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Sonetos
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- III -
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Lisonjea al Genil porque tercie en su amor
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- V -
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Ojos de Fénix, si matadores,
deseados
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- IX -
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Dijo Fénix que no le hacía ni bien ni
mal
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- X -
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Amistad de arroyo correspondida en llanto
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- XI -
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Piedad declarada por rigor
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- XIV -
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Jazmines, esperanza en blanco
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- XVI -
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Fénix, Santelmo en el mar de amor
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- XIX -
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En la partida, hablando con Sierra Nevada
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- XX -
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Estando en la cumbre de Guadarrama
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- XXXVI -
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Amor habla callando, mata y eterniza
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- XLVIII -
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Inclinación en parte fuera del curso
natural
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- LI -
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Reo, y Fénix disculpada
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- LIII -
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Perseverancia vence dificultades
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- LVI -
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Mayores que los de Hércules sus
trabajos
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- LVII -
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A una señal cárdena, en el rostro de
Fénix
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- LIX -
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Lágrimas, y suspiros, frustrados
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- LX -
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Amor no se harta de lágrimas
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- LXI -
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Por su inquietud, amenaza al amor
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- LXX -
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Fénix cabello suelto, fortuna de
amor
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- LXXIII -
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Potencia del tiempo, frustrada en su amor
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- LXXXI -
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Ausencia de Fénix, sentida con
razón
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- LXXXV -
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Pide un no, causa de su muerte, para remedio de su
mal
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- LXXXVI -
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Amor razonable no se mitiga con la
posesión
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- LXXXIX -
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Semejanza en el amor de los dos al nacimiento del
león y el oso
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- XC -
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Dijo Fénix que había hecho
deslumbramientos por su amor
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- XCI -
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Díjole que no le hablase, que ella le
miraría
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- XCII -
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A sus ojos, que fueron causa de un pensamiento
lascivo
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- XCIV -
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Igualdad de la ausencia con la muerte
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- XCV -
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Tormenta de ausencia laberinto
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- XCVI -
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La fuerza de ausencia, llega a los brutos
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- XCIX -
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Al Genil pasándole crecido, cerca de
Écija
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- C -
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Díjole que la viese, que tenía que
pedirle
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- CIV -
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A don Diego Fernández de Córdoba,
Señor de la Campana
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- CVII -
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Segunda parte de las Rimas al Conde de
Olivares
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- CXIII -
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A Guadarrama en la venida de los reyes a
Madrid
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- CXVII -
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En el túmulo de Su Majestad, de la reina
doña Margarita de Austria
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- CXIX -
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Al señor San Nicolás en el acto de
alzarse la perdiz del plato
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- CXXI -
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Coronación de la Emperatriz de los Cielos
Nuestra Señora
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A fuerza pura y con
ardiente espada,
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A muchos les agrada
el son mezclado
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Al campo
Fénix vais, vais a la aldea,
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Al dulce son de
vuestro blando acento
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Allá
dejé mi corazón atado
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¿Amor,
qué es esto en la desierta arena,
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Anciano risco, a
quien la joven nieve
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¡Ardo pero mi
ardor, qué desventura!
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Arrebatar esta
mortal corteza
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Áspero
corazón, voluntad dura,
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¡Ay
cómo pasa el tiempo! bien se mira
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Barro nacisteis
Búcaro: Fortuna
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Bastarda error de
edades imperfectas,
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Bien venidos,
seáis, rubios cabellos,
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Blancos jazmines,
que en el blanco pecho
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Borde el Darro
gentil su margen de oro
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Clavó la
vista en el cadáver frío,
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¿Comenzaré con los suspiros
míos,
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Como al claro verano
el turbio invierno,
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Como tomáis
la posesión ojuelos,
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Con manos de oro la
neutral cortina
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¡Contenta
estás oh Fénix rigurosa!
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Corre, murmura, y
ríe, el lisonjero
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Cual suele aquel que
la encendida casa
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Cuando el Planeta
que las horas cuenta,
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Cuando es acaso la
dorada flecha
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Cuando eterno
Señor de mis dolores,
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¡Dadme un rayo
de luz, oh sol hermoso!
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¿De
qué te quejas, corazón? Resiste
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Decís que bien
ni mal, señora mía,
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Del áspero
lugar la seca rama
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Detén el
paso, oh caminante, mira
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Dichoso aquel que de
su techo amado
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¿Dónde di caminante vas
perdido,
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Dónde me
esconderé de vos Dios mío,
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¿Dónde
vuelas, soberbio pensamiento?
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El ceño
arisco de una sierra fría;
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El valor de
cobardes corregido,
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En fuentes mil su
sangre divertida
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En la parte
más tierna de mi pecho
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En suspiros, y
lágrimas deshecho,
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Entre la luz de tus
serenos ojos
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Entre Scila y
Caribdis está el voto,
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Esta que libre al
regalado viento,
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Este mundo
abreviado, este edificio,
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Excelso Conde, si a
la hiedra errante,
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Fénix de hoy
más a vuestro sol, que inflama
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Fénix que
flechas me arrojáis mortales,
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Fénix si
muero en este triste estado
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Fénix,
después que vuestra luz esquiva
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Fénix, si te
ha ofendido, el pensamiento
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Florecilla si
pierdes tus colores
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Fresno siempre
elevado, centinela
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Hay de vista una
especie generosa,
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Hércules
invencible fatigado
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Hermosa
Fénix, si la luz serena
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Hermosa Venus, que
con llanto tierno
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¿Hielo, y
fuego de Amor, ceniza, y llama,
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Hija mordaz de
infames corazones,
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Hórrido
puerto, a cuyo ceño cano,
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Huyo de ti, porque
eres poderosa,
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Indicios claros de la
luz, espías
-
La luz de la
razón, o muerta, o ciega,
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La negra noche con
su sombra fría
-
Leandro, el culto
del galán vestido,
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Los blandos pies,
por entre tierra dura,
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Los
deslumbramientos, que habéis hecho
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Menguase mi dolor,
aunque el mal crece,
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Miré la luz
de tus serenos ojos,
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Múdase el
tiempo, y con mudarse muda,
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Mudó el
tiempo ligero mi esperanza,
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Musa por vos a no
vivir asida
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Nace en los brazos
de la muerte dura,
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Negro Cometa, que mi
blanco cielo,
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No alcanza el buen
cincel un pensamiento,
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No de aromas sabeas,
sí en pomposa
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No más rapazo
amor, espera un poco,
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No regales la
tierra, Fénix mía,
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Noche sombra del
mundo, tú que crías
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¡Oh gran
dolor! Mi corazón se enciende,
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Oh tú que
adoras miserablemente
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¡Oh vil
naturaleza, esclava ingrata,
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Os vais, Marcelo
amigo, y quien os llama
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Oye Genil, y el
orgulloso brío
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Pájaros
venturosos, que enlazados,
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Paso la vida ausente
de tus ojos,
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¿Pedirme
quieres poderosa ingrata,
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Perdí la pura
luz por mis antojos
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Piloto sabio, de la
nave de oro,
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¿Por
qué Fénix permites, que padezca,
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¿Por
qué, di, de mis ojos sueño blando
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Pudiera mi tormento
haber quebrado
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Pues descubriste de
tu sol ardiente
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Puso en ti del autor
la sabia mano
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¿Qué
pretendéis de amor? ¿qué de fortuna
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¿Qué
sed es esta amor de hidropesía,
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Quiso amor navegar
por el estrecho,
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Recibe Luz en esta
tumba oscura,
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Reina, (aunque
ciega) injusta, los despojos,
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Saca, Genil, de tu
nevada gruta
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Salid el suelo
lágrimas regando,
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Saltó el amor
por conseguir su intento
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Salve, Fénix,
honor de esta ribera,
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¿Si Amor
echó de su vibrante cuerda,
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Si contra mí
tus soles celestiales
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Si el
Semidiós engendrador del justo,
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Si escucho el son
del regalado aliento
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Si lucha con el
casco el Euro fuerte,
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Si pretendes suspiro
nombre, y fama,
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Si quiebras, tiempo,
los peñascos duros,
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¿Si un justo
amor, y si un cortés deseo,
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Sopla el Meridional
de mis suspiros,
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Subes, ¡oh
llama!, con veloz carrera,
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Tengo un bien sin
razón, que mal me trata;
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Tiento fue ya, que
las entrañas mías
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Tisbe a su amante,
que en cadáver mira
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Tras el desdén
de las que argenta escamas,
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Traslada el curso de
las rejas duro
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Tristes quejas de
amor dilato al viento.
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Un Ventor en la casa
fatigada
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Vuelve a poner,
Señor, en mí tus ojos,
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Ya de cristales de
tu curso bello,
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Ya de otra
más que de ti propia amante
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Ya dejé ya,
tu vega amor tirano,
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Ya que apagado el
fuego, y suelto el lazo
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