Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.


ArribaAbajoActo II


Escena I

 

El teatro representa la habitación de BLANCA, con puertas a los lados y en el foro. BLANCA y FELICIA.

 
FELICIA
Modera tu aflicción, amada Blanca,
y no irriten tus quejas imprudentes
a un Dios, que te conserva para alivio
de tu mísero padre; si la muerte
te arrebato en Bautista un fiel esposo,5
su fin ilustre tu dolor consuele.
BLANCA
¡Ay Felicia! ¡ay amiga! yo le envidio
de la tumba el descanso; él para siempre
reposa en el sepulcro, y yo abatida
vivo para gemir eternamente. 10
La opresión de mi patria, de mi padre
el continuo peligro, y los crueles
nombres de esclavitud y de violencia
mi corazón aterran; si supieses
que tiemblo por mi honor... ¡Oh cara amiga!15
Mi estado y mis extremos compadece.
¿Quién me podrá salvar?
FELICIA
Cielos ¡qué escucho!
¿Y posible será? ¿Y hay quién intente
ultrajar tu decoro, que respeta
Acciolino?
BLANCA
¡Ay de mí! todo lo teme
20
mi corazón de su piedad fingida.
FELICIA
¿Qué dices? ¿su respeto es aparente?
¿Puede abrigar su pecho sanguinario
la llama del amor?
BLANCA
Felicia, puede;
y tú lo ignoras: los amables lazos 25
de amistad que nos unen tiernamente,
en el dichoso tiempo se formaron
de mi felicidad, cuando yo alegre
de un padre y de un esposo idolatrada,
hice envidiar mi venturosa suerte. 30
Escucha, fiel amiga, el triste origen
del temor que en mí ves; antes que uniese
Bautista su destino con el mío,
me adoraba Acciolino vanamente;
yo desprecié su afecto, y a Bautista 35
mi mano y corazón le di por siempre.
Furioso y despechado del desaire,
de Bazano Acciolino partió en breve
a las costas del Asia; y en los campos
de Palestina su furor ardiente 40
el sagrado pendón de las Cruzadas
manchó con los excesos más crueles.
Bien sabes los desastres de esta guerra
que ha desolado al orbe; y bien presentes
las civiles discordias de la Italia 45
por nuestro daño en la memoria tienes:
mi esposo combatió también entonces;
Jerusalén cobrada por dos veces
debió en parte al impulso de su espada
el yugo sacudir de los Infieles: 50
obscureció la gloria de Acciolino,
y tan piadoso en fin, como valiente,
volvió Bautista a mis amantes brazos
cubierto de esplendor y de laureles.
Voló el tiempo, borrose la memoria55
del bárbaro Acciolino; cuando al frente
le vimos de las tropas de Germanía:
embiste nuestros muros, lidia, vence,
y se resuelve a ser de nuestras vidas
el verdugo cruel; la infausta muerte 60
de mi esposo modera sus rigores;
pero nunca un tirano nos concede
perdón en su venganza, sino espera
sus fines conseguir más fácilmente
por la astuta piedad y el disimulo.65
¡Ah! yo soy el objeto que merece
tan triste distinción: mira, Felicia,
si con causa mis lágrimas se vierten
FELICIA
Y a ti, que has arrostrado en estos muros
el semblante espantoso de la muerte70
con tanta intrepidez, ¿valor te falta
para hacer que el tirano de ti tiemble?
BLANCA
Tengo valor; más temo la violencia,
si no puedo morir antes que llegue.
Recelo por mi padre... Pero él entra. 75

 (Mirando adentro.) 



Escena II

 

DICHAS, GENARO.

 
GENARO
Somos felices, hija; esposo tienes.
BLANCA
¡Ah señor! ¿qué decís?
GENARO
Bautista vive.
BLANCA
¡Oh placer! Que mis brazos os estrechen
por nueva tan feliz.

 (Lo abraza.) 

¿Quien lo ha salvado?
¿Dónde mi esposo está? ¿Por qué no viene 80
a calmar con su vista mis tormentos?
GENARO
Blanca, el gozo modera, si no quieres
exponerlo a las iras de Acciolino.
BLANCA
Es verdad, padre mío; ¡oh qué imprudente
es el placer de amor! Pero mis dudas... 85
GENARO
Yo las satisfaré. Felicia, vete,
y observa cuidadosa si el tirano
viene a esta habitación.
FELICIA
Ya te obedece
mi amistad; que en el júbilo de Blanca
bien sabes cuanta parte mi fe tiene. 90
 

(Se va por donde entró GENARO.)

 


Escena III

 

GENARO, BLANCA.

 
GENARO
Hija, espera un momento en este sitio.
 

(Yendo hacia la puerta de la izquierda.)

 
BLANCA

 (Deteniéndolo.) 

Pues ¿qué es esto, señor? ¿Qué? ¿De esta suerte
os vais, sin explicarme de mi esposo
el destino? Decidme...
GENARO
Muy en breve
a Bautista verás, y con su auxilio 95
haremos que la patria se liberte.
 

(Se va por la izquierda.)

 
BLANCA
Pero adonde... Gran Dios ¡qué es lo que miro!
De la lóbrega senda, que desciende
al fúnebre panteón de mi familia,
la puerta abrió, y el eco sordamente 100
de sus huellas las bóvedas repiten.
 

(Se acerca la puerta y observa.)

 
Mi corazón palpita, y se sorprende
entre el amor, el susto y la esperanza.
Mas ¿por qué me acobardo? Si existiese
mi esposo en la morada de las sombras, 105
¿Pudiera yo un momento detenerme
en seguirlo? La duda me avergüenza;
Busquémoslo en el reino de la muerte.
 

(En ademán de ir tras su padre; sale por la misma puerta BAUTISTA.)

 


Escena IV

 

BAUTISTA, BLANCA.

 
BAUTISTA
Amada esposa.
BLANCA
Él es; mi bien, Bautista,
mi tierno esposo, dime ¿quién te vuelve 110
a mis brazos?
BAUTISTA
El cielo, y las piedades
del generoso Alberto; él cautamente
me arrancó del combate, y sus cuidados
ocultaron mi vida dentro de ese
lóbrego panteón, donde reposan 115
las sombras de mis nobles ascendientes:
en él furioso, sobre el mármol frío
que conserva con rasgos indelebles
su valor y sus nombres, he jurado
libertar a la patria de ese aleve 120
conquistador feroz; el juramento
sus manes recibieron, y al hacerle
sentí temblar las sepulcrales urnas,
y sus heladas losas encenderse
al fuego de mi voto. ¡Oh caras sombras 125
de virtud y heroísmo, si os conmueve
la ignominia que oprime vuestra cuna,
haced desde la bóveda celeste,
donde habitáis, que el Dios de la justicia
salve a Bazano, y mi valor apruebe! 130
BLANCA
Sí hará; pues te libró del exterminio
para tan noble empresa, y en mi débil.
Corazón afligido, con tu vista
de nuevo el fuego del furor enciende.
¡Con qué placer para seguirte al riesgo135
me cubrirán los bélicos arneses,
que a tu lado me hicieron invencible!
Mi cortadora espada de la muerte
vendrá a ser la segur. Dime los medios
que a tan glorioso fin tu honor previene: 140
nómbrame los ilustres compañeros,
cuyo valor la libertad protege;
y en tu mano recibe el juramento,
de que primero moriré mil veces,
que el tirano consiga con astucias 145
ni con la fuerza el triunfo que pretende.
BAUTISTA
¿Cuál es, dime?
BLANCA
Saciar de su apetito
los infames deseos; pues vilmente
con su amor criminal persigue, insulta
mi constancia y mi fe.
BAUTISTA
Yo haré que tiemble
150
al nombre de Bautista: ese tirano
su atrevimiento vil llorará en breve.
Aun la misma victoria, que lo alienta
a que cubrirme de ignominia intente,
servirá a su escarmiento y mi venganza. 155
He aquí el instante: ya Genaro vuelve.
 

(Mirando a la puerta de la izquierda.)

 


Escena V

 

DICHOS, GENARO, ALBERTO, Nobles de Bazano por la puerta de la izquierda.

 
GENARO
Venid, nobles guerreros, y en presencia
de este ilustre caudillo, cuya frente
coronó la victoria en Palestina,

  (Señalando a BAUTISTA.) 

y cuyo brazo nuestro honor defiende, 160
disponed la venganza de Bazano:
a este fin os convoco ansiosamente.
BAUTISTA
Gloriosos ciudadanos, compañeros
de mis victorias y mi triste suerte,
con qué causa más digna que el sagrado165
nombre de libertad, que tantas veces
inflamó vuestros pechos y heroísmo,
os pudiera implorar? Ella padece
dentro de nuestros muros; ella gime
con la oprimida patria, si valientes 170
no rompen nuestros brazos las cadenas,
con que abatidas yacen nuestras leyes.
La destrucción del bárbaro Acciolino
dispongamos briosos, si él perece,
nosotros somos libres; y la gloria 175
vivirá de Bazano eternamente.
No os intimide el nombre del malvado,
ni el poder de su ejército os arredre:
esos mismos soldados que le siguen,
esos que forman las soberbias huestes180
de la antigua Germanía, se avergüenzan
de la necesidad de obedecerle:
ellos miran un déspota inhumano
coronarse a su costa de laureles,
faltando a la piedad que Federico 185
su Emperador ilustre le previene:
ellos de su crueldad testigos fueron
en los campos del Asia; y si pudiesen
sin hollar la obediencia exterminarlo,
destrozarán el monstruo impunemente. 190
A nosotros sin duda se reserva
esta gloriosa acción; pues que la muerte
perdonó nuestra vida en los combates,
tantas sombras heroicas e inocentes
intrépidos venguemos; a sus manes195
la sangre de Acciolino se les debe:
vertiéndola nosotros, restauramos
la humanidad por su furor doliente,
y de un malvado libertando al orbe,
la eterna fama nuestro nombre eleve. 200
Y si acaso a la voz de la venganza
vuestras almas dudosas permanecen,
al eco del honor volverá el brío
a inflamar vuestros pechos ¿Quién no teme
ver ultrajar las tímidas doncellas? 205
¿Quién habrá que cobarde titubee
a vista del peligro de su honra?
Cuando Acciolino a mi pudor se atreve
con voces amorosas, con ofertas,
que su infame apetito le sugiere, 210
temed por vuestras hijas al tirano;
temed que sus soldados no respeten
vuestras mismas esposas, y que un día
pueda lograr la fuerza... Me estremece
esta espantosa idea. ¡Oh ciudadanos,215
ved en Blanca la víctima que quiere
inmolar Acciolino a sus deseos!
Vuestro valor imploro; defendedme;
estorbad que en mi honor logre ese impío
marchitar de mi esposo los laureles. 220
ALBERTO
No más, Blanca; tu ruego nos agravia:
cuando la patria y libertad padecen,
el riesgo de tu honor no es necesario
para inflamar nuestro valor ardiente.
Todos los que aquí ves hemos jurado 225
bañarnos en la sangre de ese aleve,
de ese infame Acciolino; sólo falta
señalar sitio y hora. De la muerte:
a Bautista salvaron mis cautelas,
para que en una empresa nos gobierne. 230
Vamos a conseguirla: habla, Genaro;
tu precepto esperamos solamente.
GENARO
Este mismo palacio será el sitio
que le sirva de tumba; él por albergue
lo ha elegido en mi oprobio: en él perezca: 235
La hora, amigos, será la en que celebre
con regocijos públicos su triunfo,
después que el sol descienda al occidente:
las sombras de la noche protectoras
serán de nuestra hazaña; entre el alegre240
tumulto del festín vuestras espadas
terminarán sus bárbaros deleites.
Halle su fin en medio del desorden
el tirano sumido en sus placeres;
en tanto vuestras armas cuidadosos, 245
ocultad en el templo, y cuando llegue
la feliz ocasión de la venganza,
por esa misma bóveda valientes
entraréis a matarle; yo el aviso
llevaré al panteón.
ALBERTO

 (A los nobles.) 

Amigos fieles,
250
 

(Los fieles empuñan las espadas.)

 
Empuñad las espadas cortadoras,
en tanto que mis voces el solemne
juramento pronuncian. Sí; en tus manos
 

(Tomando una mano a GENARO, y la otra puesta en su espada.)

 
recibe el homenaje que te ofrecen
conmigo estos guerreros: en su nombre 255
que perezca Acciolino te promete,
Genaro, mi valor: acepta, el voto,
Dios eterno, y destruye a quien te ofende.
 

(Se apartan, soltando las espadas.)

 
GENARO
Él nos protegerá; y el que cobarde
desista de la empresa, o la revele, 260
como infame perezca.


Escena VI

 

DICHOS, FELICIA.

 
FELICIA
Huye, Bautista.
Sin duda que Acciolino se previene
a venir a este sitio: el movimiento
de sus guardias lo anuncia; y si te viese,
todo estaba perdido.
BAUTISTA
¿Y de qué sirve
265
una vida que a Blanca no defiende?
Venga, y tiemble a mi vista.
BLANCA
¡Oh Dios! Esposo...
GENARO
Bautista, no destruyas imprudente
la empresa a que aspiramos. Ve a ocultarte;
a tu esposa le basta que yo vele 270
a su lado; soy padre.
BAUTISTA
Mas si acaso...
BLANCA
Adorado Bautista, no receles;
confía en mi valor. El puñal mira,

 (Mostrándole un puñal, que vuelve guardar.) 

que en las marciales lides tantas veces
se bañó con la sangre del contrario, 275
si el tirano intentase...
BAUTISTA
Te comprende
mi corazón; no más: seguro parto
al sagrado retiro.
GENARO

 (A los nobles.) 

No os encuentre,
a ninguno el malvado en este sitio.
A Bautista seguid, y no sospeche 280
Acciolino la empresa meditada.
ALBERTO
Vamos.
BAUTISTA
A Dios, esposa. ¿Tú enmudeces?
BLANCA

 (Abrazándolo.) 

Mis brazos te respondan.
BAUTISTA
Tierna Blanca,
¡Qué feliz soy en ellos! ¡Ah! por siempre
a pesar de las iras de Acciolino 285
este amoroso lazo se conserve.
 

(Se va con ALBERTO y los nobles por donde entraron.)

 
BLANCA
No son bastantes, no, para romperlo
el poder ni los rigores de la muerte.
GENARO
Retírate, hija mía, de este sitio;
 

(Se va BLANCA.)

 
Felicia, ve con ella.
 

(Se va FELICIA.)

 
No conviene
290
que Acciolino en su rostro las señales
de su ternura y conmoción leyese.
Enmudezca el rencor por un momento
para hablar al tirano; pero él viene.


Escena VII

 

GENARO, ACCIOLINO, LEOPOLDO, Guardias.

 
ACCIOLINO
¿Adónde Blanca está? Venga a mi vista: 295
Genaro, mis preceptos obedece.
GENARO
Aunque nunca al lenguaje del orgullo
respondió mi nobleza, pues lo quiere
la fortuna, que humilla mi constancia,
es forzoso, Acciolino, responderte. 300
Blanca llora la muerte de un esposo,
a quien tierna adoraba; inútilmente
con lágrimas su pérdida lamenta,
cumpliendo con su amor y sus deberes.
Respeta su dolor; no tus rigores 305
quieran en sus angustias complacerse;
y pues su padre en soledad permite
que gima su desgracia, no inclemente
redobles con tu vista sus martirios.
ACCIOLINO
¿Con que soy tan odioso esa rebelde 310
mujer fiera y hermosa, que sus ojos,
aun mi presencia soportar no pueden?
Conozco quien la inspira ese desprecio
del amor de Acciolino; sí; tú eres,
implacable Genaro, quien su encono 315
por tus rencores contra mí sostiene:
pero mi tolerancia está cansada
de sufrir el tesón con que me ofendes.
Tu vida esta en mi mano; no me obligues
a que de mis agravios me recuerde, 320
y se goce mi pecho en la venganza.
Blanca será mi esposa; y si opusieres
a mi amor tu fiereza, como esclava
sufrirá los rigores de su suerte.
Ley será mi placer; la resistencia 325
el rayo del poder la desvanece;
y yo, para abatir a quien me insulta,
tengo a mi arbitrio deshonor y muerte.
GENARO
Si con morir el deshonor se evita,
en vano me amenazas: cuando llegue 330
mi fama a peligrar, Blanca a la tumba
descenderá conmigo; ella aborrece,
el amor de un despótico tirano,
tanto como su padre: en fin, si quieres
que ceda el odio antiguo, y que algún día 335
Blanca te pueda amar, usa clemente
de tu poder; procura en las virtudes
imitar a Bautista, y que tus sienes
jamás ciña el laurel enrojecido
con sangre de infelices inocentes. 340
Entonces serás digno de la gloria
de entrar en mi familia; entonces puedes
tu ventura lograr, sin que Genaro,
del enlace a que aspiras se avergüence.
 

(Se va por donde entró ACCIOLINO.)

 


Escena VIII

 

LEOPOLDO, ACCIOLINO, Guardias.

 
ACCIOLINO
Temerario caduco...
LEOPOLDO
No, Acciolino,
345
ultrajes a un anciano, a quien la suerte
aún no puede humillar. El que infelice
en su desgracia con honor procede,
debe ser a la vista de los hombres
un objeto sagrado.
ACCIOLINO
¿Tú te atreves
350
a defender su encono, que disfraza
con el nombre de honor? ¿Cómo pretendes
que permita se oponga a mis designios
un esclavo insensato? Si el que vence,
no logra conseguir con la victoria 355
el reposo feliz de los placeres,
¿de qué le sirve el triunfo?
LEOPOLDO
De que el orbe
admire su valor; de que respeten
su memoria los siglos; tú, Acciolino,
debes hacerte amar: haz que no tiemblen 360
a tu vista los nobles de Bazano;
pues si por el rigor te obedecieren,
ni será tan gloriosa tu conquista,
ni acaso tan segura.
ACCIOLINO
Inútilmente
para impedir el yugo de mis armas 365
lidiaron contra mí nobleza y plebe;
ya están escarmentados; mas, Leopoldo,
tus consejos un medio me sugieren
de asegurarme de ellos; ve al instante,
y harás que la nobleza se congregue 370
dentro de este palacio.
LEOPOLDO
¿Y a qué efecto?
ACCIOLINO
Para que el sacro juramento presten
de su fidelidad a Federico.
Quiero en su augusto nombre concederles
una segura paz, si por su parte 375
en mi enlace con Blanca consintieren.
De su padre el encono será en vano,
si los nobles lo exigen; y a su suerte
servirá de garante este himeneo.
LEOPOLDO
Complacido Leopoldo te obedece. 380
 

(Se va.)

 
ACCIOLINO
Ve, importuno; la augusta ceremonia
sellarán mis contrarios con la muerte,
si mi gusto contrastan: sí, perezcan
todos los que intentaron oponerse
al poder de Acciolino; sólo Blanca 385
a saciar mi apetito se reserve.
¿Y partiré sin verla de este sitio...
sin hablarla?... Es preciso; no conviene
que un instante de amor, de la venganza
destruya los designios, cuando en breve, 390
sin amparo, sin padre y sin esposo,
pondré fin a su vida o sus desdenes.
 

(Se va con los guardias.)