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Capítulo IV

Asociación de fiestas. -Trabajos preparatorios.

     Visto habrán nuestros lectores contemporáneos en la carta anterior la verdad, de cuanto hemos espuesto, para dar a conocer las dificultades que se ofrecían al celebrar el cuarto siglo de la canonización de San Vicente Ferrer. No hemos exagerado los obstáculos; pero no hemos rebajado tampoco los colores de ese cuadro sombrío, que todos teníamos delante de los ojos. Antes que todo la verdad. Pero Valencia, cuyo genio creador tanta semejanza tiene con el de la antigua Grecia, ha sabido siempre levantar su vuelo sobre los sucesos; y lanzada en su carrera, lucha y triunfa. Así sucedió en esta solemne e importante ocasión. El impulso no procedió de la autoridad; vino de los particulares. Se empeñaron, y todo se venció.

     Hallábanse reunidos varios; amigos en la noche del 126 de Marzo en la casa núm. 10 de la calle deZaragoza., y piso tercero, que ocupaba D. Ramón Coll, del comercio, de esta ciudad, cuando se promovió la conversación sobre la proximidad de las fiestas seculares, de San Vicente, que parecía imposible realizar. Patente estaba a esta amistosa o íntima reunión el estado que poco antes hemos procurado bosquejar, con otras circunstancias que podían esplicarse sólo en el retiro del hogar doméstico. ¿Cómo exigir al ayuntamiento actual los 40,000 rs. que el anterior habia ya designado para este caso, si las calamidades públicas los habian absorbido todos? Y estuvo bien hecho; antes que responder a la risa del que goza, es más sagrado enjugar la lágrima del que llora. Se habían, empero, consignado 10,000 rs.; pero esta cantidad era aun insegura por las atención es apremiantes, que aumentaban cada día.

     Nuestros amigos no desistieron, sin embargo; lo discutieron y analizaron todo, y escogitaron todos los medios que podían conducir a la realización de sus deseos, y del empeño de no dejar interrumpida en el siglo XIX la continuación de unas fiestas que los tiempos habian consagrado. El recurso que les pareció más asequible fue el de suponer que, invitada y escitada la población de la capital, se podria esperar, por término aproximado, que cada vecino contribuiría por vía de limosna con la cantidad de cuatro reales, arrojando de este modo una suma de 64,000 rs., cantidad suficiente para celebrar función es religiosas y elvicas, y aun destinar una parte no despreciable a los actos de beneficencia. Admitido el cálculo y aceptada su posible realización, se encargó de formular las bases del programa D. Salvador Albert, ex-secretario, y. ahora oficial único de la junta de comercio, redactándolo aquella misma noche y presentándolo en la reunión, que volvió a celebrarse en 31 del mismo mes. Dominó el pensamiento de formar una estensa asociación de personas, que debían ser valencianas, o cuando mas, establecidas en Valencia desde tiempos anteriores, y donde radicasen sus intereses. Justo es, empero, añadir que el principal promovedor de este pensamiento fue el citado D. Ramón Coll, que era catalán, pero que establecido hacía largos años en esta capital, ama a Valencia como a su misma patria, y cuenta en ella numerosas relaciones de íntima confianza, de aprecio y de merecido respeto.

     Discutidas y aprobadas las bases presentadas por Don Salvador Albert, se procedió a indicar los nombres de las personas que ocurrieron de pronto a la memoria de la reunión, y que en su concepto apoyarían el notable proyecto que les ocupaba. Para invitarlas se comisionó a Don Baltasar Settier, sombrerero, habitante en la calle de San Vicente; persona activa, infatigable, y dispuesta siempre a tomar parte en cuantos trabajos reclamen la conveniencia o la caridad pública. Hállasele en todas partes, y su impulso es decisivo en cuantas comisiones se le confían.

     De casa en casa, y presentándose una y otra vez, Don Baltasar Settier fue recogiendo la conformidad de las personas en quienes se había confiado, y que correspondieron de una manera tan espontánea como galante. En una misma lista se confundieron hombres de todas las posiciones sociales y de todas las opiniones políticas: al pie de San Vicente no hubo más que valencianos y patricios. La política y las distinciones, que fraccionan la sociedad, desaparecieron ante la sombra sagrada de Vicente, a quien todos aman he aquí uno de los prodigios que presenta su recuerdo.

     El proyecto de asociación para las fiestas que presentó el Sr. Albert, y que todas las personas invitadas suscribieron, fue el siguiente: «La penuria en que se encuentran los fondos municipales por consecuencia de las circunstancias, ha sido causa, sin duda, de que el Excmo. ayuntamiento de Valencia no consigne más cantidad que la de 10,000 rs. para celebrar la conmemoración del siglo IV de la canonización del apóstol valenciano San Vicente Ferrer, que debe efectuarse el día 29 de Junio del corriente año 1855. -Un valenciano, que no cede a otro en amor a su país y en deseos de rendir el justo homenage al que en épocas también tormentosas dio gloria a su patria, ha pensado el medio de subsanar el vacío que dejaran las funciones seculares del presente dedicadas al santo sabio y eminente político Vicente Ferrer, honra y gloria de Valencia; porque por las razones arriba indicadas, deben ser las fiestas del ayuntamiento bien reducidas, por cierto, atendida la limitada cantidad asignada en su presupuesto para ellas.-No es posible que el vecindario de esta capital deje de acudir voluntariamente a una suscrición para objeto tan laudable, destinándose sus productos a celebrar la solemnidad, después de verificada la de la municipalidad. Ésta será la que celebre la misma en nombre de la ciudad, y aquella la que como particulares dedican los vecinos de la misma.(9)-Los fondos que arroje la suscrición reducirán o aumentarán los festejos que deban hacerse bajo las bases religiosas y de beneficencia, que van a detallarse, sin perjuicio de variar el pensamiento a mayor ilustración de las personas que se pongan al frente de esta patriótica manifestación; y para su mayor conocimiento se presupone su coste aproximado, calculando, por término medio, entre grandiosas, medianas o reducidas funciones. -Parte religiosa: Solemne misa en la capilla del suprimido convento de Sto. Domingo,(10) dedicada a San Vicente Ferrer, con completa orquesta, incluyendo el coste de ésta y demás de pie de altar, 3,000 rs. vn.- Iluminación de dos mil luces en dicha capilla, 3,000 rs.- Adornista en la parte superior de la capilla y multitud de arañas de cristal en toda ella, adornar el atrio, etc., 4,000 reales. -Procesión: Por consumo de cera en dos mil doscientos cincuenta cirios para corporaciones civiles y militares, clero, gremios y cofradías, 7,000 rs. -Por doscientos ramos de flores artificiales comunes, 800 rs. -Por otros ciento mayores, 700 rs. -Músicas para la procesión, 2,000 rs. -Danzas, atabales y demás, incluyendo algún carro triunfal, 4,000 rs. -Distribución a los sacerdotes que concurran a la misma; calculándose sobre doscientos, a seis reales, 1,200 rs, Enarenado y enramada de la carrera y 500. -Función pública: Iluminaciones de vasos o de gas en el frontis y torre de Sto. Domingo, por tres días, 4,500 rs. -Músicas en dichas plazas y en la de las Barcas, o en la de San Francisco, por tres días, 2,400 rs- Castillo de fuegos artificiales en la citada plaza de Sto. Domingo, o más bien en el Miguelete, 7,000 rs. -Actos caritativos. -Al santo Hospital y casas de Misericordia y Beneficencia, a razón de quinientos reales cada una, 4,500 reales. -Una olla pública a los pobres vecinos de la ciudad y arrabales, bien condimentada y con su ración suficiente de pan, calculándola de dos mil raciones, 5,000 reales. -Raciones en especie a familias pobres vergonzantes, a juicio de curas y fabriqueros de las parroquias y de la Real Asociación de Ntra. Sra. de los Desamparados, estimándolas en quinientas raciones, 1,250 rs. -A los pobres presos en las cárceles de San Narciso y Serranos, para una olla en el día de la fiesta, 500 rs. -Diez y seis dotes de mil reales cada uno, dístribuidos por medio de la suerte a otras tantas doncellas pobres, cuyo capital se impondrá en la caja de ahorros con el interés de costumbre, cuyo capital y réditos percibirán las agraciadas al contraer matrimonio o entrar en religión, o a falta de estos casos al cumplir la edad de cincuenta años, bajo el concepto que las que se inscriban no han de bajar de doce, ni pasar de veinte años, 16,000 rs. -Calculando, pues, que los diez y seis mil vecinos de esta capital concurran, unos, con otros, con la pequeña suma de cuatro reales cada uno, nos dará la cantidad aproximada que se presupone (64,350 rs.). Pero ¿cómo es posible que la religiosa Valencia no se esceda a sí misma, tratándose de obsequiar a su patrón y conciudadano en una fiesta secular, y que no consignaran un recuerdo a los venideros de lo que es susceptible el amor de la patria y de la religión de sus mayores? No cabe la desconfianza en el presente caso, por más que se alegue la calamidad de los tiempos. -Para que no salgan fallidas tan fundadas esperanzas, es conveniente que las personas de valer de esta ciudad, sin distinción de clases, se pongan al frente de esta patriótica y religiosa empresa, y no hay que dudar que sus nombres inspirarán la debida confianza en el público; porque formada la dirección, según va dicho, con la publicidad de sus disposiciones y con la de las cuentas de recaudación e inversión de los fondos, a alejará toda sospecha. -Al que ha tenido el anterior pensamiento se le ha ocurrido indicar, para formar aquella, las personas que al pie se notan, personas a las cuales, en su generalidad, no conoce más que por los buenos antecedentes que merecen en el público, (no obstante que en la primera reunión que haya de celebrarse por los que prohijen la idea, podrán variarse o adicionarse, según el mejor parecer); en el concepto que, en las que se proponen, se ha procurado figuren de todas las parroquias y de todas las clases y gerarquías. -Al que esto escribe no le impulsa otro interés que el de puro amor a su patria Valencia; no siendo sus deseos otros, que la ciudad dé en el siglo XIX una muestra de que las virtudes de su patrón San Vicente Ferrer, no se han borrado de la memoria de sus conciudadanos, para que el Santo continúe siendo, como ha sido, su constante intercesor ante Dios en las calamidades y tribulaciones que pueden sobrevenir al reino, y en particular a la capital, patria de tan gran Santo.

Valencia 27 de Marzo de 1855. -Salvador Albert.»

     Tal fue el proyecto que circuló la reunión de amigos de la calle de Zaragoza, y que se apresuraron a suscribir cuantas personas fueron invitadas, a saber: El Excmo. señor marqués de la Romana; Excmo. Sr. barón de Santa Bárbara; Sr. conde de Almodóvar; D. Francisco de Llano, del comercio; D. Antonio Ripollés, diputado provincial y del comercio; D. Manuel Benedito, abogado y diputado provincial; D. Domingo Capafons, también diputado provincial y farmacéutico; D. Miguel Vicente y Almazan, abogado y catedrático de la universidad; D. Francisco Saurí, escribano; Excmo. Sr. conde de Olocau; D. Juan Manuel Clavero, prior del tribunal de comercio; D. Juan Cebrian y Bouhabent, cónsul del mismo tribunal; D. Fausto Miranda, vocal de la junta de comercio; D. Vicente Orduña, fabricante de tejidos de seda; D. Salvador González, del mismo arte; D. Matías Sanz, dignidad de maestrescuela;. D. José Ortiz, canónigo doctoral; D. José Luis Montagut canónigo magistral; D. Bernardo Fenollosa, canónigo lectoral; D. Francisco Peris, canónigo prebendado, D. Ramón García, lo mismo; Sr. marqués de Cáceres; Don Joaquín Borrás; D. Juan Castillo, maestrante; D. José Vallterra, lo mismo; Sr. marqués de Montortal; D. Santiago García y Clavero, del comercio; D. Jesús de la Cuadra y Galán, del comercio; D. Ramón Dorda, del comercio, D. Mariano Royo y Aznar, del comercio; D. Tomás Rubio y Almenar, abogado, D. Ramón Díaz, escribano beneficial; D. Félix Gallac, del comercio y diputado provincial; señor conde de Ripalda; D. Joaquín Casañ, médico y catedrático de la universidad; D. Franco de Sena Chocomeli, abogado; D Luis Ferrer, presbítero y decano de los religiosos esclaustrados de la orden de Predicadores; D. José Lacal, presbítero, de la misma orden; los catorce curas de las parroquias de la capital; los catorce fabriqueros de las mismas; D. Baltasar Settier, fabricante de sombreros; Don Francisco Mora, maestro hornero; y además suscribieron también, a pesar de no hallarse indicados, D. Matías Martínez, antes Llopis; D. Matías Llopis y Domínguez; y habiendo sido uno de los designados el Excmo. Sr. conde de Cervellon, se le ofició a la corte, y en su contestación se adhirió completamente al pensamiento.

     Éstas fueron las personas que formaron la gran asociación; las había de todas edades, de todas condiciones: era un verdadero cuadro de sociedad actual; pero sus esfuerzos fueron simultáneos, y unánime el sentimiento que presidió a sus resoluciones. Sólo dos personas no contestaron a la invitación.

     Satisfechos los autores del proyecto por un resultado que prometía mayor ventura en su realización, se buscó local para reunir este respetable número de asociados, y se impetró el permiso de la, autoridad superior política de la provincia. Se obtuvo lo, primero, facilitando, con la galantería y con la vivacidad que le distingue el Sr. barón de Santa Bárbara, en uno de los salones de la Sociedad Económica de Amigos del país,(11) de que es actual director. Se consiguió el permiso del Sr. gobernador civil (sin cuya autorización, según las ordenes vigentes, no pueden reúnirse en un punto más de veinte personas), por medio de D. Baltasar Settier, mediando la recomendación de los diputados provinciales D. Antonio Ripollés y D. Domingo Capafons. El Sr. gobernador, no sólo accedió a permitir la reunión, sino que ofreció su eficaz cooperación para llevar a cima este proyecto.

     Conseguido tino y otro objeto recibieron los asociados una atenta invitación, redactada en los términos siguientes:

     «En el día 13 del corriente, a las cinco de la tarde, debe instalarse la junta que ha de entender en la dirección de las fiestas que se han de celebrar en Junio próximo, con motivo del siglo IV de la canonización del apóstol valenciano San Vicente Ferrer, y costearse por medio de una suscrición voluntaria del vecindario y arrabales de esta capital; hallándose V., pues, entre los firmantes en el programa provisional circulado, se suplica su asistencia a la casa de la Sociedad de Amigos del País, sita en la plazuela de las Moscas, donde ha de verificarse la primera reunión; nombrar presidente, vice-presidente y secretarios, y acordar lo demás que se tenga por conveniente. Valencia 12 de Abril de 1855. -La presente se exhibirá a la entrada.»

     Puntual y numerosa fue la concurrencia, y las disposiciones que en ella se adoptaron se hallan comprendidas en la siguiente acta de instalación de la Asociación para solemnizar el IV siglo de la canonización de San Vicente Ferrer. -Reunidos en el día trece de Abril del año mil ochocientos cincuenta y cinco, con el correspondiente permiso de la autoridad superior de la provincia, y previa convocación a domicilio del día anterior, en la casa de la Sociedad de Amigos del País los Sres. Excmo. Sr. marqués de la. Romana; Dr. D. José Luis Montagut; D. Ramón Dorda; Excmo. Sr. barón de Santa Bárbara; D. Santiago García y Clavero; D. Francisco de Llano; D. Manuel Benedito, diputado provincial; D. Vicente Orduña; D. Francisco Mora; D. Manuel Clavero, prior del Tribunal de Comercio; D. Faxisto Miranda; D. Matías Martínez, antes Llopis; D. José María Llopis y Domínguez; D. Ramón Díaz; Don Juan Castillo; D. Francisco Peris, canónigo; D. Vicente Luis Ferrer, presbítero, decano de la orden de Predicadores, por su representante D. José Lacal, de la propia orden; D. Atanasio Checa, fabriquero de San Pedro; Don Francisco Blay, cura párroco de San Martín; D. Baltasar Settier, fabriquero de la misma parroquia; D. Antonio Ballester, fabriquero de San Andrés D. Vicente Hernández, cura ecónomo de San Esteban; D. Miguel Casto Cabellos, fabriquero de la misma; Dr. D. José Cervera, vice-rector de los Santos Juanes; Dr. D. Pedro Ariño, vice-rector de San Nicolás, por su representante el Dr. D. Salvador Gay; Dr. D. Vicente Martí, cura párroco de Santa Cruz; D. Vicente Olmos, fabriquero de la misma; Dr. D. Vicente Ripoll, extra de San Valero, y D. Salvador Albert; y habiendo manifestado varios de los señores presentes la anuencia y conformidad de otros ausentes, a lo que se determinase, y escusado su falta de asistencia, el Sr. Settier hizo presente que el objeto de la reunión, a la que habían sido convocados todos los que habían firmado el programa de fiestas para solemnizar el cuarto centenario de la canonización del ilustre valenciano San Vicente Ferrer, ideado por algunos celosos valencianos, amantes de las glorias de su país y devotos del Santo, era el instalar una junta compuesta de los mismos, para que tratase de realizar el dicho programa o aquel que se determinase, para celebrar de un modo digno y solemne tan plausible y memorable acontecimiento. -Aceptada la idea con el más vivo y general entusiasmo, se pasó a constituir la junta, haciendo el nombramiento de los respectivos cargos; y habiéndolo sido para presidente el Excmo. Sr. D. Vicente de la Encina, barón de Santa Bárbara, por unanimidad, ocupó la presidencia, dando caballerosamente las gracias por la honrosa distinción que había merecido; en iguales términos quedaron nombrados para vice-presidente D. Francisco de Llano, que ocupó su puesto, significando igualmente su gratitud; para depositario D. Ramón Dorda, y para secretario y vice-secretario D. Franco de Sena Chocomeli, Don José María Llopis y Domínguez, el cual pasó a egercer su encargo por hallarse ausente el Sr. Chocomeli. Quedando definitivamente constituida la junta con todos los señores firmantes el programa provisional y en los siguientes términos: Presidente, vice-presidente, depositario, secretario y vice-secretario los señores referidos y vocales el excelentísimo Sr. marqués de la Romana; el Sr. conde de Ripalda; el Sr. marqués de Cáceres; el Sr. D. Matías Sanz y Sever, dignidad de maestrescuela de esta santa iglesia; el Sr. D. José Luis Montagut, canónigo magistral; el Sr. Don Ramón García Antón, canónigo; el Sr. D. Antonio Ripollés; el Sr. D. Félix Gallac; el Sr. D. Manuel Benedito; el Capafons; el Sr. D. Francisco Peris, canónigo; el Sr. D. José Ortiz, canónigo doctoral; el Sr. Don Vicente Luis Ferrer, presbítero decano de la orden de Predicadores; el Sr. D. José Lacal, presbítero, de la propia orden; el Sr. D. Bernardo Fenollosa, canónigo lectoral; el Sr. D. Juan Castillo; el Sr. D. Joaquín María Borrás; el Excmo. Sr. conde de Olocau; el Sr. marqués de Montortal; el Sr. D. José María Vallterra; el Sr. conde de Almodóvar; D. Jesús de la Cuadra; D. Vicente Orduña; D. Santiago García y, Clavero; D. Francisco Mora; D. Salvador González; D. Juan Manuel Clavero; D. Fausto Miranda; D. Mariano Ramiro; D. Matías Martínez, antes Llopis, Don Ramón Díaz; D. Miguel Vicente y Almazan; D. Francisco Saurí; D. Juan Manuel Cebrian; D. Joaquín Casañ; D. Tomás Rubio y Almenar; D. Salvador Albert; D. José María Gamborino, vicario de San Pedro y D. Atanasio Checa, fabriquero de la misma; D. Francisco Blay, cura y D. Baltasar Settier, fabriquero de San Martín; D. Joaquín Andreu, cura y D. Antonio Ballester fabriquero de San Andrés; Don Vicente Hernández, cura-ecónomo y D. Miguel Casto Cabellos, fabriquero de San Esteban, D. Joaquín Hernández, cura; D. Jorge Chisvert, fabriquero del Salvador; D. José María Montoro, cura y D. Vicente Tudela, beneficiado y fabriquero de Sto. Tomás; D. Simón Vidre, cura y D. Lamberto Teruel, fabriquero de Santa Catalina; D. José, Cervera, vice-rector de los Santos Juanes; D. Pedro Ariño, vire-rector de San Nicolás; D. Mariano Royo y Aznar, fabriquero de la misma; D. Andrés P. Blasco, cura y D. Juan Bautista Berenguer y Ronda, fabriquero de San Bartolomé; D. Mariano Fayos, cura y D. Julián Arazo, fabriquero de San Miguel; D. Vicente Ripoll, cura y el fabriquero de San Valero, y D. Francisco Bellver, cura de San Lorenzo.

     Acto continuo manifestó el Excmo. Sr. presidente. que se estaba en el caso de nombrar una misión del seno de la junta, para que examinase el programa provisional, discutiera y propusiera el que creyese más acertado, se ocupase de los medios más a propósito para reunir fondos, y entendiese principalmente en todo lo relativo a las fiestas y actos de caridad, con que se desea, según el pensamiento de la junta, celebrar el cuarto centenario de San Vicente Ferrer. Aprobada por la junta tan natural y oportuna indicación, fueron nombrados para dicha comisión: presidente, el Sr. marqués de Cáceres; vice-presidente, el Sr. D. Juan Castillo; secretario, D. Tomás Rubio y Almenar; vice-secretario, D. Ramón Díaz, y vocales los señores conde de Almodóvar; D. Manuel Benedito; D. Antonio Ripollés; D. Francisco Peris; D. José Luis Montagut; D. José Ortiz; D. Vicente Luis Ferrer; D. José Lacal; Don Jesús de Lacuadra; D. Fausto Miranda; D. Santiago García y Clavero; D. Vicente Ripoll; D. Matías Martínez, antes Llopis; D. Antonio Ballester; D. Baltasar Settier; D. Salvador Albert, y D. Francisco Mora. -Leída por el vice-secretario una moción presentada por el celoso patricio D. Santiago García, en unión de otros distinguidos valencianos, no menos amantes del país , para que siguiendo los elevados egemplos de San Vicente Ferrer, especialmente en la fundación del imperial colegio de Niños Huérfanos, que lleva su nombre, y con el fin de perpetuar con un recuerdo útil, a la par que beneficioso, la memoria del presente centenario, se procure establecer una escuela de Párvulos, bajo la invocación de tan caritativo y eminente Santo en esta ciudad, fue recibido con general y unánime aceptación tan digno y laudable pensamiento, y se mandó pasar desde luego a la comisión de fiestas. -Con el fin de aumentar el lucimiento de las mismas, se acordó invitar a los electos de los cuarteles, estramuros de la capital, para que por su parte, y en sus respectivas demarcaciones, procuren contribuir con sus esfuerzos y donativos, en unión de la ciudad, para tan plausible objeto. -Asimismo se acordó me pusiese en conocimiento del Excmo. ayuntamiento la instalación y objeto de la presente junta, como igualmente publicase el vice-secretario una reseña de éste en el Diario Mercantil y periódicos de la capital; y acordado quedase ya a tratar y dar principio a sus tareas la comisión de fiestas, se levantó la sesión de la Junta general, de que certifico. -José María Llopis, vice-secretario.

     Desde este día principian las frecuentes sesiones de la activa, celosa e inteligente comisión de fiestas; y ya que sus individuos son bien conocidos en Valencia, quisiéramos poder transmitir a la posteridad, no sólo los detalles de sus trabajos, sino también los retratos morales de todos sus individuos. Digno era de ello esta reunión de personas de galantería, de educación y de escelente trato social; y eso que había entre ellos eclesiásticos, nobles, artesanos, labradores, abogados, literatos, escribanos; de todas edades, de todas opiniones políticas; separados en otros días por la encontrada posición en que les colocaran sus ideas de gobierno; unidos ahora con unos vínculos de amistad, que tarde podrán olvidar.

     Conocida, pues, la instalación de la asociación de fiestas, nos ocuparemos sólo de los trabajos de su comisión de fiestas, a la que muy pronto se añadió la del excelentísimo ayuntamiento, para llevar unánimes adelante el gran pensamiento que se les había confiado para su realización.

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