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Breve reseña bibliográfica sobre la dimensión pedagógico-pacifista en Rafael Altamira : (1866-1951)

Miguel Ángel Richart Bernardo

Javier Ramos Altamira


Ldos. en Geografía e Historia



Con Rafael Altamira y Crevea (Alicante 1866 - México 1951), nos encontramos un magnífico representante de la intelectualidad finisecular universitaria vinculada al positivismo-racionalista de raigambre Krausista de la Institución Libre de Enseñanza. Es Altamira intelectual en el extenso sentido de la palabra, hombre de una bastísima cultura, con inquietudes muy tempranas que abarcan todo tipo de aspectos relacionados con la historia, la pedagogía, el derecho, el pacifismo, la literatura, la metodología histórica, la preocupación social, etc.

El objetivo de esta breve reseña sobre la obra del profesor Altamira es un acercamiento puntual a su biografía científica, junto a una presentación a los lectores de las líneas maestras del autor en aspectos pedagógico-pacifistas con una bibliografía ejemplificadora al respecto; dejando al margen el resto de su fecundo legado que es extraordinariamente variado y no menos abundante.

Educación, pedagogía y pacifismo en Altamira muestran contenidos que en cierta medida están presentes en la actual reforma educativa. En efecto, la renovación metodológica será siempre una constante en el acontecer docente del profesor (lucha contra la enseñanza «memorístico-magistral» como único modelo educativo, importancia de las actividades, de los procedimientos, de los recursos, de la participación activa del alumno en el proceso de enseñanza-aprendizaje, etc.). Todos estos planteamientos han de enmarcarse convenientemente dentro de un contexto adecuado como es el optimismo regeneracionista intelectual vinculado en muchos aspectos a la concepción educativa krausista. En Altamira no vamos a encontrar como tal, por razones obvias, un proceso de enseñanza-aprendizaje fundamentado en una concepción constructivista del mismo con protagonismo activo del aprendizaje significativo, pero si analizamos su obra podemos observar rasgos que «apuntan» en este sentido.

Por otro lado el contenido pacifista de su pensamiento es también un aspecto importante que va a caracterizar su trabajo de forma constante con obras, artículos, conferencias, etc. de una clarividente actualidad (no será por casualidad que Altamira fue juez permanente en la Corte del Tribunal Internacional de La Haya o que, en su momento, fuera nominado en dos ocasiones para el Premio Nobel de la Paz, 1933 y 1951). La relación de estos contenidos con los ejes transversales de la Educación Secundaria Obligatoria es más que notorio (Educación moral y cívica, Educación para la paz, Educación para la igualdad de oportunidades de ambos sexos, etc.)

La obra de Altamira no es demasiado conocida en España fuera de lo que es el estricto marco de la investigación histórica, frente a otros ámbitos geográficos como el Latinoamericano; por ello pretendemos, con este artículo, dejar al menos unas breves líneas que sean testimonio de ella.


Notas biográficas

La obra de Rafael Altamira (1866-1951) se desarrollará en España, Europa y América. Publicará libros de investigación y de divulgación, multitud de artículos y folletos de variada naturaleza en la prensa de varios continentes, utilizando la conferencia con asiduidad. Su actividad investigadora la podemos situar en la Historia de las Civilizaciones y en la Historia del Derecho, ejercerá como profesor-catedrático universitario, destacará como pedagogo, representará a España en el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya como juez permanente, doctor Honoris Causa por las principales Universidades Europeas y Americanas, etc.

En Madrid cursará el doctorado hacia el año 1885 entrando en contacto e integrándose en gran modo con el grupo de intelectuales de la Institución Libre de Enseñanza (Azcárate, Giner de los Ríos, Cossío) que marcan definitivamente su trayectoria. En su estancia en Madrid destaca su labor en el Museo Pedagógico Nacional1, impartió clases en la ILE (Institución Libre de Enseñanza) y estableció fecunda amistad con personajes de la talla de Joaquín Costa.

En 1897 accede a la cátedra de Historia del Derecho de la Universidad de Oviedo donde prosigue su contacto con la ILE, pues coincide allí con institucionalistas de la categoría de Álvarez Buylla, González Posada, etc. empeñados todos ellos en cursar una renovación metodológica en la enseñanza y extender la cultura a las clases populares.

En 1911 tomará posesión como Director General de Primera Enseñanza del Ministerio de Instrucción Pública. El convencimiento de las posibilidades que tiene la educación para mejorar la sociedad le implicó tanto en la búsqueda de nuevos métodos y sistemas de enseñanza como en la transformación y mejora de las condiciones de aquella. En esta línea se enmarcará su labor como Director General en la que apostará claramente por un decidido reformismo.

En 1919 su prestigio internacional se consolida al ser nombrado árbitro del Tribunal de Litigios Mineros con sede en París. En 1921 recibe el nombramiento, a instancias de la Sociedad de Naciones, de juez permanente del Tribunal de Justicia Internacional, intensificándose desde este momento sus ya abundantes estudios y publicaciones sobre temas pacifistas y de derecho internacional. En este sentido el talante democrático aparece como referente constante en toda su obra.

En 1936 se exilia en México donde muere en 1951.




Dimensión Pedagógico-pacifista

Como ya hemos indicado anteriormente, hemos de enmarcar la actividad general de Altamira en el contexto regeneracionista y su preocupación por el tema educativo. Los regeneracionistas quieren, a través de la educación, conseguir un factor de cambio y transformación social (en la línea del racionalismo krausista). Estos planteamientos son la base en la obra educativa de Altamira y en tantos otros seguidores de Sanz del Río y Giner de los Ríos. Pero además Altamira busca un cambio social que siga parámetros democráticos, teniendo siempre presente que en la formación de ciudadanos demócratas y pacifistas la potenciación del fenómeno educativo es un punto esencial y se ha de fundamentar en valores y actitudes tolerantes y de defensa de los derechos humanos desde los primeros niveles del proceso de enseñanza-aprendizaje.

Algunas pretensiones de sus planteamientos pedagógicos-educativos intentará llevarlas a la práctica entre 1911 y 1913 en la Dirección General de Primera Enseñanza. Llegado este momento tomará medidas que en todo caso son reformistas y, aunque no conseguirán desarrollarse en su mayor parte, sí supondrán un «impulso» dinámico a la anquilosada organización burocrática que se encontró. Todo ello será observado con interés por los sectores más renovadores y progresistas del país. En líneas generales podemos destacar los siguientes aspectos del paso de Altamira por la Dirección General:

-Creación de la Inspección Médica Escolar.

-Elevación en cantidad y calidad del nivel del profesorado.

-Mejora de las condiciones económicas del profesorado.

Bajo su dirección también se llevarán a cabo aspectos como la potenciación de las bibliotecas, la potenciación de las colonias escolares, de las mutualidades infantiles, etc. Del mismo modo se reorganizarán las Juntas Provinciales y locales de Primera Enseñanza. Igualmente se remodela y restablece el funcionamiento de la Inspección de Primera Enseñanza que contemplaba un cuerpo femenino. Se reformarán también los planes de estudios de la Escuela Superior de Magisterio.

Las inquietudes socio-pedagógicas son constantes en los planteamientos educativos del profesor enlazando con la del grupo de la ILE a cargo de Azcárate. En este sentido, su talante liberal y demócrata se vuelve a poner de manifiesto al tratar con especial sensibilidad el «problema» de la educación popular y obrera. Éste será uno de los temas a los que prestará mayor atención, tratando en todo momento aumentar la divulgación cultural hacia estos sectores «apartados» por su situación socioeconómica del «privilegio» de la instrucción educativa. El ámbito más importante de experimentación de sus concepciones en esta línea lo va a constituir su participación desde su cátedra de Oviedo los llamados cursos de «Extensión Universitaria»2 (junto a institucionalistas antes citados como Buylla, Posada, Sela, etc.). Será un intento de acercar la universidad a la masa obrera que en Oviedo funcionará desde 1898 a 1912. La extensión cultural constará de conferencias públicas semanales, clases populares y excursiones. A modo de ejemplo podemos observar cuan interesantes parecen, el título por lo menos, algunas conferencias correspondientes al curso de 1903 a 1904:

- Don Álvaro de Albornoz, abogado: EL IMPERIALISMO.

- Don Adolfo Posada, catedrático de derecho: FEMINISMO.

- Don Aniceto Sela, catedrático de derecho: LA COSTA CANTÁBRICA.

Finalmente, otro elemento a tener en cuenta también en la concepción pedagógica de Altamira es la cualidad esencialmente educativa y formativa que posibilita como tal la disciplina de la historia si se aplica una metodología adecuada. En este sentido sus obras, según dicen historiadores que han tratado el asunto, son «obras historiográficas de carácter general, libros de síntesis manifiestamente orientados por el propósito de hacer de ellos un adecuado instrumento de la educación histórica»3. Ejemplos presentes de lo significado en este sentido fueron publicaciones como HISTORIA DE ESPAÑA Y DE LA CIVILIZACIÓN ESPAÑOLA, MANUAL DE HISTORIA DE ESPAÑA o el EPÍTOME DE HISTORIA DE ESPAÑA subtitulado este último con el clarificador «Libro para profesores y maestros».

Estas apreciaciones sobre el valor didáctico-formativo de sus ensayos son el resultado de los planteamientos pedagógicos que siempre presidirán sus trabajos aplicados en este caso a su faceta más característica si cabe que es la investigación histórica. Una historia que según Altamira ha de liberar al alumno de la «esclavitud del libro», con protagonismo de lo cotidiano de los recursos, materiales, espacios (museos, excursiones) etc. que faciliten la motivación.

Por lo que a la dimensión pacifista se refiere, ya hemos señalado algunos elementos en este sentido. Podemos incidir un poco más en la cuestión, destacando la presencia en las obras de Altamira de contenidos que entroncan fácilmente con varios de los «ejes transversales» que el actual decreto del Currículo de la ESO señala como componentes «impregnadores» de cada una de las distintas áreas. El Currículo «oculto» avanza hacia la luz con obras como la de Altamira y, aunque no llegue a tener plasmaciones prácticas en su momento, queda constancia por lo menos de la preocupación y el interés que estos temas han suscitado en su obra.

Los ejes «transversales» del Currículo actual que aparecen más tratados por Altamira son:

- La educación moral y cívica. Está presente, dado su gran complejidad, en la mayoría de sus planteamientos sociales, pedagógicos y pacifistas. Tanto desde el punto de vista ético que imprime a sus investigaciones y trabajos como de la dimensión moral siempre presente en ellos.

- La educación para la igualdad de oportunidades de ambos sexos. Está presente también en algunos de sus trabajos (no olvidemos que el proyecto de Altamira para la reforma de la Inspección Técnica contemplaba ya un cuerpo femenino en sintonía con la situación en este aspecto en Europa).

- Será, sin embargo, en el transversal relativo a la educación para la paz donde más extensamente encontramos relaciones con sus distintos trabajos. Aquí Rafael Altamira buscará un desarrollo completo e integral de los alumnos en la línea de conseguir una sociedad más libre, igualitaria y justa. Estos trabajos recogen muchos componentes que podemos adscribir consustancialmente a un eje básico sobre la paz en sus distintas variantes. En efecto, en las obras de Altamira encontramos propósitos relativos a la comprensión internacional, la educación para los derechos humanos, la educación mundialista y multicultural, la educación para el desarme, etc. Los planteamientos pacifistas que parten y se enriquecen de sus contactos institucionalistas (Giner) se intensificarán en momentos claves como cuando desempeña labores relativas a la paz en el Tribunal de La Haya.

Nota peculiar y característica de Altamira serán sus preocupaciones internacionalistas en relación al pacifismo. Los problemas de la paz mundial, las disquisiciones teóricas sobre los orígenes de las guerras y las medidas a tomar para eliminar la fuerza y la violencia en las relaciones internacionales ocupan un lugar importante en su trabajo. Será básicamente a través de su condición de historiador como va a tratar todos estos temas.

Pacifismo, educación e historia son pues, tres componentes notables y con personalidad propia a lo largo de la vida de Rafael Altamira. Por ello hemos pensado que sería interesante presentar estas breves notas adjuntando a ellas una selección bibliográfica del autor sobre los temas principales tratados.








Bibliografía

PALACIOS, Irene, (1986): Rafael Altamira. Un modelo de regeneracionismo educativo. Caja provincial de Alicante. Alicante.

RAMOS, V. (1968): Rafael Altamira. Ed. Alfaguara. Madrid.

DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE ALICANTE. (1987): Rafael Altamira, 1866-1951. Alicante.

MALAGÓN, J. (1986): Rafael Altamira y Crevea. El historiador y el hombre. UNAM. México.

FONTANA, José, (1987): El concepto de Historia y la enseñanza de Historia en Rafael Altamira. Estudios sobre Rafael Altamira. Alicante. pp. 415-425.

TUÑÓN DE LARA, Manuel, (1987): Rafael Altamira en su tiempo: el marco cultural. Estudios sobre Rafael Altamira. Alicante, pp. 7-17.

FORCADELL, Carlos. (1987): La condición pacifista de Altamira. Estudios sobre Rafael Altamira. Alicante. pp. 51-71.



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