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La espectacularidad de las galas de Carlos y de Felipe parece haber robado la belleza de las flores y haberlas hecho pasar desapercibidas. (N. del E.)

 

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Según se dice en esta estrofa, el día de la entrada oficial del Príncipe de Gales en Madrid, Carlos y Felipe iban montados a caballo y bajo palio. Tan magníficos parecían que, según el poeta, incluso el espíritu del caballo de Alejandro Magno reconocía su grandeza. También, según el poeta, merecen alabanzas los caballos que llevaban Carlos y Felipe y, de hecho, el autor de estos versos habla de ellos como si provinieran directamente de la morada de los dioses griegos. (N. del E.)

 

83

Versión del poema en Reynolds: "[...] era un retrato / [...]" (136). (N. del E.)

 

84

Belona: Diosa de la guerra (Diccionario de la editorial Espasa-Calpe). (N. del E.)

 

85

Versión del poema en Reynolds: "[...] / aún las cosas que son inanimadas, / defendiendo a su rey, están armadas" (136). (N. del E.)

 

86

Según iba avanzando la comitiva por Madrid, el pueblo daba señales claras de alegría y entusiasmo. En cierto sentido, la algarabía que había por las calles fácilmente podía recordar la que se producía en las calles de la antigua Roma cuando había algún desfile triunfal. En cualquier caso, el autor nos recuerda que la ocasión de este desfile, al contrario de lo normal en la Roma clásica, no es producto de un triunfo militar. En realidad, el esperado matrimonio entre el Príncipe Carlos y la Infanta María, por el que el Príncipe había ido a España, debería, en principio, haber consolidado la paz entre España e Inglaterra. (N. del E.)

 

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Guarda: Durante el desfile, las guardias española y alemana iban acompañando a sus majestades y al frente de estas tropas iban los dos capitanes. (N. del E.)

 

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Versión del poema en Reynols: "[...] / aún las cosas que son inanimadas,/ defendiendo a su rey, están armadas " (136). (N. del E.)

 

89

Según parece sugerir el poeta, una guardia como la que lleva Felipe parece innecesaria, porque en España incluso las cosas que carecen de vida propia la adquieren, de ser necesario, para servir y proteger a su señor. (N. del E.)

 

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Versión del poema en Reynolds: "Quizá envidioso el sol de Apolos tales, / [...]" (136). (N. del E.)