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Cinema Universitario. Núm. 1, enero, febrero, marzo 1955

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EL CINE ESPAÑOL sólo será tal cine «cuando desaparezcan los actores y los directores actuales. Cuando surjan los nuevos. Ahora hará el cine nuevo un joven nuevo. Un chico de carrera, un intelectual. Una mujer moderna, culta, de hoy, física y espiritualmente. Todo menos esas pobres chicas, sin una base cultural, sin refinamientos. Todo menos esos trasnochadores famélicos. Serán todos hombres distintos a los que ahora lo hacen. Otros hombres que han cambiado su vida. Esperémosles con la seguridad de que harán un nuevo arte. Una nueva literatura cinematográfica. Cuando surjan, España tendrá también su cinema».


RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA, en 1929.                


Dos maneras hay de vivir. La primera consiste en entontecerse y creer que todo está muy bien, o lo que es lo mismo, en desesperarse y creer que nada tiene remedio. La segunda manera, que sin duda es la que os corresponde a vosotros, los estudiantes, los jóvenes adjuntos, los que habéis de sucedernos y venir mañana, es la de partir de que muchas cosas están mal y de que empresa de nuestra vida es reformarlas y arreglarlas en todo lo que esté de nuestra mano. Esta es nuestra batalla, para eso os llamamos a todos. Cada vez que sentimos desaliento y ganas de abandonar la pelea, donde nada personal entra en juego por nuestra parte, nos sostiene la idea de que luchamos por vosotros, los jóvenes, quienes como el españolito de Machado,


«Que quiere
vivir y a vivir empieza»

estáis ahogados


«entre una España que muere
y otra España que bosteza».

Que no sea ya en la Universidad donde el joven se endurezca y seque, donde se cumpla el triste vaticinio de esta vida nuestra


«ha de helarte el corazón».

Sea la Universidad la palestra donde os ejercitéis contra los males de la Patria que hasta ahora no han sido suficientemente combatidos. Ábranse las posibilidades para vosotros, y que ni la acumulación de funciones ni la cerrazón de las carreras técnicas y de los puestos burocráticos privilegiados pueda mantenerse ante nuestro empuje honrado, ante vuestro ideal de trabajo dignificador, generoso y útil.


Palabras del Sr. Rector Magnífico de la Universidad de Salamanca en la apertura del curso 1954-55.                






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ArribaAbajoUn doncel, una espada

Noticias y comentarios



ArribaAbajoCatedráticos

En estas mismas páginas podrán leerse las firmas de varios catedráticos. Y si nos es posible seguir saliendo a la luz, seguirán leyéndose las de bastantes otros que nos lo tienen prometido. Que en España un Catedrático tome su pluma para ponerse a escribir sobre cine, raya casi en el escándalo. Que varios catedráticos en España puedan agruparse preocupados por el cine, nos parece que pasa de lo normal.

No es que vaya a ser el cine precisamente su mejor campo. Quizás lo menos importante al principio sea lo que digan. No son palabras nuevas las de que el cine español -el desacreditado cine español- sólo se arregla con un nombre: universitarios. Y no es poco que ya haya quien pase con naturalidad la raya del escándalo. Lo demás vendrá luego de por sí, en la primavera.




ArribaAbajoNuestra alegría y nuestra esperanza

Es confortador lo que desde hace algún tiempo venimos observando. Pocas veces, que nosotros sepamos, ha aparecido en las publicaciones extranjeras de cine algo referente a España de una forma tan sistemática. Nos referimos a Bienvenido Mister Marshall, la única película española auténticamente celebrada en un Festival Internacional, y que sigue triunfando y recordando a las gentes del mundo, que existe España para algo más que para hacer el ridículo del «toreador» y de los «cantores flamencos». A los dos años de su estreno, desde Inglaterra, desde Alemania, desde Italia y Francia, nos siguen llegando las más importantes revistas ensalzándola y reproduciendo sus fotografías. En el último número de Film and filming, recién llegado, por ejemplo, volvemos a encontrarnos, a buen tamaño, tres de sus más características fotografías. En Caracas acaba de obtener uno de los seis «Cantaclaro», el preciado galardón de los críticos venezolanos a los mejores films extranjeros. En este caso, más preciado por ser los otros cinco premiados: Umberto D, La ley del silencio, El bandido, Antes del diluvio y unos documentales de Walt Disney, y por sostener el jurado que los seis «Cantaclaro» premiados tienen el mismo valor.

¿Cuándo hemos oído los españoles una cosa parecida? A los mismos intelectuales (véanse estas páginas) llama la atención por ver primera en la historia de nuestro cine.

¿Tendrá que ver algo el que sus realizadores sean jóvenes y universitarios (cosa poco frecuente en nuestro cine)?




ArribaAbajoLa ciudad

Esta no es una revista precisamente para «la ciudad», aunque nosotros estemos en la ciudad y aunque la ciudad esté ahí -objeto de nuestras preocupaciones- con sus mercados y sus decires y sus películas de cada día y sus sociedades respetables y pomposas. A nosotros nos ha parecido que una forma de ser, antipáticamente especial, nos ha tenido siempre al margen. Suponemos que ocurrirá igual en todas las ciudades. Pero no obstante, una inquietud involuntaria nos ha llevado a tener que ver algo con la ciudad. El Cine-Club Universitario, además de universitario, admite gustoso a todos los que vengan: a las señoras elegantes y a las buenas chicas esas a quienes les gusta asistir, a los señores de negocios -no muchos-, siempre con la esperancilla de ver «algo», a esa clase de oficinistas, burguesitos y dependientes ilustrados, tan propensos al anatema absoluto, como al deslumbramiento incondicional. Sin embargo -y esto no es que nos preocupe demasiado-, la ciudad oficial no sabe aún qué cosa sea un   —2→   Cine-Club. No creemos que en una ciudad como la nuestra se hayan ofrecido con frecuencia premios con cantidades en metálico tan respetables como el nuestro de cincuenta mil pesetas -ya se está pensando en otro de cien mil- por los que al parecer sólo se interesa el resto de España, ni se hayan lanzado muchas publicaciones serias sobre cine de las que tan unánimemente se ocupe la prensa nacional (en nuestra ciudad se han vendido de nuestro libro reciente unos quince ejemplares). Cuando los periódicos locales, los beneméritos periódicos locales, se ponen a hacer el balance de las películas proyectadas en la ciudad, no piensan ni por casualidad en el conjunto de obras seleccionadas que domingo tras domingo va trayendo a disposición de quien quiera conocerlas y hasta en circunstancias económicas más ventajosas el Cine-Club. No decimos nada de los cursos, conferencias, ciclos u otras actividades. Y en cuanto a las gacetillas que les merecen a los señores críticos las sesiones normalmente cabría recordar los datos más pintorescos y risibles.

Pero eso ya se sabe: la ciudad está ahí, como un símbolo que no se puede perder de vista. Nos alegra pensar por ejemplo, que mientras hace años aquí, en Salamanca, después del tumultuoso y pateado estreno de Enrique V, tuvieron que hacer reparaciones en el teatro, el curso pasado fue recibida la misma película en nuestra sesión, con el éxito más entusiasta. No es poco que el público medio aguante sin silbar y aún con simpatía ciertas películas.

Y lo que más nos importa es que quizá dentro de algún tiempo hasta se den cuenta y, sin habernos conocido, que es lo de menos, echen de menos nuestra actividad.




ArribaAbajoAzorín

Habiendo tenido ocasión de hablar últimamente con Azorín sobre el neorrealismo italiano, el maestro se llenó de apasionada vehemencia contra lo que él considera antípoda del arte.

«¿Qué necesidad tiene el arte de lo repulsivo? ¿Dónde están en el neorrealismo italiano la aristocracia, dónde la alta burguesía?»

Y en esto es posible que esté la clave de lo que tanto desconcierta a quienes con detenimiento siguen sus últimos escritos cinematográficos. El viejo y admirado escritor lleva en sí una carga de literatura -literatura afinada, literatura distinguida-, que el cine, al que ha venido a asomarse tan tarde es para él otra forma de expresión más a través de este cristal. Por eso difícilmente podrá dar con la esencia del cine auténtico -tan poco literario- y que nos da la impresión le es desconocida.

Azorín, a quien molesta los primeros planos, que encuentra casi incongruente cualquier montaje atrevido, que habla con tanto fervor de la Metro G. M., etc., echa de menos lo aristocrático y lo distinguido según su concepción tan refinada del arte. No se olvide que Azorín -delicadeza y elegancia- es ante todo un europeo, un clásico europeo saturado de literatura.




ArribaAbajoUna película que echamos de menos

Se nos llena el pecho de rabia cuando en cualquier población de cualquier nación de Europa que no sea nuestro país vemos cómo los más indiferentes, los más ignorantes de España pueden gozar y entusiasmarse y admirar la hombría y el coraje de aquellos soldados españoles que Jacques Feyder supo manejar como nadie por los escenarios de Flandes. Nunca podrá hacerse un retrato más logrado de los tercios españoles, y pocas manifestaciones artísticas llegarán a alcanzar tal categoría emocional, humana y ferviente para un país determinado. Pero nos consta que en España, que debiera orgullecerse y fomentar la proyección de La Kermesse Heroica en sus pueblos y centros de enseñanza -aunque sólo fuese como deuda de gratitud-, en España no existe de esta película sino los veinte minutos de proyección que casi de una forma milagrosa pudimos exhibir en una de nuestras sesiones hace algún tiempo. Cada vez se nos hace más inconcebible su falta. En lo económico pocas películas serían entre nosotros más productivas. Aun tratándose de un plan minoritario, con muy pocos miles de pesetas podría adquirirse una copia, y rápidamente sería amortizada sólo por los Cine-Clubs. Pero aquí se trata principalmente de uno de los raros casos de verdadero interés nacional.

Aunque hubiese que pasar por algunas mutilaciones. Aunque fueran a quedar en ridícula inutilidad muchos manuales de retórica patria.



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ArribaAbajoLos jóvenes entusiastas

Sucede que todas las empresas afortunadas, especialmente las más atrevidas, son obra casi siempre de uno, de dos o de tres a lo más, muchachos de inteligencia y extraordinaria capacidad de acción. Pero no siendo de «consagrados» generalmente sus nombres, aunque su labor personalísima esté manifiesta, parece vivir condenada al anónimo continuo de cualquier tópico vulgar por los comentadores timoratos y conspicuos, haciendo una pequeña injusticia harto cobarde.

Decimos esto ahora con motivo de un comentario que hace una importante revista al resurgimiento del Cine-Club Vinces, de Madrid, atribuyéndolo de la forma más facilona a ese ente común de los jóvenes entusiastas tan anodino y circunstancial. Nos fastidia porque nos consta que a todos los que escriben con seriedad sobre cine en la capital de España, les es ya sobradamente conocido que tal auge y buen funcionamiento, es obra y gracia, como siempre, de una sola persona, joven y suficientemente meritorio. Y nos alegra que se trate en este caso precisamente de nuestro amigo y colaborador Juan Cobos, a quien queremos dar lo suyo. Este pequeño detalle, tan insignificante, que a él va a ruborizarle, pero que tan justamente le corresponde.




ArribaAbajoUna carta de Berlanga

Si ustedes recuerdan, en uno de nuestros programas del año pasado se publicó una carta de Luis García Berlanga al Director del Cine Club Universitario lamentando con sincero dolor algunas formas de nuestra censura. Esta misma carta fue extractada en un número de Objetivo. Y nos ha contado el mismo Berlanga, un tanto alarmado de nuestra «imprudencia», que dicha carta ha sido publicada por Zavattini en una gran revista de Italia. Tenemos entendido que también se ocupó de ella Sadoul en una importante revista francesa.

Ello no deja de ser significativo, respecto a su contenido.




ArribaAbajoUn círculo de escritores cinematográficos

Nos referimos al C. E. C. Hace muy poco tuvimos ocasión de asistir a su solemne distribución de premios. Nosotros ya sabíamos que el año pasado a pesar de Bienvenido Mister Marshall habían dado su ilustre premio a Jeromín. Sabíamos también otras muchas cosas que no dejan de tener gracia. Y de lo de este año nos parece innecesario volver a contarlo porque lo habrán leído en cualquier información de prensa. Nosotros nos preguntamos: un círculo de señores escritores de cine de este tipo, ¿puede tomarse con seriedad? Y nos acordamos de esas Reales Academias, mucho más solemnes y ceremoniosas todavía que andan por España. Y nos vienen ganas de no inscribirnos nunca en ningún gremio para que, aunque sea a tropezones, podamos andar por lo menos con autenticidad.




ArribaAbajoUn nivel

Al escribir esto se están anunciando en nuestra ciudad varias películas «españolas». Se llaman La Reina mora, Morena clara, Bajo el cielo español, Lo que nunca muere, etc. Su nombre es lo de menos porque podrían llamarse de otras muchas formas, y aquí, claro, sobra cualquier comentario.

Se nos puede decir que también en España existen unos señores León y Quiroga, o multitud de quioscos para vender y cambiar novelas, o hablamos de los seriales radiofónicos, o de que un Boby Deglané, jugando a esa gigantesca ruleta de los concursos comerciales, es el descanso y la simpatía y la ilustración de millares de españoles. Se nos podría hablar de acoplo con un determinado sector recordándonos lo de los pobres barrios bajos -es un decir-, o tratar de justificarlo por ejemplo con el síntoma que representan en nuestro país -es otro decir- esas paredes horriblemente ilustradas de los servicios de cualquier edificio público. Con ello, todo lo más, se nos revolvería una vez más en la mente el «Esto es una miseria» unamuniano, o aquello más reciente y vigoroso de la España incómoda y de la España que duerme la siesta, que en lo cultural viene a ser la España de las groseras suciedades en boca de sus mocitos, paralela a la de los inmensos seriales radiofónicos, que   —4→   se entusiasman con Lola Flores y aplaude cuando se lo manda Boby Deglané. No habrá más remedio que seguir soportándolo hasta que España recupere esos años atrás consabidos. Lo incomprensible es que, al pensar en nuestro público de cine, toda España se toma por un barrio bajo. Y más incomprensible aún el que después de la Revolución, nacida como una náusea contra la bazofia, sea un Estado como el nuestro, y a nombre de no sabemos qué interés, el que precisamente proteja día tras día estos vergonzosos engendros cinematográficos, que sólo pueden tener vida porque se acogen al crédito de un Sindicato Nacional.




ArribaAbajoNuestro cine

Todavía no ha nacido CINEMA UNIVERSITARIO y ya se nos está viniendo a los oídos un temido presentimiento. ¿Cine español realista? ¿Acaso un neorrealismo de segunda mano? Si nuestro pensamiento no estuviera ya machaconamente claro en el Llamamiento a las Primeras Conversaciones Cinematográficas Nacionales y en otras páginas de esta Revista, volveríamos a insistir aquí, con la pasión y el convencimiento que nos sale de dentro. ¡Pesa tanto el carácter realista de España, de su tradición en las artes plásticas y literarias, de su actualidad! El genio creador, ya lo sabemos, no admite encasillamientos. Pero quien a la hora de dar carácter y personalidad a nuestro cinema considera el realismo español como un encasillamiento, conoce muy poco de nuestra historia y de nuestra forma de ser. Hasta en la hora de nuestro quijotismo existe la realidad de una locura que lo hace verosímil frente a la falsedad meramente irreal de los demás Amadís extranjeros. Esto, claro, no merece aclaraciones. Importa buscar estilos personales y creaciones genuinas -¿quién sería capaz de dogmatizar?-; pero cuál deba ser la fónica, el carácter de un cine español, está muy fuera de dudas.

¿Que existe la propensión de salir de un cine burgués falso y aproblemático para irse hacia otras formas izquierdistas y proletarias? Pero ¿no se hubiera podido hacer esta misma pregunta sensata cuando de Cárcel de amor1 y de las novelas pastoriles se creó la verdadera novela española del Lazarillo o del pícaro Guzmán?




ArribaAbajoLa luz bajo el celemín

Sabemos que más de una vez en los últimos años ha habido inquietudes jóvenes por una renovación de nuestro cine. Sabemos que algunos inquietos, aislados o formando grupo, han llegado a ocupar los puestos más responsables de nuestro cine nacional. Pero sabemos también de su poca eficacia a la hora de la verdad y hasta de lo traicionados que han venido a quedar en más de uno aquellos afanes generosos.

Muchas veces hemos reflexionado sobre esto, vigilantes a lo que en nosotros pueda haber de juvenilismo estéril. Pero nos consuela el enterarnos constantemente que en este movimiento impaciente de hoy día, se trata de algo más. La prontitud y entusiasmo unánime con que se han adherido a nuestro Llamamiento, por ejemplo, los Colegios Mayores Universitarios, no deja de ser significativa. No digamos nada de los Cine-clubs, o de aquellos otros que en cierto modo están más justificados hacia una inquietud cinematográfica. Desde algún tiempo para acá, la ordinariez de nuestro cine ha comenzado a hacerse más incómoda e insoportable. En los principales centros universitarios de nuestro país ha empezado a bullir la repulsa y el disgusto organizado. Nuestras mismas morenas claras y reinas moras no tienen ya el éxito y el entusiasmo bobalicón colectivo de las de antaño. Nacen nuevas publicaciones, valientes, bien orientadas; no dejan de crearse continuamente, a pesar de sus dificultades inmensas, nuevos cine-clubs esperanzadores, empieza a haber una conciencia nacional de que es otra cosa muy distinta lo que tiene que venir.

Pero mucho más alentador que todo esto es la realidad de un puñado de hombres nuevos y decididos que saben a dónde van. Y sobre todo, con organización y eco propicio que es lo que no ha habido otras veces. Van siendo muchas en España las vocaciones jóvenes dispuestas a jugarse el todo por el todo. Y viene detrás una generación con aires nuevos que no es la de antes ni lo de inmediatamente después de la guerra; una generación que piensa por sí y que está teniendo la gallardía desacostumbrada de lanzarse a viajar por los caminos de Europa.

Por muy aparente y organizado que se nos muestre el tinglado comercial de nuestro cine, no es poco ya que el río, aunque imperceptiblemente, suene. Y que no sea cochambre, todo lo que reluce.

B[ASILIO]. M[ARTÍN]. P[ATINO].

La polar es lo que importa

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Muerte de un ciclista

Un plano de la reciente película de J. Antonio Bardem Muerte de un ciclista, rodada en la Ciudad Universitaria de Madrid.

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ArribaAbajo«Cinema Universitario»

CINEMA UNIVERSITARIO en su primera salida, saluda al nuevo Director General de Cinematografía don Manuel Torres López, desde la vieja ciudad que él rigiera en tiempos más difíciles, y desde la misma Universidad en la que él fuera maestro. Al mismo tiempo, con la alegría de saberle universitario preclaro, pone en él su confianza, seguros de que, consciente de su responsabilidad, sabrá llevar a buen puesto el difícil timón de la Cinematografía española.

CINEMA UNIVERSITARIO emprende la arriesgada aventura de su existencia sin más aires que los venidos de su fe limpia en España; con la esperanza poderosa que le señala su propia ilusión todavía nueva; puesto heroicamente su amor en la «Princesa cautiva», fascinadora y difícil, que es el Arte de nuestro tiempo.

CINEMA UNIVERSITARIO que no sabe cuándo abonará a la imprenta su sustento, espera que todos cuantos leyeren estas páginas contribuirán a su estabilidad en la pequeña proporción que les piden las suscripciones. Pero además mantiene aún la idea de que surgirá un espontáneo y generoso mecenas con espíritu de Cruzada, si no para vencer directamente moros, sí al menos para ayudarnos a engendrar, generosamente, quien los venza.

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Cinema Universitario es una pica en el Flandes de la esperanza, puestos los pies en la realidad española de 1955. Sin falso juvenilismo; consciente del Cine que en nuestro país está por venir.

Existen todavía a nuestro alrededor muchos hombres inteligentes, de dentro y de fuera de la Universidad, despreocupados de qué cosa venga a ser el Cine en nuestro tiempo. Inquietarlos, hacerlos conscientes de sus posibilidades y embarcarlos en este afán nuevo y trascendente, es buen sonido para este clarín.

Y existen también muchos otros hombres jóvenes y de valía que caminan solitarios desde su punto desconocido, con la misma ilusión. Más que preocuparnos porque la marcha sea visible, se trata de crear un vínculo que nos permita llevar el paso. Algo que subsane el lastre que supone el que, cargada de siglos, no esté todavía madura nuestra Universidad.

Cinema Universitario no tiene nada que ver con el Cine ese que ahora se fabrica por norma, oficialmente, en España. Más bien está contra los que lo envilecen, y pretende rescatarlo de sus manos impotentes. Son los barberos, duques y canónigos de cuyas manos Unamuno se lanzó a rescatar el sepulcro de Don Quijote. Tratarán de probar con muy lógicas razones que su tenencia y guardia les corresponde. No les interesa que el caballero resucite. Pero, también como Unamuno, a sus razones, si es preciso, hay que contestar «con pedradas, con gritos de pasión, con botes de lanza». Cinema Universitario, sabedor de su propia insignificancia, no pretende depender de ellos. Hay en España todavía una virginidad insatisfecha que espera su hora. Y si preguntan con qué derecho alza la voz la esperanza no merecen respuesta, luego lo han de ver.

Cinema Universitario nace para quienes de inteligencia y de buena voluntad, sean capaces de amar y sentir el cine en toda su importancia; en concreto un cine con personalidad propia que aún no ha nacido: el CINE ESPAÑOL. Y nace con un fuerte abrazo de hermandad para cuantos ya laboran en ello limpiamente, inasequibles al desaliento; para todos los Cineclubs, admirados y entrañables; para cuantas publicaciones salieron antes ya a la palestra con la misma noble intención.

Nunca es tarde en España para rescatar el sepulcro de Don Quijote.

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ArribaAbajoLa Universidad de Salamanca ante el cine

«No creemos que haya ninguna contradicción entre estos términos de Universidad y Cinematografía.

»La verdad es que uno de los aspectos de la crisis en que vivimos es el de cambio de orientación en la cultura.

»Creo sinceramente que vamos hacia una etapa visual, o que si como nos decía el profesor Tierno, es ello esencial en Occidente, se acentúa más, empezamos a estar en un momento en que la cultura se vuelve toda, cultura de los ojos.

»Los libros empiezan a decaer y a tener menos influencia, y los cuentos y mitos que han recreado y consolado a la Humanidad durante milenios están en peligro de olvido y de abandono.

»La Universidad ante las novedades puede hacer dos cosas; cerrar los ojos o abrirlos; excluir o abrir las puertas de par en par. La Universidad de Salamanca ante la empresa que el Cine Club del S. E. U. le presentó, ha optado por el segundo.

»Es posible que dentro de unos siglos se extrañen de que en nuestros planes universitarios falte ahora el cine, como nos extrañaríamos de que en el quinientos la literatura en lengua vulgar estuviera casi totalmente fuera de las Aulas. Si vamos a nuestra Biblioteca nos asombraremos de que falten ejemplares de Garcilaso o de Amadís, mientras sobran Comentos, Sumas, Faliantes y Glosas. Ahí los tenemos, los tenemos en la Biblioteca, esos infolios gruesos. Raramente vamos a renovarlos mientras que todavía nos extasiamos ante una estrofa de Fray Luis de León, el sereno profesor escriturista, que consideraba obrecillas caídas casi de sus manos las obras maestras de nuestra lírica; en cambio qué pocos van a buscar la ciencia de su época refugiados en sus escritos latinos.

»Y es que, amigos, la ciencia se mueve en una constante labor de superación, mientras que el arte y la vida cotidiana se guardan. ¡Gran paradoja de lo efímero! Es lo volandero lo que vive por sí, mientras que las sólidas conquistas de la ciencia perecen y son vencidas continuamente por el progreso. Y, ¡hay de la ciencia si se detiene y se convierte en dogma detenido e inmortal!

»Quizá muy pronto los catedráticos seamos ayudados y aún sustituidos por el cine. Las posibilidades educativas del cine apenas si se han iniciado en nuestro país. Pero pensemos -lo habéis podido ver aquí y en otras sesiones del Cine Club- lo que es una película de historia, de arte o también de biología, de geografía, de geología, de astronomía, de medicina, y así las demás ciencias. Cada día el cine se complica y perfecciona, se enriquece en medios, y es un logro el color y casi lo es el relieve; los poetas han visto la posibilidad de que hasta las sensaciones táctiles se comuniquen al espectador alucinado de la pantalla.

»La televisión, la radio, el cine, serán los elementos de esa cultura visual que hará menos necesario cada día los libros y los periódicos. Pensemos ya en que medios humildes, como el micro-film, adquieren cada día mayor importancia, junto a los venerables volúmenes y a los viejos infolios. El manuscrito original puede reposar tranquilo bajo la custodia celosa de los bibliotecarios; una película impresionada nos lo pone a nuestra disposición en el estudio.

»Creemos que la Universidad ha de percibir pronto todas estas posibilidades, y acogerlas y hacer posible que las nuevas promociones de estudiantes, se adapten a ellas, se preparen para luchar en estos terrenos nuevos, y sean así generaciones útiles para la vida futura.

»Nuestra vieja carrera de Letras, la de los estudios Humanísticos, la que se llamaba de Arte y Retórica, como podemos ver en los rótulos renacentistas de estas aulas en que estamos, puede y debe preparar a la juventud para esta tarea. También el cine es un medio de dominar el mundo. También es un modo de hacer belleza. Si hemos comenzado nuestra renovación dando cabida, junto a las Lenguas Clásicas y los estudios de Filología Románica, a las Lenguas Modernas con un contenido más directamente práctico; si mañana incorporamos esas nuevas Humanidades que son la Etnología, la Antropología, las Lenguas Exóticas, a nuestros planes universitarios, tal vez luego haya modo de articular con los estudios de la Universidad, la preparación de gente para el cine.

»Muchas veces me pongo a pensar que la superstición de nuestro país orienta a la juventud por el camino absurdo de las oposiciones. ¡Cuántas tesis interrumpidas para siempre, cuántos estudios desinteresados abandonados, para embotellar temas, empollar lecciones o pensar en cuáles son los trucos que pueden gustarle a tal o cual señor de un tribunal! Abrámosle a la juventud caminos distintos, alejémosla lo más posible de estas bajas preocupaciones, démosle horizontes desconocidos antes en las aulas».

Del discurso de D. Antonio Tovar, rector magnífico de la Universidad,
en la Clausura del Primer Curso de Estudios Universitarios de Cine.



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