Pertenece al grupo de poetas de
Alcalá - Salamanca. Alcanzó el apelativo de «El
Divino». Casado con María de Vargas. Cervantes
incluyó en La Galatea uno de sus sonetos.
¡Ay, esperanza,
lisonjera vana...
¡Ay,
esperanza lisonjera y vana,
ministra de cuidado y de
tormento,
que el más osado y loco
pensamiento
haces juzgar segura empresa y
llana!
Si, cual suele
llevar pluma liviana,
5
te me ha llevado de continuo el
viento,
y con daño y verguenza, me
arrepiento
de haber creído en confianza
humana.
Déjame,
que si amor y mi fortuna
te han cortado, mil veces
floreciendo,
10
¿qué puedes prometer,
seca y perdida?
Marchítanse tus flores en saliendo,
sin hacer fruto, y si le hace
alguna,
es cebo dulce para amarga
vida.
Blanco marfil, en
ébano entallado
Blanco marfil, en
ébano entallado,
suave voz indignamente
oída;
dulce mira - por quien larga
herida
traigo en el corazón - mal
ocupado.
Blanco pie por
ajeno pie guiado,
5
oreja sorda a remediar mi vida
y atenta al son de la razón
perdida,
lado - no sé por qué
- junto a tal lado:
raras, altas
fortunas: ¿no me diera
la Fortuna cortés durar una
hora
10
de alto bien que desde vos
reparte,
o el sol, que
cuanto mira, orna y colora
no me faltará aquí,
porque no viera
un sol más claro en tan
oscura parte?
Soneto
Bendito seas,
Amor, perpetuamente,
tu nombre, tu saeta, venda y
fuego;
tu nombre, por quien vivo en tal
sosiego
amado y conocido de la gente;
tu flecha, que me
hizo así obediente
5
de aquella, por quien todo el mundo
niego;
tu venda, con que me hiciste
ciego,
y el fuego sea
bendito, cuya llama
no toca al cuerpo, que es sutil y
pura,
y el alma sola de su gloria
siente.
10
Y así el
dichoso espíritu que ama
dirá, tu rostro viendo y tu
figura:
«Bendito seas, Amor,
perpetuamente.»
- IV
-
Dexa, Phili,
gozar un poco al prado
de su preciado honor; dexa las
flores
esmaltadas de perlas, las
colores
vivas mostrar que Flora hoy les ha
dado:
Dexa vivir en
libre, alegre estado
5
las Nimphas deste valle, y los
pastores
del monte sin envidio y sin
ardores;
y mira cual está Thirse
parado;
que dispuesto a
morir, dice, tendido
sobre la hierba de aquel verde
llano;
10
ya ves el fin de tu deseo
cumplido.
¡Ah, por
quien tantas lágrimas en vano,
tantos suspiros hasta aquí
he esparcido,
y agora esparcirá sangre
esta mano!
- V
-
Partiendo de la
luz, donde solía
venir su luz, mis ojos han
cegado:
perdió también el
corazón cuitado
el precioso manjar de que
vivía.
El alma desecho
la compañía
5
del cuerpo, y fuese tras el rostro
amado;
así en mi triste ausencia ha
siempre estado
ciego y con hambre y sin el alma
mía.
Agora que al
lugar, que el pensamiento
nunca dexó, mis pasos
presurosos
10
después de mil trabajos me
han traído,
cobraron luz mis
ojos tenebrosos
y su pastura el corazón
hambriento,
pero no tornará el alma a su
nido.
- VI
-
Yace tendido en
la desierta arena,
que casi siempre el mar baña
y esconde
de Thirsi el cuerpo; el alma
alberga donde
sembró Amor las simientes de
su pena:
Allí,
mientras su llanto amargo suena,
5
entre las peñas, Eco le
responde:
Thirsi, cuitado,
¿adónde estás?, ¿por dónde
saldrás a ver tu luz pura y
serena?
Aquí el
cielo nubloso, el viento airado,
mantiene con el mar perpetua
guerra,
10
y él, con estas
montañas, que rodea.
¡Ah de
Thirsi, de dolor cercado
más que de mar!
¡Cuándo será que lea
Phili, en tu frente, lo que el
pecho encierra!
- VII
-
Lágrimas
que salís regando el seno
por vuestra antigua exercitada
vía,
seguras del temor justo que
había
a vos y mis suspiros puesto el
freno.
Creced en
río tan profundo y lleno
5
cuando el dolor, que el alma
esconde y cría
por ver sembrada la esperanza
mía
en glorioso, más
áspero, terreno.
Y aunque mil
causas dolorosas mueven
el alma a tan amago
sentimiento,
10
esta sola razón ha de
causaros.
Mas tan preciosas
lágrimas no deben
perderse así, ni desparcirse
al viento
tan gloriosos suspiros y tan
caros.
- VIII
-
Fiero dolor, que
alegre alma y segura
hacer pudieras triste y
temerosa
¿cómo con mano larga
y enojosa
derramas sobre mí tanta
dulzura?
No siente otro
descanso, ni procura
5
mayor deleite el alma
congojosa,
que abrir la vena fértil y
abundosa
al llanto que me da mi
desventura.
Por ti le
alcanza, que tu sombra encubre
la causa de mis lágrimas
apenas,
10
confiada a mi mismo
pensamiento.
Mas sólo
he de llorar las que van ellas
del fuego que me abrasa, y se
descubre
que nacen de más
áspero tormento.
Soneto
Quien ve las
blancas y hermosas rosas
de mano virginal recién
cogidas,
y con diversos tallos
retejidas,
guirnaldas bellas hacen y
olorosas;
quien gusta de
las aves más preciosas
5
las tiernas pechuguillas
convertidas
en líquidos manjares y
comidas
süaves, odoríferas,
sabrosas;
y quien panales
albos destilando
la rubia miel de la amarilla
cera,
10
a lo que al gusto y vista
más provoca,
pues tal es de mi
ninfa el rostro, cuando
mi vista de la suya reverbera
y bebo las palabras de su
boca.
Con un cabello de
oro...
Con un cabello de
oro delicado
Amor me tiene fuertemente
asido;
con nieve la más blanca que
se ha vido
vivo fuego en mi alma ha
levantado.
Con perlas
orientales ha robado
5
mi pecho, y mi alegría ha
empobrecido;
dos estrellas y un sol
esclarecido,
me tienen de tinieblas
rodeado.
¡Qué
la nieve me encienda, que un cabello
cadena es para mí, que la
luz pura
10
me ciegue, y me empobrezca la
riqueza!
¿A
qué me llevara mi desventura,
y más si vos, señora,
echáis el sello,
juntando a este mi mal vuestra
aspereza?
Soneto
Maldito seas,
Amor, perpetuamente,
tu nombre, tu saeta, venda y
fuego;
tu nombre, que con tal
desasosiego
me fuerza a andar perdido entre la
gente;
tu flecha, que me
hizo así obediente;
5
de aquella falsa, de quien ya
reniego;
tu venda, con qué me hiciste
ciego
y así juzgue por
ángel la serpiente;
y el fuego sea
maldito, cuya llama
no toca al cuerdo, que es muy gran
locura,
10
y al necio sólo su crueldad
consiente.
Y así el
cuitado espíritu que ama
dirá, tu rostro viendo o tu
figura:
«Maldito seas, Amor,
perpetuamente».
Soneto
Bien puede hacer
Amor lo que quisiere;
mas, ¿qué puede hacer
ya que no haya hecho?
Secreto está mi mal
acá en el pecho;
entiéndalo no más
quien me entendiere.
Yo
callaré, señora, si pudiere;
5
y sí podré, por
fuerza o por derecho.
Por ser tan bueno el mal que me
habéis hecho
que no desearé más
mientras viviere.
Dentro en mi alma
estáis siempre metida,
si no cabéis en ella por ser
grande,
10
exceso es vuestro, que no falta
suya.
Sufrid por lengua
y pluma que despida,
no lo forcéis que tan
estrecha ande
que me aparte de vos y me
destruya.
Soneto
Perdido ando,
señora, entre la gente,
sin vos, sin mí, sin ser,
sin Dios, sin vida;
sin vos, porque no sois de
mí servida;
sin mí, porque no estoy con
vos presente;
sin ser, porque
de vos estando ausente
5
no hay cosa que del ser no me
despida;
sin Dios, porque mi alma a Dios
olvida
por contemplar en vos
continuamente;
sin vida, porque
ya que haya vivido,
cien mil veces morir mejor me
fuera
10
que no un dolor tan grave y tan
extraño.
¡Qué
preso yo por vos, por vos herido,
y muerto yo por vos de esta
manera,
estéis tan descuidada de me
daño!
- XVII
-
Cuando Thirsi
siguiere otra pastora
o sintiere de Amor nueva
herida,
volverá tras Sebetho su
corrida,
y dará luz quien nos la
encubre agora.
Cuando Phili
podrá vivir un'hora
5
sin Thirsi, vivirá sin alma
y vida;
cuando será de ajeno Amor
vencida,
se pondrá el Sol en faldas
de la Aurora.
Estas voces con
lágrimas mezcladas,
escucha Aliso y llora
juntamente
10
con la memoria de su bien
perdido.
Almas dichosas,
dice, eternamente
vivid así, de igual fuego
abrasadas,
de mudanzas seguras y de
olvido.
Soneto
Déjame en
paz, Amor: ya te di el fruto
de mis más verdes y floridos
años;
y mis ojos ligeros a sus
daños
pagaron bien su desigual
tributo.
No quiero ahora
yo con rostro enjuto,
5
sano y libre cantar más
desengaños;
ni por alegres y agradables
paños
trocar tu triste y congojoso
luto.
En llanto y en
dolor presto y cargado
de tus antiguos hierros, la
jornada
10
quiero acabar de mi cansada
vida;
mas no me des,
Amor, nuevo cuidado,
ni pienses que podrá nueva
herida
romper la fe que nunca fue
doblada.
Epitafio a la muerte
de Tirsi
Crezca con el
licor del llanto mío
la verde hierba de este
fértil prado;
enfrene el triste son de mi
cuidado
el presuroso curso de este
río;
resuene el bosque
cavernoso y frío;
5
«Ya es muerte Tirsi, Tirsi es
ya acabado,
en el dolor terrible
sepultado,
que tuvo del entero
señorío.»
Sola esta
solitaria selva umbrosa,
sola esta gentil verde ribera
10
del lamentable fin fueron
testigos.
Aquí
cerró sus ojos muerte fiera,
y el miserable cuerpo aquí
reposa,
llorándolo Damón, su
firme amigo.
Las musas en
venta
¿Hay
quién quiera comprar nueve doncellas
esclavas. o a lo menos
desterradas
de las tierras do fueron
engendradas?
¿Hay quién las
compre? ¿Quién da más por ellas?
Fueron un tiempo
en todo extremo bellas,
5
airosas, ricas, graves y
estimadas;
y aunque de mucho fueron
recuestadas,
bien pocos alcanzaron favor de
ellas.
Ahora van las
tristes mendigando
de puerta en perta, rotas y
baldías,
10
y aun por solo el comer se
venderían.
Pues no son muy
golosas; que en hallando
hierbas, flores u hojas,
pasarían
con sombras frescas y con aguas
fría.
Soneto
Gasto mis pasos y
mis tristes días
tras un deseo loco y
engañoso,
que sostiene el vivir
dificultoso
con vanas esperanzas y
alegrías;
y encontrado mi
daño por mil vías,
5
sin ser abierta senda a mi
reposo,
doquier que vuelvo el rostro
lastimoso,
hay campo lleno de miserias
mías.
Miseria
será todo y desventura,
hasta que se ejecute la
postrera
10
en los cansados años de mi
vida.
Pagará el
pensamiento su locura,
y morirá el deseo cuando
muera
el alma, que es vivienda
aborrecida.
Soneto
Hierbas floridas,
verdes, deleitosas,
que con el blanco pie sois
oprimidas
de aquella que en su bulto
recogidas
tiene todas las gracias más
preciosas.
Dichosas sombras
suaves y amorosas,
5
tan gratas a la que roba mil
vidas
aire que del fino oro
desparcidas
las hebras traes revueltas con las
rosas;
claras y frescas
fuentes cristalinas,
que de bañar en vos sus
blancas manos
10
os quiso hacer mi Filis tanto
dignas;
cuando
sintáis sus pasos soberanos
direisle, si a mis ojos son
benignas,
que no me sean los suyos tan
tiranos.
Soneto
Como Me viese
amor desnudo y tierno,
temblando el triste va buscando un
día
donde escaparse de la nieve
fría
y el hielo mitigar del recio
invierno.
Mas como vido el
resplandor eterno
5
que de la hermosa Fili allí
se vía,
lumbre debe de haber aquí
decía;
y entrando, busca a su dolor
gobierno.
Tocó en el
seno el niño y dióle enojos,
que estaba frío más
que nieve el seno,
10
y el corazón, que es piedra,
mal le trata,
huyó del
corazón, fuese a los ojos,
y como vio lugar tan dulce y
bueno,
allí quiso vivir, y de
allí mata.
Figueroa, Luis Manuel
España. Siglos XVI - XVII
Poeta.
Soneto
Por montes canos
con el yerto invierno,
de mi prisión arrastro la
cadena,
y sólo mi gemido ronco
suena
por huecos valles, no mi llanto
tierno.
Que aun no
merezco, por mi mal gobierno,
5
con mis gemidos publicar mi
pena;
que la justa ocasión que me
condena
sella mi boca con silencio
eterno.
Así, a
costa de penas inmortales
sustento el fuego que en mis venas
arde;
10
mas no me quejo de dolor tan
fuerte.
Quiero morirme y
publicar mis males;
mas ¡ay! que llega el
recuerdo tarde
cuando el mal se descubre con la
muerte.
Francia y Acosta, Francisco de
España. Siglo XVII
Poeta y amigo de Lope de Vega
Soneto
Sedientos de
celestes jerarquías,
vivo golfo de llamas
superiores,
esperar no pudieron tus
ardores
el término fatal que
apetecías.
En ti mismo
ascendiendo, o nuevo Elías,
5
en ti carro triunfal de más
fulgores,
águila en más
lucientes resplandores,
muchos soles viviste en pocos
días.
Aprendiendo la
lumbre que suspendes,
por engañar la sed con la
memoria,
10
tú te resististe a ti y al
suelo.
Para más
alta elevación desciendes,
por que tanto mayor será la
gloria,
cuanto más tarde te corone
el cielo.
Franco Barrero, Juan
Portugal. Siglo XVII
Poeta.
A la muerte del doctor
Juan Pérez de Montalbán
Murió
Montano, el Cisne más canoro,
el más canoro Cisne de
Helicona,
Montano, a quien Amor, a quien
Belona
debe feliz tanto esplendor
sonoro.
Deidades sacas
del Castalio Coro,
5
sienta la fría, y la
abrasada Zona
la pérdida del Hijo de
Latona,
y humedezca la tierra vuestro
lloro.
Aras de perlas en
su fresca orilla,
entre aroma se vea Manzanares
10
coronado le erija de laureles.
Octava fue del
Orbe maravilla,
dando en admiraciones
singulares,
alma a las Plumas, vida a los
Pinceles.
Fray Álvaro de Hinojosa y
Carvajal
España. Siglo XVI
Poeta.
Soneto
No sois vos,
Virgen santa y escogida,
un Dios que rige el estrellado
velo,
ni sois tampoco vos el mismo
cielo,
no luna, sol, o estrella
conocida.
Ni sois tampoco
vos la misma vida,
5
no ángel de ligero y presto
vuelo,
ni como cosa alguna acá del
suelo,
por más bella que sea, y
más lucida.
Digo lo que no
sois, porque deciros
lo que sois, imposible me
parece;
10
a Dios es reservado tal
tesoro.
Sólo el
que sólo pudo produciros,
a quien toda esta máquina
obedece,
podrá decir de vos bocados
de oro.
Fray Antonio Gual
España. Siglo XVII
Poeta, religioso y amigo de Lope de
Vega
Soneto
Contra Luzbel de
tu valor medroso
pruebas apenas el acero santo,
honor del cielo, del infierno
espanto,
en nuevo Marte, IGNACIO
valeroso.
En dulce cuando
paz gozas dichoso,
5
divina luz bebiendo,
sacrosanto
del sumo bien asomo, Febo en
tanto
que forma siete círculos
lustroso.
Nuevo favor,
¿a quién no admira el verte
de la batalla a la señal
primera
10
debida al vencedor gozar la
gloria?
Si el embestir te
premia de esta suerte,
dinos, o tú que pisas ya la
esfera
¿el cielo que te dio por la
victoria?
Fray Antonio Suárez
España. Siglos XVI - XVII
Poeta.
A Fray Pedro de
Padilla por su Tesoro de poesías publicado en
1587
Las nueve
hermanas con amargo llanto,
y cual las del Phaetón
están en lloro,
por ver perdido aquel rico
tesoro,
que a su sagrado monte honraba
tanto.
Mas ya se
quitó el luto, y negro manto,
5
ya no hay tristeza en todo el cato
coro,
antes puestas las Ninfas coro a
coro,
cantaron himnos en alegre
canto.
Que si muerte
hacerles pudo ofensa,
quitándoles un Mena, un
Gracilazo,
10
de tanto lustre, y bien privando el
suelo.
Dióles el
cielo en larga recompensa
a vos Padilla gloria del
Parnaso
y así mayor que el llanto,
es el consuelo.
Fray Arcángel de
Alarcón
España. Siglos XVI - XVII
Poeta y religioso.
Sonetos
- I
-
Hoy la rama ha su
tronco producido,
y el arroyo a su clara y limpia
fuente,
y el rayo al mismo sol
resplandeciente
de quien el ser y hombre ha
recibido.
Hoy la vara de
Aarón ha florecido
5
sin humor de la tierra
procedente,
y la zarza de Sina en el
ardiente
fuego, verde y entera ha
parecido.
Hoy recibe la
Virgen nuevo nombre,
admirable y gozoso a los
mortales,
10
de hija de su Dios, madre y
esposa.
Cantemos, pues,
con coros celestiales
la manera moral hecha gozosa
que el hombre es Dios inmenso y
Dios es hombre.
- II
-
¿Quién es la que del valle
miserable
de lágrimas asciende tan
lozana
que ni el alba rosada a la
mañana
ni el sol a su beldad es
comparable?
¿Más que la luna hermosa y
agradable
5
decoro a la naturaleza humana,
como escuadrón
fortísimo que allana
la enemiga virtud hecho
admirable?
Las que con tanta
gloria se nos muestra
que hinche la tierra y cielo de
alegría
10
y en perfecta humildad a todos
pasa,
es la que el Hijo
y Dios pone a su diestra
sobre las soberanas
jerarquías,
pues más que ellas de amor
divino abrasa.
- III
-
Buscan al
Niño el padre putativo
y la Virgen purísima
afligidos,
con lágrimas, sollozos, y
gemidos,
¡oh caso lastimoso y
compasivo!
Y aunque en su
alma llevan al Dios vivo,
5
niño lo buscan, de su amor
heridos,
entre parientes y entre
conocidos,
con dolor penalísimo,
excesivo.
Y no lo hallan,
dándonos ejemplo,
Jesús, de que si hallarte
deseamos
10
no entre carne y sangre te
busquemos.
Y, pues tu Madre
purísima en el templo
lo halla, también nos verte
podremos
si en las cosas de Dios nos
ocupamos.
- IV
-
¡Oh
qué dulces saetas se tiraron
de amor el hijo y madre
lastimada
cuando de lo buscar llegó
cansada
al templo do sus ojos lo
encontraron!
No disputando, o
doctrinando, hallaron
5
la infinita Sapiencia
disfrazada
con pueriles miembros y
ocultada
a los que en sus respuestas se
admiraron;
Mas con mucha
humildad escucha el Niño,
y con prudencia, a veces, les
pregunta
10
como quien doctrinado ser
desea.
¡Oh Cordero
más blanco que el armiño!
la alta humildad, que ese silencio
apunta,
dad, que mi alma siempre imite y
lea.
Fray Bernardo de Cárdenas
Sevilla. 1616
Don Quijote a la
defensa de la Inmaculada
Ensilla, Sancho
amigo, a Rocinante,
dame la lanza y yelmo de
Mambrino,
acomoda la alforja en el
pollino,
y el bálsamo precioso por
delante.
Pues Dios me hizo
caballero andante,
5
hoy desfacer un tuerto
determino
que face a una doncella un
malandrino,
jayán desaforado y cruel
gigante.
Dice que fue su
esclava esta doncella,
y miente. Pues sé yo que
cuando él dice
10
ella deshizo a coces su
cabeza.
A mí me
toca, Sancho, el defendella,
pues soy su caballero, y voto
hice
de defender su original
pureza.»
Subió con
ligereza
15
y, tomando su yelmo, escudo y
lanza,
le siguió su escudero Sancho
Panza.
Coloquio entre un
soldado y una beata
Sol. Ya hago voto a Dios.
Bta. Pues a Dios
vota
hijo mío no tiemble cuando
jura.
Sol. Yo voto, y juro por la Virgen pura,
y es obra de virtud santa, y
devota.
y juro a Dios.
Bta. La sangre me
alborota
5
viendo que persevera en su
locura,
no jure hijo más.
Sol. ¿Por
qué me apura
madre, que la paciencia seme
agota?
Y así un
millón de veces voto, y juro
de defender la honra de
María,
10
pues mientras juro más, soy
más premiado.
Bta. Si eso es así
verdad, jurar procuro,
también de defender la
opinión pía,
mas ay que grande escrúpulo
me ha dado.
¿Si
habrá en jurar pecado
15
un alma que de ser perfecta
trata?
Autor. Esto dudó en San
Pedro una Beata.
Fray Damián de Cornejo
Siglo XVI
Sonetos
Yo no puedo vivir
si no me capo,
porque si tengo bolas y no
emboco,
y aunque te diga cabe, no te
toco,
todo en gordo será vayna de
trapo.
Si de ser
inocente así me escapo,
5
a lo menos de amante doy en
loco;
pues nevando camisas, poco a
poco,
si las mojo muchísimo no
en-papo.
Quién te
viera no grave y espetada
cuando el amor se goza sin
sospecha,
10
a mi manera atenta y no a mi
modo:
yo quedara
contento y tú pagada
pues supiera cual es mi pix
derecha
y me quisieras bien con vayna y
todo.
Esta
mañana, en Dios y enhorabuena
salí de casa y víneme
al mercado;
vi un ojo negro al parecer
rasgado,
blanca la frente y rubia la
melena,
llegué y
le dije: «Gloria de mi pena,
5
muerto me tiene vivo tu
cuidado,
vuélveme el alma, pues me la
has robado
con ese encanto de áspid o
de sirena.»
Pasó,
pasé, miró, miré, vio, víla;
dio muestras de querer, hice otro
tanto;
10
guiñó, guiñe,
tosió, tosí, seguíla.
Fuese a su casa,
y sin quitarme el manto,
alzó, llegué,
toqué, besé, cubríla,
dejé el dinero y fuime como
un santo.
Fray Damián de Vegas
España. Siglos XVI - XVII
Poeta y religioso.
La verdadera
nobleza
Si el alma es la
cabeza y la corona
del ser humano, bien se
verifica
que el alma noble y de virtudes
rica
ennoblece e ilustra a la
persona.
Luego de noble en
vano se blasona
5
de hidalgo en balde o caballero
pica
el que a los vicios y maldad se
aplica
y las santas virtudes
abandona.
Así si el
mundo solamente honra
al linajudo y rico, aunque
vicioso,
10
y el virtuoso pobre estima en
poco,
No curéis
de su honra y su deshonra,
pues ya sabéis que el mundo
es mentiroso
y fanfarrón y lisonjero y
loco.
Soneto
Si está de
sol vestida y adornada,
porque al eterno sol vimos en
Ella,
si con sus plantas a la luna
huella,
de más vivos albores
circundada:
Y si
también de estrellas cornada
5
San Juan miró esta
cándida Doncella;
cuál será el cuerpo,
cuál el alma de Ella,
cosa es de los mortales no
alcanzada.
Si los
Ángeles puros siempre han sido,
y por Reina la adoran en
profundo
10
acatamiento, ¿quién
de su grandeza,
nunca manchada,
dudará atrevido,
cuando de polo a polo clama el
mundo,
que no hay bajo de Dios igual
pureza?
Soneto
En toda la
extensión del bajo suelo,
¿quién será
digno de ofrecer la historia
de la más alta en la virtud
y gloria,
de la en que estuvo el Hacedor del
Cielo?
¿Cuál águila se vio
emprender su vuelo
5
por mar, de cuyo cabo no hay
memoria?
¿Quién flecha el arco
si es cosa notoria
no llegar con mil leguas al
señuelo?
Y pues, Virgen
dichosa, no se espera
con acierto decir cuánto
subistes
10
sobre todo lo que hay, que Dios no
ha sido;
Sólo
diré, que si por Vos no fuera,
siendo Madre de Dios, como lo
fuistes,
no se mirará el mundo
redimido.
Fray Diego de San Miguel
España. Siglo XVII
Poeta, religioso y amigo de Lope de
Vega
Soneto
En agua crasa el
fuego convertido,
que del cielo al altar había
bajado,
setenta años en ella
sepultado
estuvo, sino muerto,
amortecido.
Después
sobre la víctima vertido
5
como de muerte al fin
resucitado,
generoso abrasándola ha
pagado
al cielo cuanto al cielo hubo
debido.
Sagrado IGNACIO,
fuego fuiste, y fuego,
que poderse ocultar por siete
días
10
mayor prodigio fue que aquel
portento.
Muerto al mundo
en la saltas Jerarquías,
refiriendo tus llamas vuelves
luego,
cuanto más detenido,
más violento.
Y al alto
firmamento
15
en víctimas le pagas sacras
cuanto
incendios debes a su incendio
santo.
Fray Domingo de Ochoa
España. Siglo XVII
Poeta, religioso y amigo de Lope de
Vega
Soneto
Ejecuta de amor
la activa llama
sin términos, sin plazos,
sin espera,
que sujetos amados son
esferas,
que a gozarlas el mismo afecto
llama.
Ama el esposo
IGNACIO, y porque ama
5
con superiores y efectivas
veras
menos que con presencias
verdaderas
el fuego no sosiega, que le
inflama.
Salga pues en
olvido venturoso
del sentido exterior al que
concierta
10
otro más superior y
misterioso.
Gócele
siete días dulce puerta,
por donde mira en gozo
luminoso
gloria no en posesión, en
prenda cierta.
Fray Francisco de Castro
Valencia. 1572
Religioso, poeta y hermano de
Guillén de Castro.
Soneto
Vistió
Jesús de pobre el primer manto,
cual niño simple entre los
simples crece,
joven sirve a sus padres y
obedece,
varón se muestra el
más perfecto y santo.
Su vida religiosa
causa espanto,
5
en sus milagros su virtud
parece,
las penas de su muerte a Dios
ofrece,
deja a sus padres con tristeza y
llanto.
Este es el curso
de la vida santa
de Domingo Anadón tan a
medida
10
que al suelo y cielo, es gran
razón que asombre.
Pues
mereció gozar ventura tanta
que la vida de aquel que le dio
vida,
esa es la suya con mudarse el
nombre.
Fray Gaspar de San Diego
España. Siglo XVII
Poeta y amigo de Lope de Vega
A San
Isidro
Los campos de
Madrid, Isidro santo,
el Ángel rompe, y vos
rompéis el cielo,
sirve de labrador arando el
suelo,
y vos suplís las voces de su
canto.
El ara, y vos
oráis, subiendo tanto,
5
cuanto él baja a la tierra
el sacro vuelo,
y al paso que del curso el
paralelo
sigue, seguís de Dios el
curso en llanto.
Mas aunque labra
el Ángel con arado
la tierra dura, no cobra el
tributo,
10
que Dios paga de gloria al
trabajado.
Que como
sembró el bien con rostro enjuto,
no coge, Isidro sí, que le
ha ganado,
sembrando aquí sus
lágrimas, el fruto.
Fray Hernando Camargo y Salgado
España. Siglo XVII
Religioso de la Orden de San
Antonio. Poeta y amigo de Lope de Vega
Al insigne Lope de
Vega Carpio
Ahora sí
que hay fénix, que hasta ahora
se tuvo por fantástico y
fingido,
pues Félix es ya el
fénix renacido
de los que el orbe ingenios
atesora.
Rompiendo niebla
amaneció su Aurora,
5
índice contra el tiempo y el
olvido,
que de su fama y nombre
esclarecido
fue, cual del sol el Alba
precursora.
¡O
espíritu celeste en quien se apresta
de más que ilustre honor
fecunda fama,
10
que de este al otro mundo
manifiesta!
¡Elogios en
el nombre de la fama!
pues me oprime sin ti noche
funesta,
mi origen es tu luz, mi labio
inflama.
Mas no, que en
tanto abismo
15
tu ingenio es coronista de ti
mismo.
Fray Hortensio F. Paravicino y
Arteaga
España. 1580 - 1633
Teólogo, predicador, literato
y poeta.
Viendo una pieza de un
leño del navío anegado
¡Oh
reliquia fatal de errante vaso,
vasto cadáver de uno y otro
pino,
que en mucha mar preñado
animó lino
y en poca tierra cerco abrevia
escaso!
No en ti castigos
intentó el fracaso,
5
que acechó entre la arena tu
destino,
si en monte aquestas cosas
peregrino,
selva incapaz naciste a tanto
paso.
Tu patria te
usurpó segur villana,
sed codiciosa te arrojó a
las ondas,
10
siempre oprimido de la industria
ajena.
Ten, pues, por
puerto a aquesta playa llana,
redime a nueva inquisición
tus ondas,
descansa y goza tu primera
arena.
A una fuente oprimida
de una mano
En vano oprimes
con la mano impura,
que el pirámide
cándido devora,
envidia vil, la fuente que el sol
dora,
y en rayos de cristal perennes
dura.
Si cuanto baja de
mayor altura,
5
tanto sube después fuente
sonora,
la que del cielo, donde fue su
Aurora,
por fuerza ha de subir tan alta y
pura.
Qué
importa, envidia, que a vencer te animes
sus linfas claras, de Cleopatra
uniones,
10
que aumentas perlas, y en el agua
imprimes.
Que puesto que
pretendan tus acciones
que piense, quien te mira, que la
oprimes,
para hurtarle el cristal, la mano
pones.
Fray Jerónimo de San
José
1587 - 1654
A nuestra madre Santa
Teresa
A sus hijuelos a
volar provoca
el águila real, y al sol los
lleva;
de la fineza de sus ojos
prueba
mientras el rayo de su luz los
toca.
Ella
después, bajando, en una roca,
5
para aguzarlo, el corvo pico
ceba,
y en una fuente toda se
renueva
prolongando la edad que el tiempo
apoca.
Así la
caudal águila, Teresa,
aprueba la fineza de sus hijos
10
en la contemplación del sol
que adora.
Y, ella en la
piedra, Cristo, haciendo presa,
emplea el pico, en quien los ojos
fijos,
bañándose en sus
llagas se mejora.
Invocación al
sueño
Imagen de la vida
y de la muerte
(que vida y muerte son un breve
sueño),
treguas de paz al riguroso
ceño
de la más infeliz y dura
suerte.
Pues en ti su
rigor el arco fuerte
5
afloja, y calma el combatido
leño,
recíbeme en tu paz, en cuyo
empeño
mi guerra entrego, hasta que en paz
despierte.
Ya que otro bien
no ofreces, sueño amigo,
sino privar del mal, y eres
figura
10
del no ser (privación del
todo extrema),
no me niegues el
seno de tu abrigo,
donde hallando su fin mi
desventura,
n más miseria, ni mayor, la
tema.
A la muerte del
capitán Esquerra de Rozas
Al puerto de la
vida (que es la muerte),
llegaste, ¡oh, dulce hermano!
En Cartagena,
donde tu embarcación el
cielo ordena
a mejor patria, a más felice
suerte.
Pasaste aquel
estrecho, a todos fuerte,
5
desembarcando en la inmortal
arena,
donde pagado el flete, breve
pena
en gozo perdurable se
convierte.
Dichoso tú
que libre ya y seguro
del último naufragio, alegre
gozas
10
en un inmenso mar, inmenso
puerto.
Triste de
mí que en este golfo escuro,
mientras en ese tú, la edad
remozas,
navego del suceso siempre
incierto.
Soneto
Al trasmontar del
sol, su luz dorada,
cogió de unos
fantásticos bosquejos
la tabla, y al matiz de sus
reflejos,
dejóla de colores
variada.
Aquí sobre
morado cairelada
5
arden las fimbras de oro en varios
lejos,
acullá reverbera en sus
espejos
la nube de los rayos retocada;
suben por otra
parte, en penachera
de oro, verde y azul, volantes
puros,
10
tornasolando visos y
arreboles;
mas, ¡oh
breve y fantástica quimera!,
pónese el sol, y quedan
luego oscuros
los vaporcillos, que eran otros
soles.
El ruiseñor y
la rosa
Aquélla,
la más dulce de las aves,
y ésta, la más
hermosa de las flores,
esparcían blandísimos
amores
en cánticos y nácares
süaves.
Cuando suspensa,
entre cuidados graves,
5
un alma, que atendía a sus
primores,
arrebatada a objetos
superiores,
les entregó del
corazón las llaves.
«Si
aquí -dijo- en el yermo de esta vida
tanto una rosa, un ruiseñor
eleva
10
(¡tan grande es su belleza y
su dulzura!),
¿cuál será la floreta
prometida?
¡Oh dulce melodía
siempre nueva!
¡Oh siempre
floridísima hermosura!»
Fray Jerónimo Vélez
España. Siglo XVII
Poeta, religioso y amigo de Lope de
Vega
Soneto
Siete soles un
rayo a tanta gloria,
IGNACIO, cuya ley el orbe
espera,
en el Sinaí supremo
reverbera
con luz divina a la mortal
notoria.
Entre las armas
goza la victoria,
5
y resplandores de la inmensa
esfera
liba en Tabor eterno, que
venera
rendida a suspensiones la
memoria.
En la de Dios su
fábrica sublime
consulta, obras quietud (idea
clara
10
del ocio santo y de la
acción) medita.
Y en su pecho, no
en mármoles imprime
tablas de ley, que lo mortal
repara,
y en Dios vio confirmada, antes que
escrita.
Fray Juan de Toledo
España. Siglo XVII
Poeta y religioso, amigo de Lope de
Vega.
A San
Isidro
Los campos de
Madrid, Isidro santo,
fértiles brotan olorosas
flores,
después que los cultivan
labradores
duchos del paraíso
sacrosanto.
En ello se oye
sonoroso canto,
5
que arando entonan hechos
ruiseñores,
cuando subís la voz diciendo
amores
al que Anfión movéis
divino canto.
No es mucho el
campo opimo se anticipe
a cuantos dora el sol con limpios
rayos,
10
y Flora rinde pródigo
tributo.
Si da el cielo
cultores, y Felipe
un santo que nos pecha en ricos
Mayos,
sembrando aquí sus
lágrimas, el fruto.
Fray Juan Félix Girón
Sevilla. Siglo XVII
Poeta y carmelita. Se graduó
en la Universidad de Sevilla en 1653.
En agradecimiento al
vejamen, que al graduarle le hizo don Juan Antonio de
Miranda
Graduando el
Rector más soberano
su sagrado Colegio de
Doctores,
les entregó los
títulos mejores
en sal, luz y ciudad de tanta
mano.
Sal que se
deshiciera, mas no en vano,
5
sino haciendo saber a mil
sabores;
luz que diese eficaces
resplandores;
ciudad que se descubra a todo
llano.
Así s
esparce igual, luce y encumbra
el claustro sevillano y tal
retrata
10
una antorcha, un farol luces
iguales;
salga pues a la
luz esta que alumbra
de que aun en burlas, cuando se
desata,
reparte luces y descubre
sales.
Fray Luis de León
Belmonte (Cuenca). 1528 - Madrigal
de las Altas Torres (Ávila). 1591
Aunque estudió en diversas
universidades (Alcalá, Toledo) su persona está
inseparablemente ligada a la ciudad de Salamanca. Uno de los
grandes místicos de la poesía española.
Sonetos
- I
-
Amor casi de un
vuelo me ha encumbrado
a donde no llegó ni el
pensamiento;
mas toda esta grandeza de
contento
me turba y me entristece este
cuidado.
Que temo que no
venga derrocado
5
al suelo por faltarle
fundamento;
que lo que en breve sube en alto
asiento,
suele desfallecer apresurado.
Mas luego me
consuela y me asegura
al ver que soy, señora
ilustre, obra
10
de vuestra sola gracia, y en vos
fío;
porque
conservaréis la vuestra hechura
mis faltas supliréis con
vuestra sobra,
y vuestro bien hará durable
el mío.
- II
-
Alargo enfermo el
paso, y vuelvo, cuanto
alargo el paso, atrás el
pensamiento.
No vuelvo, que antes miro siempre
atento
la causa de mi gozo y de mi
llanto.
Allí estoy
firme y quedo, mas en tanto
5
llevado del contrario
movimiento,
cual hace el extendido en el
tormento,
padezco fiero mal, fiero
quebranto.
En partes, pues,
diversas dividida
el alma, por huir tan cruda
pena
10
quisiera dar ya al suelo estos
despojos.
Gime, suspira y
llora desvalida
y en medio del llorar sólo
esto suena,
¡cuándo
volveré, Nise, a ver tus ojos!
- III
-
Ahora con la
aurora se levanta
a mi luz, ahora coge en rico
ñudo
el hermoso cabello, ahora el
crudo
pecho ciñe con oro la
garganta.
Ahora vuelta al
cielo pura y santa
5
las manos y ojos bellos alza, y
pudo
dolerse ahora de mi mal agudo;
ahora incomparable tañe y
canta.
Así digo,
y del dulce error llevado,
presente ante mis ojos la
imagino,
10
y lleno de humildad y amor la
adoro.
Mas luego vuelve
en sí el engañado
ánimo, y conociendo el
desatino,
da rienda suelta largamente al
lloro.
- IV
-
¡Oh
cortesía, oh dulce acogimiento,
oh celestial saber, oh gracia
pura,
oh, de valor dotado y de
dulzura,
pecho real, honesto
pensamiento!
¡Oh luces,
del amor querido asiento,
5
oh boca donde vive la
hermosura,
oh habla suavísima, oh
figura
angelical, oh mano, oh sabio
acento!
Quien tiene en
sólo vos atesorado
su gozo, y vida alegre y su
consuelo,
10
su bienaventurada y rica
suerte,
cuando de vos se
viere desterrado,
¡ay!, ¿qué le
quedará sino recelo,
y anoche, y amargor y llanto y
muerte?
- V
-
Después
que no descubren su lucero
mis ojos lagrimosos noche y
día,
llevado del error, sin vela y
guía,
navego por un mar amargo y
fiero.
El deseo, la
ausencia, el carnicero
5
recelo, y de la ciega
fantasía
las olas más furiosas a
porfía
me llevan al peligro
postrimero.
Aquí una
voz me dice: «Cobre aliento,
señora, con la fe que me
habéis dado,
10
y en mil y mil maneras
repetido.»
«Mas
¿cuánto de esto allá llevado ha el
viento?»
respondo; y a las olas
entregado,
el puerto desespero, el fondo
piso.
- VI
-
Cuando me paro a
contemplar la vida,
y echo los ojos con mi
pensamiento
a ver los lasos miembros sin
aliento,
y la robusta edad
enflaquecida,
y aquella
juventud rica y florida,
5
cual llama de candela en presto
viento
batida con tan recio
movimiento,
que a pique estuvo ya de ser
perdida,
condeno de mi
vida la tibieza
y el grande desconcierto en que he
andado
10
que a tal peligro presto me
tuvieron.
Y con velocidad y
ligereza
determino de huir de aqueste
estado,
do mis continuas culpas me
pusieron.
- VII
-
Tiéneme el
agua de los ojos ciego,
del corazón el fuego me
maltrata,
cualquiera de los dos por si me
mata,
mas nunca al fin de aquesta muerte
llego.
De esta agua
alguna parte mata el fuego,
5
y el agua parte de este fuego
mata,
lo que el uno deshace y
desbarata
el otro torna y lo renueva
luego.
El uno viene
cuando el otro muere,
y con entrambos vivo y muero
junto.
10
¡Ay, gran dolor! ¡Ay,
desigual ventura!
Por si cualquiera
darme muerte quiere,
pero impedido el uno y otro al
punto
la vida me renuevan triste y
dura.
Si para
Dios...
Si para Dios, con
Dios nos disponemos,
hombres de Dios, sin Dios
¿qué imaginamos?;
y si la puerta es Dios y a Dios
entramos,
a Dios, que es luz, sin Dios no
atinaremos.
Si el medio es
Dios y a Dios por fin tenemos,
5
y Dios es el camino y a Dios
vamos,
decid: ¿por qué sin
Dios a Dios buscamos?;
¿pensáis que a Dios,
sin Dios, hallar podremos?
Henchid, pues,
Dios de Dios, nuestras entrañas;
que, si las toca Dios, por Dios
movidas,
10
harán, por Dios, a Dios
cosas extrañas;
y si por Dios no
van en Dios regidas,
serán, sin Dios, a Dios
nuestras hazañas,
como fuera de Dios,
aborrecidas.
Soneto
Si pan es lo que
vemos, ¿cómo dura
sin que comiendo de él se
nos acabe?
Si Dios, ¿cómo en el
gusto a pan nos sabe?
¿cómo de sólo
pan tiene figura?
Si pan,
¿cómo le adora la criatura?
5
Si Dios, ¿cómo en tan
chico espacio cabe?
Si pan, ¿cómo por
ciencia no se sabe?
Si Dios, ¿cómo le
come su hechura?
Si pan,
¿cómo nos harta siendo poco?
Si Dios es ¿cómo
puede ser partido?
10
Si pan, ¿cómo en el
alma hace tanto?
Si Dios,
¿cómo le miro yo y le toco?
Si pan, ¿cómo del
Cielo ha descendido?
Si Dios, ¿cómo no
muero yo de espanto?
A las exequias de la
reina doña Isabel
Mucho a la
Majestad sagrada agrada
que entienda a quien le está
el cuidado dado
que es el Reino de acá
prestado estado
y todo al fin de la jornada
nada.
La silla Real por
afamada amada
5
el más sublime y más
pintado hado
está en sepulcro encarcelado
helado
su gloria al fin por desechada
echada.
Si el que ver lo
que acá se adquiere quiere
y cuanto la mayor ventura dura
10
mire que a Reina tal sotierra
tierra.
Y si el que hoy
ojos tuviere viere
pondrá o mundo en su locura
cura
que el que fía de bien de
tierra yerra.
Fray Nicolás Garcés
España. Siglo XVII
Poeta y de la Orden de San
Agustín.
Al grande cuanto
malogrado ingenio del doctor Juan Pérez de Montalbán,
heredero único del de Lope de Vega
Carpio