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ArribaAbajoAmos de Escalante

Santander. 1831 - 1902

Escritor y poeta. Usó el seudónimo de Juan García.




La casona


   La ponderosa torre fulminada
se yergue al cabo del sendero rudo,
y el firme estribo y hazañoso escudo
dentro de la sonora portalada;

   brocal roto, capilla destejada,  5
altar sin santo, campanario mudo,
y el tronco de un ciprés negro y desnudo,
guardián de aquella ruina desolada.

   ¿Dónde están, oh solar, los que surgieron
del oscuro linaje y te fundaron  10
y ser y nombre y majestad te dieron?

   Luz de breve crepúsculo pasaron,
como niebla montés se deshicieron,
como ruido en el aire se apagaron.




Nuestro soldado


   Roto, descalzo, dócil a la suerte,
cuerpo cenceño y ágil, tez morena,
a la espalda el morral, camina y llena
el certero fusil su mano fuerte.

   Sin pan, sin techo, en su mirar se advierte  5
vívida luz que el ánimo serena,
la limpia claridad de un alma buena
y el augusto reflejo de la muerte.

   No hay su duro pie risco vedado;
sueño no ha menester, treguas no quiere;  10
donde le llevan va; jamás cansado

   ni el bien le asombra ni el desdén le hiere:
sumiso, valeroso, resignado
obedece, pela, triunfa y muere.




A Elena


   Cuando en silencio duerme el bosque umbrío
y el astro virgen de la noche oscura
vierte su lumbre misteriosa y pura
sobre las ondas trémulas del río;

   húmeda el ala tenue del rocío,  5
recorriendo la brisa la espesura,
vuelve a la flor la vida y la frescura
que el sol robóla del ardiente estío.

   Tal vez un alma en juvenil aurora,
pálida flor que marchitó el verano,  10
triste las muertas esperanzas llora;

   mas si acaricia a su dolor temprano
aura de amor, alegre se colora
y reverdece el corazón humano.




Soneto


   Medir mi pobre espíritu no sabe
la vasta inmensidad del cristal frío,
ni en el menguado pensamiento mío
¡oh mar! la suma de tus leyes cabe.

   Ciencia no alcanzo que en mi mente grabe  5
de pueblos, nautas en tu azul bravío,
el nombre, historia, lengua y poderío,
su henchida vela y carenada trabe.

   Ansia de contemplarte no vencida,
en lid sañuda o reposo inerte,  10
tráeme a tu ribera entristecida;

   y halagan mi ilusión sin comprenderte
tus hondas voces, aye de la vida,
tu augusta paz, silencio de la muerte.




Soneto


   Con ruda saña el padecer se encona
en el doliente pecho que fallece,
y mi lozana juventud parece,
marchita y deshojada su corona.

   En vano altivo el corazón blasona  5
de ilusorio valor, su angustia crece
y el porvenir incierto se oscurece
y la esperanza amiga me abandona.

   Si el alma mía decretaba el cielo
que en prematura ancianidad perdiera  10
su ardiente fuego y generoso brío,

   que como planta de infecundo suelo
su triste amor sin florecer muriera,
¡por qué me hiciste amar, por qué, Dios mío!




Al Cristo de mi cabecera


   Tú velas en la Cruz, donde clavado
te deja y vergonzoso y dolorido,
más que el odio de un pueblo fementido,
la pesadumbre inmensa del pecado.

   Tú velas en la Cruz, y descuidado  5
duerme a tus pies mi espíritu rendido
en brazos del silencio y del olvido,
de un sueño en otro sueño transportado.

   No sabe si hallará cuando despierte
los dolores y halagos de la vida  10
o el juicio y resistencia de la muerte.

   Si tú, Señor, le compadeces, cuida
de hacerle amar tu hora, la de verte,
si esperada quizás, siempre temida.




En Monte Carceña


   En tus quebrados senos, oh Cercena,
retoña el roble que robusta quilla
dio a las cántabras naves, y en Sevilla
plantó, hace siglos, la cristiana enseña.

   ¡Oh, si de nuevo en tu cerrada breña  5
hallaren presa el hacha y la cuchilla,
aún lograran los mares de Castilla
lucir hazañas que la mente sueña!

   Sóbrale jugo a la silvestre rama;
fáltales sangre a los mortales pechos  10
que a esfuerzos nuevos y a grandezas guíe;

   sangre que el hielo trueque en viva llama,
ociosas quejas en fecundos hechos,
y a la loca fortuna desafíe.




Un dolmen


   Rústico altar que a un Dios desconocido
el religioso cántabro erigía;
sepulcro que los huesos escondía
del muerto capitán y no vencido.

   Silla de excelso juez, cadalso erguido  5
donde la sangre criminal corría,
donde el bígaro ronco repetía,
llamando a guerra, su montés bramido,

   rayendo el musgo que tus lomos viste,
en vano el arte codicioso indaga  10
señales que declaren lo que fuiste;

   en ti la antorcha del saber se apaga,
yerto gigante de la cumbre triste,
envuelto en ondas de la niebla vaga.




El olivo


   «Vense mis hojas tristes, y apagado
su brillante matiz, desde que yerto
y angustiado Jesús dejó en el huerto
mi tronco en sangre y en sudor bañado.

   Mas del santo rocío penetrado  5
a eterna vida en nuevo ser despierto
y cuando el campo palidece muerto
soy de verdor perenne coronado.

   Fecundizada en el temprano brote
por lágrimas de un Dios la savia mía  10
unge al monarca y unge al sacerdote,

   y dejóme del huerto la agonía
paz en mis ramos que la guerra acote,
luz en mis frutos que dilate el día.»




En San Pedro del Mar


   Súbito estalla el fiero galernazo,
las antes quietas aguas se embravecen,
y el mar y el viento y las tinieblas crecen,
y mengua el día, el corazón y el brazo.

   Rota su lancha, del postrer pedazo  5
los náufragos en vano se guarecen,
cuando ya salvos de morir perecen,
sórbelos uno y otro maretazo.

   Quédales Dios no más: su fe le implora;
y haciendo sacro altar de Peña Calva,  10
un sacerdote, al funeral testigo

   las manos tiende al mar, y dice y llora:
del Dios el nombre, que persona y salva,
¡Mártires del trabajo, yo os bendigo!




ArribaAbajoAmyr

España. Siglo XIX - XX

Poeta.




Teoría y práctica


   Sobre la castidad don Lino Estrella
ayer tarde en San Pablo predicaba;
¡con qué elocuencia el vicio fustigaba!
¡qué discreta su plática y que bella!

   Salí del templo, y al pensar en que ella  5
a las diez de la noche me esperaba,
juré por mi salud que si pecaba,
la última vez sin falta fuese aquella;

   que si es locura la pasión sin tasa,
no procurar vencerla es desatino.  10
Repitiendo mil veces: «de hoy no pasa»,

   antes de dar la diez tomé el camino,
y al entrar por la puerta de su casa,
a un hombre vi salir... ¡Era don Lino!




ArribaAbajoAquino, Francisco

Almería. 1868 - 1910

Archivero de Diputación y periodista.



   Mi madre y tú, con amoroso anhelo
vuestros dos nombres sin cesar repito,
y de esos nombres al calor bendito
surge en el alma el bienhechor consuelo.

   En mis tétricas horas de hondo duelo  5
o cuando en brazos del dolor me agito,
siempre oiré vuestros nombres en el grito
que arranca al corazón el desconsuelo.

   Viviré del dichoso con la palma
si alcanzo a verte con mi madre unida  10
en mi modesto hogar, con santa calma.

   ¡Mi madre y tú! ¡Mi aspiración cumplida!
¡Los dos grandes resortes de mi alma!
¡Los dos grandes amores de mi vida!




ArribaAbajoAraceli, Gabriel

España. Siglo XIX

Poeta.




Soneto


   Harto tiempo he callado, más no puedo.
dardo mortal el corazón me hiere,
y, pues el moribundo hablarte quiere,
yo resignado a su mandato cedo.

   Escúchalo, por Dios... quedo, muy quedo.  5
Ha de contarte el mal de que se muere;
acércate que el aire no se entere;
porque aun del aire mismo tengo miedo.

   Fija tu vista en mí... con ella, trata
de dar valor al corazón cobarde  10
que ni aun sabe culpar a quien lo mata.

   ¿Lloras? Tiempo es aún... ¡Pueril alarde!
Esa lágrima ayer, mujer ingrata,
lo hubiera hecho vivir. ¡Hoy es ya tarde!




ArribaAbajoAramburu, Joaquín Nicolás

Cuba. 1855 - La Habana. 1923




Plácido


   Tranquila el alma, la mirada quieta,
inocente, sin miedo y resignado,
llega al suplicio, a muerte condenado,
el gran mestizo, Plácido el poeta.

   Rota la lira que cantó discreta  5
las glorias de su pueblo infortunado,
yace bajo las plantas de un soldado
que ni talento ni virtud respeta.

   Ya cae el buen cubano sin mancilla;
Dios no ha escuchado su dolor profundo  10
por más que le invocara en la capilla.

   Pero del genio que brillo fecundo
aún repite la voz en nuestra Antilla:
¡Ay, que me llevo en la cabeza un mundo!




La bijirita


   Hay en mi Cuba un pobre pajarillo
que vive libremente en la espesura;
no seduce con trinos de ternura
ni ostenta plumas de variado brillo.

   Volando de la jagua al mamoncillo  5
solo su amada libertad procura;
que él no puede vivir en jaula oscura
ni llevar en el pie dorado grillo.

   Cuando un infame aprisionarlo quiere,
tras el alambre el infeliz se agita  10
y pocas horas de tristeza muere.

   ¡Oh, sí! Yo quiero ser la bijirita:
que a mí también la esclavitud me hiere,
mi paz enturbia, y mi ilusión marchita.




El componte


   Ved la víctima allí. Sangran sus brazos
bajo la cruel presión de las esposas;
hieren su oído frases injuriosas
y su espalda terrible latigazos.

   Ya le arrancan las ropas a pedazos,  5
ya le imputan mil faltas bochornosas;
no son hombres: son águilas sañosas
que desgarran su carne a picotazos.

   Ya rodó en tierra. De su triunfo ahíta
se yergue y ríe la insolente saña  10
y en pos de nuevas víctimas se agita.

   ¡Cómo nos burla la cultura extraña,
al ver que aún la Inquisición maldita
funciona en tierras de la pobre España!




La mañana en el sitio


   Ya la primera luz de la mañana
baña el altivo monte y la colina
y, cual níveo celaje, la neblina
se reconcentra y flota en la sabana.

   Por el techo, de verde palma cana,  5
se filtra el humo azul de la cocina;
pica, con sus polluelos, la gallina
el maíz que un muchacho le desgrana.

   Relincha el potro; zumba la colmena
que sale en pos del néctar de las flores;  10
cerca del surco, de impaciencia llena,

   la yunta está de toros bramadores
y el guajiro a la puerta de la choza,
bebiendo a sorbos el café, se goza.




Sol sin fuego


   Hizo Dios tu poblada cabellera
de un jirón de la noche tenebrosa,
y tu pequeña boca primorosa
de una tarde gentil de primavera.

   Del astro de más brillo de la esfera  5
tomó la luz de tu mirar la diosa,
y de un alba de Abril, la pudorosa
mejilla que al clavel envidia diera.

   Hizo tu planta breve, de la brisa
que se pasea en el vergel ameno,  10
de un rayo de la luna tu sonrisa,

   de un diáfano celaje tu albo seno;
mas, ¡ay! formó tu corazón, tan solo
del blanco hielo que condensa el Polo.




A Dios


   ¿En dónde está ese Dios que no me oído
cuando mil y mil veces le he llamado
con gritos de dolor desesperado,
en el naufragio de mi bien perdido?

   ¿En qué lugar del mundo se ha escondido  5
que en vano por doquiera le he buscado,
y en la lucha indefenso me ha dejado,
del mal esclavo, de la duda herido?

   ¿Arriba estás? Pues ve desde la altura
esta contienda desigual y horrible  10
que el mismo tiempo que mi vida dura.

   Y si aún me juzgas corazón sensible,
amante y resignado en mi amargura,
pedirás, con ser Dios, un imposible.




ArribaAbajoArango y Escando, Alejandro

Puebla (México). 1821 - México. 1883

De familia con poder económico curso sus estudios en Europa. Se licencia en Derecho en México y más tarde catedrático en la Universidad. Con su libro Versos recogió toda su poesía en el año 1876. Poeta inclinado a la poesía religiosa de Fray Luis de León de quien publicó un interesante ensayo. Fue director de la Academia Mexicana.




Rosaura


   Risueña, ufana, sobre el césped blanco,
de abril en tarde plácida y serena
está Rosaura en la floresta amena,
al son de alegre tamboril bailando.

   Rosas, jazmines, a su paso echando,  5
aplaude el pueblo y la comarca atruena,
y va la vida de donaire llena,
rosas, jazmines, a su paso hollando.

   Pero ¿y mañana? al despuntar la aurora
y no bien aparezca su lucero,  10
tendrá ya dueño que en el alma adora.

   Y si dice su señor: «No quiero»,
por más que gima la gentil pastora,
será este su bailar postrero.




ArribaAbajoAraque, Luis

Médico, Maestro Nacional, compositor, director de orquesta, pianista, escritor, poeta. consejero de la Sociedad de General de Autores de España desde 1952.




Música y poesía


   Sois Poesía y Música, en la vida,
artes divinas tan complementarias,
que inútil es luchéis muy temerarias,
cuando por tanto amaros vais unidas.

   ¡Tú, Poesía! que en el Hombre anidas  5
desde generaciones milenarias;
¡Música, tú, sublime!, que en tus arias
hablan las lenguas de almas escogidas.

   Marchad juntas por las gloriosas sendas
que os abre el Arte en todas las ofrendas,  10
y seguid los ensueños del Esteta;

   caminando hacia adelante, no en vano,
marchareis como hermanas, de la mano
del gran artista: Músico y Poeta.




Chopin


   De espíritu rebelde en excelencia
y de enfermizo cuerpo fuiste en vida;
mirada dulce, triste y dolorida,
fue el «romanticismo» tu única esencia.

   Tus «polonesas» fueron la elocuencia  5
bien racial y sangrante de la herida
que, tu patria bajo el yugo oprimida,
la hacían padecer en su inclemencia.

   Esta noche triste, fría y serena,
me hace que yo sueñe en la novia buena,  10
al escuchar un nocturno a lo lejos;

   pues es «ella» -la de los bucles de oro-
la que toca en el piano, mientras lloro
del amor que vislumbro en sus reflejos.




ArribaAbajoAraujo Costa, Luis

España. Siglo XIX

Poeta y periodista.




Soneto


   «¿Qué hubiera dicho Lope, si Violante
le manada terminar este soneto?
¡Por Jesucristo, vivo que el aprieto
no se burlase aquí con «tres delante»!

   Hallar a protomártir consonante,  5
con lámparas rimar otro cuarteto,
y polvo y cifra en el primer terceto,
¿hay algo aquí que mi prudencia espante?

   Si alguno por las reglas se va entrando,
y a las normas que pido en buen derecho  10
obediencia y justicia les va dando,

   mil duritos tendrá. Y hasta sospecho
que algún Mecenas más, en acabando,
añadirá otros mil. ¡Si ya es un hecho!




ArribaAbajoArboleda, Julio

Colombia. 1817 - 1861




¡Infeliz del que busca...


   ¡Infeliz del que busca en la apariencia
la dicha y en la efímera alabanza,
y muda de opinión con la mudanza
de la versátil pública conciencia!

   El presente es su sola providencia;  5
cede al soplo del viento que le lanza
al bien sin fe y al mal sin esperanza;
que en errar con el mundo está su ciencia.

   ¡Y feliz el varón independiente
que, libre de mundana servidumbre,  10
aspira entre dolor y pesadumbre

   a la eterna verdad, no a la presente,
conociendo que el mundo y sus verdades
son sólo vanidad de vanidades!




A la mudanza de la fortuna


   Yo vi del rojo sol la luz serena
turbarse y que en un punto desparece
su alegre faz, y en torno se oscurece
el cielo, con tiniebla de horror llena.

   El Austro proceloso airado suena,  5
crece su furia, y la tormenta crece,
y en los hombros d e Atlante se estremece
el alto Olimpo, y con espanto truena.

   Mas luego vi romperse el negro velo
deshecho en agua, y a su luz primera  10
restituirse alegre el claro día.

   Y de nuevo esplendor ornado el cielo
miré, y dije: ¿Quién sabe si le espera
igual mudanza a la fortuna mía?




Soneto


   Resto del bosque inmemorial; testigo
de mil y unicazos que la ciencia ignora,
roble imperial de bóveda sonora,
tiende en la plaza su ondulante abrigo.

   En rumorosas pláticas consigo  5
sus muertas hojarascas rememora:
¡cuánta fugaz generación canora
labró colonias en su techo amigo!

   Pasaron esos nidos y esas aves;
vinieron otras aves y otros nidos  10
y otras hojas y cantigas suaves;

   y en los gajos del céfiro mecidos,
vagar parecen con cadencias graves
ecos dolientes de los tiempos idos.




ArribaAbajoArgilagos, Rafael G.

Cuba. Siglos XIX - XX

Poeta.




Presentida


   Yo he querido en mis ensueños con frenéticos desvelos
una bella presentida de simbólica hermosura,
y he gozado sus caricias y he gozado la ventura
de ofrendarle los tributos de mis próceros anhelos.

   Aun me embriagan las delicias de sus besos turbadores  5
y el perfume de su cuerpo y el perfume de sus rizos,
aun me abrasan sus abrazos, aun me abisman sus hechizos,
y los mágicos reflejos de sus ojos soñadores.

   Aun reviven en mis ansias sus ternuras pasionales
y la evoco en todas partes con fervores inmortales  10
porque es ella la que adoro en mis puras ilusiones.

   Y mi bella presentida, musa egregia en mis cantares,
cual si fuera de mi vida sombra infausta de pesares,
nunca llega a los dominios de mis locas ambiciones.




ArribaAbajoArmas y Colón, Augusto de

La Habana. 1869 - París. 1893

Poeta. A partir de los veinte años vivió en Francia.




Alcoba


   Espesa alfombra embota el paso mudo;
todo en desorden brilla. Velo asirio
envuelve el tiesto en que desmaya un lirio;
un ramo prende del morisco escudo.

   Contra el tapiz, de un Zurbarán desnudo  5
brota en tropel la sangre del martirio,
y luz incierta como luz de cirio
baña la pompa del gran lecho viudo.

   Arde la lumbre. Entre canciones rotas
suenan lejanas, estridentes notas,  10
rumor perdido de las ebrias Pascuas.

   Dentro todo enmudece, excepto el eco
del rítmico reloj, o el crujir seco
del duro leño convertido en ascuas.




ArribaAbajoArmas y Colón, Ramón de

Cuba. Siglo XIX

Poeta.




Corazón de Cuba


   Del épico luchar al ronco estruendo
formal Honor su recia contextura,
y con torrentes de genial ternura
amor la heroica fibra fue nutriendo.

   Coraza fue en la guerra, ante el horrendo  5
combate cruel probando su bravura;
hoy manantial de plácida dulzura,
al suave impulso de la paz latiendo.

   Rencor no guarda, ni la abierta mano
que ayer lo hiciera con furor insano  10
su ritmo turba, o su vigor malgasta;

   germen fecundo de una estirpe nueva,
para el empuje que a la gloria eleva,
su propia sangre de titán le basta.




ArribaAbajoArnao, Antonio

Murcia. 1828 - Madrid. 1889

Poeta, abogado, pintor. Funcionario del Estado y académico de la Española.




La muerte del Czar


   El que trocó la ley del despotismo
por ley de generosa mansedumbre;
el que borró la odiada servidumbre
que condena en su amor el cristianismo;

   desde el trono imperial cayó lo mismo  5
que, del rojo relámpago a la lumbre,
desgajado peñón de altiva cumbre
rueda de tumbo en tumbo hacia el abismo.

   Saciado está el rencor del parricida
que en los oscuros antros del misterio  10
le arrancó la diadema con la vida.

   Luzbel extiende su temible imperio:
Alerta, Europa, que si estás dormida
morirás en su infame cautiverio.




El soneto


   Tradición popular dice a la Historia
que el rígido soneto fue creado
para dar al ingenio aprisionado,
tras corta lucha, perdurable gloria.

   Podrá juzgarse la fábula irrisoria;  5
mas él subyuga al pensamiento osado,
que, en troquel inflexible modelado,
debe dejar viviente su memoria.

   Así la inspiración, aunque arrogante
mundos y mundos recorrer pudiere,  10
un límite fatal halla delante.

   Y cuando libre remontarse quiere,
como estrella fugaz , en breve instante
brota y deslumbra y se despeña y muere.




El paje


   Joven adolescente, o tierno mozo,
de su señor vasallo y compañero,
bien el rapante halcón, bien el acero,
él le aprestaba con orgullo y gozo.

   Su labio apenas anunciaba el bozo,  5
y ya su erguido continente fiero
la esperanza de armarse caballero
revelaba con íntimo alborozo.

   Su fácil lengua, siempre decidora,
por doquier derramaba la alegría  10
que el alma juvenil dulce atesora;

   y hechizo del castillo ser solía,
y alguna vez logró de su señora
premio que al servidor no se debía.




A Manuel del Palacio


   Manuel del corazón: hoy diecinueve
tu soneto recibo -te lo juro-
y, a la verdad, me pones en apuro,
porque mi musa contestarte debe.

   Te diré, por lo tanto, siendo breve,  5
que con el Paje me pareces duro,
pues es humilde y vergonzoso y puro
y nada malo a cometer se atreve.

   Si ves brillar sin sombras el reflejo
de su virtud y raras perfecciones,  10
¿por qué le ofendes con tan mal consejo?

   ¿En qué fundas tus locas prevenciones?...
¡Es que envidias acaso, como viejo,
la fortuna de amor que le supones!




A la Virgen Santísima


   Madre inmortal, emblema de hermosura,
amable faro al navegante incierto,
rico tesoro al corazón abierto,
inmenso mar de angélica ternura.

   Alba que siempre celestial fulgura,  5
sol que en Edén transformas el desierto,
inspira a un labio, para el mundo muerto,
nuevos cantares, oración más pura.

   Por ti suenan los cielos vencedores:
En ti su amparo el universo fía:  10
¿cómo invocarte, amor de los amores?

   Aquí me tienes: mueve el arpa mía:
dale que siempre vibre en tus loores,
o enmudezca si en ti no se gloría.




Fray Luis de León


   Del Horacio gentil copia cristiana,
y con el tono austero del profeta,
cantó la Fe cual místico poeta
en la rotunda lengua castellana.

   Aunque docto en la ciencia soberana  5
que al Verbo tiene por gloriosa meta,
aunque en el claustro riguroso asceta,
logró por premio cárcel inhumana.

   Los que su vida inmaculada vieron,
cual dulce imagen en cristal bruñido,  10
en ella su virtud mirar pudieron;

   y, firme en la humildad, supo advertido
por la senda seguir por donde fueron
«Los pocos sabios que en el mundo han sido.»




Quintana


   Si conquistara yo, con lid ardiente,
la corona que Píndaro ceñía;
como tributo al genio la pondría
del hispano cantor sobre la frente.

   El númen de su voz grandilocuente  5
los ánimos inflama todavía,
y el eco vividor de su armonía
va de edad en edad, de gente en gente.

   Heraldo de magnánimas acciones,
victorioso alcanzó como trofeo  10
el laurel de perinclitos varones;

   mas ¡oh! pintar su apoteosis creo
con decir que ante el Corso y sus legiones
fue para España sombra de Tirteo.




A Murcia


   A ti, bella ciudad, reina de amores
adormecida en la feraz llanura,
que al pintarte en la linfa del Segura
brillas en trono de apiñadas flores;

   a ti, cuyo vergel de mil primores  5
fecunda el sol que envidia tu hermosura,
porque te dan hechizo y galanura
brisas, aves, perfumes y colores;

   a ti, mi patria, la de Abril constante,
la que infunde en el alma gozo eterno  10
bajo su cielo azul siempre radiante;

   a ti dirijo mi saludo tierno,
y, temiendo morir de ti distante,
al pensar que te miro, me prosterno.




ArribaAbajoArnao, Antonio

Cuba. 1828 - 1889




La hermana de la caridad


   Casta su faz, bajo la blanca toca
cual entre rayos de piedad fulgura;
pero jamás tan célica hermosura
pasión mortal, en quien la mira, evoca;

   manan consuelos de su dulce boca;  5
la caridad sublima su ternura;
en donde está no reina la amargura,
pues con sus manos el dolor sofoca.

   En infecto hospital su pecho late,
velando al triste con afán prolijo,  10
cual vela al moribundo en el combate;

   brota su amor al pie del Crucifijo
y todo aquel a quien el mal abate
para su noble corazón es hijo.




ArribaAbajoArnao, Nicolás

Cuba. 1850




Me dio la mano


   Mi saludo cordial, lector amigo,
con mi afecto te envío cariñoso:
al verte ya jadeante y silencioso
por el camino donde irás conmigo.

   Si ten cansa seguir o ser testigo  5
del hosco viaje por el campo hojoso,
detente en el andar, que yo amistoso
del duro compromiso te desligo.

   No obstante, si a mi voz vas lisonjero
y entras por los quebrados donde el llano,  10
o de la cumbre bajas al sendero,

   do va el arroyo en su correr liviano,
serás como el extraño pasajero
que en la vía al pasar me dio la mano.




De pro y de fuste


   Si bardo fuera yo de pro y de fuste,
tendría un gran estudio decorado;
con clásicos autores del pasado
y alcanzar con mi lira un buen ajuste.

   Pero a mi humilde choza, cuando guste,  5
puede el lector pasar, no hay entorchado;
ni grandes bibliotecas, ni alfombrado,
ni estatuaria vetusta que lo asuste.

   Solo en mi oscuridad, me inspiro en flores,
o en los grietados muros de mi casa,  10
do no existen ni cuadros, ni pintores,

   ni el pensamiento en ilusión se abrasa
para elevarlo en majestad suprema
y a mi lira arrancar magistral tema.




Año viejo o aguinaldos


   Adiós, mi viejo amigo compañero,
en la hora triste o gratas ilusiones;
como canas del tiempo en ramazones

   te aguarda el aguinaldo en el sendero.
Adiós por siempre, errante mensajero  5
que dejas con arrullo de emociones,
el alma en tu recuerdo hecha girones
y atada la esperanza al venidero.

   Nace otra nueva aurora primorosa
sepultando la noche del pasado,  10
do reclina sus galas linda rosa

   o canta el pajarillo enamorado:
Y la falange humana borrascosa
sigue soñando en cuanto había soñado.




A una flor


   Nítida flor que por la noche helada
tenue te besa del rocío la gota
y el pajarillo de candente nota
vuela a libar tu miel en la alborada.

   Ya abierto el cáliz, en botón, cerrada,  5
grato el perfume de tus hojas brota,
triste el galán te halaga en su derrota
o en su ilusión la dama enamorada.

   Desde la humilde choza hasta el palacio
recorre tu inocencia las escalas;  10
ciñes la frente de mentida Fama,

   o de la Gloria en el empíreo espacio;
hechizo de los prados que regalas
al seno femenil tu tierna trama.




Año nuevo


   Sentado en el umbral el Tiempo espera
que en su torre la esquila de la hora,
para expulsar al año que devora,
y al nuevo acariciar en la ancha esfera.

   Así aparece la ilusión primera  5
del labriego que aguarda nueva flora,
y el canto de las aves lo enamora,
y la hermosura de su compañera.

   Mas la vida en un soplo se despoja
y se secan los gajos y las flores  10
y miramos caer hoja por hoja,

   los mazos de esperanzas y de amores.
Que usar no es dado cabellera cana
si peina rubias trenzas la mañana.




A puro lomos


   Lauros eternos, clásicos autores,
os saludo por buena referencia;
al suponer que a cuestas con la ciencia
vais más cargados con admiradores.

   Silenciosos cual sordos oidores  5
soportaréis la acerba impenitencia
haciéndole sesuda reverencia
a los que gastan sesos por favores

   Yo, en vista y fe del paternal suplicio,
con que os abruman serios mayordomos,  10
por vuestro amor prefiero el sacrificio

   de cargar mi cosecha a puros lomos,
antes que rabiatarme de cencerros
y en jamelgo prestado subir cerros.




Mi sencillo sueño


   No profundizo místicas honduras
por temor de quedar petrificado,
y de Minerva, húyole al cercado
como el suave arroyuelo a las alturas.

   Yo canto cual el ave las ternuras  5
al sutil murmurar del arbolado,
o del amor el cielo ilusionado
de afanes llenos, cual de galanuras.

   Escasos mis pinceles de madejas
con hilos de oro del donoso artista,  10
voy rezando de antiguas candilejas

   a la luz vaga, en la perdida pista.
Y al natural, sin lienzo ni diseño,
alegre copio mi sencillo sueño.




Musas dormilonas


   Cualquier mostrenco aconsonanta y rima;
un soneto se empuja en tres tirones,
se apechugan los sesos y a trompones
se emplastan ripios, se recorta y lima.

   ¿Quién no suelta un poema que de grima?  5
Mil idilios de amor, como lechones;
o en épica se queda sin pulmones,
y se guinda el poeta en la alta cima.

   Fácil, muy fácil cosa es hacer versos;
pero aquellos que nacen desgreñados,  10
por plebeyos, latosos y perversos

   al umbral del Parnaso colocados,
arrullan a sus musas dormilonas
de cayucas, peladas y pelonas.




Holgazanista


   No nacen al recuerdo mis memorias,
ni doy medio centavo por la fama;
ni la voz del futuro me reclama,
ni adoro esas deidades transitorias.

   Nunca he soñado, tras la vida, glorias,  5
nunca a mi puerta la mentira llama,
dormir es mi blasón en buena cama
con susurrantes brisas amatorias.

   Yo soy materialista, yo no vivo
mendigando a la fama algún andrajo:  10
¿Qué más prosperidad quiero en archivo

   que dormir y soñar que no trabajo?
¿Qué me importa que el mundo retroceda
o que avance su carro sin mi rueda?




Besos del pensamiento


   Valiente lira, dulce compañera,
no me abandones, no, mi cara amiga,
ni dejes si la crítica me hostiga,
estregarte en su garra carnicera.

   Acompáñame siempre prisionera  5
del amor que mi alma te prodiga;
y fecunda y festiva te bendiga
mi inspiración en la hora postrimera.

   Riega flores de amor, disipa el llanto,
devuelve al pecho triste la alegría,  10
y sonora y feliz, renueva el canto,

   como las aves saludando al día.
Mientras tiernas las notas de tu acento
posen sus besos en mi pensamiento.




Nuevos dones


   Soberbias rimas escribir quisiera,
hallar otras ideas, nuevo tema,
poner muy alto mi pendón y lema,
dejar la senda pisoteada y huera.

   Dejar la imitación falsa o rastrera,  5
la vil adulación que al labio quema;
y en estrofas urdir mi estratagema
como el guerrero tras la audaz trinchera.

   Pero el adverso hado ha preferido,
demoliendo mis gratas ilusiones,  10
al estar dicho todo y repetido,

   que no ahueque la voz en mis canciones;
reservadas a un estro revestido
de homérico raudal y nuevos dones.




Coquetonas


   Ya vienen a buscarme y yo no quiero
hacer las amistades con las musas;
con quienes he peleado por intrusas
y vuelven a ofrendarme amor sincero.

   Si en un tiempo las quise, ya hoy prefiero  5
echarlas a la calle sin excusas,
porque son muy ingratas y confusas,
y es su rompecabeza un hervidero.

   De sus garras salí casi sin pelo,
calvo, muy calvo de pensar en ellas,  10
cuando yo las amaba, por el cielo

   fugitivas andaban como estrellas;
y llegan hoy cual novias sin corona
haciéndome la corte coquetonas.




Do esta la voz


   Ya soy un pasajero de la vida
en camino al Ocaso como tantos,
llevo en el alma crueles desencantos
y junto al corazón la abierta herida.

   Mas la queja es cual lágrima perdida,  5
terror inútil, sobresalto y llantos;
sin que el hombre mitigue sus quebrantos,
sin una luz que resplandor despida.

   Esta es la humanidad, tibios fulgores
de una esperanza en mustio afán soñada,  10
revestida de pompas cual las flores

   par dormir marchitas en la Nada.
¡Mudos escombros, responded sinceros!
¿Do está la voz de intrépidos viajeros?




Certamen floral


   De Bayron y de Milton las coronas,
de Espronceda, Argensolas y del Dante,
de Virgilio y de Homero y del Levante,
saluden mil poetas de mil zonas.

   Hay certamen flora, voces chillonas  5
para acallar del mar la ola bramante,
se presentan en juego nigromante
al eco infiel de rimas servilonas.

   Concurren al jardín do ya no hay flores,
ni bardo, ni poético Parnaso,  10
que han muerto de nostalgia y de rubores

   con su último acento en el Ocaso.
Sin que exista un gendarme con Apolo
que custodie su templo yerto y solo.




La casa se alborota


   Cuando a veces de insomnio me resiento,
contemplo como brumas en el techo,
los ensueños que salen a mi acecho
para recordar mi lira con su acento.

   Tratando silenciar el movimiento,  5
me levanto quedito de mi lecho,
y mi esposa me dice: lo sospecho,
alguna rima revolando al viento.

   A su voz los muchachos sorprendidos
se despiertan, la casa se alborota,  10
y preguntan ¿ qué pasa se oyen ruidos?

   Duerman, les digo: nada, es que mi nota,
mi mente en la alta noche solicita
y yo, hijos míos, acudo a su visita.




Mis pestañas


   Después de andar de burro en la espesura
despeñado en deslindes, cual de antojos,
vengo a caer que me han faltado ojos
con que pasearme en la literatura.

   De letras descargado, a la ventura,  5
salgo al campo a batirme con despojos,
sin haber puesto sesos en remojo
de grande erudición o de cultura.

   Y al ser un letricida, no es extraño
que alguna vez o todas de un tropiezo;  10
pues me he pasado de la vida el año,

   si aquí no caigo, allí no me enderezo,
pero he salvado tras las musarañas
quemar como los sabios mis pestañas.




Sin pensar en canas


   Aunque en olvido involuntario a veces
me siento joven sin pensar en canas,
y detrás dejo muy tristes y lejanas
mis primaveras grata, sin dobleces.

   De amarga copa mundanal las heces  5
recuerdo en horas, al correr livianas,
cuanto de falsas diosas o paganas
recogí incienso del amor con creces.

   Luego sucumben lejos y despiertas,
atrás del muro que traspuso el paso,  10
las ilusiones pálidas o muertas,

   como blancas palomas al acaso
que vuelan en montones, pasajeras,
quebrando ramas al pasar ligeras.




Telarañas


   ¿Veis ese cuerpo de legisladores,
ostentoso de túnicas legales,
pregonar leyes para el pueblo iguales
cual varones de culpa impecadores?

   ¿Los veis de la justicia cual tutores  5
pronunciando oraciones magistrales,
imantando su cetro a los metales
del simulacro eterno corredores?

   Pues es triste decir, aunque es muy cierto,
que tanto lujo de palabra es vano:  10
la Ley en duelo a la Justicia ha muerto,

   y aquellos que la Ley trazó su mano,
les tejen trajecillos de marañas,
cual de Anacarsis viejas telarañas.




Derribar al diablo


   Con mis pobres ideas cuanto añejas
hurtar no quiero a nadie genio o ciencia,
ni con rosario ajeno de indulgencia
quiero llenar mi saco de consejas.

   Pero hay empeño cruel de hacer madejas  5
del prójimo que muestra inteligencia,
y cargada la vida de inclemencia,
pavesas te hace si talento enrejas.

   No comprende mi chola como hay gentes
que porque otro cacumen piense un poco,  10
desmembradas se sienten en sus mentes

   y denuncien al tal, de tonto o loco.
Si fuerzas tiene Pedro, puede Pablo,
con propia garra derribar al Diablo.




A Julio


   Sólo por complacerte es que recito
entre las densas brumas del pasado,
este recuerdo tétrico y helado
que a tu instancia tan sólo resucito.

   Lo doy por concluido, aunque te invito  5
a charlar del rumor del arbolado,
de la tierra avecilla en el sembrado,
y en el espacio azul, del infinito.

   Recorrer quiero en el abrupto monte
bajo mi planta el rústico paisaje,  10
reclinar la mirada al horizonte

   sobre el andar ligero de un celaje.
Para así distraer en el vacío
suelta la mente en plácido albedrío.




Sonrisa griega


   Si es mi estilo cansado o ya rumioso,
es mío solo porque a nadie imito,
y a la verdad, señores, no permito
que me titulen versador famoso.

   Si lo hago mal, pues, nada es asombroso,  5
y peor fuera que a tijera adscrito,
presentara un poema muy bonito
y me dijeran: ¡anda, mentiroso!

   No vayas a esconderte en el Parnaso
buscando sombra de árbol corpulento,  10
porque mil y uno más, verás al paso,

   que saben más que tú tan viejo cuento.
Y te dirán con su sonrisa griega:
«¡Anda bobón, tu lira ya no pega!»




Tiempos civilizados


   Es, mi caro lector, arduo problema
que anden así los tiempos malhadados;
usando el bombo de civilizados
cuando el fragor del salvajismo quema.

   Con banda clerical por nata y crema;  5
a espalda y frente cuerpo de soldados,
y al mal traer los pueblos desollados,
¿quién de progreso llamará el sistema?

   Mientras existan fuerzas militares
y no se extirpe de raíz el clero,  10
¿quién no ve que son falsos los altares?

   ¿Quién no ve que domina el sable fiero?
El plomo impone sus terribles hechos,
y la mentía a la ignorancia acechos.




Mi testamento


   Por esta voluntad que el cielo ha dado
a todo racional a ser de instinto,
tan en ajuste como llevo el cinto
voy a dejar mi asunto preparado.

   Y aunque a otro modo lo tenía pensado  5
no quiero el uso, quede, por mi extinto,
y antes de entrar al último recinto
legaré el texto como pan pintado.

   Y en mi cabal sentido y mejor juicio,
ante testigos legos y notario,  10
haciendo un escribano el buen servicio,

   empiezo yo a dictar cual legatario,
y doy comienzo y pie del testamento,
según vaya encordando el pensamiento.

   Si acaso he dicho mal, no me desdigo  15
y a mi razón sesuda doy de abono;
que así se alzó en la tierra el primer trono,
y aquí pongo la historia por testigo.

   Siga escribiendo ahí que a Dios bendigo
por su buena intención, que alto pregono;  20
pero los hombres, a quienes perdono,
el acta han dado al infernal amigo.

   Justificado o no, con mi alegato,
dejo al sobreviviente el aire puro,
la luz, el agua, el cielo y por contrato  25

   los dulces estrujones del futuro,
do quedarán las mil cabezas rotas,
cual la mía de ritmos y de notas.

   Lego de modo igual miles dobleces,
tanto mentales como del pellejo;  30
mi andar solivio en ruta de cangrejo,
con cargas de joroba, las más veces.

   Cojo del alma, sus amargas heces
apuradas del mal, triste y complejo,
mi física armazón hecha un reflejo,  35
do encorvadas las horas van en creces.

   Un desarme completo de molares,
cerrado bosque de viajeros canas,
como huyendo a recintos seculares

   muy lejos de horizontes y mañanas;  40
detrás de las sonrisas engañosas
tal cual adiós, del mundo y de sus cosas.

   Asimismo en la nota hago presente
que fui en la mocedad algo amoroso:
Blasón y timbre que llevé orgulloso  45
por ser en esta secta el más creyente.

   Rendí al amor mi lauro reverente
y no tuve razón de estar quejoso,
y si me quejo hoy, es que brumoso
me despide a ultratumba sonriente.  50

   El consejo, por tanto, no es extraño
de este bien puro que nos dejó el cielo:
Y aparte de un revés o algún engaño

   es mejor lo que existe sobre el suelo.
Por eso lo acotejo en inventario  55
y prosiga a otra línea el buen notario.

   Como parte del texto al desligarme
de la armazón huesosa que me anima,
cumple a mi voluntad que se me exima
de al buen morir alguna ayuda darme.  60

   Solo y tranquilo pienso trasladarme
cuando Natura la guadaña esgrima,
sin que un buen cura se me venga encima
con la santa intención de confesarme.

   Si acaso busca mi último secreto,  65
no tengo inconveniente en darle cita,
allá por ultratumba, do prometo

   ponerlo al tanto si lo solicita,
y me encuentre a su vez los pecadillos
que echó de la sotana en los bolsillos.  70

   Fáltame tributar al auditorio
cual moderno orador, por más, sesudo,
mi estilo original del que no dudo
harán reliquias en conservatorio.

   En Bellas Letras prenda de abalorio  75
su juicio literario irá en menudo,
basado en que cualquiera tartamudo
por literato pasa al purgatorio.

   Con letra igual y causa semejante,
recomiendo mi clásico discurso,  80
que por ser del sagrario trashumante,

   en pena de destierro será incurso,
y no me extrañará que en el proceso
a palos no le dejen sano un hueso.

   Este es, caro lector, mi testamento,  85
tres días he tardado en escribirlo,
lo dejo cual nació, no he de vestirlo,
que al natural expreso lo que siento.

   Bien comprendo que no es un monumento,
ni el espacio traslado como un mirlo,  90
y aunque del arte las celadas birlo,
de sabios que escasean, no es el cuento.

   Si excomunión le cae o cosa grave,
diré que de melindres no me visto,
y como a nada nuevo doy en clave  95

   voy con la muchedumbre do persisto,
en derrocharles cantos a mi antojo
aunque algún preceptista muestre enojo.


Nota final




I

   Dispénseme, lector, si no has logrado
solaz ameno con mi pobre escrito,
y que al pintarte el hombre tan chiquito
asaz te sientas serio y enojado.

   De la verdad salirme no me es dado,  5
ni de falsa hinchazón busco un ramito,
¿Cómo hacer grande lo que es tan finito
y a tan tristes miserias condenado?

   Quisiera hallar en la desierta vida
algo ideal, sublime y majestuoso;  10
algo do el hombre con la frente erguida

   pudiera con verdad llevarla airoso.
Pero en la cruenta realidad se mira
batir sus negras alas la mentira.




II


   ¿Para qué escribir más? No quiero fama,
ni sesos exprimir con irrisiones;
grano de tierra soy, ¿a qué ilusiones
de hablar al sol y contemplar su llama?

   Pretender que mi voz audaz inflama  5
sobre el abismo mudo las regiones,
y que penetren mis invocaciones
el insondable y grato panorama...

   Es más que necio y vano, es insensato,
y aunque pudiera a más o menos mente,  10
bañar en el Jordán triple relato,

   finalizo, lector, porque es prudente
dejar alguna imagen del nublado,
al que venga detrás de lira armado.





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