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ArribaAbajoActo III


Escena I

 

DOÑA JULIANA. PLÁCIDA. DON JOAQUÍN. INÉS.

 
DOÑA JULIANA
Vamos, que hace buena tarde.
Ponte bien esa mantilla.
PLÁCIDA
¿Al Prado?
DOÑA JULIANA
Bien.
PLÁCIDA
¿Y papá?
DOÑA JULIANA
Ya se marchó a las Delicias
con tu tío don Onofre. 5
PLÁCIDA
Oyes; cuida mi perrita.
INÉS
Bien está.
DOÑA JULIANA
¿Qué tienes tú,
Joaquín? ¿Estás triste?
DON JOAQUÍN
Tía,
tengo un esplín de mil diablos.
PLÁCIDA
Esa tristeza imprevista 10
bien sé yo de dónde nace.
Como doña Catalina
no nos acompaña... ¿Piensas
que aunque soy una chiquilla
se me escapa nada?
DON JOAQUÍN
¡Vaya,
15
que has tomado una manía
particular! Mi cariño
sólo tú, amable primita,
lo mereces.

  (A DOÑA JULIANA.)  

¿No es verdad?
DOÑA JULIANA
Quién hace caso de niñas? 20
DON JOAQUÍN
La viudita, bien mirado,
no es una grande conquista,
y como quisiera yo,
tal vez... Pero me fastidia.
PLÁCIDA
¿Por qué?
DON JOAQUÍN
Porque sabe mucho.
25
PLÁCIDA
Ya; tú las buscas tontitas
para engañarlas mejor.
DON JOAQUÍN
¡Qué disparate!
PLÁCIDA
Pues mira:
basta que mamá lo mande,
te amaré toda mi vida 30
como tú me seas fiel;
mas si sé que solicitas
a la viuda, hago las paces,
aunque la mamá me riña,
con el cadete de guardias 35
que despedí el otro día.
DON JOAQUÍN
No, no llegará ese caso,
dulce y adorada prima.

  (La abraza.)  

DOÑA JULIANA
¡Niños, niños! poco a poco.
DON JOAQUÍN

 (Acariciando a su tía.)  

No se enfade usted, tiíta. 40
Ya ve usted, ¡tengo este genio
tan bullicioso! ¡Qué linda
carretela le han traído
de París a Taravilla
mi amigo, el marqués del Junco! 45
¡Preciosísima! Daría
cualquiera cosa... ¡Ah! ¿no saben
ustedes una noticia?
¡Cosas como las que pasan
en el mundo! La sobrina 50
de don Claudio el boticario
salió antes de ayer a misa
y no ha vuelto a parecer.
Su padre está echando chispas.
Anoche me lo dijeron 55
en casa de doña Higinia.
Por cierto que desde entonces...
¡Tengo una suerte maldita!
¿No sabe usted quién tallaba?
El teniente de milicias 60
don Toribio. ¡Vaya un cuco!
Se empeñó en echar judías
y perdí sesenta pesos;
pero me cayó una rifa.
DOÑA JULIANA
¿Sí? ¿Y es cosa de valor? 65
DON JOAQUÍN
No, señora; media libra
de cigarros. ¡Qué bien toca
el piano Dolorcitas!
Su hermano es un botarate.
Me han dicho que la modista 70
de ahí enfrente baila bien;
y, aunque está comprometida
con un cesante de Propios...
DOÑA JULIANA
¡Jesús, qué tronera! ¿Olvidas
que te estamos esperando? 75
DON JOAQUÍN
Tiene usted razón. ¡Matías!


Escena II

 

DOÑA JULIANA. PLÁCIDA. INÉS. DON JOAQUÍN. MATÍAS.

 
MATÍAS
Mande usted, mi capitán.
DON JOAQUÍN
El sombrero; date prisa,
y el sable.
MATÍAS
Voy al instante.


Escena III

 

DOÑA JULIANA. PLÁCIDA. INÉS. DON JOAQUÍN.

 
PLÁCIDA
¿Si veremos a Conchita? 80
DON JOAQUÍN
¿Qué habrá sido de mi primo?
  —13→  
DOÑA JULIANA
No me hables de él, que me indigna
su memoria. Aunque le vea
llorar a lágrima viva
y pedirme mil perdones, 85
no haya miedo que le admita
en mi casa.
DON JOAQUÍN
Ha sido un bruto.
Él ha perdido una viña
con dejar a ustedes. No,
no hará tan buena barriga 90
en el cuartel; y si da
con un cabo loco...
 

(Llega MATÍAS con el sombrero y el sable de DON JOAQUÍN.)

 


Escena IV

 

DOÑA JULIANA. PLÁCIDA. INÉS. DON JOAQUÍN. MATÍAS.

 
DON JOAQUÍN
Quita
esa funda, majadero.
 

(Toma el sombrero. MATÍAS quita la funda al sable.)

 
Él ya ha hecho la tontería
de sentar plaza a esta fecha. 95
¡Eh! su letra no es malita,
y tiene buena figura.
¿Quién sabe... Si no se vicia
puede ser que haga carrera.
Con veinte añitos que sirva, 100
basta para ser sargento.
Entonces va es otra vida:
y luego ¡el premio de nueve!10
Vamos, trae...

  (Toma el sable y se lo ciñe.)  

Solicita
una plaza en el resguardo; 105
la consigue; se retira,
y es feliz. Eh, ya estoy listo.
Venga la mano.
DOÑA JULIANA
A tu prima,
que yo bajo muy despacio.
 

(Vanse DON JOAQUÍN y PLÁCIDA.)

 
Cuida de casa, Inesilla. 110
¡Qué talentazo de joven!
¡qué imaginación tan viva!
¡qué gracia! Vamos, él es
la honra de la familia.


Escena V

 

INÉS. MATÍAS.

 
INÉS
¡Jesús, qué gente, Dios mío! 115
No sé cómo hay quien los sirva.
¡Y qué compasión me da
don Cándido! ¡Qué injusticias,
qué perrerías han hecho
con él! Al cabo le obligan 120
a una desesperación.
MATÍAS
Tienen muy malas partidas
estos señores.
INÉS
¡Qué bien
hace en perderlos de vista!
Da lástima, porque al cabo 125
se crió en buenas mantillas;
pero, no digo un fusil,
el presidio de Melilla
es más dulce que aguantar
parentela tan inicua. 130
¡Pobrecito! ¡Y a tu amo
que es un loco, un mariquita,
libertino y jugador,
tantos agasajos! Ira
me da sólo de pensarlo. 135
MATÍAS
Pues no sabes todavía
lo que es bueno. Yo pudiera
decirte ciertas cosillas...
INÉS
¿Sí? Dímelas.
MATÍAS
No me atrevo.
INÉS
Hombre, ¿de mí no te fías? 140
MATÍAS
Si sabe que le descubro
me arrea un pie de paliza
que no me podré lamer.
INÉS
Nada de cuanto me digas
se sabrá, que, aunque criada, 145
soy de chismes enemiga,
y sé guardar un secreto.
MATÍAS
Pues escucha: en Algeciras
se jugó siete mil reales
que eran de la compañía, 150
y por eso estuvo un año
en el fuerte de Chinchilla.
Cuando volvió al regimiento
le nombraron de partida
para perseguir ladrones, 155
vagos y contrabandistas;
y a todos les daba suelta
si largaban la propina.
¡Vaya un modo de robar
entre él y el sargento Díaz! 160
Otra vez tuvo un bromazo
en Cabra; cogió una chispa,
y le dio por ser valiente,
y eso que él es muy gallina
con todos menos conmigo. 165
Entró en casa de unas tías
a la tremenda; y al golpe,
más prontito que la vista,
le quitó el sable un paisano
y le llevó calle arriba 170
a leñazos. ¡Ca! No he visto
hombre más malo en mi vida.
Los soldados no le quieren;
los cabos le tienen tirria;
—14→
los sargentos le desprecian; 175
los subalternos le silban;
los capitanes le escupen,
y los jefes le castigan.
Cuando no está preso, le andan
buscando, y él cada día 180
es peor. Más trampas tiene
que un sastre dice mentiras,
y en su hoja de servicios
más notas feas que líneas.
INÉS
¿Y cómo está tanto tiempo 185
fuera de su cuerpo?
MATÍAS
Chica,
yo no sé. Él lo que es licencia
para Madrid, la tenía;
pero hace ya cuatro meses
que se acabó.
INÉS
Si averiguan
190
su historia...
MATÍAS
¡Oh! sí; nos despiden
a patadas.
INÉS
A él le estiman
sólo por las charreteras,
y si un día se las quitan...
MATÍAS
Más seguro tendrá eso 195
que un ascenso.
INÉS
Le estaría
muy bien al tonto de mi amo
que le atrapase la hija
y...
MATÍAS
Buen provecho. A nosotros
¿qué se nos da?
INÉS
A mí maldita
200
la cosa.
 

(Suena la campanilla.)

 
MATÍAS
Pues a mí...
INÉS
Chito,
que están llamando. Anda, mira
quién es.


Escena VI

 

INÉS.

 
¡Qué diablo de casa!
Como doña Catalina
me quisiera recibir... 205
Ella es.


Escena VII

 

DOÑA CATALINA. INÉS.

 
DOÑA CATALINA
¿Y la familia?
INÉS
Han salido a pasear.
DOÑA CATALINA
¿Y también con ellos iba
don Cándido?
INÉS
Según eso,
no sabe usted todavía 210
lo que pasa.
DOÑA CATALINA
No sé nada.
INÉS
Se ha marchado, señorita,
y acaso no volveremos
a verle. Como una niña
he llorado. Sus roñosos 215
tíos y su insulsa prima
le han ajado hasta no más,
le han hecho mil felonías,
y por fin han apurado
su paciencia. ¡Dijo que iba 220
a sentar plaza!
DOÑA CATALINA
¿Qué dices!
¿Y no hubo un alma benigna
que le detuviera? ¡Infames!
INÉS
No, señora. A sangre fría
su resolución oyeron, 225
y tienen tan malas tripas
que permitieron se fuese
sin comer.
DOÑA CATALINA
¡Qué Dios asista
a una gente tan perversa!
Nada de esto pasaría 230
si hubiera estado yo en casa.
¡Oh vanidad! ¡oh avaricia
detestable! (Acaso yo
soy causa de su desdicha;
¡yo que a hacerle venturoso 235
estaba tan decidida!)
¡Infeliz! Ya será tarde.
Si yo pudiera... Matías
acaso le encontrará.
Corre; que le busque aprisa 240
por todo Madrid; ¿entiendes?
 

(Suena la campanilla.)

 
Y si le ve, que le diga...
Mira primero quién llama.


Escena VIII

 

DOÑA CATALINA.

 
Las leyes de la milicia
son tales que, si obcecado 245
en las banderas se alista,
en vano... ¿Qué veo! Él es.
¡Ay Dios! ¿Si serán tardías
mis lágrimas?


Escena IX

 

DOÑA CATALINA. DON CÁNDIDO.

 
DOÑA CATALINA
¡Es posible,
don Cándido! ¿Usted olvida, 250
usted quiere abandonar
a su verdadera amiga?
DON CÁNDIDO
Así lo quiere, señora,
la insufrible tiranía
—15→
de mis parientes. No hay nada 255
que me acobarde o me aflija
en la penosa existencia
que me aguarda. Las fatigas,
las privaciones, los riesgos
serán para mí delicias 260
lejos de esta gente. Acaso
culpará usted la medida
que he tomado; pero yo
la considero precisa
para salvar mi virtud 265
que he visto comprometida
tantas veces. Si me quejo
de mi fortuna mezquina,
usted sabe bien por qué,
sin que mi lengua lo diga; 270
usted que ve en este instante
el fondo del alma mía.
DOÑA CATALINA
Conque, en fin ¿ya no hay remedio?
¡Nos deja usted!
DON CÁNDIDO
Sí; reciba
usted mi postrer adiós. 275
En la tienda de la esquina
me han dicho que a pasear
salió toda la familia,
y por eso me he atrevido
a subir.
DOÑA CATALINA
Muy ofendida
280
debo estar de un proceder
tan injusto. ¿No era digna
de que usted me consultase
primero? ¿Yo sufriría
que el mejor de mis amigos 285
pereciese, siendo rica,
compasiva y generosa,
aunque lo diga yo misma,
más que todos los parientes
del mundo?
DON CÁNDIDO
No me atrevía
290
a comprometer a usted.
DOÑA CATALINA
Esa es una intempestiva
delicadeza, que yo
llamo orgullo o cobardía.
En fin, ya es usted soldado. 295
¡A bien poco se limita
su ambición!
DON CÁNDIDO
Aún no lo soy.
DOÑA CATALINA
¡Cómo!...
DON CÁNDIDO
Ya estaba extendida
la filiación; pero el jefe
cuando iba a poner mi firma 300
me mandó volver mañana,
diciendo que así tendría
lugar de pensarlo bien.
DOÑA CATALINA
No me paga usté en su vida
el mal rato que me ha dado. 305
DON CÁNDIDO
Salí pues de la oficina,
y, resuelto a no mudar
de pensamiento, venía
a despedirme de usted.
DOÑA CATALINA
Agradezco a usted su fina 310
atención. Vamos, ¿y ahora?
¿es cierta la despedida?
¿está usted determinado
a incorporarse en las filas
de los valientes?
DON CÁNDIDO
Señora...
315
DOÑA CATALINA
¿Podrá usted con la mochila?
DON CÁNDIDO
Usted se burla de mí.
¿Acaso es cosa de risa...
DOÑA CATALINA
No hace mucho que he llorado:
deje usted que ahora me ría. 320
DON CÁNDIDO
¡Qué escucho! ¿Yo he merecido
que la amable Catalina
llore por mí?
DOÑA CATALINA
Usted va a ver
si soy o no soy su amiga.
Mire usted: yo no soy fea; 325
¿cierto?
DON CÁNDIDO
Es usted peregrina,
es usted...
DOÑA CATALINA
Veinte y cinco años
no es una edad excesiva,
me parece.
DON CÁNDIDO
¡Qué preguntas,
señora, a quien no respira 330
más que amor y gratitud...!
DOÑA CATALINA
Yo tengo en Andalucía
haciendas considerables
y en Castilla muchas fincas;
soy viuda, pero sin hijos; 335
detesto la hipocresía,
y me gusta divertirme,
pero nadie con justicia
puede tachar mi conducta...
DON CÁNDIDO
¡Ah señora! ¡Qué prolija 340
digresión! Perdone usted;
ya sé adónde se encamina
ese discurso. Usted puede
juzgarlo por mi alegría,
por la dulce agitación... 345
DOÑA CATALINA
Me ha gustado mucho el clima
de Madrid...
DON CÁNDIDO
¡Por Dios! ¿Qué tiene
que ver eso con mi dicha?
DOÑA CATALINA
Es decir que ya una vez
en la corte establecida, 350
y con tantas circunstancias
para excitar la codicia
de un novio, aspirar pudiera
a bodas muy distinguidas;
pero usted conocerá 355
que mi corazón se inclina...
DON CÁNDIDO
Basta, señora: no puedo
más. ¡Oh fineza inaudita!
¡oh ventura! Yo era amado
de la hermosa Catalina; 360
¡y la pagaba tan mal
que de sus ojos huía!
Yo soy el mortal feliz
a quien su mano destina;
yo soy...
DOÑA CATALINA
¡Eh! poquito a poco,
365
señor mío. Usted delira.
Vaya, vaya; ¡pues me gusta
la ocurrencia! Usted creía
—16→
verse ya... ¡Buenos estamos!
¡Caramba con el mosquita 370
muerta!
DON CÁNDIDO
(No sé dónde estoy.)
DOÑA CATALINA
Yo soy una buena amiga
de usted, una apasionada
que le protege y le estima;
pero estimación y amor 375
son dos cosas muy distintas.
DON CÁNDIDO
Poco debe de estimarme
quien así me martiriza;
quien se regocija en verme
padecer. ¡Ah! yo creía 380
que era usted más generosa.
DOÑA CATALINA
¡Cómo! Mi amistad se obliga
a facilitar a usted
una subsistencia digna
de su cuna y sus virtudes, 385
sin exigir que me sirva
ni me adule, a imitación
de su despreciable tía.
Si esto no es ser generosa,
que venga Dios y lo diga. 390
DON CÁNDIDO
¡Ah! sí. Pero ¿usted presume
que mi ventura se cifra
en eso sólo?
DOÑA CATALINA
Pues ¿qué
quiere usted? ¿Que yo le elija
para marido?
DON CÁNDIDO
¡Señora!...
395
Quiero que usted me permita
rehusar sus beneficios.
DOÑA CATALINA
Está buena la salida.
DON CÁNDIDO
¿Qué me importan las riquezas,
¡cruel! con que usted me brinda 400
después de oír el funesto
desengaño que me priva
de mi más dulce esperanza?
Yo no debí concebirla;
es cierto, pero quizá 405
toda la culpa no es mía.

  (Se arroja a los pies de DOÑA CATALINA.)  

Tal vez esa misma boca,
que ahora sólo conspira
a mi desesperación,
ha pronunciado propicia 410
acentos consoladores.
Esos ojos, que me inspiran
tanto amor, tal vez hoy mismo
el placer me prometían.
Sea loca presunción 415
en mí, o en usted perfidia,
jurara que en este instante
más amorosos me miran,
y yo...
 

(Suena la campanilla. DON CÁNDIDO se levanta.)

 
DOÑA CATALINA
Levántese usted,
que tocan la campanilla. 420
(¡Y a qué buen tiempo! Si tardan
dos minutos, soy perdida.)


Escena X

 

DOÑA CATALINA. DON CÁNDIDO. DON BRUNO.

 
DON BRUNO
¡Cándido!
DON CÁNDIDO
No, no me engaño.
Él es. ¡Tío de mi vida!
 

(Se abrazan.)

 
DON BRUNO
Tan mal vestido... Ya veo 425
que en tu carta no mentías.
DOÑA CATALINA
Aquí le han hecho penar
más de lo que usted imagina.
¡Qué parientes! Juzgue usted
cuán deplorable sería 430
su situación, cuando hoy mismo...
Pero ruego a usted se sirva
pasar a mi habitación,
y allí...
DON CÁNDIDO
Sí, usted necesita
descansar.
DON BRUNO
Como usted guste.
435
¿No están en casa...


Escena XI

 

DOÑA CATALINA. DON CÁNDIDO. DON BRUNO. DON JOAQUÍN.

 
 

(DON JOAQUÍN entra precipitado con dirección a su cuarto.)

 
DON JOAQUÍN
¡Maldita
memoria! ¡Haberme dejado
una cosa tan precisa!
¡Mi lente! ¡Ah! estoy a los pies
de usted, bella Catalina. 440
¿Usted no pasea?
DOÑA CATALINA
No.
DON JOAQUÍN
Es usted muy egoísta.
DOÑA CATALINA
Mil gracias por el obsequio.
DON JOAQUÍN
Los elegantes se privan
por la pereza de usted 445
de la cara más bonita
y el cuerpo más agraciado
que tiene Madrid. ¡Matías!
Hoy está muy concurrido
el salón. Hace buen día. 450
¿Usted va a salir?
DOÑA CATALINA
No.
DON JOAQUÍN
Como
la veo a usted de mantilla...


Escena XII

 

DOÑA CATALINA. DON CÁNDIDO. DON BRUNO. DON JOAQUÍN. MATÍAS.

 
MATÍAS
¿Qué manda usted?
DON JOAQUÍN
Trae mi lente;
sin arrugarme la cinta.
Corre.

  —17→  

Escena XIII

 

DOÑA CATALINA. DON CÁNDIDO. DON BRUNO. DON JOAQUÍN.

 
DON JOAQUÍN
Vaya, ¿quiere usted
455
venir al Prado, alma mía?
Sí, venga usted. Aún podemos
dar cuatro vueltas.
DOÑA CATALINA
Se estima.

  (Aparte a DOÑA CATALINA examinando a DON BRUNO.)  

DON JOAQUÍN
¿Qué apunte es ese?
DOÑA CATALINA
No sé.
DON JOAQUÍN
Me choca mucho. Él me mira 460
con una atención... Adiós,
primo mío. No te había
visto. ¿Has sentado ya plaza?
 

(Vuelve MATÍAS con el lente, lo da a su amo y se retira.)

 
MATÍAS
Aquí está el lente.
DON JOAQUÍN
¿En marina,
o en guardias? ¡Qué bien has hecho 465
en sacudir la polilla
y largarte de esta casa!
Yo no sé cómo sufrías
tantos ultrajes. A mí
me adulan y me acarician 470
porque soy hombre de pro
y esperan que con mi prima
me case. Yo no la quiero,
porque es una coquetilla.
Ella, sí, tiene buen dote, 475
y en muriendo el estantigua
de don Bruno...
 

(Violento gesto de cólera en DON CÁNDIDO.)

 
DON BRUNO

 (En voz baja.) 

Disimula.
DON JOAQUÍN
Que es, según tengo noticias,
muy bruto, pero muy rico,
es regular que la niña 480
le herede; mas otro amor
es el que a mí me electriza.

  (A DOÑA CATALINA.)  

¿No es verdad? El tío Marcelo
es tal cual, pero la tía
es muy cócora. ¿Y el tío 485
don Onofre? Me fastidia,
me degüella. Harás muy mal
en volverle la levita.
¡Ah! me olvidaba: si quieres
servir en caballería, 490
te traeré a mi regimiento.
Antes de pasar revista
te tomaré de asistente,
y así tu suerte se alivia:
al fin no comes en rancho 495
ni haces ninguna fatiga.
¡Qué tarde es ya! Abur, madama.

  (Mirando a DON BRUNO con su lente.)  

(¡Huf! ¡Qué facha tan antigua!)


Escena XIV

 

DOÑA CATALINA. DON CÁNDIDO. DON BRUNO.

 
DON BRUNO
¡Dios mío! ¿Y este es el joven
de quien Marcelo me hacía 500
tantos elogios? ¿Es este
a quien destina su hija?
DOÑA CATALINA
Sí, señor; tal para cual.
No sé yo quién perdería
de los dos. A ese tronera 505
se le obsequia, se le mima
y... Vamos, vamos adentro.
Oirá usted maravillas.
 

(Entran en el cuarto de DOÑA CATALINA.)