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21

131-24.

«Los persianos -escribe Cristóbal de Villalón (obra citada, coloquio IX)- cabalgan exçelentissimamente, y sesenta mil caballos que el Sophi trae, sin dubda valen más que vn millon de el Gran Turco.»



(Compárese Quixote, I, 18.) (N. del E.)

 

22

132-1. Así se llamaba un renegado calabrés que fue virrey de Argel antes de la batalla de Lepanto. (Consúltese Cautiverio y trabajos de Diego Galán, edición citada, pág. 39.) (N. del E.)

 

23

133-22. El texto: «por el ciego dios». (N. del E.)

 

24

143-2624.1. Apolonio de Tiana, famoso pitagórico, cuya vida narró novelescamente el sofista Filóstrato (que murió el año 244).

Sobre el lenguaje de las aves, véase a Dunlop, History of Prose Fiction (London, 1911), I, ch. 6, página 428, y a Val. Schmidt, Die Märchen des Straparola (1817), IV, 3.

Volviendo al mismo asunto más adelante (147-24), añade el Cadí:


      «y tambien entiendo
que ay arte que haze hablar
a los mudos.»



Es aquí de interés un pasaje del Licenciado Vidriera (hacia el fin):

«Dos años, o poco más, duró en esta enfermedad; porque un religioso de la orden de San Jerónimo, que tenía gracia y ciencia particular en hacer que los mudos entendiesen y en cierta manera hablasen..., le curó y sanó.»



Créese que Cervantes puede aludir en ambas citas a Fr. Pedro Ponce de León o a algún discípulo de éste. (Consúltese El licenciado Vidriera, edición N. Alonso Cortés; Valladolid, 1916; pág. 98.) (N. del E.)

 

24.1

[«27» en el original (N. del E.)]

 

25

146-3. El cuento del elefante es en el fondo análogo al del «truhan y el asno», referido por Sebastián Mey en su Fabvlario (véase la edición Bonilla, en el tomo IV de los Orígenes de la Novela, de Menéndez y Pelayo, página 141). También lo recuerda Lope en la escena 15.ª del acto III de El Príncipe perfecto (segunda parte):

«LETRADO.
       Advierte
una cosa extraña y nueva.
¿Es bien que mi habilidad
tan peregrina se pierda?
REY.
¿En qué la tienes?
LETRADO.
Escucha:
en que, fuera de mis letras,
haré tan notables cosas,
que será la menor dellas
el hacer que un elefante
hable nuestra propia lengua.
REY.
¿Un elefante?
LETRADO.
¿Eso dudas?
Intenta, señor, la prueba
con los que Gama ha traído,
o a mil muertes me condena.
REY.
¿En qué término le harás
hablar?
LETRADO.
Diez años.
REY.
Pues sea:
él y el elefante estén
presos mientras que le enseña.
ALCALDE.

  (Ap. al LETRADO.) 

Hombre, ¿qué es lo que habéis dicho?
¿Cómo intentáis tal quimera?
LETRADO.
Callad, Alcalde: ¿no veis
que, en diez años que me quedan
de término, es imposible
claramente que no muera
yo, o el rey, o el elefante?»


Véase asimismo la fábula XII del libro II de Félix María Samaniego.

Para algunos autores de «misceláneas» del siglo XVI, hombres que escribieron un poco de todo, el elefante era el más inteligente de todos los animales, y así se originaron muchos cuentos sobre él, algunos de los cuales habían tratado antes del asno. Zapata, Miscelánea, edición citada, dice, pág. 199: «Estos son los animales que de mayor entendimiento hay, y así parece que en la grandeça de su raza les infundió Dios cuanto cabe.» Sobre el cuento referido por Cervantes, véase a M. A. Buchanan, Short stories and anecdotes in Spanish plays, en Modern Language Review, IV (1909), páginas 181 y siguientes. Acerca de la inmensa bibliografía del cuento, consúltense: Les fables de La Fontaine (Les grands écrivains de la France), edición Henri Regnier, II, Paris, 1884, livre VI, fable XIX, Le Charlatan, págs. 62 y siguientes; Stiefel, en el Archiv für das Studium der neueren Sprachen, volumen 109 (1902), pág. 262; y Buchanan, en las Modern Language Notes, 1906, pág. 201, a propósito del Fabulario de Mey. (N. del E.)

 

26

146-8.

«Cierta especie de sauco más pequeña, pero de la mesma forma y de sus virtudes: la particular suya es mitigar dolores de junturas.»


(Covarrubias.)                


(N. del E.)

 

27

149-20. Alusión a la embajada que en 1599 envió al Rey de España el Sofí. Representábale Uzén Alí Bech, acompañado del famoso D. Juan de Persia y de dos frailes portugueses. Don Juan publicó sus Relaciones en Valladolid, el año 1604. Diez años después marchó a Persia, como embajador del Monarca español, D. García de Silva y Figueroa, cuyos Comentarios, interesantísimos por muchos conceptos, ha publicado en 1903 la Sociedad de Bibliófilos Españoles. (N. del E.)

 

28

164-27. Así el texto; pero mar no es consonante de costal. (N. del E.)

 

29

166-4. Véase la nota 312-5 del tomo I de estas Comedias. (N. del E.)

 

30

170-14. El vocablo parece provenir del turco imagen = tereçi = sastre. (N. del E.)