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ArribaAbajoLa ciencia en la mano

Claras y concisas preguntas y respuestas que explican los fenómenos de todos los días.
Nociones y conocimientos útiles y recreativos para la infancia y la juventud



ArribaAbajoDe las auroras eléctricas

-¿Qué es la aurora eléctrica? -Una claridad o nube luminosa que se manifiesta algunas veces en el cielo, hacia el Norte o hacia el Sur, cerca de los polos magnéticos Norte y Sur de la tierra, es decir, cerca de los puntos hacia los cuales se dirige la punta de la aguja imantada, o brújula, en los dos hemisferios. La aurora eléctrica se llama aurora boreal cuando aparece hacia el Norte, aurora austral cuando aparece hacia el Sur: estas dos auroras son a veces simultáneas.

-¿Bajo qué aspectos deferentes se presentan las auroras eléctricas? -Bajo dos aspectos: el de arco y el de rayos.

-¿Cuál es el aspecto de la aurora eléctrica cuando se manifiesta en forma de arco? -El arco, separado del horizonte por un segmento de un matiz muy subido, es de un blanco brillante, que algunas veces se convierte en azulado o amarillento matizado de verde; su borde inferior se dibuja claramente; su borde superior se confunde con el resplandor que ilumina el cielo.

-¿Cuál es el aspecto de la aurora eléctrica cuando se manifiesta en forma de grandes rayos? -Los rayos son blancos, y suben del horizonte hacia el cenit en forma de grandes cortinas resplandecientes que parecen agitadas por el viento.

-¿Cuál es la causa de las auroras eléctricas? -Se cree que la aurora boreal o austral es esencialmente una manifestación eléctrica del magnetismo terrestre; una especie de tempestad magnética. Este fenómeno, sin embargo, está lejos de haber sido claramente explicado varias causas secundarias pueden concurrir a su formación y modificarlo.

-¿Cuál es la causa de los diversos colores de las auroras eléctricas? -La diversa densidad y el diferente estado higrométrico de las capas de atmósfera a través de los cuales pasa su luz suficiente, a darle variados aspectos.

-¿Qué ruido acompaña o las auroras gnagnéticas? -Algunos observadores han creído oír, durante las auroras boreales, ciertos ruidos como murmullo, crujido o silbido, pero lo probable es que estos ruidos no existan, y que la aurora boreal sea silenciosa.

-¿Cómo se sabe que las auroras son un fenómeno eléctrico producido por el magnetismo terrestre? -Porque ejercen una gran influencia sobre la aguja imantada y la desvían de su dirección habitual, porque hay una relación exacta entre las apariciones de las auroras magnéticas y las variaciones de intensidad del magnetismo terrestre, y porque las apariciones periódicas máxima y mínima de las auroras corresponden   —79→   a la máxima y mínima periódicas de la intensidad del magnetismo. Arago, observando la agitación de la aguja imantada en el interior del Observatorio de París, ha podido anunciar que tal día y a tal hora se habían manifestado auroras magnéticas en el hemisferio Norte. En fin, las auroras obran visiblemente sobre las corrientes de la telegrafía eléctrica y turban las comunicaciones. Por lo demás, en todos estos fenómenos de la naturaleza, el secreto principal pertenece a Dios, al Supremo autor del Universo, y el hombre es demasiado pequeño para penetrarlo.




ArribaAbajoEl rayo. -El relámpago.

-¿Qué es el rayo? -Es una descarga eléctrica entre dos nubes o entre una nube y la tierra. La descarga se verifica de la nube o del cuerpo electrizado positivamente a la nube o al cuerpo electrizado negativamente.

-¿Cuántas especies hay de rayos? -El rayo, o descarga eléctrica, es uno; pero puede ser descendente o ascendente, en el caso en que se verifique entre la tierra y una nube, según que venga de la nube a la tierra o vaya de la tierra a la nube.

-¿Qué es el relámpago? -Es la luz o el fenómeno luminoso que acompaña al rayo o descarga de electricidad atmosférica.

-¿Qué es el trueno? -El trueno es el ruido o el fenómeno acústico que acompaña al rayo.

-¿Qué es la tormenta? -Una tempestad eléctrica, una perturbación más o menos violenta del estado eléctrico de la atmósfera que se manifiesta por los fenómenos que se acaban de definir: el rayo y el trueno.

-¿Cuáles son las causas de la electricidad atmosférica? -Los cambios de estado de los cuerpos, la evaporación, el choque mutuo de los vientos, de las aguas y de la tierra; las combinaciones y las descomposiciones químicas que sobrevienen en la naturaleza; la vegetación de las plantas que en el acto de la respiración despiden oxígeno electrizado. Cuando el cielo está sereno, esta electricidad no es, generalmente, sensible más que en los electroscopios; acumulándose en el seno de las nubes, es como la electricidad atmosférica produce la tormenta.

-¿Por qué caracteres se distinguen las nubes de tormenta? -Se advierte en ellas una especie de fermentación interior, se las ve hincharse, presentando contornos curvilíneos bruscos, y obrando sobre otras pequeñas nubes blancas, imprimiéndolas movimientos diversos.

-¿A qué altura de la tierra se encuentran las nubes eléctricas? -A todas las alturas de 30 a 10.000 metros y más.

-¿Cómo se ha encontrado la identidad de la electricidad y del rayo? -El abate Nollet fue el primero que claramente enunció la posibilidad de esa identidad o de la naturaleza eléctrica del rayo. Franklin fue el primero que propuso extraer electricidad de las nubes tormentosas con ayuda de una punta unida a la tierra por un hilo conductor. La experiencia se hizo por medio de una barra de hierro de 40 pies de altura, aislada y terminada en punta; electrizada por una nube tormentosa, aquella barra despidió durante un cuarto de hora abundantes chispas eléctricas.

-¿Cuándo es el relámpago simple y rectilíneo? -Cuando la distancia que   —80→   recorre la descarga eléctrica es muy pequeña, y por tanto no puede aquel desviarse, o cuando sus zis zas son tan numerosos y estrechos que la vista no los puede distinguir.

-¿Por qué el relámpago se bifurca algunas veces en su extremidad? -Porque la descarga eléctrica se divide entre dos o más objetos o toma dos caminos diferentes igualmente conductores.

(Se continuará.)

Lámina

Contemplad, queridos lectores, la escena que el artista ha dibujado en esta lámina.

Una pobre mujer vuelve del bosque de coger un haz de ramas secas, acompañada de su hijo, pobre niño, descalcito, miserable, que la ayuda en su trabajo.

Esos pobres seres, ganan entre los dos seis u ocho cuartos al día, y esa es toda su fortuna, con eso viven.

Pero la madre es buena y no se queja de su suerte ni deja de tener confianza en Dios. Por su hijo siente no tener fortuna; para ella no la necesita; el niño también es bueno e inteligente, y quiere mucho a su madre, y cuando ve otros niños bien vestidos, no les envidia, no les aborrece, porque su madre le dice: «-Sé bueno, hijo mío, quiere a todos los niños pobres o ricos, que así ellos te querrán también, y algún día te protegerán los que tengan facultades para hacerlo, como se lo pido a Dios de todo corazón.»

Niños, cuando veáis algún niño pobre, descalcito, miserable, como ése, no huyáis de el; al contrario, llegaos a él, habladle con amor y dadle lo que podáis. Es vuestro hermano.





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ArribaAbajoEl azúcar

Dibujo

-¡Mira, mamá; ya está de vuelta papá!

Así dijo Manolito que estaba asomado al balcón; y fuese corriendo a recibir a su padre, dejando atrás a doña María, su mamá, que le seguía.

Después de los cariñosos saludos acostumbrados, Manolo se colgó de los faldones de papá, buscando algo que sin duda debía serle muy agradable.

-¿Es que no me has traído hoy ningún terroncito, papá?... ¡Ah! sí... hele aquí.

-¡Jesús! ¡cuánto te gusta el azúcar! qué afán en...

-No te extrañe eso Jorge; todos a su edad nos moríamos por las golosinas.

-Ciertamente. Mas yo haré redundar en beneficio suyo esta pasión, que podría serle perjudicial, dándole a conocer las propiedades del azúcar, e instruyéndole al mismo tiempo sobre la fabricación y la historia de este artículo tan común. Vamos a ver, Manolito; ¿a que no sabes lo que es el azúcar?

-¡Toma! el azúcar es una cosa dulce...

-Hay muchas cosas que son de sabor dulce sin ser azúcar. Quise preguntarte su composición; escucha y la sabrás. Todas las sustancias orgánicas están compuestas, por lo menos, de dos de los siguientes cuerpos: el carbono, el hidrógeno, el oxígeno y el azoe, y como accidentalmente, de algunos otros en corto número y cantidad, variando en todas las materias orgánicas. El azúcar es una de éstas, y se compone de doce partes de carbono, once de hidrógeno y once de oxígeno; de aquí que, estando estos dos últimos en la misma proporción que forman el agua, podemos decir que el azúcar es una mezcla de carbón y agua.

-¡Ah! sí, ya me acuerdo, papá, haber leído en LOS NIÑOS que todo lo que comemos y todo lo que bebemos es carbón, agua y aire.

-Sin duda conoces la propiedad que tiene el azúcar de disolverse con gran facilidad en el agua; en una libra de   —82→   ésta se disuelven dos de azúcar, y si calentamos el agua, se disolverá todo el azúcar que se eche. De esta propiedad que tiene de ser más soluble en caliente que en frío, se echa mano para obtener el azúcar cande, que no es otra cosa que azúcar cristalizado; al enfríarse el agua no puede contener tanto azúcar como cuando estaba caliente, y así es que se deposita éste en forma de unos prismas que se denominan cristales, sobre unas tiritas tendidas a través del líquido.

Ahora vamos a hacer un experimento muy curioso, pero al que tendrás que sacrificar tu terrón de azúcar.

-De muy buena gana lo haré, papá.

-Ve, pues, a buscar un poco de cal, dos vasos de agua y la lamparilla de la tetera, continuó D. Jorge.

-No podrás con todo, Manolito, voy a ayudarte, añadió doña María. Cuando D. Jorge tuvo todo lo que había pedido, disolvió el azúcar en un vaso de agua y en el otro la cal, que al cabo de un rato se depositó en el fondo.

-Ya ves que la cal es insoluble en el agua común; pero no sucederá lo mismo con la azucarada, que cuanto más lo sea tanta más cal disolverá.

En efecto; mezcló el contenido de los dos vasos, y quedó una disolución clara y límpida, pero en cuyo fondo quedaba aún un poco de cal; si hubiese tenido Manolo dos, tres o cuatro terroncitos más para el experimento, habría quedado un residuo dos, tres o cuatro veces menor.

-He aquí, pues, un medio de propinar la cal en el estado de disolución, del cual pueden echar mano los médicos para ciertas enfermedades. Esta disolución presenta una propiedad algo rara que os voy a hacer observar.

Entonces D. Jorge encendió la lámpara de alcohol y la puso con precaución debajo del vaso que contenía aquel líquido. Cuando éste llegó a hervir, de límpido y claro que era, se puso turbio y grumoso; más al enfríarse recobró su trasparencia y fluidez. Esto sorprendió mucho a Manolo y a su mamá, quienes le hicieron repetir el experimento varias veces.

-¿Sabéis de cuántas plantas se puede extraer el azúcar?

-De muchas, creo; nosotros no conocemos otro que el de caña y el de remolacha, contestó Doña María. El primero, que procede de las Américas, las Indias, de varios países tropicales y de Andalucía, es mejor que el segundo, que de 60 años a esta parte se fabrica con tanta abundancia en el Norte de Europa y sobre todo en Francia.

-Estás en un error; y no lo extraño, pues es una preocupación muy general que azucara más el de caña que el de remolacha, y has de saber que en igualdad de circunstancias, en su fabricación y pureza tienen las mismas propiedades físicas y químicas. Crees muy acertadamente que el azúcar se puede extraer de una infinidad de plantas; así como nosotros los europeos no usamos más que los que tú has dicho, los americanos del Norte, como los canadienses, todo el que consumen procede del arce de azúcar de los chinos y varios italianos, del Sorgo de azúcar, y los húngaros, de una especie de calabaza.

La gigantesca caña de azúcar pertenece a la familia de las gramíneas, como todas las otras cañas, los sorgos, el trigo, el arroz, el maíz, la cebada y otros cereales. Tiene una altura de   —83→   tres a cuatro metros, y el grosor de un brazo. ¿Recuerdas, esposa mía, cómo nuestros negros la plantaban y cosechaban en las Antillas?

-Para plantar un cañaveral, después de haber alisado y dispuesto el terreno en forma de tablero de damas, practican unos agujeros donde entierran una estaca o pedazo de caña, cuyo nudo pronto echa raíces, y dentro de doce o diez y ocho meses, da su tallo cada una de aquellas estacas.

-¿Qué, por ventura, mamá, estas cañas no tienen aquella espiga o penacho donde encierran sus semillas? y si las tienen, ¿por qué en vez de plantar por estacas no siembran?

-Porque las semillas se desarrollan con demasiada lentitud y exigen cuatro años para producir un tallo que se pueda explotar. La recolección de la caña ofrece un espectáculo lleno de interés. Negros y negras dispuestos en hilera, atacan machete en mano aquellos bosques de cañas; de un solo golpe separan la espiga por debajo de los dos o tres últimos nudos, y de otro dirigido oblicuamente, cortan lo restante tan cerca del nudo como pueden; resultando en definitiva tallos de un metro de largo que los negros desembarazan de sus hojas y excrecencias y los lían en manojos para ser llevados inmediatamente al molino.

-Fíjate bien en lo que te refiere tu mamá y observarás que en la fabricación del azúcar como en la del pan y del vino, nada, absolutamente nada se desperdicia.

-En efecto, hijo mío; de lo que queda después de la corta, la espiga sirve de alimento a los animales, la porción de tallo que la acompaña se corta por los entrenudos en dos o tres pedazos, que se guardan para la plantación siguiente, y las hojas y despojos que caen a tierra, gracias al sol de los trópicos, se secan y se les prende fuego para que con las cenizas abonen el terreno.

El mal llamado molino consiste en tres grandes cilindros de hierro colado situados verticalmente sobre un artesón o escurridero; el eje del cilindro del medio gira sobre sí mismo a impulsos de un motor cualquiera, y comunica su movimiento en sentido contrario a los otros dos. La caña, después de exprimida todo lo posible (bagazo), contiene todavía un poco de azúcar, por lo cual gusta algún tanto a las bestias cuando fresca, y cuando seca sirve de combustible para calentar las calderas donde se clarifica y evapora el guarapo o zumo de caña hasta formar un jarabe o almíbar muy espeso. La espuma que se produce en estas operaciones, se hace fermentar para que dé por destilación la tafia o aguardiente que gusta mucho a los indios. Cuando el almíbar está frío se echa en unos toneles donde cristaliza y deja por residuo un líquido espeso, moreno, llamado melaza, que entre otras aplicaciones sirve para fabricar el ron. El azúcar obtenido (azúcar en bruto o moscabado) dista mucho de tener la blancura y el sabor de esos marmóreos terrones, que tanto te gustan. Antes es necesario que sufra dos refinaciones consecutivas, que consisten en una larga serie de operaciones, algunas de ellas complicadas, y que se reducen a clarificaciones, destilaciones, cristalizaciones, lavado, etc.

-Y ¿cómo se hace el azúcar de remolacha? preguntó Manolito.

-La remolacha es una raíz de una especie de acelga, cuyas hojas y cuello, sobre todo, son rosados. Esta raíz parecida   —84→   a un rábano, después de lavada y trinchada, da por medio de una prensa hidráulica un jugo de color de sangre, con el que se verifican manipulaciones análogas, pero más perfeccionadas y complejas, en aparatos que los extranjeros han llevado a un grado de perfección admirable, y que proporcionalmente dan mayor cantidad de azúcar que los nuestros con la caña. Los americanos del Norte son más dichosos en la fabricación del azúcar para su consumo. Les basta practicar una incisión en el tronco del arce azucarado, introducir una cañita y recoger la savia que mana por ella gota a gota; como esta se compone casi estrictamente de azúcar disuelto en agua, con sólo evaporarla se obtienen unos cristales de azúcar casi puro.

-¿Dónde se descubrió el azúcar? ¿Quiénes fueron los primeros en usarlo? preguntó Manolito.

-Desde tiempo inmemorial ya se empleaba en China y en las Indias. Los europeos no lo conocieron hasta las conquistas de Alejandro, y aun continuaron usando la miel como materia azucarante. Los griegos lo llamaban sal india, miel de caña o saccharon, de donde se deriva nuestra palabra azúcar. La caña sacarífera es originaria de la India, y de allá pasó sucesivamente a la Arabia, Egipto, Siria, Sicilia, Madera y Canarias; los portugueses de Madera la trasportaron al Brasil, y los españoles, después del descubrimiento de las Américas, hicieron lo mismo en Santo Domingo, donde en seguida adquirió la caña gran desarrollo en su cultivo y explotación. Pero sólo a principios del siglo XVII empezó a generalizarse en Europa el uso del azúcar; antes era una droga carísima de la medicina, que se vendía a onzas en casa de los farmacéuticos, poco más o menos como hoy compramos la quinina. Ahora, Manolito, no me entretendré en explicarte todas las aplicaciones del azúcar, porque son bien conocida. Es un agente poderoso de conservación para las sustancias orgánicas, como te lo atestiguan las conservas, dulces, almíbares, etc. Es preferible a la sal marina para conservar las carnes y el pescado, pues no cambia su sabor de un modo sensible. Los romanos recibían de lejanas tierras el pescado en vasijas llenas de miel.

El azúcar, aunque se ha hecho casi indispensable al hombre, no le puede alimentar más allá de 30 a 40 días; después de enflaquecer horrorosamente, padecer el escorbuto y ulcerársele los ojos, muere luego de extenuación. Aplicado al exterior de los animales de sangre fría, como ranas, lagartos y etc., obra como un verdadero veneno.

-¡Oiga! ¡Con que lo que es para mí una cosa muy rica, para otros puede ser muy nocivo!...

-Y para ti también; pues el abuso de esta preciosa sustancia desarrolla con rapidez en los niños aquellas enfermedades que te he dicho hace poco.

-Papá te quiere amedrentar, o si no ¿cómo se explica que nuestros negros comiéndolo a discreción durante la cosecha de la caña, se encuentren mejor que en otras temporadas de trabajos menos rudos?

-Es que el azúcar tomado con moderación junto con otros alimentos, mejora sus cualidades digestivas y nutritivas. Y basta por hoy.

WALFRIDO NOEL.



  —85→  

ArribaAbajoEl pescador

Dibujo




I

    En las turbulentas olas,
en la vaporosa bruma
que hacia el horizonte rasga
la tenue luz de la luna,
entre plateados celajes,
que el agua a veces azula,
que así en las ondas se quiebran
como de reflejos mudan,
una señal se divisa,
una barca se dibuja,
y, aunque inmóvil aparece,
porque la distancia es mucha,
mar adentro, mar adentro,
deslizase rauda, súbita.
    Pescador es quien la guía,
pescador es quien no escucha
que lejos chocan bramidos,
que cerca ya el viento zumba,
que acaso en breves instantes
desgájese el cielo en lluvia...
pescador es que en su pecho
amor y esperanza aduna,
y ni temores le asaltan,
ni los peligros le asustan,
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que, si su barquilla es frágil,
es su confianza mucha.
    De la noche en el misterio,
pan para sus hijos busca,
y jamás extraños fines
su tranquila mente turban,
que en su trabajo incesante
hallarlo no pone en duela.
Grande es la fe que le anima,
noble el vigor que le impulsa,
ancha la mar que en su fondo
le brinda la rica industria.
Las olas son su elemento,
la Providencia su ayuda,
las redes su patrimonio,
su premio la paz segura
que, alejado de miserias,
en su cabaña disfruta.


II

    Solitaria entre montañas
de la blanca hirviente espuma,
a pesar de los vaivenes,
la barca camina enjuta;
mas arrecia... arrecia tanto
el vendaval que la empuja,
que ya el pescador comprende
que es temeraria la lucha,
que su valor será inútil,
que su fuerza será nula;
y, con serena mirada,
mas con diligencia suma,
práctico que no discrepa,
el hinchado mar consulta,
ya al timón, velas recoge,
a otro derrotero cruza,
y así a resistir se apresta
de la tormenta la furia.


III

    Ya se esconde, ya se apaga
la tenue luz de la luna;
ya es más oscuro el reflejo,
ya es la niebla más confusa;
pero otra luz blanca y roja
en la superficie ondula,
crece, se aviva, se ensancha,
vese la barca que surca
mar afuera, y mar afuera
deslizase, rauda, súbita.
    Y cuando otra vez la tarde
ocúltase entre las brumas
y a la sosegada tierra
de la noche el manto enluta,
alza el pescador sus redes
y vuelve a probar fortuna,
y ni temores le asaltan,
ni los peligros le asustan,
que, si su barquilla es frágil,
ama a Dios y Dios le ayuda.

SILVERIO FALCÓN.




ArribaAbajo28 de agosto

San Agustín


La festividad de este gran Santo que hoy celebra la Iglesia, nos trae a la memoria un prodigio de ternura maternal, reproducción de tantos otros como nos presenta la Historia Sagrada y profana. Los jóvenes lectores de LOS NIÑOS verán en el rápido bosquejo que vamos a trazar todo cuanto un hombre, un pueblo, la humanidad entera, pueden deber al amor de una madre.

Ardua tarea y empresa superior a nuestras fuerzas, sería el compendiar en un breve artículo los hechos del varón sapiente, luz brillante del siglo IV, doctor santo y esforzado, columna de la Iglesia, vencedor de sí propio, cuyo nombre es síntesis de una época de modificación profunda de   —87→   la sociedad, época en que el cristianismo, apenas salido del lago de sangre de diez tremendas persecuciones, se acrisoló en los combates contra multitud de herejías.

Agustín era africano. El tesoro de inteligencia con que plugo a Dios dotar aquella cabeza, dio pábulo tenaz a una larga lucha entre el bien y el mal. Las pasiones eran ardientes; su mente infatigable, todo lo escudriñaba, todo lo analizaba. La conquista del bien sobre aquel hombre debieron celebrarla los ángeles del cielo, como la celebra la Iglesia universal desde el año 388.

Hubo un humilde instrumento de la conversión del fogoso númida; ese instrumento fue una madre.

Afónica consagró su vida entera a pedir para el fruto de sus entrañas la entrada en la grey de los fieles, batallando un día y otro día, por armas abundosas lágrimas, fervientes oraciones y prolijas penas. Nadie que sea accesible a los sentimientos tiernos, a las misteriosas emociones del alma, dejará de ver en Mónica la más cabal personificación de la mujer pía, de la madre amorosa, preparando con su perenne llanto una corona de gloria a aquel vástago de su unión, que había de llenar el mundo con su nombre y hacer temblar a los enemigos de la fe ortodoxa. Sin Santa Mónica, aparte lo material del concepto, no habría San Agustín.

Hemos dicho que el siglo IV lo fue de reconstrucción. Roma pagana se hundía en el polvo del pasado. La Cruz triunfadora se elevaba en las colinas de la ciudad eterna. Agustín, en íntima amistad con los grandes hombres sus contemporáneos, dotado de un talento de primer orden, sustituidas sus antiguas pasiones profanas por la pasión de la sabiduría y de la santidad, sostén del pontificado, que como faro esplendente aparecía entre las sombras de las catacumbas; Agustín, inundando con los raudales de su elocuencia aquella edad y admirando a las siguientes; destellando en sus obras admirables la pureza de la doctrina y la sublime humildad que la conversión había impreso en su poderosa organización, es uno de esos prodigios flagrantes de la gracia de Dios.

Es el obispo de Hipona demasiado grande para que en nuestra pequeñez osemos reseñar dignamente su portentosa existencia en todas sus múltiples manifestaciones.

Escritor eminentísimo, confesor humilde, doctor luminoso, piadoso fundador de una regla inmortal, consejero del siervo de los siervos de Dios, clara luz de la Iglesia de Cristo, magnífico arquitecto de la más magnífica Ciudad, el cristianismo le cuenta entre los hijos que más lo glorifican, y el mundo como un coloso de activa inteligencia.

Tolle, lege, oyó Agustín bajo la afortunada higuera donde encontró con las sublimes palabras del apóstol de las gentes, tan grande, tan infatigatigable como él, y como el venido a la gracia por un medio prodigioso. Tolle, lege, decimos a nuestra vez designando los libros del gran Santo, porque quien acierte a detenerse en sus preciosas páginas con corazón sincero y deseo de acierto, entrará en la senda del bien, si de ella va apartado, y este será aún otro fruto de las lágrimas de una madre.

M. CABALLERO DE RODAS.



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ArribaAbajoFray Luis de León

Retrato

Este eminente religioso agustino es una de las más puras glorias de nuestra querida España. Nació en 1527 y murió en 1591. Fue gran maestro en teología, y como hablista y escritor correcto raya a gran altura. Como poeta es uno de los mejores modelos que debe estudiar la juventud aficionada a las letras.

Persiguió mucho la maledicencia al respetable y digno religioso, y cinco años estuvo preso en las cárceles de la Inquisición, pero no hubo jueces que le sentenciaran, antes bien, hubieron de declarar su inocencia.

Fue hombre de gran energía y firme voluntad, severo consigo mismo e indulgente con los demás, y sobre todo con sus enemigos.

Sus virtudes fueron tan grandes y notorias como su profundo y elevado talento.






ArribaAbajoEl pelícano y la naturaleza


(Fábula)


    Al Pelícano admiraba
uno que le vía amante
dar su sangre a sus hijuelos,
y exclamó: ¡Gran Dios! ¡qué ave!

    Naturaleza lo oyó,
y preguntole: «¿Qué padres
conoces tú que a sus hijos
les nieguen nunca su sangre?»

M. A. PRÍNCIPE.



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ArribaAbajoRetratos infantiles


ArribaAbajo- III -

La mujercita de su casa


Dibujo

Da gusto ver a esa niña, hija de un excelente amigo mío que ahora es secretario del ayuntamiento de... y sería el hombre más feliz del mundo, si no tuviera sobre sí la inmensa pesadumbre de haber perdido a su dignísima compañera hace pocos meses, la cual le ha dejado dos hijos: la niña a quien consagro este artículo, y un niño, que nació dos días antes de morir la pobre madre.

Mi amigo Ramírez, que así se llama el padre de la niña, ha ocupado desahogada posición en Madrid, y no pensaba él por cierto hace algunos años que se vería en la precisión de aceptar   —90→   a una secretaría de ayuntamiento en un pueblo insignificante, para poder vivir. De la noche a la mañana, Ramírez perdió su fortuna en la quiebra de un banquero, y quedó, como vulgarmente se dice, sin tener donde caerse muerto. Solicitó colocación en su carrera de abogado, pero no la obtenía tan pronto como deseaba; las necesidades apremiaban; él no es de esos hombres sin decoro que viven de la trampa y el engaño, y antes de verse completamente sin recursos, y por consejo de su excelente esposa, distinguidísima señora tan resignada y digna en la desgracia como sencilla y modesta en la fortuna, aceptó el humilde, pero honroso cargo que se le ofrecía; y contentos y dando gracias a Dios, se trasladaron los esposos con su hija al pueblecito donde habían de establecerse y vivir hasta que Dios quisiera.

Pronto se acostumbraron a la vida del pueblo, tan distinta de la de Madrid, y antes de mucho tiempo casi habían olvidado su perdida riqueza, y se reían del lujo y de las inútiles necesidades que trae consigo, y no cesaban de dar gracias a Dios por haberles inspirado tan recta y dignamente. La niña, que ya tenía cinco años cuando fue al pueblo, tampoco echaba de menos el lujo y las comodidades de su casa de Madrid, ni los bonitos juguetes, ni las funciones de teatro, ni siquiera los cochecitos del Prado.

Era la de Ramírez una familia completamente feliz, y el secreto de esta felicidad no podía ser más sencillo: consistía en que los esposos se adoraban y la niña amaba, sobre todas las cosas de este mundo, a sus cariñosísimos padres. ¿Cómo no habían de ser felices?...

Dos años pasaron, que fueron los más dichosos de la honrada y digna familia, y muchas veces decía la buena esposa a su marido:

-En verdad te digo, que si no fuera porque nuestra hija no tendrá fortuna, diría yo a todo el que quisiera oírlo que me alegro mucho de que hayamos perdido cuanto teníamos.

-Lo mismo pienso yo, decía el bueno de Ramírez, tipo el más perfecto del hombre de bien.

-Pero llegó un día que los esposos esperaban anhelantes; un día que había de ser el complemento de su felicidad, el del nacimiento del hermanito de Ángela, que ya es hora de que os diga, queridos lectores, el nombre de la mujercita de su casa; la amante madre dio a luz un hermosísimo niño, pero ¡ay! dos días después moría la desdichada en brazos de su desventurado esposo, que no murió de dolor porque Dios no quiso dejar desamparados a aquellos dos ángeles que dejaba en el mundo la infortunada madre.

El día antes de su muerte, ésta llamó a Angelita, y le dijo:

-Hija mía, si Dios me llamara al cielo, yo no tendría más remedio que obedecer, y entonces te quedarías aquí sola con tu padre y tu hermanito.

La niña rompió a llorar.

-No llores, hija mía; ¿pues no conoces que si Dios me lleva al cielo será por mi bien?... Lo que tendrás que hacer entonces es ocupar mi lugar en el cuidado de tu hermanito y en el amor de tu padre. Tú debes ser el consuelo de los dos; has de ser, en fin, una mujercita de tu casa, y yo, que te estaré viendo desde el cielo, te bendeciré mil y mil veces al día.

No ha olvidado Angelita estas palabras de su madre moribunda, y todo su   —91→   afán es cumplir los deseos que en tan solemne ocasión le manifestó, e imitar en lo posible a la que tan buena había sido, y que la está viendo desde el cielo.

Cuando voy a pasar unos días en casa de mi pobre amigo, que ya no quiere salir del pueblo, aunque podría ocupar una decorosa posición en Madrid, porque desea vivir allí donde está enterrada su compañera, me encanto viendo a Angelita, y aunque la envidia es fea y abominable pasión, envidio a Ramírez la dicha de ser padre de una hija semejante. Ésta debe ser una suprema ventura, y yo siento no tenerla.

Una vecina, buena mujer, se ha encargado de criar al niño, huérfano de madre a los dos días de nacer; pero no hace más que darle de mamar y vestirlo, y luego se va a desempeñar las obligaciones de su casa, porque ella tiene también marido e hijos.

Lo demás lo hace todo Angelita.

Ella tiene, la casa como una tacita de plata; ella cuida de la ropa de su padre y de la del niño, y en último lugar de la suya, y aún le queda tiempo para hacer una colcha primorosa con el estambre que me encargó en una donosísima carta, y que yo me apresuré a enviarle hace algún tiempo; ella lleva la cuenta del gasto de la casa, y sostiene discusiones con la cocinera a propósito del gasto, en las que demuestra conocimientos matemáticos que no son muy del gusto, por cierto de la susodicha cocinera, a la cual no le permito hacer otra cosa que la comida, y dentro de poco ni para esto la necesitará, porque ya sabe ella cómo se guisan muchas cosas, y espera convencer a su padre de que ha de saberle mucho mejor la comida hecha por ella que hecha por la torpe cocinera; ella cuida de los animales que su padre tiene gusto en tener, y los animales la quieren con extremo; ella duerme al niño, le canta, le calla cuando llora, le hace mil monerías para que se ría él, angelito, y es, en fin, una madrecita en miniatura, tan cuidadosa, tan vigilante, tan prudente, tan previsora como puede serlo una madre de larga experiencia.

Yo le llevo, cuando voy a verla, alguna muñeca. La niña la recibe con alegría, cosa natural en su edad, juega con ella un momento, pero pronto la abandona, pronto piensa que sus obligaciones de mujercita de su casa son incompatibles con las muñecas.

Figuraos, niños míos, si estará contento con Angelita su padre.

-He sido el más infeliz de los esposos, me dice, por haber perdido a mi adorada María; pero, no lo dudes, soy el más feliz de los padres. Esa niña que ves junto a la cuna de su hermanito es un verdadero prodigio de la naturaleza. No te puedes figurar hasta dónde llegan el orden, la economía, la prudencia, la fuerza de voluntad, la actividad, la virtud, en fin, de esa niña incomparable. Algunas madres que tú y yo conocemos en Madrid, descuidadas, ignorantes, que no pueden resistir el más ligero trabajo, que se, fatigan pensando en las cosas de la casa, que dejan hacer su voluntad a las criadas, que no saben lo que es previsión, lo que es economía doméstica, podrían aprender mucho viendo a esta niña de siete años hacerlo todo, pensar en todo, cuidar de todo con la mayor sencillez y la más encantadora naturalidad, sin hacer alarde de ello, sin fatiga,   —92→   sin olvidar el más mínimo detalle, como una mujer, en fin, como una verdadera mujer de su casa. Cuando pienso que una enfermedad puede arrebatarme esta ventura, cuando pienso que mi hija puede morir... no sé lo que me pasa.

-Morirías tú también, le digo yo, pero Dios te la conservará, Dios te la ha dado como premio de tus virtudes.

Y no creáis, queridos niños, que esta admirable criatura no sabe más que cuidar de su casa; también sabe otras cosas muy útiles y propias de una niña bien educada; sabe leer y escribir con perfección, sin que se le escape una falta de ortografía, sabe doctrina cristiana, geografía, historia; lee los buenos libros que le da su padre, y más en la memoria tiene ella todo lo que se ha publicado en LOS NIÑOS que yo mismo; en prueba de lo que la quiero, le he regalado los tres tomos, muy bien encuadernados, y con una dedicatoria en letras doradas que dicen:

A LA MUJERCITA DE SU CASA.

Ese regalo le ha dado mucha alegría; sentiré que este articulito no le dé tanta, porque modesta, humilde, sencilla, no gustará ella de que se saquen a plaza sus virtudes, y la mortificará acaso este público elogio. Tenga paciencia mi querida niña, que yo no lo he hecho para satisfacción suya, sino para ejemplo de las demás.

Y Dios la bendiga, como la bendicen su madre desde el cielo, y en la tierra su padre, y los pobres del pueblo, y cuantos la conocen y saben lo que vale.

C. FRONTAURA.








ArribaAbajoEl pelotazo


(Fábula)

    A un chiquillo un chicazo
le encajó tan tremendo pelotazo,
que le hizo un gran chichón en el cogote;
mas la pelota, al bote
volviendo atrás con ímpetu no flojo,
tornó por donde vino,
y encontrándose un ojo en el camino,
al autor del chichón dejó sin ojo.
    No haga al prójimo mal quien esto note,
porque el mal es pelota
que vuelve contra el mismo que la bota,
o miente el pelotazo en el cogote.

M. A. PRÍNCIPE.

Dibujo



  —93→  

ArribaAbajoDon Agustín Moreto

Retrato

Este ingenioso y elegante poeta, uno de los más brillantes de aquella gloriosa serie del siglo XVII, nació en Madrid y fue bautizado en la parroquia de San Ginés.

D. Agustín Moreto escribió donosas y discretas comedias, en las que se admira la elegancia de la frase, lo bien urdido de la trama y la profundidad del pensamiento. El desdén con el desden, La esclava de su galán, El rico hombre de Alcalá y otras, vivirán mientras haya teatro en el mundo. Fue don Agustín, cuando mozo, muy dado a aventuras, y alegre y travieso por extremo; pero siempre buen cristiano y tipo perfecto del discreto y cumplido caballero.




ArribaAbajoLa medalla de oro

(Continuación)


Con tan halagüeña esperanza llegó al lado de la fuente, y poniendo en el suelo su pesada carga, se sentó en uno de los bancos de piedra.

Era una apacible tarde, del mes de Junio.

En uno de los bancos próximos a la fuente, se hallaba sentado un venerable anciano modestamente vestido. Era el padre Santos.

Isidro no advirtió su presencia, gravemente ocupado en pregonar a voz en cuello su mercancía.

De pronto llamó su atención el vuelo   —94→   indeciso y penoso de una golondrina, que, elevándose a unos veinte pasos de él, vino a caer sobre sus rodillas.

Cogiola cuidadosamente con ambas manos, y la aproximó a su cara como para acariciarla, notando entonces que pasaba un hilo por debajo de sus alas, aprisionándola el cuerpo ligeramente, atado en la parte inferior de la cola.

Un niño, como de diez a doce años, llegó en reclamación de la golondrina.

Era Carlos Acevedo.

A su mano izquierda venía arrollando un hilo, cuyo término se encontraba bajo las alas de la cuitada avecilla.

El padre Santos prestó toda su atención a aquella curiosa escena, procurando recatarse de ambos niños.

-¡Venga mi golondrina! exclamó Carlos con imperativo ademán.

-¿Es de V.? ¡Pobrecita! dijo Isidro imprimiendo un beso en la cabeza del aprisionado pajarillo. ¿Por qué no la deja V. libre?

-¡Por supuesto! ¡qué bruto es este muchacho! ¿Pues no quiere que deje en libertad mi golondrina? ¡Vamos... venga! ¡Venga pronto, que es mía!

-¡Tómela V.!... ¡Qué triste está la pobrecita! ¿No la haga V. daño... no? ¡No la martirice V.!

-Haré lo que me dé la gana, que para eso es mía; replicó Carlos con tiránica resolución. Y alejándose unos treinta pasos, diola de nuevo al aire con inconcebible alegría, y soltando esta vez cinco o seis varas más de hilo, con la diabólica intención de prolongar un instante más la fugaz alegría de su martirizado prisionero.

-¡Qué crueldad! murmuró el pobre naranjero, siguiendo con ojos compasivos el fatigoso y jadeante vuelo de la golondrina, que vino a caer de nuevo a sus pies.

Esta vez salió al encuentro del implacable Carlos, decidido a arrebatarlo su víctima.

Carlos se le acercó, diciendo:

-¡Qué alta ha subido esta vez! ¿verdad? ¡Pues verás ahora, verás!... Dame acá.

-¡No quiero! ¡No se la daré a V.!

-Yo te mando que la dejes en el suelo. ¿Es tuya acaso? ¿Por qué me la quitas? ¿Voy yo a quitarte tus naranjas? Seguro estoy de que ni una sola me darías si antes no te la pagara.

Estas palabras despertaron una idea en la mente del apesadumbrado muchacho, que después de meditar un instante, y como haciendo un esfuerzo, exclamó de pronto:

-¿Quiere V. una naranja por ella?

-¡Quita allá! Si yo quisiera naranjas dinero tengo para comprarlas.

-Pues... ¿qué quiere, V. por ella?

-¡Quita de ahí, miserable! No tienes tú bastante dinero para comprar mi golondrina. Y sobre todo, ¿para qué la quieres tú? Tú no tienes tiempo de sobra, como yo, para divertirte con ella.

-¡Para divertirme!... contestó Isidro con tristeza. Pues qué, ¿puede uno divertirse haciendo sufrir a nadie? No, señor... yo no la quiero para eso.

-Pues ¿para qué la quieres entonces?

-Para darla libertad, contestó Isidro con expansión.

-¡Qué bruto es este chico! Pero, en fin, si yo te la vendiera, nada me importaría que hicieras con ella lo que te diera la gana.

-¿Cuánto quiere V. por ella?

-¿Cuánto dinero tienes?

-Tengo... tengo una peseta... respondió   —95→   el generoso muchacho con ingenuidad.

-Pues dámela, y te cedo la golondrina.

-Es que... es que no puedo; no es mía.

-¿Y quién te manda entonces ofrecer lo que no es tuyo? exclamó el contrariado Carlos. ¿Has querido burlarte de mí? Ea, vete, y déjame jugar en paz con mi golondrina.

El muchacho vio alejarse de nuevo a su antagonista, llena el alma de infantil pesadumbre. Después colgó su cesta del brazo, decidido a alejarse de aquel sitio; pero una profunda y entrañable curiosidad le sujetaba allí. El cruel entretenimiento del inexorable Carlos tenía a sus ojos irresistible atracción.

Sentose de nuevo, quedando triste y pensativo, fija en el suelo la mirada.

-¡No puedo! murmuraba: ¡no puedo disponer yo de este dinero! ¡Mi padre me reñiría!... ¡me pegaría!... ¡no puedo!... ¡no puedo!

El padre Santos seguía todos los movimientos de Isidro, adivinando todo lo que pensaba.

La golondrina cruzó una vez más el espacio que mediaba entre ambos niños, y una vez más vino a caer sobre su generoso intercesor. Parecía que demandaba su auxilio.

Isidro, cediendo resueltamente al sentimiento que le dominaba, exclamó:

-Ya no se la vuelvo a usted; ya es mía... yo la compro. ¿Cuánto quiere usted por ella? Una peseta... ¿verdad? Tómela V.

-¿No es falsa? Receló el codicioso Carlos, examinando la moneda. No; parece buena.

-Buena es, repuso Isidro con frío desdén, mientras desataba cuidadosamente el nudo que aprisionaba la golondrina.

-¿Vas a darla libertad?

-Es claro.

-¡Qué bruto!

Y se le quedó contemplando con mirada atónita, sin acabar de comprender tan bella y generosa acción.

Isidro contestó a aquella mirada impertinente y fría con una sonrisa de melancólico desdén.

Carlos desapareció mordiendo el canto de la peseta, y restregándola en la manga de su elegante chaquetilla, hasta quedarse convencido de que no era falsa.

El padre Santos le siguió con la vista hasta verle desaparecer. Después fijó en el cuitado naranjero sus investigadores ojos, en los que brilló una lágrima de entrañable satisfacción.

La golondrina fue lanzada al aire por su libertador, quien siguió su alegre vuelo hasta perderla de vista, saltando y palmoteando con febril alegría.

En aquel momento empezaba a cerrar la noche.

-¡Pobrecita! ¡qué contenta va! exclamó aún. Y tomando su cesta echó a andar con dirección a la plazuela del Rastro.

El padre Santos siguió los pasos de Isidro.

Durante el camino no cesó de reflexionar el pobre muchacho sobre la cuenta que iba a dar de las naranjas.

-¿Qué va a ser ahora de mí? pensaba. ¿Qué le digo yo a mi padre? ¡Buena tunda me espera! ¡Dios mío!... ¡Dios mío! Y sofocando cuanto podía los sollozos, llegó a la presencia de su padre, a cuyos pies dejó caer la cesta, rompiendo a llorar amargamente, y exclamando:   —96→   «¡Perdón, padre, perdón!»

-¿Perdón... de que?, exclamó el padre Santos con voz grave y pausada, apareciendo de improviso delante del puesto, y tendiendo los brazos al atribulado Isidro.

-¡El padre Santos!

-¡Sí, hijo mío! Yo soy. Yo, que me siento henchido de orgullo al estrecharte ahora en mis brazos.

El padre Santos refirió a los padres de Isidro el lance del Prado, encargándoles después que acompañaran a su hijo a los exámenes que habían de tener lugar en el colegio el siguiente día.

(Se concluirá.)

EMILIO ÁLVAREZ.




ArribaAbajoPensamientos

La ambición es como un caballo rebelde que no cesa de dar vueltas y saltos hasta que echa por tierra al jinete, por muy hábil y experimentado que sea éste.

Un alma hermosa reflejándose en un rostro hermoso también, ¡qué gran armonía! Un alma hermosa bajo un rostro feo y antipático, ¡qué gran compensación! Un alma fea bajo un rostro hermoso, ¡qué cosa tan horrible! Tenedlo muy presente, queridos lectores.

¿Cómo evitarás caer en el pecado? -Pensando siempre de dónde vienes, a dónde vas y a qui en tendrás que dar estrecha cuenta de tus acciones.

Todo hombre me inspira respeto hasta el momento en que le oigo hablar. Si hallo que es un hombre discreto, modesto y sincero, mi respeto hacia él aumenta; pero si en el no descubro juicio, ni sinceridad, ni modestia, ya no me inspira más que indiferencia.




ArribaAbajoTipos del pueblo español

Tipos del pueblo español

Salmanquina.-Murciana





  —97→  

ArribaAbajoSetiembre

Dibujo

Muchas denominaciones ha tenido el mes en que vamos a ocuparnos.

Llamábase entre los egipcios Paophi: entro los griegos Broedomion. Y así como alteraron el senado y los emperadores los nombres de Jitlio y Agosto, llamáronle a este Tiberius, Germanicus, Antoninus, Hércules, Tacitus, y por último, como hoy lo conocemos. Este mes estaba consagrado al Dios Vulcano.

Celebrábanse, entre otras varias funciones, la colocación todos los años del clavo sagrado, que el gran Pretor presentaba en su templo a Minerva, ceremonia reproducida en Roma cuando el Pontífice concede el año santo o jubileo. El día 25 era la gran fiesta a Venus generadora, símbolo del poder creador.

Representábase este mes bajo la figura de un hombre cubierto por la espalda con un manto ligero y flotante; en la mano un lagarto vivo suspendido por una cuerda. Los modernos le pintaron con rostro risueño, vestido de púrpura y rodeado de pámpanos, para indicar la vendimia.

El sol entra en este mes en el signo de Libra, simbolizando la justicia por medio de la diosa Temis, cuyo atributo es un peso o balanza.

Hoy la Iglesia celebra la festividad de San Gil, abad y confesor, natural de Grecia y descendiente de real familia. Aplicado al estudio desde la niñez y dotado de esclarecidas virtudes, comenzó su carrera de santificación por donde otros la concluyen. Obró milagros portentosos, hasta que, divulgándose su santidad y cualidades sublimes, se afectó profundamente en su modestia y salió para Francia, estableciendose en Arles, donde hizo infinidad de prodigios. Pero cansado al fin del bullicio del mundo y persuadido de que sólo en la soledad existe la verdadera independencia, salió de Arlés y anduvo errante por el campo. A poco tiempo encontró a Veredimio, ermitaño de austera y ejemplar virtud, que le acompañó hasta que el primero resolvió   —98→   retirarse a una cueva, en la que hizo una vida penitente, sustentándose tan sólo con la leche de una cierva. El rey, que le visitaba, a consecuencia de haberle herido un día uno de sus cazadores, le edificó a su costa un monasterio, en el que falleció, siendo abad, el día 1.º de Setiembre de 710.

Pasando ahora rápidamente la vista por los sucesos más culminantes de la historia, que han tenido lugar en el mes que nos ocupa, se nos presenta en primer término la célebre batalla de Guadalete, en 714. -Muerte del rey don Pelayo, restaurador de la monarquía, en 735. -Reunido combate de D. Fernando I de León y su hermano D. García de Navarra, que pereció a causa de un golpe de lanza, en 1054. -Casamiento de doña Juana, hija de este monarca, con el Cid Campeador, un año después, en 1055. -Muerte del papa Adriano IV, en 1155. -Conquista de Valencia por Jaime II de Aragón, en 1238: la de Carmona por Fernando III, en 1247 -y la de Cádiz, en 1262. -Sale de Barcelona para la Palestina D. Jaime el Conquistador, en 1269. -Retirada de los franceses de Cataluña, en 1286. -Asalto y toma de Antequera por el rey D. Fernando, en 1410. -D. Alonso de Aragón concede una universidad a Barcelona, en 1450. -Muerte de Carlos de Aragón, en 1461. -Conclúyese la conquista de Canarias por el almirante Alfonso de Lugo, en 1496. -Muere en Burgos Felipe I, en 1506. -Partida de Balboa para el descubrimiento del Perú, en 1513. -Carlos V levanta el sitio de Marsella, en 1536. -Muere en Madrid el literato Covarrubias, en 1577. -Nace el poeta Francisco Quevedo, en 1580. -Germaet, jefe cosaco, sale a la conquista de la Siberia, en 1581. -Muere en el Escorial Felipe II, en 1598. -Las tropas españolas vencen a las francesas en Fuenterrabia, en 1638. -Muere Felipe IV de España, en 1665. -Traslación de la Virgen del Puerto a la ermita de las afueras, en 1718. -Nace en Granada el mártir de la independencia Álvarez de Castro, en 1749. -Nace el insigne marino español Gravina, en 1756. -Institución de la orden de Carlos III, en 1771. -Nace el Empecinado, terror de los franceses, en 1775. -Lord Wellington sale de Madrid con dirección a Arévalo en busca de sus tropas, en 1812. -Principia la revolución belga, entrando el Príncipe de Orange en Bruselas, en 1830. -Acción de Villarrobledo, en 1836. -Se estrena en Madrid el gas de agua inventado por Calderón, en 1847. -Muere en esta capital a los 96 años de edad el duque de Bailén, en 1853.

Madrid 1.º de Setiembre de 1871.

M. J. PASCUAL.

Imagen

  —99→  

ArribaAbajoLa peregrina

Dibujo




La peregrina


Alegoría



I

    Por detrás de enhiesto monte
que cierra un florido valle,
lento asciende el sol dorado
que en las primaveras arde;
sol que gozo y alegría
sobre la tierra desparece
con los claros arreboles
de su fuego rutilante.
todo despierta y sonríe;
todo a la vida renace;
bulle el aura, brilla el cielo
que reflejan los raudales;
agitan sus tiernas alas
con impaciencia las aves,
y en cantos de bienvenida
comienzan a hender los aires;
tras las mansas ovejuelas
luego los pastores salen,
balando aquellas alegres
y estos diciendo cantares;
de chozas y caseríos,
que medio oculta el boscaje,
sube el humo en sueltas ondas
que livianas se deshacen...
¡Oh! La tierra enamorada
por el sol de nuevo late.
¡Bien vengáis sublimes horas
de ternura inenarrable!


II

    Tan pura como del astro
los rayos matutinales,
una pobre Peregrina,
solitaria caminante,
llega por ásperas sendas
a este floreciente valle,
más gentil que la pastora
más gentil de estos lugares.
En su rostro, que embellecen
rubias guedejas suaves
cayendo del sombrerillo
que sombra a sus ojos hace;
y en su mirada tranquila,
del alma espejo indudable,
celeste paz se refleja
que amar el mundo no sabe.
Cerca su blanca garganta
rudo cordón, del que cae
—100→
bendita cruz sobre el pecho
que sólo en el bien se aplace.
Tosco ropón cubre humilde
los contornos de su talle,
bajando hasta el pie, que apenas
el tierno césped abate.
Su diestra un báculo empuña
donde halla sostén bastante;
lleva en la siniestra un libro
donde aplaca sus pesares.
¡Cuán sosegada camina
sin parar ni fatigarse!
¿Quién es? ¿A dó se dirige
la solitaria viandante?


III

    -Di, Peregrina, ¿son tuyos,
los que suenan tiernos ayes,
o es que las auras murmuran
entre las frondas instables?
¡Tuyos fueron! Mal veladas
dos lágrimas virginales
en tus párpados lo dicen
con doloroso lenguaje.
¡Pues qué! ¿también se suspira
por tan gratas soledades?
¿Es posible que a los campos
del dolor el cetro alcance?
¡Verdad desconsoladora!
Mentidas son o fugaces
las venturas que aguardamos
en el humano viaje.
Hasta en ese pensil bello
sientes penas y combates
al ver que aunque te deleitan
esas galas naturales
con que la tierra te brinda,
ni con mucho satisfacen
el anhelo misterioso
que te alza a región más grande;
pues al fin con el sol mueren
las flores más admirables,
y otras buscas tú que nunca
marchite el tiempo inconstante.
Buena Peregrina, espera,
que hallarás, temprano o tarde,
la ignota dicha que ansías
y ocasiona tus afanes.


IV

    Mas ¡ay! ¿Suspiras de nuevo?
Pues bien, si ansia inexplicable
te acosa el alma y te oprime,
llena de esperanzas abre
tu santo libro que siempre
consolación suele darte.
¿Ya le has abierto al acaso?
Pues así te dice amante:
«Como el fatigado ciervo
»busca los frescos raudales
»de la fuente, así, Díos mío,
»va mi espíritu anhelante
»buscando el dulce consuelo
»de tu gracia saludable.
»Mi pecho con sed intensa
»por tu místico amor arde.
»¿Cuándo, cuándo verá el alma
»la hora feliz acercarse
»de que a tu santa presencia
»tu eterna alabanza cante?»
¡Ah! ¡Cuán plácidas ahora
son esas perlas que caen
por tu púdica mejilla,
de alivio a tu afán señales!
Pues suspiros cual los tuyos
en ese acento escuchaste,
sigue leyendo sin tregua,
que dice también: «Dios sabe
»las horas que debe el alma
»morar en terreno valle;
»y Él sólo es su fortaleza,
»y es bálsamo de sus males;
»y Él le tiene preparada,
»tras de vida miserable,
»la heredad santa y hermosa,
»galardón de su combate.»
¡Feliz eres! ¡Que horizonte
de venturas insondables
ante tu espíritu absorto
se abrió espléndido y radiante!
«Buena Peregrina, espera,
»que hallarás, temprano o tarde,
»la ignota dicha que ansías
»y ocasiona tus afanes.»


V

    Esa es ¡ay! del Alma justa
viviente y sensible imagen,
que, aun en la paz y entre flores,
del dolor siente el embate.
y es que va peregrinando
tras un norte que la atrae,
y tan sólo goza si oye
de Dios la voz inefable.

ANTONIO ARNAO.



  —101→  

ArribaAbajoGarcilaso de la Vega

Retrato

Toledo fue la patria de este dulcísimo poeta, que nació en 1503 de padres ilustres, siendo el suyo otro García Laso (o Garcilaso) de la Vega, comendador mayor de León y embajador de los Reyes Católicos en Roma. Entró muy joven al servicio del emperador Carlos V; se halló en la defensa de Viena y en la toma de Túnez, donde fue herido en el rostro y en un brazo; y combatiendo cerca de Frejus una torre defendida por arcabaceros franceses, una piedra que le hirió en la cabeza le derribó al suelo, y llevado a Niza, falleció veintiún días después, a los 33 años de edad; corta vida, en la cual hicieron inmortal su fama sus escritos. De ellos ha hablado Quintana; oigámosle:

«¡Cosa verdaderamente extraña, por no decir admirable! Un joven que muere a la edad de 33 años, entregado a la carrera de las armas, sin estudios conocidos, con solo su particular talento, auxiliado de su aplicación y buen gusto, saca de repente a nuestra poesía de su infancia, la encamina felizmente por las huellas de los antiguos y de los más celebres modernos que entonces se conocían; y rivalizando a veces con ellos, la engalana con arreos y sentimientos propios, y le hace hablar un lenguaje puro, armonioso, dulce y elegante. Su genio, más delicado y tierno que fuerte y elevado, se inclinó de preferencia a las imágenes dulces del campo y los sentimientos propios de la égloga y la   —102→   elegía. Tenía una fantasía viva y amena, un modo de pensar decoroso y noble, una sensibilidad exquisita; y este feliz natural, ayudado del estudio de los antiguos y de la comunicación con los italianos, produjo aquellas composiciones, que aunque tan pocas, se conciliaron al instante una estimación y un respeto que los tiempos siguientes no han cesado de confirmar. Sus bellos pasajes corren de boca en boca por todos los que gustan de pensamientos tiernos y de imágenes apacibles, y si no es el más grande poeta castellano, es el más clásico a lo menos; aquel cuya reputación se ha mantenido más intacta, y que probablemente no perecerá mientras haya lengua y poesía castellana.

«Los restos del insigne guerrero y tierno poeta, fueron trasladados a Madrid en el año 1868, y se hallan depositados en la iglesia de San Francisco.



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