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ArribaAbajoArrambide, Juan M. de

España. Siglo XIX

Poeta.




Cupido en desgracia


   Perdió el amor en el celeste cielo,
pues al verle tan fatuo y delirante
ante los Dioses, su poder triunfante,
le quitaron sus armas y su velo.

   Venus tierna, angustiosa, en dulce anhelo  5
a Júpiter clamó, triste, incesante,
y de su tierno y afligido infante
le pintó el desaliento y desconsuelo.

   Y el Padre de los Dioses, siempre humano,
al hijo desgraciado consolaba  10
y uno le concedió de sus despojos.

   -Elije, pues- le dijo, y el insano
no eligió su cadena ni su aljaba
sino la venda de cubrir los ojos.




ArribaAbajoArteaga Alemparte, Domingo

Concepción. (Chile) 1835 - 1880

Poeta y periodista. Político.




Esperanzas íntegras


   Ansié renombre, y mi menguada estrella
en vez de glorias dióme negro duelo;
pedí riquezas al avaro suelo,
y desoyó enojosos mi querella.

   Entre los brazos de piadosa bella  5
quise a mis males deparar consuelo;
¡ay triste desengaño de mi anhelo
con sus desdenes me hizo gustar ella!

   De un amigo la mano compasiva
busqué; mas la amistad mostrose esquiva,  10
y heme aquí que, tras tanta malandanza,

   estoy cual comencé: pobre y si gloria,
sin un dulce recuerdo en la memoria,
¡pero, me queda entera mi esperanza!




ArribaAbajoAsensio Mas, Ramón

Crevillente (Alicante). 1878 - Madrid. 1917

Poeta, autor de zarzuelas y periodista.




Desencanto


   ¡No puedo más! Cuando mi carne abrasa,
tu carne toco como el mármol frío
y al estrujar tu boca con la mía
experimentas sensación escasa.

   En mí, el amor es el turbión que arrasa,  5
la fiebre intensa, la pasión bravía;
en ti un capricho más, que juraría
que no deja señal por donde pasa.

   Yo sufro al poseerte, porque veo
que te entregas sin goce ni deseo  10
como a caricias débiles o extrañas...

   ¡Y mi orgullo de macho siento herido
viendo que, a mi pesar, no he conseguido
despertar el amor en tus entrañas!




ArribaAbajoAyguals de Izco, Wenceslao

España. 1801 - 1873

Poeta hallado en Internet.




Al señor Mas


Soneto MASónico


   MAS, por santo TOMÁS, no digas MÁS,
que MÁS es mi intención dar MÁS al mes
que menos, MAS ¡oh MÁS! también tú ves
que el que hace MÁS disgusta a veces MÁS.

   MAS si un Villergas te mandé no MÁS  5
y quieres MÁS, irán, que el interés
no me ciega jaMÁS; si quieres tres
irán también; MAS no me insultes MÁS.

   Que MÁS quiero tu afecto ¡voto a bríos!
que el otros, MAS que vengan de París;  10
pues siendo MÁS, MÁS vale vive Dios.

   MAS. siento que tu afecto está en un tris...
No hablemos MÁS; de hoy MÁS ¡oh MÁS! los dos
no comeremos MÁS que en un anís.




ArribaAbajoAza, Vital

Pola de Lena (Asturias). 1851 - Madrid. 1912

Médico, poeta, escritor y en colaboración de su gran amigo Miguel Ramos Carrión letrista de numerosas revistas, destacando su El Rey Que Rabió.




Mandato


   -Haga usted un buen soneto a una corista-
dice Francos, autor de «El Señorito»,
y yo en estos renglones me permito
probar que su candor salta a la vista.

   A una chica del coro amable y lista,  5
y que tenga además un buen palmito,
yo le haría con gusto un papelito,
para halagar su presunción de artista.

   Le haría un buen regalo por hermosa,
o una caricia si ella la prefiere,  10
quieras que no le haría la forzosa;

   le haría hasta el amor..., o lo que fuere;
le haría , en fin, quien sabe, cualquier cosa.
¿Pero un soneto?... ¿Para qué lo quiere?




ArribaAbajoBáez, Paulino G.

Cuba. Siglo XIX

Poeta.




Tedio


   Medio día. Apenas atravieso
la calle, me asalta un joven mozo:
«Señor, el premio gordo; aquí lo llevo»
y lo ofrece con íntimo alborozo...

   Un limpiabotas al pasar, me grita  5
y apresúrase a hacerme una limpieza;
después hallo un amigo que me invita
a tomarnos un vaso de cerveza...

   Entramos en un bar donde borrachos
hay dos americanos; los muchachos  10
se mofan de los hijos del Tío Sam.

   Que a esta playa los trajo el Minesota,
como amenaza de extranjera flota
y, como aviso de que en guardia están.




Chromos


   Se iluminan las fuentes y croan las ranas.
Lunatizan dos gatos macilentos.
Se oye el tañir distante de campanas,
mientras rezongan, al pasar, los vientos.

   No sabemos que mágico contento  5
despiertan las parejas trashumantes,
cuando empiezan allá en el firmamento
a abejear las estrellas rutilantes...

   Los álamos se quejan dulcemente
y los chorros de plata de la fuente  10
nos dejan escuchar su tintineo.

   La noche con sus sombras nos ampara
y pasa una mujer que despertara
el dormido dragón de mi deseo.




Rubén Darío


   Rubén Darío: dicen que fuiste de los astros
centurión, en palacios irídeos del vacío;
que por ti comulgaron todos los Zaroastros,
todos los Jesucristos... ¡Verdad, Rubén Darío!

   Un pedestal glorioso la suerte te depara  5
y tu fama, al pináculo, Padre Darío llega,
pues fuiste quien un día su amor le declarara
-claro de sol y luna- a la bacante griega.

   Deja a los detractores seguir su obra malvada;
tu gloria, Padre nuestro, tu gloria está salvada...  10
Deja, pues, que la Envidia irreverente ladre.

   El mastín de la inquina ladrará hasta cansarse
y el cuervo, el negro cuervo de Poe, irá a posarse
sobre tus viñas muertas... ¡Dios te bendiga, Padre!




ArribaAbajoBalart, Federico

Priego (Murcia). 183 - Madrid. 1905

Individuo de número en la Academia de la Lengua, sin embargo, no ingresó en la Academia. Director artístico del Teatro Español.




A la Virgen Santísima


(De Antero de Quendal)


   En un sueño de cándida pureza,
de nocturna ansiedad nunca sentida,
vi tu mirada, de piedad henchida,
y más que de piedad ¡ay! de tristeza.

   No era el brillo vulgar de la belleza,  5
que a mudarnos placeres nos convida;
era otra dulce luz desconocida,
que ni aún sé si la de naturaleza.

   Un místico sufrir... una ventura
compuesta del perdón, de la ternura,  10
de la paz de nuestra hora postrimera.

   ¡Oh visión, oh visión triste y piadosa!
mírame así callada, así llorosa...
¡Y déjame soñar la vida entera!




Visión


   Por los ámbitos lóbregos de un sueño
vi cruzar un fantasma peregrino
que, envuelto en nube de fulgor divino,
me llamaba mirándome risueño.

   Seguirle quise con ardiente empeño,  5
fascinado y extático y sin tino;
pero, al tocar su manto purpurino,
veloz huyó, mirándome con ceño.

   Sentido de su rápida mudanza,
«¿Por qué -dije- te places en mi daño?»  10
Y él, al desvanecerse en lontananza:

   «Yo soy -me dijo con semblante huraño-,
para quien no me logra, la Esperanza;
para quien me consigue, el Desengaño.»




La última tabla


   En el abismo del dolor sumido
la mirada levanto a las alturas,
y desde el hondo valle de amarguras
te invoco ¡oh Dios! con ánimo abatido.

   ¡De la duda que ofusca mi sentido  5
disipa Tú las ráfagas oscuras!
No te pido grandeza ni venturas;
¡esperanza, y amor, y fe te pido!

   Aunque en sollozos mi dolor exhalo,
de punzante inquietud y angustia lleno,  10
aún tu bondad a tu poder igualo.

   No al odio dejes invadir mi seno:
bueno te juzgo; pero, si eres malo,
¡déjame, por piedad, juzgarte bueno!




Aniversario


   Hoy hace un año que, al morir el día
con la luz del crepúsculo incolora,
aquí, donde doliente gimo ahora,
a un tiempo comenzó nuestra agonía.

   Breve la tuya fue; pero la mía,  5
que el corazón y el alma me devora,
prolongándose lenta de hora en hora
dura al cabo de un año todavía.

   Cuando de mi perdido bien me acuerdo
y a medir mi dicha el juicio alcanza,  10
transido de dolor, el juicio pierdo;

   y abatido descubro en lontananza
tus amores por único recuerdo
y la muerte por única esperanza.




En todas partes


   En vano me resisto a la evidencia;
desde el astro hasta el átomo infecundo,
una mano inmortal gobierna el mundo,
y un Ser lo vivifica con su esencia.

   En vano, por huir de su presencia,  5
los ojos a la luz cierro iracundo;
¡mejor lo veo, con terror profundo,
en el fondo leal de mi conciencia!

   Doquiera, oh Dios, que audaz me precipito,
tu Ser, de todo ser límite y centro;  10
lo eterno agota y llena el infinito;

   en el mundo, en el alma -¡fuera y dentro!-
¡Ay! ¡cuánto más te encuentro, más te evito,
y cuánto más te evito, más te encuentro!




A la muerte


   Yo te saludo, oh muerte redentora,
y en tu esperanza mi dolor mitigo,
obra de Dios perfecta; no castigo,
sino don de su mano bienhechora.

   ¡Oh de un día mejor celeste aurora,  5
que al alma ofrece perdurable abrigo,
yo tu rayo benéfico bendigo
y lo aguardo impaciente, de hora en hora.

   Ante las plagas del linaje humano,
cuando toda virtud se rinde inerte,  10
cuando todo rencor fermenta insano,

   cuando al débil oprime inicuo el fuerte,
horroriza pensar, Dios soberano,
lo que fuera la vida sin la muerte!




Recuerdo


   ¡En mis brazos murió! Boca con boca,
bebí anhelante su postre aliento,
que, aumentando por grados mi tormento,
desde entonces el alma me sofoca.

   Yo mismo la vestí. Mudo cual roca,  5
sin lanzar un gemido ni un lamento,
cumpliéndole un sagrado juramento,
negro manto le puse y blanca toca.

   Hoy, cuando la amargura me enloquece
una dulce visión de aspecto santo  10
con hábito monjil se me aparece.

   Compasiva me mira; y cuando el llanto
mis párpados cansados humedece,
las lágrimas me enjuga con su manto.




A mi amigo C***


Ausente, por grave razón, al morir su madre.


   ¡Cumpliste tu deber! Compadecida
ve tu acerbo dolor, desde la altura,
la que no pudo darte, en su amargura,
el beso de la eterna despedida.

   Por el materno amor enaltecida,  5
su lágrima postrera de ternura
hoy, en su frente, vívida fulgura,
corona santa de su santa vida.

   Ella, que supo con delirio amarte,
hoy, que el lauro alcanzó de la victoria,  10
sabrá desde los cielos consolarte;

   y, de tu esencia al conocer la historia,
el beso que al morir no pudo darte,
será el primero que te dé en la gloria.




Consolación


A Antonio Grilo


   No prodigues tus lágrimas en vano,
pobre Antonio, por leves sinsabores,
ni humilles tu altivez a los rigores
de áspera condición y de odio insano.

   Recobra de tu espíritu lozano  5
la serena quietud, y nunca llores
mientras mi amor ofrezca a tus dolores
brazos de amigo y corazón de hermano.

   ¡Llora ¡ay! cuando al deber y a las ideas
sacrifiques tu bien, y, en torpe juicio,  10
tu ofrenda santa escarnecida veas!

   ¡Llora cuando, ciñéndote el cilicio,
befado expires, y expirando creas
que el mismo Dios rechaza el sacrificio!




Después de una lectura


   Ciencia estéril, que triunfas satisfecha
rechazando evidentes realidades,
tu vista, -¡vanidad de vanidades!-
desaciertos de Dios, sin fruto acecha.

   Tu soberbia satánica desecha  5
lo que esperanza fue de otras edades,
y mentiras parecen las verdades
a tu confusa luz, de sombras hecha.

   la mirada jamás alzas al cielo;
las conciencias recusas por testigo;  10
y llevas, con amargo desconsuelo,

   en tu propia sospecha tu enemigo,
tu propio torcedor en tu recelo,
y en tu propia victoria tu castigo.




Reverberación


   Charco donde hallo el sol reproducido:
tanto las turbias aguas ennobleces
con la imagen prestada, que pareces
fragmento de los cielos desprendido.

   Mas, si a impulso del viento, sacudido,  5
tus linfas tenebrosas estremeces,
a los ojos atónitos ofreces
el cieno en tus entrañas escondido.

   ¡Oh mente humana, charco de agua oscura!
Cuando tus olas la impiedad altera  10
muestras por fondo el vicio o la locura;

   y, bajo el hueco de la azul esfera,
sólo pareces bella, y clara, y pura,
¡cuando Dios en tu seno reverbera!




Explorando


A Manuel del Palacio


   Más allá de los cielos estrellados,
más allá de los pálidos nublados,
más allá de los mundos olvidados,
donde acaban los tenues elementos,

   penetran mis altivos pensamientos  5
buscando a Dios, inquietos y obstinados,
y en tinieblas se pierden abismados,
siempre de luz y de verdad sedientos.

   ¡Silencio!...¡Soledad!...¡Sombra!...¡Vacío!...
Del Ser Eterno, en vano pido nuevas  10
al antro enorme, pavoroso y frío;

   sólo una voz me dice: ¿A qué te elevas?
¿A qué con temerario desvarío,
buscas lejos de ti lo que en ti llevas?




Deus ignotus


   Buscar lo inmaterial con los sentidos
(aspiración del ánimo impaciente)
equivale al esfuerzo del demente
que se empeñara en ver con los iodos.

   Los miserables de mujer nacidos,  5
aunque agucen los ojos y la mente,
no te han de ver, oh Esencia Omnipotente,
mientras caminen alma y cuerpo unidos.

   ¿Qué son Hades, Ormuz, Osiris, Brahma?...
¡Formas deformes de la eterna duda  10
y de la eterna fe que al hombre inflama!

   ¡No importa! Cuando de ellas te desnuda,
Sumo Bien la conciencia te proclama,
¡oh realidad impenetrable y muda!




In excelsis


   Implacables doctores cuya ciencia,
preñada de rencor y de codicia,
da a Dios por atributo la malicia
que hierve en vuestra sórdida conciencia,

   respetad su tranquila Omnipotencia  5
libre al par de flaqueza y de servicia;
¡no exijáis la crueldad a su justicia!
¡no taséis el perdón a su clemencia!

   Mientras descarga el lóbrego nublado
que el monte atruena y el león asusta  10
en su cóncava gruta refugiado,

   detrás del velo de la nube adusta,
el cielo azul, sereno y estrellado,
guarda su eterna mansedumbre augusta.




Pareja mixta


   Desde el primer sollozo de la cuna,
dos hadas siguen mi camino errante:
una blanca, locuaz y rozagante;
otra, severa, silenciosa y bruna.

   Delante va la blanca, en mi fortuna,  5
por los prados que alegra el sol brillante;
por los yermos, la negra va delante
al turbio rayo de la triste luna.

   Aquélla, de cansancio dolorida
deja mi planta; compasiva y fuerte  10
ésta a la paz y al sueño me convida.

   ¿Quién sois -les digo- espectros de mi suerte?
Yo -responde la blanca- soy la Vida.
Yo -responde la negra soy la Muerte.




A una maga


   Tú, que en las horas de congoja y duelo,
volando alegre por la oscura esfera,
cuando la suerte me persigue artera,
de visiones de paz pueblas el cielo;

   tú, que, aplacando mi perpetuo anhelo,  5
siempre de mis desdichas compañera,
las turbias heces de mi vida entera
tornas en dulce filtro de consuelo,

   fresca Imaginación, cuyo celaje,
de luz, de amor, de dicha y de bonanza  10
baña en alegres tintas mi follaje,

   ¡dame, pues tu poder a tanto alcanza,
un jirón de tu espléndido ropaje
para echar un remiendo a mi esperanza!




Enero


   Cual pasos de tullido pordiosero
que huella torpe las escarchas frías,
sus largas noches y sus cortos días
alterna triste claudicando enero.

   Calla helado el arroyo prisionero  5
que ayer pobló los aires de armonías;
de las celestes bóvedas sombrías
desciende en copos mudo el aguacero.

   Solos los campos, las florestas solas,
toda es silencio la enlutada esfera  10
y hasta el férvido mar cuaja sus olas.

   ¿Es sueño? ¿Es muerte?-¡Oh mundo! ¡Espera!
¡Mañana coronada de amapolas,
de amor te inflamará la Primavera!




A una ciega


   No temas, no, que con esfuerzo vano
tras ti, ciega Fortuna, me remonte;
espera que tus ímpetus afronte,
no que tienda a tus dádivas la mano.

   Sé que he de hallar abrojos en el llano;  5
sé que he de hallar espinos en el monte,
y en el linde fatal de tu horizonte,
árido yermo, o fétido pantano.

   Toda gran esperanza es gran quimera;
por eso, sin afanes ni porfías,  10
resignado prosigo mi carrera,

   sabiendo que, al extremo de mis días
el Desengaño sórdido me espera
con las manos abiertas y vacías.




Compasión


   Tú lo sabes, Señor, mi vida entera
gasté buscando el bien con fe segura,
y elevando los ojos a esa altura
de donde el alma tu favor espera;

   mas, bajo el hueco de la torva esfera,  5
temblando de ansiedad y de pavura,
sondé sin fruto la tiniebla impura
donde ni un rayo tuyo reverbera.

   ¡Ay! Aunque agudo siento los dolores
que, en tanta confusión y duda tanta,  10
sufrí pisando abrojos punzadores,

   más mi afligido corazón quebranta
recordar el estrago de las flores
que, andando a ciegas, estrujó mi planta.




Calmante


   Coro inmenso de voces rumorosas
que en la tranquila soledad resuenas
y de misterio incomprensible llenas
las horas de la siesta perezosas;

   zumbar de las abejas oficiosas  5
en torno de las próvidas colmenas;
murmullo de la mar en las arenas
por las desiertas playas candenciosas;

   de mi existencia en el desnudo yermo,
sobre la superficie movediza,  10
con vuestro dulce cántico me duermo.

   ¡Así, cuando el dolor le martiriza,
concilia el sueño al fin el niño enfermo,
al sabido cantar de la nodriza!




Al puente de Segovia


   Desmesurada puente Segoviana
cuyas bolas y fábrica severa
forma son de tu padre Juan de Herrera,
con que tu hermano el Escorial se ufana.

   Aunque él, en su afición greco-romana,  5
tantas bolas alzó de esa manera,
entre todas, si bien se considera,
eres la bola tú más soberana.

   Creyendo en las promesas que tu brío
a los ojos atónitos ofrece  10
con tanta mole y tanto poderío.

   Los secos hijos que Madrid guarece
tres siglos llevan aguardando un río;
y por más que lo aguardan no aparece.




A la primavera


   Ya muestra Guadarrama la aspereza
que ayer la nieve por igual cubría,
y orgulloso levanta cual solía
coronada de pinos la cabeza.

   Ya, el puro aliento del Abril, que empieza,  5
se estremece de amor y de alegría
cuanto en su fértil seno engendra y cría
la madre universal Naturaleza.

   ¡Oh Primavera, que nos das tu manto
de tiernas flores y de musgo tierno!  10
Mientras el mundo tu perpetuo encanto

   saluda en himno de entusiasmo eterno,
yo te miro llegar, con mudo espanto:
tengo un solo gabán; y ese, de invierno.




A una fuente


   Sagrada fuente cuya linfa pura
ciñen franjas de trébol y verbena,
cuyo limpio raudal lánguido suena
bordando en perlas la feraz llanura.

   Nunca el granizo de la nieve oscura  5
empañe el brillo de tu faz serena,
ni en tu albo lecho de bullente arena
imprima lobo audaz la planta impura.

   Risueña fuente cuya linfa clara
de perlas borda la feraz pradera,  10
jamás de tus aljófares avara:

   ¡Cómo en la soledad de tu ribera
con encendidas lágrimas llorara,
si acaso ganas de llorar tuviera!




En el álbum de E. F.


   Por mérito, me cumple ir a la cola;
pero por amistad (si no hay cohecho)
¿quién puede principiar con más derecho
el álbum de Enriqueta Figuerola?

   Ella así lo ha querido, y ella sola  5
me pudiera meter en tal estrecho.
¡Fuera, pues, la humildad! ¡A lo hecho, pecho!
Obedezco, y después ¡ruede la bola!

   Tras mí vendarla gente más granada
que maneja con genio exuberante  10
fino pincel o péñola dorada.

   ¡Qué diablo! ¡No está mal; pues es constante
que, en toda procesión bien ordenada,
siempre el ruin monaguillo va delante!




A mis amigos Protasio y Josefina


   Es tan pura la luz que la ilumina,
se da en ella el cariño tan sin tasa,
que a todos nos parece nuestra casa
la casa de Protasio y Josefina.

   Gózase allí un ambiente sin neblina,  5
donde Abril siempre reina y nunca pasa;
y un cielo azul espléndido y si gasa,
donde el sol del amor jamás declina.

   Una fiel amistad sin frases vanas,
los padres, fijos siempre en la memoria;  10
los hijos dos criaturas sobrehumanas.

   Y, para eterno asombro de la historia,
dos suegras que parecen dos hermanas...
Si no es la gloria así ¿Cómo es la gloria?




Al Dr. Manuel Ortega Morejón


   Amigo don Manuel: buen año nuevo,
y aun mejor que en los años anteriores,
y que sigan prestando sus favores
esculapio a Luis, y a Pepe Febo.

   Pagar quisiera lo que a todos debo:  5
al vate, sus encomios y loores,
y a los dos sapientísimos Doctores
la vida y la salud que a cuestas llevo.

   No es fácil que mi deuda satisfaga,
y menos hoy, que la cuestión del moro,  10
cual tantos otros, mi bolsillo estraga.

   Ya no sé ni a qué diablos suena el oro:
mas, si la gratitud es buena paga,
de ella para los tres guardo un tesoro.




Desde el puente del Darro


   ¡Oh tú, que en verso y prosa celebrado,
de región en región, de gente en gente,
cuando crece Granada, vas creciente,
cuando Granada mengua, vas menguante!

   Sigue ¡oh Darro! tu curso reposado;  5
que, aunque estrecho el ojo de tu puente,
cuando a tal ojo llega tu corriente,
por otros más estrechos ha pasado.

   No es mucho que en tus márgenes adunes
las riquezas de Baco y de Pomona,  10
que en copia tan espléndida reúnes.

   Eso y más se merece tu persona;
porque, si bien tus fuentes son comunes,
en cambio tu raudal todo lo abona.




ArribaAbajoBalmaseda, Francisco Javier

San Juan de los Remedios (Cuba). 1823 - La Habana. 1907

Comediógrafo, escritor y poeta.




A Scévola


   Tiende la mano Scévola arrogante
sobre el carbón en ascua convertido,
y no exhala su boca ni un gemido,
ni oscurece una sombra su semblante.

   Lleno de fuego el pecho palpitante,  5
a un combate glorioso decidido,
es un volcán que brota enfurecido
la hirviente lava de su ardor triunfante.

   Tiembla a su aspecto el mísero tirano,
y su futura suerte comprendiendo  10
cobarde rompe el cetro soberano,

   y allí, entretanto, Scévola sonriendo
le muestra altivo su abrasada mano,
al monarca y al mundo confundiendo.




La guerra de la independencia de Cuba


   Si envuelta en ira la española gente
sigue una guerra infanda, desusada,
que no respeta ni la edad cansada,
ni al niño, ni a la virgen inocente;

   si América se muestra indiferente  5
de su debes, y hasta de sí olvidada,
y si viene a las lides coligada
con España la Europa prepotente;

   aun así tendré fe; no porque vea
el valor a la par de la constancia  10
ceñir el lauro en desigual pelea;

   no porque sienta del proscrito el ansia;
sino porque con Cuba va la idea
contra la esclavitud y la ignorancia.




ArribaAbajoBalmaseda, Joaquín A. G.

Cuba. Siglo XIX

Poeta.




A mis alegrías


   No os busqué me buscasteis y en mi pecho
apenas un momento os detuvisteis,
porque encontrar sin duda lo debisteis
para vuestro valer, recinto estrecho.

   El corazón en lágrimas desecho,  5
desde que el bien a conocer le disteis,
no llora el mal que con huir le hicisteis
llora el que al acercaros le habéis hecho.

   Avezado al dolor de ciegos días
ignoraba el placer de horas serenas,  10
vinisteis y tan sólo por ser mías

   mostrasteis condiciones tan ajenas,
que tuve al disfrutar mis alegrías,
en conocerlas mis mayores penas.



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