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ArribaAbajo Los ilustradores de los cuentos de E. Nesbit

Marisol Dorao


Aunque E. Nesbit era una magnífica dibujante, y la prueba es que durante algún tiempo mantuvo a su familia dibujando y coloreando tarjetas, los principales ilustradores de sus libros fueron H. R. Millar y Spencer Pryse. The Magic World y The Magic City, reeditados los dos por Macmillan en facsímil de la primera edición de 1912, son dos pequeñas obras maestras en cuanto a ilustraciones, y en las dos obras colaboran los dos ilustradores citados.

Los libros de aventuras de niños (The Railway Children, The Treasure Seekers, The Story of the Amulet, etc....) fueron ilustrados exclusivamente (en las primeras ediciones, se entiende) por H. R. Millar, que sabía reflejar admirablemente a los niños victorianos de la clase media: ellos, con sus pantalones abrochados debajo de la rodilla y medias altas, chaqueta de tweed con trabilla, o blusa con cuello marinero, y ellas, con delantalones

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Ilust. de H. R. Millar (The Magic World, de E. Nesbit, London, MacMillan, 1924)

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fruncidos desde el canesú, blusas marineras, y gorra escocesa con pompón. Y todos, ellos y ellas, con botas de botones: esas botas que continuamente les cogían pellizcos al abrochárselas.

Pero es curioso que en casi todos los cuentos ilustrados por H. R. Millar se mezclen el presente y el pasado (Accidental Magic, The Magic City, The Story of the Amulet, etc....) y, en cuanto ese pasado histórico aparece, los dibujos costumbristas y tradicionales de H. R. Millar se desbordan en una fantasía exótica (como en la Princesa de los velos en Kennet and the Carp), donde aparecen tocados de plumas con aire ritual (como en Accidental Magic), joyas babilónicas (como los adornos de la reina de Babilonia en The Story of the Amulet), y arquitectura oriental, (como la ciudad mágica de The Magic City, que parece sacada de las «Mil y Una Noches»).

Spencer Pryse, en cambio, era más aficionado a la parte irreal de los cuentos de la autora. En The Magic World, él es el encargado de representar a las tres hadas, seres diminutos con alas de mariposa, a los reyes y a las reinas, con sus coronas de puntas y sus manos arrastrando por el suelo, y a unas princesas muy del estilo de Burne-Jones o de Dante Gabriel Rossetti.

H. R. Millar y E. Nesbit eran muy buenos amigos: él, asiduo visitante de la casa de la escritora, interpretaba como nadie los personajes y el ambiente de sus cuentos. Esta buena amistad, sin embargo, ocasionaba a veces discusiones: la más frecuente era la originada por la informalidad de E. Nesbit para con los plazos de entrega que le fijaban los editores. El dibujante se desesperaba porque no podía ilustrar, sin haberlos leído previamente, capítulos cuya entrega exigía apremiantemente el editor, y E. Nesbit retrasaba con la mayor tranquilidad. De pronto, una noche se ponía a escribir sobre la mesa de la cocina, y los terminaba todos de tirón.

Así como H. R. Millar y Spencer Pryse pueden considerarse dibujantes victorianos, el ilustrador eduardino es Cecil Leslie. En The Wouldbegoods y en The Enchanted Castle, publicadas respectivamente en 1901, la época ha cambiado, y el estilo también: la forma de vivir es diferente, la forma de pensar es diferente, la forma de vestir, consecuentemente, ha cambiado, y todo eso lo refleja perfectamente el ilustrador.

Sólo en una ocasión se decidió E. Nesbit a hacer un dibujo para uno de sus cuentos. En el capítulo seis de The Enchanted Castle aparecen unos extraños personajes, los Ugly-Wuglies, que no son unos muñecos hechos de ropa vieja y palos de escobas, con las caras pintadas sobre cartuchos de papel, que cobran vida y se dedican a actuar por su cuenta. E. Nesbit hizo, a la acuarela, un boceto de las caras de los muñecos: esta única ilustración suya aparece en la contraportada de su biografía por Doris Langley Moore, edición de 1966.

Marisol Dorao