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ArribaAbajo[XVIII] (Pozo)

En esta octava es digno de significar la polisemia de la palabra canto, la primera en el verso 2 se refiere al verbo cantar, la segunda en el verso 3 a brocal del pozo, y la tercera del verso 6, a canto de piedra. He querido señalar este detalle como uno más del alarde e ingenio y, sobre todo, audacia y riesgo del poeta, por ello hay que estar al acecho en cada palabra. La octava tiene ciertas semejanzas con «Nocturno» de Juan Ramón Jiménez: «La luna me echa en el alma / honda, un agua de deslumbres, / que me la deja lo mismo / que un pozo templado y dulce».

En el primer verso «Minera, ¿viva? luna ¿muerta? en ronda, / sin cantos [...]» es una composición ciertamente complicada, por una parte tenemos un hipérbaton, una antítesis y una metáfora. Deshaciendo el hipérbaton nos hallamos con una luna minera, el pozo es una mina y en el fondo del pozo, el agua quieta aparece como un espejo que nos refleja la luna. La antítesis o contraposición de luna ¿viva?, o luna ¿muerta?, ignoramos si nos quiere decir que vemos la luna o está oculta por las nubes. La metáfora de «en ronda sin cantos», nos lo evidencia con mejor propósito. La luna como los mozos rondaban de noche a sus novias, y cantaban a la reja de la ventana, pero por otra parte, la luna de esta octava está en ronda es decir vigilando a la población.

Los versos 2, 3 y 4, describen al cubo que saca el agua del pozo, suspendido por una cuerda a la garrucha, es decir, «en vilo esté no tanto, / cuando se eleve al cubo», reposará en el canto del pozo o brocal antepecho que rodea al pozo, gracias a la mano que le coge del asa, y liberará al cubo de su peso y viaje desde el subterráneo mundo minero y vertical. Por ello «viva al canto», podría significar que gracias al canto del pozo el cubo se sostiene «y haya una mano que le corresponde» (cogiéndolo).

La segunda parte de la proposición es más asequible, se refiere al fondo del pozo y al agua que mana en él, «dentro de esa interior torre redonda» (pozo). Se dice que los manantiales alumbran agua (descubrir aguas subterráneas), por eso el poeta nos confirma esta idea con la metáfora «subterráneo quinqué». Y en «cañón de canto», podría referirse al conducto que da salida al agua entre los cantos rodados del manantial, o quizás a la forma cilíndrica del pozo.

Sánchez Vidal observó muy acertadamente que el pozo para que siga manando hay que quitarle agua, echando el cubo, de ahí el doble sentido de darle cuerda al pozo echarle cubos. El pozo nos «pide cuerda», mi alejada se encuentra el refrán recogido en el Lazarillo de Tormes: «Por no echar la soga tras el caldero», refrán que significa, por no ir la soga a la horca, te pringará el caldero. Si no sacas agua, el pozo se pringa. Que no es «el reloj, ¿no?», no es un reloj continuo de agua «del río, sin acento», podría significar un manantial menor no es un río o que procede filtrada de un río, río Segura.

La ilustración nos presenta un pozo con aro para sujetar la garrucha, encima una luna muerta, un cubo en el brocal, una música que sale de ronza como la voz del pozo, «en ronda, sin cantos». De la luz de un quinqué salen rayos que forman un 4, que son las letras que tiene la palabra luna.

El pozo



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