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Una odisea hacia el caos: «La travesía» de Luisa Valenzuela

Gwendolyn Díaz





All that is solid melts into air, all that is holy is profaned, and man is at last compelled to face with sober senses his real conditions of life and relations with his kind.


Karl Marx                


Botadura. La travesía es una novela de viaje por el tiempo y el espacio, pero la aventura central no es la travesía geográfica sino la trayectoria interior de la protagonista, que sufre un proceso anímico de desintegración y reintegración comparable al de un sistema caótico. Según Ilya Prigogine, Premio Nobel de Termodinámica, las estructuras caóticas van cambiando a través del tiempo, alternando fases de orden y de desorden (caos). La novedad de la teoría del caos es que demuestra que el desorden genera la reorganización espontánea del sistema. Tal sistema se denomina disipativo porque en su vaivén entre estados de desequilibrio y estabilidad se va disipando la energía (Prigogine 142-43).

¿Tiene sentido aplicar una teoría científica a una estructura tan compleja como el proceso mental de un ser humano representado en una obra de ficción? Prigogine considera que los principios de la teoría del caos son aplicables a los procesos psíquicos, sistemas dinámicos afectados por una cantidad enorme de cambios estructurales (bifurcaciones) (311-12). Sugiere también que la teoría del caos sirve para analizar fenómenos sociales (una revolución, por ejemplo), fluctuaciones económicas (las alzas y bajas de la bolsa), regímenes políticos (un golpe de estado), en suma, todo lo que está sujeto a alteraciones abruptas (turbulencia). Tanto nuestros procesos mentales como nuestras estructuras sociales fluctúan entre el orden y el desorden, entre la estabilidad y la inestabilidad. Como en las ciencias, los procesos psíquicos y sociales están sujetos también a la turbulencia, el azar, los atractores extraños (fenómenos catalíticos que cambian el curso de un sistema), y las bifurcaciones o cambios de trayectoria en el tiempo y el espacio.

La teoría de la relatividad de Einstein da origen a una reconceptualización filosófica e ideológica del tiempo. En el esquema clásico newtoniano el tiempo era reversible; un momento dado era igual a cualquier otro momento. Pero con el desarrollo del concepto de la entropía, según el cual el mundo está sufriendo una pérdida constante de energía, el tiempo ya no es el mismo sino que tiene direccionalidad, cambia a través de su duración y cada momento es, en efecto, diferente y sujeto al azar (Gleick 22).

Es notable que las ciencias y las humanidades lleguen simultáneamente a la conclusión de que el individuo no posee una esencia absoluta sino que está sujeto al tiempo y la localidad en que vive. Ortega y Gasset fue profético en su noción del «yo soy yo y mis circunstancias», como también Sartre, con su planteamiento sobre la preeminencia de la existencia sobre la esencia. Esta perspectiva posmoderna se extiende también al campo de la psicología. Mientras que la psicología clásica se centra en la consciencia del sujeto y en la actividad transparente y previsible, la psicología moderna pone énfasis en la opacidad del inconsciente y en lo reprimido e impredecible (Freud, Jung, Lacan, et. al.). Prigogine percibe que tanto las ciencias como las humanidades se desarrollan en forma paralela: de la claridad hacia la opacidad, de la certidumbre a la incertidumbre (311-12)1.

Heisenberg y el Principio de la Incertidumbre. La travesía cobra vida dentro de este esquema caótico de incertidumbre. La novela en sí es un discurso narrativo (y como tal temporal y dinámico) situado dentro de un marco geográfico dado. La estructura del viaje implica un movimiento a través del tiempo y el espacio. Pero el viaje geográfico es un reflejo concreto de un viaje más importante aún, el viaje subjetivo de la protagonista que emprende una odisea personal o búsqueda existencial que la lleva a un cambio radical. Este estudio reflexionará sobre la estructura del viaje interior como sistema dinámico disipativo, es decir que tiene un movimiento interdependiente entre el caos y el orden, entre la inestabilidad y la estabilidad del sujeto. A su vez, se señalarán las bifurcaciones y fluctuaciones de este sistema anímico que depende de la turbulencia y la incertidumbre. Es significativo que al comenzar la novela la narradora mencione a Heisenberg y su Principio de la Incertidumbre, según el cual todo sistema está sujeto a la arbitrariedad de sus circunstancias: «Lo que observamos [piensa, a raíz de Heisenberg] no es la naturaleza en sí, o la naturaleza de la realidad, sino la naturaleza expuesta a nuestro método de cuestionamiento» (78-79). Heisenberg, precursor de la teoría del caos, pone en juego la centralidad del azar y lo incierto en toda experiencia.

Estructura disipativa. ¿Cómo se da la estructura disipativa de La travesía? Prigogine define una estructura disipativa como un sistema que está en desequilibrio y que llega a un punto crítico donde se disipa hacia el caos. En un momento dado de la fase caótica el sistema se reorganiza espontáneamente y se vuelve a formar con un nuevo orden (12-13). Las circunstancias que rodean al sistema, la turbulencia, gravitan hacia un eje catalítico llamado atractor extraño («strange atractor», nombre designado por el físico David Ruelle y que él mismo consideró poseer una carga psicoanalítica sugestiva) el cual pone en movimiento una serie de cambios de dirección o bifurcaciones que eventualmente generan un orden nuevo (Briggs & Peat 45)2.

Opera una dinámica análoga en La travesía. El personaje central se encuentra en un proceso dinámico de evolución a lo largo del argumento. Su aparente equilibrio psíquico se ve alterado por una serie de acontecimientos que actúan como turbulencia y causan su desmoronamiento y desequilibrio anímico. Cara a cara con un pasado negro que ha tratado de evadir, la protagonista se ve forzada a enfrentarse al caos de su existencia y finalmente termina por integrarlo a su persona llegando a un mayor equilibrio vital y psicológico al concluir la novela. El atractor extraño o elemento catalítico que precipita la fase caótica es un manojo de cartas eróticas que incriminan a su autora.

La protagonista (sin nombre) es una antropóloga argentina que vive en New York. Se fue de la Argentina veinte años antes del presente narrativo y pasa los primeros años viajando por el mundo a lugares exóticos para investigar culturas primitivas. Se radica en New York donde da clases de antropología y entabla una serie de amistades con personajes del bajo mundo, artistas, profesionales y bohemios. Uno de ellos, Bolek, artista que trabaja en un manicomio, es poseedor de un secreto suyo: el secreto de las cartas. Ella había relegado las cartas a un pasado reprimido y olvidado, pero Bolek se las echa en cara. Son cartas eróticas que le había escrito a su marido argentino durante sus viajes. Son precisamente estas cartas que estructuran la dinámica de la novela generando una serie de episodios que llevan al desequilibrio emocional de la protagonista y a su descenso órfico hacia el caos de su pasado.

Turbulencia. Desde el momento en que ella aprende que Bolek tiene las cartas en su posesión éstas se convierten en motor generador de sus acciones. Bolek dice «Conocí tus escritos en la Argentina, pero no los publicados, no, los otros ocultos, tantísimo más atractivos. Cartas.» (71). Es significativo que califique a las cartas de «atractivas» porque dentro de la estructura de la novela funcionan como el atractor extraño que precipita la desestabilización y lleva al proceso caótico. Son el elemento catalítico que impulsa la búsqueda de la protagonista y su movimiento del aparente orden de su vida en New York al desorden obsesivo que la incita a la recuperación de las cartas. Su poder de atracción reside en que son historias eróticas escritas y protagonizadas por ella para un marido que tuvo en Buenos Aires. No le ha dicho a nadie que había estado casada, ni que tuvo amores con un joven desaparecido (Juancho), ni que se costeó los viajes escribiendo cartas eróticas. Es decir, nadie sabe, y ella ha tratado de olvidar, quien es ella; significativamente, es el único personaje sin nombre.

Atractor Extraño. El primer cambio o bifurcación en la trayectoria de la protagonista se produce con el hallazgo de las cartas que ejercen un misterioso poder sobre ella. Las cartas son el atractor extraño porque todas las acciones subsecuentes de la protagonista gravitan hacia ellas. ¿Por qué tienen tanto poder sobre ella y cómo es que llegan a cambiar el curso de la vida cómoda y ordenada que se forjó en New York? Las cartas delatan un pasado perverso, todo lo que ha querido olvidar en lo personal y en lo político. Bolek se niega a entregárselas; las retiene en su posesión para evitar que ella las destruya.

Fueron escritas para Facundo Zuberbuhler, su profesor de antropología, su marido secreto, un hombre siniestro asociado al poder y a la represión. También son evidencia de una sexualidad pervertida. Facundo le propone el sexo hablado, el sexo oral como lo describe ella (86), que consiste en decirse lo que van a hacerse y hablarse el deseo sin realizarlo físicamente. Además de los rituales de palabras, Facundo le exige otro tipo de tributo sexual, que salga a buscar aventuras con otros hombres para contárselas a él en un juego vicario que estimule su placer. Ella acepta, pero las aventuras que le cuenta son imaginadas y no vividas. Así comienza su «autobiografía apócrifa» (105), narrada primero oralmente, y luego por escrito en carta: acto sublimado en texto.

Las cartas también delatan una forma de prostitución. Facundo le propone pagarle los pasajes por el mundo a cambio de que ella le envíe cartas eróticas contándole sus aventuras sexuales. Acepta esta forma de «prostitución epistolar» (127) no sólo por los viajes sino porque piensa que le conviene escaparse de la Argentina; son los años de la más fuerte represión y ella estudia una carrera perseguida por los militares. Las cartas evocan también los años de dictadura militar, los desaparecidos, y su decisión de huir del país y olvidarse de tan devastadora realidad. Son lo callado, el silencio, lo no dicho que quiso olvidar. Justamente por ser parte de su inconsciente reprimido ejercen tan fuerte poder psíquico sobre ella. Y es así como el hallazgo de las cartas olvidadas precipitan una serie de acciones, de bifurcaciones, que la llevan al encuentro con el caos.

El azar. Como en la teoría del caos, el azar juega un papel importante aquí; la turbulencia es producto del azar y causa las bifurcaciones. Nada más azaroso que la forma en que Bolek encuentra las cartas. Está en un edificio de departamentos en Buenos Aires montando una exhibición. Desde su balcón intenta colgar una banderola con el anuncio de la exhibición y ésta cae varios pisos más abajo atascándose en el balcón del departamento donde antes vivía la protagonista. El portero le da entrada al departamento vacío para rescatar la banderola y encuentra dispersadas en el piso las cartas devueltas por Facundo quien las había echado por debajo de la puerta. El azar lo conduce al encuentro con las cartas, estableciéndose así la relación entre la turbulencia, el atractor extraño y el azar. Como en este caso, el azar tiene un papel importante a lo largo de la narración ya que precipita incidentes que causan cambios definitorios. La mención frecuente a lo largo de la obra de Kurt Schwitters, un artista del Dada, sirve para enfatizar la importancia del azar en el proyecto artístico. Schwitters era conocido por recolectar basura y objetos descartados y armar con ellos sus obras de arte. Su método de rescatar lo perdido y convertirlo en object d'art refleja la dinámica disipativa del caos al orden (lo que fue basura es transformado en arte) y al mismo tiempo hace resaltar el papel del azar en toda creación3. Como Schwitters, la protagonista debe embarcarse en el rescate de lo perdido y descartado.

Bifurcaciones. Si cae una roca en un río, su curso se bifurcará. En toda trayectoria donde se presenta un obstáculo éste produce un cambio de dirección, una bifurcación. En esta novela hay básicamente cuatro bifurcaciones definitorias en el trayecto de autodescubrimiento de la protagonista: el enfrentamiento con lo abyecto, la limpia o comienzo de la recuperación de la identidad, la reincorporación del lado oscuro de su ser, y la reintegración del pasado en el acto de la escritura. Como en los sistemas disipativos, las bifurcaciones crean el caos pero también terminan por crear un nuevo orden.

Primera bifurcación hacia el caos: Lo abyecto. Como las cartas eróticas y su pasado con Facundo, Joe, su amante negro, también forma parte del bajo mundo abyecto y promiscuo que explora la protagonista. Su relación con él es deseo puro, deseo físico y corporal, no de palabra (como Facundo) sino de cuerpo. Siente por él una atracción incontrolable a pesar de que está adicto a la heroína y posiblemente tenga SIDA. Pero es justamente su reencuentro con Joe que la lleva a una revelación. Se da cuenta que su intenso deseo por Joe, como su relación promiscua con Facundo, representan su propio deseo del peligro, de lo oculto, de lo oscuro, de lo escondido, del caos interior:

El impulso de pasearse por los arrabales del mundo, lo más bajo de los bajo fondos, es uno de sus impulsos más profundos. Primario, primordial, nacido justo allí donde el ser es sólo una pasta amorfa confundiéndose con los desechos cloacales y el magma incandescente del centro de la tierra. Un imán son los submundos para ella.


(178)                


El reencuentro con Joe la hace encarar su propio deseo de lo abyecto. Debe enfrentarse a lo que ha temido y reprimido, a su monstruo interior. Ya no los puede culpar a ellos, se da cuenta que es ella misma que busca el lado siniestro de la existencia: «siente una deleitosa sensación de vértigo cuando incursiona en los reductos envilecidos de las grandes ciudades dispuesta a husmear sus intestinos... ver qué oculta aquel abismo oscuro...» (178-79). Toma conciencia de que está impulsada a buscar el porqué de lo abyecto.

Segunda bifurcación: La limpia. Teme que cuando Joe vaya a verla sucumbirá a acostarse con él. Sin embargo, el acto sexual que creía inevitable se transforma en otra cosa, un acto oral de catarsis. Como un vómito, le confiesa a Joe todo su pasado, el miedo, las cartas, Facundo, la represión en su país, y todo lo que por tantos años ocultó: «... todo empieza a manar como lava de su boca, un vómito más bien, o una catarata como si se hubiera roto por fin una compresa completamente saturada» (186). Con Joe, personificación de su deseo más oculto y peligroso, ha tocado fondo. El encuentro con lo abyecto y el reconocimiento de su propia complicidad con ello la impulsa hacia un descenso órfico hacia el caos emocional y psíquico de su interior. Al mismo tiempo ese reconocimiento es el primer paso hacia su recuperación y estabilidad. La confesión de su pasado, el hecho de que lo ha asumido por primera vez, representa la posibilidad de una nueva dirección. Para emprenderla se hace una limpia, un ritual de purificación, acto simbólico de la catarsis.

Tercera bifurcación: La reincorporación del lado oscuro. A partir de este momento la trayectoria de la protagonista se bifurca hacia el camino de la recuperación. Surge otra vez el artista Kurt Schwitters con un consejo: «nunca olvides que el arte lo libera a uno de la vida» (187). La técnica de Schwitters de recuperar objetos perdidos o deshechados para armar sus collages sirve de referencia oblicua al método que debe emplear la protagonista para salvarse del caos que la consume: el rescate del pasado y su representación en la obra de arte. Bolek le sugiere que escriba una novela, que se dedique a la creación de algo nuevo. Tanto Joe como Bolek la dirigen hacia el arte de la escritura para recuperarse, pero ella se resiste. Aún no puede, aún debe indagar más en las profundidades de su ser para entender mejor su propia identidad. Su trayectoria hacia el pasado culmina en la escena en que pasa la noche atrapada en un cuartito oscuro del manicomio. Allí recuerda el olor a miedo, el miedo que sufrió en la Argentina y sufre ahora. Es otro momento de autoreconocimiento y enfrentamiento con el inconsciente.

El proceso de reconciliación entre su interior (el inconsciente) y su exterior (el consciente) está descrito simbólicamente en el episodio mágico donde conoce a la vieja Ida quien le enseña la forma indígena de ver el mundo: «Hay que verlo dos veces, le dijo, de frente y con el rabillo del ojo, ver el muy definido mundo de la claridad y el mundo de las huidizas sombras... mirada doble, a contrapelo de la oscuridad como fuente de luz» (340-41). Esta mirada doble del inconsciente al consciente, del caos al orden, es el proceso necesario para la creación. Reconoce ahora que debe incorporar su sombra, asumir el pasado sangriento que tiene escondido en el inconsciente.

Cuarta bifurcación: Eros y escritura. El mandato de Facundo fue de olvidar. Ahora se da cuenta que lo tomó al pie de la letra, porque en los veinte años desde su partida el pasado no existió para ella. Para recuperar el olvido decide ponerse a escribir:

Escribir es mirar hacia atrás, revolver el montón de escombros para ir encontrando las piedritas que marcarán el camino de retorno. Las piedras buscadas del hacia atrás, los escollos que encontrará a su paso y deberá sortear para retornar a lo que espera ser narrado.


(74)                


La escritura como salvación del olvido surge también en el episodio de la carta erótica sobre una aventura sexual en Nepal. Al releerla se da cuenta que su escritura es sumamente poética y descubre que tiene una voz narrativa. Comienza a tomar consciencia de que tal vez la escritura le ayude a reestablecer el orden en su vida: «Algo estaba entendiendo y tal vez buscando, no la mujer [del cuento erótico]... sino esta mujer frente al espejo que una vez supo vestir a la otra de palabras» (286). Llega a la realización de que la creación es su salvación y su sino:

Ella hoy lo cree, cree del verbo crear, se le da vuelta el universo construido a duras penas, sabe que está sola en la vida y ese reconocimiento le da un vértigo que todo lo encierra, la tristeza, y la sensación de poder absoluto, es un vórtex, pasa a otra dimensión, se atomiza, sale disparada y sin embargo la fuerza no es centrífuga, es centrípeta.


(289)                


Así describe la sensación del acto de crear, una sensación de poder absoluto, un vórtex por el que pasa a otra dimensión. Compara el acto de la creación con un proceso dinámico y entrópico que gira hacia su centro y luego sale. Refleja el proceso de interiorización, mirar hacia adentro, y exteriorización, expresarse en palabras exteriorizadas estableciendo orden, significado.

Sangre y tinta. Ha llegado el momento de su travesía en que puede mirar hacia adentro. Pero su inconsciente está teñido de sangre y de él emana un discurso ensangrentado. La sangre es un símbolo y elemento central de la obra y tiene un significado doble. Por un lado la sangre representa el pasado sangriento de su país, la relación nefasta con Facundo, la desaparición de su amante Juancho, el miasma represivo de la dictadura militar, sus compañeros secuestrados y torturados, y, a ella también, con su tesis sobre los ritos de la sangre y su amistad con Ava Taurel. Ava, dominadora profesional de un salón sadomasoquista, representa el oscuro deseo humano por lo perverso, por llegar a los extremos de la vida y la muerte donde el deseo sexual se tiñe de sangre. En un ensayo de Página 12, Eva, dominadora y musa real del personaje de Ava, comenta que si un cliente le pide que juegue con la estrangulación, siente miedo de su propio deseo de ir más allá, hacia la muerte (Ocho escenas). Cordones de sangre en el cuello, son los demonios internos los más temibles.

Pero la sangre también connota significados positivos. En el cuento erótico de Nepal, predomina el motivo de la sangre y el color rojo. El hombre del cuento monta a la mujer sabiendo que está menstruando porque en su cultura «la sangre es esencia de vida... con la sangre de mujer sembramos» (274). Y en el relato el amante de la mujer le hace dibujos sobre el cuerpo con la sangre menstrual. Así se establece el valor positivo de la sangre como elemento vital y creador: es la tinta que narra la vida, es un flujo vital divino, es la palabra creadora, la escritura como arte y vida. La tesis de la protagonista sobre los ritos sagrados de la sangre demuestra que la sangre representa la creación y como tal es un tributo a los dioses. En su trayectoria vital, la protagonista ha aprendido a reconciliar el pasado sangriento con un nuevo orden en que la sangre se convierte en creación.

Tierra. Sistema en equilibrio. Al finalizar la novela, la protagonista organiza una instalación en el manicomio de Bolek al que llama significativamente «Viaje por el tiempo». La instalación sirve de ceremonia fúnebre para uno de los locos que ha muerto. También simboliza el comienzo de un nuevo orden en la vida de la protagonista. En un momento dado de la instalación ella recupera las cartas que Bolek había escondido en una valija. Al recobrarlas pierden instantáneamente el poder que tenían sobre ella y entonces les confiesa airosamente a sus amigos la historia de las cartas y de Facundo. Ya no les teme; ha decidido asumirlas, y es como si hubiese recuperado su identidad y su soplo: «Ella larga un sonoro suspiro al que los demás parecen unirse pero más bien son resuellos o recuperación del soplo» (396). «Yo conozco el caos y la mugre», dice ella, y añade que ahora deberá dedicarse a «una puesta en orden del sitio que cierta vez entendió como el palacio de su propia desmemoria» (396). La fase caótica de su existencia ha llegado a su fin. Al recobrar el equilibrio emocional vuelve el orden a su vida. En las últimas líneas de la novela la protagonista rebela su nombre. Es Marcela Osorio y va a volver a Buenos Aires: «sonó la hora de enfrentar tanto gato encerrado que dejé por allá» (398). Las cartas recobradas se han convertido en catalizador de su arte. Al enfrentarse con su sombra ha recobrado su palabra, su identidad y su orden.

Termino con el comienzo. La novela empieza con un episodio significante donde una escultura de vidrio construida por una amiga de la protagonista es derrumbada por el Huracán Candy. Se hace trizas y sólo queda un montón de vidrios rotos. La escultora toma una escoba, barre los pedazos de vidrio y polvo «en un prolijo montículo con reflejos de oro» (64) y lo titula con un cartelito que dice «Obra en colaboración: Raquel Rabinovich-Huracán Candy». Este episodio prefigura en forma visual la trayectoria de Marcela del orden al caos y de vuelta a un nuevo orden. La dinámica disipativa se da tanto en los sistemas científicos como en los psíquicos y emocionales. Prigogine comenta que tradicionalmente se ha pensado que las ciencias reflejan el mundo de la realidad, mientras que la literatura refleja el mundo de la ficción (225-26). Pero aclara que no es tan simple, todo sistema que existe en el tiempo y el espacio está sujeto a la incertidumbre y al caos. Lo importante es que el caos conlleva en sí un nuevo orden.






Obras Citadas

  • Briggs, John and F. David Peat. Turbulent Mirror. An Illustrated Guide to Chaos Theory And the Science of Wholeness. New York. Harper & Row. 1971.
  • Gleick, James. Chaos: Making A New Science. New York. Penguin Books, 1987.
  • ——, «Ocho escenas en busca de autor». Página 12. Sec. Radar Libros. (Buenos Aires, Argentina) 8 de abril, 2002.
  • Porush, David. «Fictions as Dissipative Structures: Prigogine's Theory and Postmodernism's Roadshow». Chaos and Order: Complex Dynamics in Literature and Science. Ed. N. Katherine Hayles. Chicago. Chicago UP. 1991.
  • Prigogine, Ilya and Isabelle Stengers. Order Out of Chaos: Man's New Dialogue With Nature. New York. Bantam Books. 1984.
  • Valenzuela, Luisa. La travesía. Buenos Aires. Grupo Editorial Norma. 2001.



Obras Consultadas

  • Díaz, Gwendolyn & María Inés Lagos. La palabra en vilo: Narrativa de Luisa Valenzuela. Chile. Cuarto Propio. 1996.
  • Kellert, Stephen H. In the Wake of Chaos. Chicago. Chicago UP. 1993.
  • Knoespel, Kenneth. «The Emplotement of Chaos: Instability and Narrative Order». Chaos and Order: Complex Dynamics in Literature and Science. Ed. N. Katherine Hayles. Chicago. University of Chicago UP. 1989.
  • Lorenz, Edward N. The Essence of Chaos. Seattle. University of Washington UP. 1993.
  • Nicolis, Gregoire and Ilya Prigogine. Exploring Complexity. New York. W.H. Freeman & Co. 1989.
  • Zohar, Danah. The Quantum Self: Human Nature and Consciousness Defined by the New Physics. New York. Quill/William Morrow. 1990.


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