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ArribaAbajoSoneto



   En extrema pasión vivía contento
por vos, señora, y cuando más sentía,
sólo un mirarme o veros deshacía,
o al menos aliviaba, mi tormento.

   Hora quisistes que de fundamento  5
cayese en tierra la esperanza mía
con declararme lo que no entendía,
de torpe, hasta aquí mi entendimiento.

   Desto nació un desdén por cuya mano
en término muy corto se ha deshecho  10
la fábrica que Amor hizo en mil años.

   Yo miro, ya seguro desde el llano,
el risco en que me vi y el paso estrecho,
quedando ya seguro de mis daños.




ArribaAbajoSonetos en la muerte del marqués del Vasto, y este primero habla con la marquesa



   Alta señora, que en la edad presente
divina más que humana hermosura
y mil dotes del cielo y de ventura
os hacen un milagro entre la gente;

   de cuyo resplandor el mundo siente  5
que en nuestra vida trabajosa y dura
nos hace clara de la noche escura,
como el bien más perfeto y excelente;

   aunque causa tan justa os haya dado
para llanto y dolor la cruda muerte,  10
contra quien no hay reparo ni remedio,

   el saber de que el cielo os ha dotado
ponga en el llanto doloroso y fuerte,
si fin no puede ser, al menos medio.




ArribaAbajoAl marqués de Pescara



   Señor, en quien nos vive y ha quedado
el gran nombre del Vasto y, su memoria,
después que désta breve y transitoria
a la vida inmortal mudó su estado,

   donde desprecia nuestro bajo grado  5
y goza para siempre inmensa gloria,
quedando en todo verso, en toda historia,
del mundo eternamente celebrado;

   mirad cuán ancha y espaciosa vía
os muestran sus hazañas inmortales  10
de haceros inmortal entre la gente,

   y seguid su valor, que con tal guía
los más famosos no os serán iguales
del siglo ya pasado o del presente.




ArribaAbajoEpitafio para la cámara donde murió el dicho marqués



   Sólo aquí se mostró cuánto podía
en daño universal la cruda muerte,
do su fuerza valió contra el más fuerte,
y su valor contra el que más valía.

   Por donde a Italia, cuanto bien tenía  5
en eterno dolor se le convierte,
y el gran Marqués ha mejorado suerte,
aunque acá la más alta poseía.

   Sus muchas partes sobrenaturales,
un esfuerzo, un saber nunca igualado,  10
un ser no concedido a mortal hombre,

   con mil famosos hechos inmortales,
a la inmortalidad han consagrado
este lugar y su tan alto nombre.




ArribaAbajoEpitafio para la sepultura del mesmo



   Aquella luz que a Italia esclarecía
y ahora con morir la ha escurecido,
aquel alto valor que siempre ha sido
coluna do virtud se sostenía,

   aquel saber de donde procedía  5
el remedio y restauro en lo perdido;
aquel sublime esfuerzo, tan temido,
del fuerte corazón que no temía;

   aquel gran ser do junto se hallaba
el consejo y efeto, en paz y en guerra,  10
para hazañas de inmortal memoria;

   y, en fin, a quien el mundo no bastaba,
aquí lo cubre muerte en poca tierra,
y lo que mereció goza en la gloria.




ArribaAbajoSoneto sobre la red de amor



   Dígame quién lo sabe: ¿cómo es hecha
la red de Amor, que tanta gente prende?
¿Y cómo, habiendo tanto que la tiende,
no está del tiempo ya rota o deshecha?

   ¿Y cómo es hecho el arco que Amor flecha,  5
pues hierro ni valor se le defiende?
¿Y cómo o dónde halla, o quién le vende,
de plomo, plata y oro tanta flecha?

   Y si dicen que es niño, ¿cómo viene
a vencer los gigantes? Y si es ciego,  10
¿cómo toma al tirar cierta la mira?

   Y si, como se escribe, siempre tiene
en una mano el arco, en otra el fuego,
¿cómo tiende la red y cómo tira?




ArribaAbajoRespuesta



   De amor se hace, y por él mesmo es hecha
la red de amor que tanta gente prende,
y como la refuerza el que la tiende,
no está ni puede estar rota o deshecha.

   Hermosura es el arco que Amor flecha,  5
del cual ninguna fuerza se defiende,
y el gusto humano es quien le da y le vende
de diversos metales tanta flecha.

   Nace niño, y por horas crece y viene
a ser más que gigante y, siendo ciego,  10
vuélvese un Argos al tomar la mira

   y un mostruo tan extraño, que, aunque tiene
en una mano el arco, en otra el fuego,
con mil tiende la red y con mil tira.




ArribaAbajoRespuesta



   La red de amor, pues por Amor es hecha,
no es de maravillar si a tantos prende
ni que, pues él la coge y él la tiende,
la guarde sin estar rota o deshecha;

   ni que, del arco que Amor hace y flecha,  5
trabaje en vano aquél que se defiende,
ni que se engañe quien le da y le vende,
mirando y deseando, tanta flecha.

   Es niño y vence, porque él solo viene
a poder lo imposible, tal que ciego  10
muy cierta, sin mirar, toma la mira,

   y nos hace sentir que a un tiempo tiene
las manos en el arco y en el fuego,
y prende con la red, y abrasa y tira.




ArribaAbajoRespuesta



   La red de amor es invisible y hecha
de suerte que, sin verse, enlaza y prende,
y de valerle tanto al que la tiende
procede el nunca estar rota o deshecha.

   Deleite forja el arco que Amor flecha,  5
del cual nuestro valor mal se defiende,
y el flaco natural le da y le vende,
para daño del mundo, tanta flecha.

   Amor es fuerza indómita, aunque viene
en figura de niño, y aunque es ciego,  10
sola su voluntad es punto y mira;

   y así, pudiendo cuanto quiere, tiene
en una mano el arco, en otra el fuego,
cuando tiende la red y cuando tira.




ArribaAbajoSoneto



   Cuando era nuevo el mundo y producía
gentes, como salvajes, indiscretas,
y el cielo dio furor a los poetas
y el canto con que el vulgo los seguía,

   fingieron dios a Amor, y que tenía  5
por armas fuego, red, arco y saetas,
porque las fieras gentes no sujetas
se allanasen al trato y compañía;

   después, viniendo a más razón los hombres,
los que fueron más sabios y constantes  10
al Amor figuraron niño y ciego,

   para mostrar que dél y destos hombres
les viene por herencia a los amantes
simpleza, ceguedad, desasosiego.




ArribaAbajoSoneto



   De oliva y verde yedra coronado,
cuando el rayo del sol es más caliente,
vueltos los ojos a una clara fuente,
y al pie de un alto pino recostado,

   sin acuerdo de sí ni del ganado,  5
que de pacer dejaba al son que siente,
así soltó la voz süavemente
de amores un pastor apasionado:

   «Las ondas cesarán del mar profundo,
por altas cumbres subirán los ríos,  10
sin hoja verde nos vendrá el verano

   y ecuro hará el sol antes el mundo
que, aunque refuerce Amor los males míos,
a Silvia deje de adorar Silvano».




ArribaAbajoSoneto



   Como vemos que un río mansamente,
por do no halla estorbo, sin sonido,
sigue su natural curso seguido
tal, que aun apenas murmurar se siente;

   pero, si topa algún inconveniente,  5
rompe con fuerza y pasa con ruïdo
tanto, que de muy lejos es sentido
el alto y gran rumor de la corriente;

   por sosegado curso semejante
fueron un tiempo mis alegres días,  10
sin que queja o pasión de mí se oyese;

   mas como se me puso Amor delante
la gran corriente de las ansias mías,
fue fuerza que en el mundo se sintiese.




ArribaAbajoSoneto



   Pastora en quien mostrar quiso natura,
a la miseria deste bajo suelo,
la más cierta señal del bien del cielo
y un claro sol en la tiniebla escura,

   si pastoral ingenio a tanta altura  5
pudiese levantar su corto vuelo,
que cantase Damón cuánto consuelo
es verte y no te ver cuál desventura,

   desde el un polo al otro se sabría
que no yo solo, mas cualquier que ausente  10
de tu presencia vive, oh Galatea,

   debe sentir la mesma pasión mía,
pues sola en ti se halla juntamente
cuanto bien se procura y se desea.




ArribaAbajoSoneto



   Mientras amor con deleitoso engaño
daba color a la esperanza mía,
el seso, lo mejor que él entendía,
declarar procuró mi mal extraño.

   Pero ya que llegar a ser tamaño  5
le vio, y que iba creciendo cada día,
dejó la menos necesaria vía
por más considerar el propio daño.

   Desde allí, va en silencio y noche escura,
con mil acuerdos de mi bien pasado  10
y del presente mal, paso mi vida,

   que en tal extremo está de desventura,
que, si hay firmeza en miserable estado,
ni puedo ya subir ni dar caída.




ArribaAbajoSoneto



   Nunca me vi tan solo ni apartado,
que lo pudiese estar de un pensamiento
que me renueva el doloroso cuento
de mi estado presente y del pasado;

   do Amor, por verme siempre lastimado  5
con apariencias de contentamiento,
modera su rigor, y luego siento
con esperanza mi temor mezclado.

   Entran luego los dos en su porfía,
donde en fin el temor vence la prueba  10
y pierde la esperanza mal fundada.

   En esto estoy mil veces cada día,
y siempre el mesmo caso me renueva
tristes congojas y, pasión doblada.




ArribaAbajoSoneto en ausencia



   Vivir, señora, quien os vio, sin veros,
no es por virtud ni fuerza de la vida,
que, en partiendo de vos, fuera perdida,
si el dejaros de ver fuese perderos;

   mas de tanto valor es el quereros,  5
que, teniéndoos el alma en sí esculpida,
de su vista y memoria, que no olvida,
ninguna novedad basta a moveros.

   Así, aunque lejos de vuestra presencia,
vos sola me estaréis siempre presente  10
y no me faltaréis hora ninguna,

   sin que puedan tenerme un punto ausente
el áspero desdén, la cruda ausencia,
nueva llaga de amor, tiempo o fortuna.




ArribaAbajoSoneto



   Como aquél que a la muerte está presente
de su señor, a quien ponzoña ha dado,
y, ya que remediarle es excusado,
procúralo y del hecho se arrepiente;

   así mi voluntad, hora que siente  5
no poder ya mi mal ser remediado,
muestra dolerse de lo que ha causado,
y el remedio procura vanamente.

   Bien simple y vanamente lo procura,
que, aunque en algo pudiese aprovecharme,  10
Amor, que puede, lo contradiría.

   Aquí pondría sus fuerzas la ventura
y, viendo que el efeto era dañarme,
mi señora también se esforzaría.




ArribaAbajoSoneto



   Como al tiempo al llover aparejado
se conforman con él la tierra y viento,
así todo dolor, todo tormento,
halla conformidad en mi cuidado.

   Que en tanto el mal de amor es extremado,  5
en cuanto se parece al que yo siento,
y en tanto es congojoso el pensamiento,
en cuanto con el mío es comparado.

   Por do, viendo en cualquiera que padece
dolor conforme por alguna vía,  10
es fuerza que de entrambos sienta pena.

   Así descansar nunca se me ofrece,
que si acaso se alivia el ansia mía,
Amor me la renueva con la ajena.




ArribaAbajoSoneto



   Si, como de mi mal he mejorado,
se me hubiera doblado el acidente,
yo tengo por cierto que al presente
me hallara, señor, muy aliviado;

   que, si de sus congojas y cuidado  5
se alivia todo espíritu doliente,
aliviaráse un cuerpo mayormente
al son de un dulce estilo delicado.

   Yo conozco, señor, doliente o sano,
deberos tanto, que no sé en qué suerte  10
os me pueda mostrar agradecido:

   sólo tendréis de mí, como en la mano,
que a nadie es vuestro mal tan grave y fuerte,
ni vuestro bien de nadie es tan querido.




ArribaAbajoSoneto



   Tan hijos naturales de Fortuna
son la desigualdad y el desconcierto,
que jamás permitió llegase a puerto
virtud muy rara ni bondad ninguna;

   y si ésta ha de temer en parte alguna  5
de mostrar disfavor tan descubierto,
que en vos lo temerá tengo por cierto,
aunque siempre a lo bueno es importuna.

   Las virtudes en vos son principales
y, a su despecho, vemos que han sacado  10
de su poder y mando vuestra suerte.

   Lo menos son los bienes temporales,
pues la desigualdad de todo estado
al fin viene a igualarse con la muerte.




ArribaAbajoSoneto



   ¡Cuál doloroso estilo bastaría,
en el común dolor que nos atierra,
a mostrar parte, o lamentar la guerra
que al mundo hizo muerte en sólo un día,

   cuando dispuso de quien disponía  5
del mundo, con valor tal, que se encierra
muerto, mas inmortal, en poca tierra
el que toda le amaba y le temía!

   Y como otro dolor no se ha igualado
al deste triste y lamentable caso,  10
así debe llorarse eternamente;

   y el nombre justamente tan nombrado
del Vasto, por las cumbres del Parnaso
celebrándose irá de gente en gente.




ArribaAbajoSoneto



   En cuanto la materia es más subida
y más se aparta de profanidad,
en tanto, señor, vuestra habilidad
ha quedado de mí más conocida.

   Y pues el santo tiempo nos convida  5
a dejar todo vicio y vanidad,
volvamos con amor y caridad
a Cristo, que es bondad summa cumplida;

   y olvidando por él toda otra cosa,
baga de su pasión el fundamento,  10
para la gloria que apetece, el alma;

   que, sin él, nuestra vida trabajosa
es nave rota que le falta el viento
y en playa de enemigos queda en calma.




ArribaAbajoSoneto



   Contra la ciega y general dolencia
de la triste inorancia miserable,
que de común se ha hecho comportable,
siendo tan insufrible pestilencia,

   quiero que valga en esto mi sentencia:  5
que vuestro dulce estilo tan loable
os hará en Helicona memorable
sin contraste ninguno o diferencia;

   ya vuestro claro ingenio nos lo muestra,
y ya el fruto gentil que dél procede  10
a la cumbre del monte os encamina,

   do subís sin errar por la vía diestra
camino que a tan pocos se concede,
que ya por nuestro mal no se camina.




ArribaAbajoSoneto



   Cierto no puede ser sino buen hora
en la que yo tomé tal presupuesto,
como ver la hermosura de aquel gesto
que con tanta razón esta alma adora;

   mas no penséis que no la veo agora,  5
que el espíritu siempre está dispuesto
a ver la ausente, y mi memoria en esto
se engrandece, se ensalza y se mejora,

   ved cuánto, que no puedo ya comigo,
pensando que estos ojos la han de ver  10
como con los del alma ya la veo;

   y pensando este bien, de ufano digo:
¡quién pudo jamás tanto merecer,
o que más alto, fin tiene el deseo!




ArribaAbajoSoneto



   Atenta al gran rumor la musa mía
del armígero son de Marte fiero,
cesó del dulce estilo que primero
en sujeto amoroso se extendía;

   mas hora, con la vuestra en compañía,  5
me vuelve al sacro monte, donde espero
levantarme más alto y, por grosero,
dejar con nuevo canto el que solía.

   Así sus horas con la espada a Marte,
y los ratos del ocio con la pluma  10
pienso, señor, enderezar a Apolo;

   dando a los dos de mí tan larga parte,
y tomándola dellos tal, que en suma
no me cause tristeza el verme solo.




ArribaAbajoSoneto



   Si los sospiros que he esparcido al viento,
ausente de mi bien, con mil dolores,
y con ellos mis quejas y clamores
en bajo, triste y doloroso acento;

   si la flaca esperanza cual la siento,  5
puesta en el medio de cien mil temores,
vinieren a noticia de pastores
do llegue el amoroso sentimiento,

   sujeto les será mi triste llanto
por Galatea, y mi pasión tamaña  10
y, en ausencia, mi fe tan verdadera

   pasar continuo y doloroso canto
por todos estos llanos y campaña
del famoso Danubio y su ribera.




ArribaAbajoSoneto

 

DEMÓCRITO Y HERÁCLITO

 
DEM.
De tu tristeza, Heráclito, me espanto,
y de nuevo me admiro cada hora
que, viendo el mundo y lo que pasa agora,
ya no hayas convertido en risa el llanto.
HERÁC.
Yo me admiro, Demócrito, que cuanto 5
en este triste siglo que empeora
crecen más las miserias de hora en hora,
más crece tu placer tu risa y canto.
DEM.
¿Pues quién no reirá si, en paz y en guerra,
el gobierno del mundo y el consejo 10
es todo desconciertos y locura?
HERÁC.
Lo que a ti te da risa a mí me atierra,
eso me tiene ya doliente y viejo,
y eso me llevará a la sepultura.


ArribaAbajoSoneto



   Siendo por Alejandro ya ordenado
que Lausato ciudad se deshiciese,
como venir su buen maestro viese
a suplicar por ella apresurado,

   en viéndole, juró determinado  5
de no le conceder lo que pidiese;
él pidió entonces que la destruyera,
por do el mísero pueblo fue librado.

   Así, siendo por vos determinada
mi perdición, señora, conocida,  10
estilo mudaré por mudar suerte,

   pidiéndoos contra la costumbre usada,
o que para morir me deis la vida
o que para vivir me deis la muerte.




ArribaAbajoSoneto



   En muy süave aunque en muy gran tormento
vivo, y arderme siento en dulce fuego,
do en vivas llamas hallo un gran sosiego
y en extrema pasión contentamiento.

   ¿Con qué manera de agradecimiento  5
pagaré amor que en tal desasosiego,
y en el extremo de pasión do llego,
me tiene con su causa tan contento?

   Sólo mostrarme puedo agradecido
en contentarme agora y en pesarme  10
que me haya Amor tal pena dilatado;

   que pues tal ocasión había de darme,
con razón llamaré tiempo perdido
el que sin padecer se me ha pasado.




ArribaAbajoCanción



   El tiempo huye y vuela,
pasa mi juventud y alegre edad,
y la larga esperanza va faltando,
y en la gran ceguedad
camino, de que el alma se recela:  5
si más se puede entrar, más voy entrando.
Tan absoluto en mí señoreando
prosigue Amor, que ya por larga usanza
pido mi mal con natural deseo,
y mal es cuanto veo,  10
aunque Amor me figura su mudanza;
pero para acabarme
faltáseme del todo la esperanza,
que, de mil muertes que ésta suele darme,
sólo desesperar basta a librarme.  15

   Al menos no se viese
señal de compasión en aquel gesto,
ni aquel reír, ni aquel hablar süave
y aquel mirar honesto
de mis ojos y oídos se escondiese;  20
pues ni en mí tanto bien, ni en otro, cabe,
porque ni puede el alma ya, ni sabe,
huir de lo que en vida la sostiene,
o que la lleva a dolorosa muerte.
Así, dudosa suerte  25
ni me deja esperar ni me detiene,
por do, señora, pido
a Amor que de esperanza me enajene
y en este corazón deje imprimido
lo cierto, no el temor de vuestro olvido.  30

   Pues que por mi destino
la voluntad me fuerza a no callar
que me ha forzado a vivir siempre en pena,
Amor, que da el lugar,
sea mi guía y muéstreme el camino  35
que debo de seguir, pues él condena
a muerte, y es la vida cual ordena
de quien a fuerza o grado le consiente,
como conozco, triste yo, por mí,
que en todo consentí  40
cuanto dolor el alma triste siente;
y aunque de escarmentado
me debiera temer del mal presente,
no le temí, y ahora me ha mostrado
que era bien de temerse tal estado.  45

   Y al comenzar creía
hallar, quejando en este gran deseo,
para aliviarme algún breve reposo;
no fue ni el callar, veo,
ser provechosa ni posible vía  50
a quien padece mal tan congojoso;
mostraba no temer de temeroso,
sufriendo mal que a cualquier otro excede;
mas ya es tal el querer que lo concierta,
que la razón es muerta,  55
que contrastaba, y, pues que ya no puede,
al menos lo que diga
me muestre Amor, pues dél todo procede,
o haga la ocasión de mi fatiga
de pïedad ser menos enemiga.  60

   No digo piadosa,
que, donde tanto bien no se merece,
el pensallo será nuevo dolor,
que harto se agradece
su mal al alma, pues que pensar osa  65
que nace siendo tal de bien mayor;
conténtese la vida, que el menor
bien de tan alta parte no consiente
merecerse del mal más excesivo.
Y si me tiene vivo  70
Amor, es por mostrarme claramente
que con este concierto
quiere que padeciendo me contente
y, cuando padecer más no pudiere,
con mi muerte me alegre si viniere.  75




ArribaAbajoCanción



   Sin temor de venir en lo que estoy,
penaba ufanamente hasta ahora
que pruebo de vivir nueva manera,
y, faltándome ya de mi señora
el bien usado, mira a lo que soy  5
venido, Amor, y duélete siquiera.
Bien sé que no pudiera
contradecirte, cuando me perdí;
mas porque así me di,
sin proballo me pesa y da dolor,  10
que si hay en ti valor,
aunque contradecirte te desplace,
debes menospreciar quien no lo hace.

   Los ojos de do suele tomar vida
la que de vida sólo el nombre tiene,  15
que sin ellos aun éste no tendría,
no sé si por ser bien que no conviene
a la miseria humana conocida,
me niegan ya la parte que fue mía;
por cuya sola vía,  20
contra la fuerza de mortal pasión,
mi triste corazón
de flaco en su flaqueza a sostenerse,
que sin dejar caerse,
con sólo el bien de aquella dulce vista,  25
jamás volvió la cara en su conquista.

   Otros más de mil modos he buscado,
probando si sin esto en mortal cosa
hallase sólo un punto de sosiego;
mas la alma, que de otra arte no reposa,  30
vuelve buscando su consuelo usado,
y yo, que soy de cera, vuelvo al fuego
y pongo mientes luego
donde menos se guarda el bien que pido.
Allí soy atrevido,  35
que cuando menos teme soy más presto,
y de su hermoso gesto
ora hurto una vista, ora me guardo,
y desto juntamente vivo y ardo.

   De muerte me sustento, en llama vivo:  40
tal modo de vivir ved si es extraño,
aunque es bien fácil para quien lo hace.
Dichosa vida en amoroso daño
gocé otro tiempo, y ahora la recibo
de Fortuna y de Amor la que les place.  45
Por ellos se me hace
gracia de la señal que della queda,
y aun no quieren que pueda,
para destierro de cien mil enojos,
mirar aquellos ojos  50
cuya extraña riqueza lo consiente,
pues me da de qué viva y no lo siente.

   ¿Quién no sabe de qué me he sustentado
desde que aquellos ojos vi primero,
que me hicieron mudar vida y costumbre?  55
¿Quién hay que por morir como yo muero,
siendo por ellos a morir guiado,
no tuviese el vivir por pesadumbre?
Pues esta servidumbre
es libertad que debe codiciarse;  60
mas tanto desearse
su vista a quien los vio es tan duro caso,
que, si es Amor escaso
amigo deste bien, mejor manera
de acabarme es mandar claro que muera.  65

   Daña un secreto mal, pero si crece
en tal extremo no puede encubrirse.
Yo lo sé, Amor, por prueba de tus manos,
ya viste en mí gran mal sin descubrirse,
y agora con mis quejas me parece  70
que enojo a los ausentes y cercanos
mil pensamientos vanos,
y mi fuerte ventura tal me tiene,
que, si por caso viene
de bien al corazón o sombra o duda,  75
aun ésta se le muda,
que tu poder, Amor, se la enajena,
y de toda tu culpa es mía la pena.

   Désta soy yo señor, ésta poseo;
tú me la diste, y siempre la sustentas.  80
En esto te me muestras liberal,
y en meterme en peligros y en afrentas,
Fuese a lo menos tal
tu ira, que en mi vida fin pusiese,
que sé cierto que fuese  85
un modo de piedad no dilatallo,
pues haces deseallo
al que de padecer se contentaba:
bien muere quien muriendo el mal acaba.




ArribaAbajoSoneto



   Mientra de parte en parte se abrasaba
y en vivas llamas la gran Roma ardía,
al alto cielo el gran clamor subía
del pueblo todo, que su mal lloraba;

   sólo en parte Nerón cantando estaba  5
do el clamor miserable escarnecía,
y el incendio mayor más alegría,
y el mayor llanto más placer le daba.

   Así, de en medio el alma donde estáis,
veis, señora, mi fuego y toda en llanto  10
la turba de mis tristes pensamientos;

   y tanto más de verlo os alegráis,
cuanto más ardo y por vos lloro, y cuanto
me llegan más al cabo mis tormentos.




ArribaAbajoSoneto



   Con la razón en su verdad envuelta
combate de atrevido mi querer,
armado de esperanza, y sin temer
que Amor le engañe o pueda dar la vuelta.

   Acomete animoso a rienda suelta,  5
mi razón, débil contra tal poder,
resiste, mas en fin viene a perder,
y a parar en mi daño esta revuelta.

   Que entonces sin sospecha, este cruel
de mí triunfa y sin temor se extiende,  10
viendo tan suya toda parte mía;

   mas no me acaba, porque está con él
memoria de un gran bien, y me defiende
quien por otras mil partes me ofendía.




ArribaAbajoSoneto



   Amor me dijo en la mi edad primera:
«Seguirás en amar siempre el extremo,
que en tempestuoso mar, sin vela o remo,
va salvo de peligro el que en mi espera».

   Sin recelo le di fe tan entera  5
cuanto muestra la llama en que me quemo,
y sin temor entré donde hora temo
lo que, no le creyendo, no temiera.

   Que ni callar me vale ni quejarme,
ni puede sufrimiento que es humano,  10
sostener tal pasión ni padecella;

   pues ni quiere que viva ni acabarme,
ni aprovecha dejarme ya en su mano,
ni puedo, aunque procuro, salir della.




ArribaAbajoSoneto



   Después que a César el traidor de Egipto
dio la cabeza que el peor quería,
encubriendo las muestras de alegría,
en público lloró, como está escrito.

   Y Aníbal, cuando al imperio aflito  5
vio que Fortuna desfavorecía,
rióse entre la gente que plañía,
encubriendo un dolor que era infinito.

   Así a veces el ánimo, cualquiera
pasión que siente, so contrario manto  10
cubre con vista alegre o lastimera;

   por do, si alguna vez yo río o canto,
es por querer, con el placer de fuera,
encubrir mi secreto y triste llanto.




ArribaAbajoSoneto a una dama



   Obrando Claramente la natura
perfición, que parece más que humana,
en vos sola ha mostrado, señora Ana,
que del bien general poco se cura;

   pues hizo que de gracia y hermosura  5
viváis vos sola justamente ufana,
y viendos, Claro está que es cosa vana
esperar de ver otra tal pintura.

   También sería yo vano en alabaros,
si en vuestra hermosura hubiese parte  10
que pensase con versos igualalla;

   pero sólo diré que en el formaros
dejó natura tan vencida el arte,
que vos sola podéis menosprecialla.




ArribaAbajoSoneto



   Si AMOR, así como extremó mi pena,
mi estilo en alabaros extremara,
vuestra fama, señora, ya llegara
donde jamás llegó ninguna ajena.

   Y aquella Laura cuyo nombre suena  5
del toscano poeta en voz tan clara
en el nombre tan sólo os igualara,
mas mi bajo decir lo desordena.

   Así, de no emprender obra tan alta
tengo justa disculpa, pues excede  10
tan claro la materia toda historia;

   pero en vuestros loores esta falta,
de poderse igualar, hace que quede
para siempre de vos digna memoria.




ArribaAbajoCarta en tercia rima



   Pues no ha querido la ventura mía
que os pudiese contar lo que he pasado,
ausente de aquel bien que ver solía,

   los males que he sufrido y que he callado,
o parte dellos, os dirá, señora,  5
este papel en lágrimas bañado.

   Y empezaré de aquella primer hora,
que de tanto dolor principio ha sido
y desta vida donde muero agora.

   Sé que os espantaréis cómo ha podido  10
vivir un corazón tan descontento
y en contino temor de vuestro olvido.

   De vos partí, señora, y tal me siento
desde aquel punto que dejé de veros,
que mil veces me falta el sufrimiento.  15

Y comigo me enojo, que perderos
haya podido sin perder la vida,
pues para más no vive de quereros.

   Mas la firme memoria, que no olvida
lo que vieron mis ojos, me sostiene  20
y esfuerza toda parte enflaquecida.

   Así, para vivir, de vos me viene,
sin vuestra voluntad, este consuelo
que contrasta a mi muerte y la detiene.

   Mas ¿qué haré, señora, que recelo  25
que mi querer os cansa y os enoja,
y en esto se me dobla el desconsuelo?

   Mis veces lo más sano se me antoja
quereros y sufrir solo comigo,
mas tal pasión callada más congoja.  30

   De todo es fuerza que seáis testigo;
juzgad, señora, lo que el alma siente,
y no me condenéis por lo que digo.

   Y para ver lo que padezco ausente,
no quiero que miréis otra señal  35
sino acordaros de que os fui presente.

   Y poned el dolor al daño igual
y veréis que, de todas mis pasiones
forzado, la menor será mortal.

   No digo de mil otras ocasiones  40
donde son menester en cada una
no uno mas mil duros corazones.

   Ésta que sobre todas me importuna,
ésta sola juzgad que tanto pueda
en daño mío la cruel Fortuna,  45

   y que vuelta no dé jamás su rueda
sino para dañarme por mil vías,
sin estar un momento en un ser queda.

   Y ahora, por doblar las ansias mías,  50
viendo aliviarse con vuestra presencia
mil graves y penosas fantasías,

   puso todo su intento y diligencia,
hasta que lo ha cumplido, por traerme
al destierro mortal de vuestra ausencia,  55
   donde no se contenta con tenerme
sufriendo lo posible a un hombre humano,
que a lo imposible quiere someterme.

   Su poder tuve un tiempo por liviano,  60
cuando el de Amor también menospreciaba,
mas éste es el castigo de su mano.

   ¡Oh, por cuán imposible yo juzgaba
que tanto por amor se padeciese,
y cuánto en mi juicio me engañaba!  65

   Que siempre que lo pienso yo me espanto,
ya que, vivo, de vos pudo apartarme,
¿cómo no me ha acabado el triste llanto?

   ¿Y cómo puede Amor, sin acabarme,
sustentar vida tan apasionada,  70
después que de mi bien pudo privarme?

   Pero podéisla dar por acabada
en esta triste ausencia trabajosa,
si la desamparáis en tal jornada.

   Y si por vuetra y como a vuestra cosa  75
la tratáis, vos veréis cómo se hace
contra todos sus males animosa.

   Que lo que más, señora, la deshace
es no ser cierta de lo que queréis,
para hacer lo que más os satisface.  80

   Y pues habéis ya visto y conocéis
que ausente muero y por quereros vivo,
no creáis sólo lo que aquí veréis,
que lo menos se muestra en lo que escribo.




ArribaAbajoSoneto



   Pude partirme con pensar que fuera
por ausencia menor la pena mía,
y ahora, en verme sin el bien que vía,
no sé: quién me detiene que no muera;

   mas sois, señora, vos, que tan entera,  5
en aquel mesmo grado que solía,
os tiene esta alma como el mesmo día
que me causastes la pasión primera.

   Desde allí dais esfuerzo a lo vencido,
y pueden sustentarse entre mil males  10
el alma y corazón con sólo veros;

   yo vivo sin temor, porque he sabido
que ya no me harán penas mortales
perder tan alto bien como quereros.




ArribaAbajoSoneto de Endimión



   En una selva, al parecer del día,
se estaba Endimión, triste y lloroso,
vuelto al rayo del sol que presuroso
de la cumbre de un monte decendía.

   Mirando el turbador de su alegría,  5
contrario de su bien y su reposo,
tras un grave sospiro doloroso,
tales palabras contra el sol decía:

   «Luz clara, para mí triste y escura,
que con furioso curso apresurado  10
mi sol con tu tiniebla escureciste,

   si te pueden mover en tanta altura
las quejas de un pastor apasionado,
no tardes en volver donde saliste».




ArribaAbajoSonetos en prisión de franceses


ArribaAbajo- I -



   Como el poderos ver, señora mía,
me sustentaba sin usar de otra arte,
cuando en segura y reposada parte
Fortuna tanto bien me concedía;

   así, después que por contraria vía  5
volvió su rueda, y con el fiero Marte,
sin que cese su furia ni se aparte
de mí, los dos me dañan a porfía,

   ni su poder ni la prisión francesa,
do por nuevo camino me han traído,  10
privarán de su bien mi pensamiento;

   con que no sólo ningún mal me pesa,
mas aun, señora, viéndome perdido,
conozco que lo estoy, y no lo siento.




ArribaAbajo- II -



   Lo que es mortal padece esta prisión,
que lo inmortal, señora, está en la vuestra;
ésta tiene de mí sola la muestra,
la vuestra tiene el alma y corazón.

   Por donde yo no hallo por razón  5
que a Fortuna llamar deba siniestra,
pues ella me guió con mano diestra
a veros y a sufrir por vos pasión.

   Así de todo el mal en que me ha puesto,
cuando pienso este bien en que me puso,  10
no sólo le perdono su mudanza,

   pero aun no estando satisfecha desto,
de cualquier otro mal también la excuso.
salvándose de veros mi esperanza.




ArribaAbajo- III -



   Cuando contemplo el triste estado mío
y se me acuerda mi dichoso estado,
hallo mi ser en todo tan trocado,
que pensar tuve bien es desvarío.

   Con mi memoria por mi mal porfío,  5
pues, si no es esperanza en bien pasado,
y en ella con razón fui confiado,
con muy mayor agora desconfío.

   Ausencia, de pasiones madre y fuente
junta con el temor de vuestro olvido,  10
del cual aun en presencia me temía,

   hacen con fuerza del dolor presente
parecerme, según ya estoy perdido,
que ni fue ni vi entonces lo que vía.






ArribaAbajoSoneto de Silvano a su pastora Silvia



   Cuando la alegre y dulce primavera
a partir sus riquezas comenzaba,
y de los verdes campos desterraba
aquella estéril sequedad primera,

   un pastor triste y solo en la ribera  5
de Tesín gravemente sospiraba,
y vi que en un alto olmo que allí estaba
con un hierro escribió desta manera:

   «Si, de amor libre, por aquí pasare
acaso algún pastor, cualquier que fuere,  10
huya desta ribera y deste llano,

   que, cuando más sin pena se hallare,
si a Silvia la cruel pastora viere,
por ella morirá como Silvano.




ArribaAbajoCanto de Silvano



   A la sazón que se nos muestra llena
la tierra de cien mil varias colores,
y comienza su llanto Filomena;

   cuando, partido Amor en mil amores,
produce en todo corazón humano  5
como en la tierra el tiempo nuevas flores;

   al pie de un monte, en un florido llano,
a la sombra de una haya en la verdura.
cantaba triste su dolor Silvano,

   y asegundaba voz en su tristura  10
el agua que bajaba con sonido
de una fuente que nace en el altura.

   Pastor en todo el valle conocido,
a quien la musa pastoral ha dado
un estilo en cantar dulce y subido.  15

   Después que su zampoña hubo templado,
dijo, como si viera ante sus ojos
a aquélla por quien vive apasionado:

   «Silvia cruel, pues que de mis enojos
el número mayor más te contenta,  20
y es tuya la vitoria y los despojos,

   muévete al menos a tomar en cuenta
aquella voluntad tan conocida
con que sufro el dolor que me atormenta.

   No sé por qué de ti ya no es creída,  25
si no porque de grande es increíble
y tú, enemiga, de ti poseída.

   ¡Oh, si me fuese ahora tan posible
acabar ante ti por contentarte,
como vivir sin ti me es imposible!  30

   En pago de aquel tiempo que en mirarte
gasté contento, cuando no mostrabas
como huelgas ahora de alejarte,

   Silvia cruel, que verte me dejabas,
porque venido al tiempo de no verte  35
me viese cual tú verme procurabas,

   si del atrevimiento de quererte
merecí pena, ya la padecía,
que bastaba perderme sin perderte.

   Acuérdome de un tiempo que solía  40
contar Silvano el triste sus pasiones,
y Silvia la cruel se las oía.

   Acuérdome que mis toscas razones
hallaban en tu pecho acogimiento,
si hallaban también contradicciones.  45

   Acuérdome también que mi sustento
era tu vista y desto se holgaba
quien huelga ahora de mi perdimiento.

   ¡Quién me dijera, cuando yo te daba
cuenta tan larga de las ansias mías,  50
que desventura tal se me guardaba!

   ¡Quién me dijera, Silvia, que encubrías,
so color de dolerte, la crueza
que al fin acabará mis tristes días!

   No pienses que tendrá ya tu fiereza  55
lugar en mí do pueda ejecutarse,
que la fuerza que viste es ya flaqueza.

   Mi vida es la que gana en acabarse,
tú sola perderás en que se acabe,
que yo no pierdo sino en dilatarse.  60

   Este alto monte, que mis ansias sabe,
por mi contino canto doloroso
sabe la crueldad que en Silvia cabe.

   Y al son que hacen triste, y tan lloroso,
las ninfas del Tesín en su ribera,  65
responden las del Po, claro y famoso.

   Deste llano, do siempre primavera
hallaban los pastores y el ganado,
hora huye y se aparta toda fiera.

   Sólo Silvano, el triste desdichado,  70
a llorar su dolor y desventura
quedó, como en desierto, desterrado.

   ¡Cuán diferente ya en esta pastura
de aquél que ahora soy me vi cantando,
no versos de dolor ni de tristura,  75

   sino de tal sujeto que, en tocando,
la rústica zampoña resonaba
mi suerte y tus bellezas alabando!

   Y de las dos riberas se juntaba
la más sentida parte de pastores,  80
que, estimando mi canto, me escuchaban.

   Allí los más penados amadores
a cantar comenzaban dulcemente
en amoroso verso sus dolores.

   De sombra en sombra, de una en otra fuente,  85
en loar cada cual a su pastora,
procuraba mostrarse más valiente.

   Donde no se pasó jamás un hora
que tu precioso nombre no se oyese,
tu nombre, Silvia, por quien muero agora.  90

   Ni pienso que algún olmo o salce hubiese,
do escrita de mi mano por tu gloria
parte de tu valor no se leyese.

   Con esta simple pastoral historia
procuraba dejar en estos llanos  95
inmortal para siempre tu memoria.

   Porque del bien de nuestra edad ufanos
pudiesen en el tiempo venidero
gozarse los pastores comarcanos.

   Entonces tuve vida, ahora muero;  100
entonces, Silvia, no menospreciabas
a tu pastor Silvano, aunque grosero;

   entonces vi que no te desdeñabas
de alegrar con tu vista estas riberas,
sin mostrar que de verme te enojabas.  105

   Gozábamos tu vista, tus maneras,
tu habla, tus graciosos movimientos
para hacer mil almas prisioneras.

   Y todas mis congojas y tormentos
con tu presencia así se deshacían  110
como la niebla con furiosos vientos.

   Cuando estos campos tanto bien tenían,
los árboles, las flores y los prados
de granizo ni piedra no temían.

   Todos los frutos por aquí sembrados  115
se vían de hora en hora levantarse
como por mano de natura alzados,

   y todas estas yerbas alegrarse,
como se ven ahora, no te viendo,
antes de tiempo y sin sazón secarse.  120

   Pero cual yo te vi flores cogiendo
por estos campos es para sentirse
sólo en el alma, y voylo yo diciendo.

   Al aire esos cabellos vi esparcirse,
en mil ñudos al aire esos cabellos,  125
y luego de una nube el sol cubrirse

   de corrimiento y pura envidia dellos,
hasta que tú, porque él se descubriese,
tornabas a encubrillos y cogellos.

   Si con el bien perdido se perdiese  130
la memoria que vive tan dañosa,
aún pienso triste que vivir pudiese;

   pero con ella en ansia congojosa
pasaré con dolor lo que me queda,
que es poco, desta vida trabajosa.  135

   Volvió Fortuna su mudable rueda
porque en estado triste y miserable
quejarme siempre sin valerme pueda.

   Y tú, Silvia cruel, fuiste mudable
con quien tuvo y tendrá siempre contigo  140
una fe y un amor tan entrañable.

   Pues si tal crueldad usas comigo,
procurar, siendo tuyo, de acabarme,
¿qué más puede esperar un enemigo?

   En comenzando tú a desampararme,  145
me faltó todo bien y la esperanza
que en algún tiempo no solía faltarme.

   Has mudado mi ser con tu mudanza,
y sola una señal no me dejaste
de bien en que tuviese confianza.  150

   Y pienso que, de ver que no acabaste
esta sombra que queda de la vida,
aún no juzgas mi mal tanto que baste.

   Pues aunque tu belleza es tan subida,
no soy tal, si lo miras, que merezca  155
que de mí te desprecies ser querida.

   Ni tan disforme soy que, do se ofrezca
mostrarme con pastores mis iguales,
no pueda parecer, y no parezca.

   Y tú mesma de nuestros mayorales  160
siempre viste tenerse y estimarse
Silvano, el que ahora muere, y no le vales;

   pues de lo que un pastor debe preciarse,
en nuestro valle ningún otro veo
que de mí le hayas visto aventajarse.  165

   Mi canto ya le oíste, y yo no creo
que pudiera de ti ser más loada
la musa de Damón y Alfesibeo.

   Mas triste, sin ventura, todo es nada:
¿qué vale fe en amor, ni partes buenas,  170
a pastor cuya vida es malhadada?

   Antes ayudan a doblar las penas,
que tanto más las siente el que padece,
cuanto más le debieran ser ajenas.

   Porque al pastor que menos lo merece  175
la Fortuna cruel se muestra amiga,
y al que merece más desfavorece.

   No sé, Silvia, qué piense o qué me diga,
sino que ya no espero que se amanse
tu enojo ni que menos me persiga.  180

   Mis días hacia el fin vuelan y vanse,
y pienso serán antes consumidos
que vea un hora sola en que descanse.

   ¡Oh, si ahora mis versos doloridos
con este triste son se levantasen  185
y pudiesen llegar a tus oídos!

   Que ya que tu dureza no ablandasen,
yo sé que de mi mal alguna parte
que negar no pudieses te mostrasen;

   no porque vayan guarnecidos de arte,  190
sino por ser el cuento simple y puro
del dolor que comigo Amor reparte.

   Versos movieron corazón muy duro,
mas es el tuvo duro en tal extremo,
que ni lo espero ya ni lo procuro,  195

   ni busco otro remedio, antes lo temo,
pues sale de mis ojos siempre un río
que pasa por la llama en que me quemo;

   y ni el gran fuego al triste llanto mío
disminuye el humor que le sustenta,  200
ni decrece el ardor por agua o frío.

   Y si pena mayor quieres que sienta,
o mayor puede ser, mándalo luego,
que cosa no querrás que no consienta.

   Mas mira el triste llanto y vivo fuego  205
que me consume y arde, y verás claro
que no puedo pasar de donde llego,

   que ni a pastor jamás costó tan caro
amar pastora, ni la quiso tanto,
ni se vio perdición tan sin reparo».  210

   Aquí llegó Silvano con su canto,
dando por fuerza de pasión tamaña
fin a los versos y principio al llanto.

   Eco, del centro de la gran montaña,
resuena en su favor, ya por costumbre,  215
con temerosa voz, triste y extraña.

   Mas como Febo, con su clara lumbre,
acabó de encubrirse y esconderse,
desamparando ya toda alta cumbre,

   y se alegraba Endimión de verse  220
cercano de gozar su bien tamaño,
comenzó el pastor triste a recogerse,
llevando a la majada su rebaño.




ArribaAbajoSoneto



   La grave enfermedad que en Silvia vía
lloraba triste su pastor Silvano,
cuando, mirando en la siniestra mano,
le vio un agudo hierro que tenía,

   así diciendo: «De la furia mía  5
guárdese todo corazón humano».
¿Y qué hará con gesto alegre y sano
la que doliente y tal esto hacía?

   Mostró que, pues peligro descubierto
tan claro desengaña al que le viere,  10
huyan todos la muerte conocida,

   porque el daño mayor está encubierto,
que el triste que a quererla se atreviere
harto más aventura que la vida.




ArribaAbajoSilvano a Silvia



   A Silvia la crüel salud envía
Silvano el triste, de quién él la espera,
que habella de otra parte desconfía.

   Yo quisiera hacerte, si pudiera,
esta mi carta alegre o menos triste,  5
mas salióme por fuerza verdadera.

   En ella te verás cual siempre fuiste,
soberbia vencedora de un vencido
que no se defendió ni se resiste.

   Y a mí me verás tal, y tan perdido,  10
como tú mesma desear podrías,
que es cuanto puede ser encarecido.

   Verás aquellos tan sabrosos días,
que con tu voluntad gocé de verte,
vueltos en ansias y en congojas mías.  15

   Temo contar mi dolorosa suerte
que sé que a cada paso deste cuento
he de topar mil veces con mi muerte.

   Y aunque palabra para sentimiento
de tan creidos males no hay ninguna,  20
lo que puedo diré de lo que siento.

   Bien sé que el triste canto te importuna,
porque ya con mi suerte le ha mudado
de alegre en doloroso mi fortuna.

   El doloroso verso enamorado,  25
que un tiempo tus oídos deleitaba,
en triste y enojoso se ha trocado.

   Entonces que mi vista te gozaba,
con que tú me mirases, o mirarte,
toda amorosa queja se templaba.  30

   Pero ya con el vano imaginarte,
¿de qué sustentaré mi triste vida,
buscándote mis ojos sin hallarte?

   Nunca sentí tal pena que, medida
con la gloria de verte, no la viese  35
menor mil veces, aunque muy crecida.

   Ni tormento sufrí que Amor me diese
que, pensando en el bien de tu presencia,
aunque fuese mortal, yo le temiese.

   Mas ¡oh dura, cruel, grave sentencia  40
de Amor y mi fortuna, que han querido
que sufra un cuerpo de su alma ausencia!

   ¡Cuánto más sano y cuán mejor partido
me fuera el acabar, que tú lo vieras!
Mas porque fuera lo mejor, no ha sido.  45

   Entonces a lo menos me creyeras
ni hubieras visto lo que me decías:
que nunca fue mi mal pena de veras,

   y que eran de obstinado mis porfías,
y que por mi placer te importunaba,  50
buscando de enojarte nuevas vías.

   Si penaba de veras o burlaba,
puédeslo ver en lo que paso ahora,
que el fin por el principio se mostraba.

   Si padecer un mal que no mejora,  55
ni espera mejorar de ningún arte,
ni siente de descanso sola un hora;

   si en ausencia quererte y contemplarte,
si tener en el alma tu figura,
y sólo al corazón dar della parte;  60

   si en tan grave pasión y desventura
sumarse mi remedio y mi consuelo
en ver o imaginar tu hermosura

   y, para mayor daño y desconsuelo,
tener Amor en mí la entrada cierta  65
al dolor miserable del recelo;

   si haber cerrado a todo bien la puerta,
y abrirla a todo mal de la manera
que Amor por acabarme lo concierta,

   no son de mi congoja lastimera  70
para poderla ver ciertas señales,
¿cuáles serán de pena verdadera?

   Pero las mías, aunque son mortales,
bien sé que no podrán satisfacerte,
porque a tu voluntad no son iguales.  75

   Así jamás espero de tenerte,
por males que padezca, satisfecha,
aunque morir me vieses por quererte.

   Mas esta vía he de seguir derecha
por no faltarme a mí de lo que debo,  80
que contigo bien sé que no aprovecha.

   Por presupuesto ya en mis males llevo
que ni en mí el padecer es cosa nueva,
ni en ti no conocerlo es caso nuevo.

   No tengo para qué hacer más prueba,  85
que ya tu voluntad está probada,
pues que por ella tanto mal se aprueba.

   De mi vida presente y la pasada
quedará para ti sabrosa historia
del alma por mi mano trasladada.  90

   De mis penas tendrás dulce memoria,
y en la diversidad de cada una
diversamente te verás en gloria.

   Holgarás con Amor y con Fortuna,
que con tu voluntad se han concertado,  95
y en todos tres la voluntad es una.

   Verás los dos para lo que han bastado;
verás también a lo que tú bastaste,
que pudiste acabar lo comenzado;

   verás cumplido cuanto procuraste,  100
y más se cumplirá si más procuras,
que en mí no tiene tu querer contraste.

   Disparates los llamas y locuras,
mas, ¡oh, cuán diferente es el juicio
del que se halla envuelto en desventuras!  105

   Tú en lastimarme seguirás tu oficio,
yo en padecer seguiré siempre el mío,
que efetos son los dos de tu servicio.

   Y si mis quejas a escribir porfío,
no es ya porque yo espere de ablandarte,  110
que esperallo sería un desvarío,

   ni porque piense que la menor parte
del mal que hasta ahora he padecido
pueda mi bajo estilo declararte:

   que en uno será siempre lo que ha sido,  115
y en otro yo sé bien si faltaría
el más delgado estilo y más subido.

   Mas movióme a escribirte el ansia mía,
ver que descanso en cosa no hallaba,
y probéle a buscar por esta vía.  120

   Hame salido lo que yo esperaba,
que en tales esperanzas no me engaño,
aunque del mal forzado lo probaba;

   mas aunque su dolor grave y extraño
sojuzga ya del todo el sufrimiento,  125
pido que crezca en mí, si puede, el daño,
pues con él crece tu contentamiento.