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171

Equivalente a la latina unde.

 

172

Equivalente al adverbio latino qua.

 

173

De dos modos se usa cual en las comparaciones: como adjetivo y como adverbio.

Como adjetivo: Los españoles y los araucanos embisten unos con otros, dice Ercilla:


«Cuales contrarias aguas a toparse
Van con rauda corriente sonorosa».



Como adverbio: Un incendio, dice el duque de Rivas:


«Alza hasta el alto cielo remolinos,
Con luz siniestra iluminando valles,
Y selvas, y apartados caseríos,
Y en las lejanas cumbres desiguales
Reflejando del último horizonte,
Cual suelen encendidos los volcanes».



Puede ser uno u otro en este pasaje de don J. J. de Mora:


«Don Suero a nadie daña,
Mas, cual visión extraña,
Que horror secreto y repugnancia inspira,
La faz del hombre mira».



Cual, adjetivo, sería representado en latín por qualis adverbio, por ut o velut.

 

174

Nuestro pues se deriva de la preposición latina post.

 

175

Injustamente, en mi humilde opinión, censuró Hermosilla como ociosamente pleonástico el tercero de estos versos, que tan sentidamente exprime el dolor de Salicio por la inconstancia de Galatea. Dudo que a nadie parezcan más expresivos aquellos acumulados pleonasmos de Homero que el mismo escritor llama bellísimos:


«Pero Aquiles pretende sobre todos
Los otros ser, a todos dominarlos,
Sobre todos mandar, y como jefe
Dictar leyes a todos».


 

176

Sutileza metafísica, dirán algunos. Pero estos señores no desconocerán en muchos giros de nuestra lengua la influencia latina. La construcción así... si, no sería pues más que la latina sic... si, cual aparece en estos versos de Horacio:


Sic ignovisse putato
Me tibi, si cenas hodie mecum.



 

177

Véase la Nota IX.

 

178

Así se llaman en latín los verbos y participios que siendo pasivos en la forma, no lo son el significado, como orior, ortus.

 

179

Véase la Nota X.

 

180

Existe una práctica que se va haciendo harto común, y que me parece una de las degradaciones que deslucen el castellano moderno. Consiste en dar al gerundio un significado de tiempo que no es propio de este derivado verbal. En un escritor altamente estimable leemos: «Las tropas se hicieron fuertes en un convento, teniendo pronto que rendirse, después de una inútil aunque vigorosa resistencia». El tener que rendirse es, por la naturaleza de la construcción, anterior o coexistente, a lo menos, respecto del hacerse fuerte, debiendo ser al revés. El orden natural de estas acciones y la propiedad del gerundio exigían más bien: Haciéndose fuertes en un convento, tuvieron pronto que rendirse. No es a propósito el gerundio para significar consecuencias o efectos, sino las ideas contrarias.