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ArribaAbajoSoneto XXVI


ArribaAbajo    Subo, con tan gran peso quebrantado,
por esta alta, empinada, aguda sierra;
que aún no llego a la cumbre, cuando ierra
el pie, y trabuco al fondo despeñado.

    Del golpe y de la carga maltratado,  5
me alço apena, y a mi antigua guerra
buelvo: mas ¿qué me vale? que la tierra
mesma me falta al curso acostumbrado.

    Pero aunqu' en el peligro desfallesco,
no desamparo el paso; qu' antes torno  10
mil vezes a cansarm' en este engaño.

    Crece el temor, y en la porfía cresco;
y sin cesar, cual rueda buelve en torno;
así rebuelvo a despeñarm' al daño.




ArribaAbajoSoneto XXVII


ArribaAbajo    El color bello en el umor de Tiro
ardió, y la nieve vuestra en llama pura,
cuando, Estrella, bolvistes con dulçura
los ojos, por quien mísero suspiro.

    Vivo color de lúcido safiro,  5
dorado cielo, eterna hermosura,
pues merecí alcançar esta ventura,
acoged blandamente mi suspiro.

    Con él mi alma, en el celeste fuego
vuestro abrasada viene, y se trasforma  10
en la belleza vuestra soberana.

    Y en tanto gozo, en su mayor sosiego,
su bien, en cuantas almas halla, informa;
qu' en el comunicar más gloria gana.




ArribaAbajoSoneto XXVIII


ArribaAbajo    Suäve Filomela, que tu llanto
descubres al sereno y limpio cielo,
si lamentaras tú mi desconsuelo,
o si tuviera yo tu dulce canto;

    yo prometiera a mis trabajos tanto,  5
qu' esperara al dolor algún consuelo;
y se movieran d' amoroso zelo
los bellos ojos cuya lumbre canto.

    Mas tú, con la voz dulce y armonía
cantas tu afrenta y bárbaros despojos,  10
yo lloro mayor daño en son quexoso.

    O haga el cielo qu' en la pena mía
tu voz suene, o yo cante mis enojos,
buelto en ti, Ruseñol blando y lloroso.




ArribaAbajoSoneto XXIX


ArribaAbajo    Huyo apriesa medroso el orror frío,
y l' aspereza, y aterido ivierno,
y l' aura espero de Favonio tierno
contra su fuerça y contra el seco estío.

    Mas, Herrera, en el grave estado mío  5
me ofende el prevenir, y al fin dicierno
zéfiro breve, y Aquilón eterno,
y siempre en un error por mal porfío.

    Al cabo avrá de ser, qu' el destemplado
estío acabe en fuego, o en tanta nieve  10
rígido ivierno el pecho endurecido.

    Vos, qu' en sosiego, si d' amor cansado
estáis, o si pasión presente os mueve,
tened dolor de vêrme tan perdido.




ArribaAbajoSoneto XXX


ArribaAbajo    Canso la vida en esperar un día
de fingido plazer, huyen los años,
y nacen dellos mil sabrosos daños,
qu' esfuerçan el error de mi porfía.

    Los pasos, por do voy a mi alegría,  5
tan desusados son, y tan estraños,
que al fin van a acabars' en mis engaños,
y dellos buelvo a començar la vía.

    Descubro en el principio otra esperança,
si no mayor, igual a la pasada,  10
y en el mesmo deseo persevero.

    Mas luego torno a la común mudança
de la suerte en mi daño conjurada,
y esperando contino desespero.




ArribaAbajoElegía III


ArribaAbajo    No bañes en el mar sagrado y cano,
callada Noche, tu corona oscura,
antes d' oír este amador ufano.

    Y tú alça de la úmida hondura
las verdes hebras de la bella frente,  5
de Náyades loçana hermosura.

    Aquí, do el grande Betis vê presente
l' armada vencedora, qu' el Egeo
manchó con sangre de la Turca gente,

    quiero dezir la gloria en que me veo;  10
pero no cause invidia este bien mío
a quien aun no merece mi deseo.

    Sosiega el curso, tú, profundo río,
oye mi gloria, pues también oíste
mis quexas en tu puro asiento frío.  15

    Tú amaste, y como yo también supiste
del mal dolerte, y celebrar la gloria
de los pequeños bienes que tuviste.

    Breve será la venturosa istoria
de mi favor; que breve es l' alegría,  20
que tiene algún lugar en mi memoria.

    Cuando del claro cielo se desvía
del Sol ardiente el alto carro apena,
y casi igual espacio muestra el día;

    con blanda voz, qu' entre las perlas suena,  25
teñido el rostro de color de rosa,
d' onesto miedo y d' amor tierno llena,

    me dixo así la bella desdeñosa,
qu' un tiempo me negava la esperança,
sorda a mi llanto y ansia congoxosa:  30

    Si por firmeza y dulce amar s' alcança
premio d' Amor, yo tener bien devo
de los males que sufro más holgança.

    Mil vezes, por no ser ingrata, pruevo
vencer tu amor, pero al fin no puedo;  35
qu' es mi pecho a sentillo rudo y nuevo.

    Si en sufrir más me vences, yo t' ecedo
en pura fê y afetos de terneza;
vive d' oy más ya confiado y ledo.

    No sé, si oí, si fui de su belleza  40
arrebatado, si perdí el sentido;
sé qu' allí se perdió mi fortaleza.

    Turbado, dixe al fin: «Por no aver sido
este tan grande bien de mí esperado,
pienso que deve ser(si es bien), fingido.  45

    Señora, bien sabéis, que mi cuidado
todo s' ocupa en vos; que yo no siento,
ni pienso sino en verme más penado.

    Mayor es qu' el umano mi tormento,
y al mayor mal igual esfuerço tengo,  50
igual con el trabajo el sentimiento.

    Las penas que por sola vos sostengo,
me dan valor, y mi firmeza crece,
cuanto más en mis males m' entretengo.

    No quiero concederos que merece  55
mi afán tal bien, que vos sintáis el daño;
más ama, quien más sufre y más padece.

    No es mi pecho tan rudo, o tan estraño,
que no conosca en el dolor primero,
si, en esto que dixistes, cabe engaño.  60

    Un coraçón d' impenetrable azero
tengo para sufrir, y está más fuerte,
cuanto más el asalto es bravo y fiero.

    Diom' el cielo en destino aquesta suerte,
y yo la procuré, y hallé el camino,  65
para poder onrarme con mi muerte.

    Lo demás, qu' entre nos pasó, no es dino,
Noche, d' oír el Austro presuroso,
ni el viento de tus lechos más vezino.

    Mete en el ancho piélago espumoso  70
tus negras trenças y úmido semblante;
qu' en tanto que tú yazes en reposo,
podrá Amor darme gloria semejante.




ArribaAbajoSoneto XXXI


ArribaAbajo    El tiempo, que s' alarga al mal estraño,
y me muestra mis pasos bien contados;
si término pusiese a mis cuidados,
sería a mi esperança desengaño.

    Qu' el oro, que me tiene en nuevo engaño,  5
los ojos dulcemente regalados,
sin valor a mis años mal gastados
el remedio serían de su daño.

    Pero si en él s' aumenta el dolor mío,
si el oro es y las luzes inmortales,  10
y es eterno el valor y altivo intento;

    será d' amor perpetuo el desvarío,
y en las penas qu' a todos son mortales,
renacerá contino mi tormento.




ArribaAbajoSoneto XXXII


ArribaAbajo    O cara perdición, ô dulce engaño;
suave mal, sabroso descontento;
amado error del tierno pensamiento;
luz, que nunca descubre el desengaño;

    puerta por la cual entra el bien y el daño;  5
descanso y pena grave del tormento;
vida del mal, alma del sufrimiento;
de confusión rebuelta cerco estraño.

    Vario mar de tormenta y de bonança;
segura playa y peligroso puerto;  10
sereno, instable, oscuro y claro cielo;

    ¿Por qué como me diste confiança
d' osar perderme, ya qu' estoy desierto
de bien, no pones a mi mal consuelo?




ArribaAbajoSoneto XXXIII


ArribaAbajo    Ardientes hebras, do s' ilustra el oro,
de celestial ambrosía rociädo,
tanto mi gloria sois y mi cuidado,
cuanto sois del Amor mayor tesoro.

    Luzes, qu' al estrellado y alto coro  5
prestáis el bello resplandor sagrado,
cuanto es Amor por vos más estimado,
tanto umilmente os onro más y adoro.

    Purpúreas rosas, perlas d' Oriente,
marfil terso, y angélica armonía,  10
cuanto os contemplo, tanto en vos m' inflamo;

    y cuanta pena l' alma por vos siente,
tanto es mayor valor y gloria mía;
y tanto os temo, cuanto más os amo.




ArribaAbajoSoneto XXXIV


ArribaAbajo    Venció las fuerças el Amor tirano,
cortó los niervos con aguda espada
d' aquella dulce libertad amada,
que sin vigor suspiro siempre en vano.

    Él me buelve y me trae por la mano  5
a do mi error y perdición l' agrada.
Mas ya la vida, de su mal cansada,
osa tornars' al curso usado y llano.

    Pero es flaca osadía, y con la muerte
luchando, abraço alegre el dulce engaño,  10
y me aventuro en el deseo y pierdo.

    Que yo no puedo ser al fin tan fuerte,
que contraste gran tiempo a tanto daño;
ni en tal error me vale ya ser cuerdo.