación del principio de participación pluralista a pesar del tamaño o riqueza, y su desarrollo institucional, especialmente de la Corte Europea de Justicia. Sin embargo, el Prof. Mény cree que el estado de derecho puede todavía mejorarse notablemente tanto en Europa como en Japón y a nivel internacional, y que los desarrollos legales en Europa pueden conducir el proceso de globalización tanto como ejemplo como un elemento clave del sistema.

     La segunda sesión, titulada �Reregulación: Creación de Reglas Internacional�, fue abierta con las del Sr. Koji Kakizawa (ex Ministro de Asuntos Exteriores de Japón) sobre la necesidad de equilibrar el proceso generalmente positivo de globalización con la preservación de la diversidad local, para luego presentar el termino �glocalización�, usando como ejemplo el éxito de Sony en la consecución de tal equilibrio. Luego continuó describiendo la idea de un mundo regulado a varios niveles geográficos basado armoniosamente en el individuo, argumentando sobre la necesidad de reforzar la familia, los gobiernos locales, así como instituciones multilaterales globales y regionales, y la sociedad civil, especialmente en Asia.

     Acto seguido, el Prof. Giuliano Amato, promotor de una �Constitución para Europa� mientras en el IUE, y actual ministro italiano del Tesoro, concentró su exposición sobre el progreso histórico de los caminos legales formales e informales con el objetivo a largo plazo de encontrar puntos comunes entre regulaciones domésticas conflictivas actuando sobre los riesgos de carteles privados supranacionales. La evolución de la doctrina legal en ese campo se ha modificado del comportamiento unilateral de estados poderosos con efectos de extraterritorialidad, a doctrinas más nuevas y cooperativas, por las cuales los países involucrados intentarían tener en consideración e incluso investigar bajo petición, las implicaciones directas negativas de sus acciones en el país afectado. Sin embargo, sólo la UE ha avanzado hasta el punto de tener casi aplicación legal directa doméstica de muchas de sus decisiones supranacionales. Prof. Amato concluyó que aunque el ejemplo europeo es probablemente muy difícil de replicar en otras partes del mundo u organizaciones internacionales como la Organización Mundial de Comercio, se debería favorecer un ejercicio más global para juntar diferentes intereses esperando que encuentren maneras de converger, ya que los posibles fallos de regulación podrían ser menos costosos que los posibles fallos de riesgo de mercado sistémico. La exposición del Profesor Amato abrió una sesión de panel muy interesante en la que las diferencias sólo se solventaron parcialmente. De especial interés era la idea de consecución de un acuerdo similar entre Europa y Japón en derecho de la competencia como en el conseguido recientemente a nivel transatlántico.

     En la tercera sesión, presidida por el Prof. Mény, tres trabajos interesantes fueron presentados sobre el tema �Responsabilidad Democrática�. Dr. Nicolas Rennger (St. Andrews, Scotland) comenzó sugiriendo organizar una oposición global a través de la coordinación de organizaciones no gubernamentales internacionales especializadas en conocimiento, quizás alrededor del Banco Mundial. Acto seguido, el Prof. Takenori Inoki (Universidad de Osaka) habló sobre los riesgos de los planteamientos a corto plazo, y sobre la responsabilidad en las políticas con consecuencias a largo [164] plazo, tales como las de la Banca Central Europea, una institución que no dispone de mecanismos de responsabilidad apropiados. Finalmente, el Prof. Daiichi Ito (Instituto Nacional de Posgrado para Estudios de Políticas, Tokyo) contó el reciente proceso arduo para reformar la administración central en Japón, con el éxito al final a pesar de haber sido ampliamente dirigida por una nueva generación de burócratas de élite, los cuales esperaban al mismo tiempo crear un marco que obligue un liderazgo mayor y una contabilidad de la atrincherada y poco efectiva clase política japonesa.

     La siguiente discusión de panel levantó varios temas, incluyendo las dificultades de atacar la naturaleza gatopardesca de las reformas administrativas, el ejemplo del Parlamento Europeo como una institución supranacional con algo de contabilidad, la evolución del Sistema de las Naciones Unidad, la falta de definiciones de democracia y sociedad civil, y el papel de las universidades japonesas. El día terminó con el recordatorio del Prof. Mény sobre el poder de las ideas.

     La cuarta sesión, presidida por el Prof. Tomihide Kashioka (Kyoto Women's University), se centró en el tema �Sociedad e Identidad bajo la Globalización: Educación, Adaptabilidad de las Élites�. El primero en hablar fue el Sr. Roberto Gucci, (Presidente de la �House of Florence�) quien presentó sus planteamientos sobre el significado de la identidad y globalización desde el punto de vista de la moda, y avisó sobre la excesiva homogeneización, en gran parte Americanización, que puede estrangular la innovación creativa en Japón. A esto, el Prof. Vande Walle (Universidad Católica de Lovaina) añadió que tal homogeneización esta en gran parte también ocurriendo en el arte europeo.

     La segunda exposición, �Globalización, Armonización y Obligaciones Morales� presentada por el Prof. Kotaro Suzumura, economista al Instituto de Investigación Económica, Universidad de Hitotsubashi, y Presidente de la Asociación de Economistas Japoneses. Se centró en los problemas eficiencia económica y responsabilidad democrática de mecanismos bilaterales e unilaterales, y argumentó en favor de un enfoque multilateral a la armonización internacional y resolución de conflictos. Prof. Suzumura continuó con el tema del calentamiento global, para sostener que los países desarrollados tienen la obligación moral de no transferir a generaciones futuras los costes de solventar las ofensas presentes y pasadas sobre el medio ambiente. Acto seguido, el Dr. Wolfgang Pape, de la Unidad de Prospección de la Comisión, comento sobre el problema de juntar a China y Japón en instituciones regionales, e individualmente a instituciones multilaterales, y se mostró de acuerdo con la idea de muchos otros ponentes de que el mejor camino para converger internacionalmente es a través del uso de mecanismos de reconocimiento mutuo.

     La última ponencia del simposio la expuso el Prof. Richard Higgott (Director del Centro de Globalización y Regionalización, Universidad de Warwick) titulada �Redes Emergentes de Élites y Políticas Públicas Globales: �Dónde nos Encontramos?�. Describió las recientes tendencias de las redes globales emergentes que airean las preocupaciones de grandes grupos de personas opuestas a las desigualdades que conlleva la globalización, e intentando dar forma a una agenda del Consenso Post-Washington, en el que la eficiencia económica tendría que acomodar valores sociales. [165]

     La sesión final fue presidida por el Prof. Pompidou, Miembro del Comité Económico y Social francés, Profesor de Ciencias Médicas, y durante diez años miembro del grupo Europarlamentario de relaciones con Japón, cinco de los cuales presidió. Actualmente es el presidente del panel de evaluación de proyectos de Investigación y Desarrollo relacionados con la Sociedad de la Información bajo las prerrogativas del Directorio General XIII de la Comisión Europea. Prof. Pompidou habló sobre como las info-comunicaciones multimedia permiten nuevas formas de globalización en varios campos de la ciencia, pero no falló en avisar sobre los peligros contra la homogeneización excesiva.

     La última palabra fue dada a Lady Diana Brittan (Presidenta de Charity Funds, UK Lottery) que resumió el simposio en una manera original. A menudo usando metáforas, describió las principales dicotomías sobre las que hay que pensar para encontrar maneras de acercarlas, tarea que los miembros más jóvenes del Club EU-Japón deberán de acometer.

     Tanto en Japón como en Italia, progreso real también pasa a menudo en una manera amistosa y relajada después de que el trabajo formal se termina. En este respecto, el simposio cumplió con las expectativas de todos. Tras una visita al galope del Palacio Vecchio, la Galleria degli Uffizi y el Corridoio Vasariano la primera tarde, el programa cultural y social incluyó una cena en la segunda noche en las colinas toscanas ofrecida por el Sr. Gucci, y una visita el último día al Museo Stibbert, el cual exhibe actualmente muchas de sus piezas más sobresalientes de su amplia colección japonesa, el conjunto más amplio de armaduras japonesas fuera de Nippon. [166] [167]



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Reseñas

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Reseñas

Oceanía

     BAERT, Annie: Le Paradis Terrestre, un mythe espagnol en Océanie. Les voyages de Mendaña et de Quirós, 1567-1606. L'Harmattan, París, Mondes Océaniens 1999, 352 pp.

     Ahora que los libros de viaje están de moda, y que las expediciones de marinos ilustres como Cook, Malaspina y Bustamante han sido editadas con todo esmero, recibimos este libro de los Mares del Sur recordándonos otros viajes, un tanto olvidados, de Álvaro de Mendaña y de Pedro Fernándes de Queiroz en busca de tierras paradisíacas en pleno Océano Pacífico.

     La obra francesa de Annie Baert está basada en su tesis doctoral cargada de todo rigor científico. Las fuentes originales son los manuscritos de la época y las transcripciones de las relaciones y diarios de las expediciones recogidas en las obras principalmente de Justo Zaragoza y Celsus Kelly. Tenemos que reconocer que para los investigadores de la historia del Pacífico ha sido un éxito que en lengua francesa se publique semejante trabajo de las expediciones españolas de Mendaña y Quirós. Por una parte debemos felicitar a la autora, agradeciendo no solamente la labor desarrollada de difusión de la historia española en el Centro Universitario de la Polinesia francesa, sino también el servicio prestado por esclarecer la historia de los primeros europeos que arribaron a las islas de Polinesia y Melanesia. Por otra parte hay que agradecer al profesor Paul De Deckker el apoyo prestado a esta tesis.

     El libro consta de una breve introducción que resume los tres viajes que se hicieron desde el virreinato del Perú al Océano Pacífico, en tiempos de Felipe II y Felipe III, a la búsqueda de las míticas islas del rey Salomón. El primer viaje de Álvaro de Mendaña entre 1567-1669; el segundo de Mendaña con Quirós, como piloto mayor, en 1595 y el tercero de Quirós entre 1605-1606, donde se incluye también el viaje de Váez de Torres desde las islas del actual estado de Vanuatu, navegando después por el estrecho de Torres, entre Australia y Papúa-Nueva Guinea, las Molucas y arribada en Filipinas. Estos viajes van acompañados por un pequeño mapa para comprender [170] mejor la ruta de las navegaciones españolas, que incluye los principales archipiélagos descubiertos por los europeos.

     De las tres partes que trata el libro, la primera se refiere a la organización político-administrativa, donde Baert presenta extractos de la Casa de la Contratación, del Consejo de Indias y del Consejo de Estado, de las leyes de Burgos de 1512, que admitían la encomienda y llamaban a las obligaciones morales y sociales de los propios encomenderos con los indios y de las Ordenanzas de Segovia de 1573, utilizadas por Mendaña en su segundo viaje en las islas Marquesas y de Santa Cruz. Añade también unos apartados al papel de los virreyes en Indias, así como la administración y la justicia, el poder financiero y el plan militar en aquellos territorios.

     Mención aparte es la presencia de la Iglesia y el carácter religioso de las expediciones, que ocupa cerca de cuarenta páginas. Los franciscanos son por excelencia la orden religiosa que acompaña a Mendaña y Quirós en sus expediciones. Baert relata, basándose en los documentos de los viajes, la vida religiosa durante la navegación y estancia en las islas descubiertas.

     La segunda parte, referida a las condiciones prácticas de las expediciones. No obstante, amplía su trabajo con más detalles relativos al tema militar, recogiendo información sobre el armamento que portaban las naves y soldados, así como de su uso frente a los habitantes de las nuevas islas.

     En la tercera y última parte Annie Baert recoge la visión española del incógnito Mar del Sur, desarrollando con conocimiento de causa, la visión que los expedicionarios tenían de las nuevas islas en su amplio contexto geográfico, zoológico y botánico, además del aspecto humano y del gran problema del desconocimiento de las lenguas indígenas. En un apartado de esta tercera parte incluye, con gran acierto, la actitud de los océanos hacia los extranjeros y la opinión española de estos isleños. Tema que en parte fue presentado por Baert en el Congreso Internacional de la AEEP celebrado en Córdoba en 1995. Adjunta también un apartado sobre la función de la piragua en la comunicación entre las islas. Esta embarcación de diferentes modelos y formas sirvió de medio de difusión cultural, comercial y viajera en la colonización de las islas del Pacífico.

     En resumen, un agradable libro de historia, aventuras y viajes, basado todo ello en documentos reales, que sirve al lector curioso a sumergirse en las expediciones españolas de los siglos XVI y XVII en el Océano Pacífico, y al lector experto en recordar y ampliar muchos hechos que estaban en el olvido.

     Annie Baert como hispanista ha hecho un gran servicio a España al escribir este libro en francés y como historiadora ha rendido homenaje a los países de la Melanesia y Polinesia, presentando un trabajo de su historia en el contexto del siglo XVI en el encuentro de culturas totalmente diferentes.

FRANCISCO MELLÉN



     MELLÉN, Francisco: El Museo del Ejército y su colección de armas y artefactos de las islas del océano Pacífico. Ministerio de Defensa, Madrid 1999. 110 pp.

     No son muchas las piezas provenientes de Oceanía en los museos españoles, [171] sobre todo si los comparamos con los museos de otros países: sin remitirnos a los de Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Rusia, Australia o Nueva Zelanda, las colecciones españolas no llegan a la altura de las italianas, polacas, canadienses, escandinavas, etc. y ello a pesar de que España penetró en Oceanía ya en el siglo XVI, en el XVII se estableció en las islas Marianas, y en el XIX en las Carolinas.

     Aun así, existen varias colecciones de armas y artefactos en distintos museos españoles, la mayoría poco numerosas, pero algunas de cierto relieve. Entre éstas está la del Museo de América, la del Museo de Antropología, la del Museo Naval y la del Museo del Ejército (202), por mencionar sólo las de Madrid.

     Precisamente el libro que reseñamos es el catálogo de la colección de artefactos y armas oceanianas de este último museo. La clasificación y la elaboración del catálogo se deben a nuestro mejor polinesista, F. Mellén (que ya preparó un catálogo semejante para el Museo Naval de Madrid).

     La colección actual del museo consta tan sólo de 45 piezas, ubicadas en la llamada Sala de Ultramar del Museo, más seis piezas que se hallan en otras sedes también del Ministerio de Defensa.

     Tras una introducción geográfico-histórica, un apartado sobre las �Armas primitivas isleñas�, se pasa a la penetración europea en Oceanía, la comercial, la colonial y la científica. Un apartado muy interesante es el de �Los coleccionistas�, numerosos desde el siglo XVIII, muchos de los cuales dieron lugar a las colecciones existentes en los museos, y se hace la historia de la del Museo del Ejército, para pasar a continuación al criterio de catalogación empleado por Mellén.

     El autor subdivide Oceanía en tres zonas (Australia, no sabemos por qué, queda fuera): Melanesia, Micronesia y Polinesia -curiosamente, el mayor número de piezas no proviene de las ex colonias españolas, sino de los países de Melanesia-. La catalogación hubo de corregir numerosos errores de atribución y geográficos que se arrastraban desde hacía decenios, y estableció lo más definitivamente posible la procedencia y finalidad del objeto. De Melanesia hay objetos de Fidyi, de Nueva Caledonia y de Papúa-Nueva Guinea, y de las Salomón. De Micronesia provienen de Kiribati, y de las Carolinas (en general, sin especificar de qué país de este archipiélago). Los de Polinesia son de las Islas Australes, en la Polinesia francesa, de las islas Cook, y de Tonga.

     Un glosario y una bibliografía completan el catálogo.

C. A. CARANCI [172]



     ELDER, Bruce: Australia. Könemann, Colonia 1999. 128 pp.

     MARTYR, Debbie: Indonesia. Könemann, Colonia 1999. 128 pp.

     OON, Helen: Malaisia. Könemann, Colonia 1999. 128 pp.

     Equipo: Bali. Acento Editorial, Madrid 1996. 360 pp.

     Equipo: Singapore. APA Publications, Insight Guides/Singapore Airlines, Singapur 1994. 388 pp.

     El auge del turismo ha traído consigo el de las publicaciones de carácter turístico: revistas, libros, vídeos, etc., en general material sin pretensiones científicas declaradas, pero que tiene una gran incidencia en el conocimiento, en su calidad, sobre otros países y continentes. Es frecuente que todo lo que una persona sabe sobre Oceanía o sobre África derive de sus viajes y de las lecturas o consultas de sus guías turísticas. De ahí la necesidad, y la obligación, de que éstas sean lo mejor posible también desde el punto de vista científico: las erratas, los datos equivocados, las apreciaciones simplistas o abandonadas hace decenios, o, directamente, las opiniones eurocentristas y racistas, perpetúan los errores, que se van transmitiendo impertérritamente, aun cuando a veces alguien los detecte, con gran desprecio al lector y a la cultura, lo que disminuye notablemente su valor y no ayudan precisamente a la comprensión.

     Estas guías son de calidad diversa. Algunas son buenas, y en ellas no están reñidos el turismo, los itinerarios, la diversión, la buena presentación, la iconografía, los mapas, con buenos textos explicativos e informativos, y con la exactitud de los datos y de los nombres. Otras muchas son malas, en los que la presentación aceptable, y no siempre, es lo único positivo -a veces, incluso la presentación puede ser pobre-, los textos son malos, los datos inexactos, y cuando son traducciones, éstas son mediocres.

     Entre las guías más aceptables, dentro de la modestia de su presentación y su precio relativamente barato, están las de la editorial Könemann, de Colonia (Alemania) -que edita, además, excelentes libros de arte-. Son guías de no más de 128 páginas, de formato medio, agradablemente presentadas, con numerosas fotografías y muchos recuadros, acompañado todo ello por un buen mapa desplegable (aparte) de la ciudad o país en cuestión. Entre sus numerosos títulos sobre Asia, África, Oceanía, Europa y América hemos destacado los dedicados a Australia, Indonesia y Malaysia.

     Ya hemos reseñado otras veces las guías de Acento Editorial. En este caso comentamos la dedicada a Bali y, como en los anteriores, hay que decir que su calidad es excepcional, las ilustraciones numerosísimas y muy buenas, que permiten una visión adecuada del país o ciudad de que se trate, los mapas son buenos, y los esquemas, glosarios, información práctica, etc. Los datos suelen ser correctos y las explicaciones y definiciones huyen del lugar común y del simplismo. Son guías de alto nivel.

     Otra excelente editorial de libros turísticos es APA, que edita guías, como la de Singapur aquí mencionada, de formato grande, con numerosas y cuidadas ilustraciones muy bien elegidas y poco conocidas, que cubren con notable profundidad [173] la historia, la geografía, las poblaciones, los aspectos turísticos, con una buena bibliografía y varios índices bien hechos.

C. A. CARANCI



Melanesia

     STEINBAUER, Friedrich: Neo-Melanesian-English Concise Dictionary, New Guinea Pidgin-English, Hippocrene Books, Nueva York, 1998.

     Tenemos ante nosotros una nueva edición del diccionario publicado por primera vez en Nueva Guinea en 1969. Como su nombre indica, se trata de un diccionario conciso, muy sencillo, en el que se ofrecen sólo los datos básicos sobre cada una de las 1.900 palabras que recoge.

     El pidgin neoguineano, conocido como neomelanesio y tok pisin, es un papiamento, una nueva lengua derivada del inglés, que se utiliza como vehículo de comunicación interétnica. Convertida en lengua criolla, es decir, utilizada como lengua materna de una parte de la población de Papúa Nueva Guinea, ya es una de sus lenguas oficiales. Está directamente emparentado con el pijin de las islas Salomón y el bislama de Vanuatu (Nuevas Hébridas), con los que conforma el Melanesian Pidgin.

     El diccionario está organizado en tres columnas, de forma que cada entrada incluye la voz en neomelanesio, una indicación de la lengua de la que procede y su significado en inglés. No se ofrecen datos gramaticales ni ejemplos de funcionamiento de las palabras en los textos ni diccionario inglés-neomelanesio.

     Es interesante la indicación sobre el origen de cada palabra. De esta forma, podemos comprobar que el 80% de las voces procede del inglés y que hay también palabras que proceden del alemán, del portugués, del español, así como de origen polinesio o neoguineano. A veces, es discutible la lengua de la que el autor cree que procede una palabra: por ejemplo, baptais �bautismo� está atribuida al griego, cuando en realidad se trata de un anglicismo directo (porque otra cosa distinta es que en inglés proceda del griego), pues el griego nunca pudo prestar directamente esa palabra al tok pisin.

     Nos resulta especialmente interesante, desde el punto de vista español, encontrar voces como atun �atún�, pato �pato�, Papa Santu �Santo Papa� y save �saber�, que nos ponen de manifiesto la relación de siglos entre el español y las lenguas del Pacífico y que nos obligan a reflexionar sobre la forma en que unas u otras palabras pudieron llegar hasta allí, directamente o, más probablemente, a través del portugués, del inglés o de un pidgin marinero de tiempos pasados.

     También mediante este diccionario podemos rastrear la evolución y difusión de palabras de orígenes múltiples que encontramos en distintas lenguas del Pacífico, pues Nueva Guinea ocupa un lugar central en la geografía de la zona y sirvió de elemento de fusión de tendencias lingüísticas muy diversas. No debemos olvidar que estamos hablando de la zona del mundo con mayor diversidad lingüística y que el pidgin es un producto que ha cuajado, precisamente, por esa diversidad. [174]

     En la introducción, el autor nos ofrece algunos comentarios de interés sobre el origen del neomelanesio y su uso en la sociedad como una lengua, en toda la extensión de la palabra, que sirve para todo tipo de situaciones. También nos da algunos datos, ciertamente escasos, sobre la pronunciación y la ortografía.

     Es importante destacar que el autor nos dice expresamente que sólo ha incluido las palabras que considera de uso general, es decir, que se utilizan universalmente por todos los hablantes y en todas las zonas del territorio. Esto da un valor relevante a la obra, pues nos garantiza que toda palabra aquí incluida responde a una realidad amplia. Sin embargo, esto mismo le quita riqueza, pues estamos seguros de que hay otras muchas palabras, de uso necesariamente más limitado, pero que para el lingüista (o para el viajero) pueden ser datos o pistas realmente útiles.

     Es, por tanto, una obra sumamente útil, a pesar de las limitaciones que tiene. Su principal aportación, a mi juicio, es ofrecer la lista del vocabulario aceptado por todos, en una situación sociolingüística realmente compleja, con multiplicidad de variantes sociales o geográficas.

RAFAEL RODRÍGUEZ-PONGA



Micronesia

     SACKS, Oliver: La isla de los ciegos al color. Editorial Anagrama, Barcelona, 1999, 316 pp.

     Pocos son los libros traducidos al castellano que se ocupen de esta región del Pacífico, al margen de estudios históricos o relatos de viajeros, pero en este caso nos encontramos con un libro novedoso y original, de difícil clasificación, lo que acompañado de la prosa inteligente del autor lo hace doblemente interesante para el lector. De hecho el libro está formado por dos libros independientes entre sí, que son crónica de cada uno de sus viajes.

     Oliver Sacks (1933), es profesor de neurología clínica en el Albert Einstein College de Nueva York. Apasionado de la botánica, es autor de gran cantidad de libros de divulgación científica, entre los que aparece ahora en español éste, publicado originalmente en 1996, en el que describe la incidencia de dos singularísimas enfermedades que aquejan a los habitantes de Pohnpei y Pingelap, y a los de Guam respectivamente, observadas e investigadas por él en sendos viajes a esas tres islas de Micronesia.

     La acromatopsia es una enfermedad congénita provocada por un defecto en las células de la retina, que impide apreciar a aquellos que la sufren toda la gama de colores habituales, a excepción del blanco, el negro y las diversas variantes de gris. Esta �ceguera al color� afecta a un promedio de una de cada treinta o cuarenta mil personas, y pese a que no impide llevar una vida prácticamente normal a aquellos que la sufren, si se convierte en un verdadero calvario para quienes viven en lugares soleados y luminosos, como los archipiélagos de Micronesia, pues genera hipersensibilidad a la luz intensa. Siendo por tanto una muy rara enfermedad, viene siendo objeto de estudio desde hace años por científicos de todo el mundo la singular propensión a la misma [175] que tienen los habitantes de Pingelap -atolón coralino cercano a Pohnpei- donde al menos un diez por ciento de la población sufre de acromatopsia congénita.

     La visita a este atolón por parte de una pequeña expedición de la que forma parte el autor le da pie a escribir sus impresiones sobre la marcha, y en ellas se ofrece una visión rápida pero ilustrativa de la cultura nativa, sus mitos de creación, sus actitudes frente a las distintas colonizaciones -española, alemana, japonesa y norteamericana- y la repercusión negativa que puede tener la incorporación de elementos ajenos a la dieta, como el ya conocido caso de la carne de cerdo en conserva. No se trata de ver en sus comentarios una visión científica y antropológica del tema, sino de una impresión directa, subjetiva, mucho más cercana a lo personal, pues surge a través de la observación directa del entorno por parte de alguien cuyo objetivo principal en la isla es distinto.

     En el segundo libro, La isla de las cicas, Sacks pasa a investigar una segunda enfermedad neurodegenerativa de la que es víctima casi exclusivamente la población chamorra de Guam, parecida a la esclerosis lateral amiotrófica y llamada por los chamorros el lytico-bodig.

     Surgida a partir de los años cincuenta y sesenta, esta enfermedad provoca una total inmovilidad vegetativa cercana a la parálisis total, pero que puede transformarse súbitamente en unos temblores convulsivos e incontrolables o en accesos de demencia. El cuadro clínico que presenta esta enfermedad es múltiple, dependiendo de cada paciente en particular, en algunos casos provoca ausencia de voluntad o de iniciativa, en otros postencefalitis y en otros la enfermedad de Parkinson en diverso grado. Buscando el origen de este mal -aún hoy sin encontrar- algunos investigadores han sugerido que pudiera tener una causa genética y la población chamorra tuviera cierta propensión a padecerla, y de hecho Umatac, considerado tradicionalmente como un pueblo donde las raíces nativas más claramente han pervivido, es la zona con mayor índice de enfermos de toda la isla; pero la teoría más singular sobre el origen del lytico-bodig plantea la posibilidad de que pueda deberse al consumo de la harina nativa -extraída de las cicas que dan título al libro- llamada por los chamorros fadang o federico y con la que preparan las gachas llamadas atole. El federico es de peligrosa elaboración, pues previo a su consumo hay que remojar las semillas una y otra vez hasta que se está seguro de que han perdido las sustancias venenosas que contienen.

     Ya en 1848 el gobernador español Don Pablo Pérez alertó sobre el peligro de su consumo, pero ninguna de estas teorías a resultado ser cierta, y mientras que la enfermedad va desapareciendo paulatinamente de la isla, pues parece ser que sólo afecta a chamorros nacidos antes de la década de los cincuenta, el interés sobre la enfermedad, así como la atención a los pacientes, va decayendo con el paso del tiempo.

     En esta segunda parte del libro, más prolija en detalles médicos y por tanto más árida para el profano, se puede encontrar sin embargo (págs. 138-142) una breve visión de la colonización española, ciertamente limitada y negativa, a la que acusa veladamente de ser la causa de la desaparición de la cultura [176] chamorra original, que contrasta con la visión amable y civilizadora con que describe la llegada de los estadounidenses. (Una irónica contradicción sin duda involuntaria por parte del autor).

     Al margen de matizaciones históricas, no cabe duda de que se trata de una importante aportación para la difusión y el conocimiento general de esta región del mundo en España.

CARLOS MADRID



Polinesia

     SAHLINS, Marshall: How �Natives� Think: About Captain Cook, For Example. The University of Chicago Press, Chicago 1995, pp. 316.

     En 1992 el historiador y antropólogo de origen cingalés Gananath Obeyesekere publicó un libro intitulado The Apotheosis of Captain Cook.- European Mythmaking in the Pacific (203). En él se criticaba lo que su autor identificaba como un fuerte sesgo entre los investigadores occidentales a �mistificar la historia y la cultura de los pueblos nativos del Pacífico; y esto con el fin (inconsciente) de perpetuar la lógica y los mitos del imperialismo europeo. A pesar de sus pretensiones teóricas, en la práctica el argumento Obeyesekere se centraba casi por completo en la censura de los trabajos de Marshall Sahlins. En particular, Obeyesekere criticaba la interpretación que había formulado Sahlins del célebre episodio de la muerte del capitán Cook en Hawai, presentada en sus libros Historical metaphors and mythical realities (204) y Islands of History (205), así como en varios artículos. En opinión de Obeyesekere, el argumento de Sahlins, según el cual los hawaianos dieron muerte al capitán Cook por que le juzgaron como una manifestación del dios Lono, no es sino una versión más del mito colonialista (la llegada de Hernán Cortés al centro de México constituye otra) acerca de la irracionalidad de los pueblos indígenas, incapaces de distinguir entre un hombre de carne y hueso y un dios. Es decir, la interpretación de Sahlins formaría parte de una tendencia más general entre los historiadores occidentales a distorsionar las percepciones indígenas de los acontecimientos, una tendencia en la cual los indígenas son siempre presentados como si fueran presos del determinismo mitológico.

     El libro de Marshall Sahlins, cuyo difícil título podría traducirse al español por Tomo piensan los nativos: sobre el capitán Cook, por ejemplo�, es justamente su respuesta a Obeyesekere. Además de una introducción, donde se discute el sentido general del libro y las razones que le llevaron a escribirlo, este consta de cuatro capítulos, un epílogo y diecisiete apéndices de carácter documental. [177] Los dos primeros capítulos tratan el itinerario que siguió el capitán Cook en Hawai como una forma análoga al itinerario mítico y ritual del dios-año Lono, respectivamente en vida y tras su muerte. Aquí Sahlins presenta datos e interpretaciones que, en buena medida, ya había presentado en trabajos anteriores, aunque ahora lo hace de una manera sistemática y enfatizando los aspectos más controvertidos de su interpretación, aquellos que fueron puestos en duda por Obeyesekere. El tercer capítulo está dedicado a resumir y discutir las interpretaciones alternativas de Obeyesekere sobre la vida y muerte de Cook. Y el cuarto y último capítulo es fundamentalmente un examen de los conceptos hawaianos de racionalidad y de �sentido común�, en especial en relación con los asuntos de los dioses y las manifestaciones mundanas de estos. En este capítulo también se presentan otros casos bien documentados en los que los viajeros europeos por el Pacífico fueron confundidos por seres espirituales, incluyendo el caso de algún antropólogo contemporáneo. El libro termina con un breve epílogo donde se tratan cuestiones relacionadas con la interpretación histórica, las discusiones sobre la racionalidad y su relación con las intenciones carácter pseudo-político, como las que Sahlins adjudica a Obeyesekere.

     Considerado en su conjunto, How �Natives� Think gira en torno a dos aspectos que se encuentran en distinto nivel de análisis, pero estrechamente vinculados. Por una parte está la interpretación del episodio de la muerte de Cook, y por otra, una discusión más abstracta acerca del grado de universalismo de la �razón práctica�.

     �Tomaron los hawaianos al capitán Cook por el dios Lono, o esta interpretación es un modelo construido por algunos misioneros en el siglo XIX, tal y como sostiene Obeyesekere? La mayor parte del libro está dedicada a dilucidar esta cuestión, y es por tanto un ejercicio de historia microscópica, basado en los testimonios de los cuadernos de bitácora del Resolution y del Discovery, así como en escritos hawaianos posteriores, entre ellos las recopilaciones que hicieron los misioneros en el siglo XIX de la tradición oral. La tesis de Obeyesekere es que Cook no pudo haber sido tomado por un dios, sino que debió ser considerado más bien como gran jefe. Por su parte, Sahlins trata aquí de demostrar que en efecto los hawaianos vieron a Cook conectado de alguna manera con el dios Lono: Cook fue percibido como un avatar del dios. Llegados a este punto, uno se pregunta si la discusión no esta viciada desde un principio; si la áspera distinción entre �humanos� y �dioses� no es más bien una discriminación propia de la cultura occidental y no se deja aplicar con facilidad a la lógica cultural de los polinesios. De hecho, el antropólogo Jonathan Friedman en sus trabajos sobre el Pacífico ha sostenido que existe un continuum de fuerza cosmológica y status entre los dioses y los hombres. Podría decirse que Cook pudo haber sido tomado por un hombre-dios, un jefe con suficiente maná como para ser asociado en algún momento (pero no siempre) con el dios Lono. Y luego, en los trabajos históricos posteriores del siglo XIX la distinción entre hombre y dios se habría reinterpretado para que se ajustara a la distinción absoluta occidental. [178]

     (Resulta interesante notar cómo este mismo tipo de discusión se ha producido en la historiografía mexicana en torno a la creencia de que Cortés fue tomado por un dios por parte de gobernante mexicano Moctezuma, según aparece en la colección de textos reunidos bajo el título de Visión de los vencidos (206). Recientemente algún historiador mexicano ha criticado esta idea sobre la base de que los textos de Visión de los vencidos fueron escritos décadas después de la conquista y además recogidos por frailes españoles. A esta crítica Miguel León Portilla ha respondido con el libro El destino de la palabra (207), donde sostiene la �autenticidad� y fidelidad de los textos recogidos por Fray Bernardino de Sahagún y otros).

     El segundo aspecto que informa el libro que comentamos es la idea, que Sahlins ha defendido al menos desde la publicación en inglés en 1976 de Cultura y razón práctica (208), de que la �racionalidad� no es un fenómeno universal sino una forma cultural específica de Occidente. De aquí se desprende que el �acontecimiento� es construido y descrito en términos culturales. En el caso del retorno y muerte del capitán Cook, los europeos y los hawaianos estaban produciendo, por así decir, acontecimientos distintos porque las premisas culturales desde las que operaban eran también distintas. Si la crítica de Obeyesekere si sitúa en un polo, por denominarlo de algún modo, universalista -que todos los seres humanos, en este caso nativos y europeos, comparten las mismas categorías de la experiencia-, Sahlins se sitúa en el polo opuesto, �relativista�. Si Obeyesekere le acusa de mantener un argumento común a la ideología imperialista (lo cual coloca en el mismo lugar a Sahlins y al capitán Cook) al suponer que los hawaianos se guían por una lógica irracional, Sahlins revierte la acusación al observar que en la descripción de Obeyesekere los hawaianos son convertidos en una especie de europeos, puesto que supuestamente se guían por un tipo de racionalidad occidental: la �razón práctica�. Sahlins acusa a Obeyesekere de sostener una paradoja, por lo demás muy extendida: defender el modo de existencia de los indígenas, dotándoles de los más preciados valores de las sociedades occidentales. Pese a las buenas intenciones, este tipo de actitud, en el fondo, no hace sino infligir sobre los indígenas el tipo de �Imperialismo� que denuncia en los investigadores europeos.

     How �Natives Think� es un libro que aunque trate de un episodio histórico muy preciso -la muerte del capitán Cook como acontecimiento y como significado-, tiene una trascendencia mayor. En último término, lo que hace Marshall Sahlins es demostrar, mediante el debate intelectual y a mi juicio de una manera brillante, como un pequeño acontecimiento en la historia del Pacífico puede iluminar problemas teóricos y de interpretación histórica y cultural de orden mucho más general.

PEDRO PITARCH [179]



     BIRKETT, Dea: La serpiente en el paraíso. Alba Editorial, Barcelona 1999, 413 pp.

     Cuando el 28 de abril de 1789 un grupo de marineros del buque armado de Su Majestad Bounty, capitaneados por el segundo piloto Fletcher Christian, encabezaron un motín y abandonaron al teniente William Bligh y 18 hombres más en la chalupa del barco, poco podían imaginarse que estaban protagonizando uno de los episodios más singulares y atractivos de la historia de la navegación por el Pacífico. En primer lugar por la proeza marinera del teniente Bligh, que logró conducir sanos y salvos a casi todos los hombres a lo largo de 3618 millas, desde Tofua hasta Timor, a bordo de una pequeña chalupa, pero en segundo lugar por el derrotero seguido por ocho de los amotinados, que tras visitar de nuevo Tahití se instalaron en un apartado islote deshabitado de escarpados arrecifes, que por un error en las cartas de navegación era virtualmente ilocalizable: Pitcairn.

     Allí, gracias a la fertilidad natural de la tierra fundaron una colonia junto con las mujeres que habían llevado de Tahití, pero tras unos años de difícil convivencia la mayor parte de los amotinados, Christian incluido, se habían asesinado unos a otros entre sí o con la ayuda de los polinesios, de modo que el último superviviente, John Adams, se erigió en líder y patriarca de la comunidad hasta su muerte en 1829. A pesar de que a mediados del siglo XIX la isla fue desalojada y sus habitantes reinstalados en la isla neozelandesa de Norfolk, parte de la población regresó a Pitcairn, de forma que en ambas islas hoy día se habla un dialecto único en el mundo, mezcla del inglés dieciochesco de los marineros y del polinesio de sus acompañantes.

     Esta nueva publicación, una de las pocas que sobre el tema del motín del Bounty existen en español, viene a sumarse a la actual corriente editorial sobre libros de viajes. La serpiente en el paraíso es una amena y discreta narración sobre una estancia realizada por Dea Birkett, autora den otros libros de viajes y exploradores, a la isla de Pitcairn, que es junto con las cercanas islas de Henderson, Oeno y Ducie, el último enclave británico en el Pacífico. Sus escasos pobladores son en su mayor parte descendientes de los amotinados o viajeros que llegaron en el siglo pasado atraídos por la fascinante leyenda que rodea a la isla.

     No se trata ni de un libro científico ni histórico sobre la cuestión, por lo que, el lector o la lectora interesados en el tema pueden echar en falta en una primera lectura un cierto rigor académico a la hora de exponer los datos y la información en el libro, pero lo cierto es que tampoco pretende ser un libro de investigación histórica, y probablemente es ahí donde radica el mayor acierto de la autora, que ha tenido la habilidad de limitarse a exponer sus experiencias a lo largo de varios meses de estrecha convivencia con la comunidad, siendo como es la cuestión del Bounty uno de los temas más conocidos, investigados y divulgados entre el público en general, de todo el ámbito del pacífico.

     Periódicamente aparecen nuevas publicaciones, novelas, estudios históricos, películas, documentales, investigaciones lingüísticas, incluso hay repartidas por el mundo multitud de asociaciones dedicadas al universo de Pitcairn y sus [180] habitantes, de modo que puede decirse que Birkett da en el clavo al enfocar su narración desde un punto de vista novedoso y original, con una visión profundamente desmitificadora acerca de la realidad cotidiana de la vida en la isla.

     Habitada por una reducida y menguante población de 36 habitantes, la diminuta Pitcairn da cobijo a una comunidad pintoresca y sorprendente, aislada del resto del mundo aún hoy, pero reforzada por fuertes lazos de parentesco que se ven incrementados por la necesidad de vivir en estrecha cercanía unos de otros para sobrevivir. Presenta en su seno los problemas de toda sociedad aislada y autosuficiente, desde el rechazo al recién llegado a las medidas de control y vigilancia provocadas por la virtual ausencia de intimidad, que pueden llegar a hacer insoportable la vida diaria al extraño, pero además viven sumidos bajo el peso de la historia del Bounty, historia que aunque les da de comer -su economía se sostiene con la venta de souvenirs a los barcos de paso, así como con la emisión de sellos- les convierte en objeto de estudio e interés a los ojos del mundo.

     Lo que nos ofrece Dea Birkett, además de un libro sencillo sin grandes pretensiones literarias, es la ruptura de un mito, mostrado a través de la incapacidad de todo recién llegado de adaptarse a una sociedad que rechaza por sistema cualquier desviación en la conducta y en la que cualquier iniciativa individual es condenada desde el principio. Frente a la idealización basada en la distancia geográfica de la que es víctima Pitcairn, nos presenta la realidad de una comunidad aislada y mediocre que se esfuerza en ser un remedo de la occidental, y cuyos miembros acaban por ser �náufragos de una civilización a la que rinden tributo pero por la que han sido olvidados�.

CARLOS MADRID



Australia

     BASSETT, Jan: The Oxford Illustrated Dictionary of Australian History. Oxford University Press, Melbourne 1996, 3� edic., 304 pp.

     Un buen diccionario de historia de Australia, entre los no muchos publicados en este país o fuera de él (de calidad es también Australia, de James C. Docherty (209), entre otros). El que reseñamos, a diferencia de otros diccionarios de historia, está profusamente ilustrado, y no sólo incluye términos de historia política, sino también de historia económica, social, diplomática, étnica, periodística, científica, artística, de geografía histórica, de educación, etc.

     Se echa de menos una bibliografía y, �por qué no? una lista alfabética de los términos incluidos en el diccionario.

C. A. CARANCI



     JONES, Philip: Boomerang. Behind an Australian icon. Wakefield Press/South Australia Promotions, Kent Town (SA) 1996. 134 pp.

     El canguro y el búmerang se han convertido, más que otros elementos, en representantes [181] icónicos de Australia, en verdaderos componentes de la visión gráfica que de Australia se hacen dentro y fuera del país (el canguro, por ejemplo, figuró como emblema de unidades militares, de vehículos, de banderines de las tropas australianas en las dos guerras mundiales, y figura también en el escudo de Australia).

     El búmerang es un icono todavía más utilizado que el canguro: por la sencillez de su forma se presta a figurar como logotipo en emblemas, marcas industriales, entidades públicas y privadas, recipientes y envases de productos, moda, deportes, turismo, etc. Asimismo, es uno de los artefactos australianos que más conocido es fuera del país, y, como se sabe, ha entrado en el lenguaje común (por ejemplo, �efecto búmerang�), en la literatura, etc.

     El libro que reseñamos aborda, precisamente, la utilización y simbología del búmerang en general. Obviamente, comienza por estudiar el búmerang en el contexto de la Australia aborigen, su significado simbólico y religioso, su utilización (caza, combate, parada, etc.), en las distintas regiones del país y en el seno de algunas áreas culturales.

     Nos explica luego cómo son los distintos tipos de búmerang, su fabricación, los tipos de madera, la forma de trabajarla, y el modo de adornarlos.

     Y cómo vuela el búmerang: hay búmerangs que vuelven y otros que no vuelven. Éstos últimos parecen desafiar la ley del movimiento de Newton, y compartir su característica con los giróscopos, con los helicópteros, o con las hélices, entre otros.

     Finalmente, �qué usos tiene el búmerang? El autor nos dice que es una especie de �navaja multiuso suiza� aborigen: nos habla de los utilizados para la caza de animales terrestres, de aves, para la pesca, o para el combate. Pero los aborígenes lo utilizan también para encender fuego, para cavar hoyos para los hornos de cocinar; para los bailes rituales, y como instrumento musical; es un objeto de intercambio, sirve para el deporte aborigen; y, los búmerangs de juguete, para jugar.

     Pero el búmerang, prosigue el autor, no es igual en todas partes ni se lo utiliza siempre para los mismos fines: su tamaño y forma -los hay también rectos, con aspecto de hacha, o de cruz-, tamaño, adornos, material, puede variar de etnia a etnia, de región cultural a región cultural, y así, se nos ofrece un recorrido por las distintas áreas culturales australianas.

     Tras esto, Jones termina haciendo un repaso por lo que llama �la fascinación europea por el búmerang�, para pasar a continuación a mostrarnos su variadísima utilización en emblemas militares y patrióticos, en insignias de clubs, como souvenirs, en anuncios, en los deportes actuales, también fuera de Australia -competiciones internacionales de lanzamiento de búmerang-, en la prensa -hay revistas dedicadas al búmerang-, e incluye las direcciones de organizaciones y clubs internacionales de interesados por el búmerang, así como una extensa bibliografía.

CARLO A. CARANCI



Filipinas e Insulindia

     SÁENZ RUIZ-OLALDE, José Luis (O.A.R.): Los Agustinos Recoletos y la Revolución Hispano-Filipina. Boletín de la Provincia de San Nicolás de Tolentino. Marcilla (Navarra) 1998.

     En la línea de los trabajos del padre agustino Isacio Rodríguez �Los agustinos [182] en la Revolución Hispano-Filipina� (Archivo Agustiniano, 79, 1995) y del franciscano Cayetano Sánchez �Memoria y descargo de conciencia. Los franciscanos y la Revolución Filipina en el centro de Luzón� (1898.- España y el Pacífico. A.E.E.P. 1999), esta obra del recoleto José Luis Sáenz viene a aportarnos el interesante testimonio de su orden sobre la Revolución de 1896 y los años inmediatamente anteriores y posteriores. Evita el autor la denominación de �Revolución Filipina� -que entraña una concepción nacionalista y se ha hecho oficial en aquel país- y opta, como el agustino, por el peculiar concepto de �Revolución Hispano-Filipina�, manejando repetidamente en el interior el de �Revolución Tagala de 1896�.

     José Luis Sáenz es director del Boletín de la Provincia de San Nicolás de Tolentino, además de filósofo, teólogo, músico e historiador, y tiene a sus espaldas una larga trayectoria docente e investigadora. Tomando como fuente la numerosa documentación existente en el archivo de Marcilla, su obra está planteada con un minucioso rigor documental. Ello, unido al importante esfuerzo editorial, la hace digna de la rica tradición historiográfica de la provincia de San Nicolás de Tolentino de agustinos recoletos.

     Al enumerar las órdenes religiosas que pasaron a Filipinas y tuvieron a su cargo la evangelización del archipiélago, se suele seguir un orden cronológico de llegada (agustinos, franciscanos, jesuitas, dominicos) y a menudo se olvida a los otros agustinos, los descalzos o recoletos, que tienen una identidad propia totalmente independiente de la Orden de San Agustín. Si bien las cuatro primeras se establecieron allí en el siglo XVI, los recoletos no se demoraron mucho en desembarcar. Lo hicieron en 1606 y, repartidas ya entre las otras órdenes las provincias más ricas y cercanas a Manila, establecieron sus misiones en provincias tremendamente difíciles, como las de Zambales, Mindanao o Paragua, además de Mindoro, Negros y otras islas Visayas.

     Pero volvamos a la obra de Sáenz. El primer capítulo lleva por título el de �Provincialato del padre Andrés Ferrero (1894-1897)� y en él se nos presenta la situación de la orden en vísperas de la revolución. En 1894 contaban con 311 religiosos desperdigados por 200 pueblos pertenecientes a tres diócesis, las de Manila, Jaro y Cebú. Dos años más tarde, el número de recoletos había ascendido a 343, lo que pone claramente de manifiesto el momento expansivo que estaba viviendo, habiéndose hecho cargo, además, de 38 nuevos ministerios, parroquias y misiones en las provincias de Batangas, Mindoro, Romblón, Calamianes, Misamis, Zambales y, sobre todo, Negros. Contaban también con dos haciendas, una en Mindoro y la otra en Cebú.

     El segundo capítulo está dedicado a la �Revolución Tagala de 1896� y, a su vez, está subdividido en los apartados de �antecedentes�, �estallido�, �intervención militar�, �llegada y actuación de Polavieja� y �Primo de Rivera y el �Pacto de Biak-na-bató�. Además de resumir los principales hechos históricos, expone Sáenz la valoración del provincial recoleto: condena a los líderes de la revolución, denuncia la fragante inactividad de Blanco, confía inicialmente en Polavieja y califica a Biak-na-bató como fracaso y parodia.

     El tercer capítulo se centra en el �Provincialato del padre Francisco Arraya�, elegido para dicho cargo en mayo de 1897. Bajo su dirección, que se prolongó hasta 1901, vivió la orden los [183] momentos más dramáticos y difíciles de toda su historia en el archipiélago.

     En el capítulo cuarto, y con el título de �Suerte de los ministerios recoletos en provincias y distritos (1896-1897)�, presenta Sáenz, uno por uno, los informes realizados por sus párrocos para el provincial de la orden. Coinciden la mayoría en criticar la pasividad de las autoridades civiles y militares españoles, pero hay una gran disparidad al valorar la actitud de los feligreses.

     El siguiente capítulo narra las desgracias de los �prisioneros recoletos� siguiendo los pasos de cada uno de los cuatro grupos en que estaban divididos, compartiendo a veces cautiverio con religiosos de otras órdenes.

     Tras el traspaso de la soberanía a los Estados Unidos, se puso punto final a la tragedia, pero el regreso a las antiguas parroquias estuvo plagado de dificultades allá donde fue posible. Es el tema del capítulo que lleva como título �reconquista espiritual�.

     En 1906 se produjo la visita a las islas del padre provincial Tomás Roldán. La misma es objeto del penúltimo capítulo, que marca el después de la tempestad. El provincial pudo tomar allí el pulso a la situación de su orden, navegando entre el aprecio del delegado pontificio, la consideración de las autoridades norteamericanas, ciertos resquemores del clero secular, la desconfianza de muchas autoridades locales y la clara animadversión de aglipayanos y antiguos katipuneros.

     Cierra la obra el capítulo que con el título de �a modo de recapitulación� ofrece un crudo balance numérico: 25 recoletos asesinados, 91 prisioneros y una sustancial merma de los 336 religiosos de 1996, que quedaron reducidos a 71. Para contrarrestar los efectos de ese retroceso, la orden comenzó a concentrar esfuerzos en la enseñanza. Concluye el padre Sáinz que �también la solemnidad y el esplendor desplegados en las fiestas litúrgicas fue un medio eficaz de atraer a aquellas gentes que se movían más por los sentimientos que por la razón�. Pero esa estrategia no era nueva, ya que enlaza con los primeros momentos de la conquista y evangelización.

     En resumen, la obra de José Luis Sáenz incide en la particular visión de los frailes, situados en el punto de mira de los revolucionarios. Representa ello un señuelo poco atractivo para los que, después de cien años, se aproximan a los sucesos de 1896-98 con denodado fervor nacionalista. La visión de los frailes puede ser tachada de victimista o de justificativa, pero quien quiera profundizar en la revolución con verdadera objetividad histórica no puede cerrarse al testimonio de tan importantes protagonistas. Y reconocer que, en muchos casos, el pueblo estaba con ellos.

FERNANDO PALANCO



     FRADERA, Josep M.: Filipinas, la colonia más peculiar. La hacienda pública en la definición de la política colonial, 1762-1868, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 1999, 292 pp.

     Id.: Gobernar colonias, Ediciones Península, Barcelona 1999, 152 pp.

     La obra investigadora de Josep M. Fradera (210), catedrático de la Universitat [184] Pompeu Fabra de Barcelona, no encaja ni en los ajustados moldes del americanismo hispano ni, mucho menos aún, en los aún más estrechos y cicateros del filipinismo español. Por contra, esa labor ha logrado abrir, pese a que suene a tópico, nuevas vías de estudio sobre los procesos coloniales en general y sobre el colonialismo español de los siglos XVIII y XIX en particular, tarea en la que ha sabido arrastrar a otros investigadores y que está dando importantísimos frutos.

     Partiendo del estudio de �las relaciones entre el comercio exterior y colonial y el crecimiento económico catalán desde fines del siglo XVIII hasta los años cuarenta del XIX�, tema de su tesis doctoral, Fradera ha conseguido rebasar con éxito las estrechas miras localistas -catalanistas o españolistas- de otros autores e integrar sus análisis en el complejo entramado de relaciones políticas y económicas coloniales de alcance mundial. En pocas ocasiones podemos acercamos a la obra de un americanista o de un filipinista español y comprobar la diversidad y amplitud de referencias bibliográficas -citadas y asimiladas- sobre colonialismo en su alcance más global.

     En Gobernar colonias, se recogen cinco trabajos, tres de ellos ya publicados y los dos restantes inéditos. El primero, �La experiencia colonial europea del siglo XIX (Una aproximación al debate sobre los costes y beneficios del colonialismo europeo)�, tiene un alcance general y pretende llamar la atención sobre las limitaciones de un análisis meramente económico del colonialismo moderno. Otros tres artículos tienen como objeto de estudio el espacio colonial español tras la crisis de comienzos del XIX, y tratan precisamente de mostrar las bases políticas de ese dominio colonial, aunque en modo alguno se reduzca la realidad al hecho político. Sus títulos son significativos: �Raza y ciudadanía. El factor racial en la delimitación de los derechos de los americanos�, ��Por qué no se promulgaron las "leyes especiales" de Ultramar?� y �Quiebra imperial y reorganización del poder colonial en las Antillas españolas y Filipinas�. El último texto, �Opio y negocio o las desventuras de un español en China�, retoma el complejo tema del opio en Asia a través de la trama vital del español Lorenzo Calvo en Cantón durante las primeras décadas del XIX.

     Estos cinco ensayos pueden considerarse un muy adecuado entrante y acompañamiento para la lectura del segundo de los libros reseñados: Filipinas, la colonia más peculiar. Aunque ya en el subtítulo se anota y en el prólogo el autor indica que la obra es �una monografía muy estricta sobre la Hacienda pública y las políticas fiscales en la más remota de las posesiones españolas�, es evidente que se trata de algo más, que se abordan análisis complementarios que permiten contextualizar adecuadamente los modelos hacendísticos estudiados. En palabras del propio autor, el objetivo, plenamente alcanzado, del libro es explicar �cómo el poder colonial fue capaz de proporcionarse una base financiera propia a principios del siglo XIX, cuando se produjo [185] la quiebra irremisible de las finanzas y de la estructura imperiales de las que Filipinas dependía en tan gran medida� (p. 12). Fradera reconoce que esas cuestiones han de ser relacionadas con otras variables de carácter social, político o cultural y, aunque el texto hace ya algunas incursiones puntuales en esos ámbitos, el autor asegura que todo ello será abordado en una publicación posterior.

     Aunque toda la obra es un ejemplo de rigor y claridad expositiva, me atrevería a destacar, quizás por mero interés personal, los capítulos tercero y cuarto, sobre el complejo en tomo al tributo� y el estanco del tabaco: base del ciclo colonial del siglo XIV, respectivamente. Ambos son muestras evidentes de la capacidad del autor para, desde una base político-hacendística, entrelazar todo ello con cuestiones relacionadas con los modos de vida de los habitantes del archipiélago, los mecanismos de la administración local y provincial y la actuación de los religiosos y los miembros de las principalías indígenas.

     Para concluir, una observación de carácter crítico, muy crítico, que no atañe al autor, sino a los editores de ambos libros. Uno ha sido publicado por una editorial privada, Península; el otro, por una institución pública de investigación, el CSIC. Ni uno ni otro dispone de índices onomástico y temático, esto es, del conocido Index que incluye la práctica totalidad de los libros editados en el ámbito anglosajón, por ejemplo, y que tampoco falta en casi ningún libro editado en Filipinas. No es, ciertamente, una excepción en el ámbito editorial español. Aquí, ni la iniciativa privada ni la pública prestan atención alguna a esta cuestión, que resulta de una enorme utilidad. Desde estas humildes líneas hago un llamamiento, que quizás solo alcance a la página opuesta a la que estas mismas líneas recoge, para que la industrial editorial de este país no se conforme con publicar muchos títulos sino que, al menos algunos, los edite con más seriedad.

L. Á. SÁNCHEZ GÓMEZ



     VV. AA.: Manila 1571-1898. Occidente en Oriente, Ministerio de Fomento, Secretaria General Técnica, Centro de Publicaciones, Madrid 1998, 317 pp.

     Esta publicación es el resultado de una exposición sobre la historia de la ciudad de Manila desde su fundación en 1571, hasta la pérdida del archipiélago por parte de España en 1898. Un total de 327 años, en los que la capital de las islas Filipinas permaneció bajo la soberanía española, son historiados magníficamente en este libro. Lo que este catálogo pretende es �(...) recrear esa evolución histórica desde finales del s. XVI a finales del s. XIX, describiendo la evolución de la arquitectura civil, militar las obras públicas y en general el proceso de urbanización de la ciudad en el contexto colonial� (p. IX).

     La exposición fue organizada por las siguientes instituciones españolas: Instituto Español de Arquitectura (Universidad de Alcalá); Agencia Española de Cooperación Internacional (Ministerio de Asuntos Exteriores); Ministerio de Fomento; CEDEX (Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas); y CEHOPU (Centro de Estudios [186] Históricos de Obras Públicas y Urbanismo).

     En las islas Filipinas, la ciudad de Manila fue la única población de importancia. Una de las razones de ese papel destacado en la vida municipal del archipiélago fue la apertura en los años 70 y 80 del siglo XVI, de la ruta comercial Manila-Acapulco que hizo posible que la plata novohispana pasase por Manila en dirección a China. La apertura de esta ruta comercial -monopolio de la Corona por Real Cédula de 11 de enero de 1593-, tuvo por finalidad favorecer el asentamiento de población española en esta región, y más especialmente en Manila.

     Fue fundador de Manila el Adelantado don Miguel López de Legazpi, el cual, el 3 de junio de 1571 dio el título de ciudad a la futura capital de las islas. Con esta acción, daba comienzo la sucesión de actos fundacionales de la ciudad y Cabildo secular de Manila. Así, el 24 de junio de ese mismo año Legazpi fundó el Cabildo. De este modo, la ciudad nació jurídicamente el 24 de junio de 1571, ya que la legislación únicamente reconocía la creación de una nueva localidad cuando quedaba establecido su cabildo. Felipe II la confirió, por Real Cédula de 21 de junio de 1574, el título de �Insigne y siempre Leal�. Y por Real Cédula de 19 de noviembre de 1595, el mismo monarca concedió a la localidad los mismos privilegios e inmunidades de que gozaban todas las demás ciudades cabezas del Reino.

     Progresivamente, Manila fue alcanzando un porte suntuoso -por sus edificios de piedra-, sirviendo de lugar de residencia a gentes de las más variadas razas y culturas -españoles, sangleyes, japoneses, etc.-, que atraídas por la actividad comercial que allí se practicaba, daban a la población un aspecto bullicioso.

     Pocos son los vestigios del pasado que se han conservado en la actual Manila. Terremotos, guerras -fundamentalmente la Segunda Guerra Mundial, ya que en 1945 fue prácticamente destruida la Manila Intramuros-, y las modernas edificaciones, o bien han destruido estas históricas construcciones, o bien han producido un intenso deterioro en las mismas. Por lo cual, el acervo urbanístico manilense es hoy escaso, aunque de una gran importancia. El gobierno filipino ha tomado conciencia de la necesidad de conservar este legado español y ha decidido atender a la preservación del mismo. Instituciones filipinas, tal y como la Administración de Intramuros, dependiente del Ministerio de Turismo, son responsables de la conservación del patrimonio urbanístico, de realizar rehabilitaciones, etc.

     El libro tiene tres partes bien definidas. La primera de ellas, está formada por las palabras de presentación de diferentes autoridades. La segunda, es la integrada por el catálogo de la exposición propiamente dicha. La tercera y última, se compone de un conjunto de ensayos redactados por reconocidos filipinistas. El libro se completa con una bibliografía, una cronología, y unas fotografías de maquetas que reproducen edificios de la ciudad antigua.

     La primera parte, formada por las palabras de presentación de diferentes autoridades españolas, contiene textos de Fernando Villalonga Campos, Secretario de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica, Ministerio de Asuntos Exteriores (p. [187] IX); Víctor Calvo-Sotelo Ibáñez-Martín, Subsecretario, Ministerio de Fomento (pp. X-XI); Manuel Gala Muñoz, Rector de la Universidad de Alcalá (pp. XII-XIII); y Pedro Ortiz Armengol, Embajador de España (pp. XIV-XV).

     La segunda parte, que ha sido realizada por Javier Aguilera Rojas -Arquitecto y Comisario de la muestra-, es el catálogo de la exposición propiamente dicha (pp. 1-139). En palabras de Aguilera Rojas, esta exposición �(...) es la historia de un viaje transoceánico, un viaje en el tiempo y en el espacio, que lleva desde una parte del inundo, Sevilla, (...), hasta Manila, (...). Un viaje de Occidente a Oriente. (...). El viaje comienza a orillas del Guadalquivir en Sevilla, y arriba, por el Atlántico y el Caribe, en su primera etapa, a Veracruz, (...). Desde Veracruz la ruta se hace terrestre para atravesar el virreinato de Nueva España, (...). Y desde la costa oeste de los territorios americanos, en el puerto mexicano de Acapulco, el viaje continua por el Pacífico, (...), hasta Manila. Al llegar a Filipinas el viaje se detiene en su capital. La exposición se extiende en el tiempo para contar más de trescientos años de una parte de su historia, desde su fundación en 1571 hasta 1898. (...). Y desde Manila de nuevo el viaje retorna por el Pacífico: (...) hasta Acapulco. Y de nuevo parte desde Veracruz, ahora recalando en La Habana, (...). Y al final otra vez Sevilla... y Cádiz� (pp. 1-2).

     Se recoge aquí una abundante selección de material gráfico -dibujos, grabados, fotografías, cartas náuticas, planos regionales y urbanos, planos de fortificaciones, etc.-, de una gran calidad, acompañado de sus correspondientes explicaciones. El sumario de los epígrafes que componen el catálogo es el siguiente: �Sevilla ciudad universal� (pp. 4-9); �Un mundo unido por el mar� (pp. 10- 15); �La mayor ruta transoceánica� (pp. 16-21); �Navegar y navegar� (pp. 22-27); �Naos, galeones, fragatas y corbetas� (pp. 28-33); �Defender la mar y la tierra� (pp. 34-39); �El virreinato de Nueva España� (pp. 40-43); �La "Cuadrícula"� (pp. 44-49); �El camino de Oriente por el Pacífico� (pp. 50-55); �Filipinas, un archipiélago asiático� (pp. 56-61); �Nace una ciudad ordenada� (pp. 62-65); �Manila intramuros� (pp. 66-69); �Defensa y fortificación� (pp. 70-75); �Más allá de la muralla� (pp. 76-81); �La gran Manila� (pp. 8285); �La �Ciudad de Dios�: iglesias, conventos y monasterios� (pp. 86-91); �La Catedral: resistir y permanecer� (pp. 92-95); �Bahai na kubo, Bahai na bato: nipa, madera y piedra� (pp. 96-101); �Gobernar y administrar� (pp. 102-107); �El río y el mar: puentes, puertos y faros� (pp. 108-113); �Caminos de hierro, caminos de agua, caminos de piedra� (pp. 114-117); �Mercados y fábricas� (pp. 118-123); �Enseñar y cuidar� (pp. 124-129); �Filipinas no es sólo Manila� (pp. 130-135); y �Azahar de ida, canela de vuelta� (pp. 136-139).

     Los organizadores han contado con la colaboración de importantes instituciones y centros de investigación españoles -Archivo General de Indias (Sevilla); Archivo General de Simancas (Simancas. Valladolid); Archivo Histórico Nacional (Madrid); Ayuntamiento de Sevilla; Biblioteca E.T.S. de Ingenieros de Caminos Canales y Puertos (Madrid); Biblioteca Nacional (Madrid); Biblioteca del Palacio Real (Madrid); Biblioteca de la Universidad de Oviedo; Cartoteca de la Subdirección de Historia [188] Militar, Archivos y Biblioteca; Embajada de España en Filipinas; Instituto Cervantes; Ministerio de Defensa; Museo de América (Madrid); Museu Marítim (Barcelona); Museo Marítimo del Cantábrico; Museo Naval (Madrid); Servicio Geográfico del Ejército (Madrid)-, y extranjeros -Archivo General de la Nación (México, D. F. México); British Museum (Londres. Reino Unido); Embajada de Filipinas en España; Museo de Arte José Luis Bello (Puebla. México)-.

     La tercera y última parte de la obra, se compone de una cuidada antología de ensayos realizados por reconocidos investigadores. Son los siguientes: Mercedes Palau Baquero, Miembro Correspondiente de la Real Academia Hispanoamericana -�Españoles en el Pacífico. Siglos XVI-XVIII� (pp. 143-164)-; Juan Antonio Rodríguez-Villasante Prieto, Miembro Correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando -�El sistema portuario hispano-americano-filipino hasta 1898� (pp. 165-176)-; Leoncio Cabrero Fernández, Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid -�El galeón de Manila� (pp. 177-181)-; Lourdes Díaz-Trechuelo y López-Spínola, Catedrática Emérita de la Universidad de Córdoba -�Las fortificaciones de Filipinas: desde Legazpi hasta el siglo XVIII� (pp. 183-193)-; Javier Galván Guijo, Arquitecto -�Apuntes de arquitectura colonial española en Filipinas� (pp. 195-208)-; Fernando Zialcita y Nakpil, Antropólogo -�La casa de Manila� (pp. 209-222)-; Augusto Villalón Fabella, Arquitecto -�De frágiles cestas suspendidas en el aire a estructuras permanentes de piedra: la fusión de lo asiático y lo barroco en la arquitectura no residencial en Filipinas� (pp. 223-232)-; Dolores Romero Muñoz, Historiadora -�Puerto, ríos, canales. La ingeniería española en Manila� (pp. 233-245)-; Amaya Sáenz Sanz, Historiadora -�Los ingenieros de caminos y las comunicaciones en Filipinas en la segunda mitad del siglo XIX. El ferrocarril� (pp. 247-260)-; Concepción Aguilera Fernández, Historiadora -�Filipinas en el siglo XIX. El final de la colonia� (pp. 261-274)-; y M� Soledad Hernández Páez de la Cadena, Documentalista -�La planimetría de Filipinas en los archivos españoles� (pp. 275-293)-.

     El libro se completa con una bibliografía acerca de obras públicas, urbanismo y arquitectura en Filipinas (pp. 295-300), realizada por Isabel M� García García, Documentalista; y una cronología (pp. 301-31l), realizada por Concepción Aguilera Fernández, Historiadora; así como con unas fotografías de maquetas -realizadas en el taller de Juan de Dios Hernández y Jesús Rey-, que reproducen edificios de la antigua Manila (pp. 312-317).

     La impresión de esta obra reviste una gran trascendencia para todos los investigadores dedicados al estudio de la historia de Filipinas. La calidad y el interés histórico de las ilustraciones seleccionadas -que en muchas ocasiones son el único testimonio existente de obras arquitectónicas hoy desaparecidas-, así como los documentados ensayos que completan el catálogo, constituyen, sin lugar a dudas, una valiosa contribución a las publicaciones editadas con motivo del Centenario de 1898.

MIGUEL LUQUE TALAVÁN [189]



     ORTIZ ARMENGOL, Pedro: Letras en Filipinas, Dirección General de Relaciones Culturales y Científicas, Ministerio de Asuntos Exteriores de España, Madrid 1999, 284p.

     Pedro Ortiz Armengol, Embajador de España -y destinado como tal en Manila entre 1981 y 1987-, es autor de una extensa producción historiográfica -dos centenares de trabajos- en relación con Filipinas que abarca libros, trabajos, conferencias, mesas redondas, artículos en la Voz de Manila, La Estafeta Literaria, ABC, Cuenta y Razón, etc. Su interés investigador se centra preferentemente en el período histórico comprendido entre 1840-1910, prestando especial atención a la vida y obra de José Rizal. Sus últimas publicaciones, anteriores a la aparición de este libro, son el prólogo de la obra de José Rizal Noli me tangere (Círculo de Lectores: Galaxia Gutenberg, Barcelona 1998) y el capítulo �Reflexiones sobre el 98 hispano-filipino�, publicado en la obra colectiva El sueño de ultramar (Biblioteca Nacional, Madrid 1998). Siendo también un consumado novelista, autor de títulos como Dolores Armijo. Historias viejas de Manila, historia novelada de Dolores Armijo, la mujer por la que se suicidó Mariano José de Larra, en la Manila de 1837-1840 (211). Pasyon filipina del Hermano Pulé, novela que tiene como marco histórico la rebelión protagonizada por Apolinario de la Cruz en Tayabas, entre los años 1840-184l (212). O Décadas isabelinas. (Historias viejas de Manila), narración sobre la estirpe de los Bances, en la Manila de la década de los 50-60 del siglo XIX (213). La obra que aquí comentamos reviste una gran novedad por aportar luz sobre un campo de los estudios filipinistas poco conocido en nuestro país y en la actual Filipinas: el de la literatura hispano-filipina (214). En palabras del autor: �El lector tiene en sus manos algunas noticias -quizás primeras noticias, quizá ampliaciones de otras de las que ya dispuso- acerca de una prolongada relación entre unas islas muy lejanas y nuestra nación, (...)� (p. 9). Estas Letras �(...) nos van a servir para obtener algunas precisiones y, en primer lugar para restablecer algunas ya conocidas. Nos dirán algo de lo que era la situación real, lo que era simplemente la realidad. Nos dirán también de la evolución [190] de ella, haciendo referencia a lo que se ganaba o se perdía en el hondo proceso de transformación hacia la Modernidad.� (p. 11).

     Deseamos destacar como en la reciente historiografía filipinista contamos con dos trabajos publicados últimamente acerca de la Literatura hispano-filipina. El primero en aparecer fue el del Doctor Leoncio Cabrero Fernández, Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, titulado �El sentimiento hispánico de algunos poetas filipinos a raíz de la independencia de 1898� (215). El segundo al que hacemos referencia ha sido escrito por Pedro Ortiz Armengol, titulándose: �Literatura de Filipinas y la influencia hispana� (216).

     Letras en Filipinas limita su campo de acción a lo escrito en lengua española, aunque unas �(..) excepciones hemos de hacer respecto de unas pocas obras escritas en lengua no española pero que, por tratarse de libros de viajes referidos por autores europeos acerca de las Filipinas en el período hispánico no parecen aquí fuera de lugar Son unos pocos libros franceses, anglos, alemanes, escritos y publicados en el siglo XIX, visiones muy valiosas de viajeros o visitantes de gran cultura, que darán cuenta de lo que vieron, oyeron y tocaron y a los cuales atribuimos la condición de ser objetivos o de pretender serlo.� (p. 12).

     Comienza el análisis histórico-literario en las literaturas prehispánicas, llegando en su examen hasta el siglo XX. De este modo vemos desfilar por sus páginas numerosas obras y autores que son analizados con rigor y amenidad por Pedro Ortiz Armengol. La Poesía heroica de Alonso de Ercilla, Andrés Rey de Artieda, Francisco Mosquera o Bernardo de Balbuena; la obra de Don Antonio de Morga; lo oriental en escritores peninsulares del Siglo de Oro como Luis de Góngora, Félix Lope de Vega, Francisco de Quevedo o Pedro Calderón de la Barca; la endecha de Fernando de Valenzuela, el valido desterrado; autores y obras del siglo Ilustrado y del siglo XIX, centuria esta última donde ocupa un lugar principal José Rizal; así como datos acerca de la Literatura española y Filipina en el siglo XX, desfilan por las páginas de Letras en Filipinas. Es por tanto esta obra una fuente inagotable de ricos datos para el filipinista interesado en este área de conocimiento.

MIGUEL LUQUE TALAVÁN



     LUQUE TALAVÁN, Miguel: Bibliografía española de Genealogía, Heráldica, Nobiliaria y Derecho Nobiliario en Iberoamérica y Filipinas (1900-1997). Fundación Histórica Tavera, Madrid 1999, Documentos Tavera, 8. 172 pp.

     No son abundantes los títulos y trabajos diversos sobre genealogía, heráldica, [191] derecho nobiliario, etc., por ser, incluso para los estudiosos, un ámbito casi marginal. El título que reseñamos es uno de los más completos y actualizados, y viene a llenar uno de los muchos huecos que esta disciplina tiene todavía.

     Se centra en la bibliografía aparecida sobre el ámbito mencionado a lo largo del siglo más fecundo en este aspecto, de 1900 a 1997, referida a las posesiones castellanas y luego españolas de América y del Pacífico que formaban el Gran Imperio español, abarcando cronológicamente desde el siglo XVI al XIX. Una interesante y sólida introducción, de 71 páginas, que es un verdadero estudio sobre el tema -el autor, modestamente nos dice que es �un pequeño estudio que sirva de introducción y de guía� a los investigadores no especialistas que deban servirse de títulos y documentación sobre la nobleza indiana-, nos informa sobre la organización, estructura y distintas etapas de la formación de la nobleza durante la dominación española de América y Filipinas, (Muy interesante para el profano, aunque demasiado breve, es el apartado sobre la nobleza indiana de origen prehispánico, es decir, la nobleza india y cómo una parte de ésta, a través de diversos avatares y disposiciones sobrevivió, más o menos alterada, a la conquista).

     La segunda parte de la obra contiene la bibliografía propiamente dicha: tras dos apéndices (repertorios bibliográficos, y publicaciones periódicas consultadas), se pasa a la lista alfabética de autores, con más de 600 obras. Varios índices temáticos completan la obra: materias, geográfico, onomástico, y de títulos nobiliarios.

C. A. CARANCI



     AA. VV: Filipinas. Un siglo después. N� semimonográf. de Desarrollo, 28, Madrid 1999.

     Con ocasión del centenario de la guerra de 1898, y como otras publicaciones y editoriales, la revista de la Sociedad Internacional para el Desarrollo ha dedicado un número semimonográfico a Filipinas, un siglo después de los hechos que significaron la pérdida de esta colonia (y otras) por España.

     Teniendo en cuenta el ámbito de la revista, los trabajos son, en buena parte, económicos, pero los hay históricos, antropológicos, políticos, sociológicos, etc., que ofrecen un panorama variado de este país que sufrió el colonialismo por duplicado (español y estadounidense) y cuya historia poscolonial ha tenido pocos momentos positivos y muchos negativos.

C. A. CARANCI



     AA. VV: 1898: España y el Pacífico. Asociación Española de Estudios del Pacífico, Madrid 1999. 566 pp.

     Este grueso volumen contiene las actas del IV Congreso de la AEEP, celebrado en Valladolid en noviembre de 1997. Pretende ser una aportación más -y creemos que no de las menos importantes- a la conmemoración del centenario de la Guerra de 1898.

     El Congreso se centró -y el volumen se centra- en las Filipinas de la época. Se divide en seis secciones:

           1. �Antecedentes de la Revolución filipina�, en la que se nos muestran varios aspectos de la realidad [192] filipina en la segunda parte del siglo XIX.           
2. �Contexto internacional�, centrada en la situación asiática, oceaniana y europea alrededor de 1898, marcada por el expansionismo colonial occidental.
3. �Revolución filipina�, que cubre hechos y aspectos (la política y las ideologías, los aspectos étnicos, los partidos y las personalidades políticas, el papel de la mujer, etc.).
4. �Arquitectura y urbanismo en Filipinas� analiza este aspecto, muy importante en las Filipinas españolas pero generalmente poco frecuentado.
5. �Micronesia�, es una incursión en las colonias españolas de Micronesia (Carolinas, Marianas, etc.) por lo general casi olvidadas por los historiadores y demás estudiosos.
6. �Después del 98�, es un balance de la historia posterior, de las consecuencias del 1898 en Filipinas.

CARLO A. CARANCI



     AA. VV: Filipinas: Año 1898. N� monográfico de la Revista Española del Pacífico, 9, Madrid 1998 [1999], pp.

     La Asociación Española del Pacífico ha querido contribuir a la conmemoración de los hechos de 1898, año crítico de la historia contemporánea española, con un número monográfico de su órgano, la REP, pero centrado, como corresponde a la finalidad de la AEEP, en Filipinas que es, por otra parte, un escenario de esa guerra menos conocido que el de Cuba.

     En el número, varios autores (historiadores sobre todo, españoles, estadounidenses, holandeses, etc.) estudian la situación política, las operaciones militares, la actividad diplomática, la cultura, y algunos aspectos menores pero de gran interés para completar una panorámica del ámbito filipino alrededor de esos años. Un buen número de trabajos sobre el 1898, cuya conmemoración despertó un interés sólo mediano, que produjo algún título serio y demasiados títulos patrioteros y exculpatorios.

C. A. CARANCI



Sudeste Asiático

     TARLING, Nicholas: Nations and States in Southeast Asia. Cambridge University Press, Londres 1998, 137 pp.

     THE ANH, Nguyên y FOREST, Alai, Eds. Guerre et paix en Asie du Sud-Est. L'Harmattan, París 1998, 336 pp.

     El complejo mundo de Asia del Sureste continúa siendo objeto de interés y atención por parte de los investigadores y autores, y a la bibliografía ya existente sobre esta región asiática se unen ahora estos dos libros recientes que aquí se comentan.

     En el primero de los arriba señalados, Nicholas Tarling, profesor en la Universidad de Auckland, estudia la emergencia y el desarrollo así como la actualidad de las naciones-estados del Sureste asiático contemporáneo, tomando [193] en consideración el proceso histórico vivido por tales países desde los tiempos modernos y la época del colonialismo europeo, en especial desde el siglo XVII, hasta el tiempo presente, en una acertada síntesis y ordenada exposición en cuanto a su contenido.

     Tras un breve Prólogo, la parte primera del libro titulada �Present and Past�, contiene una sucinta descripción geográfica y un bosquejo histórico, principalmente desde el período colonial y las relaciones con Europa hasta las independencias, con la emergencia y constitución de cada una de las naciones-estados de Asia del Sureste: Indonesia, Malasia, Singapur, Brunei, Filipinas, Birmania/Myanmar, Vietnam y Siam/Thailandia, echándose en falta un apartado sobre Laos y Camboya. La parte segunda, con el título �Problems and Policies�, trata en un análisis comparado, sobre los problemas y tensiones más significativos que caracterizan la formación y el desarrollo de los actuales Estados del Suroeste asiático, como son la administración y las fronteras del período colonial, el nacionalismo, la invasión y ocupación japonesa, la proclamación de las independencias, las instituciones democráticas, los factores internacionales y la política exterior.

     La parte tercera y última: �Periods and perspectives� expone los análisis e interpretaciones con el estado de las cuestiones por parte de la historiografía actual sobre los Estados-nación del Sureste asiático contemporáneo. En cada apartado de las tres partes que consta el libro se incluyen sendas relaciones bibliográficas, y las páginas finales contienen un índice analítico.

     El segundo de los libros arriba indicados se trata de una obra colectiva, coordinada por Nguyên Thê Anh y A. Forest, en la que algunos de los más destacados especialistas en la historia de Asia del Sureste convocados por el Laboratorio �Península Indochina� del C.N.R.S. de París, el Instituto de Culturas Asiáticas de la Universidad de Tokyo, el Instituto Internacional de Estudios Asiáticos de Leiden, y el Departamento de Lenguas y Cultural de la Universidad de Hamburgo, exponen en los quince estudios de que consta la obra sus respectivos análisis de las situaciones de �guerra y paz� en Asia del Sureste durante los siglos del XIV al XIX, período particularmente olvidado por la historiografía, para conseguir un mejor conocimiento de este período, decisivo para la comprensión del presente y en especial de la formación de las grandes áreas culturales y de los Estados contemporáneos del Sureste asiático actual.

     Estas contribuciones aportan y resaltan como cada una de las sociedades estudiadas conciben su espacio, su orden interior, sus relaciones con las sociedades vecinas, y cómo se plantean las vinculaciones entre Estados o entre sociedades. Analizando las causas, las formas y los desarrollos de los diferentes conflictos, de los que la mayor parte se prolongan hasta nuestros días, aparecen los factores y los caracteres fundamentales de los mismos.

JOSÉ U. MARTÍNEZ CARRERAS



Asia Oriental

     ZATLIN, Linda Gertner: Beardsley Japonisme and the perversion of the Victorian [194] ideal. Cambridge University Press, Cambridge 1997, 304 pp.

     El fenómeno del Japonismo, esto es, la influencia artística de Japón en Occidente en la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, es uno de los capítulos más interesantes del intercambio cultural entre Oriente y Occidente. La bibliografía sobre este tema se remonta a los tiempos en que los primeros artistas occidentales comenzaron a reflejar en sus obras la influencia de los temas y los recursos estilísticos de los japoneses, principalmente difundidos a través de las colecciones de Ukiyo e. Sin embargo, hasta el momento, no se había publicado un estudio monográfico sobre el Japonismo en la figura del ilustrador británico Aubry Beardsley (1872-1898), cuyo estilo fue uno de los más renovadores e influyentes de su tiempo.

     La profesora Linda Gertner Zatlin, formada bajo la tutela de Jack Hillier, a cuya memoria se dedica el libro, estudia en esta obra la repercusión en París y Londres del descubrimiento del arte japonés y, en particular, cómo lo japonés llegó a Beardsley. En el último tercio del siglo XIX la moda por lo japonés ya estaba muy extendida en las grandes capitales europeas y ya existían completas colecciones de Ukiyo e. Han podido determinarse algunos de los libros que conoció sin duda Beardsley, como Tales of Old Japan de A. B. Mitford, varios volúmenes del celebérrimo Manga de Hokusai, ilustraciones eróticas de Utamaro, así como libros de los primitivos maestros del Ukiyo e, en blanco y negro. Por otra parte, Beardsley tuvo acceso a los estudios sobre arte japonés publicados en Inglaterra (F. V. Dickins, G. H. Audsley, W. Anderson y M. Huish) y a la revista Artistic Japan (1888-1891) que editaba Samuel Bing en París, y que también se publicaba en inglés. Todos estos hechos indican que el ambiente cultural que envolvía al joven ilustrador británico era propicio para que se reflejara en su obra el gusto por el exótico Japón. Otros artistas también se interesaron por lo japonés, sin embargo la personal interpretación de Beardsley tiene una mayor repercusión en el desarrollo del arte occidental, ya que no se limitó a disfrazar de japonesas a sus modelos y adornar las escenas interiores con biombos y otros objetos artísticos japoneses, sino que penetró en la esencia de los recursos estilísticos japoneses y los superpuso a los del arte de su tiempo. Hoy todo el mundo reconoce el refinamiento del arte japonés, pero en la segunda mitad del siglo XIX la mayoría de la gente sólo otorgaba a las obras artísticas japonesas cierto valor etnológico. Beardsley rompió de este modo el imperial concepto victoriano de la superioridad cultural occidental, al tiempo que también se distanciaba del ideal moral victoriano con un tono grotesco, erótico y subversivo.

     Zatlin desarrolla en este libro una interesante descripción de los distintos aspectos en los que lo japonés influye decisivamente en Beardsley. Un tema fundamental es el de la concepción del libro (cubierta, encuadernación, formato, maquetación, ilustración) como una unidad artística, ya que demuestra la relación entre los Ehon japoneses y los aspectos más innovadores de Beardsley como ilustrador de libros. Uno de los ejemplos más significativos es la adopción del alargado formato Kakemono, [195] uno de los recursos identificadores del Japonismo, en el que Beardsley fue pionero en su utilización en cubiertas de libros y carteles. Según la profesora Zatlin, la caligrafía y los grabados japoneses influyeron en la creación de una relación texto-imagen más ágil y dinámica, fusionando ambos elementos, que anteriormente a la influencia nipona suponían dos partes aisladas para los ilustradores occidentales.

     En el apartado estilístico, la profesora Zatlin destaca especialmente la influencia de los Ukiyo e en el característico estilo en blanco y negro, con grandes contrastes de superficies planas, tan habitual en las obras de Aubrey Bearsley. Los recursos repetidos en las xilografías japonesas en blanco y negro, descontextualizadas de la temática nipona, fueron adoptados por Bearsley como un elemento clave de su novedoso e influyente estilo. No se le escapa a la profesora Zatlin la extendida convención del silueteado en blanco y negro a lo largo del siglo XIX, sin embargo, se demuestra con varios ejemplos que Bearsley, a través de la observación de los maestros japoneses y técnicas gráficas como el Sumie, el Ishizurie o el Shironuki, traspasó los límites artísticos de las siluetas y creó un lenguaje propio caracterizado a la vez por la simplicidad, el sintetismo, el decorativismo y la ausencia de sombreados.

     El arte japonés supuso también una nueva forma de componer las escenas. Es muy habitual en los estudios sobre el Japonismo ofrecer un recorrido temático (kimonos, abanicos, sombrillas, etc.) y un examen de las principales aportaciones compositivas. Dadas las características del profundo Japonismo de Bearsley, quien no se dejó seducir por la fácil moda de pintar exóticas ensoñaciones japonesas, Zatlin centra su análisis en diseccionar la estructura compositiva de las ilustraciones de Bearsley para demostrar la asimilación de numerosas concomitancias con el arte nipón y la enorme distancia que separan estas obras de las ilustraciones habituales en los libros de finales de la era victoriana. Estos comentarios, que pueden trasladarse a otros artistas japonistas también, se refieren a la utilización de fondos neutros, figuras flotantes, ausencia de márgenes, recortes en figuras y objetos, asimetrías extremas, utilización de diagonales para acentuar el dinamismo y la profundidad, y la linealidad frente al modelado. Ya hemos comentado que Bearsley no se caracteriza por copiar imágenes de los grabados japoneses, sino por la asimilación de sus principios estilísticos. No obstante, Zatlin comenta en su estudio que el ilustrador británico tomó directamente algunas veces las manos y los pies de figuras de los Ukiyo e, en busca de transmitir movimiento o un tono galante.

     Uno de los capítulos del libro de Zatlin más interesantes, y que justifica mayormente la clasificación del Japonismo de Bearsley como �perversión del ideal victoriano� es el dedicado a lo grotesco. La presencia de exagerados falos de gran tamaño en las ilustraciones del artista británico, mezclando el humor y la provocación, suponen una gran ruptura respecto al hipócrita decoro de la sociedad victoriana. En este contexto, los grabados eróticos japoneses, denominados Shunga, circularon como objetos curiosos y, al tiempo, como una fuente de renovación de los temas sexuales, que en Bearsley suelen tener siempre una lectura grotesca, tal [196] como aparece en varios maestros tardíos de la ilustración japonesa, como Sekien, Shunsho, Shunei y Hokusai. Lo antinatural, lo extraño, lo deforme, lo exagerado, lo fantástico aparece en ocasiones en la obra de Bearsley bajo la influencia japonesa y como crítica a la puritana cultura victoriana. La profesora Zatlin, en su último capítulo �Voyeurism�, ha prestado especial interés a la transgresión sexual de Bearsley dentro de este contexto de puritanismo y a explicar su relación con los grabados eróticos japoneses, libres de cualquier censura, que el ilustrador conoció bien, ya que tuvo al menos un libro y varios grabados eróticos de Utamaro que colgaban en la pared de su dormitorio. Sin embargo, a diferencia del análisis estilístico realizado anteriormente, este apartado parece más difuso ya que las explícitas escenas sexuales japonesas no aparecen en las ilustraciones de Bearsley, y si bien hay elementos comunes como el voyeurismo, se observa que los japoneses persiguen más la descripción del placer, mientras que Bearsley busca la provocación dentro de la elegancia estética.

     La ausencia de estudios sobre la influencia japonesa en este importante ilustrador aumenta el interés de Beardsley Japonisme and the perversion of the Victorian ideal, ya que adopción y asimilación de principios estilísticos japoneses demuestran que el contacto artístico con lo japonés fue una fuente de inspiración cuya repercusión no puede minimizarse. Por otra parte, dado que Bearsley fue uno de los artistas que más influyó en los modernistas europeos en el cambio de siglo, este libro es también una pieza clave para el estudio del Modernismo y el diseño gráfico moderno, cuya conocida e intensa relación con el arte japonés tuvo como precedente la obra de Bearsley.

V. DAVID ALMAZÁN TOMÁS



     GARCÍA GUTIÉRREZ, Fernando: El Zen y el arte japonés, Guadalquivir Ediciones, Sevilla 1998, 144 pp.

     Fernando García Gutiérrez es el mayor difusor del arte japonés que tenemos en nuestro país. No es necesario en este lugar enumerar los méritos de este jesuita que ha dedicado buena parte de su vida en presentar a los españoles las grandes obras del arte japonés. Muchos años como profesor de Historia del Arte Oriental en la Universidad de Sophia de Tokio avalan las obras de Fernando García Gutiérrez, que tienen en el panorama bibliográfico nacional una importancia máxima, tanto por su profundidad y claridad como por su carácter pionero. En este sentido podemos destacar su libro El Arte de Japón (Colección �Summa Artis�, vol. XXI) publicado en 1967 y reeditado en su sexta edición en 1996, que como todos los estudiantes de arte japonés saben, además del primer manual de arte japonés escrito por un español, es la mejor obra para acceder a las claves del arte nipón. Más recientemente, en 1990, Guadalquivir Ediciones publicó un magnífico conjunto de ensayos, titulado Japón y Occidente: Influencias recíprocas en el arte, que supuso una presentación de los aspectos del arte japonés más atractivos para los occidentales. Además de su extensa bibliografía, su labor docente [197] en la Universidad de Sevilla y su presencia en Academias como la de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla o la de Bellas Artes de Cádiz, también es necesario tener en cuenta para completar una semblanza de Fernando García Gutiérrez su labor como comisario en 1994 de la exposición Momoyama: La Edad de Oro del Arte Japonés, que supuso un hito en las relaciones culturales hispano-japonesas.

     Con relación al arte del Zen, ya en su citado El arte del Japón García Gutiérrez presentó a los lectores sus claves, con numerosas ilustraciones, especialmente al hablar de la pintura Suibokuga, jardinería, arquitectura, cerámica y ceremonia del té en los períodos Muromachi (1333-1573) y Momoyama (1573-1615), así como en la posterior escuela pictórica Bunjinga de mediados del período Edo (1615-1868). También en el libro Japón y Occidente el autor dedicó significativos capítulos a �La concepción china y japonesa de la naturaleza en el paisaje�, �Interpretación del paisaje en la pintura oriental�, �Sesshû (1420-1506): un monje pintor de la secta Zen�, �Dimensiones estéticas y humanas de la cerámica japonesa� y �Otro monje pintor del Zen: Sengai (1750-1837)�. Tanto estas mencionadas obras como sus últimos ensayos �Lo Sagrado en el arte japonés� (Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, Sevilla, 1996, pp. 121-141), �El arte del té en Japón� (Laboratorio de Arte, n.� 10, Departamento de Historia del Arte, Universidad de Sevilla, 1997, pp. 195-210), demuestran que siempre ha habido en Fernando García Gutiérrez un especial interés por lo esencial del arte japonés, sus aspectos más espirituales, lo cual ha cristalizado en su último libro El Zen y el arte japonés. Debemos considerar El Zen y el arte japonés como una madura reflexión sobre el significado de las artes del Zen que, por su brillante claridad de exposición, está llamada a convertirse en un clásico para todos los interesados en el arte japonés presentes y futuros.

     El famoso Paisaje en estilo Hatsuboku del pintor Sesshû sirve como sugerente portada a El Zen y el arte japonés, una obra principalmente dedicada a la pintura Suibokuga, esto es, a la tinta, si bien también tienen cabida otras manifestaciones artísticas. El libro se inicia con una breve introducción a los �Principios generales de la estética japonesa� en la cual Fernando García Gutiérrez se inclina por definir la esencia del arte japonés no es su tendencia decorativista si no en su tendencia interior, en la que por medio de la pureza y la simplicidad se alcanza la máxima belleza. Esta tendencia fundamentalmente deriva de la estética Zen y se puede intentar comprender a través de los conceptos Sabi (soledad), Wabi (pobreza), y Shibumi (lo inacabado), presupuestos simbólicos de difícil comprensión desde Occidente.

     Un primer capítulo está dedicado a describir características y evoluciones de �La secta contemplativa Zen del Budismo�, siguiendo como punto de referencia las imprescindibles obras del profesor Suzuki Daisetsu, quien puede ser considerado como el más preciso presentador del Zen entre los occidentales (en este sentido hay que indicar que el pasado año la editorial Paidós tradujo su obra clásica El Zen y la cultura japonesa). [198] Uno de los fundamentos del Zen es que se puede alcanzar la Verdad en la interioridad del alma a través de la meditación y la contemplación si se consigue alcanzar la iluminación, el Satori. Este es el fin de las artes del Zen, sugerir al espectador la interioridad verdadera de la naturaleza.

     En el segundo capítulo, la parte central del libro, trata de la �Influencia del Zen en el arte del Japón�. Para abordar esta influencia, Fernando García Gutiérrez plantea cinco apartados temáticos en los que se abordan la pintura, el Arte del Té, la jardinería y cerámica. El primero de estos apartados, �Influencia de la pintura de la secta Ch'an en Japón�, es una presentación de los grandes pintores de tinta chinos de la Dinastía Sung (960-1279), Li T'ang, Ma Yuan, Hsia Kuei, Liang K'ai, Ying Yu-chien y Mu Ch'i, los cuales marcaron las directrices de la pintura japonesa a la tinta en el período Muromachi (1333-1573), época en la que florece en Budismo Zen japonés y la pintura Suibokuga, tema del segundo apartado �Pintura del Zen en Japón�. El recorrido por los monjes pintores japoneses comienza con los pioneros Mokuan, Kao Shunen, Muto Shui, Josetsu y Shûbun, el gran maestro Sesshû (1420-1506) y sus seguidores Sesson (1504-1589) y Hasegawa Tôhaku (1539-1610), el posterior Niten (1584-1645) y los personalísimos Hakuin (1685-1768) y Sengai (1751-1837) cuyo �expresionismo religioso� supone una brillante prolongación de la pintura Zen en el mundano período Edo (1615-1868). El tercer apartado se refiere a �El Arte del Té� y consiste en una presentación de las fructíferas consecuencias artísticas de la Ceremonia del Té, que se reflejaron en la arquitectura, la jardinería y la cerámica japonesa. El siguiente apartado se dedica a �Los jardines japonés y el Zen�, un breve paseo por los famosos jardines de Kioto y su significado simbólico. Finalmente, en �Cerámicas japonesas relacionadas con el Zen� se describen las principales escuelas de cerámica, que producen piezas para la Ceremonia de Té, como la Raku, la Oribe y la Shino, las cuales se caracterizan por su búsqueda de la belleza abstracta en la irregularidad, la simplicidad, la rudeza.

     El libro se completa con una bibliografía general seleccionada, y un extenso apéndice de 58 ilustraciones, mayoritariamente pinturas, en las que se reproducen las obras maestras del arte del Zen. Un breve epílogo nos recuerda la conclusión del libro: �La belleza no está en la forma exterior, sino en el significado que ella expresa�. No puede entenderse el arte japonés sin adentrarse en su dimensión interior. El Zen y el arte japonés es una síntesis accesible, certera y precisa fundamental para todos los interesados en profundizar en la esencia del arte japonés.

V. DAVID ALMAZÁN TOMÁS



     PELLETIER, Philippe: Le Japon. Armand Colin, Collection Prépas, Série Géographie. París 1997, 223 pp.

     Las nuevas necesidades y usos que se reclaman actualmente a los manuales de Geografía quedan bien definidos en esta obra, representativa de las últimas tendencias en la geografía académica [199] centroeuropea y anglosajona, por las que se huye de las tópicas y superadas descripciones corográficas vinculadas a una tradicional receta de presentación quasi literaria, cuyos contenidos arquetípicos reposaban en los no menos tradicionales capítulos predeterminados del medio físico o facetas humanas.

     El autor, además de doctor en Geografía y Maître de Conférences en la Universidad Lumiére de Lyon-II es miembro en activo del Institut d'Asie Orientale sito en la misma ciudad, y cuenta con una dilatada labor docente en ámbitos superiores, hecho que queda de manifiesto en el libro. Su concepción es clara, cada país tiene características únicas, �terres de contraste�, y por ello pretende aportar determinadas claves para su interpretación y comprensión, pensando en especial en una audiencia europea.

     Su visión del Japón moderno se vincula con el análisis de un medio físico variado, impetuoso, turbulento a la par que antropizado, junto a una tradición secular basada en la adaptación a ciclos o coyunturas, cuyo resultado es una notable intensificación en el uso de un espacio nacional, reducido en relación con el peso de la masa demográfica que sustenta y como soporte de una acusada capacidad de generación de riqueza y emisión de flujos comerciales.

     El volumen se estructura en siete grandes apartados temáticos, con los que se verifica un perfil sintético de los elementos más definitorios de la sociedad japonesa, desde un punto de vista geográfico, con una orientación puntera en cuanto a la literatura más vanguardista de la geografía descriptiva en la escala de los conjuntos nacionales diferenciados.

     El primero de dichos apartados versa sobre el medio natural y el territorio, destacando el carácter determinante de sus fachadas, la oposición de éstas, las repercusiones climáticas, biogeográficas o agronómicas derivadas de las grandes dorsales orográficas que compartimentan el territorio japonés, así como la generación de dominios climáticos bien diferenciados por dichas causas. Es decir, el denominado tríptico espacial japonés reposaría en tres grandes pilares: el mar como vasto espacio nutricio y de dialéctica oceánica, las escasas planicies densamente pobladas como soporte de los grandes archipiélagos urbanos e industriales, y en tercer lugar, un espacio multivegetal cuya base es el yama como principio del bosque, o mejor dicho, el concepto híbrido del bosque de montaña en sus diversas acepciones y variedades, como consecuencia de la altura, los vientos dominantes o su exposición.

     En otro de los capítulos se tratan los riesgos naturales y las formas de adaptación al medio por parte de la comunidad humana que los habita. Se destacan los impactos derivados de una fuerte actividad tectónica motivada por los contactos frontales entre las placas tectónicas y los fenómenos de subducción que ocasionan, como responsables últimos de una fuerte sismicidad de difícil prevención. Por otra parte el vulcanismo asociado a la dinámica antes descrita es otro de los factores a destacar en la valoración del riesgo natural, junto a distintos componentes de orden climático tales como los tifones, los flujos monzónicos o el efecto foehn. En contraste se argumentan adaptaciones ingeniosas que afectan al hábitat y a las concepciones de desarrollo, cuya plasmación puede observarse [200] tanto en la compartimentación del parcelario agrícola como en la concepción constructiva de la casa japonesa tradicional.

     A continuación, se aborda la población y unas formas contrastadas de poblamiento, cuyos antecedentes se encuentran en una lógica espacial histórica, con un vector demográfico subyacente debido al complejo socioeconómico de la actividad rizícola. Éste es sustituido luego por una transición precoz hacia un modelo reconstruccionista tras la II Guerra Mundial, del que destaca un crecimiento demográfico urbano sostenido como consecuencia de las aglomeraciones metropolitanas, en agudo contraste con el declinar demográfico de los departamentos periféricos.

     La pujanza industrial es considerada en diversas partes de la obra como exponente de un capitalismo de vanguardia que, sin embargo, conserva bases tan tradicionales como la disponibilidad de una mano de obra abundante. Del mismo modo se contempla una sólida trilogía productiva afianzada en los sectores siderometalúrgico, químico y de la construcción, como soporte-base y cúpula protectora tutelar de los restantes sectores económicos del país cuyo principal exponente -la hiperespecialización industrial- se manifiesta con especial énfasis en el cordón litoral de megalópolis, como fenómeno paradigmático de los focos de alto crecimiento industrial de todo el Pacífico.

     El contraste entre la dinámica de las redes urbanas y la de los espacios rutales es objeto de un análisis pormenorizado. De una parte se consideran las mutaciones socio-espaciales ocurridas en la ciudad japonesa desde el período Meiji hasta la actualidad, la verticalización de dichos espacios, la transformación de los modos de vida en tales megalópolis y el papel de la capitalidad de Tokyo, en tanto que se contempla la paradoja de un medio agrícola tradicional, transformado en un ciclo corto y rápido con la reforma agraria desde mediados de los cuarenta, que desemboca en nuevas formas de producción y propiedad como fórmula operativa para asegurar el aprovisionamiento de las megalópolis, que a su vez ocasiona una mutación constante de sus regiones agrícolas por mor de la política de importaciones y de la liberalización de un mercado, parcialmente intervenido, como es el caso del sector del arroz.

     Por otro lado, se pasa revista a los procesos de política regional, de los cuales, los ensayados en los últimos tiempos adquieren un especial protagonismo, como el impacto de las políticas de reequilibrio regional frente a la omnipresente centralización, en la órbita de unas vindicaciones regionalistas muy minoritarias sobre todo si se tienen en cuenta los cimientos provenientes de la concepción nacional o imperial nipona.

     Finalmente, se consideran monográficamente aspectos recientes que están afectando a la sociedad japonesa contemporánea, como la proyección mundial de su industria automovilística, las alianzas en el sector multimedias, la identificación de la borrosa �zona yen�, la influencia japonesa en las organizaciones de la esfera Asia-Pacífico y los patrones geográficos del comercio exterior nipón.

     Resta destacar que además del valor intrínseco del análisis geográfico desarrollado, se aporta una depurada base [201] cartográfica y gráfica en general que facilita la comprensión del texto, especialmente en ciertos pasajes de gran complejidad analítica para los que se requiere una gran capacidad sintética en la definición de los contenidos y en la presentación de conclusiones.

FRANCISCO JAVIER ANTÓN BURGOS



     TANAKA, Stephan: Japan's Orient. Rendering Pasts into History. Berkeley, University of California Press, 1995, 305 pp.

     Desde que Edward Said publicó su libro Orientalism (1978), los estudios de académicos de países presuntamente más desarrollados sobre los que no se consideran así han sido interpretados a través del prisma de su teoría: al estudiar los países orientales, se les estudia primero como tales países orientales o inferiores y después como científicos. El poder colonial influyó y se retroalimentó de los argumentos provistos por la ciencia para justificar ese dominio sobre otros pueblos y la situación continua de alguna forma en la actualidad. La palabra Oriente desde entonces ha adquirido un tinte peyorativo y la calificación de Orientalista ya no es aceptable entre los círculos académicos por denotar una visión subyacente de superior a inferior en la visión de los pueblos orientales, sin intentar adoptar una postura más igualitaria. Un buen número de trabajos han aparecido desde entonces siguiendo en la brecha, siendo el caso más llamativo el de dos libros titulados Occidentalism, publicados casi simultáneamente por dos ramas de la misma editorial, en el Reino Unido y en Estados Unidos.

     Stephan Tanaka es otro de estos seguidores de la influencia de Said, que en su libro Japan's Orient intenta desarrollar esa interpretación en un aspecto peculiar, el de los japoneses. Tras la renovación Meiji, Japón primero conquistó su independencia a base de buenas inversiones en armamento y en esfuerzo por aprender las técnicas occidentales, pero una vez conseguido este primer objetivo siguió el camino de Occidente esforzándose en construir un Imperio. Al igual que Occidente, Japón se esforzó por justificar ideológicamente sus ambiciones, primero se distanció de esos países que seguían aparentemente estancados y después pasó a buscar datos empíricos para reafirmar esa separación suya del Oriente. Al igual que los románticos en el siglo XIX buscaron sus orígenes en civilizaciones antiguas, en parte también como forma de separar el presente del pasado inmediato, Japón buscó orígenes que demostrasen lo que sus ambiciones hacia el exterior decían que tenían que demostrar.

     Tanaka analiza este esfuerzo académico-cultural con objetivos políticos a través de un historiador japonés relativamente poco conocido, Shiratori Kurakichi profesor de la Universidad Imperial de Tokio. Sus escritos sintetizan la contradicción de intentar sacar a Japón de ese Oriente usando los mismos métodos de conocimiento científico o epistemología de ese Occidente que le había situado en el Oriente. Su evolución marca también la de esas ambiciones políticas japonesas y de aquí viene la división del libro en dos partes principales del trabajo �Encontrando una equivalencia� y �creando la diferencia�. La primera [202] parte del libro trata de esos esfuerzos por equipararse con Occidente, cuya expresión más clara son los estudios destinados a explicar la historia de Japón dentro de las leyes históricas generales y a refutar la idea de que coreanos y japoneses tenían un mismo tronco genealógico. Como consecuencia de ello, Kume Kumitake, por ejemplo, se esforzó por datar el comienzo de la Historia de Japón (señaló los años 69 a. C. y 42 d. C. para el reinado del Emperador Jimmu) e Inoue Tetsujirô buscó unas raíces malayo-polinésicas al pueblo japonés, lo que le sirvió para afirmar que la tesis de la similitud entre los japoneses y los mongoloides había sido creada por Occidente para sugerir la inferioridad de los japoneses. La segunda parte del libro parte de la creciente seguridad de Japón a raíz de la victoria frente a los rusos en la Guerra de 1904-05, tras la cual, el sentimiento general era que, ya que habían ganado la decisiva guerra, los japoneses tenían derecho también a definir la historia.

     Shiratori tuvo la característica principal en sus estudios de una preocupación por la metodología, basada en la influencia que los historiadores germanos tuvieron en su formación. Pero los objetivos fueron semejantes porque sus trabajos también estuvieron destinados a un fin nacional semejante: basó el origen del progreso de Japón en la presunta fuerza progresiva y estabilizadora del gobierno antiguo llamado matsurigoto, donde el emperador funcionaba como patriarca religioso y como gobernante. Participó también en la polémica sobre la localización del prehistórico reino de Yamatai, en cuyo trasfondo estaban no sólo la equiparación de Japón con el sistema imperial sino también la negación de las raíces genéticas de los japoneses con los coreanos, los chinos o los malayo-polinésicos. También Shiratori, como muchos intelectuales japoneses, buscó en el confucianismo proclamar no sólo la �orientalidad� de Japón (como oposición al egoísmo y a los problemas generados por el sistema occidental), sino para proclamar que habían sabido usar sus enseñanzas para crear una sociedad armoniosa, al contrario que su padre intelectual, Shina, el anciano país al que tenía el deber de ayudar como una obligación inherente a la piedad filial proclamada por este pensamiento. A partir de la década de 1920, la Historia en Japón vivió la misma autocomplacencia que el resto de la sociedad. Shiratori se esforzó, así, en presentar cada vez más a Occidente como ejemplo de lo que no se debía ser, por una parte, pero también por cuantificar y buscar argumentos a la especificidad o la unicidad de Japón, autocalificándose como el país con el carácter y la juventud suficientes como para sintetizar las culturas oriental y occidental y establecer una cultura mundial más integrada.

     En esta búsqueda, el concepto principal utilizado por los japoneses es el que se podría asemejar a Oriente en japonés, Tôyô. Pero su vocabulario tenía la particularidad respecto a otras potencias imperialistas del momento de que también incluía la palabra seiyô para denominar a los países occidentales, entre las cuales Japón tampoco estaba incluido. No se consideraba ni de uno ni de otro campo. También resulta clave el concepto de Shina como ejemplo de lugar enfangado en el pasado y como el contraste más obvio con la nación moderna que se consideraba Japón. Ninguna palabra está libre de connotación, [203] como tampoco lo está la actual que representa China, Chúgoku [país del medio], proveniente de una idea china de centralidad en el mundo que expresa más sus propios deseos que su posición real en el mundo.

     El libro intenta reflejar, en definitiva, el proyecto de definir Asia a través de la biografía intelectual del historiador Shiratori, del discurso de Shina y del concepto de Tôyô. Expresión del esfuerzo por establecer a Japón como la autoridad en Asia, nos lleva a comprender la Guerra del Pacífico como el resultado de la competición de dos sistemas conceptuales que expresaban dos ambiciones de dominación que acabaron siendo totalmente incompatibles. El poder, bien se sabe, es difícil repartirlo cuando se ambiciona tenerlo del todo.

FLORENTINO RODAO



América

     FUSTER Ruiz, Francisco: El final del descubrimiento de América. California, Canadá y Alaska (1765-1822). Aportación documental del Archivo General de la Marina. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia, Murcia 1997.

     La Universidad de Murcia publicó el pasado año El final del descubrimiento de América. California, Canadá y Alaska (1765-1822), que constituye la tesis doctoral íntegra del Dr. D. Francisco Fuster Ruiz, profesor de la Escuela Universitaria de Biblioteconomía y Documentación con el subtítulo Aportación documental del Archivo General de la Marina.

     Este autor albaceteño que procede el mundo del derecho, impulsó los archivos locales (histórico Provincial, Audiencia, Hacienda y Municipal), fundó el Instituto de Estudios Albacetenses y cuenta con varias publicaciones sobre historia local. Posteriormente y durante más de ocho años fue director del Archivo General de la Marina �Don Álvaro de Bazán�, etapa que culminó con la investigación que luego fue su tesis doctoral ahora publicada y objeto de interés reseñarla.

     El objetivo de la obra es la selección del conjunto documental conservado en el Archivo General de la Marina �Don Álvaro de Bazán� (Viso del Marqués, Ciudad Real), bajo el prisma de los últimos años de presencia hispana marítima en la costa Noroeste americana (1765-1822), geografía que actualmente abarca los estados mexicanos de Sonora, Sinaloa, Baja California; estadounidenses de California, Oregón, Washington y Alaska; y Canadá.

     Fuster reconstruye como la �tierra incógnita� de mediados del siglo XVIII fue transformándose en mapas útiles a través de la aportación de la marinería española, pese al anterior conocimiento y presencia rusa en Alaska y aunque la historiografía dio esta gloria a marinos (Cook, Lapérouse) que utilizaron diarios y rutas firmados por pilotos españoles como Mourelle de la Rúa, Juan Pérez, Bodega y Quadra, Esteban José Martínez, etc...

     A nuestro juicio la estructuración de la obra se apoya en tres bloques, además de los preliminares obvios (Índice, Introducción...). El autor subdivide el primer bloque en dos partes tituladas �I. Marco documental y metodológico. Conclusiones� y �II. Marco historiográfico. [204] Conclusiones históricas�. El segundo bloque corresponde a los capítulos I al XV, donde realiza propiamente la aportación documental a la que alude con el subtítulo del libro, siguiendo un desarrollo cronológico. El último de los tres bloques es la descripción de las fuentes documentales y bibliográficas alusivas al tema tratado.

     En el marco documental e historiográfico Fuster describe, por virtud profesional, el basamento documental de la investigación que se pretende abordar. Por ello traza con pluma de especialista la descripción de los fondos documentales relativos a la historia de la costa americana del Pacífico Norte en su etapa española y, en tanto que es el más desconocido y el que más conoce, describe detalladamente las diferentes secciones y colecciones afectas al tema existentes en el Archivo General de la Marina concluyendo, o mejor, reivindicando con una cierta rabia que compartimos, el desinterés de la administración y de los profesionales de la investigación para con este centro documental, cerrado a base de no ser consultado. Prosigue en este I. Marco documental y metodológico con el apartado Apoyo bibliográfico fundamental, donde repasa catálogos, repertorios y fuentes documentales publicadas, de interés para este paréntesis cronológico y geográfico.

     Para mejor aprovechar la contribución de Fuster, entiendo que el investigador interesado debe fijarse especialmente en las páginas 77 a 97 que referencia como II. Marco Historiográfico. Conclusiones históricas. En este armazón, donde el autor va encasillando la aportación documental e investigadora posterior, describe sucinta y cronológicamente el Departamento Marítimo de San Blas, los descubrimientos hacia el Noroeste (desde California a Alaska), el conflicto de Nutka, aportación descubridora y diplomática de los marinos españoles como Bodega y Cuadra, las complicadas relaciones con Inglaterra y Rusia, el empuje de los Estados Unidos y la última etapa de la Marina Española en California con la independencia mexicana al fondo. El autor irá retomando cada una de las partes que aquí describe para situar la aportación documental de los quince capítulos siguientes.

     En los quince capítulos correspondientes a la aportación documental propiamente dicha, distinguimos los siguientes apartados temáticos:

                � Exploraciones, descubrimientos, colonizaciones (misiones, presidios, poblados) y expediciones (terrestres y marítimas), tanto por españoles como por extranjeros.           
     � Relaciones y situaciones conflictivas con Inglaterra, Rusia, Estados Unidos y México.
     � Marina Española en California
          -Establecimiento de Nutka.
          -Departamento Marítimo de San Blas.
          -Descubridores, científicos y diplomáticos entre la marinería española.
          -Situación personal de la marinería.

     Sin embargo, para resolver la complejidad de esta laguna historiográfica, se ha seguido un desarrollo cronológico de los acontecimientos desde 1767 a 1822, comenzando con una introducción a los descubrimientos anteriores a esta fecha. Prosigue la creación del Departamento Marítimo de San Blas (capítulo II), las primeras expediciones para detener [205] el avance ruso en Alaska (cap. III), y la exploración de estos confines por Arteaga, Bodega y Cook entre 1775 a 1779 (cap. IV).

     Después de la paralización descubridora tratada en el capítulo V, Fuster se ocupa del establecimiento de Nutka y la posterior situación belicosa con Inglaterra (1790) que supondrá nuevas expediciones al Estrecho de Juan de Fuca y Puerto Clayocuat. Los capítulos IX y X describen la Expedición de Límites de 1792 y junto con el XI, recogen las peculiares relaciones personales entre Bodega y Quadra y Vancouver. El abandono de Nutka y la guerra con Inglaterra se intercala en los últimos capítulos con un mayor tratamiento de la figura del marino, circunstancias generales y personales frente a la lejana administración marítima en la Península, para concluir (capítulos XIII-XIV-XV) con la amenaza sobre la Marina Española de la emergente potencia norteamericana y la revolución mexicana.

     La última parte del trabajo es un recorrido sobre las fuentes documentales (catálogos de archivos, colecciones documentales, publicación de fuentes y libros coetáneos al paréntesis cronológico y temático elegido) y bibliográficas, en este caso, siguiendo un criterio geográfico que cualquier investigador que quiera adentrarse en el maremagnum y la dispersión documental agradecerá. Este último bloque descriptivo de fuentes junto con el primero Marco documental y metodológico del principio es, a nuestro juicio, una de las aportaciones fundamentales de la obra de Fuster máxime, conociendo su experiencia archivística y su actual dedicación profesional al respecto.

     En cuanto a los aspectos formales, el autor realiza la repetida aportación documental insertando el texto del documento original, indicando la fecha, sección del Archivo General de la Marina, legajo y leyenda del expediente. Otro aspecto formal que observamos es que al final de cada epígrafe en los dos últimos párrafos, a veces una página completa, el autor recapitula, resume o extracta el contenido de ese apartado avanzando una conclusión parcial, confiriendo de paso al trabajo un toque didáctico utilísimo.

Igualmente la obra incorpora más de un centenar de gráficos e ilustraciones de las expediciones del S. XVI y XVII y más detalladamente las de Juan Bautista Anza, Juan Pérez, Bodega y Quadra, James Cook, etcétera, junto con planos de puertos, misiones y presidios, vista de paisajes, barcos, indios...

     Por último el texto esta aliviado en su densidad introduciendo relatos descriptivos basados exclusivamente en el documento original, como la expedición científica hispano-francesa en junio de 1769, al Cabo de San Lucas en la Península de California, para observar el paso de Venus por el disco Solar; las gestas personales de marinos como Miguel Manrique que dejó como encargo a su muerte que sus escasos bienes se entregasen a la hacienda de Marina, autoinculpándose del poco éxito de una misión de la que se retiró debido a una grave enfermedad; o la del marinero andaluz Francisco de Paula Marín, alias Maianini, que durante casi cuatro décadas (1791-1837) en las Islas Hawai, trasladó su religión y cultura a aquellas islas introduciendo alimentos y cultivos mediterráneos, además de dejar una numerosa familia. [206]

     Describo a continuación los temas principales que, en orden a su importancia, se reiteran a lo largo de la obra, como la epopeya de la marinería española cuyo ejemplo más digno, y sangrante, fue Bodega y Quadra que conjugó la amistad con Vancouver con la defensa de los intereses españoles, propuso la expedición que luego realizaría Malaspina, adelantó fondos económicos propios para establecimientos y expediciones y falleció en el olvido y la ruina, además de las consecuentes dificultades para llevar una vida familiar estable.

     Las atinadas observaciones de marinos, diplomáticos y gobernantes en la vanguardia del avance expedicionario y colonizador en contraste con las anquilosadas directrices del gobierno de Madrid, como en el caso de las infinitas propuestas (de Vicente Vasadre y Vega, Ciriaco González de Carvajal, Esteban José Martínez y el propio Alejandro Malaspina) para establecer rutas comerciales con pieles de nutrias para competir con las compañías inglesas y rusas y, de paso, sostener las colonias en la Alta California, o las premonitorias descripciones del avance estadounidense por parte del virrey arzobispo Flórez en 1788.

     La complementariedad de la acción colonizadora de misiones, presidios y poblados con la Marina en dos sentidos: expediciones para encontrar lugares apropiados para nuevos establecimientos y el sostén de aprovisionamiento y garantía de defensa militar. Por ejemplo se contaba con la ayuda de los huertos de los misioneros para curar rápidamente el escorbuto entre los marinos. También la oposición de los misioneros al establecimiento de colonos que �estorbaban� la obra misional y consiguiente enfrentamiento de los franciscanos con los militares y gobernadores.

     El libro ofrece también un interesante recorrido por el interés mundial por encontrar el paso norte entre los océanos Atlántico y Pacífico, circunstancia que la ciencia y la marinería española negaron, en base a su propia experiencia. La presencia diplomática española en Francia y Rusia principalmente, para estar informados de las expediciones de otras potencias y el declinar de esta acción diplomática conforme termina el siglo.

     La obra científica de reconocimientos y levantamientos planimétricos. Y a la vez los numerosos redescubrimientos y nuevos bautizos de accidentes geográficos. Por ejemplo, la Entrada de Heceta (1775), que llevó el nombre del navegante español que la descubrió fue luego Entrada de Gray diecisiete años después.

     Y por último la excepcional importancia del Departamento de San Blas, verdadero eje del libro desde donde partieron casi la totalidad de las expediciones hacia el Pacífico Norteamericano.

     Advierto que el autor no utiliza la aportación que nuestra Asociación ha realizado en algunas reuniones científicas y en la propia Revista, por ejemplo (n.� II, año 1992) el interesante cuadro de Belén Bañas sobre las expediciones precisamente al Pacífico Norteamericano. Carencia que cae en nuestra responsabilidad y que debe catapultarse en una mayor distribución de la contribución historiográfica que se lleva a cabo por la A.E.E.P., ya que de otra forma sería una acción endogámica y por lo tanto, estéril.

     En resumen, el libro de Fuster es una constante reivindicación del Archivo de la Marina que atenúa el vacío historiográfico [207] ya destacado por otros autores como Salvador Bernabeu Albert debido fundamentalmente a la escasez de contactos entre historiadores españoles y americanos, carencia de catálogos sobre fuentes documentales alusivas al tema y predominio de trabajos sobre la aportación misionera franciscana y militares de origen catalán.

     Por último destacar que la gran aportación de documentos inéditos, que puede parecer una sobrecarga para los neófitos, es un ejemplo de que el acontecer histórico riguroso, mas viniendo de una pluma extraordinariamente fiel al documento, no debe ser un árido enrevesamiento y sí una invitación a la participación, al deleite en la lectura del hecho pasado, seguros de la contrastación científica del autor. El relato intenso, casi cinematográfico, de expediciones aventureras pero no por ello menos reales, trazadas por la apoyatura del testimonio coetáneo de éste o aquel marinero y del documento oficial que lo refrenda, confieren a la investigación de Fuster un afán didáctico, útil para el comentario histórico, donde el profesional de la enseñanza podrá rememorar la sabrosa frescura de la historia viva.

ANTONIO CAULÍN MARTÍNEZ



     RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, Agustín: La Armada española. La campaña del Pacífico, 1862-1871. España frente a Chile y Perú. Agualarga, Madrid 1999, 142 pp.

     Se habla de memoria histórica, pero pocas veces la recuperación es total y �objetiva�. Lo más frecuente es que sea interesada, selectiva: se coge de ella lo que conviene, y se olvida, ignora u oculta lo que no gusta o lo que estorba para otros fines. La memoria histórica se reduce muchas veces a una especie de consolador psicológico colectivo, o a un arma política y propagandística o, en el mejor de los casos, a un ámbito de estudios académicos.

     Esto se acentúa en el campo de la historia militar, donde la memoria histórica se convierte en tergiversación y ocultamiento prácticamente sistemático de lo que no gusta, en mera propaganda: por ejemplo, en una historia naval militar de un autor español, que no vamos a mencionar, se excluye, nada menos, �la �incómoda� campaña de la Armada Invencible contra Inglaterra!; algo semejante ocurre con las guerras de Marruecos entre 1900 y 1926, y, en parte, con la de 1898; y no digamos con la Guerra civil de 1936 (217).

     Otras veces la memoria histórica no existe, no por razones de propaganda o de ocultamiento, sino simplemente porque el acontecimiento no se considera importante, y se lo ignora, se prefieren otros más llamativos. Esto ocurre con la llamada Guerra del Pacífico entre España por un lado, y Perú, Chile, y luego Bolivia y Ecuador por el otro, que se [208] combatió entre 1865 y 1871. Guerra que no aparece en más de un texto de historia de España.

     Los acontecimientos posteriores, mucho más graves y decisivos (la Guerra de 1898 y la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas) han ocultado esta guerra, de orígenes confusos: un viaje de �buena voluntad� y de �prestigio�, también para �defender los intereses y vidas de los españoles residentes� (�!) (España no había digerido todavía las independencias de sus antiguas colonias americanas de 40 años antes) y una expedición científica, terminó, todo ello, en un conflicto bélico prolongado que envenenó las relaciones entre España y sus ex colonias.

     Algunos incidentes -los sucesos de Talambó, la ocupación por España de las islas Chinchas (1864) para presionar a Perú, un incidente y las amenazas españolas contra Chile y el bloqueo de Valparaíso (1865)- llevaron a la guerra contra Chile, al que se unió Perú y, poco más tarde, casi simbólicamente, Bolivia y Ecuador. Se produjeron varios combates, de mayor o menor entidad, y de suerte alterna entre 1865 y 1866: Papudo, Abtao, el bombardeo de Valparaíso, y el combate, decisivo para el desarrollo de la guerra, de El Callao del 2 de mayo de 1866, muy reñido y que causó muchas bajas en los contendientes, y que unos y otros llamaron victoria; tras esto, con otros encuentros de menor importancia, se llegó a la retirada de la flota española y a la paz en 1871.

     El autor nos expone todo esto de forma clara, amena, con un conocimiento soberbio de la guerra naval; acaba con muchos mitos y leyendas positivas o negativas sobre las fuerzas españolas y americanas. Por una vez, dice Rodríguez, la escuadra española se mostró aceptablemente a la altura de las circunstancias, y parece ser que lo mismo ocurrió con el jefe de la escuadra española, Méndez Núñez. Fue, dice el autor, una victoria �clara� -otros autores hablan de �victoria confusa� y otros incluso de �derrota�-, que mejoró el prestigio de España en la zona. Pero, añade, las enseñanzas de esta guerra se aplicarán casi irreflexivamente a las operaciones de 1898, cuando las circunstancias y el enemigo serán diferentes. Rodríguez recupera digna y sólidamente la memoria histórica de esta guerra injusta y estultamente olvidada.

     Unos buenos apéndices enumeran los buques españoles, los peruanos y los chilenos (y los barcos británicos y estadounidenses en Valparaíso); el libro se completa con numerosas ilustraciones de la época y, obviamente, con una bibliografía.

C. A. CARANCI



General

     REQUEIJO GONZÁLEZ, Jaime: Economía Mundial. Un análisis entre dos siglos. McGraw Hill, Madrid 1998.

     El libro aparece estructurado en tres partes con un total de diez capítulos. Una primera referida a �Las fuerzas centrípetas� de la economía internacional. Una segunda referida a �Las fuerzas centrífugas�. Y una tercera referida a �Las grandes dudas�.

     En el texto se analizan los dos tipos de vectores a que están sujetos los mercados mundiales. Por un lado las fuerzas [209] que tienden a unirlos: el comercio internacional, la integración, los mercados internacionales de capital y la difusión de la tecnología, que son los cuatro primeros capítulos referidos a las mencionadas fuerzas centrífugas.

     Los cuatro capítulos siguientes se refieren a los aspectos centrífugos: Niveles de desarrollo, Volatilidad cambiaria, Tendencias demográficas y Recursos energéticos. Quedando para la última parte, referida a �las grandes dudas�, los temas referidos a La dimensión del sector público y el Desempleo.

     Según los criterios del autor -Catedrático de Estructura Económica de la U.N.E.D. y el C.U.N.E.F.- la época de la omnipresencia del sector público ha pasado. Y las denominadas �siete plagas del subdesarrollo� pueden seguir para los países cuyos gobiernos persistan en mantener controles y burocracias administrativas, a expensas del tejido realmente productivo privado de los países. Siete plagas concretadas en: 1. Pobreza generalizada; 2. Inestabilidad política; 3. Crecimiento demográfico desbordado; 4. Desplazamientos de la población; 5. Fuga de cerebros; 6. Problemas medioambientales; 7. Baja pulsación económica del mundo en desarrollo: es decir, persistencia del desarrollo para las cuatro quintas partes de la población mundial, y en especial amplias áreas de Asia-Pacífico, de no producirse un severo golpe de timón.

JAVIER MORILLAS



     KREBS, Gerhard y Christian OBERLÄNDER (compils.): 1945 in Europe and Asia. Reconsidering the End of World War II and the Change of the World Order. Monographien aus dem Deutschen Institut für Japanstudien der Philipp-Franz-von-Sieblold-Stiftung. Band 19. München, Iudiciem, 1997, 410 pp.

     1945 no sólo es el año del final de la II Guerra Mundial y de la Guerra del Pacífico; tampoco es sólo el año de las bombas atómicas, sino también significa el comienzo de la posguerra y del comienzo de la hegemonía de las potencias vencedoras, principalmente los Estados Unidos y la Unión Soviética. El libro de Krebs y Oberländer enfoca este año desde una visión comparativa de lo sucedido en las dos regiones que vivieron la guerra y las diferentes políticas que se vivieron, tanto a causa de las diferencias en el propio fin de las batallas (Alemania fue derrotada en su propio territorio, mientras que el único territorio nipón que ocuparon los Aliados fue Okinawa) como del diferente contexto de la propia ocupación (había un buen número de personas en quien confiar para llevar Alemania fuera del camino del nazismo, pero pocos soldados norteamericanos podían encargarse de controlar el día a día de la administración burocrática japonesa).

     El libro parte, por tanto, de la conveniencia de estudiar comparativamente los procesos en Europa tras la caída del III Reich alemán y en Asia tras la caída del Imperio japonés, en parte porque algunos de los países claves, como los Estados Unidos, Francia, Inglaterra y la Unión Soviética, tuvieron responsabilidades en ambas regiones. Por otro lado, se da una prioridad mayor a Asia dentro del volumen arguyendo que los cambios allí fueron mayores, aunque también porque [210] ambos editores, Krebs y Oberländer están especializados en Japón y el libro está financiado por el prestigioso Instituto Alemán para Estudios japoneses, aunque el congreso que fue origen del volumen tuvo lugar en Alemania.

     Para los cambios en Europa, la política diseñada previamente fue más decisiva que en el caso de Asia en donde por el contrario se utilizó la experiencia de la ocupación previa de Alemania. No fue ésta la única diferencia, sino las revoluciones y los cambios políticos tan importantes entre los países que habían caído bajo el yugo japonés, que empezaron apenas dos días después de la declaración de paz, el 17 de agosto de 1945, cuando Hatta y Sukamo proclamaron la independencia de Indonesia. Krebs, analizando someramente las visiones mutuas entre japoneses y alemanes, compara el papel de los dos países en la posguerra, mientras que Iokibe Makoto, de la Universidad de Kobe, se centra en el planeamiento del futuro de Japón en Estados Unidos desde que en 1942 fue creada una división en el departamento de Estado se creó el Far Eastern Group dentro de la división especial de investigación. Las lecciones aprendidas en Alemania hicieron aconsejable no invadir territorio japonés, arguye, pero tampoco destruir la nación completamente ni tampoco dividirla en zonas de ocupación. También esta experiencia previa llevó a preferir usar una parte del liderazgo civil ya existente (aunque Yoshida Shigeru, por ejemplo, fue incluso encarcelado en 1945, por sus actividades contra el régimen militar) así como a retener la monarquía como forma de ayudar a la estabilización. Un artículo interesante es el del ruso Boris Slavinsky, de la Academia Rusia de Ciencias, quien se refiere a un cambio en la inicial promesa estadounidense de ayudar al reconocimiento de la propiedad de las Kurdes, cuando se buscaba la participación soviética contra el Imperio japonés, que tras la ocupación fue olvidada con interés, porque ayudaría a tensar las relaciones entre el nuevo Japón y la URSS. Otros trabajos están dedicados a los distintos países asiáticos, comparando su distinta actitud ante la invasión japonesa así como el diferente grado de control de Tokio dependiendo de la importancia económica del territorio, en buena parte debida a las materias primas. Se estudian los casos de Corea (Chong-Sik Ue), de China (Chen Jian), de Thailandia (Thamsook Numnonda), de Vietnam (Dieter Brötel, Vinh Sinh), de Birmania (Nemoto Kei), de Filipinas (Ricardo T. José) y el antiguo imperio británico desde dos perspectivas, la de Australia y Nueva Zelanda (Henry P. Frei) y la del Imperio y su consciencia de que los tiempos habían cambiado, a cargo del famoso historiador Ian Nish, quien también lo cuenta como parte de su experiencia propia.

     Un libro, en definitiva, donde a pesas de la diversidad de planteamientos de los distintos autores, es posible encontrar información de algunos de los principales historiadores de la etapa de la posguerra mundial, que nos pueden ayudar a identificar las claves para un entendimiento más interdisciplinar.

FLORENTINO RODAO



     GLADNEY, Dru, ed.: Making Majorities: Constituting the Nation in Japan, [211] Korea, China, Malaysia, Fiji, Turkey, and the United States. Stanford University Press, Stanford 1998. 359 pp.

     Making Majorities es una recopilación de catorce ponencias presentadas en un congreso sobre minorías étnicas en el Pacífico. Dichas ponencias fueron posteriormente editadas por Dru C. Gladney, uno de los estudiosos más renombrados a nivel mundial por su investigación sobre las minorías étnicas de la República Popular China. La introducción escrita por el profesor Gladney resume admirablemente los temas principales, así como la idea general que domina los catorce capítulos del libro: las mayorías y las minorías étnicas no son reales sino que se construyen artificialmente, partiendo de necesidades históricas, sociales y políticas determinadas. Esta libro cuestiona la teoría elaborada por Samuel Huntington (218), que afirma que las civilizaciones están formadas, en su mayor parte, por culturas homogéneas. Asimismo, los capítulos que componen esta obra intentan demostrar que ideas mayormente aceptadas como los derechos de las minorías, el fenómeno del �multiculturalismo� o las leyes para �beneficiar� a las minorías étnicas, parten de conceptos equivocados y pueden tener efectos negativos. Como explica Gladney en la introducción:

     Este volumen afirma que el énfasis en los derechos de las minorías o de las mayorías se basa en ideas aceptadas sin más sobre pureza [racial], superioridad numérica y consenso social. El énfasis en multiculturalismo se convierte incluso en una forma de enmascarar serias diferencias políticas, étnicas y de clase solamente como si fueran diferencias culturales, como prueban los [capítulos sobre] Hawaii,... Quebec,... Japón,... y China... Leyes [como] affirmative-action (219) pueden aislar, identificar y estigmatizar a las minorías tan frecuentemente como homogeneizan, unifican y naturalizan a las mayorías.

     Los diferentes capítulos de Making Majorities intentan demostrar que definir y caracterizar grupos minoritarios en la sociedad ayuda a crear una mayoría más homogénea. En definitiva, para crear una mayoría se necesita tener minorías bien definidas con quien compararía. La forma de representar a las minorías, [212] a ese �otro� totalmente opuesto que en su diferencia define las características de las mayorías, se convierte entonces en la clave del proceso: surgen estereotipos, simplificaciones e incluso procesos de �exotización� de las minorías con fines políticos y económicos (por ejemplo potenciar el turismo nacional a zonas de minorías étnicas, como en el caso chino etc.).

     En el capítulo 1, Kosaku Yoshino explica que en un momento en el que se temió por la homogeneidad de Japón, se fomentaron debates sobre las características únicas de la forma de ser japonesa (Nihonjinron), en comparación con las de países occidentales. Algunos manifestaron que si los japoneses entendían su original y especial forma de ser, podrían comunicarse mejor con el extranjero, sin embargo, en la práctica, este debate contribuyó a difundir el nacionalismo cultural entre los japoneses. El capítulo 2, escrito por Ohnuki-Tierney, ilustra cómo la necesidad política e histórica de crear una mayoría �Japonesa� homogénea condujo a la elaboración de una mitología que representaba a los japoneses como una sociedad agraria y civilizada, frente a la minoría étnica ainu, simplificada y estigmatizada como �cazadora� y �salvaje�. En una línea similar, el capítulo 4 (escrito por Cho Hae-joang) analiza la revitalización del Confucionismo en Corea como una forma de homogeneizar a la sociedad, renovar el orgullo nacional y la idea del panasiatismo, frente a la cada vez más poderosa influencia occidental.

     Gladney, en el capítulo 6, tornando como punto de partida a la minoría musulmana hui de China, demuestra como los conceptos de etnia e identidad cultural han sido objeto de negociaciones a lo largo de la historia por parte del Estado y los miembros de dichas comunidades, Gladney muestra que la pertenencia a una determinada religión es suficiente para que los hui sean considerados una minoría étnica en China, cuando no necesariamente existen diferencias raciales o idiomáticas con la mayoría han. Los artículos de Shamsul A. B. y Anthony Milner (capítulos 7 y 8 respectivamente) analizan la importancia de la religión musulmana en la definición de la identidad de Malaysia y cómo en dicho país la pertenencia a uno de los numerosos grupos religiosos puede ser el factor determinante de la posición política del individuo. Los capítulos 11 y 12, escritos por Selim Deringil y Kemal Kirisci, continúan la exploración de la religión como parámetro para la identificación de grupos minoritarios. Deringil explica el cambio en el concepto de identidad nacional en Turquía desde los otomanos hasta los turcos. Kirisci, por su parte, analiza el factor religioso en la formación del problema curdo, y cómo este pueblo, a pesar de haber perdido casi toda posibilidad de obtener una tierra propia, ha experimentado una revalorización de su identidad étnica y cultural en los últimos años.

     Los capítulos 9 y 10, escritos por John Kelly y Martha Kaplan respectivamente, afirman que en determinados momentos de la historia de Fiji las cifras de la población de ascendencia india fueron manipuladas para concederles la mayoría o la minoría, según conviniera políticamente. Dicho grupo, que en realidad ostenta la mayoría numérica, llegó a solicitar estatuto de minoría con el fin de evitar una confrontación con el gobierno de Fiji. De forma similar, en el [213] capítulo 14, Jonathan Okamura demuestra como la mayoría numérica de una determinada etnia no necesariamente implica superioridad política. En su estudio sobre Hawaii comprobamos que la raza blanca, minoría en las islas, ostenta mayor poder que la mayoría compuesta por grupos asiáticos. Como prueba de la subjetividad de los términos �mayoría� y �minoría�, Okamura analiza diferentes formas en las que las comunidades asiáticas de Hawaii se han agrupado para formar una �mayoría asiática� o subdividido en minorías filipina, japonesa, china o coreana, según los intereses políticos y sociales del momento. Hsieh Shih-chung (capítulo 5), por su parte, aborda el caso de Taiwán, donde diferentes motivaciones políticas a lo largo de la reciente historia de la isla han dado lugar a diversas re-interpretaciones de los grupos étnicos que la pueblan.

     Si los parámetros por los que se determina qué etnia es mayoritaria o minoritaria pueden llegar a ser tan arbitrarios como hemos visto, igualmente lo son las reglas por las que se ensalza o margina a diferentes grupos sociales. Así lo demuestra Laurel Kendall (capítulo 3), que explica el proceso por el cual las mujeres chamanes de Corea, un grupo profesional minoritario tradicionalmente considerado como descastado, ha pasado a ser un símbolo de la cultura cercana. Después de largos períodos de discriminación, las mujeres chamanes se han convertido en emisarias culturales del gobierno de Corea en el extranjero.

     Richard Handler, en el capítulo 13, tomando como ejemplo la controversia originada en tomo a una exhibición sobre la esclavitud en los Estados Unidos, analiza el papel de los antropólogos en el proceso de configuración de las categorías �minoría� y �mayoría�. Handler nos recuerda que las definiciones de lo que son minorías o mayorías son subjetivas y están sujetas a las condiciones o intereses socio-políticos del momento, razón por la cual es difícil pensar que el especialista pueda abordar este tema Con total objetividad o sin ofender o dañar a terceros.

     Como ocurre en algunos casos con libros editados a partir de congresos, la calidad de los artículos en Making Majorities resulta un tanto desigual. Sin embargo, con mayor o menor relevancia, todos los capítulos están bien documentados y proporcionan información vital para entender los procesos de formación de mayorías y minorías nacionales en la región Asia-Pacífico, al mismo tiempo que demuestran que el concepto de �mayoría étnica� se creó de forma artificial en un período bastante reciente, según las diferentes motivaciones históricas y políticas de cada región.

     Uno de los logros de Making Majorities es cuestionar la idea tradicional de una �heterogeneidad europea� frente a una asumida �homogeneidad asiática� y la afirmación derivada de ella: que los nacionalismos sólo podían surgir en Europa dado el nivel de heterogeneidad étnica del continente (asumiendo así una pasividad y homogeneidad cultural y étnica en Asia que este libro prueba inexistente). El debate de cuestiones teóricas que los artículos presentan hacen de este libro una lectura indispensable para aquéllos interesados en el fenómeno de la internacionalización, en la formación de minorías/mayorías y en el surgimiento de nacionalismos en cualquier área del mundo.

PATRICIA SCHIAFFINI [214]



     GONZÁLEZ OCHOA, José María y Ana Isabel MONTES PASCUAL: Las guerras olvidadas. Acento Editorial, Madrid 1998, 2� edic., Colección Flash, 66. 96 pp.

     �De los casi cincuenta conflictos armados que se mantienen hoy en el mundo, apenas diez tienen una presencia continuada en los medios de comunicación. La mayoría desaparecen (...) hasta que una gran masacre (...) los convierte en noticia�. Esto dicen los autores en el Prólogo, y no hay más remedio que estar con ellos. Y, añadimos, basta dar un vistazo a la prensa de, por ejemplo, Madrid para comprobarlo: ningún diario de la capital de España (ABC, Diario 16, El Mundo, y El País) dedica más que una cuantas páginas a todo lo que ocurre en el mundo. Dejando a un lado España, todos se centran mayoritariamente en Europa y en Estados Unidos; todos dedican pocas noticias al resto de América -algo más el ABC y El País-; Asia aparece muy pocas veces, salvo, en parte, Japón y, un poco menos, China -donde más aparece es en ABC-; África es casi inexistente -donde menos y peor aparece es en Diario 16 y en El País; y Oceanía puede no aparecer durante meses -algo más, muy esporádicamente, en ABC-.

     La idea que ha presidido la obrita que comentamos, perteneciente a una notable colección de divulgación de Acento Editorial, es precisamente enumerar y analizar, divulgar, en suma, en pocas páginas, y muy bien, los conflictos abiertos en todo el mundo en los últimos años -exceptuando, como dicen los autores, los que la prensa, por razones diversas, cubre más o menos adecuadamente-.

     Se repasan así los de África y Próximo Oriente (Sáhara Occidental, Liberia, Sierra Leona, Angola y Cabinda, Somalia, Sudán, etc.; Kurdistán, el conflicto de las islas Hanish (entre Eritrea y Yemen), Líbano, etc.), los de América (Centroamérica, Colombia, etc.), los de Europa (Cáucaso, Chipre, ex Yugoslavia, etc.), y los de Asia y Oceanía: China, Cachemira, Sri Lanka, Myanmar, Afghanistán, Tadyikistán, etc. Y los que más nos interesan aquí: el problema moro en Filipinas, conflicto entre el gobierno central (�tagalo� y las etnias musulmanas del sur, incorporadas arbitrariamente por los españoles al resto de la posesión española. En Indonesia, el de la ex colonia portuguesa anexionada por Indonesia, Timor oriental, independiente desde 1999, tras una larga guerra y grandes despliegues diplomáticos; y otros conflictos menores, como los de Sumatra, Kalimantan, Molucas; y el de Nueva Guinea Occidental, ex colonia holandesa anexionada en 1963 por Indonesia, donde hay una guerrilla que busca la independencia y se opone a la política de traslado de poblaciones malayas a esta tierra melanesia. Y el de la isla de Bougainville, en Papúa-Nueva Guinea, que desea separarse del resto del Estado.

CARLO A. CARANCI



Exposiciones

     CARRASCO, Alfonso: Una mirada a los yali. Museo Nacional de Antropología, Madrid febrero-marzo 2000.

     El Museo de Antropología presenta una nueva exposición de fotografías de Alfonso Carrasco. Como la expuesta en [215] el CMU N.S. de África en abril de 1999, los protagonistas son los yali, etnia de la parte occidental de Nueva Guinea, desde 1963 bajo soberanía indonesia.

     Se trata de una visión panorámica, a través de más de 80 fotografías, de este pueblo hasta no hace muchos años desconocido de los occidentales, de las tierras altas de la gran isla oceaniana, cerca del valle del río Baliem, al sur de Wamena, cuya lengua pertenece al grupo lingüístico del mismo nombre, perteneciente a su vez a la gran familia lingüística llamada Transneoguinea.

     Las excelentes fotografías de Carrasco -que ha visitado repetidas veces estas regiones- nos han permitido conocer un poco a esta población, una de las más de 600 etnias de Nueva Guinea. Así, nos introducimos momentáneamente en su mundo, y presenciamos aspectos de la vida diaria, rostros, gestos, momentos, formas y colores de esta población, formalmente alejada de la nuestra, pero cuyos elementos y manifestaciones básicos y profundos no son, finalmente, tan lejanos ni tan diferentes de los nuestros.

C. A. CARANCI



     AA. VV: Espíritus del agua. Arte de Alaska y la Columbia Británica. Fundación �la Caixa�, Barcelona 2000. 221 pp.

     La Fundación �la Caixa� nos tiene acostumbrados a excelentes exposiciones de pintura, escultura, fotografía, de corrientes y escuelas artísticas, de artistas individuales, etc., de apreciable nivel científico y alta divulgación, con buenos catálogos. Particularmente interesantes son, en nuestro caso, las exposiciones temáticas sobre arte extraeuropeo: piénsese en las presentadas sobre Nigeria, Bhután, el Tibet, Etiopía, Guatemala, y la que reseñamos.

     Esta exposición, comisariada por Paz Cabello y Alberto Costa, organizada por la Fundación �la Caixa� con la colaboración de The Menil Collection, de Houston (Estados Unidos), se centra en el arte y artefactos de los esquimales de Alaska y de los indios del Noroeste canadiense (los �indios de los tótems�). Si no nos equivocamos, se han realizado en España algunas pequeñas exposiciones parciales sobre los esquimales o sobre los indios del Noroeste, pero es la primera vez que se presenta una exposición tan amplia (unos 200 objetos, grabados, dibujos, etc.), tan bien organizada, con un buen nivel.

     Lo reunido proviene de diversas poblaciones inuit o esquimales de Alaska y de los aleutas de la islas Aleutianas, y de varias poblaciones indias de Alaska y la costa canadiense del Pacífico, en parte recopilado por viajeros europeos en los últimos siglos. De la exposición se ha hecho un excelente libro, profusamente ilustrado, con un par de textos introductorios de los comisarios (�La tierra de los espíritus del agua�) y de Emma Sánchez Montañés (�Culturas nativas de la costa noroccidental de América: una introducción general�), dos de carácter artístico (�El arte de los aleutas y los yupik�, de J. C. H. King, y �La función del arte entre los indios de la costa noroeste�, de Bill Holm), otros históricos (�Expediciones, descubrimientos y colecciones españolas en el siglo XVIII en la costa noroeste americana y en Alaska�, de [216] ensueño: indios y esquimales en el arte y la leyenda�, de Alberto Costa).

     A estos muy buenos textos se añaden la catalogación y un glosario. Añadamos que la exposición se divide en varias secciones: Marfiles inuit; Máscaras inuit; Expediciones españolas; Expediciones inglesas; Expediciones rusas; Expediciones americanas.

     La exposición se presentó en Barcelona entre octubre de 1999 y enero de 2000, en Madrid de febrero a abril de 2000, y se podrá ver en Houston entre abril y agosto del mismo año.

     Añadamos unas pequeñas críticas constructivas que no afectan apenas a las grandes virtudes de esta exposición: nos habría gustado que los paneles explicativos hubiesen sido un poco más explícitos; la iluminación un poco mejor (hay objetos o fichas que se ven o leen mal); y habría sido útil en las fichas indicar para el profano que �inuit� es lo mismo que �esquimal�.

CARLO A. CARANCI



Revistas

     Sociedad Geográfica Española, 5, Madrid III-2000. 170 pp.

     Se trata del número 5 -�ya!- del órgano de la Sociedad Geográfica Española (SGE), fundada hace tan sólo dos años, en 1998. Es una revista bien hecha que se presenta a sí misma, humildemente, como �boletín�, sin pretensiones teóricas ni ideológicas, como un canal de discusión, un medio de acercamiento entre los interesados en la divulgación de la geografía y de los viajes, un poco en el espíritu de las sociedades geográficas del siglo XIX.

     El boletín de la SGE, trimestral, contiene habitualmente diversos trabajos sobre viajes, recorridos, recuerdos de viajeros, rememoraciones históricas, artículos informativos, estudios, actividades geográfico-deportivas, etc., sobre todos los continentes, que se completan con reseñas de libros, de actividades, etc.

     El número que reseñamos, el 5, comienza con un reportaje sobre los premios que anualmente concede la SGE a quienes se hayan destacado en el campo de los viajes o de otras actividades (turismo, libros, etc.) y la cena que acompaña a aquéllos.

     A continuación vienen los distintos trabajos: un viaje en velero por el mítico Paso del Noroeste, en Norteamérica (J. G. Pallarés); dos miniantologías, una del nuevo libro, El corazón de Ulises, del prolífico Javier Reverte, esta vez sobre el Mediterráneo oriental, y otra de Un invierno en Kandahar, de Ana Briongos; una rememoración del viaje de Mendaña a las Islas Salomón (L. Pancorbo); un artículo sobre gazapos histórico-geográficos (Jos Martín); la segunda parte de un trabajo sobre un viaje a Rumanía (L. Escudero); el recibimiento por el Rey de la Expedición Annapurna 2000; un artículo sobre los hawaianos (C. A. Caranci); otro de geografía económica sobre �economía indígena� (D. de Azqueta); un viaje por Perú (R. Pardo), y otro, rápido, a Costa de Marfil (N. Conejo); la última etapa de un viaje por África (J. A. Rodríguez); un reportaje fotográfico sobre Pakistán (A. M. Bermejo); un trabajo sobre el Desierto de las Palmas, en Castellón (J. Soler Carnicer); y un breve ensayo sobre los �pros y contras� de la literatura de viajes (A. Moreno).

C. A. CARANCI

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