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ArribaAbajoJornada segunda

 

Salen DON PEDRO MIAGO y GALVÁN, moro galán.

 
GALVAN
Alí Maimon, de Sevilla
Rey, deste nombre el tercero,
que guarde Alá largas lunas
como ha menester su reino;
por conciertos de amistades
trató con Alfonso el Sexto,
rey de Castilla y de León,
vuestro rey (que guarde el cielo)
casar a Zaida, su hija,
milagro del siglo nuestro,
que a faltarle Alá Mahoma
esta lo fuera en el suelo;
Si es hermosa, el sol lo diga,
pues gobernando el imperio
de su belleza, es el sol
virey de sus ojos negros;
a los Abriles que están
los dos nácares vertiendo
de la hermosa Andalucia,
hurtó a la Seitia el invierno;
cortara flechas y rayos
del oro de sus cabellos
amor, si perder pudiera
a sus ojos el respeto;
de su boca olor y risa
aprende el alba y el viento,
que en vez de llorar aljófar
Ríe estrellas y luceros;
con el cristal de sus manos
compiten los once cielos,
que a su belleza cobardes
no se atreven cielo a dedo,
formando dulce armonía
en la hermosura del cuerpo
el alma bella que goza
su divino entendimiento.
Con su alteza, de Sevilla,
para este efecto, en efeto,
en su servicio salimos
los más nobles caballeros;
si te he de decir verdad,
cristiano, todos sintiendo
que Zaida lo haya de ser,
y es natural sentimiento
que en la disputa, cristiano,
de las leyes no me meto,
pues la amistad nos estorba
usar nuestros argumentos;
ya sabéis que son tan cortos
que de la lengua al acero,
con solo un antecedente
la consecuencia ponemos;
si es la vuestra más verdad,
nos hace fuerza y da esfuerzo
el ser la nuestra heredada
de nuestros padres y abuelos;
aunque en estas diferencias
Alá sabe lo más cierto,
Él nos dé luz, y haga a Zaida
que con él reine en el cielo
al fin, vistiendo los campos,
con el Abril compitiendo,
de almalafas y de plumas,
si de bengalas el viento;
engañamos a los montes,
pareciendo desde lejos
árboles que caminaban
o prados de flores llenos,
hoy fuéramos a sus ojos,
ya mirabeles, ya almendros,
si a las yeguas andaluzas
no descubrieran los ecos;
desta suerte caminamos
con varios recibimientos
de las villas y lugares,
como a su reina en efeto;
y pasando a Guadarrama
en sus peñascos soberbios
nevando plumas y tocas
anticipamos a Enero,
adonde con la nobleza
castellana, Alfonso, haciendo
real lisonja a sus ojos
hizo mar de amor el puerto
y a Valladolid llegando
mostró la corte en el ciclo
desde su puerta del Campo
a su Palacio soberbio;
aquí de los alfaquíes
más sabios y más discretos
de su ley para el bautismo
enseñada fue primero;
y hoy que está catequizada,
como decís, en el templo
mayor de vuestra mezquita,
donde está el famoso entierro
de aquel valeroso Conde
que con invencible pecho
el sexto Alfonso sacó
de la prisión de Toledo,
la bautizan y se casan
juntamente casi a un tiempo,
que el grande alfaquí de Burgos
vino a la corte al efecto;
vuestro famoso Almirante,
que es espejo en años tiernos
de los reyes sus pasados
que fueron del mundo espejos,
y su esposa, tan hermosa
que por encarecimiento
corre parejas con Zaida,
que es avetitajalla al cielo,
de la boda y del bautismo
son los padrinos, haciendo
el Rey con esta amistad
segundo deudo con ellos;
esto es todo lo que pasa,
dadme licencia con esto,
que como estoy obligado,
voy al acompañamiento.
DON PEDRO
Aguardad, hidalgo moro,
porque quiero conoceros,
y serviros, si es posible,
la merced que me habéis hecho,
que a términos tan hidalgos
como habéis tenido, quiero,
para serviros, deciros
mi nombre en sabiendo el vuestro.
GALVAN
Galvan, cristiano, es el mío,
cuya nobleza trajeron
mis abuelos a Sevilla
de los Jeques de Marruecos;
vivo en Ecija, que soy
su alcalde en ella, aunque muero,
por Felisalba en Osuna,
a manos de mis deseos.
DON PEDRO
Yo soy don Pedro Miago,
un honrado caballero
de Valladolid, tan noble
como el rey Alfonso el sexto;
vivo junto a San Esteban,
y no tan pobre, que puedo
cuando la hayáis menester
alguna hacienda ofreceros.
Lo que asistáis en la corte
mis caballos serán vuestros,
que os aseguro que encima
no echéis los de Ecija menos.
Y si queréis de posada
mudar, una casa tengo
que puede el Rey envidiarla,
y no digo mucho en esto.
Y advertid que estos no son
cortesanos cumplimientos
de los que en la corte usan
tornasoles caballeros;
que soy don Pedro Miago,
hombre de chapa, y que tengo
mi palabra por verdad,
mi nobleza por espejo
porque es de Dios apellido
y ansí le tiene en el cielo
y el caballero, Galvan
que no se preciare dello,
ni es honrado ni es cristiano,
valiente ni caballero.
GALVAN
¡Qué valeroso cristiano!
¡Qué palabras! ¡Qué gran pecho!
¡Qué aspecto! Su Cid no pudo
ser más, ni él pudo ser menos.
Por A1á que no he envidiado
castellano caballero,
ni cristiano si no es este.
Que me ha admirado confieso.
Llega esa yegua, Celin,
Aquí.

 (Vase.) 

 

Sale EL ALMIRANTE DE CASTILLA, mozo.

 
ALMIRANTE
En vuestra busca vengo.
DON PEDRO
Señor, ¿vuecelencia a mí
viene a buscarme, pudiendo
con un criado mandarme
que a servirle fuese?
ALMIRANTE
Debo
a la sangre que tenéis
mucha más, señor don Pedro;
y no es mucho que yo os busque,
Si el Rey, soberano dueño,
no puede acabar con vos
que le visitéis.
DON PEDRO
Prometo
a vuecelencia, que soy
desque nací, y ya soy viejo,
de tan contraria opinión,
de tan cortos pensamientos
en las cosas de Palacio
que ni gusto, ni me atrevo
a entrar en ellos jamás,
que hay laberintos en ellos
que enredarán al más sabio
y perderán al más cuerdo;
yo estoy ya viejo y cansado
quizá de servir mancebo
contra las lunas alarbes
a su padre y a su abuelo;
y la verdad y la espada
desnudas siempre estuvieron
para servir a mi rey
en mi mano y en mi pecho;
y no quiero entrar ahora
a escuchar a lisonjeros,
que con verdades vestidas
y espadas están sirviendo;
que soy hombre mal sufrido,
y no estoy ahora en tiempo
de granjear enemigos;
al fin condición de viejos.
ALMIRANTE
Señor don Pedro Miago,
si por Almirante puedo
de Castilla con vos algo,
me habéis de honrar con los deudos
de mi casa en el bautismo,
velacion y casamientode los reyes.
DON PEDRO
Vuestro soy,
y por orden vuestra quiero
besalle a Alfonso la mano.
ALMIRANTE
Estimo, señor don Pedro,
como es razón, la merced
que me hacéis.
DON PEDRO
Vuestros abuelos
y vuestros padres han sido
como vos siempre mis dueños,
y quiero que mi señora
la Condesa, en nombre vuestro,
dé a doña Toda, mi hija,
por dama a la Reina.
ALMIRANTE
Espero
del Rey muy grandes albricias,
y hará la Condesa en eso
muy gran lisonja a su alteza.
DON PEDRO
Aunque yo casarla puedo
muy bien en Valladolid,
conozco, Señor, que pierdo,
no metiéndola en Palacio,
diferentes casamientos
adelantando mi casa,
y que me quito con esto
el cuidado de guardarla.
ALMIRANTE
Ha sido prudente acuerdo.
Prevéngase mi señora
doña Toda, porque luego
va por ella la Condesa.
DON PEDRO
Mil veces las manos beso
a vuecelencia, Ya voy.
ALMIRANTE
Pues en Palacio os espero.
DON PEDRO
El caballo al Almirante.
ALMIRANTE
Subid, don Pedro, en el vuestro.
DON PEDRO
Servir de caballerizo
a vuecelencia pretendo.
ALMIRANTE
No habéis de pasar de aquí
por la fe de caballero.
DON PEDRO
En todo, como es razón,
a vuecelencia obedezco.
ALMIRANTE
Haceisme merced.
DON PEDRO
Yo sirvo
poco para lo que debo.
 

(Vanse cada uno por su puerta.)

 
 

Sale EL REY y DON GARCÍA.

 
REY
No he visto mayor belleza
después que reino, García.
DON GARCÍA
Ya vuestra alteza algún día,
si se acuerda vuestra alteza,
dijo por otra mujer
el mismo encarecimiento.
REY
Son accidentes que el viento
suele llevar y traer;
pero en las propias, García,
es verdad, y no accidente
que se dice y que se siente.
Más acuérdame qué día,
que no me puedo acordar.
DON GARCÍA
Yo (que no me olvido) sí,
aunque entonces lo encubrí
y hoy no lo puedo negar,
que hoy manda que lo pregone
mi ingratitud y mi queja,
ya que otro bien no me deja,
vuestra alteza me pregone,
pues le llego a confesar
hoy toda la culpa mía.
REY
Mentiras de amor, García,
dignas son de perdonar,
pues no hay en el mundo amante
que no las diga en rigor
al amigo o al señor.
¿Quién ha entrado?
DON GARCÍA
El Almirante.
 

Salen EL ALMIRANTE y DON PEDRO MIAGO.

 
REY
Seáis, primo, bien venido;
muy galán venís.
ALMIRANTE
No es día
hoy de menos alegría,
que a poder venir vestido
de planetas y de estrellas
que galas del cielo son,
fueran en esta ocasión,
señor, pocas todas ellas,
ni de sol la maravilla
para tan dichoso empleo.
REY
Es tan gallardo deseo
de Almirante de Castilla.
ALMIRANTE
Mas ya que imposible sea
hoy con don Pedro Miago,
a vuestra alteza le hago,
pues su persona desea,
mayor presente.
REY
Almirante,
solo vos podéis hacerlo;
holgara de liablarlo y verlo.
ALMIRANTE
Pasad, don Pedro, adelante,
y besad al Rey la mano.
DON PEDRO
Deme los pies vuestra alteza.
REY
Vuestro valor y nobleza,
nuevo Catón castellano,
merece mejor lugar;
alzad.
DON PEDRO
Vuestra mano espero,
y seréis el rey primero
a quien la llego a besar;
mas la que beso, Señor,
cuando por rey no lo hiciera,
por horadada pudiera,
pues tuvo tanto valor
que fuera de ser nombradas
hazañas por justa ley,
parecen bien en un rey
manos, Señor, horadadas;
que manos que no lo están
siempre mercedes haciendo,
no son de rey.
REY
Yo pretendo
que del nombre que me dan
en Castilla, eso se entiende.
DON PEDRO
En eso imitan a Dios
los reyes.
REY
No hay, cosa en vos
que no me admire y suspenda;
viéndoos estoy espantado,
oyéndoos hablar me admiro,
y en vuestra persona miro
todo un romano senado;
así debió ser Tiberio,
Oton y Severiano,
Nerva, Antonino y Trajano,
dueños justos de su imperio;
no pudistes, Almirante,
darme más gustoso día.
ALMIRANTE
Pues de su alteza podía
contar favor semejante
la Condesa, que le ha dado
a su hija doña Toda.
REY
Agüeros son que a mi boda
el gusto han acrecentado.
DON PEDRO
Señor, mire vuestra alteza
que tengo la condición
de diferente opinión;
tráteme con más llaneza
que eso parece aprendido,
bien me podéis perdonar,
de los que os suelen estar
lisonjeando al oído;
y soy un hombre tan claro,
que os hablo desta manera,
con humor para allá fuera,
grosero en fin.
REY
¡Hombre raro!
DON PEDRO
No soy hecho al uso yo,
y Palacio ha menester
hombres de otro proceder,
que a mi el cielo me crió
como todos son testigos,
bronco, y más en esta edad,
amigo de la verdad.
Que tiene pocos amigos;
y es imposible acertar
con estas faltas aquí.
REY
¡Tan notable hombre no vi!
DON PEDRO
Mi casa es mi muladar;
canto allí porque no tengo
quien me contradiga en nada;
pero en casa que es posada
de tantos, ni voy ni vengo,
que todos quieren cantar;
canten muy en hora buena,
aunque hay gallo que es sirena
y no se debe escuchar.
ALMIRANTE
Pues tan bien entretenido
a vuestra alteza le dejo
con quien puede ser espejo
de Castilla, si es servido,
voy entre tanto a saber
su alteza en que estado está.

 (Vase.) 

REY
Id primero, pues sabeis ya
lo que en todo se ha de hacer.
DON GARCÍA
. Yo voy con el Almirante,
para volver con la nueva
confieso que amor me lleva,
mas no voy ciego, aunque amante,
porque donde la elección
votó primero que el caso,
como no ha de obrar acaso
va con ojos la razón.

 (Vase.) 

REY
A solas nos han dejado.
DON PEDRO
Parece, Alfonso, que medro
ya con lances de privado,
que es lo que menos procuro.
REY
No es sino honrar esas canas
de las coronas rumanas
merecedoras.
DON PEDRO
Yo os, juro
por la fe de hijodealgo,
que si me hacéis merced tanta,
no vuelva a veros.
REY
Ya espanta
tanta esquivez.
DON PEDRO
Yo no valgo
para otra cosa, Señor,
que para desengañaros
con verdades, y cansaros
con vejeces.
REY
No hay valor
para pagar lo primero.
DON PEDRO
Pues eso es lo que sé hacer.
REY
Y lo que yo he menester.
Acabad, sentaos, que quiero
saber de vos más despacio.
DON PEDRO
Harélo, porque sería
incurrir en grosería,
como dicen en Palacio.
Y pues de mí es vuestro intento
saber, y nadie de mí
podrá hablar mejor aquí
que yo mismo, estadme atento.
Yo soy de Nuño Rasura
legitimo descendiente,
que fue en un tiempo en Castilla
uno de sus dosJueces.
Tuvo mi apellido origen
desde mi abuelo, a quien siempre
Garci Fernández, el conde,
hizo notables mercedes,
pues teniéndolos cercados
los moros de Benavente
en una puente de un río
sin ir ni poder volverse,
con otros treinta cristianos
dió tan valerosamente
en ellos, que algunos moros,
con el temor de la muerte,
saltaban a su pesar
al río desde la puente,
y ayudándole su Conde
le animaba desta suerte.
-Ánimo, Pedro Rasura;
no desmayes, rompe, hiere,
que por tu ley y tu Conde
haces lo que al cielo debes.
«Por mí hago, por mí hago»;
respondió al Conde tres veces;
y apretando bien la espada
y con la espada los dientes,
dió de manera en los moros
que puso fuera del puente
al conde Garci Fernández,
dándoles por donde huyesen
otro de plata más ancho,
si así a quien huye parece;
quedósele desde entonces
llamarle en Castilla siempre
por mí hago, y corrompióse
después en los descendientes,
quedando perdido el por
con Miago solamente;
y en Búrgos, la casa antigua
que deste tronco desciende,
mi padre, Nuño Miago,
los mismos pasos pretende
seguir que su padre, y yo
los de entrambos juntamente;
porque apenas bien mis años
cumplido los diez y siete,
cuando vió sangre esta espada
de los moros cordobeses;
maté en campal desafío
al alcaide de los Velez
entre Granada y Sevilla;
di libertad a dos Jeques
melionenses de nación,
que ellos llaman matasiete,
y no han gobernado alfanjes
tan valientes melioneses;
págáronme los rescates
con más balajes que vierten
perlas los ojos del alba,
cuando en el Sur amanece;
en la vega de Jaén,
a pesar de sus valientes
moros, dejé tremolando
una banderola verde,
cuatro veces aguardando
que alguno al campo saliese
a castigar la osadía
de sus Tarfes y Gomeles;
hizo treguas vuestro padre
Fernando, el rey, que Dios tiene,
y retireme a la corte,
que era Burgos al presente
la ociosidad y los años,
ella mucha y ellos verdes,
padres de amor, me inclinaron
a que una dama sirviese
de la reina vuestra madre,
que Dios haya para siempre,
que me obligó que a la edad
lo que era debido diese;
di libreas a mis pajes
de sus colores, y alegres
galas a mis esperanzas,
casando lo negro y verde;
hice cifras de su nombre,
motes escribí y papeles,
músicas le di y al aire
suspiros y martinetes;
desempedraba a carreras
el terrero, solo siempre,
loco, a caballo y amante,
que el que ama cuerdo, no quiere;
lloré, adoré, porfié,
vencí al fin, que las mujeres
más hacen por la porfía
que por amor muchas veces;
diole licencia sus padres,
Fernando, para poderse
desposar conmigo, en tiempo
que él en persona pretende
ganar a Valladolid,
y yo de Burgos ausente,
apercibiendo mis bodas
volví a Burgos, y caseme,
porque jamás en mi vida
mano a rey besar pudiese;
contar, Alfonso, las galas,
los saraos, los banquetes
que se hicieron en mis bodas,
Es cansar, y son vejeces;
tuvo el conde Peranzures
con el Rey tan buena suerte,
que a Valladolid le dió
ganada a sus pies en breve;
deste lugar la hermosura
me obliga a que Burgos deje,
y que por Valladolid
el antiguo solar trueque;
compré tierras, labré casas,
que con justa causa pueden
competir con el palacio
que en ella gozan sus reyes
enviudé de doña Blanca,
quedando de nueve meses
toda, en los brazos del ama;
sentí en el alma su muerte,
y aunque no era viejo entonces,
no determiné el volverme
a casar, porque el casar
no es cosa para dos veces.
Traté en público y secreto
mi persona noblemente,
no siendo esclavo jamás
de dinero que tuviese.
Adelanté mis criados,
siempre haciéndoles mercedes;
doy limosna cada día;
favorezco a mis parientes,
hago bien a mis amigos,
el bien que hice hallé siempre.
No pretendo, hablo verdad
no mormuro, y finalmente,
voy previniendo la vida
para el día de la muerte.
Esta es la causa, Señor,
que me aparta de los reyes,
porque busco la quietud,
ya que ninguno la tiene.
Esto he sido y esto soy,
Y esto he de ser, si viviere,
siendo el primero en el mundo
que con su estado esté alegre.
REY
Los que más poder tenemos,
ese estado no alcanzamos.
 

Sale DON GARCÍA.

 
DON GARCÍA
Ya aguarda su alteza.
REY
Vamos.
DON PEDRO
Bien veis que no son extremos,
con esto que habéis oído
lo que he dicho y lo que hago.
REY
Sólo don Pedro Miago
a la fortuna ha entendido.
DON PEDRO
Es ciencia, que a la verdad
sólo mi experiencia enseño.
REY
¡Ay, hermosa Zaida! dueño
de toda mi voluntad.
 

(Vanse.)

 
 

Sale BEBRUECO,vestido de moro, gracioso.

 
BERRUECO
Linda invención maginé
para entrar en el bateo,
porque ver cosa deseo
que pocas veces se ve
haréme de los parientes
que con la Reina han venido,
con ellos entremetido,
poco hablando y entre dientes,
que parezca algarabía;
si alguno me conociese,
que a lo que al rostro se ofrece,
parece de Berbería;
las sábanas de la cama
y el bonete de mi tío
con que duerme cuando hay frío,
y aqueste como se llama
ciega yernos u almaizar,
frazada, o que es quisicosa,
que a mi figura espantosa
Le sirve de capellar
Esta adarga y esta 1anza
que en cas de mi amo he cogido,
que de molde me ha venido
para lograr mi esperanza.
¡Si ansí me viera Teresa,
qué de melindres haría!
Yo es malo ser moro un día
si es novicio y no profesa;
no me conocerá ansí
el padre que me parió,
y estoy por decir que yo
otro moro viene aquí.
 

Sale UN MORO.

 
MORO
Alá Zaleima.
BERRUECO
Y ahora,
¿cómo le he de responder?
Animo, ¿qué se ha de hacer?
Apenas, moro, habrá un hora
que soy moro, y ansí sé
poco de la algarabía;
yo habré aprendido otro día
con que responder podré.
MORO
No eres moro, eres cristiano.
BERRUECO
Moro Azi, cristiano soy,
que en cristiano engerto estoy
y soy moro regoldano;
perdóneme Dios si peco.
MORO
¿Veniste con Zaida?
BERRUECO
Sí.
MORO
¿Y cómo te llamas, di?
BERRUECO
El moro Pedro Berrueco.
MORO
Ese no es nombre de moro
andaluz.
BERRUECO
Soy de Sayago.
MORO
¿Sirves?
BERRUECO
Don Pedro Miago
es amo mío, y adoro
a la hermosísima mora
Teresa Gil.
MORO
Tú has querido
burlarme.
BERRUECO
Moro he nacido
como tú.
MORO
No voy ahora,
ni estoy de ese parecer.
A entretenerme contigo,
que a Galvan mi dueño sigo
cuya yegua he de tener,
y ya empiezan a apearse,
ansí lo dice el rumor
en la mezquita mayor
adonde ha de bautizarse
Zaida, y desposarse el Rey.
BERRUECO
Hasta hoy no supe que había
lacayos de algarabía.
¿Hay Galicia en vuestra ley?
MORO
¿Qué dices?
BERRUECO
Que vayas, digo,
donde aguardándote está
tu amo.
MORO
Guárdete Alá.

 (Vase.) 

BERRUECO
Mahoma vaya contigo;
de la primer aventura
que he salido bien sospecho;
moro soy hombre de hecho,
no hay ánimo sin ventura;
la música suena ya,
ir a entremeterme quiero;
temiendo voy al perrero,
dél quiera librarme Alá.

 (Vase.) 

 

Salen de moros y cristianos toda la compañía; LA REINA, de mora, llevándola de la mano EL ALMIRANTE, EL REY a LA CONDESA, todas LAS DAMAS. Éntranse los cristianos por una parte, que es la iglesia, y los moros se quedan a la puerta, de rodillas.

 
GALVAN
No nos permite pasar
de aquí nuestra ley.
REY
Con vuestros ritos. Cumplid
GALVAN
¡Oh Cid,
Alfonso, en tierra y en mar
inmortal tu fama viva,
y de Zaida te dé el cielo
hijos para honrar el suelo
español, de cuya altiva
fortuna llegue a envidiar
todo cuanto el orbe encierra,
siendo Martes en la tierra,
y Neptunos en el mar.
REY
Guárdeos el cielo.
ZORAIDE
A tí Lela,
bella reina de Castilla,
y del mundo maravilla,
la fama que siempre vuela,
privilegie, y larga edad
goces, Alfonso.
REY
Alá os guarde,
y en alumbraros no tarde
con el sol de la verdad,
que hoy me nace el sol a mí
y yo comienzo a nacer.

 (Vase.) 

ZORAIDE
Y a ti, divina mujer,
hija de Alá, que de tí
forma el cielo tu hermosura,
como a mi Mahoma adoro.
DOÑA TODA
No sé lo que dices, moro.
ZORAIDE
Basta el verte por ventura.
DOÑA TODA
No hay cosa en el mundo, moro,
que pueda dármela a mí,
de aquesto te satisfago,
y no es mucha maravilla,
si soy hija de Castilla
y de don Pedro Miago.

 (Vase.) 

GALVAN
Bendido, Zoraide, estás.
ZORAIDE
Muero por esta inhumana,
porque no he visto cristiana
de tantas partes jamás.
GALVAN
¿A quién? ¿A mi? Aguarda, espera,
que a nada me sé excusar.
ZORAIDE
Gazul, ¿con quién está hablando
Galvan?
GAZUL
Si no está soñando,
sin seso debe de estar.
ZORAIDE
¡Galvan, Galvan!
GALVAN
Ya te sigo.
GAZUL
Galvan, aguarda.
GALVAN
Si haré,
y tus pasos seguiré,
y iré al infierno contigo.
Aguarda, moro arrogante,
que tu soberbia me abrasa
el pecho.
ZORAIDE
Galvan.
GAZUL
El pasa
con su locura adelante.
¿Qué le ha sucedido ahora?
GALVAN
Ya que me llamaste, aguarda
¿Qué novedad te acobarda
de la noble sangre mora?
Si la tienes, ¿no te dan
voces? ¿porqué te detienen
las obligaciones?
ABDELMON

 (Dentro.) 

¿Vienen
muchos contigo, Galvan?
GALVAN
Volveranse; aguarda, espera.
ZORAIDE
¿Hablaron?
GAZUL
Zoraide, sí;
mas no se ve quién aquí.
ZORAIDE
¿Qué es esto, Galvan?
GALVAN
Quisiera
que no me hubieras seguido,
que un moro arrogante y fiero,
la mano en el corvo acero,
de pardas pieles vestido,
de color de los que nacen
en la mayor Etiopia,
y que de su sangre propia
inhumano manjar hacen,
como a campal desafío
me llamó; todos pudistes
verle; decid, ¿no le vistes?
GAZUL
¡Qué gracioso desvarío!
GALVAN
¿No vistéis cuando me habló,
y cuando yo le seguí?
ZORAIDE
No hemos visto más que a ti
sola la voz se escuchó.
GALVAN
A la mezquita volvamos.
ZORAIDE
Notable suceso ha sido.
 

 Sale BERRUECO riñendo. 

BERRUECO
Yo soy moro bien nacido,
y los nobles no dejamos
atreverse a nuestro honor
perrero ni sacristán.
GAZUL
Este ese el moro, Galvan.
BERRUECO
Y porque de mi valor,
hoy se conozca el valor,
a los dos, como están juntos
con bodigos y difuntos,
a campal batalla reto;
rétoles el pan y el vino.
GALVAN
Pues con adarga y con lanza
ha vuelto, él tiene esperanza
de empresa.
ZORAIDE
¡Qué desatino!
GALVAN
Dejadme llegar.
BERRUECO
Yo soy...
GALVAN
¿Qué has de ser, moro arrogante?
A embrazar la adarga de ante,
y a empuñarla lanza voy,
y por Alá que he de hacerte
hoy de mi valor capaz.
BERRUECO
Moros, moro soy de paz,
tan medroso de la muerte,
que me purgaré mil veces
por no morirme una vez;
con un perrero soez
que me dio como unas nueces
pan de perro, por ser moro,
y a un sacristán que le dió
ayuda, las tengo yo,
que yo no os pierdo el decoro,
que todos somos parientes
y aquí estoy arrodillado.
GALVAN
Por Alá que me he engañado.
 

Sale DON PEDRO MIAGO.

 
DON PEDRO
¿Qué es esto, moros valientes?
¿Por qué de Galvan el eco
escuché aquí?
BERRUECO
Si me quieres
bien, dame ayuda.
DON PEDRO
¿Quién eres,
di?
BERRUECO
El moro Pedro Berrueco,
porque me intentan picar
como a pollo en corral nuevo,
estos moros.
DON PEDRO
No me atrevo,
ignorante, a asegurar
que eres tú. ¿Quién desta suerte
te ha puesto?
BERRUECO
Pensé poder
de moro la fiesta ver,
pero no hay cosa en que acierte
un desdichado, que sólo
porque estando en un pilón
la Reina, desde un rincón
respondí dos veces bolo,
el sacristán y el perrero
con el hisopo y azote
me hicieron salir al trote;
a mi ley volverme quiero
y confesarelo al cura:
bien me podéis perdonar,
que me voy a desnudar
para hacer otra figura.

 (Vase.) 

DON PEDRO
¡Notable ignorancia ha sido!
GALVAN
Engañonos, entendiendo
otra cosa.
DON PEDRO
Yo pretendo
serviros, y ansí he venido
a entreteneros, en tanto
que la velación se acaba,
que ya con agua quedaba
Zaida de Espíritu Santo,
trocando el Zaida en María
y como era justa ley,
a sólo este efecto el Rey
valientes moros me envía.
GALVAN
Alfonso nos honra, y tanto,
como Alfonso tu persona,
que con esto su corona
hasta los cielos levanto.
DON PEDRO
Serviros, Galvan, pretendo,
como vuestro amigo alcaide.
ZORAIDE
Cristiano, yo soy Zoraide.
DON PEDRO
El valor que tenéis veo,
y holgaré que me mandéis.
ZORAIDE
Hoy que se ofrece ocasión,
quiero que en obligación
me pongáis.
DON PEDRO
Mandar podéis,
que no os entiendo hasta ahora.
ZORAIDE
Una hija que os dió el cielo
para milagro del suelo,
por su Alá el alma la adoro;
esta mañana la vi
en Palacio, y me dejó
con el alma que me dió
sin la vista que le di;
que amor, que no sufre espacio
tan presto empezó a rendirme.
DON PEDRO
Ya comienzan a venirme
pesadumbres por Palacio.
ZORAIDE
Copiosa es la hacienda mia,
bien saben los de mi ley
que no hay moro, sin ser rey,
tan rico en Andalucía.
De oro cubriré su estrado,
y en sus albas sin verterlas,
verá el cristiano más perlas
que el Sur y el Norte han llorado.
Por las esteras de juncos
que solemos fabricar,
alfombras ha de pisar
de topacios y carbuncos.
Alcaide soy de Carmona
y de los reyes pariente
de Sevilla y descendiente.
DON PEDRO
Vuestra gallarda persona,
moro, os acredita tanto,
que no es menester decirlo;
vuestro valor maravillo,
que dar puede honor y espanto
a la andaluza nobleza
mas pésame no poder
serviros, que la mujer
que me pedís, no hay empresa
en toda Arabia que pueda
casarla (aunque fuera el Rey)
con quien no tenga su ley
y ella de su padre espera
lo que hasta a despreciar
al mismo rey de Sevilla
y no usamos en Castilla
los caballeros casar
nuestras hijas con los moros,
que aunque los reyes lo hagan,
no importa, porque no estragan
a sus reales decoros
ellos con cosa ninguna;
que a la alteza de los reyes
aun no se atreven las leyes
del tiempo ni la fortuna.
Y para Toda, en Castilla
Más precio un noble cristiano
que de Zaida el mismo hermano,
que es príncipe de Sevilla.
ZORAIDE
Por Alá, que esa respuesta,
cristiano, que merecía...
DON PEDRO
Ninguno tenga osadía
con la lengua descompuesta,
Abarbes, ni con la espada,
que, vive Dios, que si empuño,
la espada que fue de Nuño
Miago, en sangre bañada
quizá de vuestros abuelos,
que no me quede, advertid,
un moro en Valladolid.
GAZUL
Mátale, Zoraide.
ZORAIDE
¡Cielos!
¿Un cristiano ha a de tener,
y viejo, tanta osadía?
GALVAN
Tente, Zoraide: desvía,
cristiano.
DON PEDRO
El Rev viene a ser
la tregua desta pendencia,
y el freno de mi valor.
 

Sale EL REY.

 
REY
¿Qué es esto?
DON PEDRO
Nada, Señor.
REY
¿A mi vista, en mi presencia,
desnudos tantos aceros?
¿A qué efeto se sacaron?
DON PEDRO
Sus espadas me enseñaron
estos moros caballeros,
y son notables.
REY
Tomad
de la mano a la Condesa.
 

Sale el mismo ACOMPAÑAMIENTO que entró.

 
DON PEDRO
Ser su escudero profesa
mi sangre y mi voluntad.
CONDESA
Yo estimo en mucho el favor.
REY
Venid hermosa María,
Luz del sol y luz del día.
MARÍA
Soy vuestra esclava, Señor.
REY
Vos sois de mi pensamiento
señora, y el dueño mio.
MARÍA
Ansí, Alfonso, lo confío.
REY
Ande el acompañamiento.
 

(Vanse los moros por un palenque, y los cristianos por otro.)