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Berger, op. cit. pp. 179-183.



 

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J. L. Sirera, El teatro en Valencia durante los ss. XVI y XVII, Tesis doctoral de la Universidad de Valencia, 1980, Vol I, p. 97 ss.



 

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J. Sánchez, Academias literarias de los siglos XVI y XVII, Madrid, Gredos, 1961. E. Serrano, «Academias valencianas del siglo XVII» en Revista de Valencia, T. I., Valencia, 1880-81. F. Martí Grajales, Cancionero de la Academia de los Nocturnos, Valencia, 1912. En esta edición se recoge una antología poética de la Academia. Falta, sin embargo (y resulta cada vez más necesario superar esta laguna), sacar a la luz el conjunto de las Actas de las sesiones.



 

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S. García Martínez, Els fonaments del País Valenciá modern, Valencia, Garbí, 1968, pp. 147-170.



 

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Y que el Duque de Lerma prolongó más allá de Valencia, en fiestas y espectáculos organizados durante su época de valido. De hecho no puede ser extraño a su influencia el notable incremento de representaciones teatrales por actores profesionales («Court plays» por tanto, no «Festival plays») en palacio en los primeros años del reinado de Felipe III, y tras la organización por el Duque de los festejos por sus bodas en 1599. Este incremento ha sido advertido por N. D. Shergold, que anota «various references to the private performance, by profesional actors, of plays before the King and Queen, or other members of the Royal family», en Aranjuez y el Pardo en 1602, en Valladolid en 1603, en Burgos y Valladolid en 1604. El 7 de junio de 1605, el autor Nicolás de los Ríos, junto con su compañía, representaba El Caballero de Illescas, de Lope de Vega, y otras piezas, en el jardín (más bien un patio de palacio) del Duque de Lerma, pues como escribe Cabrera de Córdoba: «En lo que dicen que se ocupan los Reyes en Lerma ahora, es en oír comedias, para lo cual han llevado de aquí a Ríos y su compañía». A partir de este momento, los palacios del Duque en Lerma o en Madrid (las Casas del Tesoro, donde habilitará un patio como si fuera un corral de comedias) serán centro de grandes espectáculos, especialmente montados para la familia real, la corte, embajadores..., con intervención de compañías profesionales, con textos encargados a autores de prestigio (como el propio Lope de Vega) y con una ambición escenográfica que distanciará cada vez más estos espectáculos («Court plays») de los que podían contemplarse en los corrales. La representación de El premio de la hermosura, de Lope de Vega, el 3 de noviembre de 1614, por los propios cortesanos y miembros de la familia Real, en un teatro especialmente construido a orillas del Arlanza, y con una escenografía que incluía el propio río y un barco para navegarlo con treinta personas a bordo, dos montañas artificiales, dos cuevas, un templo de Diana y otro de Cupido, el palacio de la Aurora, el castillo encantado de Ardano, una galería para los músicos, nubes, «rocas» movibles y una enorme cortina pintada que mostraba al retirarse la parte teatralizable del propio río; o la realizada en octubre de 1617, también en Lerma, sobre el texto de Luis Vélez de Guevara El caballero del sol, y con escenografía y medios técnicos no menos espectaculares, son una lujosa muestra de lo que fueron las iniciativas del Duque de Lerma en materia de producción teatral, y que contagiaron sin duda al propio rey y a otros grandes señores, como el Conde de Lemos. Para mayor abundancia de datos y detalles sobre el mecenazgo teatral del Duque de Lerma en la corte real, vid. N. D. Shergold, A history of the Spanish Stage, Oxford, Clarendon Press, 1967, pp. 245-263.



 

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Cita N. D. Shergold el anónimo manuscrito 2436 de la Biblioteca Nacional, en el cual se contienen noticias sobre las fiestas de las bodas y las representaciones de comedias. Así, el 12 de febrero «antes cenar... vuo muy buena comedia que hizo vn autor llamado Villalua, vuo buenos entremeses, vieronla su Magestad y Alteza, damas y señoras». El 14 «tuvo su Magestad vna comedia que duro desde acabando de comer hasta las quatro». El 15 «a la noche tuvo comedia muy buena». Las tres en Denia y organizadas previsiblemente por el Duque. El 21, por la tarde, en Valencia, «vuo vna comedia que duro fasta mas de las doze» (op. cit. p. 245, nota 3). Otro manuscrito, el Esp. 501 de la Bibliothéque Nationale de Paris, contiene un texto sobre la Fábula de Daphne y Apolo representado por cortesanos, ante la Emperatriz, el Príncipe y la «Serenísima Infanta doña Isabel», en las habitaciones de la Emperatriz, el domingo de Carnaval, a las dos de la tarde, y que Shergold deduce que lo fue en Valencia y en 1599 pues, además de ser Carnaval como en las bodas, aún se llama príncipe a «Felipe Terçio», pero al mismo tiempo se habla de la «pérdida» de su padre en los versos finales (ibid. p. 250-251). La representación, a pesar de lo temprano de su fecha, exigía cierta sofisticación escenográfica y recuerda a uno de los primeros dramas cortesanos de Lope, Adonis y Venus, que no debió ser muy lejano en fecha.



 

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Tradicionalmente la organizaban un tal Clauquell y un tal Jordiet, que es citado, tanto en El Prado de Valencia, de Tárrega, como en el Cancionero de los Nocturnos, lo que da fe, una vez más, de la intensa relación entre los fastos y el círculo de dramaturgos y poetas de los Nocturnos. Cifr. H. Mérimée, Spectacles et comédiens a Valencia, Toulouse-París, 1913, p. 93, nota 1.



 

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Vid. a este respecto, H. Mérimée, L’art dramatique a Valencia, Toulouse, 1913, pp. 684 ss.



 

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Recuérdese a este respecto la larga tradición de las representaciones de asaltos a fortalezas y ciudades. La primera de que tengo constancia es la del cerco de Balaguer, en que se había refugiado el Conde de Urgel, oponiéndose a la elección de Fernando de Antequera como nuevo monarca aragonés. En 1414, en las fiestas de la coronación celebradas en Zaragoza, se representó el sitio, dirigido por el Rey y por el duque de Gandía, con gran aparato teatral. Cifr. N. D. Shergold, A history of the Spanish Stage, Oxford, Clarendon Press, 1967, Cap. V. En Valencia, y en 1586, con motivo de la llegada a la ciudad de Felipe II, se representaron la toma del Peñón de Vélez, las batallas de Lepanto y San Quintín, el sitio y defensa de Malta. Pocos años después el Canónigo Tárrega incluiría el cerco y conquista de ciudades como elemento escénico en varias de sus obras: El cerco de Rodas, El cerco de Pavia y prisión del Rey de Francia, y La Sangre leal de los montañeses de Navarra. En las mismas Fiestas de Denia describe Lope con todo lujo de detalles una fastuosa representación «con tiros, arcabuces y ballestas», «dos fuertes compañías», «de la costa los caballos», «trescientos hombres con igual vestido» por uno y otro lado, defendiendo y atacando un fuerte, con batallas a distancia, cuerpo a cuerpo, y a caballo, con ficción de muertes, cautiverios, heridos, y haciendo participar al propio mar en el artificio.



 

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He aquí un precedente remoto en la Navidad de 1463: «Y el domingo que fue segundo día de pascua, después de comer, se acordaron doscientos cavalleros de los más principales y mejor arreados de su casa y de la çibdad de Jahén, la meytad de los quales fueron en ábito morisco, de barvas postizas, y los otros cristianos», Hechos del Condestable Don Miguel Lucas de Iranzo, Ed. de J. de Mata Carriazo, Madrid, 1940, pp. 98 ss. La crónica nos ha dejado, con lujo de detalles, la narración del juego de cañas que «por espacio de más de tres oras» se celebró en aquella ocasión.



 
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