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21

Con el mismo sentido encontramos este poema:

Pensar: vaciar el huevo

universal, sorberlo hasta el vacío

para pensarlo nuevo

lleno de sombra, desustanciado o frío.



Ver también el comentario a la nota (11).

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También podríamos citar:

Pero si aguardas la mañana pura

que ha de romper el vaso cristalino

quizá el hada te dará sus rosas,

mí corazón tus lirios.


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23

El mar como perspectiva final de la vida es una constante en la obra de Machado. Ya en 1904 escribe:

Yo he visto mi alma en sueños

como un largo y estrecho

corredor tenebroso

de fondo iluminado.



El «fondo iluminado» parece ser «el ventanal del fondo / que da a la mar sombría». De iluminado hemos pasado a sombría. En otros lugares, como por ejemplo en el río, esta perspectiva era considerada como algo agradable. Ahora la construcción se ha derrumbado.

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Llegamos en esta concepción marina a la superación de la dualidad Parménides/Heráclito. A este propósito podemos aducir el siguiente texto: «El pensamiento lógico que se adueña de las ideas y capta lo esencial, es una actividad destemporalizadora. Pensar lógicamente es abolir el tiempo, suponer que no existe, crear un movimiento ajeno al cambio, discurrir entre razones inmutables. El principio de identidad -nada hay que no sea igual a sí mismo- nos permite anclar en el río Heráclito, de ningún modo aprisionar su onda fugitiva. Pero al poeta no le es dado pensar fuera del tiempo, porque piensa su propia vida que no es, fuera del tiempo, absolutamente nada». (Poética 1931).

Ver la nota (8).

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La idea de Jesús andando sobre la mar o relacionado con ella no es única en la obra de Machado. De la «saeta» dice:

¡Oh, no eres tú mi cantar!

¡No puedo cantar, ni quiero

a ese Jesús del madero,

sino al que anduvo en el mar!

(CXXX)



O en el poema «Al Dios ibero»:

Este que insulta a Dios en los altares

no más atento al ceño del destino,

también soñó caminos en los mares

y dijo: «Es Dios sobre la mar camino».

(CI-III)



y en tantos otros textos.

La relación de Dios con el mar plantea problemas específicos; creo que rebasan el alcance y la intención del presente estudio. De cualquier forma, podemos apuntar una interpretación: Por una parte están los textos donde Dios es guía o camino sobre la nada, sobre el mar. Son los poemas que acabo de citar. Pero Machado afirma que busca a Dios entre la niebla, lo que nos indica que no lo veía con claridad. En efecto, el Dios de Machado tiene mucho de evanescente, no es un Dios personal y definido y llega a ser una posibilidad obsesiva:

Todo hombre tiene dos

batallas que pelear:

en sueños lucha con Dios;

y, despierto, con el mar.

(CXXXVI, XXVIII, p. 560) (1915)



Donde Dios y mar están identificados, son una misma realidad que impresiona la conciencia de forma distinta según sea la actitud del sujeto -recordemos «Hay dos modos de conciencia»-, pero sin que cambie esencialmente la naturaleza del objeto -Dios o mar- que la produce. Al menos esa parece ser la intención de Machado al escribir esta poesía. En otra ocasión parece que Machado vuelve a expresar la misma idea de fusión, cercana al panteísmo, de Dios y mar; idea que, por otra parte, está en flagrante contradicción con la que expresa el Dios que anda sobre las aguas.

Dios no es el mar, está en el mar,

riela...

(CXXXVII-V)



En definitiva, el concepto que de Dios tiene Machado es:

Ayer soñé que veía

a Dios y que a Dios hablaba;

y soñé que Dios me oía...

Después soñé que soñaba.

(XXI, p. 556) (1912)



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