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ArribaAbajoConclusión

Creo que después de este estudio ha quedado más clara la personalidad de Samaniego. Su faceta de fabulista, la única considerada hasta ahora, se enriquece con otras, que colocan a nuestro autor en la entraña misma de la Ilustración. Sería, sin embargo, un error considerarlo como un gran hombre de letras. Samaniego sólo lo fue de manera circunstancial, pero supo acertar con su peculiar manera de serlo. Su indolencia de carácter le impidió realizar mayores empresas literarias. Salvo breves etapas de mayor actividad y compromiso, prefirió la vida tranquila, de amistad y buen vivir.

Las escasas noticias biográficas que conservábamos se han visto aumentadas por otras nuevas, conseguidas en la paciente investigación de los archivos. Así, se han aclarado multitud de puntos oscuros, y se han rectificado otros que la tradición nos presentaba como seguros. El rigor de los documentos tiene que hacer cambiar multitud de reseñas alocadas o mal intencionadas que preceden a muchas de sus colecciones de fábulas. Sus estudios, su estancia en Francia y su autoformación posterior, justifican el pensamiento esparcido en sus escritos. Samaniego no hubiera llegado a ser lo que fue sin el impulso y el acicate de la Sociedad Vascongada de Amigos del País. Su vida está íntimamente ligada a esta institución. Y lo mismo hay que decir de su producción literaria: sus fábulas para los niños del famoso Seminario de Vergara, sus cuentos verdes para aquellas reuniones jocosas de Amigos, y sus ideas teatrales que nacieron en aquellas otras tertulias más serias, donde se discutía de lo divino y de lo humano.

No cabe duda de que lo que más fama dio a Samaniego fueron sus fábulas. Algo que comenzó con tan simples pretensiones, por diversión casi, le encumbró al primer plano de las letras españolas del XVIII. Detrás de él, y presididos por su «contrincante» Iriarte, vendría toda una procesión de fabulistas, hasta bien entrado el siglo XIX. El escritor riojano reanudó una tradición tan española, la del mundo fabulístico medieval y del Siglo de Oro, que en cierta manera justifica su éxito. Hay que sumar el valor educativo que sus contemporáneos veían en sus apólogos. A pesar de haber cogido los temas de la tradición clásica y francesa, el tratamiento, de gracia desbordante, le acerca a nuestra literatura tradicional. Juan Ruiz es el auténtico precedente de Samaniego, aunque éste no conociera su producción.

Los cuentos secretos, algunos originales y otros (por ahora) de origen desconocido, nos colocan también a Samaniego en esta dicotomía de la que es víctima el hombre ilustrado. Junto a la seriedad y el rigor, está la concesión a la vida jocosa, libertina, al espíritu desbordado por los sentidos: es exactamente el paso de la vida pública a la privada. También en ellos hace gala de su facilidad versificadora, sin grandes alardes técnicos, con la misma amenidad y gracia que esparciera en sus fábulas. La vitalidad y el carácter divertido de Samaniego se muestra en toda su producción. Es la misma apertura, decir chispeante y humorismo nato, que le abrirán las tertulias madrileñas, y que, si su ánimo hubiera estado inclinado a la política, le hubiera abierto también ministerios y empleos públicos. Contrasta esto, sin embargo, con el poco éxito de sus gestiones provinciales en Corte. Él mismo conocía desde el principio que su misión era un caso perdido.

Durante esta estancia en Madrid, aportó sus ideas de reforma del teatro nacional. Sin apasionamiento, sin el tono insultante que adoptaron con frecuencia estas polémicas. Echado el fuego, él se retiraba y no respondía a las palabras poco moderadas de un Huerta o un Cañuelo, pero sus ideas no dejan de tener interés por ser expresión de su espíritu ilustrado y es preciso colocarlas en el punto y en el momento histórico exacto. La mesura en el lenguaje se corresponde con la mesura en las ideas. Samaniego no desecha el teatro nacional en bloque, como tampoco acepta en su totalidad las nuevas formas neoclásicas. Tenía unas ideas precisas en lo que al arte y, concretamente, al teatro se refiere. Y las aplica con gran justicia, lo cual le obliga a criticar una nueva forma músico-teatral, el melólogo, como opuesto a la naturaleza. Alaba siempre el teatro moratiniano y pone como modelo la obra de Moratín hijo El viejo y la niña. De lo francés acepta los principios, mientras que se muestra más reticente con algunos de sus productos.

Samaniego, si no se hubiera dejado llevar por la desidia, si hubiera tenido una formación más profunda, habría llegado a ser un auténtico contrapeso en la marejada general del siglo XVIII. De todas formas fue el que supo llevar más gracia y humor a la fría literatura del Siglo de las Luces.




ArribaAbajoApéndice documental


ArribaAbajoDocumentos y textos


- I -

Copia de la Escritura de Capitulaciones matrimoniales, dote, arras y otras cosas en ella contenidas, para el matrimonio que han de contraer los Sres. Dn. Félix María de Samaniego Yurreamendi Munive Idiáquez Zabala y Arteaga, y D.ª Manuela de Salcedo y Salcedo Varela y Gondra.-Otorgada en testimonio de Josef de Aranzazugoitia, Escribano Real público del número de la noble villa de Bilbao, y Secretario del M. N. y M. L. Señorío de Vizcaya, sus Juntas, Regimientos y Diputaciones generales490.

En 24 de agosto de 1767.

Poderes para contrato matrimonial.

Laguardia, 12 de agosto 1767.

Dn. Félix María Samaniego Yurreamendi Idiáquez e Irala, hijo legítimo y primogénito del referido Sr. Dn. Félix Ignacio y de la Sra. D.ª Juana María de Zabala y Arteaga, ya difunta, y por su muerte y la de Dn. Bernardo de Zabala y Arteaga, su tío, actual poseedor de los Mayorazgos de Yurreamendi, Idiáquez y de la casa solar y torre de Irala, fundados todos tres en virtud de reales facultades, el primero en la villa de Tolosa de la M. N. y M. L. provincia de Guipúzcoa, con su palacio y sus dos torres, armería, seis tiros de artillería y, contigua a dicho palacio, la iglesia y patronato de San Miguel entre otros varios efectos que constan individual y expresamente de su fundación, hecha por Juan Ruiz de Yurreamendi y D.ª Elena de Burgos, su fecha, en la ciudad de Burgos ante Juan de Porras, escribano de número de ella, el día veinte y siete de agosto del año que pasó de mil quinientos cuarenta y tres. El segundo en la misma villa de Tolosa, con su casa principal y suntuosa, con el patronato del colegio de San Francisco de dicha villa, que lo fundó D.ª Petronila de Idiáquez por el testamento in scriptis del Sr. Lope de Idiáquez, su marido, su fecha de nueve de abril de mil quinientos y ochenta, por testimonio de Domingo de Aburruza, escribano que fue del número de la dicha villa de Tolosa. Y el tercero por el Sr. Pedro de Zabala por y en nombre de D.ª María Martínez de Irala, en la villa de Oñate y día trece de julio del año de mil seiscientos y diez y ocho, ante Juan López de Salinas, escribano numerario que fue de dicha villa. Y así mismo pareció presente Dn. Santiago Sánchez Samaniego de Zabala y Arteaga, hermano carnal del dicho Sr. Dn. Félix María e inmediato sucesor a los referidos Mayorazgos, y todos tres [el padre el 1.º] constituyentes naturales y vecinos respective de esta dicha coronada villa y dijeron: Que para el servicio de Dios Nuestro Señor, honra y gloria suya y de su santísima Madre, tenían tratado por intervención de personas y caballeros de la primera distinción y estaban conformes, con universal aprobación de los parientes de una y otra parte, en que el dicho Sr. Dn. Félix María Samaniego Yurreamendi Idiáquez e Irala se casará y velará in facie ecclesiae según disposición de Nuestra Santa Madre la Iglesia, precedidos los requisitos y ceremonias por ella prevenidos, con la Sra. D.ª Manuela de Salcedo y Salcedo Varela y Gondra, natural de la noble villa de Bilbao en el M. N. y M. L. Señorío de Vizcaya, hija legítima de los señores Dn. Manuel de Salcedo, Capitán de Infantería agregado a la plaza de San Sebastián y Sargento mayor del dicho M. N. Señorío, y de D.ª Agustina de Salcedo, vecinos de la misma villa de Bilbao. Y porque, por varias precisas ocupaciones con que se hallan los señores otorgantes, no pueden concurrir a las Capitulaciones que ha de preceder al dicho matrimonio, otorgan que dan todo su poder tan cumplido como por derecho se requiere y es necesario más puede y debe valer al Sr. Dn. Francisco Serralta y Salcedo y Gondra, Capitán de los reales ejércitos de S. M. y residente en la dicha noble villa de Bilbao, especialmente para que en su nombre y representación de dichos señores otorgantes asista a la celebración y otorgamiento de las citadas Capitulaciones matrimoniales y en ellas, para poder mejor llevar las cargas y obligaciones que trae consigo el matrimonio con la decencia y lucimiento que corresponde a la nobleza y honor de la Casa y familia de los señores contrayentes, ofrezca, disponga y mande lo que aquí irá explicado con la obligación de su inviolable observancia y cumplimiento en la forma siguiente»...




- II -

Copia simple de la fe de bautismo de Félix María Paula, hijo natural de María Valentina de Ladero, y nota en que se declaró ser su padre Dn. Félix María Samaniego491, casado con D.ª Manuela de Salcedo y vecino de Laguardia y ella, natural de Bilbao, soltera; cuyo documento se pone por cabeza en todas las copias de las fundaciones de los mayorazgos que pertenecen a la casa del expresado Dn. Félix María Samaniego y que por su muerte, acaecida en la misma villa de Laguardia el 10 de agosto de 1801, recayeron en su hermana mayor D.ª María Josefa Samaniego, vecina de la villa de Torrecilla, y enseguida, y por cesión de dicha señora, en Dn. Mariano Antonio Manso, su hijo, vecino de la misma villa, para que en ningún tiempo pueda ocurrir duda de que el sujeto de que hace expresión esta fe de Bautismo no puede ser hijo legítimo del expresado Samaniego, por hallarse casado a la sazón de este bautismo y muchos años antes con la expresada Sra. D.ª Manuela, la que también falleció muchos después que el expresado su marido; cuyas advertencias es conveniente estén siempre a la vista de los poseedores de estas casas y mayorazgos.

«Dn. Francisco Antonio de Lasquibar, Presbítero Rector de la Parroquial de Santa Catalina, virgen y mártir, de esta villa de Lizarza, provincia de Guipúzcoa, obispado de Pamplona. Certifico que, en este Libro de Bautizados de ella que dio principio el año de 1760 y finalizó en el de 1823, al folio 97, persona n.º 10, se halla una partida del tenor siguiente:

'En el 2 de abril de 1790, yo, el infrascrito Rector de la Parroquial de este lugar de Lizarza, bauticé en ella a Félix María Paula, nacido a las 4 de la misma mañana, hijo natural de María Valentina de Ladero y cuyo padre se ignora según la relación que me hizo Ana María de Sendoa, vecina de Leaburu, que trajo la criatura después de oscuro, añadiendo que no sabía de dónde fuese la madre del niño; fue padrino Dn. Gregorio de Ezquieta, Presbítero Beneficiado de esta Parroquial, a quien previne el parentesco espiritual y obligaciones contraídas, bajo cuya verdad firmo.-Doctor Dn. Francisco Antonio de Lizarza.

Nota: Se declaró por padre Dn. Félix María de Samaniego, casado con D.ª Manuela de Salcedo, vecino de Laguardia y ella natural de Bilbao, soltera.-Doctor Lizarza'.



Cuya partida y nota están fielmente sacadas de su original que para en mi poder, y para que conste donde convenga, doy el presente firmado en esta expresada villa de Lizarza, a 20 de octubre de 1829.-Dn. Francisco Antonio de Lasquibar».

La original fe de Bautismo que se ha puesto por cabeza en la fundación del Mayorazgo de Samaniego en la villa de Laguardia como primer apellido de la casa (que hoy ha cambiado ya en Manso) está legalizada por los tres escribanos Dn. Manuel de Gastañaga, Ramón de Uría e Ignacio Vicente de Elorza, todos de S. M. y residentes en la villa de Tolosa de la M. N. y M. L. provincia de Guipúzcoa, donde radican las haciendas y Mayorazgos de esta expresada casa de Manso con los apellidos de Idiáquez, Yurreamendi, e Irala-Zabala, a 23 de octubre de 1829.




- III -

Cartas en el proceso inquisitorial por el folleto «Carta Apologética al Sr. Masson»492.

a) Denuncia de Dn. Fermín Huarte.

Al Sr. Inquisidor Fiscal. Logroño.

Ilmo. Sr.:

Notorio es el celo de todos los señores de esa santa y temible Casa para pesquisar personas, escritos y libros que puedan prevaricar e inclinar a lo siniestro a ningún fiel (como lo acreditan las repetidas órdenes de prohibiciones y expurgaciones que con harto dolor de todo timorato de Dios experimentamos). Y sin embargo es cosa llorosa que no se extermine tal peste. Yo, un pobre siervo de Dios y de sus venerables ministros, vivo mortificado desde que con desgracia mía he oído algunas envenenadas máximas de un libro blasfemo, que se ha impreso contra la Academia Española, ministerio, el Rey Nuestro Señor y, lo que más horroriza, contra la acreditada santidad de la Inquisición, intitulado Ahora sí que están guapos los huevos.

Pongo para descargo de mi conciencia esta noticia en los ojos de S. Ilma. a fin de que (si contemplase no merece desprecio) se siga a la Liebre, la que se encontrará y recogerá durmiendo en su propia cama de este modo. Se ha impreso en la oficina de Dn. Francisco Lama, a quien, por decreto de veinte de agosto de ochenta y cuatro, se le prohibieron por esa Santa Casa dos obras, siendo el cajista Fermín de Arbelaiz, oficial actual de la viuda de Iruzquira en Bilbao, y el prensista Felipe Morales, quien se mantiene aún en ésta y me consta tener escondido un ejemplar, el que mostrará no con suavidad, sino infundiendo terror. El regente del citado Lama es un sacerdote, Dn. José Carrera, quien se excusó para esa obra por el escándalo que le causaba. Mas insistiendo Lama echó mano de un Procurador del Juzgado, Bernardo Arrese. El principal de la obra era forastero y se ha mantenido de rebozo durante la impresión. Vea su Ilma. descubierto el campo. También advierto que el Comisario Dn. José Mendizábal es afecto al citado Lama.

Espero que Dios me descansará de mi inquietud y a Su Ilma. dará las luces para tan delicado ministerio.

Besa los pies de Su Ilma. su menor siervo.-Fermín Huarte, dómine o preceptor de Tolosa.

Tolosa, y noviembre 20 de 89.

P. D.-Aunque no soy acreedor, para mi mayor descanso, espero recibo de este mal formado borrón.

b) Informe de Fr. Juan de Cristo

Muy Ilustres Sres.:

He leído con la posible atención el papel intitulado Carta Apologética al Sr. Masson y no he encontrado en ella cosa contraria a la doctrina de Nuestra Madre la Iglesia. Verdad es que está muy satírica y reprende irónicamente algunos defectos que supone hallarse en las obras de Dn. Tomás Iriarte.

Yo he practicado bastantes diligencias, a fin de hallarlas y leer en su misma fuente las poesías o composiciones donde el papel cita y observa varios defectos, no las he encontrado en ninguna persona de Logroño, por lo que irá la censura en suposición de que las citas son fieles.

En esta inteligencia digo que los defectos que le saca a plaza al dicho Dn. Tomás merecen la crítica o censura con que los califica este papel; principalmente El Apretón, poema joco-serio en que propone por asunto un objeto asqueroso e inmundo; pues semejantes materias sólo agradan a la gente soez y plebeya, pero no a los ingenios bien educados y de alguna finura de gusto. Sobre todo disgusta y merece la irónica reprensión que le da por aquella comparación tan indigna que hace del asiento común con la silla de un Papa.

Con el mismo acierto censura otras contraposiciones que hace entre Orfeo y Jeremías; la casta Susana e Himeneo; Menelao y Faraón; la infanta D.ª Urraca y San Pascual Bailón; Garibay y Zacarías cantando el cumbé al son de las Letanías, etc. Semejantes comparaciones siempre son reprensibles, por injuriosas a las cosas sagradas.

Nadie ignora que las composiciones poéticas de género burlesco abundan de comparaciones o cotejos entre cosas sublimes y bajas, ridículas y serias, representándonos los poetas cosas altas y serias por el lado de lo ridículo. Pero cuando éstas son tan altas que son sagradas, no debe tener lugar este cotejo; pues las cosas divinas y sagradas por cualquier lado que se miren deben infundir respeto y veneración, y nunca pueden ser objeto que mueva a risa, que es uno de los fines del género burlesco; por lo que me parece está bien reprendido Dn. Tomás Iriarte en este punto, por haber practicado lo contrario.

La crítica que hace sobre los Epigramas 3.º y 12.º también parece justa por ser ajeno de un escritor público confundirse con la baja plebe para insultar con el dictado de borricos a los que hablan la lengua vascongada, debiendo suponer que en aquella nación, como en otra cualquiera, habrá de todo, esto es, hábiles y lerdos, ignorantes e instruídos, y que de estos últimos podía salir alguno defendiendo el honor de su Nación, y poniendo de manifiesto los defectos del escritor o, como dicen, volviéndole las nueces al cántaro; porque como según el mismo Dn. Tomás de Iriarte, tom. 6, donde las dan las toman.

Así le sucede con el autor de este papel, que cierto no parece cornada de borrico sino estocada de diestro; y no será fácil que se cure Dn. Tomás de la llaga en mucho tiempo.

El papel, a la verdad, está muy satírico, pero a eso se expone el que publica las producciones de su ingenio, hiriendo con la espada de su pluma a los que están callando y descuidados.

No tiene nombre de autor ni lugar de impresión ni fecha, pero en lo demás puede servir de escarmiento a todos los que hablan con el público por escrito; pues como dice el mismo: el público es un personaje muy respetable y merece que no se le propongan objetos asquerosos e inmundos y mucho menos se le debe divertir con poesías que abatan las cosas sagradas valiéndose de ellas para asuntos ridículos; y últimamente no se deben reprender los vicios de algunos particulares insultando a las naciones enteras de que son individuos. Si estas observaciones hubiera tenido presente Dn. Tomás de Iriarte al tiempo que escribía sus Apólogos Literarios, se hubiera librado del sonrojo que le habrá ocasionado esta carta. Por tanto, soy de sentir que este papel puede servir de aviso y escarmiento al dicho Dn. Tomás y a otro cualquiera que gaste su genio y humor, para que temple las plumas y lime con mayor cuidado las producciones de su talento. Así lo siento en este Colegio de Carmelitas Descalzos de Logroño, a 16 de abril de 1790.-Fray Juan de Cristo, Prior.

c) Informe de Fr. José de la Madre de Dios.

Muy venerable y santo Tribunal:

He visto de orden V. la Carta apologética escrita al Sr. Masson (éste es su título) escrita por un anónimo y en sólo ser anónimo descubre su malicia, aunque solapada y encortinada pero con una tela tan delgada y transparente que a primera vista se registra por ella una continuada sátira irónica con que hiere al parecer al Sr. Masson, autor de la Enciclopedia, pero afrenta en realidad a Dn. Tomás Iriarte de modo que tira el golpe hacia Masson y resultan las heridas en Iriarte. A Masson sólo ofende con los endebles filos de una pluma, pero a Iriarte con la acerada espada de una vergonzosa burla. A Masson amaga con el golpe pero sobre Iriarte da el golpazo, tapando con un solapo malicioso los yerros de éste y culpando con intención torcida al otro. Toma por escudo de su maledicencia la injuria que hace el Sr. Masson a la nación española, no para defender la literatura de Iriarte, sino para ajarla y ultrajarla como quien dice: ¿para qué te quejas, Masson, de que nuestra España no produce héroes literatos si abriga dentro de su seno al famoso, al eminente y sabio Iriarte, que sabe sacar de las ranas, ratones, pulgas, cerdos y aún de los estólidos jumentos, doctrina e instrucción para hacer doctos los indoctos y sabios a los salvajes? Ya lo trata de ángel y de inmortal y que es de un ingenio peregrino, y vuelve la hoja y se quita la mascarilla y hace risa de sus poemas, de sus jocosidades, de sus puerilidades y símiles, y aún se queja acremente de que entre ellos apropie a los vizcaínos el apodo de jumentos; y como yo no sé las cláusulas con que lo hace ni qué sentido hacen, si jocoso o serio, si como dichas relativamente al vulgo, que las suele proferir, o como aseverativas del asunto por el mismo Iriarte. Porque no he leído sus obras no puedo censurarlas, pero bien puedo afirmar que no dicen estas sentidas expresiones contra la nación cántabra con las alabanzas que hace de quien las escribe, a quien alaba (por una parte, aunque irónicamente) de insigne escritor, y por otra lo tacha de un maldiciente hablador contra una famosa y honradísima nación.

Y todo este modo de alabar por burla y tachar de veras ¿a qué fin mirará o qué fruto sacará este anónimo de todo su folleto? Sin agravio se puede presumir que no es otro su fin que un mal querer y una rabiosa envidia contra Iriarte y una vanagloria del estilo y de las bien disparatadas saetas contra éste, arrojándolo de la estimación en que vive y levantando su persona propia a la estimación que el mundo y gente ociosa suele dar a los que saben murmurar con alguna agudeza y discreción; pero, ¿qué importa que el vulgo indiscreto lo ensalce si sus mismos escritos lo desacreditan de un mal cristiano y de un bufón maldiciente que hace gala de quebrantar las leyes de la justicia y caridad? Esto sucede con este anónimo, que da a entender en su papel que tiene ingenio pero tan travieso y mal usado que convierte las puntas de sus satíricas saetas contra sí, perdiendo la reputación de buen cristiano por afear las prendas de un autor sencillo y bien intencionado, abandonando así y desentendiose [desentendiéndose] de las leyes y reglas del Santo Tribunal, el cual entre las que señala para tildar libros y para fieles perniciosos, en la 16 prohibe aquellos que sean detractorios y los que contienen chiste y graciosidades satíricas y públicas con ofensa de los prójimos. Y dejo aparte el injusto despotismo de escribir e imprimir libros o papeles sin licencia del Ordinario, como manda el Tridentino, y contra las órdenes y reales pragmáticas modernas sin el permiso del Consejo o Juez de imprentas. Por encima de todos estos graves y respetables decretos salta el dicho anónimo in offenso pede, y por eso dije al principio de esta mi censura, que bastaba el ser anónimo para argüir su audacia de una malicia criminal. Y más exponemos los ojos en la última plana del folleto donde, a cara descubierta, desamparen [desaparecen] los estribos de la aparente cortesía con que procedía en el cuerpo de su escrito y dejándose de solapadas ironías, descarga injurias afrentosas por lo claro, hiriendo a Iriarte con un sumo desprecio de su Fabulario Literario.

Por todo lo cual resuelvo: en primer lugar, que dicho papel no contiene proposición alguna que directa o indirectamente, implicite o explicite, diga oposición a los dogmas sagrados del catolicismo. Y con todo eso (resuelvo lo 2.º) que dicho escrito debe ser recogido y condenado como opuesto a la caridad y buen nombre del prójimo y a las leyes ya citadas que conspiran contra los autores que así escriben. Así lo siento en este nuestro Colegio de Carmelitas Descalzos de Logroño, a 3 de mayo 790.-Fray José de la Madre de Dios.

d) Informe de Fray Gregorio Rico.

Señor:

En cumplimiento al orden que V. Sª se ha servido comunicarme por su Secretario Dn. Manuel Román, digo: que he leído con toda atención y cuidado el impreso intitulado Carta Apologética al Sr. Masson. Ahora sí que están los huevos buenos. No hallo en dicho papel o sátira contra las obras de Dn. Tomás Iriarte, proposición alguna que merezca censura teológica, a excepción del Epigrama VIII, que empieza: tus obras Tomás no son, y acaba por la Santa Inquisición. El sentido que a primera vista presenta dicho epigrama es que una obra lejos de perder adquiere mayor estimación por la censura y prohibición del Santo Tribunal de la Inquisición. Proposición sin duda denigrativa e injuriosa a la justificación con que dicho Tribunal procede en todos sus juicios y determinaciones. El segundo sentido que ofrece dicho epigrama y que atendido el fin y el objeto del impreso se prefijó a mi parecer y quiso dar a entender el autor es: que en medio de ser tan común aumentase en nosotros el deseo de una cosa al paso que se nos prohibe, y nos vemos privados de ella, son tan de poco mérito las obras de Dn. Tomás Iriarte que aún cuando se prohibiesen y nos viésemos por consiguiente privados de su lectura ni aún así las desearíamos ni estimaríamos. Este último sentido pienso es el sentido propio del autor y el que quiso expresar, pero siendo el primero más obvio y el que a primera vista presenta dicho epigrama, soy de sentir debe mandarse borrar como mal juicio de este Santo Tribunal. Irache, mayo 16 de 90.-Señor Fray Gregorio Rico.




- IV -

Sumaria del proceso inquisitorial de 1793-94493

El Fiscal de Logroño sobre Dn. Félix María de Samaniego, residente en la villa de Laguardia, por proposiciones y tener libros prohibidos, viene votado a que se suspenda. Y contra Dn. Gabriel y Dn. Agustín Sáenz de San Pedro, ministros, que han recibido esta sumaria por haber faltado al secreto.

Tuvo principio por denuncia y declaración que hizo ante el Comisario de Bilbao, en 11 de marzo de 93, Dn. José María de Murga y La Barreda, hacendado y vecino de dicha villa, en que, bajo juramento en forma, declaró por descargo de su conciencia que, con motivo de haber ido a casa del reo, que se hallaba en Bilbao vio que tenía unos libros de Rousseau, una tarifa de los Derechos Romanos que presume el declarante puede estar prohibida, y la obra intitulada la Mettrie494. Que conserva especie, aunque dudosa, que de si le oyó decir al reo que tenía la Historia de las dos Indias de Raynal495; pero ignora si dichos libros son propios del reo o de quién. El Comisario remitió esta denuncia al Tribunal informando que mientras residió el reo en Bilbao no tuvo nota en materia de religión, y que hacía tiempo salió de allí para Laguardia, donde permanece actualmente. Reconocidos los registros del Tribunal no resulta que el reo tenga licencia de leer libros prohibidos. A su consecuencia, y según lo pedido por el Inquisidor Fiscal, el Tribunal libró comisión a su Comisario en Laguardia Dn. Gabriel Sáenz de San Pedro para que abocándose con el reo le pidiese dichos libros como prohibidos, y, aún para los que tienen licencia, esperando de su religiosidad que los entregará. Y dicho Comisario informó al Tribunal en 29 de agosto de 93: Que decía el reo que los tomos de Rousseau y la Historia de Raynal los remitió a Dn. Felipe Salcedo, su cuñado, residente en Logroño, que los habrá entregado al Santo Oficio. Que en cuanto a la Mettrie hay equivocación, pues nunca ha tenido sino el Diario de Rossier por la Metterie496 y no la Mettrie, que este autor está tenido por loco y la Metterie no sólo fue permitido en su Diario de Física sino traducido por suscripción en Madrid hasta que se prohibió y se entregó [a] su dueño el Conde de Peñaflorida. Que le ofreció todas sus llaves al Comisario para que registrase sus papeles todos y aún le sugirió que lo hiciese para mayor satisfacción del Tribunal por llegar tan repetidas quejas del reo. Y que a más de no tener obra alguna prohibida formaría el catálogo de sus pocos libros y lo presentaría al Tribunal si se lo mandaba. Preguntado el Dn. Felipe Samaniego [Felipe Salcedo?] por dichos libros respondió en efecto que entregó al Secretario Tejada, no acuerda el día, varios tomos de Rousseau y la obra Historia filosófica y política de Raynal que le remitió su cuñado Dn. Félix Samaniego. A su consecuencia y constando que el Marqués de Peñaflorida tiene licencia de leer libros prohibidos, no se hiciese diligencia, el que resulta habérsele devuelto por no ser prohibido aún para los que tienen licencia. Y que se dijese al reo que el Tribunal estaba satisfecho de su cristiandad y buen uso que hace de los libros y esperaba continuase entregándole cuantos llegasen a sus manos prohibidos. Con lo que se suspendió esta causa en 23 de septiembre de 93, y lo ha estado hasta 7 de octubre del mismo año en que Dn. Joaquín Antonio Muro, Presbítero Beneficiado en Laguardia, de 43 años, delató al Tribunal a este reo sobre varias proferencias con referencia en razón a Dn. Rafael Ustariz, Maestro de Capilla, quien por miedo y gran temor que tenía al reo no se había atrevido a ejecutarlo. Otra proposición con referencia a Dn. Francisco Bastión, francés residente hoy en la Cartuja de Sevilla. Otra con referencia a Dn. José Miguel Paternina, Cura de dicha villa y Vicario de su partido. Librada la comisión correspondiente al expresado Comisario Dn. Gabriel Sáenz de San Pedro para el reconocimiento de la delación y examen de contestes la evacuó haciendo de Notario Dn. Agustín Sáenz de San Pedro, Contador jubilado del Tribunal. El delator, pues, reconoció por suya la delación y declaró con la misma referencia a dichos sujetos. Y el Comisario informó a este delator que es demasiadamente nimio y ridículo en las operaciones pues obra y procede con bastante ligereza.

Examinado, pues, Dn. Rafael Ustariz, Maestro de Capilla de Música en Laguardia, de 39 años, a que se refiere el delator en mucha parte de su delación contesta en todo lo que es citado y declara a la 1.ª pregunta de oficio... fol. 16.

Examinados como contestes Dn. Bonifacio Martínez Ballesteros, Regidor preeminente por el estado noble, de 41 años; Dn. Fernán Fernández Berruca, Caballero en dicha villa, de 33 años; Dn. Martín Eugenio Sáenz de San Pedro, también Caballero, de 50 años, citados por Ustariz, nada contestan aún habiendo sido reconvenidos con sus respectivas citas muy conforme a instrucción, pues dicen que jamás han oído tales proferencias y que son muy cristianos y celosos de la honra de Dios para que no las hubiesen delatado inmediatamente.

Dn. José Miguel de Paternina, Presbítero Beneficiado de dicha villa, de 65 años, también citado, declara a la 3.ª pregunta sobre si sabe o ha oído decir... fol. 25.

En 2.ª declaración dice este testigo, preguntado si ha oído decir al reo que la Inquisición se componía de un Cristo, dos candeleros, responde que sólo puede decir que yendo el declarante a visitar a Dn. Gabriel Sáenz de San Pedro (es el Comisario que le toma la declaración) para tratar como Curas Párrocos sobre un informe que se le pedía, trataron entre sí con este motivo de los asuntos del pueblo que entonces corrían, y eran que el P. Capuchino Fr. Antonio Antal, conventual en aquel tiempo en el de Laguardia y hoy en Bilbao, y el P. N. Deusto, conventual en Valladolid, se hallan resentidos de este reo y hablaban de él bastantes cosas movidos de ira; en cuya conversación dijo al testigo el citado Dn. Gabriel, nada se puede extrañar, Sr. Vicario. Y sepa Vm. que el P. Antal ha dicho que este reo había proferido que la Inquisición se compone de un Cristo, dos candeleros, pero nunca presumió que el reo lo hubiese dicho.

Examinado Dn. Ignacio de Uría, Presbítero, de 42 años, citado sobre que se halló presente a la proposición de que los raptos y éxtasis de Santa Teresa eran poluciones, no contesta, aún reconvenido.

Dn. Ramón María Ravanera, Caballero de la misma vecindad, citado sobre que se halló presente en la conversación en que profirió este reo: que mejor sería descubrir los defectos de los hombres para que se enmendasen; que en Inglaterra se ha conocido por este medio mucha reforma en las costumbres; tampoco contesta aún reconvenido.

Dn. Liberal Carlos Lalande, Presbítero francés residente en Laguardia más de un año ha, de 31 años, citado sobre haber oído al reo en conversación, ¿qué pensaban Vms., que yo seguía la política de España? Pues no sigo sino la de Francia. Responde que sólo puede decir que recién llegado a aquella villa con otros compañeros emigrantes, los hospedó y agasajó este reo, y condoliéndose de su miseria les dijo que con satisfacción podían explicarse con él pues también sentía las cosas de la Francia; pero que nunca le notaron cosa alguna contra la fe.

Examinado en el villa de Oyón Dn. Ignacio Abadía, cirujano, de 48 años, y preguntado contra instrucción si oyó si este reo hablando del Tribunal de la Inquisición que se compone de un Cristo, dos candeleros. Sólo dice, reconvenido, que quiero hacer recuerdo, aunque confuso y muy dudoso, que en conversación que tuvo con Fermina Muñoz, vecina de Laguardia, oyó dicha proposición que sin duda la diría la expresada Fermina, pero que no lo ha oído jamás al reo.

Examinado en la Cartuja de Sevilla el P. Dn. Francisco Bastión, Presbítero, monje cartujo francés, de 48 años, citado sobre [si] se halló presente con otro religioso capuchino cuando el reo dijo: este vestido y este vestido hacen mucho mal. Responde a la 3.ª pregunta de oficio: que hace memoria que por octubre o noviembre del año pasado estando en la villa de Laguardia, vestido de clérigo, que había [hacía] poco se vino huyendo de Francia, paseándose con el P. Clemente, capuchino francés, y el caballero Samaniego de dicha villa, sin antecedente que notase el testigo, dijo el reo tomando sus vestidos del clérigo y del capuchino: este vestido y éste hacen mucho mal en España, y se persuade que lo diría por la multiplicidad, y no con otra intención, pues trató poco al reo y no entendió de su conducta.

El P. capuchino Fr. Clemente se buscó en Valencia y Segorbe para examinarlo, pero resultó que en la expulsión de franceses de aquel reino de Valencia pidió patente para Lisboa y se había ya marchado.

El Comisario de Laguardia remitió las declaraciones que él había evacuado informando bien de todos los testigos excepto de Ustariz y del delator como va hecho; y del reo dijo que como su Cura Párroco que es, asegura que es uno de los feligreses que más se interesan en el culto divino... fol. 38.

Al día siguiente que entregó al Tribunal este informe su contador jubilado Dn. Agustín Sáenz de San Pedro, hermano al parecer del Comisario, y ante quienes se han examinado dos testigos de Laguardia, presentó otro informe diciendo... fol. 39.

En 27 de enero de este año se recibió en el Tribunal repetidas quejas contra él, mandó se buscasen y nada se ha podido hallar en expedientes suspensos y de libros.

En 8 de febrero de este año recibió el señor Inquisidor General una representación del citado Maestro de Capilla Dn. Rafael Ustariz en que dice... fol. 9.

Y dijo en su vista: resérvese. Y hay una orden del mismo Señor Arzobispo de Selimbria de 27 de marzo siguiente comunicada al Tribunal en que le dice que le devuelve el expediente y diligencia posteriores actuadas por él contra dicho reo para que continuase conforme a justicia y le avisase a su tiempo su resolución. Y que por lo [que] podía conducir le remitía la expresada representación de Ustariz.

No se ha pedido recorrección de registro de los demás Tribunales.

Y se suspendió algunos meses el curso de esta Sumaria por el incidente que ya insinúa Ustariz en la citada representación al Sr. Inquisidor General sobre haber faltado al secreto en este negocio Dn. Agustín y Dn. Gabriel Sáenz que han hecho de Comisario y Notario, contra los cuales se ha formado expediente separado y lo remite el Tribunal y votado para que se tenga presente en la resolución de la Sumaria contra Samaniego.

Resulta de dicho expediente que con fecha de 3 de marzo de este año remitió al Tribunal el Presbítero Dn. Joaquín Antonio Muro (que él también es delator en la Sumaria anterior) esta denuncia... fol. 3.

Librada la comisión ordinaria al Comisario de Cenicero, inmediato a Laguardia, reconoció por suya la delación y declaró que sabía haberse publicado la delación que hizo contra Samaniego por habérselo dicho Ustariz; que las palabras que refiere en su delación haber oído a Dn. Gabriel y Dn. Agustín Sáenz de San Pedro fue estando a solas con ellos; y añade que con motivo de haber dicho el delator con referencia a Dn. N. Yranzu y Dn. N. Treviño hará dos años contra Dn. Santiago González Mateo sobre ciertas expresiones que dijo acerca del uso del agua bendita, el dicho Dn. Gabriel le dijo en la sacristía al declarante aquellas declaraciones de Vm. y de Yranzu, no las he enviado al Tribunal porque como Vm. sabe Treviño es tan confuso que una vez dice una cosa y otra vez otra; y esto es que le he dicho que Vm. lo citaba a él siendo así que no podemos hacerlo. Y prosiguió diciendo que no sabía qué tenían esos chicos que también hemos procesado al hermano, entendiendo por el dicho Dn. Tadeo. De este Muro informó el Comisario actual que le tienen por buen sacerdote y aún nimio y escrupuloso, pero sin embargo le da a notar que su delación en el particular de hacer sospechoso a Dn. Gabriel Sáenz de haber revelado el secreto de su delación, pues al parecer el Comisario que informa ninguna de las 5 ó 6 razones que expone en su última delación puede inducir sospecha contra Sáenz.

Examinado dicho Ustariz a quien se refiere el delator en cuanto a haberse publicado en Sumaria contra Samaniego contesta y declara a la 1.ª pregunta... fol. 8.

Francisco Quintana, de la misma vecindad de Laguardia, de 50 años, contesta que en el año pasado de 93 se hizo tan público en dicha villa, como el pecado de Adán, la delación contra Samaniego diciéndose al mismo tiempo que la había hecho Ustariz por Dn. Joaquín Muro y que decían los labradores que habían de matar a Ustariz por esto y oyó en el coro a Dn. José Giral que Samaniego había enseñado en su casa un papel que al parecer debía ser dicha delación o queja. José Giral, casado, de 44 años, declara que oyó hablar a muchos haber hecho delación por Ustariz contra Samaniego y que se leyó un papel en casa de éste firmado por Ustariz en que decía mil disparates; y otros decían que no era de Ustariz sino una queja de Samaniego al Ministro de Estado Godoy. Y que se lo oyó un sastre. Y nada más sabe el testigo.

El comisario de Cenicero remitió estas diligencias al Tribunal con fecha de 9 de mayo informándole... fol. 12.

De los registros del Tribunal nada resulta contra dichos dos hermanos fractores del secreto. Y conforme a lo expuesto por el Fiscal, quien hace varias reflexiones sobre los inconvenientes que puede haber de seguirse esta, especialmente por las facciones y partidos en que está envuelta dicha villa, y la anterior Sumaria por lo que ambos arrojan, dice el Tribunal en esta Sumaria, sobre fracción del secreto... y en la de Samaniego.




- V -

Testamento (1795) y codicilo (1801)497

In Dei nomine, amen: Sépase por este público instrumento de testamento, última y final voluntad, cómo yo, Dn. Félix María Samaniego, vecino de esta villa de Laguardia y Sr. de las cinco que componen mi valle de Arraya, hallándome en sana salud, entendimiento natural y cumplida memoria, repitiendo gracias a nuestro Divino Redentor por tan especial favor, teniendo presente que he de pagar el tributo a la muerte, deuda con que todos nacemos, que es incierta la hora y la enfermedad que me puede acontecer será acaso tan aguda y ejecutiva que a impulso de ella queden borrados e imposibilitados mis sentidos de todo sosiego, teniéndolo ahora y deseando vivir prevenido para cuando llegue aquel temido espantoso lance, creyendo firmísimamente como fiel y católico cristiano en el Misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, y en todos los demás misterios y cosas que tiene, cree y confiesa nuestra Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica, Romana, en cuya fe y creencia he vivido y protesto vivir y morir el tiempo que me resta de vida, tomando como desde luego tomo por mi intercesora y abogada a la Reina de los Ángeles María Santísima, Madre del Verbo encarnado, que se hizo Hombre para remedio del género humano, Señora nuestra, y a los Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo y a los demás Santos y Santas de mi devoción, para que desnudándose mi alma de su mortal cuerpo se sirva llevarla a su celestial presencia, que es el fin para que fue criada, y a mayor honra y gloria suya, hago y ordeno este mi testamento en la forma siguiente:

Primeramente: Encomiendo mi alma a Dios Nuestro Señor que la crió y redimió con el tesoro y precio infinito de su preciosa Sangre y el cuerpo a la tierra de que fue formado, el cual quiero y es mi voluntad que, luego que sea cadáver, sea envuelto y mortajado con hábito capuchino y sepultado en la iglesia del Señor San Juan de esta villa, en cualquiera de las sepulturas de la capilla que tiene mi Casa al lado del Evangelio, que es bien notoria.

Ítem: Es mi voluntad que a mi entierro asistan los Beneficiados y Servidores en los coros de ambas iglesias de esta dicha villa, por quienes se me haga el entierro mayor que se practica con los difuntos seglares y se han practicado con los demás de mi Casa, con la música de ella, honras, novena y cabo de año y se les pague la propina y limosna acostumbrada.

Ítem: Es mi voluntad que mientras se celebren los oficios referidos de entierro, honras, novena y cabo de año, ardan sobre mi sepultura doce hachas de cera y dos velas de lo mismo en cada altar de los que tiene dicha iglesia.

Ítem: En atención al amor y cariño que siempre le he tenido y tengo a D.ª Manuela de Salcedo, mi esposa y mujer, le mando el remanente del quinto de todos los bienes libres que dejaré después de mi muerte, así muebles como raíces, derechos y acciones, para que mientras viva se mantenga con la mayor decencia que corresponde a su estado y calidad y, después de sus días, suceda en esta manda D.ª Javiera Samaniego, mi hermana, mujer legítima de Dn. Felipe Salcedo, y sus legítimos hijos, que así es mi voluntad.

Ítem: Quiero se digan por mi alma quinientas misas rezadas con la limosna de cuatro reales vellón cada una.

Ítem: Mando al convento de P. P. Capuchinos de esta villa, y sus Religiosos, por el afecto que siempre les he tenido, veinte ducados de vellón, por una vez cuya cantidad, luego que yo fallezca, se les ha de dar en especie de dinero, que así es mi voluntad.

Ítem: Mando a las Órdenes acostumbradas sus derechos por una vez y con ellos los aparto de mis bienes.

Y para cumplir y pagar este mi testamento y lo que en él dejo dispuesto, nombro por mis cabezaleros testamentarios al Cura que es o fuera de dicha iglesia de San Juan, a Dn. Joaquín de Guevara, Presbítero Capellán en esta villa, a los dos juntos y a cada uno in solidum sin limitación de tiempo, para que luego que yo fallezca den cumplimiento a todo cuanto dejo dispuesto, y del remanente de todos los bienes libres que quedasen después de mi muerte, dejo, instituyo y nombro por mi única y universal heredera a la dicha D.ª Javiera Samaniego, mi hermana y a sus hijos y a falta de éstos y de aquella a D.ª María Josefa Samaniego, también mi hermana y a sus hijos habidos en el matrimonio que contrajo con Dn. Félix Manso de Velasco, para que los hereden en su tiempo con la bendición de Dios y la mía. Y con lo dicho revoco, anulo, doy por ninguno de ningún valor ni efecto otro cualquiera testamento o testamentos, codicilo o codicilos, poder o poderes para testar que antes de éste tenga hechos por escrito, de palabra o en otra cualesquiera forma, porque ninguno quiero que valga ni haga fe en juicio ni fuera de él, sino éste que al presente otorgo en aquella vía y forma que más seguro por derecho. Y así lo otorgo en esta dicha villa de Laguardia, a diez y siete días del mes de abril de mil setecientos noventa y cinco años, siendo testigos llamados y rogados para este efecto al dicho Dn. Joaquín de Guevara, Dn. Ignacio de Uría, Presbíteros Capellanes de esta dicha villa y Dn. Santiago Calvo y Urrutia, vecino de ésta, y el señor otorgante a quien yo, el escribano doy fe, conozco y de que a mi parecer y al de dichos testigos se halla en su sano y cabal juicio, lo firmo. También se halló por testigo Dn. Fermín de Berrueco, vecino de esta dicha villa.-Félix María Samaniego.-Ante mí, Pedro Antonio de Vitoriano.

Yo, el dicho escribano de S. M., numerario y vecino de esta villa de Laguardia, presente, fui a lo que se va hecha mención, en fe de ello y de que concuerda con su matriz, que obra en el registro de su razón, a donde me remito, lo signo y firmo en esta mencionada villa de Laguardia, a once de agosto de mil ochocientos y uno.-Pedro Antonio Vitoriano.

Codicilo:

En la villa de Laguardia, a ocho de agosto de mil ochocientos y uno. Ante mí el escribano y testigos infrascritos, Dn. Félix María Samaniego, vecino de esta dicha villa y señor de las cinco que componen su valle de Arraya, hallándose en cama enfermo pero en su pleno juicio y entendimiento dijo: Que en diez y siete de abril de mil setecientos y noventa y cinco, por mi testimonio y estando en sana salud, otorgó su testamento, última y final voluntad y usando por este instrumento de codicilo del derecho que le asiste para poder añadir y quitar de él, quiere se observe, guarde y cumpla lo siguiente:

En dicho su testamento quiere ser mortajado luego que sea cadáver con el hábito capuchino, pero se ha de entender con la caja regular que se acostumbra con las personas de forma.

También deja en dicho su testamento por su única y universal heredera a D.ª Javiera Samaniego, su hermana ya difunta, y a sus hijos habidos en el matrimonio que contrajo con Dn. Felipe Salcedo, y quiere no se entienda esta preferencia a dicha su hermana D.ª Javiera sobre la dicha D.ª María Josefa, pues a las dos las ama fraternal y afectuosísimamente con igualdad, porque habiendo de recaer el Mayorazgo libre, que posee, en la dicha D.ª María Josefa es igualar en lo poco que de sus fortunas pende.

Declara que habiéndose deshecho del piano en cinco mil reales para el avío de la familia de Dn. Santiago de Aguirre en un viaje de más de cientos y tantas leguas, se reservó el otorgante no sabe si dos mil y quinientos reales con la intención de completárselos y quisiera se cumpliese, como consta de un papel que se hallará en su papelera.

Declara que a Manuel Pérez, su hacedor, le debe unas cuantas onzas de oro que le ha anticipado estos días y no ha llevado cuenta, por su indisposición; y que a los hijos de éste no les ha dado salario alguno a no ser gratificación de Pascua y huéspedes, por no haberles permitido jamás a sus criados que la tomasen de los forasteros. Que el dicho Manuel Pérez sirvió por dicho señor la mayordomía del santo Hospital de esta villa, y quiere que si algo se debiere por no haber podido cobrar, se pague de sus bienes.

Que a Ildefonso Pinedo, barbero, le da anualmente ochenta reales por afeitar, y le debe desde el principio de este año, y a más su asistencia puntual y caritativa en sus últimas indisposiciones.

Que a Fernando Albariza, alias Macareno, se le pague lo que se le debe, sin contar lo gastado con él en la Línea.

Que a Manuel de Lizondo se le pague su soldada por entero y se dé alguna gratificación.

Que a Petronila y María Miguel de Zuazu, asistentas en su casa, en barrer, traer carne y otras labores, se les gratifique.

No dice nada de dicho Manuel Pérez y su mujer, y se contenta con recomendar sus servicios a sus herederos.

Nombra por sus cabezaleros al Cura que es o fuere de la iglesia del señor San Juan de esta villa, a Dn. Felipe Salcedo y a Dn. Mariano Manso, su cuñado y sobrino respective, a los tres juntos y a cada uno in solidum, y en esta parte revoca los que tiene nombrados en el recordado su testamento, todo lo cual quiere se guarde y cumpla y ejecute inviolablemente, pues así lo dispone y manda en aquella vía y forma que mejor puede y ha lugar su derecho, ante el presente escribano, siendo testigos llamados y rogados para este efecto Dn. Gabriel Sáenz de San Pedro y Arellano, Presbítero Beneficiado en las iglesias de esta citada villa, Cura en la del Señor San Juan de ella y comisario del Santo Oficio de la Inquisición de Navarra, y Dn. Tomás Pérez de Viñaspre, Teniente de Cura de dicha iglesia y Dn. Bonifacio Martínez Ballesteros, vecinos de esta referida villa, a quienes y al señor Otorgante que doy fe conozco; y de que a mi parecer y al de dichos testigos se halla en su sano y cabal juicio, lo firmo.-Félix María Samaniego.-Ante mí, Pedro Antonio de Vitoriano.

Luego que dicho Dn. Félix María Samaniego firmó el codicilo antecedente, que aún no se había pasado una hora con corta diferencia y a presencia de Dn. Javier de Emparan y de Dn. Ignacio de Abadía, médico y cirujano respective de esta dicha villa de Laguardia, y de mí, el escribano, dijo: Que en atención al grande cariño que tenía a sus sobrinos, pero también a su imposibilidad de manifestarlo por obra a ninguno de ellos por contemplarse sin medios, hace la pequeñísima insinuación de dejar el caballo y las pistolas a Dn. José María Manso, conociendo que el cariño que siempre le ha profesado debe esperar que cuanto más bagatela sea su memoria, tanto más apreciable le será en cuanto no envuelve un interés que pueda hacer de mil leguas sospechosa su estimación hacia su amado tío. No firmó por no molestarse, firmó uno de los testigos presentes y yo el escribano en fe de ello.-Francisco Javier de Emparan. Ante mí, Pedro Antonio de Vitoriano.

Y yo el dicho escribano de S. M., numerario y vecino de esta villa de Laguardia, presente fui, y en fe de ello lo signo y firmo en este día once de agosto, año de mil ochocientos y uno.-En testimonio de verdad, Pedro Antonio de Vitoriano.




- VI -

J. G. R.: Carta sobre el mérito del señor Samaniego, autor de las fábulas498.

En el diario de Monsieur compuesto por el Abate Royou, Capellán del orden de San Lázaro y de la Real sociedad de Navarra, número 7, dice lo siguiente:

Fábulas en verso castellano, compuestas por el caballero Samaniego, de la Real Sociedad Vascongada.

«El siglo de Luis XIV que ilustró de una vez todos los talentos, se glorió sobre todo de haber producido al inmortal La Fontaine. Molière decía a Despraus y a Racine: este buen hombre nos obscurecerá. No sé si la posteridad ha confirmado el juicio de Molière, pero si ésta no coloca como superior a La Fontaine, el autor de Misántropo, de Atalía y del arte poético, a lo menos podrá negarle un lugar distinguido al lado de estos grandes hombres. Sin hablar de los antiguos; Gellert en Alemania, y Gay entre los ingleses que han enriquecido su literatura con los apólogos. Los italianos tenían varias colecciones de fábulas, y la nación española era casi la sola en Europa que no las haya tenido; pero el caballero Samaniego llegó por fin a darle un fabulista. Está compuesta su obra de más de cien fábulas, entre las cuales se puede asegurar que no hay una en que no se reconozca un literato ilustrado, alimentado con la lectura de los buenos fabulistas así antiguos como modernos, y entre los cuales merece ser citado, ¿pero sabrán todos sus compatriotas apreciar el mérito de su obra? Me es permitido dudarlo; el éxito feliz de un autor está siempre en razón de las dificultades que ha tenido que vencer; y como la mayor parte de los lectores suponen pocas o casi ninguna en el apólogo, en donde el arte se oculta con sumo estudio y finura, y en que muchas veces lo sublime aparece bajo las formas más fáciles, y con un exterior de sencillez desconocido para la mayor parte de los lectores. Por este motivo La Fontaine fuera de Francia, no está tan apreciado como debiera. Aquella muchedumbre de expresiones creadas por él, aquellas valientes metáforas y aquellos grandes efectos de poesía, de que parecía poco susceptible la materia que trataba; en fin, esta prodigiosa variedad que se ve esparcida en su estilo, sin que por ello se halle destruida la unidad: (todo esto digo) es capaz a la penetración de los extranjeros. No ven comunmente en las fábulas de la Fontaine, sino es una obra agradable y una diversión para la niñez, mientras que los franceses conocedores las tienen (como se ha dicho muy bien) por una de las obras que la historia literaria de todos los siglos ofrece quizás de más admirable.

Al caballero Samaniego no se le puede hacer cargo de no haber conocido a fondo todo el mérito de la Fontaine; se le halla muchas veces las mismas gracias y finura, y aquello que se llama arte de agradar sin afectación.

Algunas veces parece que ha querido tomar por único modelo a Fedro; pero entonces hubiera debido evitar aquella concisión que el fabulista latino se había impuesto. La afectación de este laconismo hace desechar a Samaniego, aquellas circunstancias interesantes, aquellos adornos poéticos en donde brilla el talento de contraer que forma el principal carácter del apólogo; parece que en esta parte ha creido satisfacer la obligación en que se hallaba con sus lectores; prometió en su prólogo hacer versos fáciles, y al alcance de los jóvenes, versos que no difieran de la prosa más sencilla ¿pero qué podrían ser unos versos tan sencillos como la prosa? además de que es una preocupación mal entendida, creer que esta sencillez, esta facilidad sea perjudicial, y la causa por la cual según nos dice Samaniego, conformándose con no sé que autor moderno que las fábulas de la Fontaine son tenidas, a excepción de cinco o seis, por inútiles para el uso de los jóvenes. Algunas moralidades poco sondeadas, y otra cuya aplicación puede ser peligrosa como esta


Quiconque est loup aguise en loup:
C'est le plus certain de beaucoup!
y esta otra que dice
Le sage dit suivant les gens,
Vive le Roy! Vive la Ligue!



Ved aquí la causa por la cual algunos han puesto en problema si convenía o no poner las fábulas en las manos de los jóvenes; pero lejos de dudar que la belleza de poesía debiese impedir la lectura a los jóvenes, soy de parecer que esta llama la atención de los muchachos, y los hace imprimir sus preceptos con más facilidad.

¿Cual es el joven que a la primera lectura no ha entendido las fábulas del Roble y la caña, los animales con peste, el viejo y los tres jóvenes, en donde con profusión está sembrado todo el lujo, pompa y brillantez de que es capaz la Poesía. Sucede con el hombre en la niñez lo que con las sociedades en sus principios, su lenguaje más natural es la Poesía, su alma entonces toda ocupada con lo exterior se deja llevar con los objetos físicos, no tiene aún ideas abstractas, y expresa sus pensamientos por imágenes sensibles.

Felizmente el señor Samaniego, guiado por un instinto natural al buen gusto, y con el talento propio con que se halla dotado para la poesía, se ha visto precisado a olvidar estos principios. Puedo muy bien citar para corroborar mi dictamen varias fábulas de estas que están llenas de la más fácil y brillante poesía. Tales son v. gr.: La Codorniz, el León enamorado, el Caballo y el Ciervo, los dos Machos, etc., etc. En la del Leopardo y las Enanas [monas], éste fingiéndose muerto se vale de esta estratagema para que vengan contentas y alegres a bailar y saltar sobre el pretendido cadáver, pero el Leopardo poniéndose de pies de una vez


   Levántase ligero,
y mas que nunca fiero
pilla, mata, devora de manera
que parecía la sangrienta fiera
cubriendo con los muertos la campaña,
al Cid matando Moros en España».



Y la traducción del autor de este papel dice así:


«Mais tout-a-usup il s'elence,
et rien n'echape a la vengeance,
de cet animal enfureur;
il frappe, il tue, il devore,
tel autre fois contre le peuple more
l'on vit le Cid exercer sa valeur
et du sang Africain inonder nos campagnes».



El Milano proponiendo a las palomas que lo elijan por su rey, juró mantenerlas siempre en una eterna paz, y dice:


Pues tocante a la paz seré un Octavio.



El autor dice:


L'on citera mon regne avec celui d'Auguste.



Estas son de aquellas felices producciones que el mismo la Fontaine hubiera celebrado tenerlas, y que prueban que Samaniego es digno de remplazarlo, dándole el epíteto de la Fontaine español.

Si alguna cosa debe aumentar el reconocimiento de la nación española hacia este autor son las miras por las cuales ha compuesto sus fábulas. No es la gloria del autor, que con justo derecho por sus grandes talentos podía pretender, la que le ha movido a ponerlas por obra: su fin ha sido la utilidad de su país, y la obediencia a su tío. La colección que anunciamos ha sido compuesta con destino a la educación de los jóvenes del Real Seminario de Vergara, del cual tomo como miembro de la sociedad al señor de S. es uno de sus directores. Un colegio bajo la inmediata dirección de un cuerpo literario, y siendo el principal objeto de sus conocimientos, investigaciones, de sus desvelos y cuidados, y aún de sus gastos: todo esto seguramente debe parecernos extraordinario.

Hubo un tiempo en que la Francia estuvo inundada de un diluvio de obras sobre la educación. Este asunto era entonces de moda: se hablaba de él como ahora se habla de la música y de Jeannot. En este tiempo se escribía poco en España, pero en la más reducida de sus provincias, en medio de los Pirineos, se formaba una asociación de caballeros que se obligaron a cultivar la literatura por solo el amor a su país, y a poner en común sus conocimientos, su tiempo y una parte de sus bienes para consagrarlos a la instrucción de sus jóvenes conciudadanos. Si otra cualquiera nación antes que la española ha dado un ejemplo de un patriotismo tan puro, que me la citen. ¿Y ésta es la nación que tanto se ha calumniado? Estas virtudes son tanto más varoniles cuanto no sabemos apreciarlas por ser raras entre nosotros; no pudiendo defendernos de la ridiculez, a la cual la expone por nuestra parte el desprecio con que mira nuestras pequeñas calidades exteriores, y estos talentos frívolos de los que, en vez de vanagloriarnos, debiéramos avergonzarnos.

Hace ya más de dos siglos que no oímos si no es cuentos absurdos sobre la España, y nuestra curiosidad no está aún satisfecha. Pasará por problema entre nuestros nietos; cómo ha podido suceder que en una edad llamada de ilustración y de filosofía, en un tiempo en que nuestros conocimientos han penetrado en los países más remotos y desconocidos: en que tenemos escritos tantos millares de volúmenes sobre la China, en que hemos querido conocer todo, hasta la pequeña isla de Otahiti. Más digo, un reino confinante con la Francia, en que por todos términos tenemos tantas relaciones de política y de comercio, y otros muchos motivos para tenerlo siempre presente; ¡y que éste no nos sea aún conocido sino por las ridículas fábulas que extienden los viajantes, que van a aquel reino con el pretexto de observar, y que parece que sólo van para manifestarse al público, sin deseos ni tiempos de conocerlo, y que así mismo hablan y critican de todo cuanto hay en él, restituyéndose a su patria vanagloriosos, y llenos de mil falsas ideas que les faltaba para errar completamente sobre el concepto que se merece un Reyno digno por todos títulos de veneración y elogios! Estos atolondrados caballeros desprecian tanto el país que han visitado, como ellos han sabido inspirarle hacia sus personas. ¿Es posible, digno, que esto suceda en la era presente?

Un hombre instruido y observador, que sepa hacerse superior a la risible preocupación que nos hace comparar un viaje por la España, a la penosa marcha de las caravanas por medio de las arenas de la Arabia; que no se halle más admirado de la diferencia de costumbres y vestuario que el naturalista lo está al considerar la infinita variedad de las producciones de la tierra bajo diferentes climas, que haya estudiado bastante la naturaleza humana para esperarse encontrar los vicios al lado de las virtudes; y para convencerse que lo que se llama las más veces ignorancia es aquella calidad sólida y brillante del espíritu; mientras que, por otra parte, una especie de conocimientos no excluyen ni el vacío del espíritu ni el del corazón. Este es el hombre al cual le es permitido dar una noticia y conocimiento de la España, este dará al público sus reflexiones y los resultados de sus desvelos y luces, los ofrecerá a la nación española, se les dedicará, sin pretensión ni malignidad; los someterá a su crítica, protestando el respeto que la debe asimisma, pero no a sus preocupaciones. Si en ella ha gozado del derecho de Hospitalidad, no le parece que sea violarlo, ni hacerlo indigno de merecer su aprecio, manifestarle las verdades que en ella ha descubierto; al contrario, es un gaje con que cree satisfacer sus deudas, sin que se imagine que esto pase de los límites del agradecimiento».

Para corroborar la justa idea de este autor francés sobre el mérito sobresaliente de las fábulas del señor de Samaniego, y para hacer ver cuanto confrontan éstas con las que hace de ella un sabio de nuestra nación, copiaremos aquí al pie de la letra un capítulo de una carta de éste, escrita a un amigo suyo. Y es como se sigue:

Capítulo de la carta del P. B. de S. P.

Luego que un amigo recibió en la Corte el libro de Fábulas, me respondió en estos términos: La obra del señor Samaniego es excelente en su género. Se conoce demasiado que este caballero se ha formado fabulista en la escuela de la Fontaine, su sencillez y claridad extremada, no se aprende en otra parte. Apuesto que no hay dos en la nación que sigan, y lo que es peor que quieran seguir, la opinión de este francés, en defensa de la poesía de los malditos cuentos: il faut negliger le plasin [plaisir] de L'Oreille, pour travailler á la satisfation du Coeur, esto es: que todos los encantos o primores de este género de poesía, consisten en procurar a toda costa cierto candor y naturalidad en la narración, y no en aquella estudiada combinación de sílabas que sirve a la armonía y belleza poética propia de ciertas composiciones heroicas, como dice el mismo Fontaine: il faut laisser les narrations estudiées pour les grands sujets, et ne pas faire un Poème Epique des aventures de Renard d'Ast. Y en el caso podemos decir: des aventures dú Loup dú Renard de l'Ane, etc., etc.

Vuelvo a decir que este caballero se ha formado fabulista en esta escuela, y prueba de que mi opinión no es arbitraria quiero que se cotejen las fábulas del león con su ejército, El León, el lobo y la zorra, y tal cual que el autor no señala en su prólogo y se verá que son una feliz imitación de las de la Fontaine, pero tan feliz como se deja ver en las dichas pruebas y en la de la peste entre los animales.

¿Qué podremos añadir más de lo que estos han dicho en honor y comprobación de la excelencia de estas composiciones, sino es que la nación debe lamentarse de que el autor se haya retraido de esta especie de trabajo, privándonos de poderlo poner en el primer lugar de los que se han dedicado a semejante literatura? Quien conozca su genio, quien le haya oido en conversación contar alguna historieta o cuento conocerá su carácter fabulista y verá en él una perfecta repetición de Fedro en su naturaleza, y un imitador superior a su original La Fontaine. Este poeta nos patentiza cuan propio es nuestro lenguaje para toda especie de composición, pues él nos hace ver claramente su elegancia, aún para lo más tenue, su energía y su dulzura, su viveza y flexibilidad, hasta para unas materias que parecen tan triviales, y bajas como son en sí las fábulas. Por consiguiente podemos asegurar que nuestro idioma es propio para todo género de metro, y que nuestro autor lo ha manejado de un modo el más perfecto que cabe, haciéndonos ver la gracia y el chiste de que es capaz un idioma que se juzga demasiado serio y grave para tratarlo con tanto acierto en materias tan frívolas.

Es cuanto tiene que decir a Vms. por ahora su constante corresponsal, ofreciéndose a su disposición S. A. S. J. G. R.




- VII -

Sancho Azpeitia: Carta sobre los fabulistas499

Señor Editor del Correo de Madrid.

Muy señor mío: Si Vmd. piensa como yo, desde luego merecerá lugar en su papel periódico la adjunta copia de la carta que acabo de recibir de un amigo de buen gusto y de mejor humor que me escribe por haberle remitido yo un tomo de fábulas en verso castellano. Dice así: Amigo mío: no parece sino que la joroba de Esopo ha esperado a reventar en nuestra nación y en nuestro siglo, y que de ella ha salido una camada de Esopillos, para llenarnos de apólogos y no dejar que corra sentencia moral, política ni literaria que no tenga su fábula al canto. Colección de fábulas en verso castellano por Don Félix María Samaniego. Fábulas literarias originales, por Don Tomás de Iriarte. Fábulas de la Fontaine, por el señor la Calzada. Fábulas traducidas y originales por Don José Ibáñez de la Rentería. Añada Vmd. a esta colección de fabuladores los diferentes apólogos publicados en los papeles periódicos de Madrid y verá si ha habido nación que en el corto tiempo de ocho años haya dado a luz tantos fabulistas. ¿Y qué mal hay en ello? me dirán. ¿Cómo qué no le hay? No soy de la opinión que votan que todo libro que no tenga más culpas que las literarias, se imprima: trabajan los molinos de papel, (dicen) las prensas sudan, los libreros ganan, y se fomenta este ramo de comercio. Y porque el comercio se fomente ¿se ha de permitir la introducción de géneros apestados o la venta de víveres corrompidos? No lo dudemos: la salud literaria se altera, se infesta si se alimenta de escritos en que no se halla ni buen gusto ni deleite, ni utilidad: en una palabra, ni la observancia de los más triviales preceptos. Si se ha de escribir así (dice un literato juiciosísimo), ciérrense las prensas por cincuenta años: nuestro mal gusto no se alimentará con el sucio dañoso de tanto infeliz escrito. Estúdiense las reglas y los modelos que deben darse con ellas no más. Veremos si hacemos algo que se parezca a lo bueno.

Así dice este hombre de mérito, y así lo aplico yo a nuestra actual literatura; pero aunque nuestros fabulistas me han hecho decirlo por nuestra literatura en general, hay la cosa rara de que sólo a ellos exceptúo de esta censura, porque ni ahora, ni después de los cincuenta años los contemplo corregibles, ni quiero ni es menester, ni que se corrijan, ni que tengamos ya más fabuladores.

Esopo, el inmortal Esopo, padre del Apólogo (ojalá no lo fuese de los fabulistas) formó su código de moral, de política y de literatura en su colección de cuentecitos: no hay máxima, sentencia o lección que no se encuentre en esta admirable obra. Fórmese una Biblioteca de todos los fabuladores que no sean él, y se verá que nada hay en ellos que aquel no lo hubiese dicho; ¿pero cómo? Vea Vmd. un apólogo en el elegante Fedro y vea el mismo en Esopo, mire otro en el inimitable La Fontaine, y regístrelo luego en el griego: en el latino encontrará el laconismo, la elegancia, la poesía; en una palabra, el arte. En el francés hallará la gracia, la sal, el encanto de una narración que hace (por decirlo así) desaparecer lo difuso de ella. En el uno y en el otro verá el estudio, la dificultad vencida y el mérito del poeta; pero en el griego palpará la sencillez, la claridad, la naturaleza misma. No hay en él más palabras que las precisas: ni disgresión, ni pintura, ni ornato que vista o cubra de hojarasca el argumento. Sencillez y verdad de convención en la invención, claridad y brevedad en la narración, así como en la sentencia, son las partes que constituyen el carácter distintivo de las primeras fábulas: estas son las que instruían al niño y persuadían al pueblo; ¿pero hubieran persuadido ni movido así estos mismos apólogos aún pronunciados por el mismo Esopo si los hubiese dicho con la afectación poética con que los hemos disfrazado?

La invención misma del apólogo cuando ordenó que nos hablasen los animales y aún las cosas inanimadas dijo, bien claramente, que se dirigía a llamar la atención de los jóvenes inexpertos del pueblo incivil e inculto, excitando su curiosidad y admiración con lo maravilloso e imposible. Entonces acomodó a la inteligencia limitada de esta clase de oyentes ya el argumento, ya la narración; ¿pues por qué hemos de sacar la fábula del quicio, donde la puso su sabio inventor?

Pasemos rápidamente la vista por un ejemplo siquiera. Presentemos aquí una fábula de Esopo traducida literalmente del griego.

Los caracoles

El hijo de un labrador asaba caracoles y oyendo que rechinaban dijo: ¡Ah perversos! ¡Vuestras casas abrasándose, vosotros cantais! Enseña que lo que se hace fuera de tiempo, es reprehensible.

No es menester hacer análisis de esta fábula para conocer sus ventajas sobre las de los modernos. Este es Esopo: traduzcámosle literalmente en prosa, y no pongamos otras fábulas en manos de los niños ni del pueblo rústico, si queremos hacer uso de estas lecciones con utilidad. Hagámoslo así, por más que el señor Iriarte no sea de este dictamen según la gracia y la ironía con que trata al fabulista griego en su fábula veinte y una del ratón y el gato.

No obstante, confesemos de buena fe que Fedro, La Fontaine y algunas fábulas de las nuestras merecen correr entre los buenos literatos; permítaseme no citarlas por muy conocidas, y señalar en general por publicadas recientemente las de Don José Ibáñez de la Rentería. Vean los curiosos y hallarán en ellas mucha fecundidad en la invención, gran facilidad en la versificación y gracia en la narración, este es el carácter que distingue a este autor. Queda de Vmd. Don Sancho Azpeitia.

Hasta aquí mi amigo. Si Vmd. señor editor aprecia esta carta, podría irle dando algunas de tal Don Sancho. Nuestro Señor guarde a Vmd. muchos años. S. A. S. J. G. G.




- VIII -

El Aplicado: Carta sobre las fábulas500.

Señor Editor: Somos tan raros en nuestras ideas, que cuando nunca pensé hacer fábulas, sólo por haber leído la carta que Vmd. insertó del señor Azpeytia, caí en la tentación de probar ¿qué cosa sería esto?

Medité sobre ello, me ensayé, y después de haberlo reflexionado, concluí para mí en tres cosas. La primera: que el hacer una fábula solamente mediana tiene no pequeña dificultad; por lo que me parece que son muy dignos de estimación todos los que nos instruyen en este ramo, pues se puede sacar de él más utilidad, que no de otras muchas clases de composiciones aunque sean más fluidas y más sublimes.

La segunda que es tanta esta dificultad en la Fábula, que por lo mismo la de los Caracoles y el Hijo del Rústico, que pone por ejemplo el señor Azpeytia, no carece de defectos. Me parece esto tan seguro, como que si fuera producción mía, o de otro cualquiera de los que aún viven en carne mortal, sólo merecería (y acaso al mismo señor Don Sancho) la risa, o la compasión. Lo uno: porque el Rústico más rústico sabe muy bien el que los caracoles nunca cantan; y así, el de la fábula debía atribuir, más bien a llanto o quejido aquel chicharreo que no a canto o diversión. Y lo otro: porque de cualquiera manera sale o falsa o muy baja y arrastrada la moralidad o aplicación.

La tercera cosa que concluí (que viene a ser como el resultado de todo este trabajo y motivo de esta carta) es mi ensayo en las dos adjuntas composiciones; que si no mereciesen el nombre de fábulas, serán cuentos, ensaladillas o como quisiesen llamarlas. Haga Vmd. el uso que gustase de ellas y de esta carta mientras se repite muy suyo y B. L. M. El Aplicado.




ArribaAbajoCorrespondencia

A Martín de Sorreguieta501

Azcoitia, 1 marzo 1767

Muy señor mío: El dador de ésta es un propio que envía la Compañía del buen humor de esta villa en busca de clarineros a San Sebastián para una corrida que deben dar el martes. De vuelta podrá Vm. entregarle un par de onzas de oro, pues tengo que marchar a la Rioja.



Amigo Álava502

Laguardia, 30 diciembre 1770

Querido: Envíame simiente de alfalfa, con instrucción para sembrarla, diciéndome en qué términos se aspira al premio ofrecido por la Sociedad y para qué especie de ganados es a propósito. Son grandes los deseos que tengo de dedicarme a la agricultura; y aunque ciertamente estoy en un país muy propio por su situación para los mayores adelantamientos, me resfría en gran parte el considerarme solo en cualquier empresa. Adiós.

Tuyo.-Félix.



Amigo Álava503

Laguardia, 30 diciembre 1770

Amigo: Me manda nuestro Director te participe la apreciable noticia de hallarse el Marqués de Valdelirios504 alistado en la clase de Beneméritos. Hazlo presente a los demás Amigos residentes en ésa.

He leído la Copia del Acta de vuestra Junta preparatoria, bien que con pocas esperanzas de poder desempeñar como debiera el destino a que me habéis señalado.

Tuyo.-Félix.



Al Conde de Peñaflorida505

Bilbao, 2 septiembre 1772

Tío: Mañana salgo con Javiera y Mariano para Laguardia, dejando aquí a Manuela. Tenemos proyectado el que yo pase a dar una tentativa a la causa de Miguel, con que lograré en breve ver a Mari Pepa en Zamora. Algún antecedente tengo de que pensaba Vmd. pasar allá. ¡Qué satisfacción no sería para mí el lograr por aquel País tal compañía! A buen seguro que no quitaríamos al invierno mal pedazo. Espero me diga Vmd. algo acerca de esto en carta escrita a Laguardia y que mi tía y primo me manden para Mari Pepa.

Remito con Manuel los libros de Vmd. y el Depósito general, y le he de deber a Vmd. me mande remitir copia certificada de la licencia para leer la Enciclopedia. Si pasase a Madrid sería un agente infatigable de la Sociedad y me lisonjeo que tal vez pudiera hacer algún progreso en nuestras pretensiones teniendo un protector como Baños que me ofreció presentarme con fines a Ministros. ¿Pero cómo podría yo confesarme Consiliario de este Real Cuerpo sin profanar este sagrado título o ridiculizarme extraordinariamente? Pero no: en la Corte se juzga de ligero; tiene mucho lugar el mérito aparente; valen más dos cuartos de charlatanería artificiosamente descubierto que un peso fuerte de erudición y prudencia. Yo me haría lugar, bien que siempre era precisa cierta instrucción (aunque fuese a sobrepelo) en las materias que debiera tratar con los Ministros, y para eso no se me negaría Vmd. contribuyendo con ciertas lecciones, ya acerca del Seminario, ya de fábricas y franquicias para el establecimiento de ellas y ya de aprobación de estatutos. Lo peor es que hablo de serio.

Muñoz me dice que siendo cierto el acampamento en Aranjuez debiera hacerse presente su invención para este tiempo: pide justicia.

Abrazo a los Amigos y quedo esperando me diga Vmd. cuando quiere que salgamos para Zamora.

De Vmd. humilde sobrino.-Félix María.



A Dn. Félix Ignacio Samaniego506

Logroño, 9 diciembre 1774

Mi padre y señor: Incluyo a Vdm. ésas de Murua y el agente para que Vmd. vea lo que conviene hacer, ya que no le puedo satisfacer en este correo.

No tengo novedad una ni ninguna. Deseo que Vmds. lo pasen bien y quedo de Vmd. el más humilde hijo que besa sus pies.-Félix.

P. D.-No he tenido carta del diputado.



Al Conde de Peñaflorida507

Bilbao, 4 (1776)

Tío mío: Me entregaron la carta para Ibarra cuando ya Blas había marchado. Búsquelo como a Mazarredo, trate con los dos. Aquel piensa cierto. De todos modos tome a mi cargo el responder y persuadirles lo que seguramente conviene. Sin tratar con los de otras clases, que nada harían sino publicar el asunto para risa y mofa de nuestros émulos.

D. Luis Pech está en su viaje con Gortázar y seguramente que no saldrá de su casa.

Si lo que Dios no permita, Herro marcha, yo echaría mano de Lazcano. Es dulcísimo en su genio y modales; y [aun] cuando él no estuviese lleno de aquellos conocimientos necesarios a la perfecta educación de los jóvenes, los adquiriría en momentos y Vmd. mismo lo formaría como quisiera.

Piénsese en un cura, que a más de su compañía, cualquiera renta es de mucho valor y sobre mirar a un sacerdote con otros respetos de parte de los profesores se les puede éstos poner una familia a elección propia para el gobierno económico de la casa.

Debemos nosotros sacrificar cualquiera preocupación a la mejor elección de un Maestro. Esto es, atendamos a preferir su mérito al concepto general de los preocupados: entiéndame Vmd. que hablo de Lazcano.

Remítome a la carta de Ibarra y callo lo que siento por la desconfianza con que me descubro a Vmds., que seguramente se ríen siempre de mi modo de pensar por no creerme serio.

De Vmd. humilde sobrino.-Félix.

Tío: Después de escrita la carta para Vm. en nombre de este consiliario, me responde Mazarredo: yo no me meto en nada. El tono displicente y tontísimo con que me lo dijo me ha alterado de modo que he rompido [sic] la carta y por consiguiente resolverán ellos sobre la respuesta que irá otra ocasión. Cuente Vmd. con que el pensamiento que aquí se apoya es el de mantener a todo riesgo y costa a Herro. El concepto general que sobre su mucho mérito le han hecho ganar nuestros públicos elogios es una fuerte razón para confiar al referido en los progresos de los jóvenes seminaristas y para pensar, al contrario, siempre que se mudase de marco. Este establecimiento es nada menos que la subsistencia de la Sociedad, y su conservación y aumento debe procurarse sobre todos los demás objetos del Real Cuerpo. No podrá sostenerse sino en fuerza de una ventajosa opinión que seguramente padecerá infinito, si se abre esta puerta a los émulos que divulgarán como perdido el proyecto con la falta de este hombre que parece no hizo sino engañar al público en su papelón. Finalmente (que el papel se acaba) si no hay otro medio remítome a la carta mía.-Félix.



Al Conde de Peñaflorida508

Bilbao, 9 julio 1776

Tío mío: No a fuerza de mis persuasiones, sí en virtud de la esquela cede el terquísimo Muñatones todas sus facultades en Vmd.

¡Válgame Dios! ¡Y qué situación tan trabajosa la de Vmds.! ¡Y qué resolución tan indigna la de Herro! Vaya, vaya, que cada vez es más difícil de conocer el corazón del hombre. ¿En quién podemos fiarnos en tan reciente desengaño?

Es mucha y más que mucha la parte que yo tomo en este acontecimiento para tratarlo con frialdad. ¡Ojalá no me hiciese tan contraria impresión! Me incomoda infinito el conocimiento de los apuros en que Vmds. se ven metidos, no estando en mi mano el remediarlos.

Vaya fuera ese horroroso hombre, vaya fuera. Tratemos de Lazcano y sea con viveza. Mire Vmd. que es un genio, un carácter, que debiera estar destinado al único objeto de la educación de la juventud. Reniegue Vmd. de Samaniego, si el tiempo no acredita mis profecías. ¿Si seremos tan desgraciados que nos dejemos llevar de la preocupación de la Condesa de Echauz? Me temo que sí. ¡Ay religión mía y qué patas arriba te toman en mi tierra!

¡Jesús, que hartedad de asuntos! Casimirita está esperando el crítico, el terrible, el perplejísimo trance de vistas de aquí a media hora con el Marqués de San Miguel. La luz artificial será el instrumento que realce su mérito fisonómico: si se gustaran quedemos en que él cuenta 8.000 ducados y 24 años, ella buen bolsillo y mejor palmito. Discurra Vm. piadosamente.

Dios quiera que nos veamos luego, luego, luego. Tengo hambre y sed de ello. Dígaselo Vmd. de mi parte a la Marquesita que me bese en el c. y agur.

Quedo de Vmd., su humilde sobrino.-Félix.



Al Conde de Peñaflorida509

Bilbao, 30 julio 1776

Tío mío: Víspera de San Ignacio, acompañamiento de Diputados, vísperas largas, y la prisa de Blas son otras tantas dificultades que se oponen al puntual cumplimiento de cuanto Vm. me encarga. No obstante, todo se andará si el palito no se quiebra; por descontado recibirá Vm. carta de Ibarra, pidiendo tiempo para consultar la especie y documentos con todos los del número, según Vm. previene.

En el supuesto de que estos Amigos se prestarán dóciles a cuanto yo les persuada, con tal que yo les alivie las patadas y escrituras no hay sino dictarme Vm. los votos o sueltos, o en uno generalmente que se les hará poner, mutatis mutandis nació el Smo. Sacramento en Montpellier de Francia.

El que esta operación se hubiese hecho a vuelta del ordinario era pretender un imposible. La lectura de todos los documentos y su remisión a Orozco piden un par de días. Si la cosa urge, despache Vm. propio con las advertencias que le parezcan convenientes al acierto.

Había yo pensado, después de leídos los documentos, hacer a estos Amigos poner su voto arreglado al de Vmd., pero dando tiempo la consulta a Orozco hay treguas para hacerlo como Vm. nos dicte.

Es ridículo el dictamen de los Corbatas Alaveses en su primera carta: mira a vindicar el vulnerado honor de la delicada dama D.ª Sociedad inculcando más en esto que en enmendar la principal falta sin campanada ni estruendo que la haga más sensible.

Conviene San Martín como más pronto remedio: la principal falta es de Maestro de Latinidad, y en esta parte a éste sólo lo contemplo capaz de suplir hasta mejorar de mano; es muy bueno para enseñar los principios de Física y Matemática y para hacerse amar de los jóvenes. Otra cosa sería si Valzola y éste ocupasen la plaza del desertor.

No puedo dilatarme lo que quisiera; quedo de Vm. su más humilde siervo que su mano besa.-Félix.

P. D.-Tío: No puedo pensar otra cosa sino que los alaveses ponen la mira en desbaratar este establecimiento para fundarlo nuevamente en su ciudad. Este fue su pensamiento y ésta es su idea, conspirando todos a que la Sociedad sea de Vitoria y no de las tres Provincias.

Tenga Vmd. sufrimiento que éste sólo podrá faltar para vencer. Repito que me advierta lo que quiera que yo lo haré hacer.

Estaré aún en ésta, según lo largo de las Historias, que sólo pueden contarse a la oreja.



Al Conde de Peñaflorida510

Bilbao, 3 agosto 1776

Tío mío: Quejámonos de la prisa de Blas y todos tendremos por qué.

Nada dije a Vmd. del plan, ni puedo ahora decir en cuanto Vmd. dispone. Tengo tan poco o ningún voto que debo ser recusado por el parentesco de la pasión con que todo lo miro. ¿Es de Vmd.? Basta, pues, para ser excelente; hay razón para que así sea.

San Martín pasó por Laguardia a conducir a su discípulo Fernández Navarrete de Dávalos511. Trae en su cabeza mil cimientos de castillos en España. Pondrá casa en Bilbao para enseñar su Física; pasará a Madrid a presentarse y probar mayor fortuna; correrá, irá, vendrá, volverá, pateará el suelo, hará temblar sus rizos y, en fin, será un proceder en infinito, un movimiento continuo, y llevará el premio de este descubrimiento. ¡Vive la France! Sólo contemplo a Gazitua para llenar la plaza de Baños, éste exdiputado parte para Madrid mañana y harelo hoy.

Después de tanto luego, luego, luego, iré a Vergara. Me marcho sin ver a Vm. Mi suegro dispone su marcha para Laguardia con nosotros el día de San Roque. Volverá con mi mujer, yo quedaré con padre y Javiera que están buenos, y no cuento poder hablar con Vm. hasta las Juntas.

Díceme Mascaroa que un fraile franciscano ha asegurado que le dijo Herro512 que los niños se retirarán para septiembre. Mire Vmd. que esto hace en todos el efecto que yo me temía, y que su remedio será el asegurar lo contrario al público.

De Vmd. humilde sobrino.-Félix.



Amigo Álava513

Vergara, 20 marzo 1780

Querido Álava: Ninguna cuenta entregada por Porcel, cuyo importe te corresponda, tiene este ecónomo. Así me lo dice, así te lo escribo.

Continúo en mi presidencia como un Presidente514, quiero decirte: mandando con tesón o dulzura, dureza o suavidad, según me parece deben exigirlo las circunstancias y la variedad de sujetos con quienes indispensablemente me entiendo.

Madama Eulate dice así capítulo de Cocinero: «He dado el encargo por si aquí se puede encontrar algún cocinero, pero me temo que no, porque el salario es muy corto. Si se alargase a 3 reales acaso no sería tan difícil, y me parece deberían hacerlo porque la pensión que pagan los niños admite este gasto tan principal para ellos y la satisfacción de los interesados». Hasta aquí Madama, cuyo dictamen venero esperando el de Vmd. para salir de albondiguillas hechas a mano y gargajo.

Escribiré a Vmd. poquísimo. Me parece tiempo mejor empleado el que me ocupo en escribir ciertas cartas a los interesados de los seminaristas en que, participándoles el actual estado de esta enseñanza y particularmente el de sus respectivos hijos y sobrinos, procuro, afectando el lenguaje, que así me es genial, de la sinceridad, darles una idea ventajosa de la nueva providencia, y de cuanto puede contribuir a la mejor opinión de este establecimiento, quizá así se multiplicarán sus individuos.

Te aseguro que las providencias indispensables para dar el último golpe de perfección a esto podrán tomarse al cerrar su cuatrimestre nuestra provincia. Entonces habremos ya conferenciado los tres presidentes; pues para que esto se verifique sólo falta tu venida.

Estando en este estado la carta me remite el Conde el plan y esquela adjunta. Ahí va.

No te digo más ni te diré cosa que valga un comino, hasta la vista.

Tuyo.-Félix.

P. D. Abrazo al silencioso Porcel.



Al Conde de Peñaflorida515

Burgos, 11 septiembre 1781

Mi amado tío: Por este correo pido a Lacalzada y Viana los informes acerca de los maestros repetidores. Doy orden para que hoy remitan con cubierta para Vmd.

También escribo a Valencia a los sujetos más capaces del desempeño, a fin de que miren toda aquella Universidad y sus escuelas particulares hasta dar con un humanista capaz de llenar el hueco que ha quedado en esta enseñanza. Pido igualmente noticia de algún otro joven que quiera venir o repetidor, pues tal vez podrá hallarse con más facilidad un buen latino si logra el alivio de poderse traer algún compañero para un viaje largo y a País extraño. No desconfío del hallazgo; bien que hubiéramos dado el golpe seguro si hubiese yo tenido este aviso en Valencia; allí me hubiera sido facilísimo el hacer amistad con alguno de los muchos buenos profesores que seguramente deseaban la comunicación con mi uniforme, por hacerse un honor. Tal es la reputación que nuestra Sociedad tiene en aquel País. Por este medio hubiera yo conseguido el hacer un excelente gancho.

Cada día hemos de palpar más y más las dificultades que se oponen a la mejor subsistencia de un Seminario en manos de seglares. Nosotros carecemos de los recursos que logra una Comunidad religiosa, ésta elige en toda la extensión de su Orden el corto número de Maestros que necesitan dos o tres casas de educación. Echa mano de los mejores, quedándole siempre dónde elegir y dónde reponer nuevamente sobre tenerlos sin los dispendios que nosotros. Trabajan con el interés que les pone a la vida el ascenso de honor y de descanso que les aguarda en su religión. Acostumbrados a la reclusión les es muy llevadera cualquier sujeción; y finalmente por más que la veleidad o el mayor interés les estimule a abandonar su destino por otro nuevo, la obediencia les obliga a ser duraderos y constantes para poder contar con ellos con seguridad.

¡Válgame Dios!, y qué fácil nos sería el adquirir todas estas ventajas. Sí, señor: nosotros podemos en el ramo de Humanidades hacernos con Maestros Religiosos y así disfrutaremos de las ventajas de esta enseñanza que unidas a las de nuestra educación producirán maravillosos efectos. No sueño.

Besa la mano de Vm. su humilde sobrino.-Félix.

P. D.-La enferma siempre muy mala y esperando mañana la respuesta de Bilbao.



Amigo Álava516

Vergara, 30 enero 1782

Amigo: Habiéndose insinuado por los Catedráticos de este establecimiento el pensamiento de una obra periódica y comunicándose los apuntamientos de ella a la Junta semanaria que los Amigos de acá tuvieron el sábado último, los paso a manos de Vmd. para que con el dictamen de esos Amigos los remita a los de Vizcaya con encargo de que vuelvan este papel con su parecer al Presidente que me sucediere.

Con tanto queda de Vmd. afectuoso amigo.-Samaniego.



M. N. y M. L. Provincia de Álava517

Muy Señor mío: Las honrosas expresiones con que V. S. me manifiesta en su carta de veinte y ocho del próximo pasado, su gratitud y satisfacción por el modo con que he procurado servirle en calidad de Diputado en Corte, me dejan lleno de gozo, quedan impresas en mi corazón, y la estimable carta que las contiene será eternamente guardada como testimonio auténtico del distinguido amor con que V. S. me mira. De este modo quedan pagados con usuras mis deseos de haber servido a V. S. en mi comisión, y ya que me sirva de disgusto no haber logrado V. S. fruto ninguno de ella, excúseme a lo menos, en premio de mi sincera voluntad, el sonrojo que me causaría recibir el precioso regalo que me hace sólo por un exceso de su acreditada generosidad. No habrá hijo de V. S. que no me exceda en talento y experiencia para desempeñar los importantes encargos con los que suele distinguir a los que juzga más a propósito; pero tampoco habrá uno entre todos ellos que me exceda en el celo y amor con que estoy, y estaré siempre, pronto no sólo a servirle sino a sacrificarme por V. S. Nuestro Señor guarde a V. S. muchos años. Bilbao, primero de noviembre de mil setecientos ochenta y siete. Besa la mano de V. S. su más humilde reconocido hijo.-Félix Samaniego.



M. N. y M. L. Provincia de Álava518

Muy Señor mío: He recibido con la mayor estimación la carta de V. S. fecha veinte y nueve del próximo antecedente, con el regalo que me hace de una bandeja en que están grabadas las armas de V. S. y una inscripción la más honorífica hacia mí, todo según V. S. me expresa, en recompensa de mis servicios hechos a V. S. en calidad de su Diputado en Corte. No solamente quedo reconocido a la generosa bondad de V. S. sino de cierta manera sonrojado por conocer sinceramente lo poco o nada que he hecho en su obsequio. Nuestro Señor guarde a V. S. muchos años. Bilbao, siete de julio de mil setecientos ochenta y ocho. Besa la mano de V. S. su más reconocido y sumiso hijo.-Félix María Samaniego.



A la Exma. Sra. Condesa de Salvatierra519

Vitoria, 3 de julio de 1798

Muy señora mía de mi mayor veneración: El atento oficio de V. E. de 28 de junio próximo confirma el concepto de que es acredora [sic] por su celebrada grandeza y notoria justificación; pues como buena administradora de la casa, rentas y estados del Exmo. Sr. Conde de Salvatierra, su marido, desea aclarar y reivindicar todos sus derechos por unos medios lo más sencillos y cristianos; y aunque yo, estimulado de iguales sentimientos, tendría la mayor complacencia en corresponder desde luego a los deseos de V. E. en el asunto a que se dirige dicho oficio, por desgracia de los dos no tengo en mi poder los documentos que en él se insinúan, a causa de hacer muy poco tiempo que me he establecido en esta ciudad, y que mis archivos se hallan en otros pueblos distantes de ella. Por otra parte considero será muy dificultoso recoger en mucho tiempo todos los que puedan conducir a la justificación de la filiación que V. E. especifica, y tal vez no se encontrarán entre mis papeles los respectivos a ella; pero por lo correspondiente a la mía no puedo dudar de su certeza y legitimidad con los fundadores D. Lope de Idiáquez y Dña. Petronila de Idiáquez, su mujer; porque, sin contar con documento alguno hace a mi favor la longuísima posesión que yo y mis causantes hemos tenido de este Mayorazgo. Sin embargo dispondré se reconozcan dichos papeles, y si en ellos pareciesen algunos que acrediten el derecho que V. E. dice tener su señor marido a la propiedad y sucesión de dicho Mayorazgo, se los trasladaré sin pérdida de tiempo, en suposición de que entretanto espero mandará V. E. se remitan a mí por su contaduría los que haya sobre el mismo asunto, para que de este modo pueda yo tomar los conocimientos necesarios, y se aclare la duda que indica V. E., sin mezclarnos en contiendas judiciales.

Nuestro Señor guarde a V. E. ms. as. Vitoria 3 de julio de 1798.



A la Exma. Sra. Condesa de Salvatierra

520

Vitoria, 3 de julio de 1798

Muy señora mía: He recibido con el debido aprecio la carta de V. E. de 28 de junio último (propia de su atención, y de su exactitud en la administración de las rentas y derechos de su casa). Por ahora sólo puedo decir a V. E. sobre su contenido, que mis padres, abuelos y otros antepasados posehieron [sic] pacíficamente por espacio de muchos años los mismos bienes, que yo disfruto desde que murieron, y que (he sido tan poco codicioso, que) jamás he pensado en adquirir, sino en conservar de buena fe lo que (aquellos) me dejaron incorporado ya en la casa: así, aunque podía haber pedido la inmediación al mayorazgo de Idiáquez posehído [sic] por la de Mortara con mejores fundamentos que otros que la solicitan, me mantengo en inacción, por ver si puedo evadirme del trabajo de salir a juicio, dejando a mi sucesor ileso su derecho.

Por eso me he detenido poco en revisar (De aquí puede deducirse, se infiere, lo poco que me he de tenido) papeles; y por lo mismo me es imposible tratar por de pronto de exivir [sic] los conducentes, para justificar la legitimidad de la posehesión [sic] mía y de mis antepasados. Dígnese V. E. darme tiempo para averiguar si el mayorazgo fundado por el conquistador Dn. Lope de Idiáquez y Dña. Petronila de Idiáquez, su mujer, entró en mi casa, cuándo y por qué y entonces satisfaré a V. E. del modo que pueda, complaciéndola en cuanto penda de mis cortas facultades.

Nuestro Señor guarde a V. E. ms. as. Vitoria.



A María Josefa Samaniego521

Vitoria, 3 julio 1798

Querida María Pepa: No sé si fue a tí o a José María a quien escribí el correo pasado. Sea como se fuere te digo o te repito que estuve en Laguardia a pagar los cavadores el día de San Juan y que comí, un día de descanso, con Javiera. Si hubiese estado Torrecilla más cerca nos hubiéramos visto; pero eran necesarios tres días que yo no tenía por míos.

Te acordarás de que me convidaron a litigar con Mortara sobre un mayorazgo; viendo mi respuesta me dijeron que esperase que había salido a la demanda el Conde de Salvatierra. Ahora veo que ésta fue una malignidad de las que todos los días usan los hombres para sus perversos fines. Fue no más que tratar de averiguar el estado de los papeles de la casa de Tolosa, pues que de resulta me hallo este correo con una carta de la Condesa de Salvatierra, como administradora de su marido, anunciándome un pleito con el mayorazgo de Idiáquez de Tolosa. Ya ves que no es regular que yo tome este asunto con frialdad. Pónganse los medios y Dios disponga.

Hay salud y os la desea tu hermano de corazón.-Félix.



A Don José Ignacio de Sendoa522

Vitoria, 5 [julio] de 1798

Mi amigo D. José: La cosa va de veras. Vea Vmd. la adjunta razón, y el árbol523 que la sigue a la vuelta, y trataremos de poner en claro si es posible esos documentos pues sin ellos nos quitan el Mayorazgo de Idiáquez.

Mando a Vmd. su afecto señor que le besa su mano.-Samaniego.



A María Josefa Samaniego524

Vitoria, 10 de 1798

Querida hermana mía: He llegado bueno de Vergara y Tolosa, y he quedado contento de ver los progresos de aquel administrador en una hacienda que parecía imposible reparar en un siglo. No te parezca que es mucho llevar gastados más de sesenta mil reales cuando la Condesa de Villafuertes me aseguró que sólo en su casa, que ha padecido mucho menos que cualquiera de las nuestras de Idiáquez o Yurreamendi, ha gastado cincuenta mil reales.

Acuérdome de dos cosas: la primera de que nuestros virtuosos tíos525 alcanzaron facultad real para iguales enajenamientos para la composición de un techo quemado. La segunda de que cuando los mismos tíos pidieron a nuestros padres que les ayudasen como herederos en los gastos del pleito del Marqués de Torretaple les respondieron: pues que vosotros no nos dais alimentos no es razón que contribuyamos a tales desembolsos.

Este cuento me lo aplico para no buscar yo la minoración de los mayorazgos que tú o tus hijos habéis de heredar, sino antes bien veo con gusto que tu generosa conducta redunda ahora en aumento de vuestra herencia.

En efecto: la casa de Idiáquez, que antes me servía de gasto en retejos y remiendos, hoy da al Mayorazgo no tanto como lo que yo creía, pero sí trescientos ducados de renta.

Otras casas van teniendo su aumento proporcionado y con motivo de los terribles cortes de árboles se ha aumentado la tierra de pan sembrar y, en fin, para este verano creo que es habitable parte de Yurreamendi.

Esta conducta no te cogerá de nuevo, pues me consta que cuando me hablaste de alimentos, nombrándome al señor Santa María, llevaba yo gastados ciento y tantos mil reales en la ruina de la escalera del palacio de Yurreamendi y en la quiebra de su iglesia, en la reedificación de la Casa del Almirante526, etc., etc.

Ya veo que me dirás que entretanto te has privado de tus alimentos y, si tú los quisieses todavía con tus atrasados, los tendrías sin nuevos desembolsos de mi parte, pues una facultad real para tales urgencias vendría a vuelta de correo y, sirviendo ella para satisfacerte, continuaría yo los gastos de ahora en la forma que los hago.

Mi mujer me lleva el mejor artículo que son los juros: el vino vale a dos pesetas y las cosechas no merecen la cava, sin embargo (Mari Pepa) todo me sobra. Sé ceñirme y, porque te rías, te envío esa hoja de mi gasto diario y, como a él no se añade lujo ninguno ni ocasión de otro gasto, vivo como un rey. Desdichado de mí si hubiese amado la brillante y la necia vanidad. La única pasión que me había quedado era la música, pero secreta y honradamente he vendido el piano y el órgano, y Aguirre ha marchado a Madrid para tratar de su colocación. Todo esto que te digo debe lisonjear y asegurarte más y más de mis deseos de vivir honradamente y de conservar la amistad y cariño con que te mira tu hermano que te ama de corazón.-Félix.

P. D.-Ahí va esa carta por si llega a tiempo. El administrador de Logroño me dijo que correspondía a Soria y hace mil años que yo te escribí que era menester empezar por ahí pues que se acude por los informes y tal vez los administradores son que anticipándose consiguen colocar a quien quieren.



Al Conde de Peñaflorida527

Laguardia, 16 junio

Tío y señor mío: Me deja penetrado del más vivo dolor la pérdida de nuestro Areizaga. El único consuelo que puede servir de alivio en estos lances se logra ciertamente en el presente: su gran capacidad y arreglada vida me hace creerlo más feliz que nosotros. Sírvanos de conformidad este conocimiento. Así lo pido a Dios para mi tía y demás interesados: hágase su voluntad sobre nosotros.

De todos me acuerdo, como que verdaderamente los amo, y en especial a Vmd. con que su humilde y affmo. besa sus pies.-Félix.






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Ridículo retrato de un ridículo señor528


. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
   Soy, Marica, cimentado
en piernas de hueso seco,
que me llaman carnicero
y por tu ...... lavado
sería de carne o pescado.
Tanta y tal es mi carencia
que segura de conciencia
en cuaresma comerías
una pierna de las mías
sin quebrantar la abstinencia.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .




Décima a Don Manuel Samaniego529


Este Padre Franciscano
te pide con sumisión
que le des buena ración
de ese mosto soberano.
Mira que la espada en mano
lleva con mucha osadía,
y si tú en aqueste día
no das por el santo viejo
sabrá curtir tu pellejo
y darle a la botería.




[Por el amor perdido]


La muerte fiera
con brazo impío,
de entre los míos
la arrebató.
Ya se acabaron
todas mis glorias,
tristes memorias
sólo dejó.

Ya se acabaron
los bellos días
que de alegría
gozaba yo,
en la pradera
de mis amores
tristes rigores
sólo dejó.

Hacia la tumba
se fue mi dicha
y nada bueno
puedo esperar.
Que escarmienten
en mi desgracia,
que es mi ruta
sólo llorar.

Cuando al sepulcro
regio, pastores,
hermosas flores
ponéis de amor,
digamos todos
con voz llorosa:
«Bajo esta losa
respira amor».

Aquellos ojos,
negros y afables,
su luz hermosa
perdieron ya.
Los míos tristes
e inconsolables,
ninguna cosa
pueden gustar530.




Canción



I

   Yo te amaré,
Gelmira, hasta que el cielo
temple del sol
los rayos y el calor,
hasta que el mar,
furioso y atrevido,
suba a apagar
del Vesubio el ardor.


II

   Yo te amaré,
más constante que a Leda
el cisne Dios,
que burló su candor,
más que el Amor
a su adorada Sigis,
a quien rindió
burlando su candor.


III

   Yo te amaré,
yo besaré la flecha
con que el amor
hirió mi corazón,
yo te amaré,
idiolatrada esposa,
hasta morir
durará mi pasión531.




El pastor enamorado


    El joven Melibeo
guiaba su rebaño
por la frondosa orilla
de cierto río tortuoso y claro.

   Al pie de una alta haya,
en el sombrío campo,
se sienta, y le rodea
paciendo mansamente su ganado.

   En el cantar, maestro,
y en la zampoña, sabio,
sus versos pastoriles
entona diestramente acompañado.

   Mirlos y ruiseñores
dulcemente, entretanto,
aumentan la armonía
que repiten los valles y collados.

   Del agua hermosa y pura
la cabeza sacando
una ninfa le escucha
y vuelve a sumergirse de contado.

   A las hondas cavernas
del cristalino caos
baja y a sus hermanas
llevó las nuevas del vecino prado.

   Con un fuego lascivo,
diestramente nadando,
se acercan a la orilla
y muestran sus gargantas de alabastro.

   La dulce melodía,
la hermosura del campo,
los árboles frondosos
con la hierba y las vides enlazados.

   De fresca sombra lleno
el suelo, en flores vario,
la suave fragancia
que esparce en la ribera el viento manso:

   Todo esto que las ninfas
en silencio admiraron
las convida a que dejen
las claras ondas por el verde prado.

   Y con un pie ligero,
más que la nieve blanco,
entre frondosas vides
a la agradable sombra se ocultaron.

   Atentas escuchaban;
mas entonces, mudando
sus versos Melibeo,
de esta suerte prosigue con el canto:

   Ninfas que a la salida
del cristalino baño
mostráis la gentileza
de esos cuerpos desnudos y lozanos,

   ¿por qué entre verdes hojas
os ocultáis? ¿acaso
teméis la competencia
de Nise, la hermosura de estos campos?

   ¡Ah, quién la viese ahora
libremente en el prado
marchar como una ninfa
sin saber que la viesen los humanos!

   Veríais ya... ¡oh, qué rostro!
¡qué talle tan gallardo!
qué blancura de cuerpo!
no a vosotras, a Venus la comparo.

   Entonces sus cabellos
flotantes y poblados,
por el cuerpo esparcidos
los pondría por velo su recato.

   Entonces, escondido,
yo estaría aguardando
que el viento mansamente
corriese el velo de su pecho blanco.

   Y entonces... ¿y si entonces
se arrojase al ganado
algún astuto lobo,
a Nise acudiría o al rebaño?

   Responda Melibeo
al poeta, y en tanto
nadie entregue sus cabras
al pastor que estuviese enamorado532.




ArribaAbajoCuentos Alegres




La vergüenza533


   En casa de un labrador
vivían Blas y Lorenza:
se profesaban amor;
pero él tenía vergüenza
y ella tenía rubor.

   A la aurora en el corral
se encontraron en camisa.
El encuentro fue casual:
cubriose ella a toda prisa
la cosa con el pañal.

   Turbado Blas desde luego
se remanga el camisón,
y de vergüenza hecho un fuego
tápase con el faldón
y como ella queda ciego.

   Al huir tropieza Blas
con la cuitada Lorenza,
y... ¡válgate Barrabás!
Yo también tengo vergüenza;
no me atrevo a contar más.




El avaro y su mujer


    Un avariento casado
a su mujer la decía:
-Tú me cuestas cada día
un doblón: ¡caro bocado!

   Cada mes te he visitado
dos veces: en conclusión,
cada vez a la razón
de tres onzas... -¡Lindo chiste!,
dice ella. ¿Y en qué consiste
que yo te salga a doblón?




La vieja y el gato


   Tenía cierta vieja de costumbre,
al meterse en la cama,
arrimarse en cuclillas a la lumbre,
en camisa, las manos a la llama.

   En este breve rato,
le hacía un manso gato
dos mil caricias tiernas:
pasaba y repasaba entre sus piernas.
Y como en tales casos la enarbola,
tocaba en cierta parte con la cola.
Y la vieja cuitada
muy contenta decía: -Peor es nada.




La discípula


   Tiene su aprendizaje cada oficio,
y lo debe tener según mi juicio:
en la forma que el fraile de novicio
cuando novio el casado,
son muchos los deberes de su estado.
¿No tiene aprendizaje el alfarero?
¿Valdrá menos un niño que un puchero?
No hay que aprender dirán: ¡Dios nos asista!
Dígalo tanto padre moralista.
La gran dificultad está en el modo;
hablo yo en general de la enseñanza.
Respecto a las mujeres, fuera chanza,
se ha de tener presente, sobre todo,
que deberá el maestro
virtuoso, libertino, zurdo, diestro,
amigo o enemigo,
dar todas sus lecciones sin testigo.
La experiencia está hecha,
más de lo que se quiere se aprovecha.
Escribiré al intento,
dedicado a la madre, cierto cuento.

   Estaba un venerable religioso
con cierta señorita
proponiéndola a solas un esposo.
Ni escuchaba la madre, ¡qué bendita!
La historia cuenta que, con grande empeño,
caritativo el fraile y halagüeño
procuraba vencer la repugnancia
de la modesta niña. A tal instancia
al fin pronunció el mirando al suelo.
Con un modesto velo
la explica el padrecito el matrimonio,
Sánchez para con él era un bolonio.
¡Oh!, sabía muy bien su reverencia
que en el mundo confunden la inocencia
con la ignorancia crasa,
y que por eso pasa lo que pasa.
La modesta novicia
recibió con placer y sin malicia
la primera lección completamente.
El Padre continúa santamente.
La niña se aficiona,
cuando llegó a ponerla en un estado
a que nunca ha llegado
el más sabio Doctor de la Sorbona.
Se ajusta, se apresura el casamiento.
Cásase la doncella en el momento,
y a los seis meses, breves,
hizo lo que las otras a los nueve.