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  —181→  

ArribaAbajoCuentecito dirigido al regimiento de tiradores de nueva creación

[Cuentecito dirigido por un gaucho al regimiento de tiradores, que se formaba dentro de Montevideo bajo la instrucción del coronel don Javier Gomenzoro]




    Mi coronel Gomenzor:
el domingo muy contento
lo vide a su regimiento
que ha salido... ¡de mi flor!
Maniobraron con primor,  5
y se portó la mozada.
¡Ah, cosa! ¿Y la oficialada?,
esa es como ñandubay,
y ya los verán por ahí
si se ofrece una sabliada.  10

    Con todo, se descuidó
ese día una mitá;
y en cierta dificultá
medio-medio... qué sé yo.
En fin, eso ya pasó:  15
no hay que trabarse, ¡cuidao!,
ni mirar de medio lao
por reparar a las mozas;
¡miren que por esas cosas
muchos hombres se han turbao!  20

    ¿O se hacen en la ocasión
los que no saben marchar,
como queriendo extrañar
la garabina y latón?...
Cuando hay en cada escuadrón  25
de ustedes más veteranos
—182→
que terneros orejanos133
hay desde acá hasta Corrientes;
y se hacen los inocentes...
¡No echen pelos, pues, paisanos!  30

    Larguen no más el valor,
porque saliendo a campaña,
si la vista no me engaña
tienen que entrar en calor:
pues dice don Gomenzor,  35
que pronto van a marchar,
y entonces los va a mandar
el coronel don Savedra;
¿si dará fuego esa piedra?...
¡Cuándo se ha de entreverar!  40



  —183→  

ArribaAbajoMedia Caña salvaje del Río Negro

[La Media Caña salvaje del Río Negro]




    Vámonos arrimando
    al Miguelete,
    que anda una bagualada
    con Alderete.
      Y aunque es rosina,  5
    como está muy hambrienta
    es muy dañina.
Allá va don FRUTOS, con güena pionada,
toda ¡de mi flor! para una voltiada.
    Tin tin por la Aguada,  10
    tin tin o el Cordón,
    señora Santa Ana,
    abuela de Dios.
Ponémelo a tiro... a Maza Violón,
que lo pongo a parto al primer tirón.  15
      No me lo aflijas,
    que se le irá la cincha
    a las verijas.
      Hasta el viejo Frutoso
    viene resuelto  20
—184→
    a echarle un pial134 al Flaco
    de codo vuelto...
      Que lo quiere hacer
    en cuanto se le afirme
    revolcar y... per-  25
...mita Cristo que no me le afloje;
verán si lo quiebra aonde se le antoje.
    Tin tin de la Aguada,
    tin tin del Cordón,
    señor, no lo apure,  30
    que está delgadón.
Prendale a la burra que es lo mesmo que a él
y es como sacarle la panza y la hiel:
    pues se ha hecho mamón
    con tanta calentura  35
    en esta invasión.
      Golpiando las caronas
   viene Medina,
    recostando a los Blancos
   de garabina:  40
      Y sin compasión
    se los trai a rebenque
    desde San Ramón.
Ahí viene Servando y el terne Melgar
que a gatas de susto consiguió enfrenar.  45
    Tin tin de la Aguada,
    tin tin del Cordón:
    dicen que Melgar
    en esa ocasión,
a pesar de ser tan degollador,  50
se asustó tan fiero que daba temor...
—185→
    Y sin saliva,
    de susto, metió el freno
    patas arriba.

      Cuando de acá de ajuera  55
    los apuremos,
    repúntenlos de adentro
    y nos reiremos.
      Que luego en montón
    nos voltiamos a toda  60
   la Federación.
¡Ay, rubio del alma, Mariano Violón,
a quien le tenemos tamaña afición!
    Tin tin de la Aguada,
    tin tin del Cerrito,  65
    que no se te frunza,
    por Dios, Marianito.
De balde presumes de tan yesquerudo,
puede que te vuelvas medio tartamudo,
    llegado el día  70
    que te suelte los perros
    OLAVARRÍA.

      Encima del Cerrito
    que hicistes salva,
    ahí te quiere don Frutos  75
    pelar la nalga.
   Ya nos veremos,
    de aquí a unos pocos días
    platicaremos.
¡Ánima bendita del dijunto Raña,  80
—186→
háceme topar con ese lagaña!
    Tin tin de la Aguada,
    tin tin del Cordón,
    no importa que sea
    rosín ariscón.  85
Con los tres-marías lo he de sujetar
y ahí no más lueguito... lo hago pataliar:
    eso a la fija,
    cuanto suelte las bolas
    de la manija.  90

       ¡Aguiar, Silva, Estibao,
    Flores y Luna;
    Olavarría, y Blanco
    el sin fortuna!...
      Vienen ganosos  95
    de ver si son los blancos
   tan rigorosos.
A la refalosa de los federales
traen la pegajosa estos orientales.
    Tin tin del Cerrito,  100
    tin tin al Cordón,
    hay unos pantanos
    que da compasión;
y al fin del invierno se han de componer
con tanta osamenta que tiene que haber  105
    de los rosines,
    que vamos a cueriar
    flacos y ruines.

      Cuando Badana vino
    la vez pasada,  110
—187→
    y en Cagancha le dimos
   una guasquiada,
    creo que apenas
    le quedó a Juan Manuel
    sangre en las venas.  115
Pero de esta vez sucumbe Ciriaco,
y le va a fundir todo su tabaco.
    Tin tin del Cerrito,
    tin tin de la Aguada,
    Oribe es la sota  120
    en esta jugada:
y el Restaurador jugando, esta sota,
juega contra el dos y queda en pelota,
    porque don Frutos
    se lo ha de echar en puertas  125
    fijo y sin sustos.

      Hay cosas desgraciadas
    como esta invasión,
    que hasta la extranjerada
    le tiene aprensión...  130
      Pues en la ciudá
    se han armado naciones
    con temeridá:
    y ésta es buena gente-
   ...porque como copla  135
    donde el uno apunta-
    ...el resto se sopla.
      Tin tin de la Aguada
    tin tin del Cordón,
    los puebleros andan  140
    con mala intención:
y si los morenos y los nacionales
—188→
me los atropellan a los federales,
    ¡Jesús te valga!,
   cuando Paz y la güeba  145
   del pueblo salga.

       El rosín que se aparte
    de la manada,
    ese sale siguro
    a la carniada:  150
      Que en la presente
    nos vamos al pescuezo,
   muy suavemente.
Peregil y chauchas-rábanos y choclos,
zapallo, batatas-habas y porotos.  155
    Tin tin de la Aguada
    tin tin del Cordón,
    ya no hay más alivio
    que toro flacón.
    Con que así rosines-  160
    ...pónganse a sembrar,
    mientras los de afuera-
    ...les damos lugar.
    Que ya las vacas
    las espantó Alderete  165
    con sus balacas.

      Vaya la despedida,
    que está lloviendo
    y se va la invasión
   humedeciendo.  170
      Y en este invierno
    ha caído en un barrial
—189→
    hasta el infierno,
sable, tercerola, lanza y alfajor:
y dele memorias al Restaurador.  175
    Tin tin que en la Aguada,
    tin tin y el Cordón,
    tiene empantanada
    la Federación.
Amigo Alderete, la cosa está fiera,  180
mire que lo pilla don Frutos Rivera;
    y en esta zurra,
    dicen que lo ha de hacer
    montar su burra.




ArribaAbajoSolicitud de Lucero a los señores que formaban en Montevideo la Comisión de Equipo, con la cual el gaucho debía entenderse para que le pagaran cierta cantidad que le adeudaba el Gobierno, quien recomendaba a Paulino para que fuera atendido por dicha Comisión

[Petición o solicitud del gaucho Lucero, pidiendo en Montevideo que la comisión de equipo le mande pagar cierta deuda]


A LOS SEÑORES COMISIONEROS.



    Caballeros los nombraos,
Portal, Bustamante y Costa,
de la Comisión angosta135
principales titulaos:
ya que andan de aficionaos  5
—190→
voraceando al parecer,
¡qué Cristo!, vamos a ver
si auxilian a un guacho flaco;
pobre, infeliz, sin tabaco,
ni cangallas que vender.  10

    Yo sé que en la situación
los que pueden aliviarme
como también traginarme,
solamente ustedes son:
pues ya la gobernación  15
está bien enternecida,
y a servirme decidida
con la mejor voluntá,
pero al mesmo tiempo está
enteramente fundida.  20

    También sé de que en la hacienda
el Ministro hoy los rejunta,
y yo me largo en la punta
a esperar en la trastienda:
allí aguardo la tremenda,  25
mesmito, y si salgo mal,
de allí atropello al corral
del Juerte, y sin alboroto
voy de cabeza y me azoto
en el pozo de Vidal136.  30

P. LUCERO.



  —191→  

ArribaAbajoLa primer montada a caballo que hizo Jacinto Cielo saliendo del Hospital

[La primer montada a caballo que hizo Jacinto, saliendo del Hospital donde estuvo herido]137


HOY YA ME LE ACOMODÉ



    Sabrán que el viejo FRUTOSO,
que nunca se muestra ingrato,
le dio para mí este flete
al coronel Fortunato.

    Por supuesto, es prenda mía,  5
¡cuando el viejo me lo cobra!,
y para boliar rosines
tengo caballo de sobra.

    ¡Eh p... ucha, el pingo que está
soberbio con la soltura!,  10
pues como recién lo muento,
un rayo se me afigura.
—192→
    Aflojarle es una gloria:
ya ven, lo voy recogiendo,
pues presumo que a Violón  15
cerquita le voy midiendo.

    ¡Dos pares138 le he de prender,
a un tiempo a ese baladrón!,
y he de llevar a los tientos
para Barcena otros dos.  20

    Déjenlo que me aventaje
ese mashorquero viejo;
que ¿aónde diablos se me va
si le aflojo al azulejo?

¡Y que se me iba con bolas!,  25
¡y que aguantaba el sogazo!,
¡y que al primer chaguarazo
no sale haciendo cabriolas!

    En fin, ya tengo salú
y un pingo ¡superiorazo!  30
¡Ya verán esas dos liendres
si han de morir a este brazo!



  —193→  

ArribaAbajoAprobación de Jacinto al nombramiento de sargento primero de una reunión de caballeros tertulianos del Revesino, en la cual el referido sargento era el jugador más aventajado en saber, como el más precaucional para llevar el caballo; mientras que el dueño de casa lo jugaba regularmente mal puesto, y así lo perdía, y luego se desagradaba en los términos que dicen los versos siguientes

[Crítica gaucha a los señores que se reunían en Montevideo a jugar el revesino en casa del señor don B. C., durante el sitio de los nueve años]


SEÑORES REVEINSEROS.


    Aprobando el nombramiento
de que es tan merecedor
por diablo y por mosquiador139
el titulado sargento,
afirmo con sentimiento  5
que es ¡un gran camandulero!,
y un jugador picotero,
porque se araña y se muerde
¡la gran pucha!, y cuando pierde
grita más que un terutero.  10
    Sin embargo, lo aventaja
alegando a lo cotorra
otro que hace mazamorra
revolviendo la baraja.
—194→
Veremos si ahora se ataja  15
y dice que no es verdá:
pero, no lo negará,
pues sabe la reunión
que en comenzando el patrón
rezonga a lo mangagá140.  20



  —195→  

ArribaAbajoLa extremaunción

[La extremaunción, por la llegada a Montevideo del vapor inglés La Devastación]



Patrón don Palemón,
como es tiempo de fusión,
creo que la repetición
de esa antigualla composición
vendrá muy al pelo en la situación.



La Extremaunción.                


Montevideo. Agosto 6 de 1846.


    Querido primo Ramón;
no te cause admiración
el tremendo notición
que te doy de sopetón;
y aunque su confirmación  5
todavía está en embrión,
no es cuento, ni es ilusión
que, como una exhalación
ha venido de Londón
un vapor como el Gorgón,  10
llamado Desvastación
«dicen» que con la misión
de concluir esta cuestión
mediante una transación;
y que es fijo y de cajón  15
que se acaba del tirón
la guerra y la desunión.
—196→
de hombres de toda opinión
celeste, blanca o punzón.
Yo, primo del corazón,  20
siento tal satisfación,
que nunca tuve alegrón
como éste, y por precisión
creo que de esta ocasión
concluirá la destrución,  25
la miseria y la aflición
de toda la población:
y también la aspiración
de cualquier bando o fación;
si hacemos la reflexión,  30
que nuestra infeliz Nación
al concluir el pericón141
se halla sin ponderación
más pelada que un pelón,
sin un solo patacón,  35
por la sencilla razón
que en esta revolución
le han dado sin compasión
¡tantísimo manotón!...
los que tienen afición  40
al suelo y al borbollón,
y hoy echan tragos de ron
a costa de una porción
de hombres de mi condición,
que soy paisano lerdón;  45
y que en esta confusión,
de pelearnos con tesón
he tenido un apretón,
y he vendido hasta el facón
—197→
por yerba, pan o jabón:  50
y que al fin en un rincón,
con el suelo por colchón
estoy sin medio y flacón,
rotoso, sucio y barbón,
contemplando un familión  55
macilento y delgadón,
y lamentando tristón
¡tanta vaca y mancarrón
que me han hecho humo al botón!
Pero... pase el nubarrón.  60
Vena la paz y la unión.
Y, por San Pascual Bailón,
y la Pura Concepción
santos de mi devoción,
que echo al infierno el latón  65
y me afirmo a un azadón,
gritando de corazón:
¡viva, viva la fusión,
y viva la constitución,
y viva la intervención,  70
y viva la Devastación!,
que es ¡la última!, che Ramón,
pues solo a su aparición
y piadosa intercesión
vamos a deber el don  75
de la tranquilización...
Aunque, ando con aprensión
que antes de la conclusión,
de balde estoy ariscón,
después de tanto arrejón,  80
que algún chumbo142 o perdigón
—198→
me estire en un albardón,
y patitieso y panzón
de ahí me tiren a un zanjón,
como han tirado a un montón  85
de criollos, que siempre son
los pavos de la función,
y espichan como un ratón
sin paternóster ni Kirieleisón.
    Tu primo-José Hilarión.  90



  —199→  

ArribaAbajoProclama de Paulino Lucero a sus suscritores

[Proclama del gaucho Lucero a sus suscritores]


Prevención del periodista Jacinto, para recoger la suscripción de las primeras diez gacetas que publicó en Montevideo; advirtiéndose que debía cobrar al repartir el n.º 10, y que en el n.º 9 dijo al público, que desensillaría su caballo y no haría más gacetas, si no le pagaban corrientemente la primer suscripción.

Montevideo, a 25 de agosto de 1843.



    Caballeros: -¿El decir
diez y tarja, es afirmar
que yo iba a desensillar?
¡Valiente no colegir
que tarjé para juntar!  5

    Pero, los que no colijan,
dirán: -¿Rejuntar el qué?,
pues, señor, se lo diré:
Aflojen, y no se aflijan,
¡diez realitos!... ¡Oiganlé!  10
—200→

    No aguanto más suscrición
cinco pares de gacetas
les he de largar completas,
y en tocando a reunión
lárguenme cinco pesetas.  15

    Con que ansí, guarden la paja,
y vénganse con el trigo,
porque, clarito les digo,
que me les voy a baraja
si andan con güeltas conmigo.  20

    Por lo demás, no hay cuidao,
tengo más que escribaniar,
que hay rosines que boliar
dende aquí hasta el Otro lao143,
si los dejamos llegar.  25

    Pues estando arremangao
cualquier gaucho decidido,
en la vida ha sucedido
que eche al suelo su recao
sin montar lo que ha querido.  30



  —201→  

ArribaAbajoSúplica gaucha dirijida al ilustrado redactor del Comercio del Plata doctor don Florencio Varela, pidiéndole anunciara la publicación que se iba a efectuar del poema Paulino Lucero

[Súplica de Paulino Lucero al redactor del Comercio del Plata, el doctor don Florencio Varela]


SEÑOR RELATOR DEL COMERCIO DEL PLATA.

Montevideo. Noviembre 14-1846.



       Muy señor mío:
    Velay le mando, señor,
a que lea mi argumento,
que en este puro momento
ha soltao el imprentor.
Hágame pues el favor,  5
usté que es hombre maestrazo,
de pegármele un vistazo,
y verá un pial de volcao,
en que a Rosas le he largao
la armada de todo el lazo.  10

    Y si por felicidá
le agradase mi versada,
en su gaceta mentada
avísele a la ciudá
del modo y conformidá  15
que el gaucho saldrá lueguito;
—202→
ya que usté es el primerito
a quien le largo este envite,
a fin de que me acredite,
si es su gusto, patroncito.  20

PAULINO LUCERO.



  —203→  

ArribaAbajoMartín Sayago recibiendo en el palenque de su casa a su amigo Paulino Lucero

[Advertencia prosaica anunciando la publicación del diálogo entre Martín Sayago y Paulino Lucero]


ADVERTENCIA

En la siguiente composición Paulino Lucero es un gaucho correntino enemigo acérrimo de la tiranía de Rosas, que acompañó constantemente al general Lavalle, en clase de soldado, y fue uno de los bravos que salvaron el cadáver de su general de las impías manos del feroz don Manuel Oribe que, cual chacal hambriento y rabioso, escarvaba los sepulcros buscando la cabeza descarnada de aquel valiente infortunado. Después que sus fieles y esforzados compañeros pudieron, en tierra extranjera, darle la cristiana sepultura que le negaron los tiranos de su patria, aquel puñado de héroes escapados del puñal de los verdugos de Rosas, se dispersó buscando su salvación en los países limítrofes. Lucero se refugió al fin en los campos del Cuaró, donde vivía a monte, siempre con la esperanza de que amaneciese un día de libertad para su patria. Así que supo que el general Urquiza había levantado su espada contra los tiranos, voló a la Provincia de Entre Ríos a ofrecerle sus servicios. En estas circunstancias es cuando se encuentra con su antiguo amigo Martín Sayago. La primera edición de este diálogo se hizo en Montevideo el año de 1846. En la segunda, publicada en 1851, salió enteramente refundido y aumentado; y ahora se reproduce así corregido.



MARTÍN

    ¡AMIGO! De aquella loma
que atrás del monte se ve,
apenas lo devisé,
dije: aquel mozo que asoma
se me hace por la presencia  5
ser el paisano Lucero;
felizmente, aparcero,
me ha salido...

LUCERO

A la evidencia:
porque como nunca juyo
de esta causa en el afán;  10
y como dice un refrán,
en un pie a tu tierra, grullo,
cuanto el general Urquiza
(a quien lo conserve Dios)
pegó el grito: «vamonós  15
contra Rosas», a la prisa,
—205→
como es justa la contienda,
por lo justo, al grito yo,
decidido, del Cuaró144
me vine a tirar la rienda  20
frente de Gualeguaychú145,
y al Uruguay me azoté
y lueguito me largué,
a saber de su salú.
¿Y mi aparcera?

MARTÍN

Buenaza.
 25
siempre mentándolo a usté.
Vaya, aparcero, apiesé;
ya sabe que está en su casa,
y no precisa...

LUCERO

Al momento
velay refalo el recao  30
y me pongo a su mandao.

MARTÍN

    Adelante: tome asiento.

LUCERO

    Pues, mire, amigo Sayago,
yo al venir me presumía
que no me conocería  35
—206→
al volver por este pago.
Pero si usté a la fortuna
es igual en la memoria,
ya puede hacer vanagloria
de conocedor: ¡ahijuna!  40

MARTÍN

   Lo que yo estoy conociendo
es que usté viene templao
y como siempre alentao.
Con que, váyame diciendo:
¿diadónde sale?

LUCERO

¡Chancita!
 45
    De lejas tierras, cuñao,
después de haberme troteao
media América enterita:
de suerte que de mulita
ya nada tengo, ¡qué Cristo!,  50
pues con las cosas que he visto
en tanto como he andao,
de todo estoy enterao
y para todo estoy listo.
    Pero, paisano Martín,  55
yo creiba que su amistá
con mi larga ausiencia ya
hubiese aflojao al fin.
Ya ve que ¡siete años largos
sin vernos hemos pasao!,  60
¡y cómo estoy de arrugao
por tantos ratos amargos!...
—207→
Así, yo hubiera apostao
a que me desconocía,
y que ni mentas haría  65
de mí.

MARTÍN

Se había equivocao:
y lejos de eso, aparcero,
tan presente lo he tenido
que lo hubiera distinguido
en el mayor entrevero.  70
    Digo esto, en la persuasión
que usté en la otra tremolina
habrá andao de garabina,
por supuesto, y de latón;
sobre el pingo noche y día  75
peliando al divino ñudo,
medio en pelota o desnudo
y con la panza vacía.
    Pero ya por estos pagos,
lo mesmo que por su tierra,  80
se anda por concluir la guerra
y las matanzas y estragos:
bajo la suposición
de que no corcoviará
Rosas, y se allanará  85
a organizar la nación
por el ORDEN FEDERAL,
que Entre Ríos y Corrientes
han proclamado valientes,
y han de sostener... ¿qué tal?  90
—208→

LUCERO

   ¡Muy lindo!... pero... veremos;
porque ese Rosas, amigo,
¡es tan diablo... pucha, digo!,
¡cuántos males le debemos!
Y aunque usté haiga forcejeao  95
en otro tiempo por él,
éste no es el tiempo aquel,
y se habrá desengañao...

MARTÍN

   ¿Forcejeao, dijo? Se engaña:
por un deber he seguido,  100
siempre medio persuadido
que Rosas es un lagaña.

LUCERO

    ¿Medio no más, aparcero?,
¿o se le hace rana el sapo?,
¿a que si se lo destapo,  105
se persuade por entero?
    ¡Es un tigre hasta morir,
con unas garras que asusta!,
y a ese respeuto, si gusta,
le explicaré mi sentir.  110

MARTÍN

   ¡Pues no!, amigo: desde luego
prosiga, y dele por ahí:
y arme un cigarro, velahí,
también voy a darle fuego.
—209→

LUCERO

    No... deje estar... ¡Voto a bríos!  115
¡Maldito sea el rocín!
¡Por Cristo!, amigo Martín,
he perdido los avíos146.
¡Ah, bruto!, ¡si ha corcoviao
hasta cortarme la cincha,  120
y todavía relincha;
y mire, se ha revolcao!

MARTÍN

    Tiene laya de buenazo
y bellaco...

LUCERO

Sin piedá,
pero de conformidá,  125
que luego es ¡superiorazo!
    Hoy cuasi me descompuso,
porque en pelos me dejó,
y ya también se volió,
pero salí ¡como un huso!  130

MARTÍN

    ¡Ah, gaucho!... Vení, Ramón;
velay, agarrá ese overo,
y acolláralo ligero
al zaino viejo rabón.
—210→
¿No será algún pescuecero147  135
su redomón, ño Paulino,
que saque por el camino
a la rastra a mi aguatero148?
No le hace: andá y del tirón
traite el mate y la caldera;  140
vaya, hijito, y de carrera
cébanos un cimarrón.

LUCERO

    Pues, yo creí que usté viviera
siempre en la otra población,
y hoy al darle el madrugón  145
me encontré con la tapera.
Luego me pude informar
de su salú y paradero,
y en la cruzada al overo
se le antojó retozar.  150

MARTÍN

    ¡Voto-alante!, en fin ya ve,
después de tanto rodar,
me he conseguido afirmar
siempre en la costa del Clé149,
donde en otro tiempo, amigo,  155
cuanto rancho he levantao,
lueguito me lo han quemao,
como si fuera castigo:
—211→
hasta hoy que como la rosa
vivo y puedo trabajar  160
con miras de adelantar,
si Dios no manda otra cosa.
Pues acá de varios modos,
siendo los hombres honraos,
todos viven sosegaos  165
y ganan su vida todos,
mediante la proteción
que el gobernador Urquiza
al pobre que la precisa
le presta de corazón.  170
    Así, el hombre es bendecido,
como bajado del cielo,
después de tanto desvelo
y atraso que hemos sufrido.

LUCERO

    Que dure es lo menester,  175
y pronto, amigo, verá
que esta provincia será
feliz como debe ser:
porque la naturaleza
y Dios mesmo se ha esmerao  180
en darle como le ha dao
en el suelo su riqueza,
corriendo la agua a raudales
por sus ríos caudalosos,
y de ahí sus montes frondosos,  185
sus campos y pastizales.
    Luego sus puertos y haciendas
su trajín y produciones...
—212→
¿No valen más estos dones,
que ejércitos y contiendas  190
sin término?, ¿y para qué?,
para que al fin el tirano
llegue a ser el soberano
de estos pagos.

MARTÍN

Riasé
del Supremo y de su antojo,  195
pues para tal pretender,
Rosas no debía ser
tan ruin, tan malo, y tan flojo;
ni debía ese asesino
apoyarse en el terror,  200
ni ser tan manotiador
como tacaño y mezquino.
Así condición ninguna
tiene, sino fantasía;
pero, ya se allega el día  205
de que se le acabe, ¡ahijuna!...
    ¡Qué distinto proceder
tiene acá el gobernador,
a quien el restaurador
le debe todo su ser!  210
    Usté lo verá, paisano;
por supuesto, lo verá,
y si ha visto (me dirá)
hombre más liso y más llano.
    Y verá con el empeño  215
que proteje al hombre honrao,
—213→
sin fijarse en lo pasao,
ni en si es de Uropa o porteño.
    Porque su único sistema
es perseguir los ladrones,  220
pero que por opiniones
ya ningún hombre le tema.
    También verá el adelanto
de nuestra provincia entera,
y al cruzar por aonde quiera  225
le parecerá un encanto:
    Ver la porción de edificios
que se alzan en todas partes
para protejer las artes
y diferentes oficios.  230
    Luego en los campos verá
las escuelas que sostiene
la Patria, en las cuales tiene
a hombres de capacidá:
    Enseñando satisfechos  235
y con esmeros prolijos
a que aprendran nuestros hijos
a defender sus derechos.
    Y últimamente, paisano,
si hay gobiernos bienhechores,  240
quizá uno de los mejores
es el Gobierno entrerriano.

LUCERO

    ¡Qué primor! Así debía
proceder todo gobierno
—214→
veríamos que al infierno  245
iba a parar la anarquía.
Pero, desgraciadamente
Rosas es tan envidioso,
y tan diablo y revoltoso,
que ya pretende al presente  250
largarnos un buscapié
para hacernos chamuscar,
porque no le ha de agradar
esta quietú; creamé.
Pues la Libertá y la paz  255
son dos cosas que aborrece,
a punto que se estremece
de oírlas nombrar nada más.
A bien que le he prometido
destapárselo enterito,  260
y voy a hacerlo lueguito;
¿quiere atender?...

MARTÍN

Decidido
le prometo mi atención:
que un hombre de su razón
merece ser atendido.  265

LUCERO

   Pues bien, amigo Sayago,
debajo de una amistá
oirá con la claridá
y la franqueza que lo hago.
    No hablo como lastimao;  270
menos como correntino:
—215→
hablaré como argentino,
patriota y acreditao,
que nunca ha diferenciao
a porteños de entrerrianos,  275
ni a vallistas de puntanos,
porque todos para mí,
desde este pago a Jujuí150,
son mis queridos paisanos.
    Y en el rancho de Paulino  280
puede con toda franqueza
disponer de la pobreza
cualquier paisano argentino;
pues nunca ha sido mezquino,
y a gala tiene Lucero,  285
el que cualquier forastero
llegue a golpiarle la puerta,
siguro de hallarla abierta
con agrado verdadero.
    Sólo aborrezco a un audaz  290
que piensa que la nación
es él solo en conclusión,
y su familia, a lo más:
y ese malevo tenaz,
matador, morao y ruin,  295
que ha promovido un sin fin
de guerras calamitosas,
no es una rana... ¡ése es Rosas!
mesmito, amigo Martín,
    que grita ¡federación!  300
—216→
y degüello a la unidá,
mientras que a su voluntá
manotea a la nación;
y en veinte años de tesón
que mata y grita audazmente  305
¡federación!, que nos cuente,
¿qué provincia ha prosperao
o al menos se ha gobernao
de por sí federalmente?
    Ninguna, amigo: al contrario,  310
hoy miran su destrución
y que en la Federación
Rosas se ha alzao unitario,
porque, a lo rey albitrario,
desde San José de Flores  315
fusila gobernadores,
niñas preñadas y curas,
y comete en sus locuras
otra máquina de horrores.
    ¡Vea qué Federación  320
tan gaucha!, y yo le respondo
que aunque soy medio redondo151
conozco su explicación,
que consiste en mi opinión,
en que los pueblos unidos  325
vivan, y no sometidos
a tal provincia o caudillo
que les atraque cuchillo
y los tenga envilecidos...
—217→

MARTÍN

    ¡Ahijuna!...

LUCERO

No se caliente:
 330
deje estar que le relate.

MARTÍN

   Siga, amigo: velay mate;
velay también aguardiente.
    ¡Barajo!... ¡qué relación!
¡Ah, Rosas, si en este istante  335
te topara por delante!,
si hasta me da comezón...

LUCERO

   ¡Viera, aparcero Sayago,
por esos pueblos de arriba,
como he visto yo cuando iba,  340
redotao por esos pagos!,
¡qué mortandades, qué estragos!,
¡cuánta familia inocente
hasta hoy llora amargamente
la miseria y viudedá  345
que deben a la crueldá
de Rosas únicamente!
    Luego, el encarnizamiento
con que a los hombres persigue,
y los rastrea, y los sigue  350
—218→
lo mesmo que tigre hambriento.
Así es que he visto un sin cuento
de infelices desterraos,
y hombres que han sido hacendaos
rodando en tierras agenas  355
y viviendo a duras penas
pobres y desesperaos.
    ¡Y así pretende el tirano
que el país esté sosegao,
habiéndolo desangrao  360
de un modo tan inhumano?
Ahora, dígame, paisano:
si a usté también lo saquiara,
lo persiguiese y rastriara
así con un odio eterno,  365
usté desde el quinto infierno
¿con Rosas no se estrellara?

MARTÍN

    Siguro, hasta el fin del mundo
como a pleito lo seguía,
y hasta lo perseguiría  370
de la mar en lo profundo.
    Y a la prueba me remito
en la presente patriada,
yendo a darle una sableada
allá en Palermo mesmito.  375
    Y siendo tan revoltoso
el paisano Juan Manuel,
preciso es librarnos de él
lo mesmo que de un rabioso;
—219→
y entre todos sin reposo  380
dejándonos de pelear,
lo debemos corretear,
que dispare a lo ñandú152
y se vaya a la gran-pu
y nos deje sosegar.  385

LUCERO

    Y que deje de amolarnos
con tanta guerra al botón
que arma allá ese baladrón
con miras de esterminarnos.
Que acá para gobernarnos  390
federal y lindamente,
sin hacer matar la gente,
pero haciendo prosperar
la patria, no han de faltar
gobiernos como el presente.  395

MARTÍN

    ¡Ah, gaucho sabio y ladino!,
si es la cencia consumada,
y patriota más que nada;
eche un trago, ño Paulino.

LUCERO

    Vaya, amigo, ¡a la salú  400
de sus pagos y los míos,
y el GOBIERNO DE ENTRE RÍOS
—220→
que nos ha de dar quietú!,
¡y por la FEDERACIÓN!

MARTÍN

¿La gaucha?...

LUCERO

No: ¡la entrerriana!,
 405
la linda, la veterana153,
que hará feliz la nación,
hoy que su proclamación
alza el general URQUIZA,
diciendo: «¡Aquí finaliza  410
todo el poder de un tirano,
que el ejército entrerriano,
va a reducir a ceniza!».

MARTÍN

    Amigo, ahí tengo un changango
que pasa de rigular,  415
y ahora mesmo hemos de armar
para esta noche un fandango.
    Aunque ya no me acordaba
que ayer, cuando iba al arroyo,
mi Juana Rosa en un hoyo  420
medio se sacó una taba.
    Y hoy de mañana salió
con la Nicasia en las ancas,
y en aquellas casas blancas
—221→
debe estar, presumo yo,  425
haciéndose acomodar
la pata que se le ha hinchao:
pero así mesmo, cuñao,
esta noche ha de bailar.
    ¡Y usté templando el changango  430
saquémele hasta la frisa,
a salú de don Urquiza
federal lindo y de rango!

LUCERO

    Lo haré por él, lo prometo;
pues, si antes fui su enemigo,  435
ahora de veras le digo,
me ha cautivao el afeto,
viendo el empeño completo
con que llama a los paisanos
para que se den las manos  440
y se dejen de matar:
así es que lo han de apreciar
todos los americanos.
    Y así, yo de corazón
rendiré la vida a gusto  445
en las filas de don Justo,
sosteniendo su opinión
de organizar la nación,
hoy que el caso se presenta,
para ajustarle la cuenta  450
a ese tirano ambicioso,
causal de tanto destrozo
que nuestra patria lamenta.
    Y a quien el mesmo Entre Ríos
—222→
le debe tantos atrasos,  455
por las trabas y embarazos
que antes le puso a estos ríos;
creyendo en sus desvaríos
Juan Manuel, que el Paraná
era de su propiedá:  460
y cuando le daba gana
no entraba ni una chalana.
¡Mire qué barbaridá!
    Y a todo barco atajaba,
sin más razón ni derecho  465
que sacarle hasta el afrecho
en tributos que cobraba:
de otro modo no largaba
a ningún barco jamás,
y sólo a San Nicolás154  470
cuando más podían dir,
pues si querían subir
los hacía echar atrás.
    ¡Qué diferencia hoy en día
es recostarse a estos puertos,  475
y verlos siempre cubiertos
de purita barquería!,
con tanta banderería
y tanta gente platuda,
que al criollo que Dios lo ayuda  480
se arma rico redepente;
lo que antes cuasi la gente
andaba medio desnuda.
—223→
    Luego, en ganar amistades,
¿acaso se pierde nada?...  485
¿y con gente bien portada
que nos trae comodidades,
cayendo de esas ciudades
de Uropa tantos naciones,
a levantar poblaciones  490
en nuestros campos disiertos,
que antes estaban cubiertos
de tigres y cimarrones155?
    ¿O debemos ahuyentar
la gente que habla en la lengua?  495
No, amigo, porque no hay mengua
en que vengan a poblar;
pues nos pueden enseñar
muchas cosas que inoramos
de toda laya: ¿a qué andamos  500
con que naides necesita,
si hay tanto y tanto mulita
entre los que más pintamos?
Dicen que «la extranjerada
(algunos no dicen todos)  505
nos ha de comer los codos».
¿Qué nos han de comer? -¡Nada!,
podrán comer carne asada,
cuando apriendan a enlazar;
y no se puede negar  510
que son muy aficionaos
a echar un pial, y alentaos
si se ofrece trabajar.
—224→
    Allá en mi pago tenemos
un nacioncito bozal,  515
muchacho muy liberal
con quien nos entretenemos;
y al lazo le conocemos
mucha afición de una vez.
Y, ni sé qué nación es;  520
pero cuando entre otras cosas
le grito: «piálame a Rosas»,
se alegra y responde: ¡yes!

MARTÍN

    ¡Será el diablo! Pues aquí
anda otro carcamancito  525
que contesta a lo chanchito,
y a todo dice: «güi, güi»,
y ayer peló un bisturí
de dos cuartas, afilao,
y yo que estaba a su lao  530
le dije: «¿para qué es eso?»,
y él señalando el pescuezo
nombró a Rosas, retobao156.

LUCERO

    ¡Pero, si es temeridá
lo que el hombre es malquerido  535
y putiao y maldecido
en todo pago y ciudá!
    Ya le dije, yo he corrido
muchas tierras, y embarcao
—225→
desde la mar del Callao  540
hasta la Esquina157 he venido;
y en Bolivia he conocido
a hombres que no morirán
de antojo, y le pegarán
al Supremo una sumida,  545
si Dios le presta la vida
al general Ballivián.
    Éste anda por Chuquisaca,
y allá en Lima anda un Castilla,
general, que si lo pilla  550
a Rosas le arrima estaca;
porque es liberal de a placa
ese general limeño;
y a todo gaucho abajeño158
que anda infeliz por allá  555
en cualquier necesidá
lo proteje con empeño.
    Así, yo vine prendao
de otro general Torrijo.
¡Ah, mozo!, un día me dijo,  560
viéndome medio atrasao.
«¿Muchacho, sos emigrao?».
Sí, señor, le respondí.
«Pues tomá», y le recebí;
y como quien no da nada  565
ahí me largó una gatiada159
que luego la redetí.
—226→
    Después en Chile, paisano,
también me puse las botas,
con muchos mozos patriotas  570
que detestan al tirano;
y el gobierno es tan humano,
que a todos nos compadece,
y dice que no merece
Buenos Aires esa suerte,  575
en que hoy se mira, y de muerte
a Juan Manuel lo aborrece.
    ¿Y el general Virasoro?,
¿y el ejército que manda?,
¡por Dios!, le asiguro que anda  580
contra Rosas, como un toro;
y antes en manos de un moro
caiga ese bruto asesino,
que no en las de un correntino.
Así, que ande Rosas listo,  585
pues si lo pillan, ¡ah, Cristo!,
¡infeliz de su destino!
    Luego, en colmo de sus males,
al Presidente160 su aliao
ya lo tienen apretao  590
veintidós mil imperiales,
todos mozos ternejales
que lo han de sacar muriendo,
y todos, estoy creyendo
como una cosa sigura,  595
que por sacarle una achura
a Rosas se andan lambiendo.
—227→
    Y en todo el género humano,
no crea, ni le parezca
que hay hombre que no aborrezca  600
a Juan Manuel por tirano.
¿Y en el Paraguay, paisano?,
¡viera a los paraguayitos
todavía mamoncitos
que apenas andan gatiando,  605
y ya se largan gritando:
«¡que muera Rosas!»...

MARTÍN

¡Ah, hijitos!
Ya además el Presidente
es un quiebra, sigún veo,
pues le ha pedido rodeo  610
al héroe del Continente.

LUCERO

    Sí, amigo, muy suavemente
al principio lo ha palmeao,
y ya lo ha redomoneao,
hasta el verano que viene,  615
que puede ser que lo enfrene
y lo haga de su recao.

MARTÍN

    ¡Ah, cosa! Dios lo bendiga,
y le dé su santa gracia.
¡Che!, mire: ahí viene Nicasia  620
con mi china. Pero, diga:
¿se acuerda de Sandoval
el payador?
—228→

LUCERO

¡Cómo no!

MARTÍN

   Un chumbo lo desnucó.

LUCERO

   ¿Dónde?...

MARTÍN

En la Banda oriental:
 625
donde también por mi mal
andando por esa tierra,
cuando la maldita guerra
en que Rosas nos metió,
cuasi, cuasi, quedé yo  630
estirao en una sierra.

LUCERO

    Velay otra guerra, amigo,
que hace Rosas al botón,
de cuya desolación
usté habrá sido testigo:  635
y ¿qué oriental enemigo
tiene Entre Ríos?, pregunto.
¿A qué cargas, a qué asunto
mandó allá a la paisanada?
¿Sabe a qué, aparcero? A nada;  640
a peliar por él, por junto.
    Cierto es que Frutos Rivero
—229→
vino acá la vez pasada,
porque allá la entrerrianada
a él lo atropelló primero  645
con don Pascual, que altanero
se guasquió a Santa Lucía,
pues de terne presumía,
hasta que en una mañana
le zurraron la badana:  650
y que vuelva, ¡y qué volvía!
    Y de ahí, Rosas se ha propuesto
destruir la Banda oriental,
que no le ha hecho ningún mal,
¡mire si es hombre funesto!,  655
y no alega otro pretexto
que mudarle presidente:
¿qué le importa que Vicente,
o Pedro, o Juan o Tadeo
gobierne en Montevideo?,  660
¿no digo bien?

MARTÍN

Mesmamente.

LUCERO

    Pues ya ve a los orientales
matándose con horror,
lo que es, amigo, un dolor,
¡porque son tan liberales!,  665
y hay mozos tan racionales
entre uno y otro partido,
que si ya no se han unido
no es por rencor, creamé,
—230→
es solamente porqué  670
ahí anda Rosas metido.
    Lo que antes, los orientales
se daban cuatro sabliadas,
y al tiro de camaradas
quedaban todos iguales:  675
mas hoy, con los federales
quo Rosas les ha ingertao
tan fiero los ha trenzao,
que algunos ya lo coligen,
y Dios permita y la Virgen  680
que le hagan el cuerpo a un lao.
    Dios lo permita, repito,
que se abracen como hermanos;
porque, sin ser mis paisanos
los apreceo infinito;  685
pues ya sabe, aparcerito161,
que yo me crié por allá,
y así es con temeridá
lo que esa gente me agrada,
y esas hembras más que nada,  690
porque son una deidá.

MARTÍN

    ¡Oiganlé al cantor Lucero
cómo se explica y se amaña!
Pues bien, una media caña
conciérteme, compañero.  695
    Toda de amor enterita,
que se alborote el hembraje
con las coplas, y le faje
hasta la madrugadita.
—231→

LUCERO

    Media caña y cielo junto,  700
será más lindo, aparcero,
y que yo duerma primero,
porque... ya me siento en punto...

MARTÍN

   Echesé, aunque Juana Rosa
venía y se ha entretenido,  705
y si lo pilla dormido
quizá se muestre quejosa.
    Pero ya que está templao,
no hay que hacer caso, echesé,
que yo lo dispertaré  710
con un buen cordero asao...
    Aunque, amigo, la patrona
lo ha de querer agradar:
déjeme, voy a carniar
con cuero una vaquillona.  715
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
    Y ya enderezó Martín
rumbiando para el rodeo162;
y Paulino a su deseo,
hizo estas coplas por fin.