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Interlocutores:
 

 
CIPIÓN.
JUGURTA.
GAYO MARIO.
Dos embajadores de Numancia.
Soldados romanos.
QUINTO FABIO.
MÁXIMO,   hermano de Cipión.




  -fol. 6v-     -fol. 7r-  

ArribaAbajoJornada I


Scena I

 

Salen primero CIPIÓN y JUGURTA.

 
CIPIÓN
   Esta difícil y pesada carga,
que el Senado romano me ha encargado,
tanto me aprieta, me fatiga y carga,
que ya sale de quicio mi cuidado.
Guerra de curso tan estraño y larga,5
y que tantos romanos ha costado,
¿quién no estará suspenso al acabarla,
o quién no temerá de renovarla?
JUGURTA
   ¿Quién, Cipión? Quien tiene la ventura
y el valor nunca visto que en ti encierras,10
pues con ella y con él está sigura
la victoria y el triunfo destas guerras.
CIPIÓN
El esfuerzo regido con cordura
allana al suelo las más altas sierras,
y la fuerza feroz de loca mano15
áspero vuelve lo que está más llano.
   Mas no hay que reprimir, a lo que veo,
la furia del ejército presente,
que, olvidado de gloria y de trofeo,
yace embebido en la lascivia ardiente.20
Esto sólo pretendo, esto deseo:
volver a nuevo trato a nuestra gente;
que, enmendado primero el que es amigo,
sujetaré más presto al enemigo.
   ¡Mario!
 

(Sale GAYO MARIO.)

 
GAYO MARIO
¿Señor?
CIPIÓN
Haz que a noticia venga
25
de todo nuestro ejército, en un punto,
que, sin que estorbo alguno le detenga,
parezca en este sitio todo junto,
porque una breve plática o arenga
les quiero hacer.
GAYO MARIO
Harélo en este punto.
30
CIPIÓN
Camina, porque es bien que sepan todos
mis nuevas trazas y sus viejos modos.
 

(Vase GAYO MARIO.)

 
JUGURTA
   Séte decir, señor, que no hay soldado
que no te tema juntamente y te ame;
y, porque ese valor tuyo extremado35
de Antártico a Calisto se derrame,
cada cual con feroz ánimo osado,
cuando la trompa a la ocasión le llame,
piensa de hacer en tu servicio cosas
que pasen las hazañas fabulosas.40
CIPIÓN
   Primero es menester que se refrene
el vicio que entre todos se derrama;
que si éste no se quita, en nada tiene
con ellos que hacer la buena fama.
Si este daño común no se previene,45
y se deja arraigar su ardiente llama,
el vicio solo puede hacernos guerra
más que los enemigos desta tierra.
 

(Dentro se echa este bando, habiendo primero tocado a recoger el atambor:)

 
       Manda nuestro general
       que se recojan, armados,50
       luego todos los soldados
       en la plaza principal;
       y que ninguno no quede
       de parecer a esta vista,
       so pena que de la lista55
       al punto borrado quede.
JUGURTA
   No dudo yo, señor, sino que importa
regir con duro freno la milicia,
y que se dé al soldado rienda corta
cuando él se precipita en la injusticia:60
la fuerza del ejército se acorta
cuando va sin arrimo de justicia,
aunque más le acompañen a montones
mil pintadas banderas y escuadrones.
 

(A este punto han de entrar los más soldados que pudieren, y GAYO MARIO, armados a la antigua, sin arcabuces; y CIPIÓN se sube sobre una peñuela que está en el tablado, y, mirando a los soldados, dice:)

 
CIPIÓN
   En el fiero ademán, en los lozanos65
marciales aderezos y vistosos,
bien os conozco, amigos, por romanos:
romanos, digo, fuertes y animosos;
mas, en las blancas delicadas manos
y en las teces de rostros tan lustrosos,70
allá en Bretaña parecéis criados
y de padres flamencos engendrados.
   El general descuido vuestro, amigos,
el no mirar por lo que tanto os toca,
levanta los caídos enemigos75
-fol. 7v-
y vuestro esfuerzo y opinión apoca;
desta ciudad los muros son testigos,
que aún hoy están cual bien fundada roca,
de vuestras perezosas fuerzas vanas,
que sólo el nombre tienen de romanas.80
   ¿Paréceos, hijos, que es gentil hazaña
que tiemble del romano nombre el mundo,
y que vosotros solos en España
le aniquiléis y echéis en el profundo?
¿Qué flojedad es esta tan extraña?85
¿Qué flojedad? Si mal yo no me fundo,
es flojedad nacida de pereza,
enemiga mortal de fortaleza.
   La blanda Venus con el duro Marte
jamás hacen durable ayuntamiento:90
ella regalos sigue; él sigue el arte
que incita a daños y a furor sangriento.
La cipria diosa estése agora aparte;
deje su hijo nuestro alojamiento;
que mal se aloja en las marciales tiendas95
quien gusta de banquetes y meriendas.
   ¿Pensáis que sólo atierra la muralla
el ariete de ferrada punta,
y que sólo atropella la batalla
la multitud de gente y armas junta?100
Si el esfuerzo y cordura no se halla,
que todo lo previene y lo barrunta,
poco aprovechan muchos escuadrones,
y menos, infinitas municiones.
   Si a militar concierto se reduce105
cualquier pequeño ejército que sea,
veréis que como sol claro reluce,
y alcanza las victorias que desea;
pero si a flojedad él se conduce,
aunque abreviado el mundo en él se vea,110
en un momento quedará deshecho
por más reglada mano y fuerte pecho.
   Avergüénceos, varones esforzados,
ver que, a nuestro pesar, con arrogancia,
tan pocos españoles, y encerrados,115
defiendan este nido de Numancia.
Diez y seis años son, y más, pasados,
que mantienen la guerra y la jactancia
de haber vencido con feroces manos
millares de millares de romanos.120
   Vosotros os vencéis; que estáis vencidos
del bajo antojo femenil liviano,
con Venus y con Baco entretenidos,
sin que a las armas extendáis la mano.
Correos agora, si no estáis corridos,125
de ver que este pequeño pueblo hispano
contra el poder romano se defienda,
y cuando más rendido, más ofenda.
   De nuestro campo quiero, en todo caso,
que salgan las infames meretrices;130
que de ser reducidos a este paso
ellas solas han sido las raíces.
Para beber no quede más de un vaso,
y los lechos, un tiempo ya felices,
llenos de concubinas, se deshagan135
y de fajina y en el suelo se hagan.
   No me hüela el soldado a otros olores
que al olor de la pez y de resina,
ni por gulosidad de los sabores
traiga aparato alguno de cocina,140
que el que busca en la guerra estos primores,
muy mal podrá sufrir la coracina;
no quiero otro primor ni otra fragancia,
en tanto que español viva en Numancia.
   No os parezca, varones, escabroso145
ni duro este mi justo mandamiento:
que, al fin, conoceréis ser provechoso,
cuando aquel consigáis de vuestro intento.
Bien sé se os ha de hacer dificultoso
dar a vuestras costumbres nuevo asiento;150
mas, si no las mudáis, estará firme
la guerra, que esta afrenta más confirme.
   En blandas camas, entre juego y vino,
hállase mal el trabajoso Marte;
otro aparejo busca, otro camino;155
otros brazos levantan su estandarte;
cada cual se fabrica su destino,
no tiene aquí Fortuna alguna parte:
la pereza fortuna baja cría;
la diligencia, imperio y monarquía.160
   Estoy, con todo esto, tan seguro
de que al fin mostraréis que sois romanos,
que tengo en nada el defendido muro
destos rebeldes bárbaros hispanos;
-fol. 8r-
y así, os prometo por mi diestra y juro165
que si igualáis al ánimo las manos,
que las mías se alarguen en pagaros,
y mi lengua también en alabaros.
 

(Míranse los soldados unos a otros, y hacen señas a uno de ellos, GAYO MARIO, que responda por todos, y así dice:)

 
GAYO MARIO
   Si con atentos ojos has mirado,
ínclito general, en los semblantes170
que a tus breves razones han mostrado
los que tienes agora circunstantes,
cual habrás visto sin color, turbado,
y cual con ella: indicios bien bastantes
de que el temor y la vergüenza, a una,175
los aflige, molesta e importuna.
   Vergüenza de mirarse reducidos
a términos tan bajos por su culpa;
que, viendo ser por ti reprehendidos,
no saben a su falta hallar disculpa;180
temor de tantos yerros cometidos,
y la torpe pereza, que los culpa,
los tiene de tal modo, que se holgaran
antes morir que en esto se hallaran.
   Pero el lugar y tiempo que les queda185
para mostrar alguna recompensa,
es causa que con menos fuerza pueda
fatigar el rigor de tal ofensa:
de hoy más, con presta voluntad y leda,
el más mínimo de estos cuida y piensa190
de ofrecer sin revés a tu servicio
la hacienda, vida y honra en sacrificio.
   Admite, pues, de sus intentos sanos
el justo ofrecimiento, señor mío,
y considera, al fin, que son romanos,195
en quien nunca faltó del todo el brío.
Vosotros, levantad las diestras manos
en señas que aprobáis el voto mío.
SOLDADO 1.º
Todo lo que aquí has dicho confirmamos.
SOLDADO 2.º
Y lo juramos [todos].
TODOS
¡Sí juramos!
200
CIPIÓN
   Pues, arrimada a tal ofrecimiento,
crecerá desde hoy más mi confianza,
creciendo en vuestros pechos ardimiento
y del viejo vivir nueva mudanza.
Vuestras promesas no se lleve el viento;205
hacedlas verdaderas con la lanza,
que las mías saldrán tan verdaderas,
cuanto fuere el valor de vuestras veras.
SOLDADO
   Dos numantinos con seguro vienen
a darte, Cipión, una embajada.210
CIPIÓN
¿Por qué no llegan ya? ¿En qué se detienen?
SOLDADO
Esperan que licencia les sea dada.
CIPIÓN
Si son embajadores, ya la tienen.
SOLDADO
Embajadores son.
CIPIÓN
Dales entrada;
que, aunque descubra cierto o falso pecho215
el enemigo, siempre es de provecho.
   Jamás la falsedad vino cubierta
tanto con la verdad, que no mostrase
algún pequeño indicio, alguna puerta
por donde su maldad se investigase;220
oír al enemigo es cosa cierta
que siempre aprovechó antes que dañase,
y en las cosas de guerra, la experiencia
muestra que lo que digo es cierta ciencia.
 

(Entran dos embajadores numantinos: PRIMERO y SEGUNDO.)

 
PRIMERO
   Si nos das, buen señor, grata licencia225
de decir la embajada que traemos,
do estamos, o ante sola tu presencia,
todo a lo que venimos te diremos.
CIPIÓN
Decid, que adondequiera doy audiencia.
PRIMERO
Pues con ese seguro que tenemos230
de tu real grandeza concedido,
daré principio a lo que soy venido.
   Numancia, de quien yo soy ciudadano,
ínclito general, a ti me envía,
como al más fuerte capitán romano235
que ha cubierto la noche o visto el día,
a pedirte, señor, la amiga mano,
en señal de que cesa la porfía
tan trabada y cruel de tantos años,
que ha causado sus propios y tus daños.240
   Dice que nunca de la ley y fueros
del romano Senado se apartara,
si el insufrible mando y desafueros
de un cónsul y otro no la fatigara:
ellos, con duros estatutos fieros245
y con su estrecha condición avara,
-fol. 8v-
pusieron tan gran yugo a nuestros cuellos,
que forzados salimos dél y de ellos;
   y, en todo el largo tiempo que ha durado
entre ambas partes la contienda, es cierto250
que ningún general hemos hallado
con quien poder tratar de algún concierto.
Empero agora, que ha querido el hado
reducir nuestra nave a tan buen puerto,
las velas de la guerra recogemos,255
y a cualquiera partido nos ponemos.
   Y no imagines que temor nos lleva
a pedirte las paces con instancia,
pues la larga experiencia ha dado prueba
del poder valeroso de Numancia.260
Tu virtud y valor es quien nos ceba,
y nos declara que será ganancia
mayor de cuantas desear podremos,
si por señor y amigo te tenemos.
   A esto ha sido la venida nuestra:265
respóndenos, señor, lo que te place.
CIPIÓN
Tarde de arrepentidos dais la muestra;
poco vuestra amistad me satisface.
De nuevo ejercitad la fuerte diestra,
que quiero ver lo que la mía hace,270
ya que ha puesto en ella la ventura
la gloria mía y vuestra desventura.
   A desvergüenza de tan largos años,
es poca recompensa pedir paces:
seguid la guerra, renovad los daños,275
salgan de nuevo las valientes haces.
SEGUNDO
La falsa confianza mil engaños
consigo trae; advierte lo que haces,
señor, que esa arrogancia que nos muestras
renovará el valor en nuestras diestras.280
   Y, pues niegas la paz que con buen celo
te ha sido por nosotros demandada,
de hoy más la causa nuestra con el cielo
quedará por mejor calificada;
y, antes que pises de Numancia el suelo,285
probarás dó se extiende la indignada
furia de aquel que, siéndote enemigo,
quiere serte vasallo y fiel amigo.
CIPIÓN
   ¿Tenéis más que decir?
PRIMERO
No; más tenemos
que hacer, pues tú, señor, ansí lo quieres,290
sin querer la amistad que te ofrecemos,
correspondiendo mal a ser quien eres.
Pero entonces verás lo que podemos,
cuando nos muestres tú lo que pudieres;
que es una cosa razonar de paces,295
y otra romper por las armadas haces.
CIPIÓN
   Verdad dices; y ansí, para mostraros
si sé tratar en paz y obrar en guerra,
no quiero por amigos aceptaros,
ni lo seré jamás de vuestra tierra.300
Y, con esto, podéis luego tornaros.
SEGUNDO
¿Que en esto tu querer, señor, se encierra?
CIPIÓN
Ya he dicho que sí.
SEGUNDO
Pues, ¡sus, al hecho,
que guerras ama el numantino pecho!
 

(Sálense los embajadores, y QUINTO FABIO, hermano de CIPIÓN, dice:)

 
[QUINTO FABIO]
   El descuido pasado nuestro ha sido305
el que os hace hablar de aquesa suerte,
mas ya ha llegado el tiempo, ya es venido,
do veréis nuestra gloria y vuestra muerte.
CIPIÓN
El vano blasonar no es admitido
de pecho valeroso, honrado y fuerte:310
templa las amenazas, Fabio, y calla,
y tu valor descubre en la batalla.
   Aunque yo pienso hacer que el numantino
nunca a las manos con nosotros venga,
buscando de vencerle tal camino,315
que más a mi provecho le convenga;
yo haré que abaje el brío y pierda el tino,
y que en sí mesmo su furor detenga:
pienso de un hondo foso rodeallos,
y por hambre insufrible subjetallos.320
   No quiero ya que sangre de romanos
colore más el suelo desta tierra:
basta la que han vertido estos hispanos
en tan larga, reñida y cruda guerra;
ejercítense agora vuestras manos325
en romper y cavar la dura tierra,
y cúbranse de polvo los amigos
que no lo están de sangre de enemigos.
   No quede de este oficio reservado
ninguno que le tenga preminente:330
-fol. 9r-
trabaje el decurión como el soldado,
y no se muestre en esto diferente.
Yo mismo tomaré el hierro pesado,
y romperé la tierra fácilmente.
Haced todos cual yo, y veréis que hago335
tal obra con que a todos satisfago.
QUINTO FABIO
   Valeroso señor y hermano mío,
bien nos muestras en esto tu cordura,
pues fuera conocido desvarío
y temeraria muestra de locura340
pelear contra el loco airado brío
destos desesperados sin ventura.
Mejor será encerrallos, como dices,
y quitarles al brío las raíces.
   Bien puede la ciudad toda cercarse,345
si no es la parte por do el río la baña.
CIPIÓN
Vamos, y venga luego a efectuarse
esta mi nueva poco usada hazaña;
y si en nuestro favor quiere mostrarse
el cielo, quedará subjeta España350
al Senado romano, solamente
con vencer la soberbia de esta gente.
 

[Vanse.]

 


Scena II

 

Sale una doncella coronada con unas torres y trae un castillo en la mano, la cual significa ESPAÑA, y dice:

 
ESPAÑA
   ¡Alto, sereno y espacioso cielo,
que con tus influencias enriqueces
la parte que es mayor deste mi suelo,355
y sobre muchos otros le engrandeces,
muévate a compasión mi amargo duelo;
y, pues al afligido favoreces,
favoréceme a mí en ansia tamaña,
que soy la sola desdichada España!360
   Bástete ya que un tiempo me tuviste
todos mis flacos miembros abrasados,
y al sol por mis entrañas descubriste
el reino escuro de los condenados.
A mil tiranos, mil riquezas diste;365
a fenices y griegos entregados
mis reinos fueron, porque tú has querido,
o porque mi maldad lo ha merecido.
   ¿Será posible que contino sea
esclava de naciones estranjeras,370
y que un pequeño tiempo yo no vea
de libertad tendidas mis banderas?
Con justísimo título se emplea
en mí el rigor de tantas penas fieras,
pues mis famosos hijos y valientes375
andan entre sí mesmos diferentes.
   Jamás en su provecho concertaron
los divididos ánimos briosos;
antes, entonces más los apartaron
cuando se vieron más menesterosos;380
y ansí, con sus discordias convidaron
los bárbaros de pechos codiciosos
a venir y entregarse en mis riquezas,
usando en mí y en ellos mil crüezas.
   Sola Numancia es la que sola ha sido385
quien la luciente espada sacó fuera,
y a costa de su sangre ha mantenido
la amada libertad suya primera.
Mas, ¡ay!, que veo el término cumplido,
y llegada la hora postrimera,390
do acabará su vida y no su fama,
cual Fénix renovándose en la llama.
   Estos tan muchos temidos romanos
que buscan de vencer cien mil caminos,
rehuyen de venir más a las manos395
con los pocos valientes numantinos.
¡Oh, si saliesen sus intentos vanos,
y fuesen sus quimeras desatinos,
y esta pequeña tierra de Numancia
sacase de su pérdida ganancia!400
   Mas, ¡ay!, que el enemigo la ha cercado,
no sólo con las armas contrapuestas
al flaco muro suyo, mas ha obrado
con diligencia estraña y manos prestas,
que un foso, por la margen trincheado,405
rodea la ciudad por llano y cuestas;
sola la parte por do el río se extiende
de este ardid nunca visto se defiende.
   Ansí, están encogidos y encerrados
los tristes numantinos en sus muros:410
ni ellos pueden salir, ni ser entrados,
-fol. 9v-
y están de los asaltos bien seguros;
pero, en sólo mirar que están privados
de ejercitar sus fuertes brazos duros,
con horrendos acentos y feroces415
la guerra piden, o la muerte a voces.
   Y, pues sola la parte por do corre
y toca a la ciudad el ancho Duero,
es aquella que ayuda y que socorre
en algo al numantino prisionero,420
antes que alguna máquina o gran torre
en sus aguas se funde, rogar quiero
al caudaloso conocido río,
en lo que puede ayude el pueblo mío.
   Duero gentil, que con torcidas vueltas425
humedeces gran parte de mi seno,
ansí en tus aguas siempre veas envueltas
arenas de oro, cual el Tajo ameno,
y ansí las ninfas fugitivas sueltas,
de que está el verde prado y bosque lleno,430
vengan humildes a tus aguas claras,
y en prestarte favor no sean avaras,
   que prestes a mis ásperos lamentos
atento oído, o que a escucharlos vengas;
y, aunque dejes un rato tus contentos,435
suplícote que en nada te detengas.
Si tú con tus continos crecimientos,
destos fieros romanos no me vengas,
cerrado veo ya cualquier camino
a la salud del pueblo numantino.440
 

(Sale el río DUERO, con otros muchachos vestidos de río como él, que son tres riachuelos que entran en DUERO.)

 
DUERO
   Madre y querida España, rato había
que hirieron mis oídos tus querellas;
y si en salir acá me detenía,
fue por no poder dar remedio a ellas.
El fatal, miserable y triste día,445
según el disponer de las estrellas,
se llega de Numancia, y cierto temo
que no hay dar medio a su dolor extremo.
   Con Orvión, Minuesa y también Tera,
cuyas aguas las mías acrecientan,450
he llenado mi seno en tal manera,
que los usados márgenes revientan;
mas, sin temor de mi veloz carrera,
cual si fuera un arroyo, veo que intentan
de hacer lo que tú, España, nunca veas:455
sobre mis aguas, torres y trincheas.
   Mas, ya que el revolver del duro hado
tenga el último fin estatuido
deste tu pueblo numantino amado,
pues a términos tales ha venido,460
un consuelo le queda en este estado:
que no podrán las sombras del olvido
oscurecer el sol de sus hazañas,
en toda edad tenidas por estrañas.
   Y, puesto que el feroz romano tiende465
el paso agora por tu fértil suelo,
y que te oprime aquí, y allí te ofende,
con arrogante y ambicioso celo,
tiempo vendrá, según que ansí lo entiende
el saber que a Proteo ha dado el cielo,470
que esos romanos sean oprimidos
por los que agora tienen abatidos.
   De remotas naciones venir veo
gentes que habitarán tu dulce seno,
después que, como quiere tu deseo,475
habrán a los romanos puesto freno;
godos serán, que, con vistoso arreo,
dejando de su fama al mundo lleno,
vendrán a recogerse en tus entrañas,
dando de nuevo vida a sus hazañas.480
   Estas injurias vengará la mano
del fiero Atila en tiempos venideros,
poniendo al pueblo tan feroz romano
sujeto a obedecer todos sus fueros;
y, portillos abriendo en Vaticano,485
tus bravos hijos y otros estranjeros
harán que para huir vuelva la planta
el gran Piloto de la nave santa.
   Y también vendrá tiempo en que se mire
estar blandiendo el español cuchillo490
sobre el cuello romano, y que respire
sólo por la bondad de su caudillo.
El grande Albano hará que se retire
el español ejército, sencillo,
-fol. 10r-
no de valor sino de poca gente,495
que iguala al mayor número en valiente.
   Y cuando fuere ya más conocido
el propio Hacedor de tierra y cielo,
aquél que ha de quedar estatuido
por visorrey de Dios en todo el suelo,500
a tus reyes dará tal apellido,
cual viere que más cuadra con su celo:
católicos serán llamados todos,
sucesión digna de los fuertes godos.
   Pero el que más levantará la mano505
en honra tuya y general contento,
haciendo que el valor del nombre hispano
tenga entre todos el mejor asiento,
un rey será, de cuyo intento sano
grandes cosas me muestra el pensamiento:510
será llamado, siendo suyo el mundo,
el Segundo Filipo, sin segundo.
   Debajo deste imperio tan dichoso,
serán a una corona reducidos,
por bien universal y tu reposo,515
tus reinos hasta entonces divididos;
el jirón lusitano tan famoso,
que un tiempo se cortó de los vestidos
de la ilustre Castilla, ha de zurcirse
de nuevo y a su estado antiguo unirse.520
   ¡Qué envidia y qué temor, España amada,
te tendrán las naciones estranjeras,
en quién tu teñirás tu aguda espada
y tenderás, triunfando, tus banderas!
Sírvate esto de alivio en la pesada525
ocasión por quien lloras tan de veras,
pues no puede faltar lo que ordenado
ya tiene de Numancia el duro hado.
ESPAÑA
   Tus razones alivio han dado en parte,
famoso Duero, a las pasiones mías,530
sólo porque imagino que no hay parte
de engaño alguno en estas profecías.
DUERO
Bien puedes de eso, España, asegurarte,
puesto que tarden tan dichosos días.
Y adiós, porque me esperan ya mis ninfas.535
ESPAÑA
¡El cielo aumente tus sabrosas linfas!




ArribaAbajoJornada II


Scena I

 

Interlocutores: TEÓGENES y CORABINO, con otros cuatro numantinos, gobernadores de Numancia, y MARQUINO, hechicero, y un cuerpo muerto, que saldrá a su tiempo. Siéntanse a consejo, y los cuatro numantinos que no tienen nombres se señalan así: PRIMERO, SEGUNDO, TERCERO, CUARTO.

 
TEÓGENES
   Paréceme, varones esforzados,
que en nuestros daños con rigor influyen
los tristes signos y contrarios hados,
pues nuestra fuerza y maña desminuyen.
Tiénennos los romanos encerrados,5
y con cobardes mañas nos destruyen;
ni con matar muriendo no hay vengarnos,
ni podemos sin alas escaparnos.
    Y no sólo a vencernos se despiertan
los que habemos vencido veces tantas,10
que también españoles se conciertan
con ellos a segar nuestras gargantas;
tan gran maldad los cielos no consientan:
con rayos hieran las ligeras plantas
que se mueven en daño del amigo,15
favoreciendo al pérfido enemigo.
    Mirad si imagináis algún remedio
para salir de tanta desventura,
porque este largo y trabajoso asedio
sólo promete presta sepultura;20
el ancho foso nos estorba el medio
de probar con las armas la ventura,
aunque a veces valientes, fuertes brazos,
rompen mil contrapuestos embarazos.
CORABINO
   ¡A Júpiter pluguiera soberano25
que nuestra juventud sola se viera
con todo el bravo ejército romano,
adonde el brazo rodear pudiera!
Que allí al valor de la española mano
la mesma muerte poco estorbo fuera,30
para dejar de abrir ancho camino
a la salud del pueblo numantino.
    Mas, pues en tales términos nos vemos,
que estamos como damas encerrados,
hagamos todo cuanto hacer podremos35
para mostrar los ánimos osados:
a nuestros enemigos convidemos
a singular batalla; que, cansados
de este cerco tan largo, ser podría
quisiesen acabarle por tal vía.40
    Y, cuando este remedio no suceda
a la justa medida del deseo,
otro camino de intentar nos queda,
-fol. 10v-
aunque más trabajoso, a lo que creo:
este foso y muralla que nos veda45
el paso al enemigo que allí veo,
en un tropel de noche le rompamos,
y por ayuda a los amigos vamos.
NUMANTINO PRIMERO
   O sea por el foso o por la muerte,
de abrir tenemos paso a nuestra vida;50
que es dolor insufrible el de la muerte,
si llega cuando más vive la vida;
remedio a las miserias es la muerte,
si se acrecientan ellas con la vida,
y suele tanto más ser excelente,55
cuanto se muere más honradamente.
SEGUNDO
   ¿Con qué más honra pueden apartarse
de nuestros cuerpos estas almas nuestras,
que en las romanas armas arrojarse
y en su daño mover las fuertes diestras?60
En la ciudad podrá muy bien quedarse
quien gusta de cobarde dar las muestras;
que yo mi gusto pongo en quedar muerto
en el cerrado foso o campo abierto.
TERCERO
   Esta insufrible hambre macilenta,65
que tanto nos persigue y nos rodea,
hace que en vuestro parecer consienta,
puesto que temerario y duro sea.
Muriendo escusaremos tanta afrenta;
mas quien morir de hambre no desea,70
arrójese conmigo al foso, y haga
camino a su remedio con la daga.
CUARTO
   Primero que vengáis al trance duro
desta resolución que habéis tomado,
paréceme ser bien que desde el muro75
nuestro fiero enemigo sea avisado,
diciéndole que dé campo seguro
a un numantino y otro su soldado,
y que la muerte de uno sea sentencia
que acabe nuestra antigua diferencia.80
    Son los romanos tan soberbia gente,
que luego aceptarán este partido;
y si lo aceptan, creo firmemente
que nuestro amargo daño ha fenecido,
pues está Corabino aquí presente,85
cuyo valor me tiene persuadido
que él solo contra tres bravos romanos
quitará la victoria de las manos.
    También será acertado que Marquino,
pues es un agorero tan famoso,90
mire qué estrella, qué planeta o signo
nos amenaza muerte o fin honroso,
y si puede hallar algún camino
que nos pueda mostrar si del dudoso
cerco cruel do estamos oprimidos95
saldremos vencedores o vencidos.
    También primero encargo que se haga
a Júpiter solene sacrificio,
de quien podremos esperar la paga
harto mayor que nuestro beneficio;100
cúrese luego la profunda llaga
del arraigado acostumbrado vicio:
quizá con esto mudará de intento
el hado esquivo y nos dará contento.
    Para morir, jamás le falta tiempo105
al que quiere morir desesperado:
siempre seremos a sazón y a tiempo
para mostrar, muriendo, el pecho osado;
mas, porque no se pase en balde el tiempo,
mirad si os cuadra lo que aquí he ordenado;110
y si no os pareciere, dad un modo
que mejor venga y que convenga a todo.
MARQUINO
   Esa razón que muestran tus razones
es aprobada del intento mío.
Háganse sacrificios y oblaciones115
y póngase en efeto el desafío;
que yo no perderé las ocasiones
de mostrar de mi ciencia el poderío:
yo sacaré del hondo centro escuro
quien nos declare el bien o el mal futuro.120
TEÓGENES
   Yo desde aquí me ofrezco, si os parece
que puede de mi esfuerzo algo fiarse,
de salir a este duelo que se ofrece,
si por ventura viene a efectuarse.
CORABINO
Más honra tu valor raro merece:125
bien pueden de tu esfuerzo confiarse
-fol. 11r-
más difíciles cosas y mayores,
por ser el que es mejor de los mejores.
   Y, pues tú ocupas el lugar primero
de la honra y valor con causa justa,130
yo, que en todo me cuento por postrero,
quiero ser el haraldo desta justa.
PRIMERO
Pues yo, con todo el pueblo, me prefiero
hacer de lo que Júpiter más gusta,
que son los sacrificios y oraciones,135
si van con enmendados corazones.
SEGUNDO
   Vámonos, y con presta diligencia
hagamos cuanto aquí propuesto habemos,
antes que la pestífera dolencia
de la hambre nos ponga en los extremos.140
TERCERO
Si tiene el Cielo dada la sentencia
de que en este rigor fiero acabemos,
revóquela, si acaso lo merece
la justa enmienda que Numancia ofrece.
 

[Vanse.]

 


Scena II

 

Salen primero dos soldados numantinos: MORANDRO y LEONCIO.

 
LEONCIO
   Morandro, amigo, ¿a dó vas,145
o hacia dó mueves el pie?
MORANDRO
Si yo mismo no lo sé,
tampoco tú lo sabrás.
LEONCIO
   ¡Cómo te saca de seso
tu amoroso pensamiento!150
MORANDRO
Antes, después que le siento
tengo más razón y peso.
LEONCIO
   Eso ya está averiguado:
que el que sirviere al Amor
ha de ser, por su dolor,155
con razón muy más pesado.
MORANDRO
   De malicia o de agudeza
no escapa lo que dijiste.
LEONCIO
Tú mi agudeza entendiste,
mas yo entiendo tu simpleza.160
MORANDRO
   ¿Que soy simple en querer bien?
LEONCIO
Sí, si al querer no se mide,
como la razón lo pide,
con cuándo, cómo y a quién.
MORANDRO
   ¿Reglas quiés poner a amor?165
LEONCIO
La razón puede ponellas.
MORANDRO
Razonables serán ellas,
mas no de mucho primor.
LEONCIO
   En la amorosa porfía,
a razón no hay conocella.170
MORANDRO
Amor no va contra ella,
aunque de ella se desvía.
LEONCIO
   ¿No es ya contra la razón,
siendo tú tan buen soldado,
andar tan enamorado175
en esta estrecha ocasión?
    ¿Al tiempo que del dios Marte
has de pedir el furor,
te entretienes con Amor,
que mil blanduras reparte?180
    ¿Ves la patria consumida
y de enemigos cercada,
y tu memoria, turbada
por amor, de ella se olvida?
MORANDRO
   En ira mi pecho se arde185
por verte hablar sin cordura:
¿hizo el amor, por ventura,
a ningún pecho cobarde?
    ¿Dejo yo la centinela
por ir dónde está mi dama,190
o estoy durmiendo en la cama
cuando mi capitán vela?
    ¿Hasme tú visto faltar
de lo que debo a mi oficio
por algún regalo o vicio,195
ni menos por bien amar?
    Y si nada me has hallado
de que deba dar disculpa,
¿por qué me das tanta culpa
de que sea enamorado?200
    Y si de conversación
me ves que ando siempre ajeno,
mete la mano en tu seno,
verás si tengo razón.
    ¿No sabes los muchos años205
que tras Lira ando perdido?
¿No sabes que era venido
el fin de mis tristes daños,
    porque su padre ordenaba
de dármela por mujer,210
y que Lira su querer
con el mío concertaba?
-fol. 11v-
    También sabes que llegó
en tan dulce coyuntura
esta fuerte guerra dura,215
por quien mi gloria cesó.
    Dilatóse el casamiento
hasta acabar esta guerra,
porque no está nuestra tierra
para fiestas y contento.220
    Mira cuán poca esperanza
puedo tener de mi gloria,
pues está nuestra victoria
toda en la enemiga lanza.
    De la hambre fatigados,225
sin medio de algún remedio,
tal muralla y foso en medio,
pocos, y esos encerrados.
    Pues, como veo llevar
mis esperanzas del viento,230
ando triste y descontento,
ansí cual me ves andar.
LEONCIO
   Sosiega, Morandro, el pecho;
vuelve al brío que tenías:
quizá por ocultas vías235
se ordena nuestro provecho;
    que Júpiter soberano
nos descubrirá camino,
por do el pueblo numantino
quede libre del romano;240
    y, en dulce paz y sosiego,
de tu esposa gozarás,
y las llamas templarás
deste tu amoroso fuego;
    que, para tener propicio245
al gran Júpiter Tonante,
hoy Numancia, en este instante,
le quiere hacer sacrificio.
    Ya el pueblo viene y se muestra
con las víctimas e incienso.250
¡Oh Júpiter, padre imenso,
mira la miseria nuestra!
 

[Apártanse a un lado.]

 
 

(Han de salir agora dos numantinos, vestidos como sacerdotes antiguos, y traen asido de los cuernos en medio de entrambos un carnero grande, coronado de oliva o yedra y otras flores, y un PAJE con una fuente de plata y una toalla al hombro; otro, con un jarro de plata lleno de agua; otro, con otro lleno de vino; otro, con otro plato de plata con un poco de incienso; otro, con fuego y leña; otro que ponga una mesa con un tapete, donde se ponga todo esto; y salgan en esta scena todos los que hubiere en la comedia, en hábito de numantinos, y luego los sacerdotes, y dejando el uno el carnero de la mano, diga:)

 
SACERDOTE PRIMERO
   Señales ciertas de dolores ciertos
se me han representado en el camino,
y los canos cabellos tengo yertos.255
SACERDOTE SEGUNDO
   Si acaso yo no soy mal adevino,
nunca con bien saldremos desta impresa.
¡Ay, desdichado pueblo numantino!
PRIMERO
   Hagamos nuestro oficio con la priesa
que nos incitan los agüeros tristes.260
SEGUNDO
Poned, amigos, hacia aquí esa mesa:
    el vino, encienso y agua que trujistes,
poneldo encima y apartaos afuera,
y arrepentíos de cuanto mal hicistes;
    que la oblación mejor y la primera265
que se debe ofrecer al alto cielo,
es alma limpia y voluntad sincera.
PRIMERO
   El fuego no le hagáis vos en el suelo,
que aquí viene brasero para ello;
que ansí lo pide el religioso celo.270
SEGUNDO
   Lavaos las manos y limpiaos el cuello.
PRIMERO
Dad acá el agua... ¿El fuego no se enciende?
UNO
¡No hay quien pueda, señores, encendello!
SEGUNDO
   ¡Oh Júpiter! ¿Qué es esto que pretende
de hacer en nuestro daño el hado esquivo?275
¿Cómo el fuego en la tea no se emprende?
UNO
   Ya parece, señor, que está algo vivo.
PRIMERO
¡Quítate afuera, oh flaca llama escura,
que dolor en mirarte ansí recibo!
    ¿No miras cómo el humo se apresura280
a caminar al lado del poniente,
y la amarilla llama mal sigura
    sus puntas encamina hacia el oriente?
¡Desdichada señal! ¡Señal notoria
que nuestro mal y daño está presente!285
SEGUNDO
   Aunque lleven romanos la victoria
de nuestra muerte, en humo ha de tornarse
y en llamas vivas nuestra muerte y gloria.
  -fol. 12r-  
PRIMERO
   Pues debe con el vino rociarse
el sacro fuego, dad acá ese vino,290
y el incienso también, que ha de quemarse.
 

(Rocían el fuego, y a la redonda, con el vino, y luego ponen el incienso en el fuego y dice el)

 
SEGUNDO
   Al bien del triste pueblo numantino
endereza, ¡oh gran Júpiter!, la fuerza
propicia del contrario amargo signo.
PRIMERO
   Ansí como este ardiente fuego fuerza295
a que en humo se vaya el sacro incienso,
ansí se haga al enemigo fuerza,
    para que en humo eterno, padre inmenso,
todo su bien, toda su gloria vaya,
ansí como tú puedes y yo pienso.300
SEGUNDO
   Tengan los cielos su poder a raya,
ansí como esta víctima tenemos,
y lo que ella ha de haber, él también haya.
PRIMERO
   ¡Mal responde el agüero: mal podremos
ofrecer esperanza al pueblo triste,305
para salir del mal que poseemos!
 

(Hágase ruido debajo del tablado con un barril lleno de piedras, y dispárese un cohete volador.)

 
SEGUNDO
   ¿No oyes un ruido, amigo? [Di, ¿no] viste
el rayo ardiente que pasó volando?
Présago verdadero desto fuiste.
PRIMERO
   Turbado estoy; de miedo estoy temblando.310
¡Oh, qué señales en el aire veo,
qué amargo fin nos van pronosticando!
    ¿No ves un escuadrón airado y feo
de unas águilas fieras, que pelean
con otras aves en marcial rodeo?315
SEGUNDO
   Sólo su esfuerzo y su rigor emplean
en encerrar las aves en un cabo,
y con astucia y arte las rodean.
PRIMERO
   Tal señal vitupero, y no la alabo:
¡Águilas imperiales vencedoras!320
¡Tú verás de Numancia presto el cabo!
SEGUNDO
   ¡Águilas, de gran mal anunciadoras,
partíos, que ya el agüero vuestro entiendo;
ya el efecto: contadas son las horas!
PRIMERO
   Con todo, el sacrificio hacer pretendo325
desta inocente víctima, guardada
para aplacar el dios del rostro horrendo.
    ¡Oh gran Plutón, a quien por suerte dada
le fue la habitación del reino oscuro,
y el mando en la infernal triste morada,330
    ansí vivas en paz, cierto y seguro
de que la hija de la sacra Ceres
corresponde a tu amor con amor puro,
    que todo aquello que en provecho vieres
venir del pueblo triste que te invoca,335
lo allegues cual se espera de quien eres.
    Atapa la profunda escura boca
por do salen las tres fieras hermanas
a hacernos el daño que nos toca;
    y sean de dañarnos tan livianas340

 (Quite algunos pelos al carnero y échelos al aire.) 

sus intenciones, que las lleve el viento,
como se lleva el pelo de estas lanas.
    Y, ansí como yo baño y ensangriento
este cuchillo en esta sangre pura,
con alma limpia y limpio pensamiento,345
    ansí la tierra de Numancia dura
se bañe con la sangre de romanos,
y aun les sirva también de sepultura.
 

(Aquí ha de salir por los huecos del tablado un DEMONIO hasta el medio cuerpo, y ha de arrebatar el carnero, y meterle dentro, y tornar luego a salir, y derramar y esparcir el fuego y todos los sacrificios.)

 
    Mas, ¿quién me ha arrebatado de las manos
la víctima? ¿Qué es esto, dioses santos?350
¿Qué prodigios son esos tan insanos?
    ¿No os han enternecido ya los llantos
deste pueblo lloroso y afligido,
ni la sagrada voz de nuestros cantos?
SEGUNDO
   Antes creo que se han endurecido,355
cual se puede inferir de las señales
tan fieras como aquí han acontecido.
    Nuestros vivos remedios son mortales:
toda es pereza nuestra diligencia,
y los bienes ajenos, nuestros males.360
  -fol. 12v-  
UNO DEL PUEBLO
   En fin, dado han los cielos la sentencia
de nuestro fin amargo y miserable;
no nos quiere valer ya su clemencia.
OTRO
   Lloremos, pues, en son tan lamentable
nuestra desdicha, que en la edad postrera365
dél y de nuestro esfuerzo siempre se hable.
    Marquino haga la experiencia entera
de todo su saber, y sepa cuanto
nos promete de mal la lastimera
suerte, que ha vuelto nuestra risa en llanto.370
 

(Sálense todos, y quedan solos MORANDRO y LEONCIO.)

 
MORANDRO
   Leoncio, ¿qué te parece?
¿Tendrán remedio mis males
con estas buenas señales
que aquí el cielo nos ofrece?
    ¿Tendrá fin mi desventura375
cuando se acabe la guerra,
que será cuando la tierra
me sirva de sepultura?
LEONCIO
   Morandro, al que es buen soldado
agüeros no le dan pena,380
que pone la suerte buena
en el ánimo esforzado;
    y esas vanas apariencias
nunca le turban el tino:
su brazo es su estrella y signo;385
su valor, sus influencias.
    Pero si quieres creer
en este notorio engaño,
aún quedan, si no me engaño,
experiencias más que hacer;390
    que Marquino las hará,
las mejores de su ciencia,
y el fin de nuestra dolencia
ser bueno o malo sabrá.
    Paréceme que le veo:395
¡en qué estraño traje viene!
MORANDRO
Quien con feos se entretiene,
no es mucho que venga feo.
    ¿Será acertado seguirle?
LEONCIO
Acertado me parece,400
por si acaso se le ofrece
algo en que poder servirle.
 

(Aquí sale MARQUINO con una ropa negra de bocací ancha, y una cabellera negra, y los pies descalzos; y en la cinta traerá, de modo que se le vean, tres redomillas llenas de agua: la una negra, la otra teñida con azafrán y la otra clara; y en la una mano, una lanza barnizada de negro, y en la otra, un libro; y viene MILVIO con él, y, así como entran, se ponen a un lado LEONCIO y MORANDRO.)

 
MARQUINO
   ¿Dó dices, Milvio, que está el joven triste?
MILVIO
En esta sepultura está enterrado.
MARQUINO
No yerres el lugar do le pusiste.405
MILVIO
   No, que con esta piedra señalado
dejé el lugar adonde el mozo tierno
fue con lágrimas tiernas sepultado.
MARQUINO
   ¿De qué murió?
MILVIO
Murió de mal gobierno:
la flaca hambre le acabó la vida,410
peste cruel salida del infierno.
MARQUINO
   En fin, ¿que dices que ninguna herida
le cortó el hilo del vital aliento,
ni fue cáncer ni llaga su homicida?
    Esto te digo, porque hace al cuento415
de mi saber que esté este cuerpo entero,
organizado todo y en su asiento.
MILVIO
   Habrá tres horas que le di el postrero
reposo, y le entregué a la sepultura,
y de hambre murió, como refiero.420
MARQUINO
   Está muy bien, y es buena coyuntura
la que me ofrecen los propicios signos
para invocar de la región oscura
los feroces espíritus malignos.
    Presta atentos oídos a mis versos,425
fiero Plutón, que en la región oscura,
entre ministros de ánimos perversos,
te cupo de reinar suerte y ventura;
haz, aunque sean de tu gusto adversos,
cumplidos mis deseos, y en la dura430
ocasión que te invoco no te tardes,
ni a ser más oprimido de mí aguardes.
-fol. 13r-
    Quiero que al cuerpo que aquí está enterrado
vuelvas el alma que le daba vida,
aunque el fiero Carón del otro lado435
la tenga en la ribera denegrida;
y, aunque en las tres gargantas del airado
Cerbero esté penada y escondida,
salga, y torne a la luz del mundo nuestro;
que luego tornará al escuro vuestro.440
    Y, pues ha de salir, salga informada
del fin que ha de tener guerra tan cruda,
y desto no me encubra o calle nada,
ni me deje confuso y con más duda:
la plática desta alma desdichada,445
de toda ambigüidad libre y desnuda
tiene de ser. ¡Invíala...! ¿Qué esperas?
¿Esperas a que hable con más veras?
    ¿No revolvéis la piedra, desleales?
Decid, ministros falsos, ¿qué os detiene?450
¿Cómo no me habéis dado ya señales
de que hacéis lo que digo y me conviene?
¿Buscáis, con deteneros, vuestros males,
o gustáis de que yo al momento ordene
de poner en efecto los conjuros455
que ablandan vuestros fieros pechos duros?
    Ea, pues, vil canalla mentirosa,
aparejaos a duro sentimiento,
pues sabéis que mi voz es poderosa
de doblaros la rabia y el tormento.460
Dime, traidor esposo de la esposa
que seis meses del año, a su contento,
está sin ti, haciéndote cornudo:
¿por qué a mis peticiones estás mudo?
    Este hierro, bañado en agua clara465
que al suelo no tocó en el mes de mayo,
herirá en esta piedra y hará clara
y patente la fuerza deste ensayo.
 

(Con el agua de la redoma clara baña el hierro de la lanza, y luego hiere en la tabla; y debajo, o suéltense cohetes o hágase el rumor con el barril de piedras.)

 
Ya parece, canalla, que a la clara
dais muestras de que os toma cruel desmayo.470
¿Qué rumores son estos? ¡Ea, malvados,
que al fin venís, aunque venís forzados!
    Levantad esta piedra, fementidos,
y descubridme el cuerpo que aquí yace.
¿Qué es esto? ¿Qué tardáis? ¿A dó sois idos?475
¿Cómo mi mandado al punto no se hace?
¿No os curáis de amenazas, descreídos?
Pues no esperéis que más os amenace:
esta agua negra del Estigio lago
dará a vuestra tardanza presto el pago.480
    Agua de la fatal negra laguna,
cogida en triste noche, escura y negra,
por el poder que en ti junto se aúna,
a quien otro poder ninguno quiebra,
a la banda diabólica importuna,485
y a quien la primer forma de culebra
tomó, conjuro, apremio, pido y mando
que venga a obedecerme aquí volando.

 (Rocía con el agua la sepultura y ábrese.) 

    ¡Oh mal logrado mozo!, sal ya fuera
y vuelve a ver el sol claro y sereno;490
deja aquella región do no se espera
en ella un día sosegado y bueno.
Dame, pues puedes, relación entera
de lo que has visto en el profundo seno;
digo, de aquello a que mandado eres,495
y más, si al caso toca y tú pudieres.
 

(Sale EL CUERPO amortajado, con un rostro de máscara descolorido, como de muerto, y va saliendo poco a poco, y, en saliendo, déjase caer en el teatro, sin mover pie ni mano hasta su tiempo.)

 
    ¿Qué es esto? ¿No respondes? ¿No revives?
¿Otra vez has gustado de la muerte?
Pues yo haré que con tu pena avives
y tengas el hablarme a buena suerte.500
-fol. 13v-
Pues eres de los nuestros, no te esquives
de hablarme y responderme: mira, advierte
que si callas, haré que, con tu mengua,
sueltes la atada y encogida lengua.

 (Rocía EL CUERPO con el agua amarilla, y luego le azota con un azote.) 

    Espíritus malignos, ¿no aprovecha?505
Pues esperad: saldrá el agua encantada,
que hará mi voluntad tan satisfecha
cuanto es la vuestra pérfida y dañada;
y, aunque esta carne fuera polvos hecha,
siendo con este azote castigada,510
cobrará nueva, aunque ligera vida,
del áspero rigor suyo oprimida.
 

(Menéase y estremécese EL CUERPO a este punto.)

 
    Alma rebelde, vuelve al aposento
que pocas horas ha desocupaste.
Ya vuelves, ya lo muestras, ya te siento;515
que, al fin, a tu pesar, en él te entraste.
EL CUERPO
Cese la furia del rigor violento
tuyo, Marquino; baste, triste, baste
la que yo paso en la región escura,
sin que tú crezcas más mi desventura.520
   Engáñaste si piensas que recibo
contento de volver a esta penosa,
mísera y corta vida que ahora vivo,
que ya me va faltando presurosa;
antes me causas un dolor esquivo,525
pues otra vez la muerte rigurosa
triunfará de mi vida y de mi alma;
mi enemigo tendrá doblada palma.
    El cual, con otros del escuro bando,
de los que son sujetos a aguardarte,530
está con rabia en torno, aquí esperando
a que acabe, Marquino, de informarte
del lamentable fin, del mal nefando
que de Numancia puedo asegurarte;
la cual acabará a las mismas manos535
de los que son a ella más cercanos.
    No llevarán romanos la victoria
de la fuerte Numancia, ni ella menos
tendrá del enemigo triunfo o gloria,
amigos y enemigos siendo buenos;540
no entiendas que de paz habrá memoria,
que rabia alberga en sus contrarios senos:
el amigo cuchillo, el homicida
de Numancia será, y será su vida.

 (Arrójase en la sepultura y dice:) 

    Y quédate, Marquino, que los hados545
no me conceden más hablar contigo;
y, aunque mis dichos tengas por trocados,
al fin saldrá verdad lo que te digo.
MARQUINO
¡Oh tristes signos; signos desdichados!
Si esto ha de suceder del pueblo amigo,550
primero que mirar tal desventura,
mi vida acabe en esta sepultura.

 (Arrójase MARQUINO en la sepultura.) 

MORANDRO
   Mira, Leoncio, si ves
por dó yo pueda decir
que no me haya de salir555
todo mi gusto al revés.
    De toda nuestra ventura
cerrado está ya el camino;
si no, dígalo Marquino,
el muerto y la sepultura.560
LEONCIO
   Que todas son ilusiones,
quimeras y fantasías,
agüeros y hechicerías,
diabólicas invenciones.
    No muestres que tienes poca565
ciencia en creer desconciertos;
que poco cuidan los muertos
de lo que a los vivos toca.
  -fol. 14r-  
MILVIO
   Nunca Marquino hiciera
desatino tan estraño,570
si nuestro futuro daño
como presente no viera.
   Avisemos este caso
al pueblo, que está mortal;
mas, para dar nueva tal,575
¿quién podrá mover el paso?