75-20. Los españoles, que solían vestir de
obscuro en la ciudad, llevaban, en cambio, vistosos trajes para ir de camino.
He aquí, por ejemplo, la prolija descripción que el soldado
español Miguel de Castro (1593-1611), en su
Vida (edición Paz y Mélia;
Barcelona-Madrid, 1900; pág. 208), hace de un «vestido de
camino»:
«El vestido era de paño de una color argentino algo
oscuro, que costó a 9 escudos la cana, y fueron veinte palmos, hecho al
uso, y con guarnicion de botones amelonados a espiguilla en los calzones, sin
otra guarnicion, ojales abiertos, la ropilla abierta por los lados, y por
delante de arriba abajo, y aforrada de carmesí color de mar. Los botones
y ojales de dos colores, color de mar y camuzado. Las mangas de la ropilla al
uso, anchas y con dos golpes en cada una arriba, y los botones no muy grandes
ni pequeños, y espesos. Fueron en calzon y ropilla 300 botones. El
herreruelo, largo más de la rodilla dos dedos o tres, con golpe a las
maneras o al hombro, y en cada golpe treinta alamares de las dos colores y
llanos, sin lazo, digo, y muy poblados de seda, y a las vueltas del herreruelo
a cada una dos hileras de alamares de alto abajo, una con boton y otra con
hembra, que eran en todos los alamares ciento y cuarenta. El cuello de rizo,
color de mar, y muchos molinillos muy menudos encima de los dos colores
camuzado y mar, que todo salio muy bien, y hice bordar un jubon sobre holanda
finísima de color argentino y bordado de seda, color de mar, de una
labor muy buena, y hecho a la francesa con sus aletillas grandes y
triangulares, aforradas las aletillas en ormesí color de mar, y el
cuerpo y mangas del jubon en holanda blanca, y todo el y las aletillas con
entretela de tafetan doble, color de camuza, y unos escampos que la bordadura
hacia de dos pulgadas de largo, o mas, y una de ancho acuchillados, las mangas
anchas, y todas las costuras y extremos y las aletillas guarnecido del
molinillo, que el cuello del herreruelo, que todo el molinillo eran catorce
canas y seis palmos.»
En
Don Quixote (II, 16) D. Diego de Miranda
también está vestido
bizarramente de camino.
7.1
7.1
[Mantenemos con una misma numeración los dos tipos de
notas que aparecen en el original. Las referentes al aparato crítico se
diferencian por presentar numeración de página y línea;
las eruditas no presentan indicación alguna.
El aparato crítico del original aparece en
Novelas exemplares, tomo II,
edición de R. Schevill y A. Bonilla, Madrid, Gráficas Reunidas,
1923, páginas 362 a 378 (N. del E.)]
8
M.: «vizarro». (N. del E.)
9
76-4. Así el texto; pero quizá debe leerse:
«Acconcia, patrone; passa quà, manigoldo;
vengano la maccatella, li pollastri e li maccheroni.»
(Apercíbete, patrón; ven acá, picarón; vengan la
maccatella, los pollos y los
macarrones.) El Sr. D. Narciso Alonso Cortés (El
Licenciado Vidriera; Valladolid, 1916; pág. 7) sospecha que
macarela esté por
maccatella, que, según el
Vocabolariodegli Accademici della
Crusca, es «cibo fatto di carne,
come polpetta, ma ammaccata» (manjar hecho con carne, a
modo de albondiguilla; pero machacada). Sin embargo, el vocablo
macarela suena como italiano en pasajes
como el siguiente, de
La Mal casada de Lope (III, 10.ª):
«LUCRECIA.
¡A mi madre!
FABRICIO.
Ebben ¿che vuoi?
¡Canchero in la macarela!»
Véase también
Servir a señor discreto del mismo
Lope, II, escena 3.ª, «maca y macarela» (tomo IV;
edición de la Biblioteca de Autores Españoles, pág. 78,
col. 3.ª).
Pero tal vez no es necesario poner
maccatella por
maccarella (macarela), siendo esta
forma la de un dialecto italiano (napolitano). También existe la palabra
macarello, que significa una clase
de peces, según O. Pianigiani:
Vocabolario etimologico della lingua
italiana; 1907. (N. del E.)
10
76-18. Recuérdese que también se llamaba Diego de
Valdivia el Alcalde de la Real Audiencia de Sevilla, que comisionó a
Cervantes en 1587 para sacar de Ecija una gran cantidad de trigo.
(Consúltese C. Pérez Pastor:
Documentos cervantinos hasta ahora
inéditos; II; Madrid, 1902;
passim.) (N. del E.)