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Teatro

Juan Meléndez Valdés; Emilio Palacios Fernández (ed. lit.)






ArribaAbajoLas bodas de Camacho el Rico

Comedia pastoral


«Si te digna manet divina gloria ruris.»


VIRGILIO                


Habiendo determinado la Villa de Madrid celebrar la paz ajustada en 1783 y el feliz nacimiento de los Serenísimos Infantes gemelos Carlos y Felipe con festejos públicos extraordinarios, obtuvieron el premio Las bodas de Camacho, para representarse en ellos en el teatro de la Cruz.

PERSONAJES
 
ACTORES
 
CAMACHO EL RICO,   amante y novio de Quiteria la Hermosa.ANTONIO ROBLES.
QUITERIA LA HERMOSA,   novia de Camacho el Rico y amante de Basilio.MARÍA DEL ROSARIO FERNÁNDEZ.
PETRONILA,   hermana de Quiteria la Hermosa y amante de Camacho.ANTONIA PRADO.
BERNARDO,   padre de ambas.PEDRO RUANO.
BASILIO EL POBRE,   amante de Quiteria.JUAN RAMOS.
CAMILO,   amigo de Basilio.VICENTE GALBÁN.
DON QUIJOTE,   caballero andante.SIMÓN DE FUENTES.
SANCHO PANZA,   su escudero.MIGUEL GARRIDO.
UN PASTOR.JOSÉ MARTÍNEZ HUERTA.
Coros y acompañamiento de zagales y zagalas.

La escena representa la enramada que describe Miguel de Cervantes en los capítulos XIX y XX de la segunda parte de su Historia de don Quijote.

La música es de don Pablo Esteve, compositor del Teatro de la Cruz, y las decoraciones del pintor don Antonio Carnicero.


ArribaAbajoPrólogo

EL AMOR
¿Quién puede resistir al triste lloro
y angustia lastimera
de un amante infeliz y abandonado?,
o ¿qué bárbara fiera
negarse puede a su clamor? El cielo,5
el cielo mismo de su amargo duelo
se mueve; y cual envía
su benigno rocío al mustio prado,
que le alegra y fecunda, así a su alma
torna por mí la suspirada calma,10
y alivia su cuidado,
por mí, que soy el dios de la alegría,
las risas y el placer, Amor en suma,
cual lo dicen mis alas, mi semblante,
estas mis flechas y mi aljaba de oro.15
Entonces el amante,
ledo y feliz, el sazonado fruto
de su fe recogiendo,
goza en paz las ternuras de su amada,
de mis flechas dulcísimas llagada.20
¡Dichoso entonces él, que, por tributo
sus deliciosas lágrimas bebiendo,
ya le ciñe la sien de tiernas flores,
ya escucha sus favores,
ya canta su hermosura,25
ya encarece su ardor y su ventura!
¿Y habrá quien acusarme
pueda de ingratitud y ose llamarme
vengativo y cruel? Vengan y vean
los hombres lo que soy, si es que desean30
al Amor conocer. Darles me agrada
hoy entre estos pastores inocentes
un nuevo testimonio de mi pura
sencilla inclinación, hoy la ternura
será galardonada35
del mísero Basilio, y sus dolientes
ansias se trocarán en alegría.
¡Cuál gime el infeliz! ¡Cuál se querella
de su Quiteria bella!,
que éstos los nombres son de los zagales.40
En años, en ternura, en todo iguales,
la enojosa pobreza
los lleva al duro trance de la muerte.
Mas ¿qué no puede Amor? ¿Qué la fineza
de los dos no merece? La lazada45
que en uno junte su felice suerte,
por mí les será echada;
y hoy Quiteria la hermosa
será con su Basilio venturosa,
y él con su amada vivirá seguro.50
Yo llamaré al Ingenio, y sus sutiles
graciosas invenciones
a mi arbitrio usaré; de la Locura
también he de valerme;
y aun la misma Amistad, su candor puro55
olvidando, usará de la librea
del Engaño falaz por complacerme.
¡Oh inmenso poder mío, que a su grado
todo lo ordena y muda! ¡Oh bien hadado
Basilio fiel! ¡Oh hermosa,60
y mucho más dichosa,
Quiteria! Vendrá un día
cuando sonéis en plácida armonía,
allá do besa humilde Manzanares
los altos sacros lares65
del mayor de los Reyes,
que dio a la tierra atónita sus leyes.
Entonces, deliciosa,
la santa paz descenderá del cielo,
y con su puro trasparente velo70
el orbe cubrirá, mientras gozosa
en duplicada prole su ventura
logra Iberia segura.
Prole del alto empíreo acá enviada
y a los ardientes votos acordada75
del abuelo real y venerable:
¡vivid, creced, pimpollos florecientes!,
¡creced, preciosos niños, de las gentes
españolas consuelo,
y honor y gloria del humilde suelo!80
¡Oh príncipe benigno! ¡Oh Luisa amable!
¡Oh grande, oh justo Carlos! ¡Cómo os veo,
de laurel coronados
y de iberos felices rodeados,
en medio de la Paz y la Victoria85
subir al alto templo de la Gloria!


ArribaAbajoActo I


Escena I

 

Sale BASILIO muy afligido, y en un traje lúgubre.

 
BASILIO
¡Ay, cómo en estos valles,
morada antes de amor, hoy del olvido,
Basilio fue dichoso!
¡Oh tiempo, tiempo!, ¿dónde presuroso
tan de presto has huido?5
La crédula esperanza que mi pecho
abrigó tantos años, ¿qué se ha hecho?
¿Es ésta, infiel Quiteria, la ventura
de tu zagal amado?
Amado, sí, cuando inocente y pura10
como la fresca rosa,
y mucho más hermosa,
nos dio el amor sus leyes celestiales.
En fin, todo lo alcanza la riqueza,
y en adorar el oro son iguales15
ciudades y alquerías.
El mérito es tener; y la belleza
cede del poderoso a las porfías
cual débil caña al viento.
¿Quién temiera traición y fingimiento,20
ah Quiteria, en tu fe?, ni que yo ahora
maldijese impaciente
la lengua engañadora
que decirme solía:
«Nada temas, Basilio; eternamente25
Quiteria será tuya. A ti se fía
mi virginal decoro;
como tuyo le guarda y le venera...»
¿Qué guardarlo sirvió, si cuando menos
debiera ser temido,30
a Camacho tu padre te ha vendido?
¡Oh pechos crudos, de piedad ajenos!
¡Oh Bernardo!, no padre,
tirano sí, tal joya
no te la dio para Camacho el cielo;35
yo la merezco solo: la he ganado
sirviendo y adorando tantos días;
fruto es de mi cuidado
y de las ansias mías.
¡Oh!, dámela, cruel; no de mi seno40
robes con mano fiera
la inocente cordera
para encerrarla en el redil ajeno.
Y tú, aleve pastora,
¿por qué el consejo de tu padre sigues?;45
¿no basta ser señora
del cuitado Basilio? Te faltaba,
sí, del feliz Camacho la riqueza;
pero ¡cuánta ventura te aguardaba
en mi humilde pobreza!50
¡Cuál yo trabajaría
alegre para ti de noche y día!
Con abundosos bienes justo el cielo
premiara mi solícito desvelo.
¿Y qué los bienes son con los placeres55
de un amor mutuo y fino?
Pero tú sigues el común destino,
y desmentir tu condición no quieres.
Sigue, sigue, homicida,
que yo el camino seguiré que el hado60
señala crudo a mi infelice vida,
acabando con ella y mi cuidado
por triste complemento
de tus infieles bodas... Pasos siento.

  (Asustado.) 

Huyamos hacia aquí, que ya insufrible65
le es todo a mi dolor.

  (Retirándose.) 



Escena II

 

BASILIO, CAMILO.

 
CAMILO

  (Saliéndole al paso.) 

¿Será posible
hallazgo tan feliz, o mi deseo
me burla en lo que veo?
¡Basilio!, ¿tú en el valle?, ¿tú en mis brazos?70
¡Mi querido Basilio!
BASILIO
¡Ay, Camilo!
CAMILO
¿Qué estrella tan dichosa
a mis ojos te vuelve? Yo temía
algún fin desastrado75
desde el aciago día
en que el fatal concierto fue ajustado
de Camacho y Quiteria,
y tú, celoso, triste, dolorido,
cual novillo furioso que vencido80
fue en la lucha, del valle te ausentaste,
llenándonos de amargo desconsuelo
con las sospechas de tu cruda muerte.
BASILIO
¡Pluguiera al justo cielo
que ella hubiese acabado85
con presto golpe mi infelice suerte!
CAMILO
¡Y en el día a las bodas señalado
tornas a renovar tus desventuras
entre sus regocijos y alegrías!
¿O has olvidado a tu enemiga bella?90
BASILIO
No lo consiente mi contraria estrella,
pastor amigo; las desdichas mías
crecen como la llama
por intrincada selva en el estío.
CAMILO
¿Pues qué causa te vuelve?95
BASILIO
El más impío
furor, la más rabiosa
determinada voluntad que pudo
caber en pecho de pastor. Sí, bella
cuanto falsa Quiteria, está segura100
que presto, presto acabará tan crudo
dolor, pues tú lo quieres.
CAMILO
¡Oh anuncio infausto!, ¡oh nueva desventura!,
¡oh mísero zagal! Vuelve a tu seso,
y tu clara razón no ultrajes loco105
con tan culpable exceso.
BASILIO
¡Aún te parece mi tormento poco!
No, zagal; mi destino
es morir por Quiteria; yo vivía
para adorarla fino;110
hoy a Camacho ha de entregar su mano,
y la esperanza mía
acaba de agostarse. ¡Quién tan vano
fruto coger temiera
de tan florida mies! ¡Quién tus palabras,115
Quiteria fementida, no creyera!
CAMILO
¡Ah, zagal!, que deliras con el cuento
de tu pasada gloria,
doblándote las ansias su memoria.
BASILIO
No puedo refrenar el pensamiento.120
Tú conoces mi amor; tú, amigo, sabes
que de la edad más tierna
sola su ley mi voluntad gobierna.
Pared en medio la enemiga mía
de mi casa vivía;125
casi a un tiempo nacimos,
y juntos nos criamos,
y ya en la cuna misma nos amamos.
Apenas empezaba
a hablar aún balbuciente,130
ya con gracia inocente
su esposo me llamaba
y a mis brazos corría,
y los suyos me daba y se reía.
Yo la amaba también, y con mil juegos135
pueriles la alegraba,
ya travieso saltando
tras ella en la floresta,
ya su voz remedando
con agradable fiesta,140
ya en pos de algún nevado corderillo
corriendo en rededor de los rediles,
o acechando el pintado jilguerillo
en las varas sutiles
llenas de blanda liga.145
Voluntad tan acorde y tan amiga
jamás fue vista en una edad tan breve.
El par más fiel de tórtolas amantes,
en el más hondo valle retiradas
y sólo a acariciarse abandonadas,150
eran para los dos ejemplo leve.
Una la voluntad, uno el deseo,
una la inclinación, uno el cuidado,
amar fue nuestro empleo
sin saber que era amor, y en tanto grado155
que ya por la alquería
de todos se notaba y se reía
nuestra llama inocente.
Después, en la puericia floreciente,
mi anciano padre a gobernar me puso160
el hato de mis cabras, y su padre
igualmente dispuso
que ella a pastar por los alegres prados
sacase sus ganados.
¡Ay, qué felices días!,165
¡qué sencillas y puras alegrías!
Si ella se enderezaba hacia un otero,
yo estaba allá primero;
y si al valle bajaba,
en el valle esperándola me hallaba.170
No hubo flor, no hubo rosa de mi mano
cogida que en su seno no parase;
no hubo dulce tonada
que yo no le cantase,
ni nido que en su falda no pusiese.175
Mis cabritos saltando la seguían,
y la sal sus corderas me lamían
en la palma amorosas.
De esta suerte las horas deliciosas
en grata unión pasábamos felices,180
cuando un deseo de saber nos vino
qué era amor, de manera
cual si un encanto fuera,
y a un zagal ya maestro preguntando:
«Un niño hermoso», respondió burlando,185
«halagüeño, festivo, bullicioso,
con alitas doradas,
que causa mil placeres y dolores.
Gusta de los pastores
y de edad floreciente,190
el pecho agita y mil suspiros cría,
hace hablar a los rudos dulcemente,
hace velar, y el corazón abrasa,
y olvida del ganado,
pensando sólo en el sujeto amado,195
y sólo con su vida da alegría...»
Quiteria se encendía,
y yo turbado estaba aquesto oyendo,
consigo mismo cada cual diciendo:
«Yo me agito y suspiro,200
yo canto dulcemente y yo me abraso,
velo, me quejo y lloro:
¡ay!, a Quiteria; ¡ay!, a Basilio adoro».
CAMILO
¡Discurso bien extraño, y más extraña
simplicidad la vuestra!205
BASILIO
Desde entonces,
sabiendo que era amor, a amar nos dimos
con inquietud tan rara
que en vano a ponderártelo bastara
contando un día entero mis venturas.210
¡Qué promesas hicimos!,
¡qué afectos!, ¡qué ternuras!,
¡qué dulce libertad y qué delicias!
Imagina Camilo, las caricias,
las miradas, los juegos, los favores215
que hallarían dos pechos abrasados
en el amor más puro.
CAMILO
Fingírselos no puede el mismo amante
fuera de aquel afortunado instante.
BASILIO
Siete veces abril tornó florido220
y diciembre aterido,
viviendo yo seguro
sin recelar mudanza,
cuando Camacho, ¡oh bárbara memoria!,
vino a arrojar por tierra mi esperanza,225
y yo resuelto me partí del valle
a dar fin a mi vida
desesperado y fiero.
No de intención mudé; mas ora quiero

  (Con determinación.) 

que ante sus ojos sea,230
y que la ingrata, la perjura, vea
en el momento de sus tristes bodas
con qué extremo la amaba
este desventurado,
y hasta qué punto mi despecho llega.235
CAMILO
¡Ay, Basilio infelice! Que te ciega
tu celosa pasión.
BASILIO
Quizá, mudado
su pecho, entonces llorará mi suerte;
vivo gozar queriendo240
al que ahora por pobre da la muerte.
CAMILO
¡Vano consuelo para mal tan grave!
BASILIO
Este me resta solo.
CAMILO
Aún otro queda.
BASILIO
¿Cuál?, dímelo, Camilo...245
CAMILO
El que tú hablaras
a Quiteria, esforzando
su corazón cobarde,
que aún constante te adora
y por tus celos agraviada llora.250
BASILIO
¡Yo a Quiteria...! Primero
el fuego será frío, el sol escuro,
y el mayo irá sin flores,
que yo la hable ni vea.
No, zagal, yo no quiero255
ponerme de la infiel a los desvíos,
ni a su intención contravenir en nada,
turbando en vano con los ruegos míos
la luz serena de sus claros ojos
ni las purpúreas delicadas rosas260
de sus mejillas.
CAMILO
¡Tu feliz ventura
tú mismo estorbas!
BASILIO
Tu rogar es vano.
CAMILO
Pues por no hablarla perderás su mano.265
BASILIO
¿Cómo, amigo? ¿Qué dices?
CAMILO
Que aún puede haber retorno tu fineza.
De Quiteria el silencio, la tristeza,
su despego a Camacho, su desvío,
sus suspiros, sus ojos,270
más de una vez me han dicho que te adora.
BASILIO
¡Cuán dichoso sería!
CAMILO
Bailando en la enramada el otro día,
sin ser notado, y viéndola elevada
como en ti contemplando,275
yo le dije burlando:
«Olvídale, zagala, pues le niegas
el premio a tantas ansias merecido».
Turbose en escuchándome, encendido
su rostro de vergüenza, y sus mejillas280
salpicó alguna lágrima, que en vano
quiso ocultar su mano.
Háblala pues.
BASILIO
¡Oh firme,
malograda esperanza! Vuelve, vuelve285
de nuevo a florecer; mas ¡sin ventura!,
¡cómo yo la he de hablar en este día
y en tanta confusión! No, no me ha dado
Amor tal osadía.
CAMILO
Pues yo por ti lo haré. Mira en qué grado290
tu dicha anhelo, y dispondré de modo
que en secreto os veáis.
BASILIO
¡Ah, dulce amigo!,
pues eres de mis lágrimas testigo,
sensible le pondera295
mi amor, mi fe sincera.
Haz esto, y premio pide: mi ganado,
cuanto vale Basilio, todo, todo
está, Camilo fiel, a tu mandado.
Y adiós, que podrán verme.300
CAMILO
Aquí me espera
dentro de un hora.
BASILIO
Tornaré ligero,
cual hambriento cordero
de la madre al balido.305

 (Vase.) 



Escena III

 

CAMILO, DON QUIJOTE, SANCHO.

 
CAMILO
¡Cuán fácil es, cuán fácil al olvido,
zagalas, vuestro pecho! La corriente
del arroyo, del céfiro el ambiente
tienen en su inconstancia más firmeza,
pues torna un solo día310
en odio crudo la mayor terneza,
si el orgullo, el antojo, la porfía
o el interés el ánimo os provoca.
¡Felice yo, que la esperanza loca
lanzar del pecho conseguí...! ¿Mas cómo315
haré en bullicio tanto que se vea
con Quiteria Basilio? De su lado
no se aparta Camacho..., de zagales
todo el valle está lleno..., la alegría...,
la confusión..., las danzas... ¡Ah...!, su hermana...320
Petronila es buen medio:
ella es vana y sagaz, y con envidia
ve a Quiteria dichosa,
y ama a Camacho, y estará celosa.
Buscarla me conviene.325
DON QUIJOTE

  (Empezará a descubrirse hablando con SANCHO, de modo que al llegar a CAMILO acabe el razonamiento de los dos.) 

¿Bien arrendado a Rocinante dejas?
Que además la cuïta de Basilio
solícito me tiene.
SANCHO
Yo me atengo
al ricote Camacho; muy bien hizo330
la zagala en cogelle,
no sino estar sin blanca, y por las nubes
querer luego casarse: cada oveja
vaya con su pareja... ¡Cielo santo!

 (Viendo a CAMILO.) 

¡Qué garrido zagal! Tal sea mi vida.335
¡Qué sayo!, ¡qué limpieza!
DON QUIJOTE
Calla, calla,
Sancho hablador, que tú como villano
sirves al interés. Pastor hermano,

  (Llegándose a CAMILO.) 

hoy que en esta floresta la alegría340
y el regocijo viven,
¿licencia habrá un andante caballero
de ver con su escudero
unas fiestas tan célebres y nuevas
cual la fama pregona?345
CAMILO
Un huésped tal de nuevo las abona.
Mas ¡qué traje!, ¡qué arreo...!

  (Admirado.) 

DON QUIJOTE
Non vos faga
pavor, zagal amigo, su extrañeza.
Un caballero soy de los que dicen350
van a sus aventuras,
e que maguer de tiempos tan perdidos,
al ocio renunciando y las blanduras,
huérfanos acorriendo y desvalidos
y enderezando tuertos y falsías,355
si el cielo no le amengua su esperanza,
ha de resucitar la antigua usanza.
SANCHO
Es mi señor el más valiente andante
que tiene el mundo todo; a Rocinante
oprime el fuerte lomo, y deja fechos360
cien mil desaguisados.
Señora universal de sus cuidados
es la sin par princesa Dulcinea...
CAMILO
Yo no os entiendo, amigo.

  (A SANCHO, interrumpiéndole.) 

Mas vos, señor, en tan felice día365

  (A DON QUIJOTE.) 

de aquí no partiréis; nuestra alegría
venid, venid a honrar, y del esposo
a recibir obsequios y favores.
DON QUIJOTE
Ya sabidor me hicieron dos pastores
que es cortés cuanto rico,370
siéndolo en todo extremo;
y otro que tal la desposada hermosa
como él rico y cortés; y la manera
insólita en que quiere
sus bodas celebrar y su ventura.375
CAMILO
Vence la verdad pura
cuanto contar pudieron: en riquezas
no hay mayoral alguno que le iguale.
Estas sierras pobladas
tiene con sus vacadas,380
y valles y laderas
de cabras y corderas,
siendo a par dadivoso que hacendado.
De la hermosa Quiteria enamorado,
al fin su honesta mano ha conseguido,385
y celebrar los desposorios quiere
con mil regocijadas invenciones.
Las grandes y abundosas prevenciones
no me es dado contar: veréis tendido
el albo y rico pan así en rimeros390
cual suele el trigo estar en el ejido;
así veréis arder olmos enteros
cociendo las vïandas
cual si fuesen lumbradas de verano;
así caza colgada por los robles395
cual si su fruta fuera.
Ha enramado este valle de manera
que a hurto el sol ha de entrar, si a vernos viene.
Danzas y bailes de zagalas tiene,
y de zagales juegos y carrera.400
Finalmente este día
es todo del placer y la alegría,
de Quiteria merced a la hermosura,
pues cual la rosa es reina de las flores,
ella lo es de la gracia y gentileza.405
Sus ojos amorosos
son más que el sol lumbrosos,
y sus luengos cabellos
no hay valor para vellos.
De la boca destila miel y azahares,410
y su cuello preciado
alabastro es labrado,
venciendo a su beldad su gallardía,
y a ésta su honestidad y cortesía.
SANCHO
Pardiez que es la zagala,415
después de mi señora Dulcinea,
lo mejor que ver pienso. El oro, el oro
sabe allanarlo todo; y a la larga,
a la liebre más suelta el galgo carga.
CAMILO
Decís bien: de Quiteria420
otros muchos la mano codiciaron,
y en mil tiernas canciones
sus ansias y sus celos ponderaron.
Estos olmos veréis de letras llenos
que en la dura corteza425
publican su desdén y su belleza.
Sobre todos Basilio
ya en la niñez más tierna la servía,
y ella su honesto amor favorecía;
mas el oro triunfó de este cuidado.430
Es Basilio un zagal tan acabado
en gracias cuanto pobre:
suelto y ágil al salto y la carrera,
de dulce voz, de razonar süave
y gentil hermosura;435
y ámala de manera
que cuantos sus finezas conocemos
algún fin desastrado de él tememos.
DON QUIJOTE
¡Zagal cuitado!
SANCHO
El que fortuna olvida440
ha de sobra la vida.
CAMILO
Así es verdad, y sólo por ser pobre,
mientras Camacho ríe,
Basilio triste y despechado llora.
DON QUIJOTE
¡Oh riqueza!, en mal hora445

  (Con entusiasmo.) 

la madre tierra de su seno duro
te lanzó entre los hombres.
Tú lo conturbas todo, y el seguro
amor tornas olvido;
por ti el mérito yaz escurecido,450
virtud es otrosí desacatada,
e hubo en el suelo la maldad entrada.
Ya non vale ni afán esclarecido,
ni sangre por la patria derramada,
ni feridas gloriosas455
de caballero fuerte...
CAMILO
Permitidme
avisar de la dicha que hoy le viene
al felice Camacho.

 (Vase.) 



Escena IV

 

DON QUIJOTE, SANCHO.

 
SANCHO

  (En acción de oler, y muy alegre al descubrir las calderas.) 

¡Sancho, Sancho!460
¡Oh, qué olor tan divino!,
¡qué calderas aquéllas! No las vide
tamañas en mi vida. ¿Pues las ollas?
Son seis grandes tinajas.
Bien la aventura empieza;465
a esto me atengo, y no a la gentileza
y gracias de Basilio.
DON QUIJOTE
Sancho, hijo,

  (Con mesura.) 

non denuestes al pobre, que los bienes
por eso son llamados de Fortuna,470
porque los da sin discreción alguna
esta inconstante diosa;
y es sandez además tanta alegría.
Mal haya, a decir vuelvo, el negro día

 (Con entusiasmo.) 

en que topó codicia con el oro.475
Por él se amengua el virginal decoro
de la tierna doncella, y puerta tiene
franca el recuestador...
SANCHO
Habilidades

  (Interrumpiéndole.) 

son sin él necedades;480
nunca en casa del rico el duelo viene;
el dar, peñas quebranta; los dineros,
vuelven en caballeros.
DON QUIJOTE
El cielo te confunda y tus refranes.
 

(Un CORO de doncellas galanamente vestidas empieza a asomar por entre la enramada. DON QUIJOTE se entona con mucha gravedad, y SANCHO se admira con sus rústicas demostraciones.)

 
SANCHO
¡Válame Dios! ¡Qué danzas! ¡Qué zagalas!485
En sólo vellas se me van los ojos.
¡Oh, qué alegres!, ¡qué sueltas! No parece
sino que sus cabellos extendidos
semejan de oro puro unos manojos.
¡Qué sartas de corales! No hay pagallas.490
¡Pues montas los vestidos!
¡Oh, bien haya Camacho y su riqueza!
Eso que tienes vales.
 

(El CORO irá pasando y dividiéndose en dos bandas.)

 
CORO 1.º
Tras el divino fuego
de su adorada esposa,495
Camacho vuela ciego
cual tierna mariposa.
CORO 2.º
Quiteria, desdeñosa,
su ardor huir procura,
cual virgen vergonzosa,500
cual niña mal segura.
LOS DOS COROS
Pues baste de extrañezas,
y en tálamo de flores
CORO 1.º
goce ya sus finezas,
CORO 2.º
temple ya sus ardores.505
LOS DOS COROS
En tálamo de flores
goce ya sus finezas,
temple ya sus ardores.
DON QUIJOTE
Fuyamos de aquí al punto. No, no quiero.

  (Indignado.) 

que el ocio muelle o femenil halago510
me embarguen en mis altos pensamientos.
Hay huérfanos, vïudas y pupilos

  (Como fuera de sí.) 

que amparar, hay doncellas
que acorrer, hay gigantes
soberbios y arrogantes515
con quien lidiar, ¿y yo me detendría?
Dulce señora mía,

  (Elevado.) 

non, vuestro caballero
non fará sandez tal. Fuyamos, Sancho.
SANCHO
¿Cómo es eso de huir? ¿Para esto sólo520
fue sin yantar dormir en la floresta
y hacerme despertar cuando hacen salva
en sus nidos los pájaros al alba,
hablando de la fiesta
y de Basilio mísero? ¡Ay, abuelo!,525
sembrasteis alazor, nació anapelo.
DON QUIJOTE
Vamos, digo.
SANCHO
¿Quién sabe si aquí puede
saltar tal aventura,
que cuantas hasta ahora hemos tenido530
nada con ella sean?


Escena V

 

DON QUIJOTE, SANCHO, BERNARDO, CAMACHO.

 
CAMACHO
Bien venido
seáis a honrarme en mi felice boda;
que ya el zagal con quien habéis hablado
de todo me ha informado,535
y así rendido os ruego
deis el último punto a mi alegría
con vuestra compañía.
Éste es día de gracia y regocijos;
venid a ver los que a Quiteria hermosa540
ordenar, aunque rústico, amor sabe,
y hacedla en esto sólo más dichosa.
DON QUIJOTE
Yo, gentil mayoral, sólo lo fuera
si ofertas tales disfrutar pudiera,
como sé agradecellas comedido.545
BERNARDO
¿Cómo, señor?
DON QUIJOTE
En fiestas non es dado

 (Entonado.) 

por ley a caballero detenerse,
de las altas empresas olvidado
a que el cielo le llama.550
Él te haga con Quiteria venturoso
luengos siglos, mancebo generoso,
y licencia me da...
SANCHO
Señor, teneos.
¿Cómo queréis partir, y a ruegos tales555
ser desagradecido,
habiendo siempre sido
la misma cortesía?
¡Miren qué monta un día
para un tan valeroso caballero!560
Vos pedídselo, hermano.

  (A BERNARDO.) 

BERNARDO
Aunque no quiero,
señor, importunaros, si estas canas
y esta edad algo pueden,
no hagáis que nuestras súplicas sean vanas;565
y el anciano Bernardo, de Quiteria
padre feliz, añada esta ventura
a cuantos hoy Camacho le asegura.
CAMACHO
Pueda nuestra porfía...
SANCHO
¡Qué dureza!570
Dad luego, y dais dos veces, que lo mismo
es negar que tardar.
DON QUIJOTE
Agraviaría
esas canas, Bernardo venerable,
y tu discreta afable cortesía,575
gentil Camacho, en resistir más tiempo.
Vuestro me constituyo; a vuestro grado
ordenad; os veréis obedecidos.
BERNARDO y CAMACHO
Hacedlo vos, pues nos tenéis
rendidos.580
SANCHO
Bueno, cayó; no ayuno
cuentes al importuno.
Dios mejora las horas, Sancho; afuera

 (Muy alegre.) 

la escuderil miseria; y al buen día
abre y mételo en casa. ¡Oh, qué bien huele...!585
Conforta el airecillo. Buen Bernardo,

  (A BERNARDO.) 

¿habrá, decid, manera..., solamente...,
de probar..., no el olor...?
DON QUIJOTE
¡Oh vil!, ¡infame!,
¡mal nacido escudero! ¡Así me amenguas!590
Viven los altos cielos,
donde más latamente se contiene...
CAMACHO
Templaos, señor.
BERNARDO
Venid hacia este lado,

  (A SANCHO.) 

que yo os haré placer.595
CAMACHO
A mi Quiteria
la dicha a decir vamos que en vos tiene.

 (A DON QUIJOTE.) 



Escena VI

 

DON QUIJOTE, SANCHO.

 
SANCHO

 (Yéndose por un lado con BERNARDO.) 

¡Válame Dios, qué día a Sancho viene!
Tiernas pollas..., cabritos..., y conejos...,

 (Mirando a lo que dicen los versos, que ha de verse colgado por los árboles.) 

pichones..., lechoncillos..., allá lejos600
asándose un novillo... ¡Ay, dulces zaques!
¡Aquí también os hallo! Ya mis ojos,
finos enamorados,
no pueden de vosotros apartarse.
Ea, Sancho, animarse;605
y pues hay vino, afuera los cuidados.
DON QUIJOTE

  (Yéndose con CAMACHO y un poco detrás, como embebido en las memorias de su Dulcinea.) 

Fermosa y encantada Dulcinea,
soberana señora
de este vuestro afincado caballero,
membraos de mí, pues yo por vos me muero.610
 

(CORO primero de zagales y zagalas.)

 
TODO EL CORO
Ven, dulce Amor;
de tus zagales
oye el clamor.
Ven, dulce Amor;
ven, dulce Amor.615
CORO DE ZAGALES
Tú nos previenes
todos los bienes;
tú el orbe alientas
y le sustentas como señor.
TODO EL CORO
Ven, dulce Amor.620
CORO DE ZAGALAS
Sin ti la rosa
fresca, olorosa,
no nacería:
todo lo cría
tu suave ardor.625
TODO EL CORO
Ven, dulce Amor.
CORO DE ZAGALES
Con dócil cuello,
el joven bello
busca a su amada,
por ti apiadada630
de su dolor.
TODO EL CORO
Ven, dulce Amor.
CORO DE ZAGALAS
Tú a la doncella
tímida y bella
rindes al blando635
yugo, triunfando
de su temor.
TODO EL CORO
Ven, dulce Amor.
CORO DE ZAGALES
Tú a sus desvelos
das mil hijuelos640
bellos, graciosos,
frutos preciosos
de un mutuo ardor.
TODO EL CORO
Ven, dulce Amor.
CORO DE ZAGALAS
Ven, y en el suelo645
la paz del cielo
nunca alterada
reine, ayudada
de tu favor.
TODO EL CORO
Ven, dulce Amor.650
CORO DE ZAGALES
De tus zagales
oye el clamor.
CORO DE ZAGALAS
Ven, dulce Amor.
TODO EL CORO
Ven, dulce Amor.



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