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- 70 -

   Concediendo el gran Júpiter las fiestas,

en que había convites celestiales,

por algunos servicios personales

a cualquiera animal cosas honestas.

   Le pidió el caracol, las manos puestas,
5

que así lo escriben fábulas morales,

le concediese por servicios tales

que pudiese llevar su casa a cuestas.

   Riose el buey, y díjole: ¿a qué efecto,

bestia infeliz, con general asombro
10

pides tan gran trabajo y desatino?

   Y respondiole el caracol discreto:

Buey, yo me entiendo, que mi casa al hombro

mejor me mudaré de un mal vecino.


- 71 -

   Vides y harpadas nueces a labores

un verde templo estaba componiendo,

cuando en ellas medroso ciervo huyendo

se libró de valientes cazadores.

   Luego que los lebreles voladores
5

pasaron la campaña discurriendo,

como inútiles ya, quedó rompiendo,

pámpanos, lazos, hojas, fruto y flores.

   Como se descubrió, viola un montero,

y tirando una flecha venenosa,
10

cayó diciendo: Justamente muero.

   Pues ingrata rompí la selva hermosa,

que la vida me dio, que ya no espero,

así es la ingratitud al cielo odiosa.


- 72 -

   Si Atenas tus pinceles conociera,

¿qué poca gloria diera a Apolodoro,

ni en Pario mármol ilustrara el oro

el nombre a Zeuxis, que a tus obras diera?

   Parnasio en la palestra se rindiera,
5

como en el grave estilo Metrodoro;

ni pluma se atreviera a tu decoro,

sólo pintarte tu pincel pudiera.

   Bien pueden tus colores alabarse,

y el arte de tu ingenio peregrino,
10

cuanto puede imitar docta cultura.

   Que si al cielo quisiera retratarse,

sólo fiara a tu pincel divino

la inmensa perfección de su hermosura.


- 73 -

   Flora, aunque viva, para el mundo muerta,

Leonardo, yace en sí, sepulcro duro

de huesos, que el azogue mal seguro

tiene por alma para vida incierta.

   La boca un tiempo manutisa abierta,
5

reliquias viles, derribado el muro

que la lengua cercó de marfil puro,

de toda vecindad está desierta.

   Aunque a vengado a tantos ¿quién dijera

que aquella primavera se acabara,
10

y que tal sequedad le sucediera?

   O frágil hermosura, ¿quién pensara

que el tiempo con el trato se atreviera

a ponerse las manos en la cara?


- 74 -

La Circe (Madrid, 1624, fol. 226v)

   Tuvo Platón por firme fundamento,

que toda inteligible especie estaba,

desde el punto que el alma se formaba,

asida a nuestro humano entendimiento.

   Y que la ciencias, que estudiaba atento,
5

era que el alma entonces se acordaba

por la especie existente, que causaba

de lo que ya pasó, conocimiento.

   Reprobole Arístoles, diciendo,

que era tabla desnuda susceptiva,
10

hasta saber las ciencias torpe y rudo.

   Y por tu ejemplo la verdad entiendo,

Mario, pues es tu forma intelectiva

de toda ciencia espíritu desnudo.


- 75 -

   Fabio, yo creo que eres más valiente,

que pinta Homero al Griego Telamonio,

más dichoso en amor, que Marco Antonio,

y que el astuto Ulises elocuente.

   Demóstenes no fue tan eminente,
5

como nos dan tus prosas testimonio,

ni fue tan liberal el Macedonio,

ni el severo Catón fue tan prudente.

   Yo creo que no hay cosa tan prefeta,

tan linda, tan suprema, tan altiva,
10

tan docta, tan sutil, tan elegante.

   Pero no he de creer que eres Poeta,

aunque digas, ostenta, brilla y liba,

con lo demás durillo relevante.


- 76 -

   De la abrasada Eclíptica, que ignora,

intrépido corrió las líneas de oro;

moro infeliz, a quien el verde coro,

vio sol, rayo temió, difunto llora.

   Centellas, perlas no, vertió el Aurora,
5

llamas el Pez Austral, bombas el Toro,

Etnas la nieve del Atlante Moro,

la mar incendios, y cenizas Flora.

   Así me levantó, y a la presencia

llegué de un sol, así también me asombra,
10

cayendo en noche eterna de su ausencia.

   Así a los dos el Po Phaetontes nombra,

pero muertos con esta diferencia,

que él quiso ser el sol, y yo la sombra.


- 77 -

   Opuesto al Español, como al Tebano

el animal, que a Venus tanto ofende,

las medias lunas, que del sol defiende,

de espumoso furor argenta en vano.

   Ni rayo artificial, la tierna mano
5

con privación de un sol al aire extiende,

divide instantes, átomos enciende,

por senda estrecha tronador Vulcano.

   Cayó el terror del Pardo, el horizonte

todo tembló, y entre el humor adusto
10

Adonis dio sus flores más perfectas.

   Vengose Venus; no te admires ¡monte!

que menos rayo de Felipe Augusto

estrellas fijas encendió cometas.


- 78 -

   ¿Para qué dejas, olvidado Eneas,

la espada a Elisa, fugitivo amante?

carga tu nave prófuga y errante

su peso más que tus hazañas seas.

   ¿No basta dar la causa, que deseas,
5

sin dar la espada? llévala delante

por las frígidas ondas, que bastante

será tu ausencia a que morir la veas.

   Es más dura y cruel, si en tus enojos

imitas su crueldad para olvidarme,
10

no me dejes memorias por despojos.

   ¿Qué más espada quieres, que dejarme?

Vuelve la luz a tus hermosos ojos,

que basta su rigor para matarme.


- 79 -

   De azules rayos coronó la frente

Febo, a los ojos de su misma Aurora,

fénix, Deidad, que tantas plumas dora,

cuantos orbes bañó su sacro Oriente.

   Sintió su viva luz el polo ausente,
5

que la mitad de su corona ignora;

temió la noche, que la luna adora,

y retiró su sombra el Occidente.

   Envidiosa de sí la Envidia estaba

viendo correr el sol, dando colores
10

al aire, que seguirle deseaba.

   Levantose a sus claros resplandores

todo el jardín de amor, que le miraba,

que cuando sale el sol, crecen las flores.


- 80 -

En la entrada del Serenísimo Príncipe de Gales en 1623

   Arco divino, que en color celosa,

Iris del cielo de la Gran Bretaña,

después de tanta tempestad, España

te mira en breve esfera luminosa.

   Hijo del gran Neptuno y de la hermosa
5

Reina del mar en su cerviz montaña,

donde la selva Caledonia baña

eterna de cristal corona undosa.

   Tú, que en cielo portátil partes sólo

luz con el sol en paz, amor y celo,
10

triforme resplandece en nuestro polo.

   Dilata esmaltes al celeste velo,

que en darte su lugar promete Apolo,

que nuestra luna ilustrará tu cielo.


- 81 -

   Estos, que presumió mármoles Parios

la esperanza mortal, siempre fingida,

mudos testigos son de una caída,

a quien ceden valor Consules Marios.

   Aquí sujeto ya de dos contrarios,
5

glorioso fin calificó tu vida;

nació la fama de una breve herida,

materia al mundo de discursos varios.

   Corriose la fortuna de haber sido

causa del nombre, que muriendo alcanza
10

quien ella pretendió cubrir de olvido.

   Y el ejemplo mayor de su mudanza,

con tan alta virtud quedó vencido,

que respetó su muerte la venganza.


- 82 -

   No te fatigues, Celio, porque veas,

la soberbia mordaz del ignorante,

que nunca en vidrio se rompió diamante,

si la defensa de tu honor deseas.

   Al limpio, al noble, al docto es bien que creas,
5

que si todo ha de amar su semejante,

¿cómo ha de amar un bárbaro arrogante

de tu ingenio las cándidas ideas?

   Cuando la envidia a la virtud contrasta,

deja correr el siglo, y no te asombres;
10

defiéndase, pues es tan limpia y casta.

   Retírate contento de estos nombres,

que para despreciar el mundo basta

ser los hombres juzgados de los hombres.


- 83 -

   Claudio, si no inventé las vigoteras,

ni he traducido libros de Toscano;

si respeté severo al tiempo cano,

sin envidiar ajenas primaveras.

   Si arbitrios, si fantásticas quimeras
5

no me han tenido pervertido y vano;

si hablé como mis padres Castellano,

sin dar mohatras, ni labrar esteras.

   Si siempre alabo a cuantos son versistas,

y no quiero que a mí nadie me alabe,
10

y confieso, que todos me prefieren:

   ¿Qué murmuran de mí los censuristas?

Si sé, ¿por qué no estiman al que sabe?

y si soy ignorante, ¿qué me quieren?


- 84 -

   ¡O qué envidia me da, Fernando, el hombre,

que se tiene por sabio, y que no sabe,

pues no le falta un necio, que le alabe,

si tiene algún discreto, que le asombre.

   El que se cree, que es rico y gentil hombre,
5

ya vive vida próspera y suave;

buena es la discreción, pero es muy grave,

y mata por las leyes de su nombre,

   Mejor es no saber, siendo arrogante,

si el hombre, porque es sabio, desconfía,
10

y vive vida al necio semejante.

   No digas tal, Leonido, porque el día

que afrenta su ignorancia al ignorante,

bien sabe conocer, que no sabía.


- 85 -

   Al Olimpo de Júpiter divino,

donde rayos de sol forman doseles,

a quejarse de vos, o nuevo Apeles,

con triste voz Naturaleza vino.

   Dijo, que vuestro ingenio peregrino
5

le hurtó para hacer frutas sus pinceles;

que no pintáis, sino criáis claveles,

como ella en tierra, vos en blanco lino.

   Júpiter las querellas escuchadas

hizo traer un lienzo, y viendo iguales
10

con las que ella crió las retratadas;

   mandó, que vos pintéis las naturales,

y ella pueda sacar de las pintadas,

quedándose en el cielo, originales.


- 86 -

A la Ilustrísima Señora doña María de Guzmán

   La rosa de Amarílida hermosura,

cándida estrella, presunción del día,

o clara e ilustrísima María,

la corona del Alba honesta y pura.

   No ya efímera rosa, que murmura
5

la breve edad al ramo que la cría,

en los cristales de tus manos fía

como en sagrado altar vivir segura.

   Recibe en tu defensa los despojos

frágiles de su pompa fugitiva,
10

que por mirarla el sol le causa enojos.

   Porque como tu mano la reciba,

será milagro de tus bellos ojos,

que a más ardiente sol más fresca viva.


- 87 -

A Circe

   Rinde tu ciencia, y con temor retira

de los Guzmanes rayos los Phebeos,

hija del sol humilla tus trofeos,

su luz respeta, su grandeza admira.

   Al plinto ilustre de tan alta pira
5

consagra tu belleza y mis deseos,

y en vez de los laureles Didimeos,

suspende al árbol de la paz la lira.

   En luz, que con el sol termine parte,

o quise hacerte fénix, o perderte,
10

¿pero cómo podrás de mí quejarte

   pues tienes en las manos, que has de verte,

la más heroica luz para ilustrarte,

y el ingenio mayor para entenderte?


- 88 -

El Duque de Osuna y Conde de Ureña, al Príncipe Nuestro Señor

   Corrida de ofreceros plata y oro,

porque a vuestro valor más se debía,

aqueste nuevo don hoy os envía

la India, de su fe rico tesoro.

   Es el cuerno de aquel soberbio toro
5

que con tanto furor la perseguía;

en tierra sepultada su osadía,

lleno de flores por el sacro coro.

   Y para presentarle a vuestra Alteza,

entre fértiles vegas ha escogido
10

la de fruta y de flor más abundante.

   Y aunque es humilde don a tal grandeza,

siendo de vos, Señor, favorecido,

hasta los hombros llegará de Atlante.


- 89 -

Traducción del epigrama XLVII del Libro X de Marcial

   Estas las cosas son que hacen la vida

agradable, Marcial, más fortunada,

hacienda por herencia, no ganada

con afán, heredad agradecida.

   Hogar continuo, nunca conocida
5

querella o pleito, toga poco usada,

fuerzas, salud, el alma sosegada,

sencillez cuerda, amigos a medida.

   Mesa sin artificio, leve pasto,

noche sin embriaguez, ni cuidadosa,
10

lecho no solitario, pero casto.

   Sueño que abrevie la tiniebla fea;

lo que eres quieres ser, y no otra cosa,

ni morir teme, ni vivir desea.


- 90 -

La rosa

   Esta, a quien ya se le atrevió el arado,

con púrpura fragante adornó el viento,

y negando en la pompa su elemento,

bien que caduca luz, fue sol del prado.

   Tuviéronla los ojos por cuidado,
5

siendo su triunfo breve pensamiento.

¡Quién sino el hierro fuera tan violento,

de la ignorancia rústica guiado!

   Aun no gozó de vida aquel instante,

que se permite a las plebeyas flores,
10

porque llegó al Ocaso en el Oriente.

   O tú, cuánto más Rosa y más triunfante

teme, que las bellezas son colores,

y fácil de morir todo accidente.


- 91 -

   Ya cuando el sol en sombras se volvía,

cerrando los horrores el estrecho,

que del regazo, bien que no despecho,

del amante al amante dividía.

   Leandro, que a ruegos horas quitó al día,
5

siendo nave de sí, surco el estrecho;

y el mar con tanto incendio llamas hecho,

nuevo escarmiento en él apercibía.

   Mas Neptuno envidiaba sus amores,

amaba a Leandro la marina Diosa,
10

que su cuidado remedió en sus brazos.

   Hero, por oponerse a los favores,

arrojose de amor muerta, o celosa,

el Dios la recibió dándole abrazos.


- 92 -

   Brota diluvios la soberbia fuente,

más piadosos que el cielo para Egipto,

cuando piélago en ondas infinito,

aun su misma ribera no lo siente.

   Multiplican mis ojos su corriente
5

contra la fuerza del celeste rito,

pues cuando abrasa el sol todo distrito,

de sus márgenes pasa la creciente.

   Hiriendo el sol las encumbradas sierras,

que al nido se derraman en tributo,
10

vuelven a ser fructíferas las tierras.

   En mí causa mi sol el mismo efecto;

¡más ay! que son las lágrimas sin fruto,

pues con ser agua, queman en secreto.


- 93 -

   Celia, pues en tus ojos los humanos

hallan incendios, y el amor templanza,

alivio en tempestad, sino esperanza,

¿por qué arrobas a intentos soberanos?

   Da el poder de tus ojos a tus manos;
5

quien por ti en lecho ondoso gloria alcanza,

en mar de heridas débate bonanza,

no hagas los votos, que te ofrezco, vanos.

   Vivo violento en mí de amor herido,

y no ha de ser menor que tú me hiciste,
10

procurando salud por otro medio.

   Amante he de vivir, aunque en olvido,

o tú me has de sanar, pues tú me heriste,

o mátenme las ansias del remedio.


- 94 -

Alusión a la fábula de Andrógenos

   Filis, alma del alma, tu hermosura

me encamina a mí mismo con amarte;

si juras que te ofendo con buscarte,

encubrirte de mí te hace perjura.

   No sin considerada arquitectura
5

naturaleza procedió al formarte;

dividirte pudiera, y no juntarte;

tú me niegas lo que ella me asegura.

   Baste ya verme reducido a estado,

que me gobierno por ausentes ojos,
10

y me sustenta aliento de esperanza.

   Haz, haz restitución de lo usurpado,

y no desprecio en mí de tus despojos,

que ser tuyo merece, sino alcanza.


- 95 -

Un amante a un ciego

   Ciego, a quien faltan ojos, y no llanto,

envidio en tus tinieblas tu sosiego,

estímote feliz, viéndote ciego,

y de mis ciegas lágrimas me espanto.

   O si valiesen, si pudiesen tanto
5

esos incendios, en que ya me anego,

pues nacen llamas, sin cenizas riego,

porque fuego al mirar y llorar planto.

   Con pensión de la vista te fue dada

la vida; y a mi vista aborrecida
10

con pensión de la vida me es dejada.

   Tu ceguedad con la razón medida,

ya que no sin dolor, queda aliviada;

¡ay del que está con ojos y sin vida!


- 96 -

A una dama que tomando agua en la boca de una fuente, la volvió a arrojar en ella

   Llegó Celia a beber: ¡dichosa fuente!

pues mereció la sed de su deseo;

hizo de rosas caudaloso empleo,

bañándose en sus labios la corriente.

   Sirvió el agua de espejo transparente,
5

imitando en lo inmóvil a Peneo.

o fuese admiración, o hacer trofeo

de enamorada con su misma fuente.

   Celia, que de sí misma vio besarse,

¡ay! a sentirlo en vano resistiera,
10

aunque igual en prudencia y hermosura.

   Arrojó el agua, pudo despreciarse;

¿qué Narciso en la fuente no bebiera

y procurarlo, que mayor locura?


- 97 -

Al arroyo en que se mojó una dama el pie

   Orgulloso arroyuelo, a quien ha dado

para tocar a Fili atrevimiento

tener cerca del cielo nacimiento,

o envidia que su pie florece el prado.

   Si ya no fue del pie por ti adorado
5

un honesto desdén al loco intento,

bien que dudarse puede en un contento,

que fuiste no sin voluntad tocado.

   Dime lo que sentiste sin sentido,

que atenerle, bien sé que le perdieras,
10

y siendo así, cobrarle no es incierto.

   Ya te oigo responder agradecido,

por ver en Julio a Mayo en tus riberas;

¡feliz quien pasa por desdenes muerto!


- 98 -

   Despedazados mármoles, desnudos

en la hermosa apariencia de alabanza,

ejemplo que aconseja a la esperanza,

bronces antes Retóricos, ya mudos.

   Rostro hicieron a edades los escudos,
5

que apenas hoy retienen semejanza;

los que no penetró diamante lanza,

son los que fueron materiales rudos.

   A la primera forma reducidos,

muertos o por nacer os considero,
10

blasones, bronces, mármoles rendidos.

   Con vuestro ejemplo amante persevero,

pues de constantes fuistes abatidos;

mas el estrago dice lo que espero.


- 99 -

A una hermosura ultrajada de los años

   Ruinas son las que miras, caminante,

de caduca beldad, no desengaño,

pues no escarmienta a la soberbia el daño,

que ojos propios no ven propio semblante.

   Desprecio es ya de su primer amante
5

el Ídolo violento del engaño;

¿qué piadoso no tiene por extraño

no hallar de lo que fue lo semejante?

   Escondiose el carmín en la pintura,

en nieve el oro engendrador de llama,
10

volvió la perfección a ser bosquejo.

   Venganza de sí misma es la hermosura;

pues llegaste al sepulcro de la fama,

vete, que ya te has visto en buen espejo.


- 100 -

A unos ojos bellos

   ¡Cuánto debes, amor, a aquellos ojos,

de cuya fuerza siempre te acompañas,

pues usando por flechas de pestañas,

autorizas tu templo con despojos!

   Son las cajas sus arcos nunca flojos,
5

por más victorias o por más hazañas,

verificas con ellas cuanto engañas,

dorando insultos, desmintiendo antojos.

   Poco debe a los suyos quien no mira

almas de sol con claridad sin velo,
10

virtud que al mundo por milagro admira.

   Mucho pues por no ver es en el suelo

absoluto señor, y no suspira,

mas por tal gloria desdeñara el cielo.


- 101 -

Desordenados, con alusión a la fábula de Acteón

   Ingratos canes, para mí dañosos

que sustento del alma vuestra vida,

si es vuestra rabia en mí de sí homicida,

¿para qué en perseguirme tan furiosos?

   Mas ¡ay! en vano os volverá piadosos
5

quien por naturaleza así os convida,

que os tiene mi razón embrutecida

hartos, hambrientos, y sin sed rabiosos.

   Si os di sustento, yo la causa he dado

para ser de vosotros perseguido,
10

pues en bruto merezco ser mudado.

   Que no acoséis el alma tanto os pido,

bástale al cuerpo ser el desdichado,

no tome ella la forma del vestido.


- 102 -

Traducción de un epigrama de Barberini. Nunc urbani VIII

   Aunque te hiere, o Reina, el duro acero,

y el túmulo Real de honor carece,

alegre rostro a tu ventura ofrece;

no llore Escocia el caso atroz y fiero.

   Diversa a tus exequias pompa espero,
5

siendo por el dosel, que hoy no merece,

la noche, que las tierras oscurece,

fúnebre luto de tu fin postrero..

   En vez de las endechas funerales,

túmulo y luto que se ven por ellos,
10

alumbran las estrellas celestiales.

   Y en tu sepulcro ya los coros bellos

Angélicos, con voces inmortales,

para que calle yo, comienzan ellos.


- 103 -

A la muerte de don Jerónimo de Ayanza, el de las grandes fuerzas

   Tú sola peregrina no te humillas,

o muerte, a don Jerónimo de Ayanza,

tu flecha opones a su espada y lanza,

y a sus dedos de bronce tus costillas.

   Flandes te diga en campo, en muro, en villas,
5

cual Español tan alta fama alcanza;

luchar con él es vana confianza

que hará de tu guadaña lechuguillas.

   Espera, arrancará por desengaños

las fuertes rejas de tu cárcel fría;
10

más ¡ay! cayó, venciste, son engaños.

   Pues, muerte, no fue mucha valentía

si has tardado en vencerle sesenta años,

quitándole las fuerzas cada día.


- 104 -

A una tabla de Susana, en cuya figura se hizo retratar una dama

   Tú que la tabla de Susana miras,

si del retrato la verdad ignoras,

la historia santa justamente adoras,

la retratada justamente admiras.

   Mas tú, que de los viejos te retiras,
5

¿qué fuerza temes? ¿qué violencia lloras?

pues vives tan segura a todas horas

de fuerzas, testimonios y mentiras.

   Dos esta tabla juntos manifiesta,

el de Susana honor del matrimonio,
10

que la afición decrépita contrasta.

   Y el tuyo, Fabia, en vida tan compuesta,

que para levantarte un testimonio

es necesario que te llamen casta.


- 105 -

A Juan de Piña, en defensa de Apolo

   La dulce flauta de los Dioses risa,

y de Palas afrenta y menosprecio,

Marsyas Saryro halló, crítico necio,

que de arrogante las estrellas pisa.

   Tañe con Febo, o Piña, aunque le avisa
5

de su castigo el inmortal desprecio,

y con la flauta la ambición del precio

imita su cornígera divisa.

   Desuéllale vencido en un acebo

la piel sangrienta, y los dorados bronces
10

de un templo su castigo inmortalizan.

   Si algún flautista no respeta a Febo,

¿de qué te admiras tú, pues desde entonces

tan desolladamente critiquizan?


- 106 -

Al mismo

   Piña, al tiempo veloz, porque devora,

pintaron de Saturno la guadaña,

cae con golpe horrísono montaña,

que humilde el sol entre las nubes dora.

   Heráclito con versos tristes llora,
5

Demócrito con risa desengaña,

que puede anochecer inútil caña

árbol, que vio laurel la blanca Aurora.

   Pues eres tan discreto cortesano,

que penetras las cosas más sutiles,
10

dime, para que yo no estudie en vano:

   ¿En qué consiste haber hombres tan viles,

que quien ayer con Héctor fue Troyano,

hoy puede ser tan Griego con Aquiles?


- 107 -

Multum legendum, sed non multa

Plin. Jun. Lib. VI



   Libros, quien os conoce y os entiende,

¿cómo puede llamarse desdichado?

si bien la protección que le ha faltado,

el templo de la fama le defiende.

   Aquí su libertad el alma extiende,
5

y el ingenio se alienta dilatado,

que del profano vulgo retirado

en sólo amor de la virtud se enciende.

   Ame, pretenda, viva el que prefiere

el gusto, el oro, el ocio al bien que sigo,
10

pues todo muere, si el sujeto muere.

   O estudio, liberal, discreto, amigo,

que sólo hablas lo que un hombre quiere,

por ti he vivido, moriré contigo.


- 108 -

   Canta cisne Andaluz, que el verde coro

del Tajo escucha tu divino acento,

si ingrato el Betis no responde atento

al aplauso que debe a tu decoro.

   Más de tu soledad el eco adoro,
5

que el alma y voz del lírico portento,

pues tú sólo pusiste el instrumento

sobre trastes de plata cuerdas de oro.

   Huya con pies de nieve Galatea,

gigante del Parnaso, que en tu llama
10

sacra Ninfa inmortal arder desea.

   Que como, si la envidia te desama,

en ondas de cristal la lira Orfea,

en círculos de sol irá tu fama.


- 109 -

A un retrato de su Santidad en una medalla de oro

   Aquí la majestad del sol Romano

breve cielo animó, y en corta esfera

la inclusa efigie obró, dulce y severa

no menos docta que atrevida mano..

   Obediente el metal, del sacro Urbano
5

robar la llama celestial quisiera;

lo que pudo imitó, que en él venera

divinas luces el respeto humano.

   Como se imita el sol, cuyo tesoro

en el mayor de sus efectos luce,
10

así la majestad del sol que adoro.

   A término tan breve se reduce,

dando más fuerza su retrato al oro,

que la fuerza del sol que le produce.


- 110 -

A monseñor Juan Bautista Ciampoli, secretario de su Santidad

   Tres veces encendió la luz Febea

las medias luna sal Fenicio toro,

Ciampoli, gloria del Castalio coro,

después que os vi por fama y por idea.

   O cuánto, dije, Italia se laurea
5

con tal varón, y el Pescador, que adoro,

de la sagrada red los nudos de oro

en vuestro soberano ingenio emplea.

   Mas ya, que escrito os vi, tan viva llama

en vuestros dulces versos resplandece,
10

que un tierno ardiente amor de vos me inflama.

   Y tan divinos números me ofrece,

que por tener a vuestra sombra fama,

yo cato, el Tajo escucha, Dafne crece.


- 111 -

A los casamientos del Excmo. Señor Duque de Feria

   Feria después que del arnés dorado

y la toga pacífica desnudo

colgó la espada y el luciente escudo,

obedeciendo a Júpiter sagrado.

   El soberbio Francés domesticado,
5

venció la envidia, que Aníbal no pudo,

y depuesto el bastón y el bronce mudo,

dio a Marte olvido y al Amor cuidado.

   En vez de los tronantes arcabuces

cantó Himeneo, y le previno esposa,
10

la tierra flores, y los cielos luces.

   Y a la guerra de Amor en paz dichosa

la Venus de los montes Andaluces

en piezas de marfil balas de rosa.


- 112 -

A monseñor Juan Jacobo Pancirolo, partiéndose a Roma

   Sucede oscura sombra al sol ausente,

que en oro y sangre el Occidente baña,

calla el ave, habla amor, el hurto engaña,

no hay vulgo, cesa el trato, la luz miente.

   Mas luego que la Aurora diligente
5

los ojos de la noche desengaña,

al líquido cristal del mar de España

vuelve a mostrar la cornada frente.

   Así se parte Jacome, y sucede

noche a mis ojos con mayor violencia,
10

cuanto a su sombra mi tristeza excede.

   Pero los dos con esta diferencia,

que vuelve el sol, y Jacome no puede,

para que llore yo su eterna ausencia.


- 113 -

A la pintura y poesía de D. Juan de Jáuregui, caballero de la Reina Nuestra Señora

   Si en alegre color, si en negra tinta

bañas pluma o pincel, en cualquier parte

tu genio tan igual términos parte,

que no hay entre los dos línea distinta.

   Si en colores Judih, si en verso Aminta
5

duplicado laurel presumen darte,

no es tu pluma, don Juan, escribe el arte,

no es tu pincel, naturaleza pinta.

   Ni tu pluma permite al Castellano

ni al culto imitación, tanto florece
10

en estilo divino acento humano.

   Ni tu pincel emulación padece,

que sólo te igualó tu propia mano,

pues sólo tu retrato te parece.


- 114 -

A la muerte de D. Luis de Góngora

   Despierta, o Betis, la dormida plata,

y coronado de ciprés inunda

la docta patria en Sénecas fecunda,

todo el cristal en lágrimas desata.

   Repite soledades, y dilata
5

por campos de dolor vena profunda,

única luz, que no dejó segunda,

al Polifemo ingenio Atropos mata.

   Góngora ya la parte restituye

mortal al tiempo, ya la culta lira
10

en cláusula final la voz incluye.

   Ya muere y vive, que esta sacra pira

tan inmortal honor le constituye,

que nace fénix, donde cisne espira.


- 115 -

A la muerte del doctor Narbona

   Nació en tu misma patria, o gran Narbona,

el envidioso que causó tu muerte,

porque el aliento, que la envidia vierte,

todo espejo de letras inficiona.

   Mas si gloriosa y bárbara blasona
5

de que pudo matarte, y no vencerte,

la fama de tu gloria nos advierte

que con mayor aplauso te corona.

   Pero ya que quitarme emprende en vano

la pluma de oro, que a inmortal memoria
10

eterna consagró tu docta mano.

   No te quitó del escribir la gloria,

con que fuiste Salustio Toledano,

y el mejor Español en breve historia.


- 116 -

A una custodia de piedras preciosas que hizo fabricar en Italia el Ilmo. Señor Cardenal Zapata

   Esta, Príncipe excelso, cifra hermosa

del templo insigne, panteón primero

del Dios León, que ahora al Dios Cordero

ofrece vuestra mano generosa.

   Esta esfera del sol, que luminosa
5

cuando amanezca, os ha de hacer lucero,

zarza, cuyo precepto no es severo

pues con Zapata se verá gloriosa.

   Esta imagen del arte, donde calla

naturaleza, y él admira en ella
10

darle materia en que poder formalla.

   Es tan preciosa, peregrina y bella,

que sólo vos pudiste fabricalla,

y sólo Dios pudiera merecella.


- 117 -

   Cuando feroz al carro de Belona

Marcia Faeronte los caballos liga,

y tiembla Ausonia el Galicano auriga

de su incendio otra vez Tórrida Zona.

   Cuando la cama Flordelis blasona
5

del dorado león siempre enemiga,

y a estremecer sobre la frente obliga

la gran tiara y la mayor corona.

   Cayó la estatua, y con fatal estrago

pequeña piedra el mundo desengaña,
10

pasó el temor la suspensión de un trago.

   Lo que sangre pensó lágrimas baña,

y como Roma, a quien faltó Cartago,

perdió la causa de su gloria España.


- 118 -

   Cierto Fiscal del mundo impertinente

acusa de Alquimista a la Poesía,

diciendo que en las caras rosas cría,

finge azucenas, y claveles miente.

   Virgilio se defiende justamente,
5

que esta figura usó con valentía,

pues no hay en la Poética armonía

cosa que tanto su hermosura aumente.

   Forman los versos altamente raros,

Fernando, los hipérboles mayores,
10

flores, oro, cristal, mármoles Paros.

   No sigas los ingenios detractores,

que como son con la hermosura avaros,

por no pensar que dar, aun no dan flores.


- 119 -

Al Rey Nuestro Señor

   Alcides nuevo, en cuyos hombros tiernos,

mientras descansa el gran Felipe Atlante,

cargan dos mundos, porque sois bastante

si los tuviera, para más gobiernos.

   Objeto de los cielos sempiterno,
5

como el espejo al sol, luz en diamante,

Júpiter Español, César Infante,

más digno de vivir siglos eternos.

   Aquí, donde mi Isidro fue nacido,

naciste vos, tan bienaventurado,
10

cuanto debéis estarle agradecido.

   Vuestros antecesores le han honrado;

ya reina en Dios, el labrador ha sido,

juntad el cetro a su divino arado.


- 120 -

Al sepulcro de doña Ana de Villarroel

   Aquí yace la fénix de hermosura,

única a los humanos desengaños,

de propios luz, admiración de extraños,

noble en la sangre, en las costumbres pura.

   Fuese a ser sol de nuestra noche oscura,
5

traspuesta al cielo en sus mejores años,

para desengañar nuestros engaños,

que sola la virtud florece y dura.

   Aquí de vuestros lazos desasida

la flor en polvo, en sombra el sol convierte,
10

y con memoria, que jamás se olvida.

   Volando a mejor patria nos advierte,

que siendo espejo de belleza en vida,

lo fue de desengaños en la muerte.


- 121 -

Al poderosísimo príncipe don Felipe III, Nuestro Señor

   No es este el don, que al labrador robusto,

el hijo de Felipe le agradece,

que al nuevo Salomón, Herrera, ofrece

para su templo más riqueza y gusto.

   Entre aquesta humildad, Felipe Augusto,
5

la caridad de Cristo resplandece,

y así ha de hallar la estima que merece

causa tan justa en Príncipe tan justo.

   Merezca pues de vos ser amparado

tan santo celo, que es el mismo ejemplo
10

en ley divina y en razón humana.

   Que estos son los tapices, que han dejado

de la historia de Cristo, y vos el templo,

donde los cuelga la piedad Cristiana.


- 122 -

A don Rodrigo Vázquez Arce, presidente del consejo

   El Cristiano valor, que habéis mostrado

en dar al pobre honesto, cielo y suelo,

vida, descanso, protección, consuelo,

a cambio al mismo cielo lo habéis dado.

   Materia es esta de mayor estado
5

y más decente a vuestro santo celo,

porque es de la República del cielo

para el pobre de espíritu guardado.

   El que preside en la suprema sala,

donde de Dios el que es segundo hermano,
10

sus alimentos cotidianos cobre.

   A Dios imita y Abraham iguala,

llámele el rico protector Cristiano,

del consejo de Dios le llame el pobre.


- 123 -

Al libro Galateo español, de Lucas Gracián

   Alegres nuevas, venturoso día,

dichoso bien del cielo enriquecido,

albricias os demando, albricias pido

de la nueva, que traigo de alegría.

   Los que buscáis recato y policía,
5

perfecta gracia del Cortés pulido,

sabed por cosa cierta, que ha venido

la curiosa Princesa Cortesía.

   Espejo de vivir claro apogeo,

común provecho, aviso y noble trato,
10

ofrecen cuanto pida el buen deseo.

   Llámese el Cortesano que la trajo

gustoso, general, gracioso, grato,

Gracián, galán, gallardo, Galateo.


- 124 -

Al libro Novelas amorosas, de Joseph Camerino, 1674

   Con tierna edad y con prudencia cana

escribes, Camerino, en diferentes

estilos del Amor los accidentes,

la dulce guerra y la esperanza vana.

   Honrando nuestra lengua Castellana
5

propones con sentencias eminentes,

ejemplos y económicas prudentes

para el gobierno de la vida humana.

   Si estimó la gentil Filosofía

Apólogos y fábulas morales,
10

estas son dignas de tu ingenio sólo.

   Su luz con alma oculta al bien nos guía

ellas con líneas de oro son cristales,

y tú en Parnaso Camarín de Apolo.


- 125 -

   Plantas sin fruto fértiles de rosas,

como adelfa, veneno y clavellinas,

que siendo falsas, como piedras finas,

a nuestros ojos parecéis vistosas.

   Olmos a quien enlazan amorosas
5

vides de engaño y de lealtad indignas,

de hoy más las apariencias más divinas

de fe fingida viven victoriosas.

   Pastor ingrato, pues que llegó el día

de tu mal pensamiento, esos despojos,
10

otra engañada tuya vuelvan loca.

   No soy tu prenda, ni eres prenda mía,

sólo me pesa, que a tan bellos ojos

les diese el cielo tan fingida boca.


- 126 -

   Con el tiempo el villano a la melena

obliga al toro que la frente enriza,

con el tiempo el halcón la pluma eriza,

y vuela y caza, y vuelve a mano ajena.

   Con el tiempo se rinde a la cadena
5

el oso y el león que atemoriza,

y con el tiempo el agua llovediza

vuelve una piedra como blanda arena.

   Y con el tiempo yo mover no puedo

un oso, un toro, león, halcón o piedra,
10

donde se ve que su crueldad los vence.

   Y pues con tiempo, aunque sin tiempo quedo,

desasido del muro como hiedra

mi vida acabe y mi dolor comience.


- 127 -

A la Casa de Austria en El Escorial

   Dos glorias satisfacen al pobrete

que al Escorial va a ver, Cristiano o Moro,

de Luqueto es la gloria de su coro,

y la del Refitorio es de Luquete.

   A Rómulo Italiano en un templete
5

ostenta allí el pincel en campo de oro,

y el Rómulo que aquí vino de toro,

a pechos de una loba está el banquete.

   O gran Felipe, la que no es profana,

de las glorias bien lleva la victoria;
10

pero yo tomaré de mejor gana.

   Séase eterna, o sea transitoria,

el que me mandes dar una sotana,

loba Romuela, y llévate la gloria.


- 128 -

Al Rey Nuestro Señor

   Hombre soy, como eres; no te espantes

de oír la majestad y el poderío,

pues de ambas cosas sólo el uso mío,

según lo fue de otros Monarcas antes.

   Provincias grandes, Reinos importantes,
5

sujeta este gallardo y justo brío;

mas si al morir no pueden dar desvío,

¿qué son, puesto que fuesen de diamantes?

   Del uno al otro polo el mundo abarco,

y sujeto mejor que Atlante al cielo,
10

sobre hombros de mi claro nombre y marca.

   Y aunque, cuando el vibrar la espada y arco

señalo, están temblando el mar y el suelo;

a mí me hace temblar sólo una Parca.


- 129 -

Al libro La esfera del universo, de Ginés de Rocamora y Torrano

   Protógenes, después de conocida

la mano autora de la línea ausente,

dividiola con sombra diferente,

de envidia noble la alma enriquecida.

   Pero viéndola Apeles dividida
5

con diversa color, tan diligente

corrió el pincel, que indivisiblemente

dejó la de Protógenes partida.

   Muchos desde este centro líneas tiran

a la circunferencia de la esfera,
10

describiendo sus orbes celestiales.

   Mas hoy las vuestras, don Ginés, admiran,

que sólo el cielo, que cortáis, pudiera

ver con tantas estrellas líneas tales.


- 130 -

Del mismo libro, epigrama

   Desprecia invicto, y formidable espanta,

selvas de fieras, animoso toro,

encrespa la cerviz al cerco de oro,

y con el bruto imperio se levanta.

   Cuando el planeta, cuya sacra planta
5

besas dos mundos, con marcial decoro

tan breve rayo disparó sonoro,

que ardiendo el toro al tiro se adelanta.

   ¡O fiera victoriosa! preferida

al oso, al tigre y al león, tan fuerte,
10

que de sola deidad fueras vencida.

   Dichosa y desdichada fue tu suerte,

pues como no te dio razón la vida,

no sabes lo que debes a tu muerte.


- 131 -

   España, de Poetas que te honoran

Gracilazo es el Príncipe, el segundo

Camoes, tan heroico, tan fecundo,

que en repetido sol su nombre adoran.

   Figueroa y Herrera te decoran,
5

los dos Lupercios, y admirando el mundo

Borja, de cuyo ingenio alto y profundo

la pura lengua y arte se mejoran.

   Sin otros o provectos, o noveles,

que a número no puedo reducillos;
10

pero entre tantas plumas y pinceles.

   Viva vuestra merced, señor Burguillos,

que más quiere aceitunas que laureles,

y siempre se corona de tomillos.


- 132 -

Contra los que predican en culto

   ¡O Palabras de Dios, cuánta ventaja

hicieron con sus puras elocuencias,

Herreras, Delgadillos y Florencias,

a la cultura que tu nombre ultraja!

   Ya no eres fuego que del cielo baja,
5

más hielo a nuestras almas y conciencias,

después que metafóricas violencias

te venden como nieve envuelta en paja.

   ¿Quién dijera que Góngora y Elías,

al púlpito subieran como hermanos,
10

y predicaran bárbaras poesías?

   Dejad, o padres, los conceptos vanos,

que Dios no ha menester filaterías,

sino celo en la voz, fuego en las manos.


- 133 -

Memorial que Lope dio a su majestad Felipe IV

   Lope dice, Señor, que a vuestro abuelo

sirvió en Inglaterra con la espada,

u aunque con ella entonces no hizo nada,

menos después; pues fue valiente el celo.

   También a vuestros padres, que en el cielo
5

están, sirvió con pluma, que dorada

en su esplendor pudiera bien cortada

de polo a polo dilatar el vuelo.

   Tengo una hija y tengo muchos años;

las Musas dan honor, mas no dan renta,
10

corto en los propios, largo en los extraños.

   Dios cría, el sol engendra, el Rey sustenta,

criad, dad vida, reparar mis daños,

que un novio de resultas traigo en venta.

   Fortuna me amenaza, fe me alienta,
15

haced, o gran Felipe,

que de vuestras grandezas participe;

así tengáis más oro y más diamantes,

que yo tengo vasallos consonantes.


- 134 -

Al doctor Francisco de Quintana

   Este de Apolo singular tesoro,

selva de amores en florido Mayo,

que de la envidia histórico desmayo

ilustra el genio del Castalio coro.

   Alma interior en laberintos de oro,
5

sombra vistió, como la nube al rayo,

Argenis Castellana de Barclayo,

y fénix de la pluma de Heliodoro.

   Tan dulce, honesta, clara y docta suma,

Francisco ilustre, no de verde rama,
10

de esmeralda inmortal laurel presuma.

   Que a quien para escribir su hermosa llama,

de sus alas Amor le dio la pluma,

seguras tiene ya las de la Fama.


- 135 -

A Francisco Pedro de Padilla por su libro Jardín espiritual

   Francisco, cuyo santo humilde celo

la silla mereció, que fue perdida

del Ángel por soberbia, y concedida

a la humildad, que penetraba el cielo.

   De penitencia espejo, que en el suelo
5

la propia carne tuvo tan rendida,

que admirando el demonio, fue vencida

entre la nieve, y el rigor del hielo.

   ¿Cuál merecer al vuestro llegar pudo?

pues Dios no solamente os había dado
10

que negándoos a vos con la cruz fuerte.

   Humilde le sigáis, pobre y desnudo,

más de sus santas llagas adornado

porque le parezcáis en vida y muerte.