Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

Sonetos en comedias, autos y entremeses

De Amar como se ha de amar

- 700 -

Acto I, DOÑA INÉS

   Un pajarillo el niño Amor tenía

atado a un hilo de oro, y sus colores

miraba más contento, haciendo amores

en lenguaje de niño le decía.

   Mas la fácil prisión rompiendo un día,
5

se fue con otros pájaros mayores.

Lloró el Amor, y díjole: «No llores

Venus, que a risa y no ha dolor movía.

   Que también eres tú pájaro en mano

y te vas de la mano velozmente
10

ingrato al hilo de oro y a la mano.

   ¡Ay, Dios! Mi dulce pájaro, detente,

que si te vas será esperarte en vano,

tú por el aire y yo llorando ausente.»


- 701 -

Jornada I, REGUERO

   Dejaste, ingrata, divertida, en vano

caer de un arroyuelo en la corriente

este blanco papel que el diligente

cristal pensó que era tu blanca mano.

   A ruego de mis celos, más humano,
5

me dio el papel, que de mi pecho ardiente

secó el calor, porque tu sol ausente

huyó al ocaso de su luz tirano.

   Entre espumas hallé lo que tu pluma

a su pájaro escribe, y mis desvelos
10

quieren que celos de tu amor presuma.

   Ya es fuego el agua, y no es milagro ¡oh, cielos!

si la madre de Amor nació de espuma,

que de ella salga tan ardientes celos.


- 702 -8

Jornada II, RICARDA

   ¿A qué puede llegar mi desventura,

que aun no me dejan, Pedro de mis ojos,

licencia para dar tristes despojos

al sentimiento que en mis ojos dura?

   Manda el poder que te aborrezca y jura
5

vengar en mis cuidados sus enojos;

que sabe que no hay bien para mis ojos

como adorar de tu alma la hermosura.

   Piensa el poder quitarme, como es fuerte,

aquel amor que juntos profesamos;
10

mas con el alma quiero yo quererte.

   Pedro, mi alma y yo te deseamos,

y los dos te queremos de tal suerte

que sola el alma y yo te idolatramos.


De Amar, servir y esperar

- 703 -

Acto III, CELIA

   Si Feliciano por amor suspira

y es alma de su pecho Dorotea,

¿qué intenta mi esperanza? ¿qué desea?

¿qué al alba nace y a la noche espira?

   En vano creo que mis ojos mira
5

si el pensamiento en otra parte emplea,

pues no es razón que los engaños crea

de donde el conocerlos me retira.

   Como el que se ha mirado en un espejo,

no deja de su rostro más despojos,
10

ni queda en el cristal la imagen de ellos.

   Así, no quedo en él si de él me alejo,

pues luego que me aparto de sus ojos

huye la imagen que miraba en ellos.


De Amar sin saber a quién

- 704 -

Acto I, JUAN

   Oscuro laberinto, cárcel fuerte,

sepultura de vivos afligidos;

leona, cuyos bufos con bramidos

salen a luz, para vivir sin verte.

   Sueño del tiempo, lazo de la muerte,
5

seso de locos, rienda de perdidos,

monstruo sin pies, cabeza sin oídos,

dado donde el favor pinta la suerte.

   No hay desdichas que puedan igualarte,

si bien de la justicia eres el peso,
10

y para bien vivir, la mejor arte;

   tanto, que el sol, con ser con tanto exceso

libre para salir de cualquier parte,

no quiere entrar en ti, por no estar preso.


- 705 -

Jornada II, JUAN

   Feroz león, la planta fiera en vano,

atravesada de la dura espina,

muestra al esclavo y a curarle inclina,

humilde, el inhumano al sabio humano.

   Véele después salir en el romano
5

anfiteatro, que a morir camina,

y paga la piadosa medicina

rendido al pie que le curó la mano.

   Pues si humilla un león tanta fiereza,

¿quién hay que corresponda con mal trato
10

a quien debe piedad, honra y nobleza?

   Siendo un león de la amistad retrato,

corrida puede estar Naturaleza

el día que ha formado un hombre ingrato.


- 706 -

Jornada II, FERNANDO

   Hoy el airado mar blancas arenas

escupe a los diamantes celestiales,

y mañana a la tierra, en sus umbrales,

conduce naves y derriba antenas.

   Las canas fieras que, hoy de nieve, apenas
5

de las desnudas peñas dan señales,

mañana de jacintos orientales

bordan las capas, de esmeraldas llenas.

   Esto, Lisena, tu rigor resiste,

pues todo está sujeto a la mudanza
10

cuando en su mano ser frágil consiste;

   que lo que es hoy mortal desconfianza

y en desesperación el pecho viste,

puede vestir mañana de esperanza.


De Amistad y obligación

- 707 -

Acto II, LEONARDA

   Enamorado está mi pensamiento

de sí mismo, juzgándose empleado

en los mayores méritos que han dado

los Cielos a mortal merecimiento.

   Ya vence mi temor mi atrevimiento,
5

que amor, de la disculpa confiado

está de no tener determinado

los accidentes, si perderme intento.

   Cuán suave cosa es la esperanza

de un bien de amor, que lo sustenta firme,
10

en tanto que el dichoso efecto alcanza.

   Bien puede la fortuna perseguirme,

que harán los Cielos de su ser mudanza

primero que yo pueda arrepentirme.


- 708 -

   Pensamiento de amor mal empleado,

adónde conducís mis desatinos?

en la tierra por ásperos caminos,

y en el Cielo por temple siempre helado.

   El pájaro celeste, descansado
5

yace en verdes laureles, o altos Pinos,

vosotros por los aires peregrinos

no halláis descanso a mi mortal cuidado.

   Quéjase en la prisión de su enemigo

el cautivo de Argel a quien parezco,
10

el triste, el preso, el noble amigo.

   Yo sola en tanto mal como padezco,

no me puedo quejar sino es conmigo,

no puedo remediarme y enmudezco.


- 709 -

Acto II, LEONARDA

   Veranse haciendo verde Primaveras

las nubes de colores revestidas,

las flores en el Cielo, y desasidas

las luces fijas de tu eterna Esfera.

   El Sol en la mitad de tu carrera
5

las ruedas detendrá de oro vestidas,

y a cuantas cosas hoy infunde vidas

hará volver la confusión primera.

   Verase el carro celestial sin guarda,

y desclavado de su cerco oblicuo,
10

andar la Luna perezosa, y tarda:

   Amado un pobre, y despreciado un rico,

antes que de don Félix sea Leonarda,

y que deje de ser de Federico.


De Amor con vista

- 710 -

Acto III, OCTAVIO

   Quien dice que al amor engendra el trato,

débale al trato lo que amor no debe,

que la hermosura que no mata en breve,

sin alma y luz parecerá retrato.

   En la imaginación siglos dilato
5

pocas horas de amor, que el cielo mueve;

que quien veneno tan hermoso bebe,

en no morir correspondiera ingrato.

   El alma la belleza ilustra y dora;

que, aquesta el cielo, aquélla el Sol, retrata,
10

y si a matar se juntan basta una hora,

   que es hermosura la que luego mata,

y costumbre de ver la que enamora

con largo tiempo a quien después la trata.


De Amor secreto hasta celos

- 711 -

Acto I, LEONORA

   Subid sin miedo ¡ay, dulces pensamientos!

al mismo sol, pues la esperanza os guía;

que el pájaro, donde es pequeño el día,

dispone el vuelo a penetrar los vientos.

   No os parezcan soberbios mis intentos
5

si la altura que veis os desconfía,

que quien tan altas pretensiones cría

sabrá sufrir más ásperos tormentos.

   No os ofenda el caer por levantados;

hijos del alma sois, tan bien nacidos,
10

que estáis a hazañas tales obligados.

   Yo quiero que perdáis por atrevidos,

pues no dirá que sois mal empleados

quien se burlare de que vais perdidos.


- 712 -

Acto I, ÁLVARO

   Si se sustenta amor con esperanza,

materia de la forma de su fuego,

¿cómo a querer sin esperanza llego?

¿por dónde me engañó la confianza?

   En tanto que el Amor el bien no alcanza
5

camina asido a la esperanza, y luego

ella le guía, y él, que siempre es ciego,

por donde le encamina se abalanza.

   Sin duda es esperanza quien me guía,

pues que mi amor no admite desengaño,
10

y crece en sus desdenes mi porfía.

   Que como en el temor de cualquier daño

hasta que el sol se pone todo es día,

también es esperanza nuestro engaño.


- 713 -

Acto I, DON JUAN

   ¿A qué puede llegar un mal suceso

que exceda de la línea en que está el mío?

Pues yo no he respondido un desvarío,

o no tengo honra o me ha faltado el seso.

   Para el silencio que en mi amor profeso
5

bien de las ocasiones me desvío.

Ya de todo remedio desconfío

con este loco inevitable exceso.

   ¡Oh, Amor! ¿Tercero yo de lo que adoro?

Pero si esta ocasión mudan los Cielos
10

mis esperanzas, pienso que mejoro.

   Pues que poniendo en todos mil desvelos,

la puedo hablar, guardándole el decoro,

si cuando hablase amor callasen celos.


- 714 -

Acto II, CLARA

   Parte, dulce sirena, en mis oídos,

seguro de que Amor me lleva atada

al árbol de la nave que, cargada

de fe, lleva a tu puerto mis sentidos.

   Buen viento, pensamientos bien nacidos,
5

que ya se ve la tierra deseada

de laureles y olivas coronada,

si los celajes son celos fingidos.

   Alborótese el mar en perseguirme,

que a sus peñascos mi paciencia excede,
10

para que Amor el premio me confirme.

   Todo se mude; la fortuna ruede;

que quien tiene la fe por árbol firme,

ni se puede anegar ni olvidar puede.


De Angélica en el Catay

- 715 -

Acto I, CERVÍN

   No siento ¡oh muerte! que a mi espalda vienes,

que es el morir común a los mortales,

el límite más cierto de los males,

y el principio más cierto de los bienes;

   mas siento ¡oh vida! que quedarte tienes
5

con la luz de unos ojos celestiales,

a aquellos con que mira el cielo iguales,

de quien tan larga ausencia me previenes.

   Una mujer me dio vida, y hoy muero

por otra ingrata, injusta y mentirosa,
10

que es animal de conocer tan fuerte,

   que ya regala a quien burló primero,

y ya es cruel para quien fue piadosa,

que está en su mano nuestra vida y muerte.


- 716 -

Acto II, REINALDOS

   Entre las armas del sangriento Marte,

entre los tafetanes que enarbola,

de la gente francesa y española,

entre el cristiano y bárbaro estandarte;

   entre las lanzas de una y otra parte,
5

cuyo acero de sangre se arrebola,

Angélica, tu voz pudiera sola

hacer que de Paris mi espada parte.

   Sigo tu luz, aunque por más distancia;

mas cuando a ti, cual mariposa, llego,
10

no me dan premio de mi amor tus cielos.

   Y así, más enojado vuelvo a Francia,

porque es mirarse en un espejo un ciego,

seguir desdenes y obligar con celos.


- 717 -

Acto III, RODAMONTE

   Dejando el campo de Agramante, vengo

siguiendo a mi enemigo Mandricardo;

como albano león, cual tigre o pardo,

en el sustento apenas me detengo.

   En estas esperanzas entretengo
5

la honra que cobrar tan presto aguardo,

aunque parezca al mundo que me tardo,

viendo el agravio y el valor que tengo.

   No debe de ser culpado quien no alcanza,

si parece remiso en el castigo,
10

cuando le huye el enemigo airado;

   pero sepa quien culpa mi tardanza,

que sólo con buscar al enemigo

cumple su obligación el agraviado.


De Arauco domado

- 718 -

Acto III, CAUPOLICÁN

   Señor, si yo era bárbaro, no tengo

tanta culpa, en no haberos conocido,

Ya me han dicho lo que os he debido,

sin pies a vuestros pies clavados vengo.

   Yo confieso que tarde me prevengo,
5

pero dicen que estando arrepentido

debo creer que en este día he nacido,

perdonadme, Señor, si me detengo.

   Pasé adorando al Sol mis años tristes

contento de mirar sus rayos de oro,
10

pero ya sé que vos al Sol hicistes.

   Mi edad pasada arrepentido lloro,

o Sol, autor del Sol, pues luz me distes,

con esa misma vuestro rayo adoro.


De Argel fingido y renegado de amor

- 719 -

Acto II, FLÉRIDA

   Si todas las espadas que en diez años

desnudó sobre el Troya el bando griego;

si de Roma abrasada todo el fuego,

si de España perdida tantos años,

   si el toro de metal, si los extraños
5

caballos del gran Dionisio griego,

si el arco y flechas que no admiten ruego,

y del cobarde Ulises los engaños

   me hiriesen, me abrasasen y afligiesen;

me atormentasen juntos y engañasen,
10

mostrando en mi flaqueza el poder suyo,

   tengo por imposible que pudiesen,

si todos contra mí se conjurasen,

mudar mi amor y condenarme al tuyo.


- 720 -

Acto II, ROSARDO

   Pues si todas las lágrimas lloradas

por cuantas penas ha tenido el mundo;

si Jerjes otro ejército segundo

con sus fuegos, sus máquinas y espadas;

   si todas las filípicas armadas
5

que pasan y sustenta el mar profundo;

si por tierra el valor de Segismundo,

que tiene tantas lunas eclipsadas,

   me enterneciesen, contrastar pudiesen

eterna guerra, Flérida, no creas
10

que libertarte de mi Argel pudiesen.

   Y para que mejor quien vence veas,

las obras hablen, las palabras cesen;

que es de cobardes las palabras feas.


- 721 -

Acto III, FLAVIA

   Cansada barca, que a morir navega,

cárcel cruel y cautiverio largo

con que la muerte tiene puesto embargo

mientras el plazo de su deuda llega.

   Confuso caos y Babilonia ciega,
5

pesada carga y temeroso cargo,

dulce al dichoso, al desdichado amargo,

que a uno excusa el morir y a otro le ruega.

   ¡Qué largas esperanzas son aquestas

con que vive la vida entretenida
10

con el alma en demandas y respuestas!

   Dicen que hasta la muerte todo es vida.

Mejor dijeran muertes manifiestas

hasta que el alma en su lugar resida.


De ¡Ay, verdades, que en amor...!

- 722 -

Acto II, CELIA

    Voy a la muerte huyendo de la vida,

dulce señora mía, de tal suerte

que la memoria de volver a verte,

desconfiado, la esperanza olvida.

    Ya no es posible que consuelo pida
5

a tu crueldad, porque el rigor me advierte

que quien allá no pudo enternecerte,

¿qué podrá ausente y la ocasión perdida?

    Esa joya te envío, no te espantes

de que, partiendo en lágrimas deshecho,
10

me retrate en firmezas semejantes.

    Por ser el dios de Amor ponle en el pecho

por ver si puede Amor hecho en diamantes

romper un pecho de diamantes hecho.


De Bamba

- 723 -

Jornada II, BAMBA

   Sacó Dios del pesado cautiverio

su pueblo por el mar de los Gitanos,

florece a Aarón la vara entre sus manos

y Moisés ve en la zarza aquel misterio.

   Dale a Josef el cetro y sacro imperio,
5

y líbrale de todo: sus hermanos:

saca a David de en medio de tiranos

y ensalza su favor al Hemisferio.

   De qué me espanto yo, si puede tanto

tu mano poderosa y tu persona?
10

reparo que a mil míseros repara.

   Solo me espanto yo, solo me espanto

de que goce por fuerte una corona

las flores venturosas de esta vara.


De Barlán y Josafat

- 724 -

Acto I, LEUCIPE

   Olas del mar furiosas me parecen

amor con tu ocasión mis pensamientos,

que a voluntad de los ligeros vientos

a un mismo tiempo como menguan crecen.

   Si las divinas partes me enloquecen
5

de este Real sujeto, y van contentos

mis vencidos a verle, otros intentos

la casta fama, y la virtud me ofrecen.

   Quiero, y resisto a brazos mi cuidado,

hago que la razón amor enfrene,
10

y no me aparto del sujeto amado.

   Dudosa a serme la victoria viene,

que amar y resistir, es el estado

más riguroso que la vida tiene.


De La tragedia del rey don Sebastián y Bautismo del Príncipe de Marruecos

- 725 -

Acto I, LELA FÁTIMA

   Solicitad del bien de lo que se ama,

llaman amor, los que de amor entienden,

porque cuanto imaginan y pretenden,

es su aumento de vida, gloria y fama.

   El gusto propio amarse así se llama,
5

los que esto intentan al amor ofenden,

los que el ajeno bien miran, y emprenden,

estos amor, de honesto amor inflama.

   Si procuro mi gusto, a mí me quiero,

y si el ajeno tengo por más justo,
10

señal es que mi amor es verdadero.

   Amar el propio bien, es gusto injusto,

que sólo quiere con amor sincero,

quien se aborrece por amar su gusto.


De Carlos V en Francia

- 726 -

Acto I, FERNANDILLO

   Iras de amor, estrellas enemigas,

leyes del gusto, fuerzas del deseo,

¿Adónde me lleváis? ¿Dónde me veo

al cabo de tan ásperas fatigas?

   Y tú, cruel, que a tanto mal me obligas,
5

que lo estoy padeciendo y no lo creo,

porque me enlazas cuando no peleo,

y cuando me defiendo me desligas.

   ¿Dónde por tierra y mar llevas sujeto

un corazón tan flaco? Amor, advierte
10

que tienes de cobarde mal concepto.

   ¿Qué gloria esperas, si me das la muerte?

Mas ¡ay! que dijo bien aquel discreto,

que es sólo para amar la mujer fuerte.


De Bernardo del Carpio

- 727 -

Acto I, BERNARDO

   ¡Oh, noche oscura! Alivio a los mortales

suele llamarte el que cansado viene,

pues descanso al trabajo le previene,

que en tus tinieblas hallan fin sus males.

   Obeliscos y alcázares reales,
5

defensas que la industria humana tiene,

que, en ausencia del sol, su luz mantiene

el fuego, que le sirven de fanales,

   ya pisarlos no quiero, ni deseo

tu luz, ¡oh sol! Detente en tu carrera,
10

que, pues mi honor igual a ti no veo,

   y de un rey el enojo persevera

contra mi padre, que es su muerte creo

en noche os cura, es bien que su hijo muera.


De Belardo el Furioso

- 728 -

Jornada III, SIRALBO

   Jacinta, alto sujeto de hermosura,

por quien se abrasa de Belardo el alma

en gentileza como verde palma,

que no en la condición áspera y dura;

   Siralbo por el agua te conjura,
5

no del olvido y su espaciosa calma,

mas por la que llorando le desalma

y hasta la sangre de su pecho apura.

   Conjúrote por esta lastimosa

historia de su vida y hechos raros,
10

vida que cuelga ya de tu cabello,

   que salgas fuego tierna y amorosa

del cielo puro de tus ojos claros,

no como furia, mas como ángel bello.


- 729 -9

Jornada III, BELARDO

   Querido manso mío, que viniste

por sal mil veces junto aquella roca,

y en mi grosera mano vuestra boca

y vuestra lengua de clavel pusiste.

   ¿Por qué montañas ásperas subiste
5

que tal selvatiquez el alma os toca?

¿qué furia os hizo condición tan loca,

que la memoria y la razón perdiste?

   Paced la anacardina porque os vuelva

de ese cruel y interesable sueño,
10

y no bebáis el agua del olvido.

   Aquí está vuestra vega, monte y selva;

yo soy vuestro pastor, y vos mi dueño,

vos mi ganado y yo vuestro perdido.


- 730 -10

Jornada III, NEMOROSO

   Cayó la Troya de mi alma en tierra,

abrasada de aquella griega hermosa

por quien fui Paris cuando fue mi diosa,

y ahora el rey que despreció y destierra.

   Mas como las reliquias dentro encierra
5

de la soberbia máquina famosa,

de la troyana reina victoriosa

renace el fuego y la pasada guerra.

   Tuvieron dentro el alma inmortal vida

aquellas prendas que en su centro apoya,
10

mi ciego amor, sobre los otros ciego;

   mas, ¡ay de mí!, que con estar rompida,

aun no puedo decir: «¡Aquí fue Troya!»

porque es lo que era en tierra, ahora en fuego.


De Castelvines y Monteses

- 731 -

Acto III, JULIA

   Porcia puede buscar ardiente fuego,

yerro Lucrecia, Dido espada, y Marno

reliquias dulces del traidor Troyano,

que al mar de Italia dio su llanto y ruego.

   Iphis cordel, por Anaxarte ciego,
5

y por las amenazas del Romano,

veneno Sophonisua, y agua en vano,

Ero en la torre, y arrojarse luego

   la punta al pecho y el aliento en calma,

Tisbe en la sangre mísera resbale
10

del que muriendo fue de amantes palma;

   que a mí, ni fuego, ni cordel me vale,

pues un acto de amor degüella el alma,

y no hay cuchillo que al dolor se iguale.


De Celos, honor y cordura

- 732 -

Acto II, BLANCA

   Aquel verde botón, que lazo airoso

de esmeralda en prisión el clavel tiene,

cuando en rubís a desflorarse viene

llega a fuer de esperanza perezoso.

   Y cuando a la prisión más espacioso
5

el ardiente pimpollo se detiene

con mayor detención galas previene,

y así naciendo tarde vive hermoso.

   No os canséis de sufrir pecho abrasado,

que en el gusto mayor crédito ha sido
10

saber hacerte siempre deseado.

   Y es ingenio en el bien ser detenido,

porque fea deuda en penas de esperado

para pagar en gozos de cumplido.


De Con su pan se lo coma

- 733 -

Acto I, CELIO

   ¡Oh, santas soledades, cómo vemos

que sólo es sabio quien vivir os sabe

sin envidiar el oro de la nave

que besa de la tierra los extremos!

   ¡Oh, cuánto al Cielo aquellos le debemos,
5

que en parte de vivir un monte cabe,

si la muerte ha de abrir con igual llave

las puertas de las vidas que tenemos!

   Aquí son estos prados los amigos;

las selvas, el palacio y la carroza,
10

y el silencio y verdad, los enemigos.

   Dichoso el que descansa en pobre choza;

que no se logra el bien donde hay testigos,

ni en las ciudades la quietud se goza.


- 734 -

Acto II, FABIO

   De la prisión del Etna se desata

hinchado Bóreas; Euro, Noto y Coro

desnudan la sabina; el verde loro,

al limbo el sol, la tierra al mar retrata.

   La nieve por los campos se dilata,
5

que el año labrador llama tesoro,

y las eras que vieron parvas de oro

se quejan de sufrir montes de plata.

   Perdiose el color verde; el conejuelo

cristales lame en vez de hierba, y muerde
10

el venado carámbanos de hielo.

   Todo se trueca, se deshace y pierde;

está la tierra blanca y pardo el cielo,

y toda mi esperanza se está verde


- 735 -

Acto III, CELIO

   A jugar me senté con la fortuna

el bajo cobre de mis verdes prados

contra el oro que vi de sus ducados,

de cos caras, en fin, como la luna.

   Eché una suerte sin pedir ninguna,
5

y con sólo un encuentro de tres dados

un rey me dio su pecho y sus Estados,

que a veces con los bienes importuna.

   Pensé que de esta mano me vendría

la ganancia mayor que fue pensada;
10

pero, echando un azar la suerte mía,

   tirose el oro la fortuna airada;

mas si me deja el cobre que tenía,

aunque he perdido, no he perdido nada.


De Contra valor no hay desdicha

- 736 -

Acto I, CIRO

   Las altas luces, despeñado en ellas,

para que con sus rayos se confronte,

en el carro del Sol pisó Faetonte

con los diamantes de sus ruedas bellas.

   Del fulgurante ardor formó querellas
5

del Eridano claro el horizonte,

viendo correr por el celeste monte

extraño sol, atropellando estrellas.

   Así, mi dulce pensamiento honrado,

¿quién te podrá negar que al sol subiste,
10

aunque mueras de Filis abrasado?

   Con gloria mueres si atrevido fuiste;

pues ya que no eres sol, has confirmado,

muerto en el cielo, que del sol naciste.


De La corona trágica

- 737 -

Jornada II, JUAN

   Una moza de cántaro y del río,

más limpia que la plata que en él lleva,

recién herrada de chinela nueva,

honor del delantal, reina del brío;

   con manos de marfil, con señorío,
5

pues donde lava, dice amor que nieva,

es alma ilustre al pensamiento mío.

   Por estrella, por fe, por accidente,

viéndola henchir el cántaro en despojos,

rendí la vida al brazo transparente.
10

   Y, envidiosos del agua mis enojos,

dije: ¿por qué la coges de la fuente,

si la tienes más cerca de mis ojos?


De David perseguido y montes de Gelboé

- 738 -

MEROB

   Un despeñado arroyo, que campea

desde el Tabor, en cuya cumbre mana,

lanza de plata es, que corre ufana

a quebrarse en el mar de Galilea.

   Mas tuerce el curso en que morir desea,
5

topando acaso en una roca anciana,

y en vez de hundirse entre la espuma cana,

sierpe argentada por la playa ondea.

   Si al risco, que le estorba el parasismo,

grato se muestra hasta un raudal escaso,
10

tú que te precipitas de ti mismo,

   no culpes, cuando corres al fracaso,

que te amenaza el mar de un ciego abismo,

que se te ponga Jonatás al paso.


- 739 -

ABNER

   Tiene el Líbano un árbol, planta rica

del saludable fruto trascendente,

cuya raíz, que en el sitio está pendiente,

echa fuera los brazos que rubrica.

   Y una planta, que al fértil hombro aplica,
5

por no hacer su caída contingente,

le está besando el pie, que amargamente

de aromáticas lágrimas salpica.

   Es el resabio en ti de un odio injusto,

la raíz que revienta mal sufrida;
10

Jonatás palma, si árbol tú, robusto;

   pues a un tiempo aplicó con fe advertida,

la boca del respeto a tu pie augusto,

y a tu fruto la rama más florida.


De De cosario a cosario

- 740 -

Acto I, CELIA

   Quedó toda mujer, por ley divina,

sujeta al hombre, y fue de Dios sentencia.

Perdió la libertad, la inobediencia;

que a estar sin ella su belleza inclina.

   Con esto, algunas veces determina
5

romper el yugo, de su culpa herencia,

y, con sutil ingenio y diligencia,

oprimir los ingenios imagina.

   Tal vez rinde sus gustos y placeres,

¡oh, libertad!, para que más te asombres,
10

los hombres de más varios pareceres;

   tal vez sus letras, armas y sus nombres,

que es el mayor blasón de las mujeres,

siendo sujetas, sujetar los hombres.


- 741 -

Acto II, JUAN

   Dígame quien lo sabe o quien lo entiende.

¿Qué camino, distancia o diferencia

hay entre amor y celos; o una ausencia

a dos cuerpos contrarios comprende?

   Si el limpio amor de celos se defiende,
5

¿en qué tienen los dos correspondencia?

Si entre celos y amor hay competencia,

¿cuál de los dos ser el amor pretende?

   Equívocos parecen, y es forzosa

la consecuencia, estando en sus desvelos;
10

crecer de amor la llama rigurosa.

   Y aunque es juntar, con los abismos cielos,

a los celos y amor son una cosa,

o no ha de haber amor si faltan celos.


De Del mal lo menos

- 742 -

Acto I, EL REY

   Qué extrañas, confesiones, qué desvelos,

causa en amor una pregunta muerta,

que como el alma está tan encubierta

sólo puede el temor contra los velos.

   Igual hicieron el amor los cielos
5

y la primer sospecha descubierta

a no cerrarles el amor la puerta,

donde sale el valor, entran los celos.

   Que poco la grandeza le aprovecha

a la sospecha del honor tirano,
10

si tiene el miedo la opinión deshecha?

   Qué sirve el cetro en poderosa mano?

que poderle librar de una sospecha

no cabe en fuerzas del poder humano.


- 743 -

Acto II, DON JUAN DE MENDOZA

   A Sumo bien, o gloria inestimable

bien empleado y justo atrevimiento;

amor es Dios, en fin la prueba siento

en lo que quiere ser comunicable.

   O fortuna inconstante, ahora estable
5

en la inquietud del mismo pensamiento,

si fueses en mis bienes firmamento

fábula ha sido el nombre de mudable.

   O amor perdone tu real decoro

las dulces quejas, las infamias dichas
10

a tu grandeza que desde hoy adoro:

   Prometa el eco a mis desdichas dichas,

que como se quilata en cobre, el oro,

se conoce el amor en las desdichas.


- 744 -

Acto III, CAFANDRA, prima del Rey

   Hermosas plantas, árboles y flores,

que los rayos del Sol resplandecientes

mostraran con esmaltes diferentes,

y a quien la noche encubre los colores.

   Dormidas aguas, que a los ruiseñores
5

enseñáis a cantar en las corrientes

de estas sonoras cristalinas fuentes,

que no os dirán hasta la Aurora amores.

   Si sentís que la noche oscura, y fría

os prive de la luz cuya presencia
10

os causa tanta gloria, y alegría:

   También duerme mi bien, tened paciencia,

que todo es noche, hasta que venga el día,

mas no la puede haber donde hay ausencia.


De Diego García de Paredes y el capitán Juan de Urbina

- 745 -

Acto I, CLARINDA

   Paredes altas, españoles muros,

que con ser de Paredes sois defensa,

más que la que tener España piensa

en los de piedra antiguos y seguros:

   Las argamasas y los cantos duros
5

no pueden resistir tanto su ofensa,

como pared de fuerza tan inmensa

que va dorando el sol con rayos puros.

   ¡Ah paredes más altas que solía

Babilonia mirar su altiva piedra!
10

Sed los cimientos de la vida mía;

   que si de estas paredes fuese hiedra,

no dudo que segura viviría;

que así quien bien se arrima crece y medra.


De Dios hace reyes

- 746 -

Acto III, DORISTA

   Que amor de ociosidad principio tiene,

y que en la ocupación anda templado,

he visto, Enrique mío, tu cuidado

después que en los palacios se entretiene.

   Pues ya también que la fortuna viene
5

a levantarte a tan dichoso estado,

¿qué esperanza tendré de haberte amado,

que, de perderte, el justo miedo enfrene?

   De verte en alto, mis sospechas crecen,

pues a cuantos levanta la fortuna,
10

el lugar en que estaban aborrecen.

   Que si principios te han de dar alguna,

por no ver las memorias que te ofrecen,

ya no querrás tener de mí ninguna.


De Don Lope de Cardona

- 747 -

Acto III, CASANDRA

   La más altiva y próspera victoria,

del enemigo la mayor venganza,

descanso en tierra, y no en la mar bonanza,

el fin más dulce en la más triste historia.

   El triunfo, el arco, la opinión, la gloria
5

que espada o pluma, o buena dicha alcanza,

la posesión del bien tras la esperanza,

la mayor fama y la mayor memoria,

   la hermosa paz después de los enojos,

el oro, el muro, el reino conquistado,
10

las banderas, las armas, los despojos,

   no igualan al placer de Amor vengado,

que ve llorar unos ingratos ojos

arrepentidos del desdén pasado.


De El abanillo

- 748 -

Jornada II, DON FÉLIX

   ¡Bien haya, Amor, el tiempo que he vivido

cautiva el alma, esclava la memoria,

pues he llegado a la mayor victoria

que enriqueció jamás cualquier sentido!

   No puedo yo decir que fue perdido,
5

pues para el fin de mi dichosa historia

mi dulce pena transformaste en gloria

con el laurel a tanto amor debido.

   ¡Amor, vencí! ¡Victoria! Aunque no alcanza

el alma libertad, pues más adora
10

el bien, de que jamás haré mudanza.

   Mas hay de diferencia en tu decoro

que, si de hierro son en la esperanza,

son en la posesión prisiones de oro.


- 749 -

Jornada II, ROBERTO

   Casarme quiere este tirano impío

sin decirme con quien; pero no crea

que menos que contigo, mi bien sea,

pues de tu calidad las prendas fío.

   Yo he llorado por ti, dulce amor mío,
5

y pues que sólo el alma te desea,

declárate con él, para que vea

que no es mi inobediencia desvarío.

   Dile que eres mi esposo, que en los plazos

de Amor siempre se escoge el más pequeño,
10

y te daré en albricias mil abrazos.

   Que si no lo has de ser, mi fe te empeño,

que quiero más la muerte, que otros brazos,

y más la sepultura que otro dueño.


De El alcalde mayor

- 750 -

Acto I, ROSARDA

   Inquietud en el alma, que el sosiego

quita de noche, y el reposo al día;

hielo que abrasa cuando más enfría;

fuego de infierno, pues del alma es fuego;

   indómito caballo, monstruo ciego,
5

que la razón a despeñarse guía;

temor cobarde, de sí mismo espía;

villano rico, a quien ensancha el ruego;

   Amor desnudo y de dolor vestido,

tirano mercader de tus placeres,
10

que fías y ejecutas lo perdido:

   que vea el mundo, con mi ejemplo, quieres

que quitar a los hombres el sentido

dejaste por disculpa a las mujeres.


- 751 -

Acto I, BELTRÁN

   No estuvo Gerineldos en Sansueña

tan dulce por la dama Quintañona,

ni, por la bella infanta Palamona,

tan alegre Roldán en Fuentidueña;

   ni Baltenebros en la pobre peña,
5

por su dama, tan blando de carona,

ni menos por los caños de Carmona

tan fuerte Baldovinos por su dueña,

   como yo estoy por Beatriz; más linda

que un pie bien hecho con zapato nuevo;
10

más colorada que manzana o guinda.

   Si yo la robo y en mis brazos llevo,

París a Elena en competencia rinda,

a Europa el toro, y a su Dafne, Febo


- 752 -

Acto II, TEODORA

   Con cuales ojos te miro, Teodora,

doctor de amor, esfinge de su enigma,

de su ley catedrático de prima,

que enseñas a querer quien ya te adora.

   Si vences pleitos que el más sabio ignora,
5

¿qué mucho que tu ciencia en mí se imprima?

Tu discípulo soy, tu voz me anima

al alto grado de quererme ahora.

   Repartir la injusticia en igual grado

es la definición más excelente;
10

luego es justicia amar al que es amado.

   La ley de amor entiéndese igualmente

que siendo, Aurelio, tú tan gran letrado,

no has de darle sentido diferente.


De El Aldegüela

- 753 -

Jornada III, DUQUE

   ¡Qué tarde, mal y nunca amor perfecto

puede olvidarse, aunque la edad, cobrando

el feudo de la vida, vaya dando

canas, que nunca cubre el que es discreto!

   Esta es la causa de tan raro efecto
5

pues hecho un Argos os estoy guardando;

milagros son de amor, hijo Fernando,

y mayores portentos os prometo.

   Presto un hijo tendréis, bella María,

a quien ciña la cruz del Patrón santo,
10

divina voz de Dios, que su sol guía;

   que si la guerra no le causa espanto,

el Alba que le vela anuncia el día,

y tanto os honre quien os quiso tanto.


De El amigo hasta la muerte

- 754 -

Acto I, BERNARDO

   Santísima amistad, cuando contemplo

los altos bienes que de ti resultan,

pues aun las mismas almas no se ocultan,

deseo ser imagen de tu templo.

   Cuando miro de algunos el ejemplo,
5

donde ningún peligro dificultan,

para ver si las almas se consultan,

dos instrumentos unísonos templo.

   El bien humano todo se confunde

sin la amistad, porque de muertas calmas
10

no hay vivo efecto que al vivir redunde.

   De cuantas cosas hoy pretenden palmas,

el alma es lo mejor que el cielo infunde,

y la amistad es alma de las almas.


- 755 -

Acto I, ÁNGELA

   Un sabio rey de Persia, desde veinte

y menos años, viendo sus engaños,

hizo pintar su vida por sus años

todos los meses a un pincel valiente.

   Mando fijar la de cincuenta enfrente
5

de su jardines y olorosos baños,

y en las historias de estos varios paños

formaba espejos a la edad presente.

   Si quería culpar a un mozo nuevo,

mirábase en la edad que lo había sido,
10

y disculpaba al que picaba el cebo.

    Quien ha llegado a edad ponga el sentido

en dejar que quien viene atrás mancebo

pase por el camino que ha venido.


- 756 -

Acto II, SANCHO

   Quien, puesto en la ocasión, victoria espera,

a riesgo pone su opinión, si es noble,

pues no hay tan firme pecho a quien no doble

una mujer, si amando persevera.

   Tal vez al olmo firme en la ribera
5

mudan las blandas aguas, y al innoble

muro, la hiedra; el viento, al duro roble;

pues ¿qué hará el ruego en condición ligera?

   Más quiero ser de un bárbaro enemigo

cautivo en Tetuán que hacer ofensa
10

a la lealtad de un verdadero amigo.

   Mal hace quien vencer y esperar piensa,

que los peligros del amor que digo,

en las espaldas tiene la defensa.


- 757 -

Acto II, FEDERICO

   ¿Qué puedo ya esperar, desesperado

de un bien, de quien jamás tuve esperanza?

Si la esperanza lo que sigue alcanza,

quien no la tiene alcanzará cuidado.

   Mas bien puede, quien ama desamado,
5

esperar de los tiempos la mudanza;

nace de la tormenta la bonanza,

y sale el claro sol por el nublado.

   Mas ¿qué es lo que mis penas entretuvo,

o cómo tanto amor sin fin se adquiere,
10

pues en alguno el pensamiento estuvo?

   Que no es posible que ame y que no espere,

porque quien niega que esperanza tuvo,

confiesa que el amor sin ella muere.


- 758 -

Acto III, ÁNGELA

   Esperanza del bien que me entretiene,

¿qué me decís? ¿Tendréis ahora efecto?

En nombre de tu amor te lo prometo,

que más se estima cuando tarde viene.

   Alma, ¿qué quieres? ¿Qué descanse o pene?
5

Descansa y pena, corazón inquieto;

pues ¿cómo ha de caber en un sujeto,

porque el cielo de Amor, infierno tiene?

   Cómo oráculo, Amor, sentidos junta,

tiene su voz entendimiento vario;
10

donde promete el bien, el mal apunta.

   Astrólogo e Amor y judiciario,

que quien quiere saber lo que pregunta,

de lo que dice, espera lo contrario.


- 759 -

Acto III, BERNARDO

   Este es el punto a que llegar desea

el que se precia de perfecto amigo,

pues a morir por su ocasión me obligo;

que ya pluguiese a Dios que verdad sea.

   ¿Quién hay que en este punto un hombre vea
5

sujeto a las prisiones y al castigo

y a un padre, airado, con razón, conmigo,

que la verdad de mis finezas crea?

   Mi voluntad te he dado, conocida

en que por ti jamás estuvo en calma;
10

también te di la libertad perdida.

   Bien merezco de amigo lauro y palma,

pues que, cristiano, te daré la vida,

y si fuera gentil, te diera el alma.


- 760 -

Acto III, GUZMÁN

   Si se usaran amigos de esta suerte,

no hubiera entre los hombres tantos males;

que por usarse amigos desleales

no hay lazo de amistad seguro y fuerte.

   El hierro en oro nuestra edad convierte
5

por el valor de dos amigos tales,

pues quieren ser en la lealtad iguales,

pagándose el amor hasta la muerte.

   Sirena es la amistad que mata y llora;

el amigo más cándido, murmura,
10

la fama quita y el honor desdora.

   Prestar y confiar es gran locura;

que en amigotes de los que hay ahora

ni deuda ni mujer está segura.


De El amigo por fuerza

- 761 -

Acto I, TURBINO

   Si en la región líbica o maura

nacido hubiera este mi amor inmenso,

a tus altares ofreciera incienso,

condesa ilustre, celestial Lisaura.

   Eres de aquesta vida aliento y aura,
5

y el alma propia muchas veces pienso,

pues con morir me dejas indefenso

el cuerpo que en tu vida se restaura.

   Ya las enigmas de un desdén descifra,

por donde, aunque su amor a entender vengo,
10

excede el mío la más alta esfera.

   Quien pinta a niño Amor, pintole en cifra;

pintara a Atlante, a Polifemo hiciera

por presumir aún más de su abolengo.


- 762 -

Acto I, LISAURA

   No importa bien nacidos pensamientos,

pues sois del dueño que os acoge honrados,

que andéis entre las gentes declarados,

si saben la verdad de mis intentos.

   Que sólo a vuestros altos fundamentos
5

puede importar el ser tan envidiados,

que al sol de vuestras penas y cuidados

están los ojos de la vida atentos.

   Yo quiero, y soy querida con extremo,

mude el desdén en diferente nombre,
10

en gusto la crueldad, el hielo en llama.

   Ni burlo ya ni ser burlada temo,

que la mujer discreta escucha al hombre,

y primero le prueba que le ama.


De El amor enamorado

- 763 -

Jornada III, CUPIDO

   Selvas de Arcadia, montes, y riberas,

yo soy Amor, mi madre me ha reñido,

de hoy mas todo mortal guarde el sentido,

que no he de perdonar aves, ni fieras.

   Tú, que las plantas al correr ligeras
5

por las sendas estampas del olvido,

presto verás, habiéndome ofendido,

lo que va de las burlas a las veras.

   Hoy has de aborrecer, y ser querida,

y tu vanaglorioso, Febo, advierte,
10

que no te importa ser Ficonizida.

   No pienses libre de mis flechas verte,

porque de cuantas cosas tienen vida

sólo no supo que es Amor la muerte.


- 764 -

Jornada III, FEBO

   Al autor de la luz tanto desvelo,

tanto desdén, y desigual porfía,

estoy por no salir, ni formar día,

aunque la tierra se lamente al cielo.

   Caiga la noche de sí misma al suelo
5

sin esperanza de la lumbre mía,

porque la caza que estas selvas cría

se envuelva en sombra de su eterno velo.

   Suspende el arco al hombro, que profana

la ley de amor, y si es buscar severa
10

fieras, tu condición dulce tirana.

   Que fiera más cruel hallar espera,

que la que tiene con belleza humana

de piedra el alma, el corazón de fiera.


De El animal de Hungría

- 765 -

Acto I, TEODOSIA

   Asperísimas sierras, que en altura

sois Ícaros del Sol, pues a su llama

ambiciosa a la tierra os encarama

para que deis asalto a su hermosura.

   Las blancas alas de la nieve pura
5

derrite, y como plumas las derrama

en este prado, a sus arroyos cama

y en aquella laguna sepultura.

   Años he sido vuestra humana fiera;

yo pienso que en mi muerte se declaran
10

los mismos que intentaron la primera.

   Mas aunque cielo y suelo en vos me amparan,

¿qué fuera de los tristes si no hubiera

muerte, en que todas las desdichas paran?


- 766 -

Acto II, ROSAURA

   Yo vi, yo me admiré; mas de admirarme,

nació un regalo en que sentí perderme,

los sentidos hallé como el que duerme,

sin poder la memoria despertarme.

   Sentí notable pena en ausentarme,
5

y ausente, sólo pudo entretenerme

imaginando en la presencia verme,

no pudo entristecerme y alegrarme.

   Mil esperanzas a mi pena ofrezco;

con todas estoy bien y mal conmigo;
10

en un punto me alegro y entristezco.

   Huyo de la razón y el gusto sigo.

Esto siento, esto tengo, esto padezco,

si esto es lo mas de amor, lo menos digo.


- 767 -

Acto II, ROSAURA

   Bellísimo animal parece el hombre.

Ninguno he visto que me agrade tanto.

Ya por su ausencia me provoco a llanto,

que no hay vergüenza que mi pecho asombre.

   Dame licencia que te llame y nombre
5

Felipe mío, pues si a ver levanto

la vista al monte, todo causa espanto,

si no es el eco de tu dulce nombre.

   ¿Felipe? ¡Hola, Felipe! ¡Por los Cielos,

que aquella otra le detiene y tiene
10

entre los brazos, y esto llaman celos!

   Pues, otra, que le dejes te conviene,

que iré a matarte si me dan recelos,

que por otra hermosura se detiene.


- 768 -

Acto II, ROSAURA

   Alma cubierta de esta vil corteza,

¿sientes por dicha? -¿Ya no ves que siento?

-¿Entiendes bien? En el entendimiento

parezco celestial naturaleza.

   -¿Tienes tu voluntad? -¿En la belleza
5

que adoro no lo ves y en mi tormento?

-¿Y memoria? También, que en un momento

soy siempre volador en la presteza.

   -Pues si quieres, entiendes, y te acuerdas,

quieres con voluntad lo que has buscado
10

con el entendimiento y la memoria,

   no pierdas la razón, porque no pierdas

las tres potencias con que Dios te ha dado

saber que es bien y mal, que es pena y gloria.


De El animal profeta y dichoso parricida San Julián

- 769 -11

Jornada II, VULCANO

   Comparaba un discreto el casamiento

a un soldado que la plaza asienta

por regalarse en una y otra venta

al tiempo del sabroso alojamiento.

   Llega a embarcarse lleno de contento,
5

porque el bajel que lleva le alimenta:

Métenle en un presido a buena cuenta,

donde pasa veinte años de tormento.

   Cásase un hombre, y en sus alegrías

se ven también aqueste mismo daño;
10

pues por lograr sus locas fantasías,

   del cuerdo ejemplo, o ya del necio engaño,

escoge un cielo de tan breves días

por el infierno de tan largos años.


- 770 -

Jornada II, LAURENCIA

   Si Federico aquesta noche intenta

mostrar la fuerza de su amor gallardo,

con razón temo, dudo y me acobardo,

viendo como Julián de mí se ausenta.

   Ajeno amor batalla me presenta,
5

pero con mi valor vencerle aguardo;

ya el cielo se reboza el manto pardo,

y en vez de luz, oscuridad ostenta.

   De la casa cerrar las puertas quiero,

y prevenirse de armas mi honor piensa;
10

mas estas armas no serán de acero,

   sino de no querer hacer ofensa

al santo honor, que con aquesto espero

tener al mismo cielo en mi defensa.


De El anzuelo de Fenisa

- 771 -

Acto III, Escena IV, DINARDA

   Cuenten luego novelas y ocasiones

de la imaginación más divertida,

que allá saldrá el romance de la vida

alegando mezquinas invenciones.

   Por el amor de Albano y sus pasiones
5

cruzo el mar, me disfrazo decidida

y a la mujer que es más aborrecida,

fingiéndome don Juan, canto ilusiones.

   Romper trato esta farsa y burda treta

y cien veces de Albano el pensamiento
10

a sus grillos me amarra y me sujeta.

   ¡Cumple, Amor, tu decreto soberano,

que he de seguir en el primer intento

hasta que de Fenisa libre a Albano.


De El arenal de Sevilla

- 772 -

Acto I, LOPE

   Sembrando en tu Arenal mis esperanzas,

¡oh Sevilla!, ¿qué fruto será el mío,

que ni del llanto bastará el rocío,

ni del ligero tiempo las mudanzas?

   ¡Oh, tú, que del ocaso al norte alcanzas
5

pensamiento menor que el desafío!,

si en el arena siembras de este río,

tu cosecha será desconfianzas.

   Si comparas tu arena con mis males,

tú, ni la Libia, de montañas llena,
10

tenéis bastante copia de arenales.

   ¡Oh, principio terrible de mi pena!

Si en él son las arenas desiguales,

¿qué fin espero de sembrar tu arena?


- 773 -

Acto II, LUCINDA

   Nace en Egipto el fiero cocodrilo,

que al peregrino llama en voz humana,

con que a su cueva y boca el paso allana

del que a seguido su engañoso estilo.

   No lo es el llanto que por ti destilo,
5

ni porque de tu vida soy tirana,

que, aunque traigo vestidos de gitana,

nací en Medina, y no ribera el Nilo.

   Peregrino del alma que te adora:

Lucinda soy, que, sin ventura, vengo
10

a decir a los hombres la ventura.

   Dame, dame esa mano vencedora;

que si ventura de tomarla tengo,

su palma la victoria me asegura.


- 774 -

Acto III, LUCINDA

   Alarga riendas pensamiento loco,

si descansa el amor con la venganza;

que cuando entre los males hay mudanza,

yo pienso que los males duran poco.

   Si con tus alas el remedio toco,
5

no se anegue en la pena la esperanza;

logre su pretensión la confianza,

si al cielo con mis lágrimas provoco.

   Mitigad, corazón, vuestros desvelos,

esforzad el valor de mis porfías
10

mientras os miran los piadosos cielos;

   porque con celos estorbar los días

que no se gocen los que dan los celos,

basta para templar las penas mías.


De El asalto de Mastrique por el Príncipe de Parma

- 775 -

Acto I, BIFANZÓN

   Dura cosa es servir tirano dueño,

grave, tener un pleito, el juez airado,

terrible, pobremente estar casado,

triste, por ambición perder el sueño.

   Fuerte fiar la vida a un corto leño:
5

necia, mandar el que ha de ser mandado,

extraña el libre en un papel forzado;

cruel, sufrir el grande al que es pequeño.

   Fiera, el premio perder quien le merece,

mortal, tener mujer propia a disgusto,
10

y vil cosa es pedir de ningún modo.

   Pero asistir a lo que se aborrece,

forzando el alma, y esforzando el gusto,

es muerte sin morir, que es más que todo.


- 776 -

Acto III, EL DUQUE DE PARMA

   Guerra, quién te inventó? si soy injusta,

mi origen fue de un Ángel la malicia:

si soy justa, inventome la justicia,

porque con la razón la guerra es justa.

   Quien de sus asperezas se disgusta,
5

ni tiene honor, ni tu laurel codicia:

así es verdad, que mi triunfal milicia

dio a humildes frentes la corona Augusta.

   Que haré guerra, qué haré? seguir la guerra,

y abrase el fuego los Flamencos hielos,
10

hasta que se reduzca al Rey su tierra.

   Felipe tiene aquí de sus abuelos

el patrimonio: pues alarma cierra,

que la razón es hija de los cielos.


De El ausente en el lugar

- 777 -

Acto I, ELISA

   ¡Ay, fuerte obligación! ¡Ay, honra, asida

a la virtud de un generoso pecho!

La justa resistencia que habéis hecho

en tanto amor, me costará la vida.

   No sé si ya me siento arrepentida;
5

que contra amor no hay fuerza de provecho;

pero saldrá del alma su despecho

cuando el honor la posesión le impida.

   ¡Casada yo sin ti! ¡Triste suceso!

Imaginarlo sólo me desalma;
10

pero ya que en el alma estás impreso.

   Él tendrá los despojos, tú, la palma;

que quien tiene en Argel el cuerpo preso,

tendrá por puntos en su tierra el alma.


- 778 -

Acto III, ELISA

   ¡Qué propio es en amor, cómo lo cantan,

ir y quedar y con quedar, partirse!

¡Oh, cuántos pensamientos quieren irse

que al primer paso del partir se espantan!

   Los pies con el agravio se adelantan
5

a la tierna piedad del despedirse;

mas suele amor al mismo agravio asirse

y sentarse donde ellos se levantan.

   Si amor es un colérico accidente,

no puede hacer efectos de cobarde;
10

que es fuego, es ira, es furia, es rayo ardiente.

   Mal huye quien de amor se abrasa y arde;

que como amor se precia de valiente,

vuelve la espalda a su enemigo tarde.


De El bastardo Mudarra

- 779 -

Acto I, LAMBRA

   Cae sobre el dragón que le ha mordido

el indiano elefante, y en el prado

muerde aquel mismo pie que le ha pisado

el áspid, a vengarse promovido.

   Celoso el toro, con feroz bramido
5

desnuda el verde bosque, y el pintado

tigre se arroja al mar precipitado,

del fugitivo cazador vencido.

   No es en las fieras y animales solos

a quien la ira del vengarse alcanza
10

con tal solicitud, fraudes y dolos;

   que la mujer, sin admitir mudanza,

tiene su condición sobre dos polos

que mueven el amor y la venganza.


- 780 -12

Acto I, CONSTANZA

    Discreta fuera yo, sino quisiera

a donde tengo el fin indiferente,

mas como fue mi amor por accidente

no puedo no querer lo que amor quiera.

   Quiero, y querré, pues quien amando espera
5

ya de su posesión principios siente,

pues quien los goza, no es razón que intente

del bien que comenzó salirse afuera.

   Dificultades el amor me ofrece,

pero también me ofrece las victorias,
10

con que a sombras del bien, el mal padece.

   Esto puede el pacer de sus memorias,

que quien ama ocasión que lo merece,

hasta las penas le parecen glorias.


- 781 -

Acto I, RUY

   La dulce lengua de engañoso estilo

de un lisonjero amigo fabuloso;

la pluma del cobarde cauteloso,

ardiente espada de doblado filo;

   Las lágrimas del falso cocodrilo,
5

de la sirena el canto peligroso;

el león hambriento, el áspid venenoso

que silba por las márgenes del Nilo;

   la furia del que hablando se deslengua

contra el ausente, la ocasión pasada
10

para poder satisfacer su mengua;

   en el rendido la villana espada,

no igualan ni a la furia ni a la lengua

de una mujer, para vengarse airada.


- 782 -

Acto III, BUSTOS

   Quien vive larga vida, no se espante,

que en muchos años, muchas cosas vea,

tanto suele engañarse el que desea

que al límite postrero se adelante.

   El más robusto, fuerte, y arrogante
5

no hay caña humilde que más débil sea,

ni hay gusto en las riquezas que posea,

ni mal que no le humille y le quebrante.

   Todo se atreve al que no vio, ni siente,

en que imagina el que vivir procura
10

si en todo tiempo muere brevemente.

   La muerte en fin ha de vivir segura,

pues siendo un enemigo tan valiente,

esperarle sin fuerzas no es cordura.


De El bautismo de Cristo

- 783 -

CONFUSIÓN

   ¿Es Sol este hombre? sí, que resplandece;

¿es cielo? sí, pues da tales estrellas;

¿es fuego? sí, también, pues da centellas;

¿es luna acaso? sí, pues embebece;

   ¿Es rey? pienso que sí, pues lo merece;
5

¿es gloria? sí, pues vence mis querellas;

¿es ángel? sí, por sus facciones bellas;

¿es Dios este hombre? mucho lo parece.

   Sol, cielo, fuego, luna, rey y gloria,

ángel y Dios, de ti me voy huyendo,
10

confusa más que nunca mi memoria,

   que aunque tu ser en ti se está leyendo,

y eres tú el libro de tu misma gloria,

estás escrito en lengua que no entiendo.


- 784 -

CRISTO

   Padre Eterno increado que pusiste

todas las cosas en mi propia mano,

yo sólo te conozco soberano

Padre, y tú solo a mí me conociste;

   ya vine al mundo, al mundo me ofreciste,
5

que fue tu voluntad que el hombre humano

a tu rey no le hiciese el paso llano:

mucho le amas, pues por él me diste.

   Aquí estoy esperando a mi enemigo,

de quien me aguarda la primer victoria,
10

hasta que en cruz le venga la postrera,

   que entonces con morir, matar me obligo

la muerte, dando al hombre vida y gloria,

que en fin su vida de mi muerte espera.


- 785 -

CRISTO

   Las injurias que tocan al ser hombre,

Padre mío, sufrí con gran paciencia,

pero no cuando vi con la insolencia

que éste ofendió vuestro divino nombre;

   bien es que le destierre y que se asombre
5

cuando toma de Dios la preeminencia,

que como en todas partes Dios presencia,

no es bien que de ese título se nombre.

   Vencido parte y no desengañado,

que hasta que baje a quebrantar sus puertas
10

no es bien que de su duda cierto quede;

   serán entonces las del cielo abiertas

con mis pies, con mis manos y costado,

que mi llave de cruz abrirlas puede.


- 786 -

POETA

   Hermosa cara, no os vendáis barat,

ni vuestra linda estrella lo permit,

ni recibáis de balde la visit,

ni os troquéis niña de oro sino en plat.

   No queráis mal a quien verdad os trat,
5

porque es indicio de mujer maldit,

mirad que la hermosura es una dit

que no se cobra bien si se dilat.

   No os mostréis liberal ni manirrot,

sino coged de vuestras flores frut,
10

y guardaréis a vuestro honor respet.

   Este es mi parecer, este mi vot,

y porque n otros gustos no hay disput,

yo cumplo con haceros un sonet.


De El bautismo del Príncipe de Marruecos

- 787 -

Acto I, LELA

   Solicitud del bien de lo que se ama,

llaman amor, los que de amor entienden,

porque cuanto imaginan, y pretenden,

es su aumento de vida, gloria y fama.

   El gusto propio amarse así se llama,
5

los que a esto intentan al amor ofenden,

los que el ajeno bien miran, y emprenden,

estos amor, de honesto amor inflama.

   Si procuro mi gusto, a mí me quiero,

y si el ajeno tengo por más justo,
10

señal es que mi amor es verdadero.

   Amar el propio bien, es gusto injusto,

que sólo quiere con amor sincero,

quien se aborrece por amar su gusto.


De El bobo del colegio

- 788 -

Acto I, FULGENCIA

   ¡Qué poco dura el bien a un desdichado!

¡Qué cortas son las horas que le tiene!

Pues, con la prisa que a su casa viene,

más es huésped partido que llegado.

   ¡Ay, Garcerán, para perdido, hallado!
5

¡Qué imposible paciencia nos conviene!

Parece que la suerte el mal previene,

para que corra tras el bien que ha dado.

   Aun apenas mis dichas fueron dichas,

cuando fortuna se deshizo de ellas,
10

trocándolas en penas y desdichas.

   ¡Ay, Dios! ¡Cuán mejor fuera no tenellas!

Que al desdichado si le vienen dichas,

es para la desdicha de perdellas.


De El caballero de Illescas

- 789 -

Acto II, JUAN TOMÁS

   Subí, llegué, toqué, cometa he sido,

sólo me falta deshacerme luego,

pero si estoy en la región del fuego,

que mucho que de allá salga encendido?

   Trace, dije, rendí, diose a partido
5

la gran ciudad a cuyas puertas llego,

porque siendo Español, parezco Griego,

en el engaño, y el andar perdido.

   Es fuerza para aumento de sus glorias,

cebo dorado que las almas pescas,
10

la vela con que salen mis historias.

   Porque tendrán, si el viento me refrescas,

Toledo fiestas, y a Madrid victorias,

Laurel amor, y Caballero Illescas.


De El caballero de Olmedo

- 790 -

   Yo vi la más hermosa labradora,

en la famosa feria de Medina,

que ha visto el sol adonde más se inclina

desde la risa de la blanca aurora.

   Una chinela de color, que dora
5

de una columna hermosa y cristalina

la breve basa, fue la ardiente mina

que vuela el alma a la región que adora.

   Que una chinela fuese victoriosa,

siendo los ojos del amor enojos,
10

confesé por hazaña milagrosa.

   Pero díjele dando los despojos:

«Si matas con los pies, Inés hermosa,

¿qué dejas para el fuego de tus ojos?»


De El caballero del milagro

- 791 -

Acto II, LUZMÁN

   ¡Dichoso el bien nacido, el noble, el grande,

que sin virtud hereda la nobleza,

sin que del mar y tierra la aspereza

ni los peligros de las armas ande.

   No hay ley que a su grandeza se desmande,
5

con ser de muertos padres su grandeza,

y más si le acompaña la riqueza,

porque entonces no hay rey que tanto mande.

   Nacimos todos y vivimos todos

hasta la muerte el tiempo permitido;
10

pero por varios y diversos modos

   aquel busca el sustento y el vestido,

y este porque desciende de los godos

es dorado y por señor tenido.

   Mas el plazo cumplido
15

se viene a conocer que el mundo yerra,

pues que juntos los dos se vuelven tierra.


- 792 -

Acto III, LUZMÁN

   Leonardo ilustre, valeroso armífero,

contra el fiero cismático y herético

y contra el falso alárabe profético,

alférez fuerte, capitán belífero.

   Tú que el pendón católico y cristífero
5

has puesto sobre el muro mahomético,

honrando al suelo vandalino y bético

de ingenios y armas fuerte y salutífero.

   Si a Carlos Quinto, príncipe invictísimo,

la fama llega de tu esfuerzo bélico,
10

verás de premios un inmenso cúmulo.

   Serás en vida espléndido y riquísimo

y en muerte como a mílite evangélico,

dos mil banderas honrarán el túmulo.


De El caballero del sacramento

- 793 -

Acto I, LUIS

   ¡Señor, que de esa cándida cortina

cubres la Majestad que admira el cielo,

si al arca del Maná, cubierta y velo,

amor piadoso, como ves, me inclina,

   perdona lo que un alma determina,
5

que abrasas tú de tu amoroso celo,

pues todo el fuego me parece hielo,

y resplandor de tu deidad divina!

   Confieso mis pecados, y te pido

perdón de tan extraño atrevimiento,
10

disculpado de amor, de amor vencido;

   No temo al fuego ya, mayor le siento,

que el hielo del temor, que te es debido,

me sabrá defender de su elemento.


- 794 -

Acto II, DORISTA

   Hablé atrevida, porque no hay pisada

víbora cual mujer que fue ofendida,

pero puesto que fui tan atrevida,

me dice amor que no seré vengada.

   Es Gracia de Manfredo tan amada,
5

que por los celos ha de ser querida

con más extremo que su misma vida;

celos son vaina, y el amor espada.

   Los filos del amor y sus desvelos,

mientras los dedos dan punto en vacío,
10

encubren, como al sol los pardos cielos,

   tanto, que cuando está cansado o frío,

con agrio de naranja de unos celos,

si no come el amor, pierde el hastío.


De El capellán de la Virgen

- 795 -

Acto I, MENDO

   Inés, tus bellos, ya me matan, ojos,

y el alma, roban pensamientos, mía,

desde aquel triste, en que te vieron, día,

con tan crueles por tu causa, enojos.

   Tus cabellos, prisiones de amor, rojos,
5

con tal, me hacen vivir, melancolía,

que tu fiera, en mis lágrimas, porfía,

dará de mis, la cuenta a Dios, despojos.

   Creyendo que de mí no, amor, se acuerde,

temerario, levántase, deseo
10

de ver a quien me, por desdenes, pierde.

   Que es venturoso, si se admite, empero,

esperanza de amor, me dice, verde,

viendo que te, desde tan lejos, veo.


- 796 -

Acto I, FAVILA

   Tuvo la mano Mucio largo espacio

delante de Porsena, ardiendo en fuego;

por montes de agua halló camino el griego

al mar Tirreno, al Libio y al Carpacio.

   Bajó a las puertas del infierno el tracio
5

cantor que puso a su dolor sosiego,

y por su honor, sin ser amante ciego,

la puente defendió famoso Horacio.

   Yo, pues, con tanto ejemplo, cuanto encierra

aquesta cueva, sacaré atrevido
10

si con diamantes el temor la cierra.

   Que un verdadero amor agradecido,

en bien, en mal, en fuego, en agua, en guerra,

nunca tuvo temor si no es olvido.


- 797 -

Acto I, FAVILA

   Halló las artes el ingenio humano,

y dioles perfección amor, de forma,

que parece que es alma con que informa

el cuerpo más inútil, rudo y vano.

   La guerra y paz del rostro del dios Jano
5

mejor con sus mudanzas se conforma,

dulce Ovidio es amor, amor transforma,

que la hermosura fue el primer tirano.

   De derecho le viene aqueste nombre,

pues antes que tuviese alguna ciencia,
10

obedeció el amor al primer hombre.

   La edad del mundo tiene su potencia;

luego no será bien que a nadie asombre

que yerre amando la mayor prudencia.


- 798 -

Acto II, ROSINDA

   Bien sé, cabellos, que los cercos de oro

que la frente de España en sí contiene

de Cádiz a los montes de Pirene,

Ramiro os diera con mayor decoro.

   Mas dice amor que si a Favila adoro,
5

este tesoro sólo me conviene,

porque el amor, como avariento, tiene

más que en el pecho, el alma en su tesoro.

   Si se perdieron reinos poseídos

por un gusto de amor, los no alcanzados
10

¿qué mucho que se juzguen por perdidos?

   Animo a lo peor, dulces cuidados,

que más que en las venturas atrevidos,

os quiero en las desdichas porfiados.


- 799 -

Acto II, ILDEFONSO

   Señora mía, lágrimas derramo

viendo que os trate de esta suerte el mundo,

siendo su estrella vos, y en el profundo

Diluvio el Ave con el verde ramo.

   No me permite los que os quiero y amo
5

sufrir que ese purísimo y fecundo

claustro, que de los tres honró el segundo,

no le honre el mundo, a quien ingrato llamo.

   Hacedme, Virgen, digno de alabaros;

dadme virtud contra enemigos fieros
10

que no quieren, Señora, respetaros.

   Si a las damas defienden caballeros,

merezca serlo vuestro por amaros,

y hasta perder la vida defenderos.


- 800 -

Acto III, ILDEFONSO

   Hermosa virgen, cuyo cuerpo santo

yace debajo de esta blanca losa,

y cuyo puro espíritu reposa

en tanta gloria y en descanso tanto.

   Hoy tu martirio, del tirano espanto,
5

admirada tu patria venturosa,

de quienes eres patrona gloriosa,

celebra en dulce y sonoroso canto.

   Recibe, ¡oh clara luz! que el firmamento

dora con pies de sol eternamente
10

esta memoria que en tu honor presento.

   Y a quien de gloria coronó tu frente,

pide para tu pueblo paz y aumento;

así la tuya accidental se aumente.


De El cardenal de Belén

- 801 -

SAN JERÓNIMO

   Los que a tus plantas su hermosura aplican,

y a tu divino sol hacen diadema,

que con tan soberana epifonema,

santo, mil veces, santo reduplican,

   tu inescrutable esencia testifican
5

con ver que su poder al tuyo tema,

Divino Teos, Majestad Suprema,

que tantos atributos significan.

   Si al triángulo santo que contiene

tu círculo divino, el pensamiento,
10

tal vez como veloz, confuso viene,

   en mi pequeño mundo mira atento

tu semejanza, pues el alma tiene

memoria, voluntad y entendimiento.


De El casamiento en la muerte

- 802 -

Jornada I, REY ALFONSO

   Culpa he tenido, España belicosa,

sólo en quereros sujetar a Francia;

si Roma con su triunfo y arrogancia

jamás estuvo en paz, o guerra ociosa.

   Diga Escipión lo que le fue costosa
5

Cartagena, Sagunto con Numancia;

si el África se alaba de ganancia,

traición se la entregó, que no otra cosa.

   Pues vos, madre de un fuerte Viriato,

y que a Roma le dais emperadores
10

Teodosios y Trajanos sin segundo,

   no es justo que tengáis un hijo ingrato;

yo os daré españoles sucesores

que den a vuestro reino nuevo mundo.


- 803 -

Jornada III, REY ALFONSO

   Aquesta ha sido permisión del cielo;

¡Afuera, enojo de mi honor manchado;

que tal hijo merece ser honrado

y que de mi rigor triunfe su celo!

   Cuando por la venganza me desvelo,
5

al cielo siento contra mí enojado,

y por el homenaje quebrantado,

las hidalguías de la ley del suelo.

   ¡Cese esta vez la furia rigurosa

de aquel sangriento honor, que ha dado leyes
10

al mundo, sin razón, llena de errores!

   ¡Tenga perdón, porque en ninguna cosa

tanto imitan a Dios los altos reyes

como es en perdonar los ofensores!


De El castigo del discreto

- 804 -

Acto III, ALBERTO

   No por guardar a la mujer se puede

tener segura; que en el agua escribe

quien de cuidado y celos se apercibe,

que mayores sucesos le concede.

   Y así es razón que de su industria quede
5

burlado el que su gusto le prohíbe

que es animal que en confianza vive,

y, en queriéndose asir, al viento excede.

   La privación que a la mujer destruye,

alguna vez su perdición ordena
10

y a desatinos su flaqueza atiza:

   que mientras más la aprieta más se huye;

porque es como tomar puño de arena,

que por cualquiera dedo se desliza.


De El castigo sin venganza

- 805 -

Acto II, FEDERICO

   ¿Qué buscas, incansable pensamiento,

bárbaro, qué me quieres? ¿qué me incitas?

¿por qué la vida sin razón me quitas?

donde volando, aun note quiere el viento.

   Detén el vagoroso movimiento,
5

que la muerte de entrambos solicitas;

déjame descansar, y no permitas

tan triste fin a tan glorioso intento.

   No hay pensamiento, si rindió despojos,

que sin determinado fin se aumente,
10

pues dándole esperanzas sufre enojos.

   Todo es posible a quien amando intente,

y sólo tú naciste de mis ojos,

para ser imposible eternamente.


De El conde Fernán González

- 806 -

Acto I, CONDE

   ¿Quién te debe, Señor, lo que te debo?

Tuyo será el honor, tuya la gloria;

por ti gocé tan próspera victoria,

por ti el laurel de aqueste triunfo llevo.

   No el Arca santa a conducir me atrevo
5

por Madián, sino tu fe, en memoria

de aquella santa y verdadera historia,

con el vino maná que como y bebo.

   Si tú me das esas divinas luces,

y con tu fuerte y poderosa mano
10

valor contra los moros andaluces,

   Córdoba temblará del castellano,

en su mezquita colgarán tus cruces,

y en cada mármol un pendón cristiano.


- 807 -

Acto II, SANCHA

   No fueron vistos todos los queridos

de la fama; el amor tiene despojos

que no han entrado todo por los ojos;

caminos son del alma los oídos.

   Estaban mis sentidos divertidos
5

para sentir del Conde los enojos,

y de su vista vino a darme antojos

un veneno escuchado en mis sentidos.

   Los venenos bebidos hacen daño;

pero ¿cuándo escuchado los venenos,
10

se han dado a nadie con tan dulce engaño?

   Ya tengo de ellos los sentidos llenos,

oído quiero al Conde, ¡caso extraño!

pienso que visto le quisiera menos.


De El cuerdo en su casa

- 808 -

Acto I, ELVIRA

   Hijos de amor, aunque de amor bastardos,

celos, que con la capa de los cielos

cubrís vuestros engaños y desvelos,

engaños breves, desengaños tardos.

   Celos valientes, a inquietar gallardos
5

la causa que os obliga, locos celos,

de la cara verdad. ¡Oh sacros velos

y del sol del amor nublados pardos!

   ¿Qué haré, que me han mandado aunque me asombra

ver vuestra causa, y causa que es tan bella,
10

que por ser celestial, bella se nombra?

   Sospecho que decís que vaya vella.

Iré como quien tiene miedo o sombra,

que, por ver si es verdad, se abraza de ella.


- 809 -

Acto II, ELVIRA

   Celos hacen a veces buen efecto,

siendo la sal de amor que tiene hastío,

y a veces es su efecto desvarío;

que está a mudanzas el honor sujeto.

   Leonardo, muy privado de discreto;
5

sabiendo que el peligro es suyo y mío,

a mi fuego responde helado y frío

señales claras de su amor sujeto.

   No hay darnos ocasión, o mucha o poca;

porque, en llegando a haber desconfianza,
10

ha de salir el fuego por la boca;

   que si a picar a un a mujer alcanza

la víbora de celos, dará, loca,

libras de honor por onzas de venganza.


- 810 -

Acto III, LEONARDO

   ¡Dichoso el labrador, que del arado

vuelve a su casa con la blanca luna!

Come la pobre cena, si hay alguna;

de una simple mujer se acuesta al lado.

   Allí, ni por la joya ni el bordado,
5

con fingidas caricias le importuna;

ni más que de la mesa hasta la cuna

le desvela solícito cuidado.

   ¡Oh, tiempo miserable, pues qué quieres

que esté en un faldellín todo el decoro,
10

y hasta para el chapín la plata adquieres!

   ¡Oh, gran desdicha! Pues después que el oro

conquistó por los pies a las mujeres,

perdieron muchos su mayor decoro.


De El cuerdo loco

- 811 -

Acto I, ANTONIO

   Salen los rayos del señor de Delo

dorando el monte, y esmaltando el prado,

y del arroyo por la noche helado,

vuelven reflejos a su mismo cielo.

   Esparce el ave por el viento el vuelo,
5

en nudoso redil bala el ganado,

marcha al son de las cajas el soldado,

por Julio al Sol y por Diciembre al hielo.

   Alégrase la mar de espumas cana,

porque cuanto sustenta el cielo, y cría
10

vive de nuevo en viendo la mañana.

   Y levántome yo Lucinda mía

al Sol de tu hermosura soberana

porque en tus ojos amanece el día.


- 812 -

Acto III, DINARDO lee

   Al Rey de tres personas, y uno solo

escribe Abel contra Caín su hermano

con sangre en el arena de aquel llano

por donde corre néctares Pactolo.

   Señor en cuyos pies estriba el Polo
5

besándolos el Ángel soberano

a cuya inmensa, y sacro santa mano

pide tu luz la lámpara de Apolo.

   Caín ciego del humo de su trigo

tan envidioso está de mi cordero
10

que de mi sangre le manchó conmigo.

   Apelo a vos, pues que sin culpa muero,

no le matéis, Señor, tiemble en castigo

no llore Adán porque venganza espero.


- 813 -

Acto III, ANTONIO

   Cuándo verán mis tristes pensamientos,

sereno el Sol algún alegre día?

Cuándo de esta prisión, oscura, y fría,

saldrán mis alas a romper los vientos?

   Cuándo mis ojos a tu cielo atentos,
5

verán la luz que espera el alma mía?

Cuándo este mar, que contrastar porfía

mi nave amansará sus movimientos?

   Cuándo podrán mis tristes ojos verte,

o luz del alma, en tanto bien perdida,
10

siendo la estrella, que mi Norte encierra?

   Yo pienso que será, cuando la muerte

rotas las velas de mi triste vida

la nave esconda en siete pies de tierra.


De El desconfiado

- 814 -

Acto I, LEONOR

   Mi padre, que contigo, Leonor mía,

no mía, dije mal, casarse intenta,

de ti, de sí, de mí, mi vida ausenta,

y a la corte solícito me envía.

   No quiere que en Jerez asita un día,
5

ni un hora, en que pudiera darte cuenta

de aqueste dulce amor que me atormenta,

que cuanto a ti se acerca me desvía.

   Parto a morir, mi bien; y voy de suerte,

que, con dejar el alma en la partida,
10

tengo por mayor mal dejar de verte.

   Cásate con mi padre y mi homicida,

pues perderé la vida por no verte,

y ganarás mi hacienda sin mi vida.


- 815 -

Acto II, DON JUAN

   ¿Qué es esto, Amor? Si ya doña Ana sabe

que soy don Juan y como a mí me adora,

o si su liviandad ha sido tanta

que siendo Pedro yo y criado suyo,

   como a Pedro me adora? Mas ¿qué digo?
5

¿Las estrellas del cielo de su cara

habían de alumbrar el cielo humilde

de un vil criado? ¡Vive Dios! que Pedro

   o Fabio más intentos le han contado

y como a primo suyo me ha entregado
10

su libertad y amor, honor y vida;

   que es imposible que mujeres nobles

su calidad empleen en sujetos

tan bajos, tan humildes e imperfectos.


De El desdén vengado

- 816 -

Acto I, FENISO

   Armas de amor, señora, son tus ojos,

y siendo el resistirlos imposible,

en fuego tan hermoso y apacible

aumente el alma luz, y arda en despojos.

   Tu valor, ofendido en mis antojos,
5

basta lo que se venga inaccesible;

que no ser a mis méritos posible,

seca esperanzas y produce enojos.

   Dasme lugar que nunca me le deja,

para llegar al fin, que no se alcanza
10

por más que al tiempo la razón se queja.

   Y así no espera mi dolor mudanza,

pues tanto más la profesión se aleja

cuanto más se me acerca la esperanza.


- 817 -

Acto I, ROBERTO

   Dulce cosa es amor mientras promete;

fiera cosa es amor si desengaña;

celos con una cifra en lengua extraña

que no hay luz de razón que la interprete.

   Amor no hay esperanza que no acepte;
5

con cualquiera favor el alma engaña;

celos, sombra de amor que le acompaña,

traidor que por la espalda le acomete.

   El alma para amor se satisface

de que con la esperanza se entretiene,
10

y mientras llega el bien, quimeras hace.

   Mas con los celos pierde la que tiene,

porque el fuego de amor del cielo nace,

y el de los celos, del infierno viene.


De El desdichado por la honra

- 818 -

   Quien se puede alabar después de veros,

si puede ser, que se libró de amaros,

ni mereció quereros, ni miraros,

pues que pudo miraros sin quereros.

   Yo que lo merecí, sin mereceros,
5

mil almas, cuando os vi, quisiera daros,

si lo que me ha costado el desearos,

a cuenta recibís del ofenderos.

   Mándame amor, que espere, y le creo,

por lo que dicen, que esperando alcanza,
10

aunque tan alta la esperanza veo.

   Pero si os ha ofendido mi esperanza,

dejadle la venganza a mi deseo,

y no queráis de mí mayor venganza.


De El despertar a quien duerme

- 819 -

Acto II, ESTELA

   Pide el amante celos al marido,

con que despierta al que durmiendo estaba,

y a la que de ofender no se acordaba

la deja, por sus celos confundido.

   Prueba el padre la reja y el vestido
5

a la doncella humilde que no hablaba,

y con la privación, lo que ignoraba

sabe, y escribe, y mira, y deja el nido.

   Tal vez a la justicia viendo un hombre,

dice el delito que ignoraba hiciese,
10

publicando su culpa en ir huyendo.

   Quien desafía y pierde, no se asombre;

que no hay cosa más necia y peligrosa

que despertar a los que están durmiendo.


- 820 -

Acto III, ESTELA

   La Reina de Sicilia con Rugero

en un instante, ¡oh, fuego, oh mar, oh tierra,

cuántos engaños en su pecho encierra!

Por darte vida, justamente muero.

   ¡Oh, inconstante, villano caballero!
5

Por darte paz, me vienes a dar guerra,

Amor, ¿qué siempre tu experiencia yerra,

falso en cumplir, en prometer ligero?

   ¿Haberte yo librado de la muerte,

esto, ingrato Moncada, merecía?
10

Pagarte mal mi firme y feliz suerte

   trueca en pena triste mi alegría.

¡Ah, hombres sin verdad, falso el más fuerte;

mal haya, amén, quien de vosotros fía!


De El desposorio encubierto

- 821 -

Acto I, LUPERCIO

   Templará los discordes elementos

con paz eterna en mínima distancia,

y en rostro igual la pérdida y ganancia,

el fénix entre mil entendimientos.

   Templará dos discordes instrumentos
5

sin cuerdas y sin trastes de importancia,

y con la clara y dulce consonancia

del cielo, del infierno los tormentos.

   Hará que el mar en una fuente quepa,

los peces con los pájaros pintados,
10

leones y hombres hará por juntos verse;

   pero no templará, por más que sepa,

una mujer y un hombre, aunque casados,

si no tienen estrella de quererse.


- 822 -

Acto I, AURELIANA

   Aquí arderéis, pues celos os desdoran

¡oh, papeles de historias fabulosas!,

y no como inocentes mariposas

entre la llama cuya luz adoran.

   Casas donde jamás verdades moran,
5

arded con vuestras máquinas hermosas,

que en vuestras escrituras mentirosas

sirenas cantan, cocodrilos lloran.

   Ya es bien que ardáis sin que mi llanto pruebe

a deshacer la llama a que os entrego,
10

que nadie al mentiroso amparar debe.

   Y no os agravio; que yo sé que luego,

si sois de fuego, el fuego será nieve,

y, siendo nieve, mataréis el fuego.