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ArribaAbajo- CXVIII -


ArribaAbajo    Duque, suspende al tiempo la victoria,
contemplando en tu edad que el varón fuerte
de tiempo y de los hados la divierte
en el seno feliz de su memoria;

   ni muere aquel valor que en viva historia  5
do con imperio leyes a la suerte;
antes ociosa, en paz la misma muerte
venera los confines de su gloria.

   Vibra tus verdes palmas, no concedas
ocio ni olvido al movedor robusto,  10
con que la débil parte fortaleces;

    añada espacios a su edad el justo,
y en su propio vigor viva dos veces,
aunque lo niegue las fatales ruedas.




ArribaAbajo- CXIX -


ArribaAbajo    Hoy, real Señora, hasta la empírea esfera
sube en las alas de tu afecto el oro,
con tal fe, que al del místico tesoro
que en Belén se ofreció, emular pudiera;

    fe, a cuyo aplauso en la región primera  5
las angélicas mentes forman coro,
para anunciar con júbilo sonoro
la sucesión que el orbe de ti espera.

   El mártir, cuya fiel sangre revive,
infunda, pues le invocas. el aliento  10
que inspira en su prodigio, en tu esperanza;

   que ya naturaleza al dulce intento
de compensar con frutos su tardanza,
los términos geniales apercibe.




ArribaAbajo- CXX -


ArribaAbajo    Pues tu gobierno, mi Fernando, imita
al de Dios en los orbes celestiales,
aunque excluya tal vez las judiciales
plumas, venere la justicia escrita;

   que cuando por su arbitrio la infinita  5
dispensa con las órdenes fatales
no les turba los lustres naturales,
ni el influjo común desacredita;

    Ni tú, si la magnánima epiqueya
se opone a los derechos que nos rigen,  10
de su ornato purpúreo los desnudes;

   que, aunque ella tiene altísimo el origen,
no ha de pensar que las demás virtudes
en su presencia son turba plebeya.




ArribaAbajo- CXXI -


ArribaAbajo   Calle sus triunfos la romana historia,
Castro, pues con pacíficas acciones
su político estado le compones,
sin que el furor preceda a la victoria.

    Instrumentos fatales de su gloria  5
son Castros, como en África Cipriones;
mas cedan a tu paz sus escuadrones,
y a nuestras esperanzas su memoria;

   que cuando de la toga te desnudes,
librarás el sepulcro, en que la vida  10
su inmenso amor a los mortales muestra,

    serás después común tiranicida;
deberán los dos mundos a tu diestra
la gran restitución de las virtudes.




ArribaAbajo- CXXII -


ArribaAbajo   Terreno, en cuyos sacros manantiales
suele Marte bañar yelmos y arneses,
y de altas picas las ferradas mieses,
para volver diamante sus metales,

   no sin emulación Pomona y Pales  5
te libran de influencias descorteses,
osas dar flores en ajenos meses,
y el ocio no conoce a tus frutales;

   mas ni tu genio próspero te alaba,
ni la que armaste juventud robusta,  10
como el hijo de Fronto y de Flacila;

   él te da el nombre, oh Bilbilis, oh Augusta,
cuando en la urbanidad flechas afila,
con que arma el seno de su docta aljaba.




ArribaAbajo- CXXIII -


ArribaAbajo    Aunque en tus naves, ¡oh Bretaña ingrata!
por el mar de Filipo armada vueles,
para robar católicos bajeles,
que le conducen tributaria plata;

    por más que el bronce pérfido combata,  5
o amenace con máquinas crueles,
en Gades surgirán las popas fieles
a vista de tu herético pirata;

    y pues de tus designios infelices
no infieres los auxilios que te envía  10
el común padre, por piedad severo.

    presto a la luz de un vengativo día
podrá en tus gentes religioso acero
confundir setas y segar cervices.




ArribaAbajo- CXXIV -


ArribaAbajo   Ya he visto, sabio Andrade, por la gloria
con que habéis satisfecho a mi argumento,
la que disimulada en el tormento
responde a la paciencia meritoria;

    que no pidiendo alivio a la memoria,  5
tregua al furor, ni a la esperanza aliento,
desarma y destituye al sentimiento,
y entonces se corona de victoria.

    ¡Oh, qué gran luz nos da nuestra elocuencia
de otras virtudes, que blandiendo palmas,  10
ocurren a la fiel tiranicida!

    No pida pues paciencia, no, a las almas,
que absortas deja vuestro canto; pida
que en aplauso conviertan la paciencia.




ArribaAbajo- CXXV -


Del padre Juan Luis de la Cerda


ArribaAbajo    El arte falta do el sujeto sobra,
y el vuestro es tal, Señor, que no me deja
para miraros levantar la ceja,
y menos alabar la menor obra;

   un nuevo aliento y fuerza mi alma cobra  5
cualquiera vez que os trata, y de su vieja
vida y costumbre vil así e aleja,
que con acciones más ilustres obra;

    si recitáis la sátira divina
a vuestra Dafne, de hermosura palma,  10
en mí se ven de aquel contento señas,

   y a veces vuestra musa peregrina
tanto se encumbra, que me roba el alma,
la cual dais con que os oigan, a las peñas.




ArribaAbajo- CXXVI -


Respuesta de Argensola


ArribaAbajo    El pintor raro, a quien el arte sobra,
aunque acabada la pintura deja,
vuélvela a ver, y con severa ceja
la acusa, y pone en perfección su obra;

    y el que cada año con usuras cobra,  5
sembrando en tierra ejercitada y vieja,
no del culto solícito se aleja,
que con socorros sucesivos obra;

   pero ni la que vos llamáis divina
sátira, ni el laurel, que llamáis palma,  10
de estas dos diligencias darán señas,

    si ya vuestra elocuencia peregrina
no les infunde a las pinturas alma,
y no cultiva las heladas peñas.




ArribaAbajo- CXXVII -


De doña Catalina de Solís


ArribaAbajo    Mientras gozamos con igual contento,
señor Rector, los días ya perdidos,
en el gusto los ojos detenidos,
no descubrían lo que ahora siento;

   en esta soledad mi pensamiento  5
de espacio os mira, libre los sentidos
de esta fuerza secreta, que rendidos
os da mil pechos, ved el fundamento.

   Mi fe os alabe con silencio cuerdo;
si todo el mundo tanto amor os tiene,  10
grande es la causa de tan grande efeto.

   No penséis que os conozco porque os pierdo;
que alguna vez para juzgar conviene
apartar de los ojos el objeto.




ArribaAbajo- CXXVIII -


Respuesta de Argensola


ArribaAbajo    ¿Oh sol, que dejas con mortal contento
los ojos de las águilas perdidos,
del resplandor suave detenidos,
hasta sentir la fuerza que ya siento;

   vencido te presenta el pensamiento,  5
no sólo lo interior de los sentidos,
pues también los demás te trae rendidos,
que tienen en el alma el fundamento;

   que aunque no juzgo yo por poco cuerdo,
oh sol divino, al que por gloria tiene  10
morir a manos de tan grande efeto,

    en huir de tus rayos no la pierdo,
si a la fe y a su mérito conviene
ignorar las grandezas de su objeto.




ArribaAbajo- CXXIX -


Del Príncipe de Esquilache


ArribaAbajo   Si a Filis por qué llora le pregunto,
que no es del alma su tristeza jura;
mas yo, por la inquietud de su hermosura,
que son de amor las lágrimas barrunto.

    Llorando niega, y a sus penas junto  5
lo que ella siempre desmentir procura,
sin ver que encubre su infeliz cordura
en cuerpo alegre corazón difunto.

    ¡Qué pasos da su engaño tan perdidos!
¡Qué mal se tuerce una costumbre larga,  10
pues no la vencen máquinas ni ruegos!

    ¡Qué poco debe amor a los sentidos,
si al tiempo que el secreto les encarga,
juran los ojos contra el alma ciegos!




ArribaAbajo- CXXX -


Respuesta de Argensola


ArribaAbajo    Si lloró Fili, o si juró, pregunto,
¿qué te mueve a inquirir si verdad jura?
que yo en ti, pues contemplas su hermosura,
mas que interior curiosidad barrunto.

    Silvio, el más cuerdo, que llegó tan junto  5
al daño, si evitarle no procura
huyendo, cuando apela a su cordura,
suele quedar en la ocasión difunto;

    y así, pues ves que siguen los perdidos
el que a su afecto la licencia alarga,  10
admite los ejemplos y los ruegos.

    Huye de lo que aprecian los sentidos;
que aunque el entendimiento amor lo encarga,
el apremiado gime, y ellos ciegos.




ArribaAbajo- CXXXI -


De Lamberto Íñiguez


ArribaAbajo    Rector, a la esperanza infiel no aspira
con fugitivas horas tu Lamberto;
por conocido, más que por experto,
de sus falsos halagos se retira;

   dentro de sí con generosa ira  5
en lo oculto del alma ha descubierto
que la pared inferior tiene por cierto,
lo que a más noble luz ve que es mentira;

    si el sentido aparente gloria alcanza,
siempre el deseo de mayor le queda,  10
por no ser cierto bien la semejanza;

   dichoso será, y rey, aquel que pueda
el desengaño ser de su esperanza,
y sellar con su imagen la moneda.




ArribaAbajo- CXXXII -


Respuesta


ArribaAbajo    Si la ambición, que llega adonde aspira,
no topa el gozo que esperó Lamberto,
¿cuál ingenio, o por cauto o por experto,
de la esperanza infiel no se retira?

    Corrido estoy de no poder sin ira  5
contarte cuán a juego descubierto,
siempre que me abonó algún bien por cierto,
en la fiel posesión lo hallé mentira.

   Si esperado el placer, cuando se alcanza,
tan otro viene ya, que no le queda  10
sino aquella apacible semejanza,

    hágame Dios tan recto juez, que pueda
echar un lazo al cuello a mi esperanza,
por falsificadora de moneda.




ArribaAbajo- CXXXIII -


Del padre fray Jerónimo de San Josef


ArribaAbajo   ¡Oh quién pudiera, superior Leonardo
(a vos en esto superior quisiera),
arrebatar a la suprema esfera
el vuelo de ese espíritu gallardo!

    ¡Quién la punta seráfica del dardo,  5
que a mi madre abrasó, dulce y severa,
entre el papel y vuestras manos viera
arder, lucir, y herir a un pecho tardo!

   Esta divina pluma, que briosa,
en la media región flore al vuelo  10
con morales discursos provechosa,

   penetre aquesos orbes, arda en celo,
llegue a la inmoble cumbre, y animosa
corra del sumo y hasta el sumo cielo.




ArribaAbajo- CXXXIV -


Respuesta


ArribaAbajo   Si alcanzáis de Teresa que a Leonardo
los dones de su pluma inspirar quiera,
¿la de cuál escritor subió a la esfera,
oh Jerónimo, en rapto más gallardo?

   Que fije en él su fervoroso dardo  5
le pedid, como a madre no severa;
veréis si quedara, cuando le hiera,
tibio al intento, o en la alas tardo.

   Volará a diligencia tan briosa,
que de algún serafín parezca el vuelo,  10
a quien la claridad suprema endiosa.

    Deba, sin este aplauso, a vuestro celo
que la esperanza de su fe animosa
en posesión se le convierta el cielo.




ArribaAbajo- CXXXV -


ArribaAbajo    Si quiere Amor que siga sus antojos
y a sus hierros de nuevo rinda el cuello;
que por ídolo adore un rostro bello
y que vista su templo mis despojos,

   la flaca luz renueve de mis ojos,  5
restituya a mi frente su cabello,
a mis labios la rosa y primer vello,
que ya pendiente y yerto es dos manojos.

   Y entonces, como sierpe renovada,
a la puerta de Filis inclemente  10
resistiré a la lluvia y a los vientos.

    Mas si no ha de volver la edad pasada,
y todo con la edad es diferente,
¿por qué no lo han de ser mis pensamientos?




ArribaAbajo- CXXXVI -


A don Felipe el Piadoso


ArribaAbajo   En esa candidez, ilesa y pura,
que lisonjera en néctar se desata,
cuando sencilla y fácil, de la plata
a los labios traslada su dulzura.

    La más gallarda edad, estar segura  5
no piense, que tal vez la muerte ingrata,
en la leche se mezcla y arrebata
juntas, edad, salud, vida y ventura.

    Por cuán estrecho paso recibimos,
y damos el aliento alternamente,  10
pues queda como un átomo impedido.

    ¡Oh, vida!, ¡frágil bien! ¿Por qué vivimos
dudosos por instante, si pendiente
estás de un pelo en el licor caído?




ArribaAbajo- CXXXVII -


ArribaAbajo    Rompe la tierra, y en el centro afila
el buey pesado la esplendente reja;
de varias flores, la discreta abeja
en ruecas de oro, rayos de sol hila.

    No sólo labra el ruiseñor, perfila  5
nidos de paja, que en las ramas deja,
de hurtada hierba, la inocente oveja,
nevados copos, al vellón destila.

    Mano enemiga su labor desflora;
triunfan malos, y trabajan buenos,  10
discanta el grajo, lo que el cisne llora.

    Gozan por propios, los que son ajenos,
que en los premios del mundo, no es de ahora,
que el que merece más, alcance menos.




ArribaAbajo- CXXXVIII -


A don Martín de Bolea y Castro


ArribaAbajo    Aunque el bélico pecho y animoso
de tal manera a Orlando le ha ensalzado,
que está en suprema cumbre levantado,
pues en todo ha salido victorioso,

   no menos por tu pluma fue dichoso,  5
Orlando en ser de ti tan celebrado,
que tanta fama y gloria has tú alcanzado,
cuanta él con ser en armas valeroso.

    El postrimero límite y subjeto,
donde otros no pudieron allegarse,  10
desde allí comenzó tu vuelo altivo:

   ha hallado don Martín tu gran conceto
entre furia y amor determinarse:
dio este corte y falló superlativo.




ArribaAbajo- CXXXIX -


Al padre fray Bartolomé Ponce


ArribaAbajo   ¿Cómo podrá premiar el bajo suelo,
subjeto al corto término de vida,
obra tan encumbrada y tan subida
que a su fin principal no abarca el cielo?

   El premio, pues (divino Ponce), délo  5
el que, bajo accidentes de comida,
a tus manos se rinde y te convida
con el disfraz del delicado velo.

   Que tu sutil labor y heroico estilo,
donde (cual muro oculto) so la yedra  10
más con su fortaleza reverdece,

   o cual bajo la cera está el pabilo,
en rica guarnición la árabe piedra,
estando Dios, no sé qué más merece.




ArribaAbajo- CXL -


A una dama que sin beber vino ni tener negros los dientes le olía mal la boca, señal de poca castidad


ArribaAbajo    Si nunca Baco y siempre fuente viva
para tus labios su licor ofrece,
y de apariencia artificial carece
esa belleza sólida y nativa,

    ¿de qué causa tu aliento se deriva  5
que los tersos marfiles obscurece?
Hoy huele a yema pollo que perece
corrompido en la cáscara abortiva.

   Decir que en los convites excediendo
se estraga el huelgo, como en su frecuencia  10
de tu rara templanza te desvíes,

    no lo quiero creer, con tu licencia.
Colorada te pones y te ríes:
mal disimulas, Filis; ya lo entiendo.




ArribaAbajo- CXLI -


A una persona que se preciaba de ser platónica


ArribaAbajo   Gala, no alegues a Platón o alega
algo más corporal lo que alegares,
que esos cómplices tuyos son vulgares
y escuchan mal la sutileza griega.

   Desnudo al sol y al látigo navega  5
más de un amante tuyo en ambos mares
que te sabe los íntimos lunares
y quizá es tan honrado que lo niega.

   Y tú, en la metafísica elevada,
dices que unir las almas es tu intento,  10
ruda y sencilla en inferiores cosas;

   pues yo sé que Apuleyo más te agrada
cuando rebuzna en forma de jumento
que en la que se quedó comiendo rosas.




ArribaAbajo- CXLII -


A un privado


ArribaAbajo    Oh tú, que en las sublimes aulas de oro
de reyes vives, huye, y escarmienta
del que a nado escapó de la tormenta,
echando al mar riquezas y tesoro.

    Y cuando la Fortuna en su alto coro  5
vieres que el rostro alegre te presenta,
teme de Amor la rigurosa cuenta,
como tragedia que provoca a lloro.

   ¿Qué piensas que has de hallar firme y estable
donde están en sus tronos la mentira,  10
la lisonja, el engaño y la mudanza?

   Huye de tu ruina lamentable,
que el cielo sólo arroja rayos de ira
a los que en él no ponen su esperanza.




ArribaAbajo- CXLIII -


ArribaAbajo   Pródiga de nariz, de ojos avara,
espaciosa de boca, angosta en frente,
mejillas de cuaresma penitente,
y barba que en pirámide repara;

    bosque do el tiempo con los años ara,  5
encubierto a la luz del rojo oriente;
fértil mina de pez que eternamente
destila en cada poro un alquitara;

    vientre de odre, pecho de amazona,
cuello de tina, brazos de cordeles,  10
y en piernas de raíces pies de pato;

   es dibujada al vivo en líneas fieles,
monseñor, la magnífica persona
di quella che vi piace in bel ritrato.




ArribaAbajo- CXLIV -


A la vida quieta y libre


ArribaAbajo   Quiera el primer autor que se eternice
este dichoso estado en que me veo,
adonde en paz mi libertad poseo,
que es el bien de la tierra más felice.

    Apaciente cualquiera o martirice  5
entre quimeras varias su deseo;
llueva rojo metal, seque el Egeo
y a los hados en suma tiranice;

    que yo, mientras el cielo permitiere
que mis ojos de luz ricos se vean,  10
pobre entre pobres lares verme quiero;

   que nunca el rayo a los humildes hiere,
ni Jove deja que afligidos sean
de tirano envidioso o lisonjero.




ArribaAbajo- CXLV -


ArribaAbajo   Cuando a su dulce olvido me convida
la noche, y en sus faldas me adormece,
entre sueños la imagen me parece
de aquella que fue sueño en esta vida.

   Yo, sin temor que su desdén lo impida,  5
los brazos tiendo al gusto que me ofrece;
mas ella (sombra al fin) desaparece,
y abrazo al aire, donde está escondida.

   Así burlado, digo: «¡Ah falso engaño
de aquella ingrata, que aun mi mal procura;  10
tente, aguarda, lisonja del deseo!».

   Mas ella, en tanto, por la noche obscura
huye; corro tras ella, ¡oh caso extraño!
¿Qué pretendo alcanzar, pues sigo al viento?




ArribaAbajo- CXLVI -


A la mañana de resurreción


ArribaAbajo   Porque hoy llegó a sus términos la ira
del daño universal, más viva aurora
cuanto yace en sus fábricas explora,
cuanto crece a su luz, cuanto respira.

   Naturaleza en sus esencias mira  5
intrépida virtud que las mejora,
y que la suerte humana vencedora
a sucesos más prósperos aspira.

   En tanto que el eterno anfiteatro
hoy introduce al inmortal difunto,  10
componiendo otra vez el orbe suyo,

   mísero yo en el ámbito de un punto,
de esta segunda perfección me excluyo
y a dioses fabricados idolatro.




ArribaAbajo- CXLVII -


A una dama que desdeñaba un paje suyo, con quien estaba amancebada


ArribaAbajo    Pues tú con tanta propiedad desdeñas
ese paje que es todo tu apetito,
miente de cualquier cosa el sobrescrito:
no es frío el hierro, ni ásperas las penas.

   Sabe, señora, que una de tus dueñas  5
(a quien yo algunas veces ejercito)
me hace ver en tus brazos el cabrito
que, como cabra, en tu retrete ordeñas.

   Pues yo le vi atreverse a tu camisa
suplir pródigamente ajenas menguas  10
de tu marido, por tu industria ausente;

    y mientras ambos os chupáis las lenguas,
yo, atento al espectáculo, impaciente,
muerdo la mía con envidia y risa.




ArribaAbajo- CXLVIII -


A un amigo que no daba en el punto para alcanzar una dama


ArribaAbajo    En la edad de oro, aunque hubo afectos tiernos,
se ve que honestidad guardaron, Niso;
mas la de plata el freno más remiso
vio en frente humana los primeros cuernos.

    La de hierro acabó de ensordecernos  5
a la voz del ejemplo y del aviso;
después ningún metal, de honesto, quiso
intitular la edad de los modernos.

   Y por Gala, tu Eurïalo, cautivo,
no sin risa del pueblo anda fogoso,  10
cohechando siervos y falseando llaves.

    Dile tú que lo trate con su esposo,
que, con ciertos capítulos suaves,
su mismo esposo le tendrá el estribo.




ArribaAbajo- CXLIX -


ArribaAbajo    Rendida la cerviz al sacrificio,
en la ardiente parrilla recostados
están los duros huesos abrasados,
sin mostrar de flaqueza algún indicio.

    «Tu amor, mi Dios, teniéndote propicio,  5
aunque el rigor del fuego era sobrado,
por Dios y por señor te he confesado,
poniendo en alabarte mi ejercicio.

    »Como al oro en el fuego me probaste,
y aunque fue tan terrible aquel tormento,  10
lo deshice, en tu amparo confiado.

    »Así mi corazón perfecto hallaste,
que, por tener en ti su dulce asiento,
no le es notado rastro de pecado».




ArribaAbajo- CL -


ArribaAbajo    Hoy que amontona fiestas y alegrías
la madre más fecunda y la más santa,
dando a sus buenos hijos toda cuanta
honra les dio partida en muchos días,

    subid, deseos y esperanzas mías,  5
donde se goza lo que aquí se canta,
sin temer la grandeza que os espanta
de aquellas celestiales jerarquías.

    Penetrad los palacios soberanos
hasta el trono do asiste el Rey que juzga  10
y gobierna y sustenta a los mortales;

    y ved si entre sus nobles cortesanos
habrá por gran favor quien me introduzca
siquiera en el zaguán o en sus umbrales.




ArribaAbajo- CLI -


ArribaAbajo    Lo que merece nombre de esperanza
nace de causa de esperar dudosa,
si se espera sin ella, y fe animosa,
si con seguridad es confianza.

   Si a complacer en lo imposible alcanza,  5
puede llamarse adulación forzosa,
y casi posesión toda otra cosa
que quita el miedo a la desconfianza;

    declina Amor en quien esperar puede,
que la enajenación y encogimiento  10
aun discurrir al esperar prohíbe,

   Y en el gozoso asombro que pretende,
contemplando posee el pensamiento
todo el bien de que nace y de que vive.




ArribaAbajo- CLII -


A Dios omnipotente


ArribaAbajo   Señor, que miras de tu excelsa cumbre
el tiempo todo en un presente eterno,
tu imagen mira en mí, que al ciego infierno
la inclina su terrena pesadumbre.

   Oh suma luz, ya la encendida lumbre  5
de mi gozoso abril florido y tierno
muere, y ya temo ver en el invierno
más verde la raíz de mi costumbre.

    Mírala, sacro santo Rey divino,
con ojos de piedad, que al dulce encuentro  10
del rayo celestial verás volvella

   a verte, como en vidrio cristalino
la imagen mira el que se espeja dentro,
y está en su vista de él su mirar de ella.




ArribaAbajo- CLIII -


ArribaAbajo    Corneja que vestiste ajenas plumas,
ganso que le usurpaste al cisne el canto,
cuervo cuyo graznar anuncia llanto,
voz que siendo de Arcadia suena en Cumas;

    como hendrija de pipa te rezumas,  5
el rebozo destapa, quita el manto,
ingenio de almofrex de cal y canto,
ligero como plomo en las espumas;

   que dejes de enredar más el urdimbre
de parte de las Musas te conjuro,  10
antes que el bello Apolo te confunda.

    No mezcles nuestro abril con tu diciembre;
si no, por el Estigio lago juro
que el verdugo te dé una brava tunda.




ArribaAbajo- CLIV -


ArribaAbajo   Mi afecto, Amor, me acometió con brío,
mas no pudo rendirme a tu obediencia,
ni la exterior beldad que con violencia
dio el mismo asalto al pensamiento mío;

   hasta que con más noble poderío  5
allanó la razón mi resistencia,
y por su autoridad y en su presencia
juró tu servidumbre mi albedrío.

   Mas aunque la prisión que arrastro suena,
y sabe Cintia bien que adoro el peso,  10
no la oye, o no la admite, o la aborrece.

   Suple o adorna tú el valor del preso,
pues su elección ya sierva no merece
que Cintia quiera asir de la cadena.




ArribaAbajo- CLV -


A Felipe IV que entró en un convento de monjas y le ayudó el patrón


ArribaAbajo    Qué mucho que en tus lámparas, oh Vesta,
la casta luz tus vírgenes desamen,
si en una tiene concubina el flamen,
fuego vecino por lo menos tuesta.

    Y ella hace ostentación de tan honesta,  5
que siempre que ante Séneca la llamen
pasará sin temor por el examen
de recoger el agua en una cesta.

    ¿Es posible que al cómplice estupendo
le admitan sin horror las aras pías  10
que han recibido de él tantas injurias?

    A Júpiter al fin yo no lo entiendo:
él castiga con rayos niñerías
y solapa sacrílegas lujurias.




ArribaAbajo- CLVI -


ArribaAbajo    Hoy el nefando autor del color bayo
y el sacrílego vil que a hecho injuria
al sacro honor de la romana curia
son mariposas en el blanco sayo.

    Guarda, Sodoma, que desciende el rayo  5
de la mano de Dios, con justa furia,
contra la gomorrea vil lujuria
que abrasa a España con mortal desmayo.

   Saca en los hombros la virtud, Eneas,
de las llamas del ocio consumida,  10
si ser piadoso príncipe deseas.

    Camina, Lot, con tu mujer querida;
vuelve los ojos, Corte, no lo veas,
si no quies ser en piedra convertida.




ArribaAbajo- CLVII -


A Madrid, cuando se trataba de mudar la Corte a Valladolid


ArribaAbajo    Volverse han muchos a labranzas toscas,
que fueron sus primeros ejercicios;
tratarán los magnates y patricios
en rubias mieses y vacadas hoscas.

   Dejarán las culebras ya sus roscas  5
en que enlazaban huéspedes novicios;
andarán los casados en sus quicios,
pues le dejan en paz su miel las moscas.

    Viviráse con gusto y más sin arte,
y cesará el hablar por cartapacio,  10
engomar el copete y frente lucia,

    y las mohatras en igual descarte.
En faltando la Corte, Rey, Palacio,
aunque limpia, Madrid será muy sucia.




Arriba- CLVIII -


La respuesta nos la da Pedro Pardo


Arriba    Dame, Señor, una oración suprema;
dame la voz, el ritmo y el acento;
que todo tuyo sea el pensamiento,
y tuyos el poeta y el poema.

    Anonadado en Ti, sea un problema  5
de cómo por amor, con nuestro aliento,
te expresas a ti mismo el sufrimiento
de esta vida que brilla y que nos quema.

    No me dejes recluido en mis fronteras,
pues quedo tan inerme y desvalido,  10
que temo, mi Señor, que si algo pido

    no será de esta súplica que esperas.
Como para tu gloria vivo y muero,
lo que quiero pedir yo no lo quiero.




 
 
FIN DE LOS Sonetos de los hermanos Argensola
 
 


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