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ArribaAbajoSilva, Antonio de

España. Siglo XVII

Poeta. Amigo de Lope de Vega.




Soneto de disparates manejando una mujer a un hombre


   Para pintarte, empiezo por la boca,
que es como de costal, más no tan seca;
porque de aficionada, y no a manteca
trae siempre tanto moño, que me coca.

   Tus vigores, y lados son de estopa,  5
a quien tu espalda le sirvió de rueca,
en tu pie miro el zacarrón de Meca,
y en tu nariz el Albañil de Moca.

   Toda tu habilidad es mala cuca,
contigo la limpieza se salpica,  10
el talle es de babieca, el juicio de acá.

   Es el pesebre quien te da en la nuca,
y este retrato mi pincel te aplica
en rueca, boca, Meca, cuca, y caca.




Respuesta del galán a la dama


   Es tal tu gracia, y aunque yo al probarla
di gloria a cuantos tratan de verterla,
y tu rostro es un pez llamado merla,
que nace en la laguna que hay en Parla.

   Tus ojos son de aguja, que al pasarla,  5
se pica cualquier sastre por meterla,
pues lo que es tu nariz, si fuera perla,
no tuviera oro Ofir para pagarla.

   Cierta bola interior tu boca verla,
tu barba a tener barbas fuera borla  10
al pendón de una cara que almas turba.

   A toda tu beldad tu boca merla,
y ves aquí tu rostro, aunque sin orla,
en parla, perla, borla, merla, y burla.




A San Isidro


   Los campos de Madrid, Isidro santo,
no cura de surcar con el arado,
que este oficio a los Ángeles ha dado,
porque él con ruegos los cultive en tanto.

   El exceso de amor en Dios es tanto,  5
que con él su atributo a conmutado,
pues si de arar el cielo hace cuidado,
Isidro es cielo en fecundar con llanto.

   Pues estos campos para más consuelo
orando riega Isidro, Dios los ara,  10
dejad, valle de lágrimas, el luto.

   Que exhaló Dios las suyas hasta el cielo,
y allá de los trabajos nos prepara,
sembrando aquí sus lágrimas, el fruto.




ArribaAbajoSilva y Mendoza, Diego de

Conde de Salinas


España. 1564 - 1630




Soneto


   De tu muerte que fue un breve suspiro,
¡qué largo suspirar se ha comenzado!
Es cilicio en el alma mi cuidado
que le estrecha y aprieta cuanto miro.

   Si hay vez en que esforzándome respiro,  5
más me ahoga un aliente procurado:
ni sí si trueco o si renuevo estado
cuando a escuchar el alma me retiro.

   Cual gusano que va de sí tejiendo
su cárcel y su eterna sepultura,  10
así me enredo yo en mi pensamiento;

   si es morir acabar de estar muriendo,
lo que nunca esperé de la ventura
esperaré del mal de un bien violento.




Soneto


   Una, dos, tres estrellas, veinte, ciento,
mil, un millón, millares de millares;
¡válgame Dios, que tienen mis pesares
su retrato en el alto firmamento!

   Tú, Norte, siempre firme en un asiento,  5
a mi fe será bien que te compares;
tú, Bocina, con vueltas circulares,
y todas a un nivel, con mi tormento.

   Las estrellas errantes son mis dichas,
las siempre fijas son los males míos,  10
los luceros los ojos que yo adoro,

   las, nubes, en su efecto, mis desdichas,
que lloviendo, crecer hasta los ríos,
como yo con las lágrimas que lloro.




Soneto


   Nunca ofendí la fe con la esperanza;
vivo presente en olvidada ausencia;
después de eternidades de paciencia
no merezco quejarme de tardanza.

   Soy sacrificio que arde en tu alabanza  5
(fuera morir no arder sin resistencia);
¡oh puro amor, oh nueva quintaesencia!,
de infierno sacas bienaventuranza.

   Cerca de visto y lejos de mirado,
ni de agravios me vi favorecido,  10
ni tu olvido alcanzó de qué olvidarse;

   tu descuido encarece mi cuidado;
quererte más no puedo, ni he podido,
que esto es amarte y lo demás amarse.




Soneto


   Estas lágrimas vivas que corriendo
van publicando lo que el alma calla,
son una diligencia sin pensalla
que en mi favor está el dolor haciendo.

   Quien llora está atreviéndose temiendo,  5
vencido de su pena por no dalla;
tomo el llanto a su cargo el declaralla;
nadie la dice y él la está diciendo.

   Vos podréis descifrar algún suspiro
sin que yo pierda el nombre de callado;  10
mas palabra no oiréis de mis enojos,

   pero tendré, por fuerza, cuando os miro,
remitido el deciros mi cuidado
a la lengua del agua de mis ojos.




Soneto


   Cuantas fueron, serán y son ahora
extremo de hermosura y fundamento,
sólo el serviros de encarecimiento
las honra, perfecciona y las mejora.

   De verse muda el alabanza llora;  5
tiembla de vos el mismo atrevimiento,
donde para el mayor entendimiento
aún no comienza lo que sois, Señora.

   Queda lo que más puede encareceros
comparándose a vos encarecido;  10
menos dice quien más os encarece;

   hablar para callar, es ofenderos,
y aunque es hablar haber enmudecido,
¡alábeos el callar que no enmudece!




Soneto


   Este largo martirio de la vida,
la fe tan viva y la esperanza muerta,
el alma desvelada y tan despierta
al dolor y al consuelo tan dormida;

   esta perpetua ausencia y despedida,  5
entrar el mal, cerrar tras sí la puerta,
con diligencia y gana descubierta
de que el bien no halle entrada ni él salida;

   ser los alivios más sangrientos lazos
y riendas libres de los desconciertos,  10
efecto son, Señor, de mis pecados,

   de que me han de librar esos tus brazos
que para recibirme están abiertos
y para no castigarme están clavados.




Soneto


   Ni el corazón, ni el alma, ni la vida
os entregué, Señora, enteramente,
lo que de esto padece y lo que siente
quiso dejar conmigo la partida.

   Parte es del fuego a vos restituida  5
lo tímido, lo hermoso y lo luciente;
lo claro, vivo, puro y más ardiente,
¡no hay partir que del alma lo divida!

   Los asombros, congojas y cuidados,
ardientes ansias y encogidos hechos  10
con que continuamente me persigo,

   esto no va con vos, en mí ha quedado;
lágrimas tristes que penetran cielos,
éstas corren tras vos, de mí y conmigo.




Soneto


   Juraré que os amé todos mis días
antes de ser posible conoceros;
cuanto bien quise hasta llegar a veros
sombras fueron de vos y profecías.

   Pasé, buscándoos con las ansias mías,  5
ídolos que a vos sirven de luceros;
de fuego en fuego acrisolé el quereros,
y al fin hallé sin vida a mis porfías.

   Podéis vos con vos misma persuadiros,
pues de las perfecciones, las más puras  10
hasta llegar a vos fueron ensayos;

   a servir aprendí para serviros;
derívanse del sol las hermosuras;
sol adoraba el que adoró sus rayos.




ArribaAbajoSilvestre, Gregorio

Lisboa. 1520 - Granada. 1569

Organista de la Catedral de Granada.




Con penas quiere amor...


   Con penas quiere amor que me contente
y que perdiendo entienda que me gano,
que tenga el corazón muriendo ufano,
que sienta y que no sienta lo que siente.

   Ni sé cuando estoy frío ni caliente,  5
ni sé cuando es invierno ni es verano;
en mí lo más doliente es lo más sano
y es lo más sano en mí lo más doliente.

   Del un extremo salto al otro extremo,
que no vale razón, ni ley, ni uso  10
para avisarme del error pasado.

   Y es mal de tantos males, que no temo
sino que todo reino en sí confuso
en breve tiempo se verá asolado.




Soneto


   Habiendo sido ya más combatida
mi ninfa, que en el mar la dura roca,
amor la fuerza, hiere y la provoca
a darse entre mis brazos por vencida.

   Y allí del mismo amor mío encendida  5
con su hermosos labios bebe y toca
el aire más caliente de mi boca,
haciendo de dos almas una vida.

   Y un alma de dos cuerpos moradora
y dos cuerpos en uno más trabados  10
que jamás hiedra estuvo a olmo alguno.

   Suspende este milagro amor ahora,
que no estemos jamás menos ligados
que Salmacia y Troco hechos uno.




Soneto


   Si mi vida pudiese defenderse
tanto de sus tormentos y sus daños
que, por virtud de sus postreros años,
vea vuestra hermosura oscurecerse,

   y los cabellos de oro plata hacerse,  5
y dejar la guirnalda y ricos paños,
las galas y los trajes -tan extraños
que hacen mi afición más extenderse-:

   allí me dará amor atrevimiento
para poder decirrle mi cuidado,  10
los años, días, meses y el momento.

   El tiempo contrario es a tal estado;
mas tanto no será, que mi contento
no llegue algún suspiro, aunque cansado.




Soneto


   ¡Qué lejos está un necio de entenderse!
¡Qué cerca un majadero de enojarse!
¡Qué pesado es un torpe en atajarse!
¡y qué liviano un simple de correrse!

   El uno es imposible conocerse,  5
el otro no hay querer desengañarse,
y así no puede el necio adelgazarse,
que todo es para más entorpecerse.

   Al fin se han de tratar con presupuesto,
que son en defender su desatino  10
más zafios y más tiesos que un villano.

   Mas si el más sabio de ellos es un cesto,
y no hay poder meterlos en camino,
dejarlos por quien son es lo más sano.




Soneto


   Decid los que tratáis de agricultura
en este valle umbroso y desabrido:
¿qué fruto del deleite habéis tenido
que no se os torne luego en amargura?

   Del gusto y del regalo y la dulzura  5
¿qué espinas y qué grano habéis cogido
que no salga nublado y revenido
del silo de la triste sepultura?

   Del mal terreno y mala sementera
¿qué se puede segar, sino sospecha,  10
disgusto, confusión, remordimiento?

   El alma siente ya desde la era
cómo ha de abaratar de la cosecha
agosto seco, de eternal tormento.




Soneto


   Mortales: ¿habéis visto mayor cosa
que siendo muerte me he tornado vida
y de áspera, cruel y desabrida
me he hecho blanda, dulce y amorosa?

   Ya me codician todos por hermosa,  5
y de quien era más aborrecida
soy con alegre cara recibida,
por suerte deseada y venturosa.

   ¿Sabéis de qué manera el mortal velo
del alma santa desaté de aquella  10
por quien era el vivir dulce, agradable?

   Murió doña María y subió al cielo;
quedó hecho el vivir muerte sin ella,
y alegre vida, yo, dulce y afable.




Soneto


   ¿Qué es esto, Dios de amor, que ya no vales?
Las damas dicen que obras son amores
y ya no quieren gracia ni primores,
sino buenas preseas y primores.

   Rindiéronse al amor de tres metales:  5
con oro y plata tiran los mayores
y tiran con el cobre las menores
que todas ellas son interesales.

   Bien puede acometerse sin recelo
con un hermoso tiro de moneda  10
la más pura mujer de las del suelo.

   Y cuando algún resabio en ellas queda
con un arpón de raso o terciopelo
las torna amor más blanda que la seda.




Soneto


   Del oro fino son vuestros cabellos,
señora, y de cristal la blanca frente,
los ojos son dos soles en oriente
que al mismo amor, de amor matáis con ellos.

   Y quiere amor que haga pausa en ellos,  5
que no hay pasar de allí ni se consiente;
y es cada parte en voz tan excelente
que son dignos de ser de quien son ellos.

   De cuanto bueno el cielo acá reparte
tendrá, quien ver supiere vuestro gesto,  10
mil años que alabar en cada cosa;

   cien mil gracias tenéis en cada parte
y hacen todas ellas un compuesto,
que no es la hermosura tan hermosa.




A doña Juana


   El alabastro blanco bien labrado
detrás de un velo negro transparente,
la nieve que aún pisar no se consiente
y entre polvo de grama se ha mezclado,

   y el sol cuando aparece en el collado  5
quitando su luz toda a otra gente,
delante vuestro ser, si estáis presente,
todo claro valor será humillado.

   Por humillarse a vos la gracia pura
de aquesto y lo demás de acá criado,  10
no pierde la beldad de su natura,

   antes por se humillar será ensalzado
que crezca rojo y blanco en hermosura
y el sol, que de más luz que nunca ha dado.




ArribaAbajoSoler, Francisco

España. Siglos XVI - XVII

Nombrado por Juan de Castellanos en su Elegías de Varones Ilustres y como vecino de Tunja.




A Juan de Castellanos


   De tales elegancias se matiza
vuestra suave musa cuando canta,
que a la de los antiguos se adelanta
y por los que son hoy se solemniza.

   Aliéntase la frígida ceniza  5
que del sepulcro frío se levanta
oyendo vuestra lira, que con tanta
facundia sus hazañas eterniza.

   Con gran razón, heroico Castellanos,
indiano morador os quiere y ama,  10
mediterráneos y marinos puertos,

   viendo que con labor de vuestras manos
viven los vivos por eterna fama,
y tienen vida hechos de los muertos.




ArribaAbajoSor María de Santa Isabel

«Marcia Belisarda»


Toledo. En 1646 se sabe que vivía.




Dándome por asunto cortarse un dedo llegando a cortar un jazmín


   Filis, de amor hechizo soberano,
cortar quiso un jazmín desvanecido,
y de cinco mirándose excedido
quedó del vencimiento más ufano.

   No bien corta el jazmín, cuando tirano  5
acero, en rojo humor otro ha teñido,
mintiendo ramillete entretejido
de jazmín y clavel la hermosa mano.

   Atropos bella a la tijera cede
piadosa ejecución si, inadvertida,  10
a su mano dolor ocasionando.

   Que si alma con su sangre dar no puede,
en vez de muerte, dio al jazmín la vida,
de amor el dulce imperio dilatando.




Soneto


   Cuando borda de perlas el aurora
tapices que matizan bellas flores,
en lisonjas retornan los favores
con que las enriquece y enamora.

   Luego la sigue el sol, que a rayos dora  5
la variedad vistosa de colores,
a quien las aves repitiendo amores
hacen salva con música sonora.

   Así yo cuando vi la aurora hermosa
del sol que desterró la niebla oscura  10
de una ausencia, si ya no sol ni ave

   racional, la belleza milagrosa
venero con verdad sencilla y pura,
y el premio fue un desdén severo y grave.




ArribaAbajoSoto, Fernando de

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega




A la muerte de Lope de Vega


   Vive el que muerto ya morir no puede,
cuya alabanza para siempre vive,
y si ella eternidad acá recibe,
la verdadera allá se le concede.

   A toda humana facultad excede  5
este inmortal, de quien la fama escribe,
porque con el silencio que apercibe,
el muerto vivo satisfecho quede.

   Verdad es que murió, pero no muere
quien gloria y vida eterna ha conseguido  10
con la de su alabanza justamente.

   Haga la muerte en fin cuanto quisiere,
que vidas, que jamás ha conocido,
no las podrá quitar perpetuamente.




ArribaAbajoSoto, Hernando de

España. Siglo XVII

Contador, poeta y amigo de Lope de Vega.




A Lope de Vega Carpio


   Ya con divino espíritu y primores,
que un raro ingenio descubrir pudiera,
esta Vega compone una ribera,
y encumbra la maleza de pastores.

   Da al arte naturales las colores,  5
que hace propio lo que impropio fuera,
y resucita aquella edad primera
de ardientes y honestísimos amores.

   Es Vega, es paraíso bello y solo,
honor y aumento del Arcadio suelo,  10
es de la Hesperia nuestro fiel amparo.

   Por quien viviendo eternamente Apolo,
desde que apacentó en humano velo,
muere el Parthenopeo Sanazaro.




ArribaAbajoSoto, Luis de

España. Siglos XVI - XVII

Poeta.



   Ve, suspiro caliente, al pecho frío
de aquella viva piedra por quien muero;
que libre va de culpa el mensajero,
aunque no sé en tal parte, y siendo mío.

   Loarte has que en extraño señorío  5
entraste mis querellas tú el primero,
y que ablandaste un corazón de acero,
que se templó en mis ojos, hechos río.

   Seguro vas, pues el amor te guía,
y más llevando nuevas de mi muerte  10
adonde buscan gloria con mis daños.

   Quizá entrará el amor do no solía,
y con el fin de mis pasados años
comenzarán los buenos de mi suerte.




ArribaAbajoSoto, Pedro de

México. Siglo XVII

Poeta. Catedrático de Filosofía en México.




En nombre de su claustro a don Diego Mejía por su Parnaso


   Clarísimo Mejía, en quien derrama
el cielo, cuanto bien conoce el suelo,
tanto alargáis con vuestra pluma el vuelo
que al Orbe a dado vueltas vuestra fama.

   Salió del Betis la eminente llama  5
de vuestro resplandor, y sin recelo
llega del Sur al Ártico, y el velo
del olvido abrasando, a Febo inflama.

   Las Musas del Parnaso, y de Helicona,
hallando en vos su Ovidio transformado,  10
del lauro os tejen inmortal corona.

   Y pues tal hijo al mundo nuevo has dado,
(o gran Sevilla célebre matrona)
mas le riqueza le das, que él te ha enviado.




ArribaAbajoSoto y Berrio, Fernando

España. Siglo XVII

Poeta. Caballero de la Orden de Santiago.




A la muerte del doctor Juan Pérez de Montalbán


   Mueran ya los engaños de la vida,
vivan los desengaños de la Muerte,
pues a experiencias su rigor advierte,
que menos huye de quien más la olvida.

   El golpe ejecutivo de su herida  5
prevenga al flaco, atemorice al fuerte,
que mejor se conserva en una suerte
quien al subir contempla la caída.

   O vivo aviso cuanto más costoso,
que ya el débil poder de un accidente  10
sobrado soplo es de tanta llama.

   Montalbán muere, y muere de Ingenioso,
pues quemándose él mimo lo prudente
segunda vez renace de su fama.




ArribaAbajoSotomayor, Pablo de

España. Siglo XVII

Poeta.




A la muerte del doctor Juan Pérez de Montalbán


   Del Píndaro Español, del Cisne raro,
que tan dulce cantó con docta pluma,
la forma reducida a breve fuma,
ceniza sella aquí este Mármol Paro.

   El que a pesar d envidia, ingenio claro,  5
nuevo Virgilio fue, prudente Numa,
porque olvido su nombre no consuma
descansa en bronce, contra el tiempo avaro.

   Aquí el divino Montalbán reposa.
Tu afecto mueva a llanto, o peregrino,  10
su pérdida temprana lastimara.

   Y pues vive inmortal, contra el destino,
de tan grande Varón, tan breve Losa,
venera en paz, y sigue tu camino.




ArribaAbajoStornell, Pere Juan de

Valencia. España. Siglos XVI - XVII

Este soneto aparece en la obra dramática de Rey de Artieda, de 1581, Los Amantes




Soneto


   El hijo del gran Turia se ha mostrado
en nuestra noble patria valentina
muy caballero en su arte y disciplina,
de rosas y de lirios coronado.

   Virgilio es en verso delicado,  5
este el amor afina, y lo refina;
porque su vena es una gran mina
donde todas las ciencias se han juntado.

   Es un Salustio, o Plauto muy famoso,
es Lucio, y Terencio el delicado,  10
es un Quintilio, Quidio en prudencia;

   Horacio y Estatio sentencioso;
Tito Liuio, Melambro elevado,
Anfión en su tragedia y sentencia.




ArribaAbajoSuárez de Figueroa, Cristóbal

Valladolid. 1571 - Nápoles. 1639

Escritor y poeta.




Soneto


   ¡Oh bien feliz el que la vida pasa
sin ver del que gobierna el aposento,
y más quien deja el cortesano asiento
por la humildad de la pajiza casa!

   Que nunca teme una fortuna escasa  5
de ajena vida el ponzoñoso aliento;
a la planta mayor persigue el viento,
a la torre más alta el rayo abrasa.

   Contento estoy de mi mediana suerte;
el poderoso en su deidad resida;  10
mayor felicidad yo no procuro;

   pues la quietud sagrada al hombre advierte
ser para el corto espacio de la vida
el más humilde estado más seguro.




ArribaAbajoSuárez de Vargas, Cristóbal

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega




A la muerte de Lope de Vega


   Con muda voz, si resonante, llama
hoy sus sentidos, viador advierte,
un mármol animado de una muerte,
y una muerte animada de una fama.

   Fecunda pira de la estéril rama  5
ceñida polvo encierra y luces vierte
del que Apolo instruyó con feliz suerte,
cisne en su lira, y fénix en su llama.

   Lope de Vega huyó a nuestras regiones
desatado su espíritu en centellas;  10
deudas son, no lisonjas los blasones.

   El cielo en regocijos, y en querellas
la tierra laman hoy sus dos porciones,
una a ceñir laureles, otra estrellas.




ArribaAbajoSuárez Tirado, Isidro

España. Siglo XVII

Poeta.




A la muerte del doctor Juan Pérez de Montalbán


   Canoro Cisne, cuya Fénix pluma
se la dio en sus escritos a la Fama,
y a la envidia la voz con que te aclama:
porque jamás el tiempo te consuma.

   Muerte de quien tus máquinas presuma,  5
alma del sentimiento que te llama,
vida de la memoria que te ama,
y de todos los méritos la suma.

   No puedo en tu alabanza tener parte,
ni cuantos viven, aunque a darla prueben,  10
con amor, con ingenio, estudio, y arte.

   Y pues que siendo tuya no se atreven
resucita si quieres alabarte,
que tú sólo sabrás la que te deben.




ArribaAbajoTapia, Gregorio de

España. Siglo XVII

Caballero de la Orden de Santiago, capitán de la Infantería Española por Su Majestad, procurador en Cortes y comisario de Millones.




A la muerte de don Juan Pérez Montalbán


   A tu Pira luciente si canora
(joven feliz) ilustran ya piadosos
del Sol los paralelos luminosos,
por lauro eterno que tu frente honora.

   Triste, aunque más fecundo del Aurora,  5
será el llanto en afecto lastimosos;
si también nada menos Imperiosos
en la jurisdicción que reina Flora.

   Dulce cantaste, dulce suspendiste,
que mucho sí del Fénix Mantuano  10
en la docta ceniza renaciste!

   Maestro has sido hasta en faltar temprano,
pues con ello al engaño le añadiste,
nuevo aviso en lo frágil de lo humano.




ArribaAbajoTalega, Francisco Agustín

Segorbe. Castellón. 1553 o 1555 - Valencia. 1602

Bachiller de Artes en 1575 y canónigo de la Catedral de Valencia desde 1584. Dramaturgo, poeta y escritor.




Soneto al nacimiento de Cristo Redentor Nuestro


   En medio del Silencio Temeroso
quitando el Miedo y el Horror del suelo,
por las Tinieblas nace el sol del cielo,
Fiel reparo del mundo tenebroso.

   Y sacudiendo el sueño peligroso,  5
Sombra de aquel eterno desconsuelo,
del Descuido común trueca el Recelo
en un Sosiego dulce y no costoso.

   Tan grande Estudio puso el Dios más alto
en reparar del hombre la Tristeza  10
que su Temeridad cual hombre llora

   y de Recogimiento y ropa falto
a un tiempo la mortal naturaleza
lo aflige, lo obedece y lo enamora.

   ¡Oh, venturosa hora!  15
Nocturnos hechos cuya suerte y nombre
hacen los hombre dioses y a Dios hombre




De El prado de Valencia


Jornada III - Don Juan


   Esta ciudad, que el africano doma,
cuando más espantaban sus banderas,
y vio las armas y las huestes fieras
de Júpiter, de Cristo y de Mahoma;

   esta muralla que en el monte asoma,  5
que ya sirve de nidos en canteras,
¿acabó? Sí; mas conservó de veras,
la consagrada fe que le dio Roma.

   ¡Ah fe, sola entre piedras sostenida,
mal guardada en humanos corazones,  10
adonde mereciera estar tu punto!

   Guarda esos muros donde estás asida,
que acabarán tu nombre y tus blasones
en acabando yo y faltar Sagunto.




De Las suertes trucadas y torneo venturoso


Jornada I - Maurelia


   Amor acobardado y sin firmeza,
pesado en tus engaños, alevoso,
de enredos fabricante y marañoso,
denotas y demuestras tu bajeza.

   Tu vil infame trato nunca cesa  5
de dar al triste pena y mal dañoso;
rapaz, mudable, ciego, mentiroso,
pues causan tus traiciones gran flaqueza.

   ¿Qué procuras? Responde, fementido.
¿Qué ordenas contra mí y qué vas trazando?  10
¿Despierto a mi dolor y me condenas?

   Cual loco sin sosiego y atrevido
mis gustos y contentos vas borrando,
y mudas lo que quise, en duras penas.




De La duquesa constante


Jornada I - Ganímedes


   Contra la feroz hidra el brazo y clava
que hasta en los reinos de Plutón vencían,
Alcides, por mostrar cuánto podían,
con extraño poder ejecutaba;

   y cuando más rendida la juzgaba,  5
y a su rigor las fuerzas suspendían,
siete cabezas nuevas le nacían
por una que de un cuello le cortaba.

   Tal es la fiera que en mi pensamiento
pelea con la vida que suspendo  10
injustamente para tal combate;

   que cuando más la venzo y me defiendo,
tantos martirios saco de un tormento
que es mejor que me ofrezca a que me mate.




ArribaAbajoTejada Páez, Agustín

Antequera. Málaga. 1568 - 1635

Poeta y doctor en Sagradas Ciencias.




A Polixena


   De oro y crespo sutil rubia melena
a la mano revuelve Pirro airado,
y el brazo y el estoque en alto alzado,
amenaza con muerte a Polixena.

   Ella, más de valor que de ansia llena,  5
el bello rostro en lágrimas bañado,
los Dioses llama, el templo ha resonado
volviéndole los ecos a su pena.

   «Engañaste, le dice, si pensares
que al alma fiera de tu padre agrada  10
ofrenda tan mortal, tan limpio hecho.

   Que si víctima soy en tus altares,
tu padre matas con tu misma espada,
porque siempre vivió dentro en mi pecho.»




A Lope de Vega Carpio


   Si cuando Roma templos, chapiteles,
triunfantes de las nubes vio cargados
de divinas memorias, y adornados
de palmas, de trofeos, de laureles;

   y si cuando el pincel daba de Apeles,  5
vida a las tablas, contra el tiempo y hados,
y en estatuas de mármoles dorados
admiraban Lisipo y Praxiteles;

   si cuando Atenas vio sus aulas llenas
de ingenios, fuera el vuestro ¡oh Peregrino!  10
no os hiciera la patria aqueste agravio.

   Por natural a ingenio tan divino
quisiera Roma invicta y docta Atenas,
pues todo el mundo es patria al hombre sabio.




Soneto


   Despoja el cierzo al erizado suelo
del verde y hermosísimo atavío;
detiene el curso el presuroso río,
porque a sus sueltas aguas prende el hielo.

   El cielo, vuelto en nubes, muestra el velo,  5
el viento sopla proceloso y frío,
el mar, bramando con hinchado brío,
corrientes montes de agua sube al cielo.

   Asoma la florida primavera,
y el campo, antes desnudo, adorna y viste,  10
sueltas las aguas, da templanza al viento.

   Aclara el cielo, aplaca la mar fiera;
que al fin tiene mudanza el tiempo triste,
y espero la tendrá mi gran tormento.




ArribaAbajoTejada y Guzmán, Luis

Córdoba. Argentina 1604 - 1680

Descendiente de Teresa de Jesús y una bisabuela india.




A Santa Rosa de Lima


   Nace en provincia verde y espinosa,
tierno cogollo, apenas engendrado
entre las rosas, sol es ya del prado,
crepúsculo de olor, rayo de rosa.

   De los llanos del alba apenas goza  5
cuando es del dueño singular cuidado,
temiendo, se la tronche el rudo arado
o se la aje mano artificiosa.

   Mas ya que del cairel desaprisiona
la virgen niña, previniendo engaños,  10
la corta y pone en su guirnalda o zona.

   Así esta virgen tierna, en verdes años
cortó su autor, y puso en su corona:
¡oh, bien anticipados desengaños!




Soneto


   -Madre, esta pura sangre que me diste
cuando me concebiste y me criaste,
que hoy por el hombre se derrame y gaste
es justo, pues para eso me pariste.

   -Hijo, aun paso ya tu pasión triste  5
dentro del alma mía que creaste,
¿por qué también de ese sangriento engaste
a mi cuerpo partícipe no hiciste?

   -Porque si cuando yo tanto me humillo
al dolor, a la afrenta y al tormento  10
tu cuerpo en mi pasión me acompañara,

   no hiriera tu alma con tan cruel cuchillo,
que es el mayor dolor que ahora yo siento,
y este dolor a mi pasión faltara.




ArribaAbajoTéllez Girón, Pedro

Osuna. Sevilla. 1574 - Madrid. 1624

Tercer Duque de Osuna. Militar y poeta.




Soneto


   ¡Oh si las horas de placer durasen
como duran las horas del tormento!
¡Oh si, como se van las del contento,
las de pesar tan presto se pasasen!

   ¡Oh si en algo los tiempos se mudasen,  5
de mal en bien, siquiera algún momento,
o, ya que no se muden en su intento,
en aumentarnos el dolor cesasen!

   ¡Oh si el mal se midiese con la fuerza
del que padece su trabajo fiero,  10
o fuese el sufrimiento cual la pena!

   O, ya que no hay quien la desgracia tuerza,
un daño no nos fuese mensajero
de mil, a quien, viniendo, nos condena.




ArribaAbajoTerrazas, Francisco de

México. 1540 - 1600

Considerado el primer poeta que publicó versos en en la América Española. Hijo de un mayordomo de Hernán Cortés. El propio Cervantes tiene elogios para él en La Galatea (1584)




Soneto


   Dejad las hebras de oro ensortijado
que el ánima me tienen enlazada,
y volved a la nieve no pisada
lo blanco de esas rosas matizado.

   Dejad las perlas y el coral preciado  5
de que esa boca está tan adornada;
y al cielo, de quien sois tan envidiada,
volved los soles que le habéis robado.

   La gracia y discreción, que muestra ha sido
del gran saber del celestial maestro,  10
volvédselo a la angélica natura;

   y todo aquesto así restituido,
veréis que lo que os queda es propio vuestro:
ser áspera, cruel, ingrata y dura.




Soñé que una piedra me arrojaba


   Soñé que una piedra me arrojaba
quien mi querer sujeto así tenía,
y casi ya en la boca me cogía
una fiera que abajo me esperaba.

   Yo, con temor buscando, procuraba  5
de dónde con las manos me tendría,
y el filo de una espada la una asía
y en una hierbezuela la otra hincaba.

   La yerba a más andar la iba arrancando
la espada a mí la mano deshaciendo,  10
yo más sus filos vivos apretando...

   ¡Oh, mísero de mí, que mal me entiendo
pues huelgo verme estar despedazado
de miedo de acabar mi mal muriendo!




Soneto


   ¡Ay basas de marfil, vivo edificio
obrado del artífice del cielo,
columnas de alabastro que en el suelo
nos dais del bien supremo claro indicio!

   ¡Hermosos capiteles y artificio  5
del arco que aun de mí me pone celo!
¡Altar donde el tirano dios mozuelo
hiciera de sí mismo sacrificio!

   ¡Ay puerta de la gloria de Cupido,
y guarda de la flor más estimada  10
de cuantas en el mundo son ni han sido!,

   sepamos hasta cuándo estáis cerrada,
y el cristalino cielo es defendido
a quien jamás gustó fruta vedada.




A una dama que despabiló una vela con los dedos


   El que es de algún peligro escarmentado,
suele temerle más que quien lo ignora;
por eso temí el fuego en vos, señora,
cuando de vuestros dedos fue tocado.

   Mas, ¿viste qué temor tan excusado  5
del daño que os hará la vela agora?
Si no os ofende el vivo que en mí mora,
¿cómo os podrá ofender luego pintado?

   Prodigio es de mi daño, Dios me guarde
ver al pabilo en fuego consumido,  10
y acudirle al remedio vos tan tarde:

   Señal de no esperar ser socorrido
el mísero que en fuego por voz arde,
hasta que esté en ceniza convertido.




ArribaAbajoToledano, Licenciado

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega




A San Isidro


   Los campos de Madrid, Isidro santo,
que entre esmeraldas vivas florecían,
de gloria en vez de flores se vestían,
mientras suspenso en Dios osabas tanto.

   Tus ojos los regaban con su llanto,  5
que cual precioso néctar lo bebían,
y alados paraninfos los rompían,
para que diesen fruto con espanto.

   ¡O semilla de Dios, oración viva!
campos vistes de galas y colores,  10
gloria das en la tierra por tributo.

   Y tanto premio en tu valor estriba,
que Isidro allá en tu cielo coge flores,
sembrando aquí sus lágrimas, el fruto.




ArribaAbajoTorquemada, Luis de

España. Siglos XV - XVI

Poeta.




Soneto a Juan de Arfe


   Tú que de las entrañas de las artes
que al universo dan más hermosura
nos muestras con precepto, o con figura
tan claro el todo, y tan distinto en partes.

   Tú que (docto Geómetra) compartes  5
la Griega y la Romana Arquitectura
y que la Anatomía, y la Escultura
con tanta claridad, formas y partes.

   Vive seguro de que el tiempo avaro
mengue la fama, ni el loor consuma  10
de tu famoso nombre o Arphe raro.

   Que cuando hacerle injuria tal presuma
a su pesar le harán eterno y claro
tus milagrosas obras y tu pluma.




ArribaAbajoTorre Sevil, Francisco de la

Español. 1650 - 1680




A una vela ardiendo


   Vela que en golfos de esplendor navegas
por candores lucidos extendida,
hasta desvanecer, desvanecida,
y ciega por lucir, hasta que ciegas;

   si serena luz hay, presto te anegas;  5
si corre tempestad, vas sumergida;
huyes con breve soplo de tu vida
y con serena calma a tu fin llegas.

   Tan sin memoria viene tu occidente,
que aun de leves cenizas breve copia,  10
noticia no dará de lo luciente.

   Humo será a tu fin, pira no impropia;
dejarás sombra en todo, y solamente
no dejarás la sombra de ti propia.




Al mar en metáfora de un caballo


   Espumoso caballo en quien procura
ser señal, como estrella, el norte frío;
carreras se lo imponen a tu brío
y pasos se le miden a tu altura.

   Formidable relincho es tu voz dura;  5
tienes, con extendido señorío,
una torcida crin en cada río
y en cada fuerte puerto una herradura.

   Haces mil caracoles de contino;
paras fiel a la calma que te enfrena  10
y pisas lo que abate tu camino.

   Pícate espuela el aire que te llena;
el hombre te inventó silla de pino
y Dios te señaló freno de arena.




ArribaAbajoTorres y Guzmán, Jacinto de

España. Siglo XVII

Poeta y amigo de Lope de Vega.




A la muerte de Lope de Vega


   ¿LOPE, cadáver, tú? ¡qué triste suerte!
perdió España su fénix peregrino,
su Apolo el orbe, aun el fatal destino
llora piadoso ejecutando fuerte.

   Inviolable desdicha fue perderte,  5
pero próvido el cielo te previno,
que se mintiera eterno lo divino
con menos desempeño que tu muerte.

   Vana Cloto la espiga mejor siega,
cambiando aplausos en funesto incienso,  10
y en tierra inútil un diamante al tope.

   Agosto agosta tan florida vega,
que es acto positivo de lo inmenso
poder hacer y deshacer un LOPE.




ArribaAbajoTorres y Sotomayor, Jacinto

España. Siglo XVII

Poeta.




Soneto dialogado entre Camilo y Cintio a la inmortal memoria de Juan Pérez Montalbán


   CAMILO: Cintio, en extremo me consuela el verte,
porque es a triste tiempo mi venida,
cuando la Corte llora enternecida
algún fracaso de desdicha fuerte.

   CINTIO: Bien grave es, o Camilo, el que se advierte;  5
ganó la fama, aunque perdió la vida,
el Doctor Montalbán, y así afligida
siente la Corte su temprana muerte.

   CAMILO: ¿Qué murió Montalbán? ¡O raro caso!
las Musas vistan ya funesto luto,  10
todas las letras lloren por su ausencia.

   CINTIO: ¡O cuán presto este Sol se fue al Ocaso!
Sí, que a la muerte da también tributo,
el ingenio mayor, la mayor ciencia.




ArribaAbajoTuria, Ricardo de

Valencia. Siglos XVI - XVII

Su nombre es un seudónimo. Escritor. Dramaturgo y poeta.




Soneto


   Si Labán a Jacob no le da Lía
por premio y galardón de los siete años,
nunca Jacob llorando desengaños
vuelve a servir tan fiel como solía.

   Y no sirviendo más, ¿cómo podía  5
trocar en tanto bien tantos engaños?
Luego Labán por medios aunque extraños
a fin de dalle más, más le pedía.

   Si esto es así, Jacob, no formes queja
de tu suegro, que a más pena te obliga  10
para obligarse a darte mayor gloria.

   Fórmela el que sin premio está, y se queja
del rigor de su estrella, en tu fatiga,
y del de su fatiga, en tu memoria.




Epitafio a un gran músico


   No pases sin dolor, oh Peregrino,
si ofendida virtud te ha de hacer duelo,
pues yace muerto el que juntó en el suelo
el corzo al tigre, al lobo el Vellocino.

   Un día (ved si el canto era divino)  5
tantas piedras atrajo (sin recelo
que vino se enterraba) que del cielo
a lamentarse en su destreza vino.

   Agora, por poder salir, ¿quién duda
que cantará también? pues no está muerto;  10
mas en vano tu canto al aire ofreces,

   ¡oh triste! pues quien te oye es piedra muda
para decir que aun vives, y así es cierto
que la sobrada gracia ofende a veces.




ArribaAbajoUrnieta y Aguirre, Lorenzo de

España. Siglo XVII

Poeta.




A los envidiosos del doctor Juan Pérez Montalbán


   No se permite al ignorar violento
de la vista más tierna de envidiosa
caudal ilustremente ingeniosa,
si calza todo un monte por cimiento.

   Tan alto avala el culto entendimiento  5
del esplendor la llama generosa,
que aun la ceniza que desata ociosa
en cuidado le pone al firmamento.

   Ya Montalbán seguro, ya dichoso
pluma será de tu inmortal historia,  10
cincel de las edades ambicioso.

   Que al ingenio emulado, que en su gloria
compararse dejó dificultoso,
sólo es vida sin riesgo la memoria.




Al mismo tema


   Niegue culto licor la docta fuente
en últimos suspiros retirado,
lágrimas de cristal desaliñado,
pródiga desperdicie torpemente.

   Llore sin ley, sin esplendor lamente  5
el coro de las Musas destemplado.
Que su Aurora, su adorno, su cuidado
los párpados levanta en otro Oriente.

   La parte superior esclarecida
le defraudó la industria del destino,  10
para no deslumbrarse de la herida.

   Que con la luz, que el cielo le previno
nunca se desatara de la vida,
ni novedad le hiciera lo divino.




ArribaAbajoVadillo, Juan

Español. Siglo XV




A doña Isabel de Castro y Andrade, condesa de Altamira


   Cabellos de oro que en divina altura
sobre la nieve los esparce el viento;
ojos en quien tal fuerza y poder siento
que bastan a aclarar la noche oscura.

   Risa que quita toda pena dura;  5
boca do sale un tan supremo acento
que basta ha henchir mi alma de contento,
do está con el coral la perla pura.

   La mano, el cuello, el pecho de alabastro;
la tierna voz, la sangre generosa  10
la hermosura nunca imaginada.

   En ti, doña Isabel, de Castro
se halla de tal suerte fabricada
que toda eres suprema y más hermosa.




ArribaAbajoVaguer, Juan

Aragón. Siglo XVII

Del Consejo de Su Majestad.




Soneto


   Con gala, erudición, y melodía,
don Alberto, tu ingenio ha publicado,
que las burlas, escribes sin cuidado,
y las veras, con arte, y energía.

   Todos los Metros en cortés porfía,  5
sus conceptos con juicio han explicado,
y el Español Idioma, se ha mostrado
elegante en las voces este día.

   Conseguirás aplausos celestiales,
Hijo de las Fragancias de Elicona,  10
y el laurel ceñirás del gran Apolo.

   Que guarda el Ebro en líquidos Cristales,
a tan florido ingenio, pues pregona
más Poemas que todos, solo, él solo.




ArribaAbajoVahía, Jerónimo de

Siglo XVI

Poeta.




Al retrato del rey don Sebastián


   Enigma de los hombres, coronado,
que a la esperanza vives escondido,
¿eres aquel que se juzgó perdido?
¿eres aquel que vives ignorado?

   ¿De qué sirve al amor, darte pintado,  5
si vives en las almas esculpido?
Y si ya, para muchos, has venido,
¿cómo de tantos eres esperado?

   Con afecto amoroso, en tu venida,
esperan muchos mejorar su suerte;  10
otros fundan tu fin en tu partida...

   Di la verdad en confusión tan fuerte:
¡O desengaña a aquellos con tu vida,
o desmiente a los otros con tu muerte!



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