Escena I
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El teatro representa el panteón
de la familia de BLANCA, con puerta y escalera en el foro,
que supone la entrada principal: otra a la izquierda, que
comunica a la habitación de BLANCA; y otra a la derecha,
que conduce al templo. Se verán varios sepulcros con
inscripciones del nombre de Rossi: a la izquierda cerca del
proscenio se ve el de BAUTISTA, cuya losa estará entre
abierta, y apoyada por el frente sobre una barra de hierro
a la altura de una vara: al pie del sepulcro estará
la armadura y manto de BAUTISTA. La escena no tiene más
luz que la de una lámpara, que esta suspendida en
medio de las bóvedas. ALBERTO, Nobles por la bóveda
del templo.
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ALBERTO |
Cierta es la desventura, compañeros: | |
(El verso siguiente mirando a la puerta del foro, que está
abierta.)
| franca está de este seno pavoroso,
| | la entrada en el palacio; a los reflejos | | de esa pálida
luz, abierta noto
| | la losa sepulcral. ¡Oh Dios!... ¡qué
miro! | 5 |
(Se acerca al sepulcro de BAUTISTA, y reconoce
su armadura y manto.)
| ¡Las armas de Bautista!... sus
despojos... | | Destrozados, sangrientos... ¡oh barbarie!
| | ¡Oh caudillo infeliz! mientras nosotros, | | perdida
la ocasión de la venganza, | | por la ciudad vagamos
presurosos | 10 | en busca de Genaro, la perfidia | | ha consumado,
el crimen: ya en el fondo | | de la tumba abismose para siempre
| | la existencia del héroe valeroso: | | ¿Cómo
pudo lograr la tiranía | 15 | poner fin a su vida,
cielos? ¿Cómo | | el bárbaro Acciolino ha descubierto
| | en nuestro daño a su rival glorioso? | | Yo observé
desde el templo a ese tirano | | girar errante de este sitio
en torno; | 20 | vi sus parciales profanar la entrada | |
de esta sacra mansión, y receloso, | | prevenir se
custodie este palacio | | contra las intenciones de Leopoldo.
| | A buscaros entonces me apresuro: | 25 | mas ¡oh desgracia!
¿Para qué os convoco? | | ¿Para ver en la muerte de
Bautista | | el triunfo del tirano y nuestro oprobio? | |
¿Quién duda que Acciolino ha descubierto
| | nuestra
conspiración? Se perdió todo: | 30 | vendidos
estaremos; de Genaro | | el destino se ignora; mas nosotros
| | venderemos bien caras nuestras vidas | | en el ultimo
trance... Pasos oigo. | |
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(Rumor dentro.)
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Escena II
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DICHOS, GENARO por la
puerta del templo.
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ALBERTO | He aquí el momento.
¿Quién? |
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GENARO | Fieles
amigos, | 35 | yo soy; no receléis. |
|
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ALBERTO | ¡Tú
del furioso | | Acciolino estás libre! Di, Genaro,
| | ¿A quién la vida debes? |
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GENARO | A
Dios sólo: | | Él me reserva a ser el instrumento
| | de su eterna justicia. |
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ALBERTO | De
qué modo, | 40 | si el infeliz Bautista...
|
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GENARO |
Fui
testigo | | De su barbara muerte: entre el asombro, | | entre
el dolor mi corazón recuerda | | temblando el espectáculo
horroroso. | | Apenas a las puertas de este alcázar | 45 | volví, cuando admirado desconozco | | las guardias
que lo cercan; sus aceros, | | a que penetre en él,
fueron estorbo. | | Indago en el umbral por que me impiden;
| | y en tanto que me observan silenciosos | 50 | con semblante
feroz, veo en el atrio, | | de las hachas al brillo luminoso,
| | conducir a Bautista desarmado | | por los viles ministros
del encono. | | Allí darle la muerte resolvieron | 55 | los infames verdugos; valeroso | | Bautista se defiende
largo tiempo | | con los esfuerzos de su brazo heroico:
| | yo viendo su peligro inevitable | | me afano por llegar;
grito... socorro; | 60 | ruego, amenazo, gimo; y todo en vano:
| | a mis lamentos y a mis quejas sordos | | esos tigres
lograron oprimirlo | | y a mi vista uno de ellos, más
furioso, | | con un puñal el pecho le atraviesa: | 65 | la sangre salta en humeante arroyo | | sobre el vil asesino,
que se goza
| | en ver el espectáculo espantoso:
| | cayó Bautista exánime; y su cuerpo | |
arrastraron crueles con oprobio | 70 | hacia este panteón:
horrorizado, | | del palacio las puertas abandono, | | y
por el templo hasta este sitio llego | | respirando venganza;
yo la imploro, | | y el momento se acerca de lograrla. | 75 | Acciolino perezca; caiga el monstruo | | destrozado a
la vista de esta tumba: | | vuestras espadas de su pecho
odioso | | se bañen en la sangre, que brotando | |
sobre este pavimento ante mis ojos | 80 | sirva para calmar
la triste sombra | | de un caudillo infeliz y virtuoso.
| |
|
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ALBERTO | Todos pereceremos, si a ese impío | | no
lograrnos rendir; bastantes somos | | para la empresa; amigos,
no esperemos | 85 | los parciales, a quienes cuidadoso | |
fue a convocar por la ciudad Genaro; | | pues dilató
su ausencia nuestro enojo, | | y por ella Bautista ha perecido.
| | Pero si en este sitio pavoroso | 90 | hemos de aniquilar
a ese malvado, | | indícanos, Genaro, de qué
modo. | |
|
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GENARO | Aquí vendrá buscando su castigo:
| | a los guardias oí, que receloso | | de estar
obedecido, de Bautista | 95 | quiere ver el cadáver
lastimoso; | | vosotros en las bóvedas inmensas | | de este lóbrego sitio, cautelosos | | os podéis
ocultar; yo prevenido | | observaré si llega el alevoso | 100 |
(El verso siguiente señalando la puerta del
foro.)
| a esa entrada, la sola que él conoce:
| | si por ella desciende, yo animoso | | repetiré,
Acciolino, y a su nombre, | | que es la señal de muerte
que dispongo, | | le asaltaréis intrépidos,
dejando | 105 | en leves piezas su cadáver roto. | | Para que las tinieblas no malogren | | nuestra venganza,
algunos de vosotros | | por la puerta del templo prevenidos
| | con hachas, a mi voz estaréis prontos. | 110 |
Cuando haya perecido, gritaremos | | libertad, y asaltando
valerosos | | sus guardias con las armas en la mano, | |
sembraremos el susto y el asombro | | en la ciudad: entonces
sus esfuerzos | 115 | entre la confusión y el alboroto
| | unirán a los nuestros, los que ahora | | esperan
de la empresa el feliz logro. | | Bazano, libertada por sus
hijos,
| | cobrará en breve su esplendor glorioso;
| 120 | y el cuerpo de Acciolino destrozado, | | revolcado
en su sangre y en el polvo, | | a las plantas de Blanca arrastraremos;
| | porque consiga en su mortal ahogo | | templar con la
venganza las angustias, | 125 | que sufre por la muerte de
su esposo. | |
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ALBERTO | ¿Acaso sabe Blanca que Bautista | |
ha perecido? |
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GENARO | Alberto,
yo lo ignoro; | | Ni sé como ha logrado su existencia
| | descubrir el tirano; pero todo | 130 | lo sabremos después.
Fieles amigos, | | no perdamos un tiempo tan precioso | |
en vanas discusiones. |
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ALBERTO | A
vengarnos: | | pero nuestro furor debe a Leopoldo | | la
vida perdonar. |
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GENARO | Él
compasivo, | 135 | fuera de estas murallas, cuidadoso | |
para hallar el cadáver de Bautista | | del sol espera
el astro luminoso. | |
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ALBERTO | Pues está lejos del
común peligro,
| | no dejemos con vida en el destrozo | 140 | ninguno de los bárbaros verdugos, | | después
que a nuestros golpes caiga el monstruo. | | Parte, Genaro.
|
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GENARO | Sombras
inmortales | | de los valientes Rossis, si mis votos | |
penetran la morada del sepulcro, | 145 | prestad a nuestros
brazos el heroico | | valor con que otro tiempo defendisteis
| | vuestra abatida patria: | | (Mirando al sepulcro de Bautista.) |
y tú, glorioso | | espíritu del héroe
que lloramos, | 150 | acepta la venganza que dispongo. | |
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(Se va por la puerta del templo con dos de los nobles.)
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Escena IV
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ALBERTO, BLANCA, FELICIA, aquella apoyada en los brazos
de esta, el cabello suelto en el mayor desorden y abatimiento;
ambas salen por la bóveda que conduce a su habitación.
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ALBERTO | (Aproximándose.) |
¿Quién va, quién es? |
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BLANCA | Alberto,
amigo, | 160 | La desgraciada Blanca. |
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|
ALBERTO | En
tu socorro | | los nobles y tu padre... |
|
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ALBERTO | Sí: nuestras esperanzas en él
solo
| | consisten; él dispone la venganza | | que
la ocasión perdida... |
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BLANCA | Lo
sé todo. | 165 | Tarde será, bien tarde. |
|
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ALBERTO |
¿Pues
acaso | | de Bautista el destino... |
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BLANCA | No
lo ignoro: | | pereció por salvar la triste vida
| | de su mísera esposa. |
|
|
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BLANCA | Mis abatidas fuerzas no permiten
| 170 | que ahora repetir pueda el horroroso | | origen de
mis penas. Vete, amigo; | | y deja que a la sombra de mi
esposo | | mi llanto se consagre. |
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|
ALBERTO | Tu
peligro | | en este panteón... |
|
|
BLANCA | Ninguno
corro: | 175 | estos fríos sepulcros me aseguran. | |
|
|
ALBERTO | Si te hallase tu padre...
|
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BLANCA | Será
corto | | el tiempo de mis lágrimas; si vuelve | |
antes que calme mi dolor penoso, | | a su voz yo te ofrezco
retirarme. | 180 |
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|
ALBERTO | En fe de esa palabra no te estorbo.
| |
|
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(Se va por donde los nobles.)
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Escena V
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BLANCA, FELICIA.
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BLANCA |
Heme en tu seno al fin, mansión sagrada | | de la
eterna quietud, donde el reposo | | termina los tormentos.
¡Ah! mis plantas | | agobiadas del peso del oprobio | 185 | y
la aflicción apenas me sostienen: | | ¡Ay Felicia!
este seno tenebroso, | | este sacro silencio de la tumba,
| | que asusta a los mortales, reconozco | | que alivia mi
dolor; él es conforme | 190 | a este recinto triste y
pavoroso. | | Cara amiga, en el yace para siempre | |
el héroe ilustre, cuya sombra adoro; | | y en él
mi corazón viene a ofrecerle
| | mis angustias, mi
llanto y mis sollozos. | 195 |
|
|
FELICIA | ¿Tan poco puede mi amistad
contigo, | | que desprecias mi ruego afectuoso? | | ¿Por
qué empeñada en aumentar tus penas, | | renovarlas
intentas en el fondo | | de este lúgubre sitio? Por
dos veces | 200 | (El verso que sigue señalando a la bóveda
por donde salieron.) | entre las densas sombras de ese
ignoto | | camino de la muerte, desmayada | | te sostuve
en mis brazos cariñosos; | | te vi casi expirar; pero
al cobrarte | | no sirvieron mis súplicas de estorbo
| 205 | a tu funesto amor: ¡ah! retrocede | | amiga; que aún
es tiempo; vamos pronto | | lejos de estos horrores; ¿qué
consigues | | con que su vista aumente tus ahogos? | |
|
|
BLANCA |
Siento que me consuela; sí: mis fuerzas | 210 | renacen
por momentos; sin apoyo | | puedo mover mis plantas vacilantes.
| |
|
|
|
(Se separa de FELICIA, y se adelanta en la escena.)
|
|
BLANCA | No
temas. Ve aquí el trono | | (Señalando los
sepulcros del foro.) | de la virtud; la tumba; ¡oh qué
felice | | descansa en ella el hombre virtuoso! | 215 | Mis nobles
ascendientes, que lo fueron, | | en una eternidad ya son
dichosos: | | y yo vivo... ¡ay de mí! porque mi vida
| | espera conseguir el triste gozo | | de ver difunto a
quien amé constante, | 220 | y después expirar.
|
|
|
FELICIA | ¡Cielos,
qué oigo! | | ¿Y ese es tu designio? ¿Y qué
pretendes, | | cruel, ejecutarlo ante mis ojos? | | ¿Qué
se hizo tu valor? Di ¿qué se hicieron, | | los sentimientos
puros, religiosos, | 225 | que el Dios, que te ha formado de
la nada, | | de tu obediencia exige? Desconozco | | tu
virtud: ya no es Blanca la heroína, | | que mis cuidados
mereció amistosos; | | la desesperación entro
en su pecho: | 230 | por ella busca el medio criminoso | |
de acabar con la vida su desgracia, | | usurpando al Eterno
de este modo | | el supremo poder. |
|
|
BLANCA | Felicia,
cesa; | | yo tiemblo; yo me humillo ante su trono, | 235 | él
ve mi corazón: a sus decretos | | sabios, incomprensibles
ya me postro,
| | y ofreciéndole humilde mis angustias,
| | Él este error perdonará piadoso. | |
|
|
|
BLANCA | ¿Dónde,
amiga, | 240 | dónde estaré segura, si no logro | | estarlo en este sitio? Ya en la tierra | | no hay
para mí defensa: sin apoyo, | | sin amparo, sin fuerzas;
tú lo sabes, | | y en fin, cara Felicia, sin esposo.
| 245 |
|
|
|
BLANCA | (Acercándose al sepulcro
de BAUTISTA.) | De
esa luz a los reflejos | | en esta obscuridad ya ven mis
ojos | | la urna adorada que mis ansias buscan. | |
|
|
FELICIA | (Interponiéndose.) | No te acerques, espera. |
|
|
BLANCA | ¿Aún
este corto | | alivio has de impedirme? Cruel Felicia, | 250 | déjame por piedad. |
|
|
FELICIA | Mira
que estorbo, | | que tu dolor la muerte te apresure.
| |
|
|
BLANCA | No; te engañas, amiga, de este modo | |
consolaré mis penas; y te juro, | | que mientras no
peligre mi decoro, | 255 | no atentaré a mi vida. Tú
sin duda | | no has amado jamás; pues si no ¿cómo
| | fueras tan inhumana? Si me impides | | la vista de ese
objeto lastimoso, | | me verás expirar. |
|
|
FELICIA |
¡Desventurada!
| 260 | No puedo resistir. |
|
|
|
(Se aparta.)
|
BLANCA | (Acercándose al sepulcro reconoce la armadura
de BAUTISTA.) | Estos
despojos... | | mi corazón de nuevo se estremece.
| | ¡Ah! suyos fueron... Sí. ¡Gran Dios! | (Cogiendo
el manto.) | Yo
toco | | en ellos con horror su helada sangre. | | Mira,
Felicia, en la armadura el rojo | 265 | esmalte de sus venas.
|
|
|
|
BLANCA | No hay duda, mi dolor llegó
a su colmo.
| |
|
|
FELICIA | Blanca, si de este sitio no te alejas,
| | yo te dejo. |
|
|
BLANCA | ¿Y
qué importa tu abandono, | | a quien todo en la tierra
lo ha perdido? | 270 | (Volviendo al sepulcro.) | ¿Son estas
las delicias, tierno esposo, | | que en tus brazos pensó
la triste Blanca | | gozar mientras viviese? ¿Es este el
solio | | de la fe conyugal? ¡Qué! ¿Serán estos
| | los eternos laureles victoriosos | 275 | con que pensabas
coronar tu frente? | | ¿Qué se hizo el aparato,
qué el adorno | | de las pompas de Marte? ¿Qué
se hicieron | | tus virtudes, tu amor?... ¡Ay! todo, todo
| | despareció como fugaces sueños. | 280 | ¡Oh
ilusiones del bien, que en vano lloro! | | ¡Oh esperanzas
mentidas de fortuna | | fuisteis por siempre! Víctima
del odio | | yace el héroe de Italia, y a mis quejas,
| | a mis lamentos en la tumba sordo, | 285 | descansa; y yo
respiro... y yo no puedo | | con el fuego animar de mis
sollozos | | la vida que en un tiempo fue la mía.
| | (Se arrodilla junto al sepulcro.) | Helado mármol,
que insensible toco, | | enciéndete en la llama de
mi pecho;
| 290 | yo te abrazo; tú encierras mi tesoro;
| | vuélvemelo, cruel; sí; yo te pido | | mi cara prenda, vuélveme mi esposo. | | (Se
levanta.) | ¡Mísera! Yo deliro. Es una
piedra; | | no puede enternecerse; ni tampoco | 295 | puedo morir
sin ofender al cielo. | | ¿Esperaré cobarde, que
a mis ojos | | el bárbaro Acciolino se presente | | a exigir con la fuerza mi desdoro? | | ¿Podré por
su violencia deshonrada | 300 | pasar mis días en perpetuo
oprobio? | | No será... no será. Blanca, la
muerte | | primero, que toleres de ese aborto | | infernal
los halagos, ni aún la vista: | | no triunfara jamás
de mi decoro. | 305 | Óyeme, sombra amada; fui tu esposa;
| | no quebrantará Blanca el tierno voto | | de
su fe conyugal, hasta que logre | | unirse a ti en el seno
del reposo. | |
|
|
FELICIA | Su dolor me penetra; vamos, Blanca.
| 310 |
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BLANCA | No; déjame. Ya siento que recobro | | para
ver su cadáver mis esfuerzos. | |
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FELICIA | (Mirando a la puerta del foro.) | ¡Qué resplandor!
¡que estruendo!
|
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Escena VII
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DICHOS, ALBERTO y Nobles con las espadas desnudas. Por la puerta del templo
GENARO y dos Nobles con hachas.
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|
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FELICIA | ¡Ah!
favor... Socorred todos | | a Blanca, que perece. |
|
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GENARO |
¡Qué
he escuchado! | | Hija mía...¡qué miro!...
Venid pronto, | | levantemos la losa. |
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(GENARO
y nobles sacan a BLANCA del sepulcro, queda en brazos de
su padre.)
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ACCIOLINO | (En ademán de querer
irse.) | Estoy
vendido... | 320 | Ella muere. |
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ALBERTO | (Impidiéndole
la salida.) | Detente,
horrible monstruo, | | no has de salir con vida de este sitio.
| |
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GENARO | No hay remedio; expiro. Ya está en su
rostro | | la muerte impresa. ¡Desgraciada hija! | | ¡Padre
desventurado! |
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ACCIOLINO | (Observando a BLANCA.) | Sí;
el hermoso | 325 | objeto de mi amor y mis rencores | | inanimado
yace... yo... ¡qué asombro | | hiela mi corazón!...
| (Horrorizado, creyendo ver la sombra de BAUTISTA.) | Bautista...
tente. | | ¡Qué horror!... tu sombra veo... reconozco
| | las sangrientas heridas de tu seno... | 330 | ¡Oh vista!...
¡Oh crimen!... Implacable esposo... | | ¿Señalas su
cadáver y el sepulcro?... | | No soy la causa.
|
|
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GENARO | (A los nobles.) | ¿A qué esperáis
vosotros? | | Esta víctima ved; su sangre corre | | por libertar su honor de ese furioso. | 335 | El cielo con
prodigios lo amenaza; | | cúmplase su castigo. |
|
|
|
(Los nobles hacen ademán de acometer a ACCIOLINO.)
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ACCIOLINO | (A los nobles.) | No,
alevosos, | | este puñal, que cometió el
delito, | | (Saca el puñal que quitó a BLANCA.) | es a quien toca la venganza sólo. | |
|
|
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(Se hiere, y cae muerto.)
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