Escena
I
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VIUDA,
MENDOZA.
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MENDOZA |
Tened, señora, suspended los pasos; |
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de infausta nueva triste mensajero... |
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VIUDA |
¿Qué os detiene? Decid: ya no hay
desgracias |
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que abatir puedan mi constante pecho. |
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MENDOZA |
Las hay, las hay cual nunca: al sol naciente, |
5 |
desde los muros hemos descubierto |
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las enemigas huestes, que se acercan |
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a la invicta ciudad; del largo asedio |
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cansada su altivez, viendo con ira |
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resistir sola la inmortal Toledo |
10 |
al soberbio monarca, cuando España |
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se rinde humilde a su pesado cetro, |
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al asalto se aprestan, anhelando |
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dar con la ruina de tan noble pueblo |
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fin a la gran contienda. El duro plazo |
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llegó, no hay que dudar... |
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VIUDA |
No el fuerte aliento
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nos falte, amigo, cuando más lo exigen |
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la patria y el honor. Últimos restos |
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del partido infeliz que defendiera |
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la libertad del castellano pueblo, |
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en el último trance, digna muestra |
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de constancia y valor hacer debemos. |
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Así lo pide la expirante patria; |
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Así los nobles héroes cayeron |
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en Villalar; mi malogrado esposo |
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así lo pide con terrible acento |
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desde el atroz cadalso. |
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MENDOZA |
La esperanza
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de llegar a vencer alzó a los pueblos |
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contra el yugo de Carlos, que insufrible |
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hicieran codiciosos extranjeros; |
30 |
la esperanza del triunfo en los combates |
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animó a nuestros ínclitos
guerreros; |
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la grata persuasión de ser vengado |
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mitigó de Padilla los tormentos; |
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mas la esperanza se negó a nosotros... |
35 |
¿Pues qué nos queda ya? |
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VIUDA |
Nos queda un pueblo
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resuelto a perecer. |
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MENDOZA |
¡Cómo os
engaña
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el corazón magnánimo! Toledo |
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no es ya lo que antes era: harto gloriosa |
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sostuvo de la guerra el grave peso; |
40 |
harto tiempo luchó; muertes, horrores, |
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el hambre atroz que despobló su suelo, |
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no abatieron su indómita constancia. |
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Pero ya vana contra el hado adverso |
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juzga su resistencia: al acercarse |
45 |
las enemigas tropas, no se oyeron |
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hoy, como siempre, las sublimes voces |
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de vencer o morir; triste silencio |
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reinaba en los confusos ciudadanos, |
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que mirábanse atónitos,
temiendo |
50 |
descubrir el terror, y los sollozos |
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procurando encerrar dentro del pecho. |
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Ya vacila, señora, la constancia |
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de la heroica ciudad; temed, os ruego, |
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la última prueba. |
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MENDOZA |
La ruina
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55 |
evitad de la patria; al hijo tierno |
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de la muerte salvad. Si en vuestras manos |
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su suerte puso la infeliz Toledo, |
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no la arrastréis al hondo precipicio. |
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VIUDA |
Si vengarme juró, su juramento |
60 |
cumpla constante. |
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MENDOZA |
En vano lo intentara:
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abandonada, débil, sin aliento, |
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fuerza es ya que se postre; España
toda |
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oprimida la ha visto en duro cerco, |
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sin alzarse en su ayuda; escarmentada |
65 |
tiembla Castilla; el valenciano inquieto |
|
ya lidia apenas; Aragón sumiso |
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no ve su ruina, cuando ve los fueros |
|
de Castilla violados; todos ceden... |
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Cedamos ya, cedamos. Los primeros |
70 |
el grito dimos de gloriosa guerra, |
|
cuando sordo el monarca a los lamentos |
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de la mísera España, holló
sus leyes, |
|
apoyando en la fuerza sus derechos: |
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los únicos ya somos que lidiamos |
75 |
por defender la libertad; postreros |
|
seremos en ceder... ¿qué más
exige |
|
de nosotros el santo juramento |
|
que en las aras hicimos de la patria? |
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VIUDA |
¡Qué más exige!
¡Tú, que compañero |
80 |
fuiste del gran Padilla, lo preguntas |
|
a su esposa infeliz!... Si no vencemos |
|
debemos perecer. |
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MENDOZA |
No me intimida
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la muerte, no; de un inocente pueblo |
|
la total destrucción, tantos millares |
85 |
de víctimas sin fruto, el crudo
incendio |
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de la gloriosa patria de Padilla, |
|
sí, me cubren de horror; yo os lo
confieso. |
|
Por vos también, por vuestro tierno
hijo, |
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que cual padre eduqué, por tantos
deudos |
90 |
y amigos tiemblo, sin que tenga a mengua |
|
su destino llorar. |
|
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VIUDA |
Sublime esfuerzo
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habemos menester, en vez de llanto. |
|
Si luce por desgracia el sol postrero |
|
de la española libertad, con gloria |
95 |
acabe, no vilmente; a duro precio |
|
compren el triunfo; y el monarca altivo |
|
reine sobre las ruinas de Toledo. |
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VIUDA |
Bien conozco
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cuánto puede el terror; los viles
medios |
100 |
del oro y seducción que han prodigado |
|
los enemigos, sé; y hasta recelo |
|
que el mismo Laso, por vengar su orgullo, |
|
nos abandone... Pero allí le veo; |
|
quedaos vos con él: ante mi vista, |
105 |
quien me vengue o perezca sólo quiero. |
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|
Escena
II
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MENDOZA,
LASO.
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LASO |
¿Por qué, decidme, esa mujer
altiva |
|
huye de mi presencia con desprecio?... |
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Harto tiempo sufrimos su insolencia, |
|
y ver sumiso a un valeroso pueblo, |
110 |
adorando cual leyes sus caprichos, |
|
no el amor de la patria ni el deseo |
|
de la española libertad la animan; |
|
vengarse anhela, y a su orgullo ciego |
|
lo sacrifica todo. |
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MENDOZA |
Ese lenguaje
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115 |
jamás de ti escuché... |
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LASO |
Llegó ya el tiempo
|
|
de descubrirte el corazón: unidos |
|
desde la tierna infancia con estrechos |
|
vínculos de amistad, tu cierta ruina |
|
vengo a evitar, si escuchas mis consejos. |
120 |
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LASO |
A mí me importa
|
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conservar un amigo. El duro extremo |
|
llegó de decidirnos; ¡sólo un
día |
|
nos queda, un día! y vuelan los
momentos. |
|
Aun podemos librarnos; aun se puede |
125 |
librar la patria de su fin funesto. |
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MENDOZA |
Si es con infamia, Laso, no prosigas. |
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LASO |
Sólo es infame quien en grave riesgo |
|
deja a la patria, si salvarla espera; |
|
pero ya no es posible: en ira ardiendo, |
130 |
se acercan los contrarios orgullosos, |
|
el asalto anhelando y el saqueo... |
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LASO |
Cuanto se aumenta su
osadía,
|
|
en nuestra gente crece el desaliento... |
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LASO |
¿Y quieres locamente
|
135 |
buscar tu perdición? |
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MENDOZA |
Abrazar debo
|
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la suerte de mi patria. |
|
|
LASO |
Si se arruina
|
|
por una estéril gloria, no debemos |
|
acompañarla hasta el sepulcro.
Inútil |
|
es toda resistencia. |
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MENDOZA |
Nada temo;
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140 |
ni esperanza ninguna me sostiene: |
|
¡Tanto es difícil contrastar mi
pecho! |
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Si me alcé contra Carlos, seducido |
|
no fui por la ambición de nombre
eterno, |
|
por sed de mando o de venganza inútil; |
145 |
su triunfo vi desde el fatal momento |
|
en que rotas las huestes de los libres, |
|
en Villalar cobardemente huyeron. |
|
Allí miré vencida, encadenada |
|
la castellana libertad; y al tiempo |
150 |
que expiraba Padilla en el cadalso, |
|
la vi lanzar su postrimer aliento. |
|
Murió de entonces, para mí. Si
inmóvil |
|
permaneció la célebre Toledo, |
|
al postrarse rendida España toda |
155 |
del monarca a los pies, con harto duelo |
|
contemplé de mi patria el
heroísmo. |
|
Su inevitable destrucción previendo. |
|
La preví; mas lidié, lidié
valiente, |
|
padecí los rigores del asedio, |
160 |
no por la libertad ya sepultada, |
|
y sólo por mi honor. En el estrecho |
|
ámbito de estos muros resistían |
|
mis amigos e ilustres compañeros, |
|
halagados de vanas ilusiones; |
165 |
y yo debí seguirlos, aunque cierto |
|
de su engaño y su muerte; que era
infamia |
|
abandonarlos en tan duro empeño. |
|
Al fin llegó, llegó el tremendo
día |
|
de sepultarnos juntos, si resueltos |
170 |
están a perecer bajo las ruinas |
|
de la heroica ciudad: su arrojo ciego |
|
ni condeno ni alabo, mas le sigo, |
|
le seguiré hasta el fin. |
|
|
LASO |
Síguelo, y presto
|
|
verás el fruto; síguelo, y tus
lares |
175 |
verás arder; los sacrosantos templos |
|
por tierra derribados; los ancianos |
|
y jóvenes y niños y guerreros |
|
perecer confundidos entre escombros... |
|
Ni fuga ni piedad: el crudo hierro |
180 |
inmolará implacable a cuantos logren |
|
escapar de las llamas. |
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MENDOZA |
¡Qué tormentos
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|
sufre mi corazón! |
|
|
LASO |
Por una vana
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sombra de honor asesináis cruentos |
|
mil y mil inocentes; sus clamores |
185 |
contra vosotros alzarán; el cielo |
|
a ti y los tuyos pedirá su sangre. |
|
|
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MENDOZA |
¡No!... amigo, no: si del abismo
horrendo, |
|
en que va a hundirse la infelice patria |
|
la pudiera apartar, dócil el cuello |
190 |
tender le aconsejara al grave yugo, |
|
antes que perecer: así sincero |
|
lo confesé a la mísera viuda |
|
del inmortal Padilla. Mas dispuesto |
|
estoy a todo trance; mi destino |
195 |
para siempre enlacé con nudo estrecho |
|
al de la amada patria. |
|
|
|
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LASO |
No: te engañas; ya no es
tiempo
|
|
entonces de humillarse; negra infamia, |
|
atroz suplicio, bárbaros tormentos |
200 |
te aguardan sólo. |
|
|
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LASO |
Víctima débil
|
|
de la ajena ambición, caerás
envuelto |
|
en la ruina común de los facciosos. |
|
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MENDOZA |
Mostraré mi inocencia...; justo el
pueblo |
|
mi muerte estorbará... |
|
|
LASO |
¡Triste el que
fía
|
205 |
en el vano favor del vulgo inquieto! |
|
Los mismos que defiendes con tu sangre, |
|
cargado te verán de duros hierros, |
|
sin levantar la voz; ellos tranquilos |
|
te verán arrastrar hasta el sangriento |
210 |
suplicio, y callarán. ¡Qué!
¿Te horrorizas?... |
|
¿Lo dudas, y vacilas?... Mis postreros |
|
avisos oye, y tiembla al escucharlos. |
|
¿Me juras, por tu honor, guardar
secreto, |
|
de que penden mil vidas, y la tuya, |
215 |
y la salud o destrucción de un pueblo? |
|
|
|
|
LASO |
(Mostrándole con misterio
un pliego.)
|
¿Lees ahí tu
nombre?...
|
|
|
|
|
|
MENDOZA |
¿Qué misterio
|
|
es éste? ¡Tú traidor! |
|
|
LASO |
Cuando a salvarte
|
|
solícito he venido, con denuestos |
220 |
no insultes mi amistad. Sin resistencia |
|
las puertas van abrirse de Toledo |
|
a las tropas del rey. Muchos caudillos |
|
ofrécense a rendirse los primeros, |
|
seguros del perdón; y los soldados, |
225 |
el pueblo todo imitará su ejemplo. |
|
¡Ay dél si no le imita! ¡Si
imprudente |
|
intenta resistirse! ¡Qué
escarmiento |
|
se le prepara a España con su ruina! |
|
Elige, pues: o ayudas mis intentos |
230 |
de calmar a la plebe bulliciosa, |
|
y te salvas, salvándola, o el cuello |
|
darás a la cuchilla en un cadalso. |
|
¡No hay perdón para ti! Sólo
yo puedo |
|
el hacha suspender, ya levantada, |
235 |
ya pronta a descargar... |
|
|
MENDOZA |
¡Tú
intercediendo
|
|
por mí, con esos bárbaros
verdugos! |
|
¿Y eres tú Laso? |
|
|
LASO |
Sí: soy quien primero
|
|
osó desafiar el poderío |
|
del monarca ambicioso; quien los fueros |
240 |
reclamó de Castilla en su presencia, |
|
ufano de su cólera volviendo |
|
a levantar a España contra el yugo. |
|
El mismo soy, el mismo; a nadie cedo |
|
En amor a la patria, en sacrificios... |
245 |
Por ella tras la muerte en cien encuentros |
|
corrí; por ella refrené mi
orgullo; |
|
sufrí su ingratitud; y al ser
pospuesto |
|
a Padilla en el mando de las tropas, |
|
mi enojo sepulté dentro del pecho. |
250 |
Le odié, es verdad; pero su gloria y
fama |
|
jamás oscurecí; su fin
sangriento |
|
(lejos como a rival de serme grato) |
|
sentí cual castellano caballero. |
|
Pero muerta la patria, y destruida |
255 |
la ansiada libertad, ¿no debí
cuerdo |
|
procurar poner fin a inútil guerra? |
|
Mis servicios, mi honor, mi nacimiento, |
|
¿Humillarme vilmente consentían |
|
de una débil mujer al loco imperio? |
260 |
No. Si sumiso me mostré, la patria |
|
agradecerme debe el fingimiento, |
|
para mí más costoso que la
muerte: |
|
por salvarla fingí, sufrí
desprecios, |
|
pacté con mis contrarios...
¿Qué más quiere |
265 |
de mí la patria? ¿Qué?...
¿Callas suspenso?... |
|
¿Me miras y sollozas? Si mañana |
|
no es toda ruinas la infeliz Toledo, |
|
a mí lo debe, a mí, que la
clemencia |
|
del vencedor obtuve. |
|
|
MENDOZA |
¿Y pide, en premio
|
270 |
de su clemencia bárbara, mi vida? |
|
|
|
LASO |
La pide, sí, la pide; el fatal pliego |
|
te lo anuncia terrible; los parciales |
|
de esa altiva mujer, para escarmiento, |
|
van todos a morir. |
|
|
|
LASO |
Tú sólo.
|
275 |
Alcanzarás perdón. |
|
|
MENDOZA |
Muriendo ellos,
|
|
¿He de comprar mi vida con la infamia? |
|
|
|
|
MENDOZA |
A tan vil precio,
|
|
nunca, Laso, jamás. |
|
|
LASO |
¿Quieres tu ruina?
|
|
¿Te obstinas en buscarla? |
|
|
MENDOZA |
Si tu intento
|
280 |
es impedirla, sálvalos a todos: |
|
ése es de conservarme el sólo
medio. |
|
|
|
LASO |
A todos salvo, si mi intento ayudas... |
|
|
|
MENDOZA |
¿Cómo? Di; pronto: manda, y te
obedezco. |
|
|
|
LASO |
Aconseja a la esposa de Padilla |
285 |
que escuche la razón, y no al extremo |
|
de arruinar la ciudad lleve su enojo: |
|
habla a los más osados comuneros, |
|
desarma su furor, insta, convence, |
|
ofréceles clemencia, si al inquieto |
290 |
pueblo apaciguan; con el dócil vulgo |
|
emplea tu elocuencia y valimiento; |
|
da, promete, amenaza... |
|
|
MENDOZA |
Todo en vano.
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|
La esposa de Padilla mis consejos |
|
no escucha, sólo atenta a su venganza. |
295 |
|
|
LASO |
Sálvala, a pesar suyo; aparta al
pueblo |
|
de tal vil sumisión; déjenla
sola, |
|
y la verás desfallecer. Te ofrezco |
|
interceder por ella, disculparla, |
|
redimirla de afrenta; y que serenos |
300 |
goce en su patria sus futuros días... |
|
¿Exiges más de mí? ¿No
la aborrezco, |
|
y la salvo por ti? ¿No salvo al
hijo?... |
|
|
|
MENDOZA |
Tuyo soy... Laso, tuyo... |
|
|
LASO |
(Abrazándole.)
|
Contra el seno
|
|
estrecha, estrecha a tu mejor amigo; |
305 |
mañana, al abrazarnos, ya más
quieto |
|
latirá el corazón, ahora
turbado. |
|
|
|