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31

171-28. Así el texto; pero debe de ser errata, por «yo». (N. del E.)

 

32

172-25. El texto: «Astà». (N. del E.)

 

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174-15. Baladí tiene aquí el sentido de «vano, inútil, de poco aprecio», y no el de «lo perteneciente a un país, comarca o región». (N. del E.)

 

34

175-5. El texto: «persornas». (N. del E.)

 

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177-11.

«Color rojo o bermejo, entre negro y leonado. ...El paño buriel usan los labradores en los dias de fiesta, y otros hacen dél los lutos. Entre los antiguos era tenido por paño muy basto, del cual se vestian los pobres.»


(Covarrubias.)                


(N. del E.)

 

36

[«hechizalo» en el original. (N. del E.)]

 

37

178-17. Debería ser «vendreys», para aconsonantar con «bolueys». (N. del E.)

 

38

184-10. Véase la nota 76-17 del presente tomo. (N. del E.)

 

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187-16. Una de las más antiguas referencias conocidas a la zarabanda es, según Pellicer, la del médico Jerónimo de Huerta, quien, en su Florando de Castilla, impreso en 1588 (y aprobado en 1587), menciona La vida de la Zarabanda, ramera pública del Guayacán. Según Covarrubias, era baile «alegre y lascivo, porque se hace con meneos del cuerpo descompuestos». Cervantes menciona además la zarabanda en La ilustre fregona (donde asimismo cita la chacona y las folías), en El celoso extremeño, en El coloquio de los perros, en La gitanilla de Madrid, en el entremés de El retablo de las maravillas, en el de La cueva de Salamanca (donde también cita el zambapalo y el Dello me pesa) y en El rufián viudo. El Consejo Real, por autos de 1615 (14 de marzo y 8 de abril), prohibió que se bailasen en los teatros la zarabanda y la chacona, entre otros bailes; pero todavía se danzaba aquélla a mediados del siglo XVII. El cantar de la zarabanda era conocido ya desde 1583, por lo menos. Para Mateo Alemán (Guzmán, I, 3, 7), «las seguidillas arrinconaron a la zarabanda».

Según el Diccionario de la Real Academia Española, el zambapalo fue una «danza grotesca traída de las Indias Occidentales, que se usó en España durante los siglos XVI y XVII».

La chacona era, según el Diccionario de Autoridades, «son o tañido que se toca en varios instrumentos, al cual se baila una danza de cuenta con las castañetas, muy airosa y vistosa, que no sólo se baila en España en los festines, sino que de ella la han tomado otras naciones, y le dan este mismo nombre». Lope de Vega, en La Dorotea, habla de las «acciones gesticulares y movimientos lascivos de las chaconas».

Folía, al decir de Covarrubias, «es una cierta danza portuguesa de mucho ruido, porque, ultra de ir muchas figuras a pie con sonajas y otros instrumentos, llevan unos ganapanes disfrazados sobre sus hombros unos muchachos vestidos de doncellas, que con las mangas de punta van haciendo tornos, y a veces bailan, y tambien tañen sus sonajas, y es tan grande el ruido, y el son tan apresurado, que parecen estar los unos y los otros fuera de juicio».

Cervantes alude además al Pésame dello o Dello me pesa en La cueva de Salamanca, en El rufián viudo, en El celoso extremeño y en La ilustre fregona. Fue, por lo visto, baile muy usado, y cuya denominación procedía del cantar que le acompañaba.

Consúltese sobre estos bailes a F. Rodríguez Marín, Chilindrinas, Sevilla, 1905, págs. 112 y siguientes; ídem, edición de algunas de las Novelas ejemplares, página 286 et al.; y Clemencín, nota 20 al capítulo LXII del tomo II del Quixote. (N. del E.)

 

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188-5. Consta que este Alonso Martínez, inventor, según Cervantes, de las danzas cantadas, era actor de la compañía de Jerónimo Velázquez en 1590, y que representó en Sevilla, durante las fiestas del Corpus de 1603, en la compañía de Baltasar Pinedo. (Consúltese H. A. Rennert, Spanish Actors and Actresses between 1560 and 1680; Revue Hispanique, tomo XVI, página 431.) (N. del E.)