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Romance de Gerineldo entre los sefarditas marroquíes

Manuel Alvar



Seminario de Gramática Histórica.
Universidad de Granada.
29-X-1951.






I

Desde hace algún tiempo ocupa mi atención la lengua y la literatura de los judíos españoles de Marruecos. Fruto de ella han sido las encuestas realizadas en Tetuán (julio-agosto de 1949 y julio de 1950), Melilla (agosto de 1950), Larache (abril de 1951) y Tánger (mayo de 1951). La cosecha ha sido riquísima en Tetuán y Larache; en Melilla sólo obtuve variantes caóticas, a pesar de que realicé mi encuesta con cuatro o cinco informadores diferentes; tampoco tuve mejor suerte en Tánger, aunque conté con la ayuda infatigable de los más ilustres miembros de la comunidad, y en Chauen, donde hoy nada puede recogerse, pues sólo viven dos familias sefardíes y de reciente establecimiento: nada, por tanto, de aquellos romances que oyeron los soldados españoles cuando tropas europeas ocuparon por vez primera la ciudad. Fruto de estas andanzas y de la elaboración posterior han sido mis Cinco romances de asunto novelesco recogidos en Tetuán (sólo con materiales de 1949-50), que aparecerán en el t. II de Estudis Romànics acompañados de su correspondiente transcripción fonética y los Romances de Lope de Vega vivos en la tradición oral marroquí, que verán la luz inmediatamente en la revista Romanische Forschungen.

Hoy prescindo de la transcripción fonética por dificultades materiales; me remito, de momento, a mi trabajo de Estudis Romànics. Como me fijo en cuestiones de literatura tradicional y no de lingüística, transcribo según la ortografía oficial, soslayando la cuestión de la pronunciación sefardí.




II

Los textos


Tomo como base una de las variantes tetuaníes, la independiente, ya que más adelante veremos este mismo romance combinado con el de La boda estorbada y entonces se plantearán cuestiones de crítica textual que sólo están ausentes de esta variante tetuaní y de las de Larache. Prefiero la variante tetuaní a las otras por ser más completa, menos adulterada y ofrecer la posibilidad de comparación con la versión compuesta.




TETUÁN A


    ¡Quién tuviera tal fortuna
para ganar lo perdido,
como tuvo Gerineldo
mañanita de domingo!
-«Gerineldo, Gerineldo,  5
mi caballero pulido,
¡quién te me diera esta noche
tres hoyas a mi servicio!»
-«Como soy vuestro criado,
señora, burláis conmigo.»  10
-«Yo no burlo, Gerineldo,
que de veras te lo digo.»
«Y ¿a qué hora vendré, señora?
y ¿a qué hora vendré al castillo?»
-«A eso de la media noche,  15
cuando el rey está dormido;
con zapatitos de lona,
porque no se haiga sentido;
esas horas son las horas,
cuando el buen rey está dormido.»  20
   Media noche ya es pasada,
Gerineldo no ha vertido;
ellos en estas palabras,
a su puerta han combatido.
-«¿Quién es ese o cuál es ese,  25
que a mi puerta ha combatido?»
-«Gerineldo soy, señora,
que vengo a lo prometido.»
-«¡Malhayas tú, Gerineldo,
quien amor puso contigo;  30
media noche ya es pasada
y tú no habías venido!»
    Tirole escalera de oro,
por ella se había subido;
encontró la cama hecha,  35
en ella se había metido.
¡Qué de besos y abrazos!,
el sueño los había vencido.
Mirándolos estaba el rey
desde su alto castillo:  40
-«¿Qué haré de mí mezquino?,
¿qué haré de mi cuartano?
Si matare yo a la infanta,
viviré con su suspiro;
si mato yo a Gerineldo,  45
mi reino será perdido;
más vale que yo me calle
y no lo diga a ninguno,
como la que sufre y tapa
las faltas de su marido.»  50
    -Encontró escalera puesta,
por ella se había subido;
encontró a los dos durmiendo
como mujer con marido;
quitó espada de su cinto,  55
entre los dos la ha ponido;
con el frío de la espada,
la infanta ha consentido.
-«Levántate, Gerineldo,
que los dos vamos perdidos,  60
que la espada de mi padre
por testigo la ha ponido.»
    Levantose Gerineldo
muy triste y muy pensativo,
a la salida de la puerta  65
con el buen rey se ha encontrado.
«¿Dónde estabas, Gerineldo,
que te veo y amarillo?»
-«Estaba en el jardín del rey
cogiendo rosas y lirios,  70
con el olor de las rosas,
que he puesto tan amarillo.»
-«No lo niegues, Gerineldo,
que con la infanta has dormido.»
-«Mateisme, señor, mateisme,  75
la culpa traigo conmigo.»
-«No te mato, Gerineldo,
que te crie desde chiquito.»

(Ya se acabó el cantar).




Variantes

LARACHE A
vv. 5-6 faltan
v. 15 y a la hora de media noche
15 a cuando canta el gallo primo
vv. 16-20 faltan
v. 24 a su puerta dio un suspiro
26 que a mi puerta dio un suspiro
vv. 29-32 faltan
v. 33 halló la escalera puesta
34 derecho subió al castillo
34 a con zapatito de seda
34 b para no hacer roído [son los versos 16-17 de la variante A de Tetuán].
vv. 35-36 halló la cama hecha
almohadas cuatro y cinco
vv. 39-40 y a eso de la media noche
el buen rey ha consentido
vv. 41-42 faltan
v. 43 mataré yo y a la reina
vv. 49-50 y al rey con su reinado
puso cuerno en este mundo.
[con estos versos acaba el romance de Larache].
LARACHE B
vv. 1-4 faltan
v. 11 yo no canto G.
14 y a qué horas daré...
16 cuando cante el gallo primo
vv. 17-20 faltan
v. 24 G. dio un suspiro
v. 26 que a mi puerta dio un suspiro
vv. 29-34 faltan
vv. 35-36 halló la cama hecha
y almohadas cuatro o cinco
v. 36 a de pronto se entró a la cama,
v. 36 b como mujer con marido
v. 37 entre besos y abrazos
Tras el verso 38 de la variante A de Tetuán, la B de Larache se continúa con los siguientes que ponen fin al romance:
con zapatitos de seda
para no hacer ruido,
hallara a Gerineldo
como mujer con marido.
-«Mataré a Gerineldo,
viviré con su suspiro;
mataré a la reina,
mi reino será perdido
más vale que yo me calle,
más no se lo diga a nadie.»
ALCAZARQUIVIR1
v. 5 a cortando paños de seda
5 b para dar al rey vestido.
5 c Mirándole está la reina
5 d desde su alto castillo
[Estos versos se encuentran en la variante B de Tetuán].
v. 15 a horas de media noche,
15 a orando canta el gallo primo;
15 b a esa hora es la hora
vv. 17-20 faltan
v. 24 en la puerta dio un suspiro
24 a saliera la dama en agua
24 b abriera puerta y postigo
v. 26 que a mi puerta dio un suspiro
30 que amor pusi contigo
vv. 33-34 halló la escalera de oro,
derecho subió al castillo,
v. 34 a con zapatito de lana
34 b para no hacer ruido [los versos 34 a y b son los 16-17 de la variante de Tetuán].
v. 35 encontró las camas hechas,
35 a almadraques cuatro o cinco;
35 b cobertón de grana fina
35 c donde duerma Gerineldo
v. 36 falta
vv. 39-40 Ellos en el dulce sueño
y el rey los ha consentido
[El orden de los versos 41-50 y 55-62 de la variante A de Tetuán es inverso al que se recoge en Alcazarquivir; las variantes, haciendo caso omiso del orden y siguiendo el texto tetuaní tomado como base, son:]
v. 42 que haré de mi cuitado
v. 43 mataré yo a la reina
45 mataré yo a G.
47 más vale que yo me calle
50 a que no hay mujer en el mundo
50 b que tenga el seso cumplido
vv. 55-56 quitó la espada de encima
y la puso por testigo
vv. 57- 58 faltan
v. 62 la tenemos por testigo
vv. 63-65 [son sustituidos por:]
mañana por la mañana
v. 66 con el buen rey se ha encontrado
67 -«¿Qué tienes tú, G.
vv. 69-71 vengo del jardín del rey
cortando rosas y lirios
el olor de una rosa
vv. 73-74 mientes, mientes, Gerineldo,
que con la reina...
[En Alcázar faltan los versos 75-79 de la variante A de Tetuán, que son continuados con los siguientes, en los que se concluye el poema:]
mañana por la mañana
le servirás de marido.
-«Juramento tengo hecho
de la Virgen y la Estrella
mujer que estuvi con ella
no he de casarme con ella.»





III

El Gerineldo simple


Para analizar el romance de Gerineldo hay que partir del trabajo de Menéndez Pidal Sobre geografía folklórica. Ensayo de un método (RFE, VII, pgs. 231-238)2. Sus conclusiones definen dos zonas geográficas por las que se extienden las variantes del romance: la del noroeste y la del sudeste. A su vez, las relaciones del Gerineldo con el romance de La boda estorbada plantean otras cuestiones a las que también tendremos que considerar.

Según el relato poético, el rey descubre los impuros amores de la infanta (de la reina, en otras variantes) por un sueño présago (motivo de la región noroeste) o por un normal despertar (región del sudeste) (art. cit., pgs. 232-235). Dentro de esta primera diferenciación trataré de situar las variantes marroquíes.

La versión Tánger citada por Menéndez Pidal (p. 234) aparece muy abreviada (A eso de la mañanita / el buen rey que ha consentido): con ella coinciden las mías de Larache (y a eso de la media noche / el buen rey ha consentido)3, la de Alcazarquivir (ellos en el dulce sueño / y el rey los ha consentido)4 y la versión B de Tetuán que publico más adelante (Ellos en el dulce sueño / y el buen rey que ha consentido). Frente a ellas, la variante5 A de Tetuán que he tomado como base ofrece


Mirándolos estaba el rey
desde su alto castillo


(vv. 39-40).                


Indudablemente la última de las formas aducidas no corresponde a la tradición más antigua. Creo que se trata de una interferencia de los primeros versos de otra versión muy difundida:


Limpiando paños de seda
para dar al rey vestido.
Mirando está la infanta,
desde su alto castillo6


Pero la ausencia del sueño présago no es rasgo único que ligue las tradiciones de ambos lados del Estrecho; otros elementos comunes voy a analizar seguidamente7: es propio de la región sureste (ob. y autor cit., p. 247) el juramento por la Virgen de la Estrella que se oye al final del romance. Sin embargo, este no es motivo general en el romancero marroquí; en Orán hay una variante sin juramento (la A), mientras otra (la B) lo tiene (Juramento tengo hecho / en el libro de la Estrella) (vv. 77-78); en Alcázar se oye «juramento tengo hecho / de la Virgen de la Estrella», mientras que en Tetuán (variante A) y en Larache (variantes A y B) falta el juramento. El romance compuesto de Tetuán lo tiene: «juramento tengo hecho / y en la Virgen de la Estrella». Según estos datos, la tradición marroquí no es específicamente meridional; sin embargo, procuremos explicar la antinomia aparente: en Orán (A) y Larache (A y B) el romance acaba con las pocas airosas consideraciones del rey, y en Tetuán (A) con el perdón generoso, mientras que en Alcázar y Orán (B) el rey trata de casar a Gerineldo y se encuentra con la repulsa del mancebo (de esa misma condición participa la variante combinada de Tetuán que comentaré más adelante). Menéndez Pidal vio en el juramento una adición poco afortunada de la zona Sur (pgs. 256-247); el rasgo meridional pasó a Marruecos, donde se encontró con las variantes tradicionales, a las que no ha podido suplantar. Creo que se puede pensar en una tradición primitiva (versiones sin juramento) y otra importada (versiones con juramento); a la primera corresponden los finales A de Orán, A y B de Larache y A de Tetuán; mientras que a la segunda se incorporan las versiones moderna (con juramento y versión combinada con La boda estorbada, nueva denuncia del carácter moderno de la añadidura).

Aún hay algún otro rasgo meridional: el verso «quién te me diera esta noche / tres horas a mi servicio» (o cosa por el estilo) se recoge en Tetuán (variante simple y combinada), Orán (versiones A y B), Alcázar y Larache (A y B) con absoluta unanimidad.

El suspiro como elemento descubridor de Gerineldo, recogido por Menéndez Pidal en Tánger, Tetuán y Larache, lo documento en Alcázar y, nuevamente, en Laracbe (A y B); falta sin embargo en las dos variantes tetuaníes, donde el reconocimiento de los enamorados se hace llamando a la puerta, de forma semejante a la del pliego impreso de 1537, el más antiguo de los dos que nos conservan el romance. El rasgo no parece tener valor agrupador: se documenta en las dos regiones, y en cuanto al batir de la puerta tetuaní, si no es una innovación moderna, exigiría un entronque tradicional distinto del de las otras variantes. Relacionado con el suspiro de Gerineldo está el motivo de la escala que arroja (o pone) la infanta. En la Península se documenta en áreas muy dispersas (Menéndez Pidal, ob. cit., p. 242), mientras que en Marruecos se oye en Tánger, Tetuán y Larache (ib.), la recojo en mis variantes de Tetuán (A y B), Larache (A; la variante B está muy estropeada y en ella falta el v. 34), Alcázar y Orán (B); falta en la versión A de Orán8. Dentro del motivo, las variantes anotadas son: arrojar la escala (Tetuán A y B, Orán B) o encontraría puesta (Larache A y Alcazarquivir). Tampoco este detalle nos sirve para caracterizar el romance: pertenece también a las dos áreas geográficas establecidas por Menéndez Pidal.

Más adelante aduciré otros rasgos genuinamente meridionales con los que enriquecer la serie «ausencia de sueño présago -juramento- deseo de poseer a Gerineldo». Ahora quiero señalar cómo hay motivos claramente andaluces en la tradición marroquí. En el v. 17 recogí «con sapatito de lona», con la -o final de sapatito extraordinariamente abierta; se trata, a mi ver, de un plural andaluz9 desapercibido a la diligencia de Bénichou que transcribe el singular: «con sapatito de seda» (v. 21)10, cuando el sentido exige pluralidad; en Tánger se oía el plural (Menéndez Pidal, p. 237)11: «zapatitos de seda».




Versión combinada de Gerineldo y La boda estorbada

Junto a la versión de Gerineldo que acabo de estudiar, otra recitadora de Tetuán que permitió recoger un romance en el que se combina la historia del camarero y la infanta con la de La boda estorbada, según se conoce también en la Península.

Las diferencias entre las dos versiones de Gerineldo no son muchas12. Las anotaré seguidamente:

Entre los versos 4 y 5 de la versión simple se intercalan los siguientes:


    limpiando paños de seda
para dar al rey vestido.
Mirando está la infanta
desde su alto castillo.


Entre los versos 16 y 17, se intercalan


cuando canta el gallo primo,
a eso de las horas doce


Entre los versos 39 y 40 se intercalan


Ellos en el dulce sueño
y el buen rey que ha consentido;
vio la escalera puesta,
por ella subió el castillo;
vio a los dos durmiendo
como mujer y marido.


Es notable ver que todos estos versos se encuentran en otras versiones simples del Gerineldo marroquí («limpiando paños, etc.» se oye en Orán, A y B, y en Alcázar; no se conoce en Tetuán A ni en Larache). El verso «cuando canta el gallo primo» se recogió en Orán (A y B), Larache (A y B) y Alcázar; su presencia viene a turbar la serie de rasgos meridionales que he aducido anteriormente: es un motivo de la tradición arcaizante del nordeste («en la Península vive con gran intensidad, pero limitado a la región cantábrica y a la región galaico-portuguesa». Menéndez Pidal, ob. cit., p. 242). Por último, los versos «ellos en el dulce sueño, etc.» los encuentro, coincidiendo con la narración tetuaní, en Orán B, y, abreviados, en Orán A, Larache A y B y Alcazarquivir.

Incorporando estos nuevos datos al análisis precedente, veremos que el Gerineldo simple de Tetuán ha empobrecido la serie de sus elementos, sin que yo acierte a ver las causas; tal vez por la presencia de la versión compuesta. En cuanto a la unidad o diferencias entre las diversas áreas marroquíes, tampoco cabe extraer conclusiones aceptables; sin embargo, a título de resumen provisional, se pueden indicar una serie de coincidencias temáticas:

Orán-Alcázar coinciden en los vv. 5 a, etc. («limpiando paños, etc.»; se les incorpora la variante B de Tetuán); en el juramento (se les incorpora la versión compuesta de Tetuán y se les separa la A de Orán): Orán A, Tetuán A y Larache A y B no tienen las consideraciones reales del final.

Larache-Orán coinciden sólo en la seda de los zapatos (v. 17).

Orán-Alcázar-Larache A y B coinciden en llamar reina a la infanta, con lo que se plantea la cuestión del adulterio. En Larache A la malicia popular concluye con la nueva representación del rey; Orán y Larache B tienen un final muy alejado de los dramas del honor: el marido injuriado se muestra transigente; en Alcázar vemos la modernidad del cambio infanta > reina por el lamentable olvido de quererle dar nuevo marido a la reina desposada (para el cambio, vid. Bénichou, pgs. 61-62).

Insistiendo en la provisionalidad de estas conclusiones se podría pensar, frente a lo que la geografía postula, en relaciones folkóricas entre Orán (variante B) y Alcazarquivir; en Orán, tal vez, se deberán buscar dos corrientes dentro de la literatura popular: una que la aproxima a la tradición tetuaní (variante A oranesa), según sospechamos por el conocimiento de los hechos históricos (los judíos tetuaníes se establecieron en Orán y Tremecén a raíz de la guerra hispano-marroquí de 1859-60), y otra que la inclina hacia Alcázar (en nuestro juicio, sería esta una tradición mucho más antigua)13. En cuanto a las relaciones entre Tetuán y Larache creo que el hecho geográfico nos puede ayudar a la comprensión. La situación de Alcazarquivir (en la confluencia de las rutas de Basra a Tánger y de Arcila y Techemmich a Fez; históricamente, punto avanzado contra los cristianos establecidos en la vecina ciudad de Arcila, abandonada por los portugueses ya en 1550) permite interpretar su independencia. La unión de Larache y Orán en un solo motivo no nos sirve de explicación, sobre todo si se piensa en el carácter tradicional de la coincidencia.

Por último, el cambio infanta > reina propio de Orán (A), Alcázar y Larache, no tiene excesivo valor agrupador. He señalado ya cómo en Alcázar debe ser rasgo muy moderno14; en Orán (A) ha habido una reelaboración interna del romance: se produce el cambio infanta > reina, pero se prescinde la pretendida boda final, con lo que el episodio de la espada mantiene todo su valor (conocimiento del adulterio por parte de rey); en las dos variantes de Larache, muy abreviadas, falta el episodio de la espada y el final de los otros romances; acaba simplemente con las dudas del rey.

Para concluir, la vacilación del rey ante la postura a adoptar me parece clara: vengarse en la dama (sea esposa, sea hija) lastimaría sus sentimientos familiares; vengarse en Gerineldo y perder el reino parece, en verdad, un poco extraño. En efecto, creo que Bénichou tiene razón (p. 61 de su estudio) al pensar en «el tema del joven héroe, indispensable para la defensa del reino»: basta recordar la versión combinada del romance y a nuestro Gerineldo convertirlo en capitán general de unos fabulosos ejércitos.

En la versión compuesta, la coincidencia de los romances acaba en el v. 73. A partir de él el poema continúa como sigue:



-«No me mientas, Gerineldo,
que con la infanta has dormido;
si con la infanta has dormido,  75
mañana serás mujer y marido.»
-«Juramento tengo hecho
y en la Virgen de la Estrella,
mujer que ha sido mi dama
de no casarme con ella.»  80

   Se armara una guerra
de Francia para Granada,
llevan a Gerineldo
de capitán general.
-«Si al fin de siete años no vengo,  85
hija te puedes casar.»

    Siete años ya pasados,
Gerineldo no vendrá.
   Vistiose de romerita
y fuese en su brusquedad,  90
y en mitás de aquel camino,
se encontró con un vacar.

-«Vaquerito, vaquerito,
¿de quién es ese ganado
que trae sellos y señal?»  95
-«De Gerineldo, mi señora,
que está ya para casar.»
-«Darte he yo cien marcos de oro
y enséñame su lugar.»

   Ya se iba el vaquerito  100
y la enseñaba su lugar.
Ella se puso a la puerta
pidiendo una limosna;
saliola Gerineldo,
la limosna le da.  105

   -«No vengo a pedirte limosna,
sino que soy tu esposa leal.»

   La otra de ver aquello,
muerta quedó en el sofá.

No tengo versión independiente del romance de La boda estorbada ni de Tetuán ni de Larache. Acaso una rebusca más afortunada consiguiera el hallazgo; en Larache, Alcázar y Orán falta la versión combinada del Gerineldo con La boda estorbada. En Tetuán, sin embargo, encontré la forma acabada de transcribir, tan característica del Mediodía peninsular15. Más tarde, elaborando ya estos materiales, busqué en esta provincia de Granada el romance en cuestión y sólo obtuve versiones combinadas16.

Como en el caso del Gerineldo simple, procuraré situar la variante de mi romance dentro del análisis que hizo Menéndez Pidal de la versión compuesta. Veremos de este modo hasta qué punto la moderna tradición peninsular ha podido influir sobre la marroquí y veremos, también, cómo la herencia judeo-española ha sido herida por la acción aniquiladora del tiempo.

Menéndez Pidal, en el artículo que sigo (p. 299), se dio cuenta de que «en Granada y Huesca, de donde poseemos a la vez un Gerineldo simple y un romance doble, observamos que el juramento final por la Virgen de la Estrella existe sólo en el romance doble». Con esta afirmación están de acuerdo las variantes A de Orán, la tetuaní y las de Larache, pero no la de Alcazarquivir ni la B de Bénichou (tienen el juramento en la versión simple; según mis datos, desconocen la compuesta) y tampoco apoyan el aserto las variantes de Vera, Padul, Cúllar Baza, Pinos Puente, Huéscar (localidades de la prov. de Granada) y Granada capital, donde se recoge la versión compuesta del romance, sin el juramento17.

La doctrina de Menéndez Pidal fue objetada por Bénichou: «los judíos españoles llegaron indudablemente a Marruecos con una tradición ya hecha, que traían de las regiones de España de donde eran originarios... este origen no es forzosamente meridional» (pgs. 59-60); «ahora bien, de las conclusiones de conjunto con que termina su estudio [Menéndez Pidal] resulta que Marruecos se une a una región folklórica que abarcaría Cataluña y el Levante español, sin dejar de recibir la influencia de Andalucía: a despecho, pues, del fenómeno de la migración judía, parece que Menéndez Pidal considera la tradición marroquí como la de cualquier región española, en relación con la situación geográfica del país» (p. 60).

El propio señor Bénichou atenúa cautamente sus afirmaciones: los hechos se manifiestan, sí, poco claros, pero es necesaria «la publicación de material más vasto». Creo que en la crítica del señor Bénichou hay un principio de razón; sin embargo, no me parecen demasiado sólidas sus razones según veremos más adelante. Ahora quiera recoger todavía otros motivos de la crítica del ilustre tratadista del romancero marroquí. A propósito del romance de La boda estorbada, el mismo Sr. Bénichou escribe: «Para que la tradición de los actuales judíos de Marruecos pueda considerarse como vecina geográficamente de la región mediterránea de la Península, hay que suponer que se ha formado después del destierro; ahora bien, el carácter que más la aproxima a la catalana, en lo que se refiere a este romance, es su arcaísmo18. Como se ignora la fecha exacta de la aparición del romance, no queda excluido el hecho de que haya nacido después del destierro, y de que los judíos ya instalados en Marruecos lo hayan recibido de la costa mediterránea en una época en que las relaciones eran todavía frecuentes entre ellos y la Península» (p. 129).

Una postura ecléctica creo acertaría a explicar el actual estado de los romances entre los judíos. Efectivamente, llegaron a Marruecos con una tradición elaborada, y elaborada, precisamente, en sus focos originarios. Así, pues, esta tradición perfecta -acabada- sufrió un transplante geográfico y, en las nuevas regiones, se vio influida por la tradición, también perfecta y elaborada, de sus nuevos vecinos geográficos. Es decir: tradición primitiva -originada en la región española de donde procedieran estos judíos- modificada en alguno de sus rasgos por la tradición andaluza -cuyo contacto puede admitirse como posterior a 1492. De este modo cabría explicar los arcaísmos de la tradición marroquí que la unen en cierto modo a la catalana y los «neologismos» que la vinculan a lo meridional. Teniendo esto en cuenta, abundaríamos en la doctrina de Menéndez Pidal: lo judeo-español debe estudiarse del mismo modo que lo peninsular, en función, por tanto, de la geografía que lo caracteriza. Ahora bien, esta localización geográfica manifiesta, en mi opinión, una «diacronía» (usando la terminología saussureana de la lingüística) del mismo modo que cualquier otra tradición peninsular; pero en este eje de ordenadas que es la diacronía cabría la consideración de dos cortes «sincrónicos»: uno actual, que nos indicará influencias modernas sobre una tradición que debiera ser arcaizante; otro en 1492 que permitirá conocer el origen peninsular de cada comunidad sefardita y con él, también, el origen de su poesía popular. En algún caso particular, cabe admitirse también el hecho de que el romance haya nacido después del destierro y se haya transmitido a Marruecos desde las costas levantinas, como quiere Bénichou (p. 129).

Teniendo en cuenta este hecho, es cierta -y se puede aceptar ya sin escrúpulos -la afirmación de Menéndez Pidal: «en Marruecos tampoco es indígena la tendencia a la fusión de los dos romances, sino que aparece como una importación andaluza. El romance solo de La boda, recogido en Tánger, tiene caracteres de arcaísmo extraños en su mayor parte a las versiones de Andalucía19 y faltan por completo en las dos versiones tangerinas del romance doble» (p. 300).

A los caracteres meridionales que el maestro alude en sus líneas puedo aducir algún otro motivo. Más arriba (p. 136) he hablado del andalucismo fonético de los «sapatitos de lona»; también ahora, en la versión combinada, tenemos un hecho de la misma índole: los versos 82-84 de la p.139 aparentemente no riman (Granada general), pero sólo aparentemente; se trata de la pronunciación andaluza Graná (en aguda), reemplazada, contra las exigencias de la rima, por la forma correcta del nombre de la ciudad20. Como rasgo andaluz juzgo, como ocurre en otras ocasiones,


   juramento tengo hecho
a la Virgen de la Estrella


(Tetuán)                



   juramento tengo hecho
a la Virgen de la Estrella


(Alcazarquivir)                


frente a Bénichou B


   juramento tengo hecho
en el libro de la estreya.


Y como nuevo rasgo meridional considérese también la extraordinaria concisión del romance La boda estorbada, según nuestra versión tetuaní (para este motivo, vid. Menéndez Pidal, p. 315), y no se olvide que el romance de La boda, independiente en Alcázar y en Orán, no puede parangonarse con la variante que yo he publicado: son categorías heterogéneas en cuanto a su extensión y en ninguno de esos casos se refieren al de Gerineldo (basta recordar que el protagonista de las variantes de Alcázar se llama conde Umberto o conde Ramírez, y de la oranesa conde de don Marcos). Naturalmente, aun reconociendo la relativa modernidad del poema, hay que sospechar que ha llegado a Marruecos en dos épocas diferentes: la primera, atestiguada para Orán y Alcázar, extensa e independiente; la segunda, atestiguada para Tetuán, reducida y combinada al Gerineldo, según la tradición andaluza.









 
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