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ArribaAbajoMingot, Francisco

España. Siglo XVII

Poeta y doctor.




Soneto


   Ya la antorcha del día se apagaba,
y la negra Latona se escondía,
una, míseros ayes ofrecía,
otra gloriosos triunfos anunciaba.

   El Cristiano valor ya flaqueaba,  5
y el orgullo enemigo se engreía,
unas tropas Plutón, cruel regía,
otras, Javier, piadoso acaudillaba.

   Mira Francisco, que la luz fallece,
manda parar al Sol cuando se ausenta,  10
triunfa el Cristiano, y el infiel padece.

   A todos paró el Sol, y en lo que intenta,
al que en la sombra está, la noche crece,
y a quien logra la luz, el día aumenta.




ArribaAbajoMiralles, Joseph

España. Siglo XVII

Poeta y rector de Monforte y Agoste.




Soneto


   Basta a las glorias, basta a los favores,
más a las penas, más a los tormentos,
basta a las alegrías, y contentos,
más a las aflicciones y rigores.

   Basta a los dulces del amor primores,  5
más a los del rigor abatimiento,
basta a los del favor conocimientos,
más a los del afán, y los dolores.

   Ser en no querer premios, importuno,
desconocerse a sí, por conocerse,  10
de los consuelos no querer ninguno.

   De otro, y no de sí compadecerse,
en el mundo estas cosas tuvo alguno,
hasta que en él, Francisco llegó a verse.




ArribaAbajoMohedano, Antonio de

Antequera (Málaga). 1561 - Lucena (Córdoba). 1621

Poeta. Pintor discípulo de Pablo de Céspedes. Residió en Sevilla donde pintó el claustro de San Francisco.




Soneto


   En vano es resistir al mal que siento,
si echada por el suelo mi esperanza,
sujeta a mi razón con tal pujanza,
que ni aun libre le deja el sentimiento.

   Así padece y calla el sufrimiento,  5
sin esperar del tiempo la mudanza,
ni en aquesta tormenta la bonanza;
que siempre ha de soplar contrario el viento.

   Estoy a padecer el mal tan hecho,
que en el mal estaré, si viene, extraño,  10
porque el mal en sí propio me convierte.

   Y temo venga ya, porque sospecho
que el bien ha de causar en mí más daño
que causa el mal, pues no me da la muerte.




Soneto


   Aguarda, espera, loco pensamiento,
y no lleves volando la memoria
a ver la causa de tu amarga historia,
que doblas la ocasión al sentimiento.

   Para el curso veloz y muda intento,  5
huye la senda de tu fin notoria,
pues ves que el mal publica la victoria
de mi vida, vencido el sufrimiento.

   Ya, pensamiento, cesa tu pujanza;
llegado habemos a la muerte triste,  10
posada cierta del dolor amigo.

   De ti quiero tomar justa venganza,
y es, pues que tú contigo me perdiste,
morirme yo, y perderte a ti conmigo.




ArribaAbajoMójica, Diego de

España. Siglo XVII

Poeta.




A la debida memoria del doctor Juan Pérez de Montalbán


   Estatua es numerosa, bocal Pira
este culto volumen (Caminante)
de aquel heroico Joven, semejante
al que aun la Tracia su memoria admira.

   A su fábrica docta cada Lira  5
de un Cisne, y otro, que cantó elegante,
es Sincel (contra el Hado) de diamante,
que en las almas esculpe lo que inspira.

   Bien, en tal Urna métrica, segura
preserva de su nombre la grandeza  10
con tanta inscripción fiel, póstuma Fama.

   Que el Coloso mental, que le figura,
todo el Tiempo es Laurel de su cabeza
y cada siglo es hoja de su rama.




A la muerte de Lope de Vega


   Yace aquí el cuerpo del varón famoso,
que en tantos cuerpos vive repetido,
cuantos cultos volúmenes han sido
los que a la fama encomendó ingenioso.

   Cisne inmortal y fénix prodigioso  5
muriendo a mejor vida renacido,
de sonoro cristal es ya su nido,
en orbe empíreo rayo numeroso.

   Murió el docto, o feliz, que del destino
lo común hizo raro con su muerte,  10
hallando en lo que es uno diferencia.

   O infeliz, el que sólo ha crecer vino
el número al imperio de la suerte,
pues no es vida su ser, sino presencia.




ArribaAbajoMola y Córdoba, Manuel de

España. Siglo XVII

Poeta. Catedrático del Sexto de Cánones de la Universidad de Alcalá.




Soneto


   La Reina de las Aves misteriosa
en afectos de eterna desatada,
lecho construye en palma levantada
sin temer apariencias de achacosa.

   Incendios lisonjea mariposa,  5
de inmortal su grandeza asegurada,
pues la fragante pira imaginada
es fecunda a su ser cuna olorosa.

   No receles, o Fénix Alemana,
fatal desmayo en pálido accidente,  10
róndale su sextina, alegre, ufana.

   Que de Felipe Próspero el Oriente
tu grandeza eterniza soberana,
y es gozo universal, susto aparente.




ArribaAbajoMoncayo, Juan de

Zaragoza. 1600 - 1656

Marqués de Sanfelices. Poeta y caballero de la Orden de Santiago.




Soneto


   ¡Cómo se pasan, Lelio, las edades,
sujetas al rigor de la inconstancia,
cuando del mundo, bárbara ignorancia,
desconoce terrestres potestades!

   Funda sobre diversas voluntades,  5
de prósperos sucesos, la arrogancia,
y verás en su misma vigilancia
que todo es vanidad de vanidades.

   Nace el sol, en el término de un día
muere y comienza el curso repetido  10
por la estación del cielo más serena.

   Sólo a tanta mudanza mi agonía,
en el lóbrego centro del olvido,
anima el contrapeso de mi pena.




A una nave corriendo tormenta


   Surca la nave el húmedo alboroto
del mar, y en sus cristales sumergida,
náufraga, da ejemplares a la vida
con la tarda experiencia del piloto.

   No bien, pues, a los ímpetus del Noto  5
resiste, de sus furias compelida,
cuando en el riesgo muestra dividida,
rotas las jarcias y el trinquete roto.

   Surcó el mar, en peñascos desiguales,
señoreó de su centro las arenas,  10
ya tocando los astros celestiales.

   Mas al soplo veloz de un viento, apenas
de lo que fue no deja las señales,
¡oh trágico retrato de mis penas!




Soneto


   Cual Ícaro subiste, pensamiento,
al bien mayor que idolatró el cuidado,
y en el mar de tu llanto fulminado
le da nombre tu mísero escarmiento.

   Fuiste incapaz, y penetrando el viento  5
sólo las esperanzas te han dejado;
padece tus fortunas, desdichado,
porque en ellas conozcas lo que siento.

   Rompe las olas que, de engaños llenas,
no templan los volcanes de mi pecho,  10
aumentando tus penas con mis penas.

   Mi corazón atiende ya, deshecho
entre la confusión de sus arenas,
rigor en impiedades satisfecho.




Soneto


   Cantas con primor, tanto soberano,
que logrando las dichas del acierto,
en la posteridad tomaste Puerto,
gloria mayor del Territorio Hispano.

   No el Camoens en las veras Lusitano,  5
no el Píndaro Andaluz, en chanza experto,
consiguieron en Ritmos el concierto,
que hoy con la pluma nos dictó tu mano.

   Canta, a pesar del odio, y de la envidia,
joven ilustre, cuya edad derrama,  10
celestes por las Zonas Esplendores.

   Para triunfo mayor con todos lidia,
y verás con las manos de la fama,
tu Frente coronar de varias flores.




Soneto


   En cuantos paralelos el Sol dora,
rompa el Clarín sonoro, que te aclama,
los aplausos mayores de la fama,
pues a tu luz sus glorias atesora.

   Canta, y beba en tus Nácares la Aurora,  5
la suave Ambrosía, que derrama
tu dulce voz y de la esquiva Rama,
teja guirnaldas a tus sienes, Flora.

   Lo jocoso alternando con las veras
dando al Parnaso lustres, y primores,  10
del Sol adornen cándidas Esferas.

   Tantos en ti se miren superiores
los rayos, que en tus aguas reverberas,
cuantas la Alba, a tu ingenio inspiró flores.




ArribaAbajoMontemayor, Jorge de

Montemor-o-Velho. Coimbra (Portugal). 1520 - Piamonte. 1559

Poeta y músico castellanizado.




Soneto


   En ese claro sol, que resplandece,
en esa perfección sobre natura,
en esa alma gentil, esa figura,
que alegra nuestra edad, y la enriquece,

   hay luz que ciega, rostro que enmudece,  5
hay pequeña piedad, gran hermosura,
palabras blandas, condición muy dura,
mirar que alegra y vista que entristece.

   Por eso estoy, Pastora, retirado,
por eso temo ver lo que deseo,  10
por eso paso el tiempo en contemplarte.

   ¡Extraño caso!; ¡efecto no pensado!;
¡qué vea el mayor bien cuando te veo
y tema el mayor mal yendo a mirarte!




Soneto


   Divino Ausías que con alto vuelo
tus versos a las nubes levantaste
y a tu Valencia tanto sublimaste
que Smirna y Mantua quedan por el suelo.

   Con alta erudición, divino celo,  5
en tal grado tu musa aventajaste
que claro acá en la tierra nos mostraste
la parte que tendrás allá en el cielo.

   No fue Minerva no la que ayudaba
a levantar tu estilo sobrehumano,  10
ni hubiste menester al rojo Apolo;

   espíritu divino te inspiraba,
el cual así movió tu pluma y mano
que fuiste entre los hombres uno solo.




ArribaAbajoMonteser, Silvia

España. Siglos XVI - XVII

Poeta.




A San Juan de Dios


   ¿Qué buriles, qué pluma, que pinceles,
en láminas, en rasgos, en colores,
de dos virtudes ínclitos honores
decir podrán, aunque se muestren fieles?

   Consigue una en las ansias más crueles  5
ser de María consuelo en sus dolores;
merece otra en los últimos ardores
fortuna que eterniza sus laureles.

   De esta y aquella dicha las victorias,
semejante una y otra, las venero,  10
ambas gozando eterno los pensiles.

   ¿Qué mucho, pues, a vista de estas glorias,
no basten, no, según lo considero,
ni plumas, ni pinceles, ni buriles?




ArribaAbajoMontez Freyre, Manuel

Siglo XVII. Portugal.

Poeta.




A la estampa del héroe Baltasar Gracián


   Murió Gracián: oriente fue de enojos;
vive Lanier: ocaso es de gemidos;
Gracián cuanto hay que oír dio a los oídos,
Lanier cuanto hay que ver copia a los ojos.

   Vaguen de tu valor ecos no flojos,  5
suenen de su saber cuantos no oídos.
¡Oh victoria gentil de ambos sentidos!
¡Oh lisonja cortés de ambos despojos!

   Todo ver que en Gracián quejoso aspira,
todo oír que en Lanier sentido lucha,  10
ya en dulce paz por ti, Lemos, respira.

   Oh vivas, si en porción nos das no mucha:
Por éste, que advertir a cuanto mira,
por aquél, que admirar a cuanto escucha.




ArribaAbajoMorales, Jacinta MarÍa de

España. Siglos XVI - XVII

Poeta.




A San Pedro Mártir


   El pecho herido, la cabeza abierta,
luchando con la última agonía,
la fe de Pedro, que espirando ardía,
dio de su gran fervor noticia cierta.

   La voz turbada ya, la mano yerta  5
lámina hizo del hielo en que escribía,
con excelente sangre que vertía,
sacros misterios que a explicar acierta.

   ¡Oh tú, que más allá de lo posible
predicación muriendo ejercitaste,  10
negándote en lo humano a lo sensible!

   Tú el renombre de mártir conquistaste,
pues del sitio que heroico sufrible
tan eminente cátedra fundaste.




ArribaAbajoMorales, Juan de

Málaga. Siglos XVI - XVII

Poeta. Discípulo de Juan de Valencia. Corrector y provincial del Convento de Málaga.




Ofrenda


   Jamás el cielo vio llegar piloto
al deseado puerto tan contento,
de las furiosas olas y del viento
la nave sin timón y el árbol roto.

   Y tomando la tierra, tan devoto  5
correr al templo con piadoso intento,
y en él, por verse puesto en salvamento
colgar las ropas y cumplir el voto,

   Cual yo escapé del mar del llanto mío,
pasada la borrasca de mi pena,  10
y en el puerto surgir del desengaño;

   cuyo templo adorné de mi navío,
colgué mis esperanzas y cadena
por ser mi bien el fruto de mi daño.




ArribaAbajoMorales, Pedro de

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega




A la muerte de Lope de Vega


   Desde que fue pastor tierno Belardo,
di atención a sus quejas y dolores,
cortando de su ingenio algunas flores
que por reliquias observadas guardo.

   Después cual sol universal gallardo  5
dio luz a tantos doctos escritores,
desterrando los críticos horrores
del nuevo idioma, apócrifo y bastardo.

   Trátele en su estados diferentes,
y en sólo Sessa le advertí dichoso,  10
pues son sin duración los premios vanos.

   Y en esta protección sin accidentes
le ajustó el cielo a espíritu glorioso,
para honrarle con premios soberanos.




ArribaAbajoMoreto y Cavana, Agustín

Madrid. 1618 - Toledo. 1669

Estudió Leyes. Dramaturgo.




La Inmaculada Concepción


   En el Cielo se vio, de luces bellas,
una hermosa mujer, del sol vestida,
y con ojos de púrpura encendida
amenazó un dragón sus blancas huellas.

   Figura fue ésta tuya, que atropellas  5
la imagen de la luz que nos da vida,
la que sin culpa ha sido concebida,
más pura que el candor de las estrellas.

   Dios se llama de dar, y no ha pagado
menos que recibió, grandeza no era  10
de su poder no haberla preservado;

   porque si carne en culpa Dios la diera,
cuando ella, pura y santa se la ha dado,
más liberal que Dios su Madre fuera.




De la comedia El Eneas de Dios


Jornada I - Luis


   Señor, que de esta cándida cortina
cubres la Majestad, que admira el Cielo,
si el arca del maná cubre este velo,
amor piadoso, como ves, me inclina:

   perdona lo que un alma determina,  5
que abrasas Tú con tu amoroso celo,
pues todo el fuego me parece hielo
al resplandor de tu Deidad Divina.

   Confiésote mis culpas, y te pido
perdón de tan extraño atrevimiento:  10
disculpado de amor, de amor vencido,

   no temí el fuego allí, mayor lo siento;
que el hielo del temor, que te es debido,
me supo defender de este Elemento.




A la muerte del doctor Juan Pérez de Montalbán


   Este a quien con su pena Premió el hado,
siendo su gloria el verse perseguido,
por dejarle este ultraje más lucido,
la envidia le envidiaron envidiado.

   A la esperanza fue (después de hallado)  5
flor su ingenio, y achaque de Florido,
no hubo bien el deseo amanecido,
cuando su muerte le quitó un cuidado.

   ¡O dicha tarde hallada, y ya perdida!
¡O dolor! ¡que constancia! ¡El golpe fuerte  10
de la Parca cruel no dejó herida!

   ¡O fama si tal fue su adversa suerte,
quien en su muerte no envidió su vida,
viendo la vida que le dio la muerte!




ArribaAbajoMoscoso Osorio, Fernando de

España. Siglo XVII

Poeta. Catedrático de Primas de Cánones de la Universidad de Alcalá.




Soneto


   Declina Febo en su mayor altura,
porque es pensión de la mayor grandeza,
se pone el Sol, no muere, pues empieza
a dar nuevo esplendor a la criatura.

   De nuestra Reina el Sol en su luz pura,  5
llegó a la Alteza, pues nos dio una Alteza;
noche fue el riesgo de mortal tristeza,
mas como es Sol, no muere, antes le apura.

   Ocio juzgó el vivir, quien dio tal vida;
nuestro amor lo miró como importante,  10
no pudo ser un próspero homicida.

   Prospere el cielo ese valor Gigante,
porque quien dio una gloria tan cumplida,
prosiga en darnos uno, y otro infante.




ArribaAbajoMosquera de Figueroa, Cristóbal

España. Siglos ¿XIV - XVII?

Poeta.




Soneto


   Qué capitán es este glorioso
que provoca a batalla, y que desciende
contra la flor de Francia, y que pretende
cubrir el mar de naves espantoso?

   Entra por todas partes animoso,  5
rompe, destroza, mata, rinde y prende,
manda, socorro, anima, ordena, atiende
a un punto con ardor maravilloso.

   Con número de naves tan estrecho
y parte del ejército esparcido,  10
designios de tres reinos ha deshecho;

   no hay para que decir quién haya sido:
que las grandes empresas de derecho
son de Bazán, Marqués esclarecido.




ArribaAbajoMurillo, Diego (Padre)

España. Siglos XVI - XVII

Poeta y religioso.




Soneto


   El paso lento, ahora acelerado,
de virginal vergüenza acompañada,
la rubia crencha al tranzado echada
busca la oveja al cordero amado.

   El rastro de la sangre que ha dejado,  5
sigue la madre de su hijo amado,
sin duda le hallará, porque bañada
queda la calle, y lo demás bañado.

   Cual va la cierva con ardor buscando,
la clara fuente, donde bañe y riegue,  10
de flechas cruel la peligrosa herida.

   Así corre la Virgen suspirando,
y no la detendrán hasta que llegue
al hijo, que es la fuente de su vida.



   Llega la Virgen donde el Hijo estaba;
Ella le mira y El la mira a Ella;
Ella llora por El y El por Ella,
y por los dos la tierra se regaba.

   Ambos se miran, mas ninguno hablaba;  5
con los ojos publica su querella;
El ve su muerte en los ojos de Ella
y Ella en los ojos de El lo que mataba.

   Mas el impío pueblo, que entendía
que aliviaba su pena en tal jornada,  10
ver a su madre en el dolor presente,

   al punto apartan al Hijo de María,
del Hijo apartan a su Madre amada
¡Juzgue quién sabe quién más pena siente!



   El Verbo eterno al cielo el rostro alzado,
estando ya en la cruz donde moría,
al Padre ruega por la culpa impía
del pueblo que le tiene allí enclavado.

   Prométele al ladrón que está a su lado  5
mucho mayor merced que le pedía,
y a su Madre Santísima María
le da por hijo a Juan amado.

   Pregunta al Padre: «¿Qué ocasión ha habido
para desampararme, Eterno Padre?»  10
y vuelto al pueblo dice: «Sitio».

   Y viendo que lo escrito está cumplido,
inclinando su rostro hacia su Madre,
ofrece al Padre el alma en sacrificio.




A la Virgen del Pilar


   Virgen gloriosa, que antes que cortase
la parca el hilo de tu mortal velo,
y que por tu alma santa allá en el cielo
del Solio eterno posesión tomaste;

   para que tu Ciudad por ti quedase  5
rica de gloria, y llena de consuelo,
le concediste que en tu patrio suelo,
de tu presencia corporal gozase.

   Mas ilustre la hace el trono sacro,
dela columna, que dejaste en ella,  10
que el nombre, con que Augusto quiso honrarla.

   Y más virtud tendrá tu simulacro;
para ampararla, y para ennoblecerla,
que sus castillos, torres, y muralla.



   De la que cupo a quien no cabe el cielo
la inmensa alteza de virtud y gloria,
quien sea digno de tratar la historia
no se hallará en la redondez del suelo.

   ¿Cuál águila se vio meterse a vuelo  5
por mar que de su cabo no hay memoria?
¿quién flecha el arco, si es cosa notoria
no llegar con mil leguas el señuelo?

   Y pues, Virgen gloriosa, no se espera
dignamente decir cuanto subiste  10
sobretodo lo que hay que Dios no ha sido,

   sólo diré que, si por vos no fuera,
siendo Madre de Dios, como lo fuiste
no fuera el mundo hoy día redimido;

   porque quede entendido  15
la gran honra y amor que os debe el mundo,
pues por vos goza un bien tan sin segundo.




ArribaAbajoNarváez, Hipólita de

Antequera (Málaga). Siglo XVI y XVII

Hermana de Luciana de Narváez.




- I -


   Engañó el navegante a la sirena,
el dulce canto en blanda cera roto;
y ayudado del santo, su devoto,
el cautivo huyó de la cadena.

   De la serpiente que en la selva suena,  5
la virgen se libró con alboroto,
y de las ondas se escapó el piloto
haciendo remo el brazo, nao la entena.

   Yo, fuerte, presa tímida, constante,
venzo sirenas, sierpes, ondas, hierro,  10
y sola muero a manos de mi daño.

   Virgen, piloto, esclavo, navegante,
ven, libres, que no importa a mi destierro
voto, temor, necesidad, engaño.




- II -


   Se fue mi sol y vino la tormenta,
que yo no espero de su ausencia menos,
y el cielo turquesado sus serenos
ojos cubrió, obligado de la afrenta.

   Un acento tristísimo revienta  5
entre los vientos de tinieblas llenos;
tiemblan las nubes con los roncos truenos,
arden los campos, el temor se aumenta.

   Salió mi sol y de dorados jaspes
vistió su oriente, y de esmeraldas finas  10
los altos montes y las llanas tierras;

   bordó las vagas nubes de giraspes,
sudaron rubias mieles las encinas
y blanca leche las azules tierras.




- III -


   Leandro rompe, con gallardo intento,
el mar confuso, que soberbio brama;
y el cielo, entre relámpagos, derrama
espesa lluvia con furor violento.

   Sopla con fuerza el animoso viento,  5
triste de aquel que es desdichado y ama,
al fin al agua ríndese la llama,
y a la inclemente furia el sufrimiento.

   Mas, ¡oh felice amante! pues al puerto
llegaste deseado de ti tanto,  10
aunque con cuerpo muerto y gloria incierta.

   Y desdichada yo, quien mar incierto,
muriendo entre las aguas de mi llanto,
aún no espero tal bien después de muerta.




Soneto


   Engañó el navegante a la sirena,
el dulce canto en blanda cera roto,
y ayudado del santo su devoto,
el cautivo huyó de la cadena.

   De la serpiente que en la selva suena  5
la virgen se libró con alboroto,
y de las ondas se escapó el piloto,
haciendo remo el brazo, nao la antena.

   Yo, fuerte, presa, tímida, constante,
venzo sirenas, sierpes, ondas, hierro,  10
y sólo muero a manos de mi daño.

   Virgen, piloto, esclavo, navegante,
ven libres, que no importa a mi destierro
voto, temor, necesidad, engaño.




ArribaAbajoNarváez Rojas, Rodrigo de

España. Siglos XVI - XVII




Soneto


   Honró las verdes selvas de honor santo
un tiempo de Espinosa el tierno acento,
dio al monte de esmeraldas ornamento,
y al río margen de florido acanto.

   Su voz (en gloria ajena) puede tanto,  5
que ilustra ahora la región del viento,
el cual lleva con blando movimiento
al río, al monte y selva el nuevo canto.

   Y en agradecimiento, y porque vuelva
otra vez a ilustrarles su horizonte,  10
a oír la voz, que hiere el aire frío,

   con alas de laurel vino la selva,
con plantas de esmeraldas vino el monte,
con riendas de cristal se paró el río.




ArribaAbajoNavarra y Cárcamo, Alonso de

España. Siglo XVII

Hijo del Marqués de Cortes y amigo de Lope de Vega




A la muerte de Lope de Vega


   Describo el mayor llanto y primer hombre
en este funeral, que el orbe extraña,
ceniza ya del fénix, que en España
renace el sol en su mayor renombre.

   Merecele esta pira, cuyo nombre  5
sin competencia al orbe desengaña,
que a su deidad aun es pequeña hazaña
tanto laurel, que tanta envidia asombre.

   Volvió su oriente a su postrer congoja,
y trasladado en trono más decente  10
piedad lo advierte, si atención lo aclama.

   Toda gloria mortal su ardor despoja,
pues sabiendo morir fénix ardiente,
se inmortaliza de su misma llama.




ArribaAbajoNevares, Antonia de

Siglo XVII

Hermana de Marta de Nevares, la última amante de Lope de Vega.




A la excelentísima señora Condesa de Olivares


   Símbolo de la paz te cupo en suerte,
ave de Venus celestial, no humana,
que el verde ramo entre la viva grama
sol muestra, nubes limpias flores vierte.

   En la gloria mortal templanza advierte  5
que a la vida inmortal el paso allana,
que a la virtud, que no a la pompa vana,
respeta el mármol, reino de la muerte.

   Tú, pues, escucha en cítara sonante
triunfos del Pan, que vencedor derriba,  10
nuevo David, al Calidón gigante.

   Debidas glorias a tu ilustre oliva,
que con el manto militar delante
dos reyes sirve y con entrambos priva.




ArribaAbajoNieto de Aragón, María

España. Siglo XVII

Poeta.




A doña Isabel de Borbón


   Cede al sueño fatal, la que divina
ostentaba hermosura, cuando humana
a la inferior porción tan soberana,
que anduvo en sus dos mundos peregrina.

   Hoy luciente farol la determina  5
el hilo que cortó Parca temprana,
disponiendo el ocaso en la mañana,
de rayos suspensión, más no ruina.

   Debe a la muerte el luminoso imperio,
y a gozarle inmortal pisando estrellas,  10
hoy traslada su luz, que no la oprime.

   Y cual sol que se opone al hemisferio,
sólo niega los ojos luces bellas,
porque a la noche su deidad imprime.




ArribaAbajoNieto Molina, Francisco

España. Siglos XVI - XVII

Poeta y autor de La Perrromaquia




Soneto del autor a su «Perromaquia»


   Si los gatos lograran merecer
los aplausos de un Lope singular;
si los burros en verso rebuznar
a impulsos del famoso Pellicer;

   si las moscas sus gracias extender,  5
que su ingenio las quiso celebrar;
si Homero a los ratones aclamar
para dar a las ratas que roer,

   a los perros mi musa a de aplaudir;
tengan fama los perros donde quiera,  10
en los pueblos, los campos y los cerros.

   Perros aplaudo, ¿qué podrán decir?
que elijo por asunto una perrera,
o que soy un poeta dado a perros.




ArribaAbajoNoroña de Andrade, Pedro de

Portugal. Siglo XVII.

Poeta.




A la elección de Vicente de Lemos


   De eternidad al templo destinaba
Gracián el vuelo, y luces revestido,
si mariposa en ellos escondido
Fénix ya de sí mismo se engendraba.

   Agora que su fama numeraba  5
en sacros bronces siglo repetido,
por industria de Lemos renacido
a nuevas perfecciones anhelaba.

   Formó Gracián el Héroe en la alta idea
de su fecundo ingenio en breve suma,  10
el ejemplar no pudo inimitado;

   pero Lemos de nuevo hace que vea
el mundo unido a tan valiente pluma,
Lamier, viviente de Héroes dechado.




ArribaAbajoNúñez de Bracamonte, Jerónimo

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega




A San Isidro


   Los campos de Madrid, Isidro santo,
que por oficio cultivar tenía,
dejaba de labrar parte del día,
por dar a Dios mil glorias en su llanto.

   Tanto lloraba, y alcanzaba tanto  5
con las lágrimas santas que vertía,
que oraba aquí, y el cielo allí suplía
de Isidro las tardanzas entre tanto.

   Aquí lloraba el Labrador dichoso,
y allí por él los Ángeles araban,  10
que es para Dios llorar dulce tributo.

   Y para Isidro fruto más gustoso,
coger allí los ojos que lloraban,
sembrando aquí sus lágrimas el fruto.




ArribaAbajoNúñez de León, Jerónimo

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega.




A San Isidro


   Los campos de Madrid, Isidro santo,
arados de esas plantas soberanas
tristes pasaban noches y mañanas,
que vuestra devoción lograba tanto.

   Movió al cielo la causa y justo llanto,  5
y no quiso suplirlo con humanas,
ni que sus esperanzas fuesen vanas,
por modo que en los siglos causa espanto.

   Por Ángeles se araron los barbechos,
que en vuestra ausencia lágrimas vertían,  10
rindiendo a los sembrados su tributo.

   Y hasta ahora nos duran los provechos
de lo que por entonces producían,
sembrando aquí sus lágrimas, el fruto.




ArribaAbajoNúñez de Velasco, Francisco

España. Siglo XVI

Poeta.




A Pedro Bermúdez


   De vuestro claro ingenio, señor mío,
con gran facilidad me persuado
que resultó consejo tan dañado
más por habilidad que por natío.

   Que imaginar de vos tal desvarío  5
fuera muy más impropio y excusado
que no pensar que fuese el sol dorado
de su naturaleza oscuro y frío.

   Mudadle las palabras y el subjecto,
no le solicitéis con tal engaño,  10
que no tenéis, señor, digna disculpa

   pues resulta de ingenio tan perfecto
consejo y persuasión de tanto daño
es convertir en vos toda la culpa.




ArribaAbajoOlaegui, Francisco de

Puente la Reina (Navarra). Siglo XVII

Poeta. Canónigo de la Santa y Apostólica Iglesia de Santiago.




Soneto


   Llega Javier al cielo, ya Gigante,
en lama, y cuerpo, con la augusta frente
a quien cuanta en la esfera arde luciente,
estrella ceñirá bello diamante.

   Medio Orbe al Macedón bastó arrogante,  5
todo el mundo a Javier no es suficiente,
pues si en llamarse grande aquel no miente,
que renombre a Javier será bastante.

   Siempre aspiró a ser más pero su aliento,
no hallando más que ser, ya se ha excedido,  10
a sí mismo: o Javier siempre portento.

   Cuanto otros Héroes fueron no ha podido
eternizarlos, más a tu ardimiento
le sobra la mitad de lo que ha sido.




Soneto


   Sobre si se levanta a mayor vuelo
Javier, y de su espíritu elevado,
es a la alta región arrebatado,
que es peregrino en él lo que no es cielo.

   Vuela en las alas de su santo celo,  5
del puro ser de Dios, enamorado,
amante Serafín, Ángel alado,
de acción perpetua, y de inmortal desvelo.

   En sí el noble atributo sabio encierra,
de pacificador, sus propiedades  10
en paz unen el cielo con la tierra.

   Y de iris celestial con claridades,
tempestades idólatras destierra,
y causa de la Fe seguridades.




ArribaAbajoOlgado Carvajal, Juan

España. Siglo XVII

Poeta. Regidor de la ciudad de Ronda.




Muerte del insigne y laureado poeta, Juan Pérez de Montalbán


   Fuiste un Hijo del Sol, fuiste un Diamante
en que la envidia con cincel atento
un precioso labró encarecimiento
de lo que sufre el Docto al ignorante.

   Más invadido espero, más constante  5
dejaste (aventajando al lucimiento)
en fama de ingenioso al escarmiento,
en crédito al castigo de elegante.

   Lo moderado ya por lo infinito
trocaste, y tu memoria esclarecida  10
su nombre con tu pluma dejó escrito.

   Que es del valor la prueba más ceñida,
donde el mérito pasa por delito,
el volver las espaldas a la vida.




ArribaAbajoOlivares, Sebastián de

España. Siglo XVII

Comediógrafo, poeta y escritor.




De Guardar palabra a los santos


Jornada primera - Eufemia, dama


   Símbolo de pureza que retratas
el cándido crisol de la inocencia;
hoy del veneno la sutil violencia
ha de besar el néctar que desatas.

   Muerte dieron a un Sol con lo que matas,  5
benévolo sin duda en la apariencia,
disfrazó en el candor de su inocencia,
la sagrada mortal que ya dilatas.

   Venganzas son de una inocencia pura,
apurando el cendal de los rigores,  10
transforme tu fiereza en la hermosura.

   Que es bien, si la malicia en sus errores,
y la inocencia halló sombra segura,
de vague la inocencia entre candores.




ArribaAbajoOña, Pedro de

Ciudad de los Infantes (Chile). 1570 - 1643

Poeta. Estudió en el Real Colegio Mayor de San Felipe, Lima. Intentó una continuación de La Araucana, de Ercilla.




En nombre de la antártica academia de la ciudad de Lima en el Perú


   Hasta ahora tuvimos por muy cierto
llevado (Delio) tras la simple gente
que navegar el Sol del rojo Oriente
adonde en lo cerúleo toma puerto.

   Era guardando el orden, y el concierto  5
de la naturaleza providente,
que le manda asistir atentamente
acá en el vtreo mar, y allá en el muerto.

   Mas, ya que habemos visto el nuevo rayo
del celestial ingenio, que os adorna,  10
gloria de nuestra edad en las postreras.

   Hallamos ser aquello un solo ensayo
y una sombra de luz, que va, y que orna,
imitando su burla a vuestras veras.




ArribaAbajoOrdóñez Abril, Sebastián

España. Siglo XVII

Poeta. Catedrático de Artes en la Universidad de Alcalá.




Soneto


   A ser Madre del Sol la Aurora aspira,
y al ver su ilustre sucesión fallece;
siendo el mismo esplendor que la engrandece
Cuna del Hijo, y de la Madre pira.

   Del fausto achaque de lucir espira;  5
porque no bien su albor desaparece,
cuando otra vez espléndida amanece,
y en nuevo aliento de otro Sol respira.

   ¡O Reina Augusta, Aurora soberana!
De un Sol tan grande, que en su Oriente dora,  10
los dos opuestos Orbes Españoles;

   no receles tu Ocaso en su mañana,
que desmayos lucidos de la Aurora
convalecen anuncios de otros Soles.




ArribaAbajoOrdóñez de la Puente, Manuel

España. Siglo XVII

Poeta.




A don Agustín Salazar y Torres


   Hojas Son de Laurel, que ciñe ahora,
cuantas este Volumen docto incluye,
cuerpo, que en caracteres sustituye
el Alma, que en sus líneas atesora.

   En el eterno vive el que mejora  5
la suerte, que al morir feliz se arguye,
que la felicidad sigue al que huye,
cuanto al que la pretende le desdora.

   Azar tuyo en su nombre, y en su suerte,
pero Sal en su ingenio peregrino,  10
Sal Azar de sagrada Primavera.

   Sal donde llegue el Mundo a conocerte,
que Azar contra los soplos del destino,
flor has de ser del Sol, que Sal te espera,




Sobre el mismo tema


   Estatuas, piras, urnas, mausoleos,
erijan a Alejandros y Escipiones,
donde eternas se aclamen sus acciones,
con la insensible voz de sus trofeos.

   A Salazar consagren sus empleos  5
Ara que le dedique estimaciones,
sustituyan al mármol los renglones,
coronando su sien lauros Sabeos.

   Nuevo Apolo en dos mundos celebrado,
por su Ingenio, su Ciencia, su Nobleza,  10
bien conocido, cuanto mal premiado.

   Que casi se ha hecho ya naturaleza
ser, el que es entendido, desdichado,
o afrenta vil de la mayor grandeza.




ArribaAbajoOrtigal de Cervantes

España. Siglo XVI - XVII

Poeta. Soneto aparecido en las obras de don Diego de Mendoza, publicadas en 1610.




A don Diego de Mendoza y a su fama


   En la memoria vive de las gentes,
varón famoso, siglos infinitos,
premio que le merecen tus escritos,
por graves, puros, castos y excelentes.

   Las ansias en honesta llama, ardientes,  5
los Etnas, los Setigios, los Cozitos,
que en ellos suavemente van descritos,
mira si es bien o fama, que los cuentes.

   Y aunque los lleves en ligero vuelo
por cuanto ciñe el mar y el Sol rodea,  10
y en láminas de bronce los esculpas.

   Que así el suelo sabrá, que sabe el cielo,
que el renombre inmortal, que se desea,
tal vez le alcancen amorosas culpas.




ArribaAbajoOrtiz de Bujedo, Lorenzo

Córdoba. Siglo XVI

Poeta.




Soneto


   Si se oscurece el mundo con la ausencia
del padre de la luz, del sol hermoso,
yo luego con semblante luminoso
sustituyo benigna su presencia.

   Cuando con melancólica influencia  5
tiende la noche el manto pavoroso,
mi hermosísima luz del tenebroso
horror, que infunde, burla la inclemencia.

   Alza al cielo los ojos, y al mirarme,
te llenarás de gozo y de alegría,  10
sin dejar un momento de admirarme.

   ¡Oh Luna! Dime ¿quién tanta hidalguía
pudo a ti concederte, y en ti darme?
El ser símbolo expreso de María.




ArribaAbajoOrtiz Melgarejo, Antonio

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega.




A Lope de Vega Carpio


   ¿En qué fresco jardín de olor divino,
famoso Lope, en que dichoso suelo
a su fortuna hallará consuelo,
si sale de tu vega el PEREGRINO?

   Que aunque le ofrezca el próspero destino  5
el alcázar de Psique en presto vuelo,
para quien viene del empíreo cielo,
¿qué son palacios de diamante fino?

   Trabajos pasará, porque es discreto;
más tendrá, si su lira es conocida,  10
lugar entre los dignos de memoria.

   Y, a pesar de la envidia y del secreto
olvido, durará siempre extendida
su fama, y canto y peregrina historia.




ArribaAbajoOstabat, Josehf de

Valencia. Siglo XVII

Poeta.




A la muerte del doctor Juan Pérez de Montalbán


   Las que de Febo Musas constituyen
en sonora Canción el Plectro ardiente
el licor de Aganipe reluciente
por copas de cristal le distribuyen.

   Aliento beben del dolor que arguyen  5
contra la fiera Cloro, que insolente,
a MONTALBÁN destierra de la gente
y entre polvo sus días se concluyen.

   Lamentables canciones le previenen
a la Fama inmortal, que de su Gloria  10
renace con la Muerte de su Lira.

   Y mientras que las Musas le entretienen
pirámides levanta en su memoria
Apolo, que a llorarle se retira.




ArribaAbajoOvando y Santaren, Juan de

España. 1625 - 1670




Soneto


   En guardapiés rosado ayer salías
tocándote al espejo de esa fuente,
flor de las flores, rosa; y en tu oriente
al alba rayos de ámbar esparcías;

   hoy reparé cuan presto te ponías,  5
siendo de la floresta sol luciente,
y desmayado el nácar floreciente,
en rosaseca el rosicler teñías;

   no sientas, flor, el acabarte rosa,
que en una aurora, eternidad de fama  10
deja esa pira de carmín hermosa.

   Duración sin honor antes infama;
muerte es la vida que muriendo acosa;
vida es la muerte que viviendo aclama.




ArribaAbajoOviedo, Alonso de

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega




A la muerte de Lope de Vega


   Este que miras mármol elevado
más del fracaso, que del alto asiento,
y este que helado ves de sentimiento
mucho más que de ser mármol helado.

   Hoy a la eternidad se ha consagrado,  5
por ser del mismo Apolo monumento,
que átomos son del sol, cuantos no atento
por cenizas veneras deslumbrado.

   La vega ciñe que animó su lira
los bronces, y ese mármol que es su oriente,  10
más que el otro le trajo aquí su encanto.

   Sobre tal vega pues llora y suspira,
paraísos hará de tu corriente,
y por lo sol auroras de tu llanto.




ArribaAbajoOviedo, Bernardo de

España. Siglo XVII

Poeta.




A Joseph de Villaviciosa


   Mil días ha, Joseph, que por loaros
busco un renombre heroico que poneros,
con que quisiera tanto engrandeceros,
que lo que merecéis pudiera daros.

   Intenta el pensamiento compararos,  5
pero como incapaz para entenderos
queriéndoos alabar será ofenderos
y con bajos matices retrataros.

   De vos mismo pretende aquí valerme,
y a vuestras obras compararos sólo,  10
pues no hay de vuestro ingenio más se vea.

   Aunque nadie podrá reprehenderme,
que por esta os compare al mismo Apolo,
si atento ve vuestra sutil Mosquea.



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