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También en el capítulo XX del episodio se encuentran referencias a este mismo comportamiento de Urríes: «Como fanático de Montpensier, deseaba que en el cuerpo y extremidades de la nación brotaran granos y pústulas, para que fuese menester acudir al heroico remedio. Gravísimas noticias traían el viento y el telégrafo, el correo y las públicas voces. España decía: "Estoy muy molesta con insufribles picazones en todo mi viejo corpacho. Por aquí me duele, por acullá me arde, por esta otra parte se me hincha la piel. Me salen carlistas por donde menos podía pensar, me salen federales por do más pecado había (2011: 151).

 

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Galdós se muestra muy explícito sobre la utilización por parte de Antonio de Orleans de su propio capital para asegurarse el trono. Así, en una conversación que D. Wifredo sostiene con Fernanda, este le señala que «ningún príncipe extranjero quiere ser rey de España. Montpensier no desiste de sus pretensiones, y que el de Urríes propone a Prim, en nombre del Duque, un millón de reales para cada diputado que le vote, diez millones para Prim y otros diez para Serrano» (2011: 192). Véase también el cap. XIII, donde, además de señalar su intención de sobornar a Prim estimulando su ambición de poder, se apunta la posibilidad de asesinar a Prim si este no apoya a Montpensier en el siguiente diálogo:

«-[...] Hagámoslo rey... por ejemplo, de la república de Andorra.

-O aunque sea de la república de las Batuecas... Lo aceptará, sí, a cambio de abrir el camino al Señor... Si no aceptara, los de Montpensier se encargarán de matarle... Esto he pensado yo... que lo maten los de Montpensier».


(2011: 106)                


 

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Con agudeza Galdós retrata cómo hacen uso de la libertad de opinión, recién aprobada en las Cortes, derecho que ellos piensan derogar en cuanto alcancen el poder, en su propio beneficio: «Nos acogemos a los derechos individuales que proclama la Constitución nueva: Libertad igual para todos, señor don Santiago, porque si no, no es tal libertad... Permítame usted que me ría un poco de la candidez de los señores de la España sin honra» (2011: 41). De hecho, D. Cristóbal de Pipaón y Landazuri, personaje de conducta severa y feroz intransigencia política, planeaba ya «la nueva Inquisición para limpiar de errores heréticos a la gran familia española» (2011: 45) y D. Wifredo se entretiene en el trayecto de Vitoria a Madrid en esbozar «pragmáticas draconianas que restablecieran las nuevas costumbres, el respeto a la nobleza y el sacerdocio» (2011: 45).